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Julio 30     Versión imprimible

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez durante el homenaje que le rindió la Sociedad de Agricultores y Ganaderos de Colombia

Yumbo, Valle del Cauca, 30 jul (SP). “No encuentro palabras para agradecer tanta generosidad. Nosotros, el mérito único que tenemos es querer esta Patria colombiana con toda el alma. Para eso nos dieron el alma, para querer a Colombia. Yo no encuentro en qué más nos habríamos podido gastar el corazón, que en aquello de querer a Colombia.

Muchas gracias a todos ustedes; muchas gracias, señor Vicepresidente, doctor Angelino Garzón. Usted me ha honrado con la amistad, me ha hecho sentir en la discusión fuentes de afecto y de construcción de fraternidad con mis compatriotas.

Yo me siento muy contento de saber que usted empieza a ejercer como el Vicepresidente de los colombianos. Una garantía para toda esta Patria, porque usted es un líder social fraterno; usted es consecuente con la doctrina social de la iglesia, de cuyas canteras siempre ha alimentado sus creencias. Y sé que en la madurez de su existencia intelectual como Vicepresidente de Colombia, el país lo único que recibirá de usted será puntadas de unidad, de prosperidad y de cohesión. Muchas gracias a usted y a Monserrat, su señora, por acompañarnos esta noche.

Muchas gracias, apreciado doctor Francisco Lourido Muñoz (Presidente de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Valle del Cauca). Aquí veo tantos amigos, Rosita (Jaluf de Castro), Roberto Arango, tantos, tantos. Recuerdo los años 99 y 2000, ese trabajo suyo por este proyecto político desde su condición de líder gremial comprometido con lo social. Muchas gracias. Usted sabe que tengo motivos para llevar por usted gratitud hasta el último día de mi existencia.

Muchas gracias, apreciado doctor Luis Fernando Londoño Capurro (Presidente Ejecutivo de Asocaña), con quien he tenido el privilegio de tener una amistad de muchos años; además, una amistad que se remonta a nuestros mayores. Y con quien he tenido el privilegio de discutir permanentemente sobre asuntos trascendentales de la Patria.

Muchas gracias, apreciado doctor Rafael Mejía López, Presidente de la SAC (Sociedad de Agricultores de Colombia).

Esta semana, cuando en la reunión final de aquel ciclo durante estos ocho años, al cual refería el Vicepresidente Angelino Garzón, tenía yo el altísimo honor de condecorar a los líderes gremiales que allí asistieron durante estos años y a los presidentes de las centrales obreras, les dije: ‘Aquí no hay condecoración por el consenso ni reclamo por el disenso. Aquí lo único que hay es aplauso a la bondad de dialogar, de buscar opciones’.

En el doctor Mejía López, Colombia tiene a un gran dirigente del sector agropecuario, con una visión moderna. Yo le agradezco mucho por ello.

El país agropecuario estaba muy afectado con el temor a la apertura y el doctor Mejía López hizo un gran equipo con Carlos Gustavo Cano y con Andrés Felipe Arias, nuestros primeros ministros de Agricultura, para trabajar en ese tránsito de la apertura unilateral al acceso a mercados.

No era fácil, pero con qué equilibrio lo lograron. Un país bastante atemorizado por la apertura no se le podía pedir que entendiera la apertura de mercados. Y se ha dado un paso trascendente. Y cómo se sentó usted con Andrés Felipe Arias, los gremios del sector agropecuario, a tejer esa bella artesanía que es la Ley Agro Ingreso Seguro.

Muchas gracias, doctor Rafael Mejía.

Muchas gracias por todas estas expresiones de generosidad. A la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Valle del Cauca; al Comité Intergremial del Valle del Cauca, muchas gracias doctor Germán Jaramillo (Presidente del Comité Intergremial del Valle del Cauca). Las discusiones de todos estos años siempre buscando opciones de la manera más constructiva han sido muy útiles; para nosotros, una gran enseñanza.

Muchas gracias a Fenalco. Muchas gracias doña Rosita (Rosa Jaluf de Castro,
Presidente de la Junta Directiva de Fenalco, seccional Valle del Cauca, y Vicepresidente de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Cali). Yo la quiero inmensamente. Admiro inmensamente su civismo, su patriotismo. Yo siento una gratitud muy, muy grande por usted, querida Rosita, muy grande.

Muchas gracias a nuestro Alcalde de Ginebra (Argemiro Jordán Sánchez). La verdad es que estos compatriotas que vimos allí con un sombrero como este, con unos ponchos ‘arruanados’ con los colores de la bandera de Colombia y con esas guitarras, han tenido una gran fuente en Ginebra.

Muchas gracias a la Caja de Compensación.

Ahí tiene Colombia un gran punto de cohesión social, de los pagados por los empleadores, dirigidas en condiciones de igualdad por empleadores y trabajadores, centros de construcción de fraternidad. Todo lo que se les encomienda lo hacen bien hecho: que para aplicar los recursos de los escondrijos del narcotráfico, se necesita a alguien para construir buena vivienda, busquen las cajas de compensación; que para hacerlas viviendas de Buenaventura, busque las cajas de compensación.

Lo que yo quiero en esta hora final del Gobierno es decir que como hacen las cosas bien hechas tienen que hacer más. A aquel que se acredita hay que pedirle más. Pídales más a las cajas de compensación, doctor Angelino, que ellas lo pueden.

Yo quiero agradecer inmensamente a la Cámara de Comercio de Cali. He puesto este Centro de Eventos del Pacífico como un modelo en todas partes. Ahora mis compatriotas barranquilleros andan en el propósito de dotar a Barranquilla de un centro como este. Lo primero que les dije cuando tenían la idea fue: váyanse a Cali; vayan, pregunten a la ciudadanía, a la Cámara de Comercio, que les muestre y les digan que Cali nos está dando un ejemplo.

La verdad es que esto demuestra una capacidad infinita de esa Cámara de Comercio de Cali.

Nosotros hicimos un ejercicio, siendo el doctor Angelino, nuestro Vicepresidente, Gobernador, con los alcaldes que antecedieron a nuestro apreciado Alcalde, el doctor Jorge Iván Ospina, dimos el paso de un convenio entre el Gobierno Nacional y la Cámara de Comercio, para que la Cámara de Comercio le hiciera un seguimiento a las obligaciones del Gobierno Nacional frente al Valle del Cauca. Y lo hicieron. Y con qué juicio.

Yo le decía hoy a la doctora María Elvira Domínguez (Directora General del Diario El País) y al doctor Diego Martínez, de El País, que lo único que yo hice por el Valle del Cauca fue mantenerme como un tormento, acosando a mis compañeros de Gobierno para que le sirvieran al Valle del Cauca. Pero olvidé decirle algo a El País en una entrevista que me hicieron esta tarde en un vuelo entre Bogotá y Popayán: que quien me ayudó para ejercer como tormento y como factor de acoso ante mis compañeros de Gobierno fue la Cámara de Comercio de Cali, encabezada por su Presidente Ejecutivo, el doctor Julián Domínguez. ¡Qué gran mérito! Y en procesos muy difíciles.

Nosotros nos posesionamos un miércoles 7 de agosto. Al otro día antes de que despuntara el sol llegamos a la ciudad de Valledupar a empezar la política de seguridad. Esa ciudad estaba sitiada y ya secuestraban masivamente también en sus calles; no había comunicación con Bucaramanga ni con Riohacha ni con Santa Marta.

Y por la tarde fui con la Ministra (de Educación) Cecilia María Vélez a lanzar la política de educación al Caquetá. Y eso era una tragedia porque todos los alcaldes del Caquetá estaban asilados en la Gobernación; no podían ir a sus municipios.

Y el viernes terminamos casi a la media noche una reunión en Cali para definir las metas de Emcali, que se ha recuperado bastante. Y siempre el doctor Julián Domínguez, la Cámara de Comercio ayudando a que eso saliera delante, ayudándole a Eva María Uribe, nuestra heroica Superintendente, a acciones gerenciales tan importantes -pongan cuidado en eso, apreciados compatriotas vallecaucanos-. Yo dije, cuando iba a empezar el Gobierno, que quería ser un buen vallecaucano desde el Gobierno. No alcancé a hacer los méritos suficientes, pero ustedes me han permitido sentirme así por su generosidad excesiva.

Hay que ponerle mucho cuidado a los buenos descubrimientos para la vida pública como es Susana Correa, que ha hecho esa labor tan importante para sacar adelante a Emcali.

Yo confío en los apreciados congresistas que me han ayudado tanto, tanto y que les debo tanta gratitud.

Mire, hubo dos presidencias del Congreso vallecaucanas. Nuestra brillante Embajadora Claudia Blum de Barberi y la doctora Dilian Francisca Toro, reelegida senadora de la República.

Y hay que ver como trabajaron para que, unida toda esa bancada vallecaucana, estuviera definiendo con el Gobierno cómo avanzaba, cómo avanzaba la agenda del Valle del Cauca. Esa permanente preocupación de ellos por todas las empresas: que por Emsirva, que por Emcali, que por las nuevas concesiones de Buenaventura, que por el ferrocarril, que por la vía, etcétera.

Muchísimas, muchísimas gracias.

Yo les debo infinita gratitud a todos. A los líderes empresariales, a los trabajadores. Me van a tener que perdonar omisiones porque es una lista interminable toda la gratitud que les debo.

Esta tierra es una tierra de pioneros. Al Valle del Cauca hemos tenido que venir todos los colombianos a aprender de agricultura, al Valle del Cauca hemos tenido que venir todos los colombianos a aprender de civismo, al Valle del Cauca hemos tenido que venir todos los colombianos a aprender por qué aquí llega la inversión extranjera, al Valle del Cauca hemos tenido que venir todos los colombianos a aprender por qué hay esas alianzas tan importantes entre el Estado y el sector privado, al Valle del Cauca hemos tenido que venir todos los colombianos a aprender sobre cómo, con unos recursos escasos, producen magníficos resultados en investigación y en todos los órdenes.

Yo le rindo el homenaje de admiración esta tierra.

La violencia ha frenado el progreso

Esta Patria en este Bicentenario recuerda que solamente en 200 años de vida independiente hemos vivido escasos 47 años de paz. Escasamente.

Uno de los florecimientos importante del Valle del Cauca corresponden a los 7 años durante los cuales la administración (Rafael) Núñez pudo tener algo de paz en Colombia.

Eso permitió un gran avance en la caficultora; permitió avances en la caña de azúcar y permitió desarrollos industriales en el Caribe colombiano.

Pero después llegó la guerra civil de 1895. La Guerra de los Mil Días que fue de 1.128 días, fue de 100 mil muertos. Terminó con aquellos pactos de finales de 1902. Tres pactos: uno en Panamá en el buque Wisconsin, lo firmó el General Alfredo Vásquez Cobo, como representante de las Fuerzas oficiales, y el representante de las fuerzas insurgentes fue el General Lucas Caballero.

El otro en Chinacota, en Norte de Santander. Lo firmó el General Ramón González Valencia, que quien después fuera Presidente por un año, entre el gobierno del General Reyes y la llegada a la Presidencia de Carlos E. Restrepo.

Y en el tercer pacto de paz, en aquellas horas finales de 1902, al firmarlo con el General oficialista Florentino Manjarres, el General Rafael Uribe Uribe dijo: ‘Firmamos la paz no porque estemos convencidos de la paz, sino que ya no hay país por el cuál pelearnos. Nuestros padres y nosotros mismos nos equivocamos al pensar que construíamos Patria con los fusiles destructores de la violencia. La única manera de construir Patria es con las herramientas fecundas del trabajo’.

Y esa guerra no solamente abrió sepulcros, sino que afectó el mapa nacional. Perdimos la joya de la corona, que en ese momento era Panamá.

En aquella acta del 3 de noviembre de 1903, Colombia, acongojada por los estragos que había dejado la guerra, asistió a que nuestros hermanos panameños dijeran: ‘Hemos llegado a la mayoría de edad. Vamos a ejercerla. Por eso nos independizamos y procederemos como hermanos’.

No hubo amenaza de violencia ni había manera de resistirla.

Se había logrado evitar una separación de Panamá porque Rafael Reyes, quien estaba en el sur del país, muchos años antes fue llamado por el Gobierno de entonces para que acudiera a sofocar esa rebelión en Colón (Panamá); construyó una embarcación en Buenaventura y llegó a Panamá. Y los panameños le dijeron: ‘Nos queremos separar porque no hay sentido de autoridad en Colombia. Nos dejaron quemar a Colón. Aquí no viene a apoyarnos. No ha aparecido la autoridad’.

Reyes ejerció autoridad. Cuentan sus críticos que se excedió en el ejercicio de autoridad. Que cuando capturaron a los pirómanos, a los destructores de Colón, él ordenó que los ejecutaran y le dijeron: ‘Pero es que en la Constitución no se ha aprobado la pena de muerte’. Y dijo el General: ‘La situación es tan grave que ejecútenlos mientras llega la aprobación’.

Y los panameños reaccionaron diciendo: ‘Este ejercicio de autoridad nos da tranquilidad. Mire a lo que habíamos llegado por falta de autoridad’.

Sin embargo los ejercicios de autoridad y de orden eran esporádicos, no había una constante. Pero sí había una constante de crimen y de violencia. Es muy importante ver el curso de la historia.

Y entonces aparecen una serie de libros. Unos hablan de la política del Gran Garrote del Presidente Roosvelt, de la negativa del Presidente Marroquín y del Gobierno de Colombia de la época para aceptar que Panamá continuará la construcción del canal a través de una concesión a los norteamericanos, de Wall Street. Pero yo creo que los historiadores están en mora de mirar qué papel jugó para la separación de Panamá otra política: la política nuestra del gran descuido. Que por dedicarnos a alimentar la violencia no ejercíamos autoridad, no garantizábamos orden y afectábamos el progreso.

La violencia le ha hecho mucho daño a un país que merecería ir mucho más adelante; un país con esta calidad humana; un país con este capital social como el que se expresa en la música de todas las regiones; la alegría vallecaucana; la salsa vallecaucana; las guitarras vallecaucanas, lo que vimos esta noche liderado por Mery Salazar es la expresión de un genuino capital social.

Y uno se pregunta: ‘¿Y por qué no hemos avanzado?’.

No hemos avanzado más, en parte por esta violencia.

Después vinieron gobiernos de reconciliación, gobiernos progresistas. Bastaría citar un Gobierno realizador como el de Pedro Nel Ospina, que invirtió bien los recursos de la indemnización que pagó los Estados Unidos por la separación de Panamá. Vino ese Gobierno progresista tan importante de Alfonso López Pumarejo, que no es como lo presentan algunos con el ánimo de obtener votos, que presentan a López Pumarejo como que fuera la revolución de los trabajadores en contra de los empresarios. López Pumarejo fue la revolución de la Colombia arcaica en favor de la Colombia moderna; fue la revolución de las empresas para modernizarse y fue la revolución de los trabajadores para revindicarse. No fue la revolución para antagonizar, fue la revolución para unir en la prosperidad. ¡Qué ejemplo tan bello!

Y vino el Presidente Santos y hubo en el Gobierno del Presidente Santos una decisión talentosa como la que más: el país en plena crisis, en 1927, había fundado la Federación Nacional de Cafeteros. Los historiadores de la economía del siglo XX dicen que en Colombia no se perdió la caficultura y siguió prosperando la pequeña caficultura por la creación de la Federación Nacional de Cafeteros, por la creación en 1940 del Fondo del Café y la talentosa decisión de adscribirle su manejo a la Federación, para evitar un manejo burocrático, dilapidador y poner esos recursos al servicio de los pequeños productores.

Cosas buenas y sin embargo vuelve a estallar esa violencia entre los partidos que se había eliminado allá en el año 1902. Qué tristeza. Y entonces, las generaciones vivas desde los años 40, el curso vital que han vivido es la violencia entre los partidos.

Se apaga a finales de los 50 por los pactos del frente Nacional de los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez. Y cómo sufrió el Valle del Cauca. Cómo sufrió el Valle del Cauca la violencia entre los partidos.

Eso es historia reciente y dolorosa. Y después empiezan inmediatamente a disparar las guerrillas marxistas. La revolución cubana había escogido dos destinos de réplica: Colombia y Bolivia.

Las guerrillas marxistas que sustituyeron la dialéctica, la ideología, por el fusil; la construcción de la cohesión, por la lucha violenta de clases; que pretendieron sustituir el Estado democrático por la dictadura.

Y entonces el avance de las guerrillas marxistas, la falta de políticas de autoridad permite que llegue la reacción igualmente cruel del paramilitarismo. Y finalmente todos cooptados por el narcotráfico. Es un periodo muy largo, ininterrumpido, de violencia. Y cómo se ha sentido en el Valle del Cauca.

A mis compatriotas vallecaucanos, la narración de estos eventos no los sorprenden, porque ellos los han sufrido en su propia entidad territorial y en sus propias familias, estos sucesos dese 1940 hasta la fecha.

Logros de la Seguridad Democrática

Por eso la política de Seguridad Democrática ha avanzado, pero no suficiente. Ha avanzado, se han recuperado monopolios, se eliminó el paramilitarismo, se recuperó el monopolio que nunca debimos perder de las Fuerzas Armadas.

Se recuperó el monopolio de la justicia, independiente y autónoma, pero en muchas regiones de Colombia había sido desplazada por cabecillas paramilitares y por cabecillas guerrilleros.

Se recuperó la confianza en los colombianos para denunciar; de las víctimas, para reclamar.

Las víctimas no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil. Hoy tenemos 320 mil víctimas que han registrado sus reclamos.

Hemos gastado más de mil millones de dólares en ese proceso inicial de reparación administrativa de víctimas.

Pero la mejor reparación es el derecho a la no repetición.

Nada ganaríamos, apreciado Vicepresidente, doctor Angelino Garzón, si el país continuara haciendo este esfuerzo de la reparación administrativa y no siguiera descendiendo la violencia.

El gran reclamo de las nuevas generaciones es su derecho a la no repetición de esta tragedia.

Hemos avanzado. Bastante se ha recuperado la descentralización. Yo me preguntaba hace unos años: ¿Para qué la lucha de nuestros mayores, desde el nacimiento de la República, por una Patria descentralizada? ¿Para qué la lucha de regiones como el Valle del Cauca o mi propia comarca, que han sido líderes en reclamar la descentralización a lo largo de la historia de Colombia?, si después de años de esa lucha democrática se aprobó la elección popular de alcaldes, la de gobernadores, vinieron las transferencias de recursos a las regiones, pero llegaron los terroristas a asesinar a los alcaldes, a coaccionar a los gobernadores, a robarse los recursos descentralizados de la salud, a robarse los recursos de las regalías, a robarse los recursos del sistema general de participaciones.

El terrorismo estaba acabando con la descentralización, que con tanto esfuerzo había avanzado en Colombia.

Cuatrocientos alcaldes de la Patria no podían ejercer por las presiones del terrorismo. Creo que hemos avanzado.

Nosotros hemos procurado rodear a todos los alcaldes y gobernadores de garantías, independientemente del origen político de elección. Hemos procurado taponar con la política de seguridad esas avenidas de corrupción que abrió el terrorismo para robarse los recursos de la descentralización, los recursos de la salud.

Allí hay un avance, apreciados compatriotas.

Creo que hay sentencias judiciales, pero no hay juicio histórico sobre el tema de la parapolítica. Y sigue en impunidad la farcpolítica y la elenopolítica.

El juicio histórico tendrá que preguntarse ¿qué pasó en Colombia, hasta dónde avanzaron los criminales y coartaron las libertades políticas? ¿Qué fue prevalente: una falta de compromiso del liderazgo político, que en buena parte se dejó someter del narcoterrorismo en cualquiera de sus expresiones, narcoguerrilla, narcoparamilitarismo, o una coacción insuperable por la capacidad de los criminales y la falta de voluntad del Estado?

Ese juicio todavía no lo conocemos. Y ese juicio tiene que ser claro, no para cultivar odios, pero sí para que la memoria colectiva evite repeticiones. Por fortuna hoy se ha recuperado la libertad política en Colombia.

Recuerden cómo la política en muchas regiones tenía que estar rindiéndole venias al narcoterrorismo: en unas partes pidiéndole permiso a la guerrilla; en otras partes, a los paramilitares.

Yo creo que los procesos electorales surtidos de 2003 a la fecha nos muestran una Patria que viene recuperando las libertades políticas.

Y quiero decir, apreciados compatriotas, que hay dos temas que permiten a Colombia mirar a los ojos a la comunidad internacional:

Primero:

Hemos procurado que esta política sea eficaz y al mismo tiempo transparente. Hemos dado una gran lucha para quitar esas penetraciones del narcotráfico en las instituciones colombianas. Las violaciones de derechos humanos por parte de la Fuerza Pública provienen de penetraciones que hizo el narcotráfico a algunos elementos de la Fuerza Pública. Por fortuna hemos avanzado en extirpar esas malas manzanas.

Yo creo que eso deja una Fuerza Pública en condiciones para poder tener un desempeño, en materia de derechos humanos, impecable.

Pero hay que tener en cuenta que la Fuerza Pública no solamente ha sido valerosa, sino también responsable. Las desvinculaciones de integrantes de la Fuerza Pública, las sanciones, no han sido en contra del consentimiento de sus comandantes, sino con el consentimiento de sus comandantes. Lo que demuestra ese gran compromiso de la Fuerza Pública con los derechos humanos.

La Procuraduría nos dice que en los últimos dos años se ha presentado un gran descenso de violaciones de derechos humanos.

A mí me dijo hace poco el Delegado de la Alta Consejera de Derechos Humanos que en los últimos 20 meses llevan cuatro denuncias contra la Fuerza Pública, que hay dos que les asignan consideración, otras dos que no. Yo les dije: ‘Nosotros no quedamos contentos porque queremos cero casos’.

Y hoy dice la Procuraduría que tenemos el periodo actual de menor cantidad de quejas de derechos humanos imputables a la Fuerza Pública en quince años.

Yo creo que la Fuerza Pública ha hecho una gran tarea de depuración.

Pero hay otro motivo que nos permite a los colombianos mirar a los ojos a la comunidad internacional: esta política se ha ejecutado sin legislación marcial, sin suspensión de libertades, sin Estado de Sitio. Esta política se ha ejecutado con el pleno respeto a las libertades.

Hace poco conversaba con unos analistas ingleses que vinieron hace ocho, nueve años a Colombia y cuando regresaron a Inglaterra dijeron allá en el Parlamento: ‘No, Colombia, con la política que propone Uribe, va a ser una dictadura’.

Acaban de reconocer que se ha hecho un ejercicio firme, con todo el rigor en materia de seguridad, pero con el mismo rigor para respetar las libertades democráticas, que son de nuestra esencia, como de la esencia vallecaucana son las guitarras que acabamos de escuchar.

Colombia tiene una adhesión a las libertades, como cada una de nuestras regiones tiene una adhesión a su música, a las expresiones que son congénitas.

Falta mucho que hacer en política de Seguridad Democrática. A mí me duele todavía el alto nivel de asesinatos en Cali. Ese tema del microtráfico, ese tema de lo que podríamos llamar ‘la operación avispa de los carteles de la droga’.

Hay que seguir con toda la contundencia, exigiendo que se les derrote. Hay que derrotarlos totalmente.

Yo salgo de la Presidencia con tristeza de no haber podido derrotar todas esas bandas que todavía pululan en Cali y que causan tanto asesinato.

Los colombianos hoy reclaman más, y a mí me parece bien.

El país no se puede quedar simplemente recordando aquellos puentes de 2002, octubre y noviembre, cuando los ciudadanos pudieron volver a salir a las carreteras. Parecía la liberación de un secuestro colectivo.

Los colombianos hoy a mí me dicen: ‘¿Pero por qué si antes no reclamaban por el robo del celular, hoy reclaman por el robo del celular?’. Me parece muy bien.

Antes no. ¿Quién iba a reclamar por el robo de un celular si no se reclamaba por la masacre?

Era un país temeroso y que guardaba su temor; un país disgustado y que guardaba su disgusto; un país que se veía desangrar y no se levantaba a reclamar. Hoy sí.

Este fenómeno de la seguridad se parece a lo que dice Maslow, el sociólogo, sobre las necesidades básicas insatisfechas. Se resuelve una y el beneficiario no piensa en la de atrás, no voltea la cabeza para mirar hacia el escalón de abajo, mira al de arriba y exige que le resuelvan el siguiente.

Y eso es correcto. Me parece que eso tienen que hacer mis compatriotas en materia de seguridad: exigir todos los días más.

Y se ha presentado una mutación cultural importante: cuando yo era joven, proponer un discurso de seguridad era mal recibido. Se decía: ‘No, mire, lo que está proponiendo es un discurso fascista’.

Hoy la inmensa mayoría de mis compatriotas recibe la propuesta de seguridad como una propuesta de valor democrático y de fuente de recursos.

Inversión

Y es muy importante, apreciados compatriotas, el tema de la inversión, y el Valle nos tiene que dar ejemplo, porque el Valle fue pionero.

Grandes inversiones internacionales aquí llegaron y aquí se construyeron unos grandes capitales aquí mismo invertidos, para bien del Valle del Cauca.

El Valle del Cauca tiene que ser líder en mantenerle a Colombia unas tasas de inversión que no estén por debajo del 26 del producto al año. Es lo único que nos saca adelante.

La única manera de construir fraternidad es agregándole fraternidad a la inversión, haciendo acompañar inversión y fraternidad. De lo contrario nos tenemos que dedicar a repartir pobreza.

Ustedes saben -y por eso quiero tanto a Angelino (Vicepresidente de la República electo), que me ha tolerado- ustedes saben que yo he sido contra toda la vida.

En la mañana del 11 de septiembre de 1973 llegué a la Universidad de Antioquia, donde yo hacía parte de una minoría que enfrentábamos los movimientos violentos, y encontré a mis compañeros llorando, oyendo un radiecito de los de la época, que se transmitía desde Chile el golpe de Estado contra el Presidente Allende.

Ese día discutimos mucho. Y se comparaba lo que era el modelo teórico de Allende (Salvador Allende, Presidente chileno) frente a otros modelos teóricos. Él se declaraba un socialista demócrata, y lo comparábamos contra otros modelos.

Allende, por lo menos en la teoría, hablaba era de repartir prosperidad. A mí me parecía que ese postulado teórico era correcto. Decía yo: ‘¿Qué se ganan los pueblos socialistas o comunistas con el reparto de pobreza? Nada’.

Y después vino lo de Deng Xiaoping. Yo creo que la literatura más importante del marxismo no fue su fuente antecesor, Hegel; tampoco fue el Manifiesto; creo que tampoco fue Lenin; creo que tampoco fue Engels; creo que fue Mao Tse-tung, por la claridad y por la manera sencilla de explicar sus tesis y de contagiar al mundo con esas tesis. Y sin embargo fracasó.

Y llegó Deng Xiaoping y dijo: ‘Mire, la economía socialista no es para empobrecer a la gente. Es para lograr el bienestar. Por eso la tenemos que mezclar con la economía de mercado’.

Y vino esa gran apertura. Y llevan más de 20 años con la tasa de inversión más alta del mundo, y apenas han reivindicado de la pobreza a 400 millones de chinos, son mil 300. Por eso hay que tener paciencia.

Aquí apenas llevamos cuatro años con una alta tasa de inversión, y con dos crisis. Cuando ya estábamos creciendo al 7, se nos viene esta crisis de la economía internacional, y en seguida la crisis con el gobierno de la hermana República Bolivariana de Venezuela.

Sin embargo, el año pasado qué dijo Naciones Unidas. Naciones Unidas. Naciones Unidas dijo: ‘Colombia y Perú son los dos países que después de China están más rápidamente mejorando en el índice de desarrollo humano’.

Nosotros hemos ganado mucho en los indicadores de inversión y de competitividad, a pesar de todo lo que falta, y vamos ganando en los indicadores sociales.

Yo creo que esa combinación del estímulo a la inversión y la política social le ayuda mucho al país a construir una cohesión, que es finalmente la póliza de seguro de la democracia, del pluralismo. Inversión con fraternidad, cohesión social con libertades.

Miren, a mí me da tanto gusto hablar con los valores vallecaucanos. He tenido unos vallecaucanos de excelencia en el Gobierno. Déjenme hablar del último de ellos, el Director de Planeación (Esteban Piedrahíta). Un hombre con una gran solvencia académica, un hombre con un gran carácter, sin estridencias; con un gran conocimiento que lo expresa de manera sencilla y que lo sabe expresar en monosílabos.

Está haciendo el primer estudio serio de pobreza en Colombia y nos ha dicho: ‘Miren, eso no puede ser simplemente medir cuántos colombianos ganan más de seis dólares y cuántos ganan menos de seis dólares, que es como se ha medido la pobreza aquí; trazando un línea por ingreso absoluto, además una línea comparativamente alta.

Hay que ver qué dice Naciones Unidas cómo vamos en el índice de desarrollo humano, hay que ver cómo dice la iniciativa de Oxford cómo vamos en la medición multidimensional de la pobreza. Tenemos que ver cómo vamos con el índice de oportunidades del Banco Mundial.

La pobreza hay que verla no solamente en la fotografía del ingreso de todos los días, sino también en el desarrollo de la película. ¿Qué estamos haciendo para superarla?

Y nos dice Esteban Piedrahíta que él ha construido con el Banco Mundial un índice de oportunidades mucho más exigente para Colombia.

Y las oportunidades en los últimos 8 años para que los colombianos estudien, tengan salud, etcétera, han crecido enormemente.

El Banco Mundial dice que es uno de los países que más esta creciendo en índice de oportunidades. Y cuando se mira nos solamente cuánto dinero le entre a la gente, sino: ¿están o no beneficiados en Familias en Acción? ¿Tienen o no seguro de salud? ¿Sus hijos acceden o no a educación gratuita? ¿Sus niñitos tienen en el colegio apoyo alimentario y Bienestar Familiar de la Gobernación del Valle del Cauca, de Santiago de Cali o no lo tienen?

Cuando se mide todo eso, la cosa es diferente a medir simplemente el ingreso.

Nosotros quisimos haber rebajado mucho más la pobreza y el desempleo. El desempleo hoy dio 11,6 (por ciento), se pensaba que íbamos a volver a niveles del 16, 18 por la crisis.

Juan Luis Londoño (ex ministro de Protección Social) nos decía -que hace tanta falta, tanta falta- nos decía: ‘Mire, no sueñen que vamos a rebajar la pobreza ni el desempleo. Eso tiene una velocidad vertiginosa de crecimiento que ojalá por lo menos los podamos detener.

Detener esas inercias que traía Colombia en desempleo y pobreza ha sido muy difícil.

Nosotros habríamos querido reducirlos mucho más. No pudimos por estas crisis.

Sin embargo, si ustedes comparan hoy, en la publicación del Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), la población ocupada a junio de 2010 en Colombia, contra junio de 2002, se han creado 3 millones 526 mil empleos. De ellos, 2 millones 800 mil formales. Y todavía hay dificultades en las mediciones de formalidad.

Y lo que indica también el período 2003-2007 antes de estas crisis, es que cuando hay un alto crecimiento de la economía, con unas buenas herramientas de política social como Colombia, se presenta una equivalente reducción de la pobreza y del desempleo.

Por eso hay que medir la política social, porque si uno compara dos países solamente por el ingreso de sus habitantes sin medir la política social, puede incurrir en una injusticia como esta: igualar dos países donde en el uno sí hay política social y en el oto no la hay. Por eso hay que medir esa política social.

Y entonces, la medición que saca una comisión independiente, donde hay personas muy críticas del Gobierno que trabajan con Esteban Piedrahita, es: si a la medición inicial de pobreza le restamos lo que está haciendo Colombia en política social, eso se reduce en 15 puntos.

Y yo sí le he pedido a esa comisión independiente que lo mira. Porque, entonces, ¿en qué queda el esfuerzo del Congreso, doctor Roy (Barreras, senador de la República), el del Gobierno, el de los contribuyentes colombianos? Un país que está hoy con 43 millones de afiliados al seguro de salud; un país que hoy tiene más de 13 millones de beneficiarios de Bienestar Familiar. Que ha crecido varias veces el Sena. Que tiene educación ya gratuita para un alto porcentaje de la población.

¿En qué queda?

Yo veo los esfuerzos de la administración de Cali, los esfuerzos del Alcalde, del Concejo, los esfuerzos del sector privado vallecaucano en responsabilidad social. Eso todo hay que medirlo.

Yo creo mucho en esta combinación de seguridad, en esta combinación de inversión con fraternidad y el tema de la política social. Hemos dejado apenas unas semillitas. El país no está en un paraíso, pero hay unas tendencias que lo hacen más alegre, más confiado.

Yo creo mucho en aquello del profesor Michael Porter: definir allá una meta, unos caminitos, y avanzar por esos caminitos con mejoramiento continuo; sin estancarlos y sin abandonarlos.

Y agradezco mucho al sector agropecuario. Voy a hacer una comparación. ¿Saben por qué Carlos Gustavo Cano (ex ministro de Agricultura), Andrés Felipe Arias (ex ministro de Agricultura) y Andrés Fernández (Ministro de Agricultura) tuvieron éxito?

Y pueden decir que a pesar de las dificultades, inundaciones… Yo veo al doctor James Mesa, a los palmicultores, habríamos podido crecer mucho más sino viene la pudrición del cogollo en Tumaco, que ahora también afecta a Puerto Wilches.

A pesar de todo el país pasó de 4 millones de hectáreas de agricultura a 5 millones.

Veo la Serranía de San Lucas. La Serranía de San Lucas hace 8 años tenía tres plagas: guerrilla, paramilitares y coca. Hoy ya tiene 23 mil hectáreas de palma, sin sacar a los campesinos.

Porque lo importante de estos programas es que estos programas han buscado mantener y mejorar a los campesinos, integrarlos. Yo creo que ahí hay una gran expresión de fraternidad.

¿Y porqué lo han logrado estos ministros que me han acompañado? Porque han tenido un gran acompañamiento del sector privado, porque hay con quien.

Colombia tiene eso. Yo recuerdo que estudiaba yo economía con un profesor de la universidad de Budapest y estudiábamos el tránsito de la Europa comunista a la Europa capitalista. Y veíamos lo que estaba pasando en la economía agrícola soviética. (Mijail Sergueievich) Gorbachov (ex presidente de la antigua Unión Soviética) quiso devolverles el campo a los empresarios soviéticos. (Vladímir Ilich) Lenin (ex presidente de la antigua Unión Soviética) tuvo el talento de no acabarlos a todos. Pero (Jósef) Stalin (ex presidente de la antigua Unión Soviética) sí los acabó.

Y el campo soviético había sido prodigioso. Entonces se pensaba que lo iban a recuperar muy rápido. Y pasaba el tiempo y nada.

¿Qué concluían los profesores de economía? Es muy difícil construir clase empresarial del campo y muy fácil acabarla.

En Colombia, a pesar de tantos golpes, no pudieron acabarla. Una extraña vacuna tenía este país. La vacuna del terrorismo no alcanzó a ser tan fuerte como la vacuna de persistencia de la clase empresarial del campo.

Colombia ha tenido la suerte que no tuvo Gorbachov. Gorbachov no pudo recuperar el campo ruso y eso le trajo muchas dificultades porque no encontró clase empresarial para recuperarlo.

Mis compañeros de Gobierno, los ministros de Agricultura, han mostrado un buen balance a pesar de todo lo que falta. Porque han tenido pareja, porque han tenido una clase empresarial del campo con la cual sacar adelante el campo.

Yo recuerdo que yo dialogué mucho aquí con los empresarios y los trabajadores en los problemas laborales, y estoy seguro que se van a superar.

Y me iba allá a los campamentos donde estaban las huelgas y primero me chiflaban y eso, y después me oían.

Hoy estaba en Popayán. Y una cosa bellísima, a mí me emociona, porque se la entregó Cedelca, después de la intervención, a una empresa muy seria encabezada por Promigas, por el doctor Antonio Celia, de Barranquilla. Pero hicieron un gran acuerdo con los trabajadores. El sindicato va a ser el proveedor de la tercerización y seguirá siendo el administrador de las generadoras.

Y ese sindicato se ha convertido en un gran líder del sindicalismo de participación. Y la verdad es que hoy muy amables esos muchachos del sindicato, allá se tomaron fotos conmigo. Y les dije: ‘Muchachos, los regañan. Si les ven una foto conmigo los regañan’. Y me dijeron: ‘No, no, ya no, Presidente, porque ya se acabó el ogro’.

Un gran cambio, doctor Angelino. Yo llegaba a Popayán al principio del Gobierno -hoy se los decía- e iba en una buseta a buscar allá un colegio, un coliseo donde iba a realizar el Consejo Comunitario y ellos salían y se atravesaban en la calle. Y me decía el conductor de la buseta: ‘Presidente, agáchese’. Y le decía: ‘No, no. Sáquela, ábrame la puerta que voy a conversar con ellos’.

Entonces les decía: ‘¿Ustedes creyeron muchachos que yo iba a llegar aquí en medio de esas huelgas y de esas dificultades de ustedes a decir: vean, llévense la buseta para otra parte, a agacharme, que no me vean’. No. Enfrentar las cosas.

Y hay que ver la vuelta que dio eso para bien. Y a mí me emocionó tanto hoy ver la recuperación de esa empresa con sindicalismo de participación.

Y entonces aquí me iba para las carpas, en los ingenios, y yo tengo fe, tengo fe que ese radicalismo, ese odio que algunos infundieron muy equivocadamente, se empieza a superar y que el Valle del Cauca tiene que ser la primera región desarrollada de Colombia. Y ya no es para las próximas generaciones. Tiene que ser desarrollada integralmente en los próximos días. Aquí hay con quien y el país tiene una magnifica clase agropecuaria.

Yo no voy a hablar de lo que se ha hecho por el campo, de las exenciones tributarias, de la cláusula de estabilidad. Ustedes han sido en extremo generosos reconociendo todo eso. Hay que pensar en lo que falta para que el caminito mejore.

Yo simplemente quiero hacer un reconocimiento, no basado en la vocación de lisonja, sino en la comparación histórica:

Colombia no dejó que su campo se volviera toda una rastrojera, porque ha tenido una gran clase empresarial del campo. Hay que cuidarlo. En otros países la han destruido y es muy difícil reconstruirla.

Yo recuerdo lo de mi profesor: es muy difícil construir clase empresarial del campo y muy fácil destruirla. Y desaparece y desaparece con ella la semilla y no se vuelve a encontrar.

Hay que cuidar ese gran recurso que tiene Colombia y fusionar todos los días más a los empresarios y trabajadores del campo.

En algunas regiones de Colombia hay una cosa que me preocupa y no la puedo esconder: hay todavía en algunas regiones de Colombia, en el campo, evasión a las obligaciones sociales. Y eso hay que superarlo urgentemente para el bien del país.

Y creo que nos toca derrotar totalmente la presencia del narcotráfico en la Colombia rural. Una de las primeras preguntas que yo hago cuando llego a alguna región de la Patria es: ‘¿Cuéntenme, todavía está el narcotráfico comprando tierras?

Espero que la respuesta que me han dado en los últimos dos años no sea por halagarme. Pero en las regiones de Colombia donde pregunto eso me dicen: ‘Presidente, ya no se nota la presencia del narcotráfico comprando tierras. Le temen a la Seguridad Democrática, a la Extinción de Domino’. Eso hay que seguirlo.

Fernando Londoño Hoyos, nuestro primer Ministro del Interior, y Fabio Valencia, nuestro Ministro que sale ahora con nosotros, sacaron dos leyes muy importantes para agilizar los procesos de Extinción de Dominio.

La última Ley que ustedes, distinguidos congresistas, aprobaron tres días antes de la elección del Presidente de la Republica dice, en uno de sus artículos: ‘Los procesos de Extinción de Dominio no necesitan notificación personal. Basta que las etapas procesales tengan notificación por edicto’. Porque los criminales habían hecho de la garantía de la notificación personal un factor para dilatar los juicios y evitar la extinción del dominio.

Yo tengo mucha esperanza que con esa nueva Ley se van a agilizar más estos procesos, para arrebatar toda la Colombia rural que se robaron el narcotráfico y la corrupción, y para poner la Colombia rural exclusivamente en las manos puras de los empresarios y de los campesinos.

Yo tengo mucha fe en eso.

Y también se ha mejorado mucho Estupefacientes, se ha creado una nueva empresa para la administración de activos especiales; quitar eso de que los bienes incautados se los dejen a testaferros de esos bandidos; quitar eso de que se nombren administradores de un bien por ser amigos de los funcionarios de Estupefacientes.

Nosotros reformamos 464 entidades del Estado. En esa reforma nos demoramos –es que no es fácil, no es fácil, y de pronto le falta a uno más pilas para empujar con rapidez esas reformas- pero finalmente se logró esa reforma, porque uno de los Inris que el país se tiene que quitar es el de la apropiación terrorista de la tierra.

Por eso hay que frenar eso, que yo creo que bastante se ha frenado, lo digo con sinceridad por lo que observo en todas las regiones colombianas, irreversible, quitarle esas tierras a toda la corrupción y a todo el narcotráfico. Creo que quedan unos mejores instrumentos.

Yo tengo mucha gratitud con ustedes, con los agricultores y con mis compatriotas vallecaucanos, por su generosidad.

Eso que vimos ahora, de todos esos tríos, debería estar en esa propaganda que sacó nuestro Gobierno, Proexport, con el impuesto que nos aprobó el Congreso al turismo para la promoción al turismo, esa propaganda que dice: ‘El único riesgo es que te quieras quedar’.

Eso que vimos allí debería estar en esa propaganda.

Les voy a dar una buena noticia: anoche inauguramos el segundo (Hotel) Marriott en Colombia, en Bogotá.

En este Gobierno se han construido unas 17 mil habitaciones hoteleras, y ha venido creciendo mucho el turismo.

El Gerente de Marriott dijo que el próximo proyecto es en Cali.

Le dije: Mañana voy para allá, no me vaya a hacer quedar mal.

Me dijo: ‘Voy a anunciarlo, el siguiente Marriott en Colombia es en Cali’.

Acósenlo, porque después de que hicieron este esfuerzo tan bello, doctor Julián y Alcalde, de este gran centro de convenciones, hay que llenar esta tierra, esta tierra de turismo internacional.

Que vengan a disfrutarla.

Y hay que hacer la gran escuela de salsa del mundo, y que venga a invertir y a ayudar a crecer esto.

Eso se comprometió conmigo el seño este de Marriott.

La inversión que hace hoy el Canal de Panamá en su ampliación, de cinco mil 500 millones de dólares, puede ser tan importante como fue la construcción hace un siglo.

Y Buenaventura está llamado a ser el puerto más importante del Pacífico en la América Latina, y de pronto el tercero o cuarto contando los de Canadá y Estados Unidos.

Yo creo que esta ciudad (Cali) va a ser la ciudad más importante del Pacífico.

Es que lo hemos visto muy lejos, pero no está sino a140 kilómetros de Buenaventura. Y hay que mantener esas maquinitas prendidas en esa carretera para hacer esa doble calzada.

Si falta plata, llamara al Presidente Santos, que ahí tienen al Vicepresidente, pero que no se apaguen las máquinas, para hacer esa doble calzada.

Yo tuve un privilegio: ser amigo de Rodrigo Escobar Navia. Yo creo que fue –estoy seguro que ustedes no me rectifican- yo creo que fue un ejemplo de alcalde. Y él decía que esta ciudad estaba llamada a ser la civilización tropical más importante del mundo.

Yo pensaba hoy: bueno, Santiago de Chile está a 140 kilómetros de Valparaíso, la cordillera es más suave, la geología menos difícil, y Cali está a 140 kilómetros del Pacífico y va a quedar con una carretera que no puede ser inferior a la de Santiago de Chile a Valparaíso.

Aquí se puede construir la civilización tropical más importante del mundo, más importante del Pacífico.

A mí se me hizo realidad eso de la propaganda. A mí ya se me hizo presente el riesgo. Lo que me pasa es que cada vez que vengo a Cali me quiero quedar.

Yo les agradezco de corazón.

Ese himno tan bello: ‘Salve Valle del Cauca mi tierra, verdes campos de vida y solaz; paraíso del sol donde brillan la llanura, la sierra y el mar; bajo el límpido azul de tu cielo, riega el Cauca los campos en flor; y el arado que cunde en tu suelo, frutos de oro, de miel y de amor; por el bien de mi Valle adelante; por la paz, por la fe y la virtud; firme el paso al compás redoblante, adelante feliz juventud’.

Que las guitarras, el himno del Valle del Cauca, la salsa, la disciplina del trabajo, se roben todas las horas del sueño para empatar lo uno con el otro y ganar toda la prosperidad y la alegría para las nuevas generaciones.

Muchas gracias”.


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