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Junio 04     Versión imprimible

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la ceremonia de ascenso de 280 nuevos subtenientes del Ejército Nacional

Bogotá, 4 jun (SP). “Acudo en la última ocasión como Presidente de la República a este bello campo de la Escuela José María Córdova, para asistir en compañía del señor Vicepresidente Francisco Santos, de los ministros y de los Altos Mandos, a una ceremonia de gran importancia para el discurrir de la Patria. Una ceremonia para premiar esfuerzos, una ceremonia para graduar esperanzas.

Hace 44 años ingresó a la Escuela el entonces bachiller Freddy Padilla de León y ahora hace 40 años que se graduó. El General Freddy Padilla de León recibe hoy la Medalla 40 Años de Servicio al Ejército de la Patria. Una vida de servicio a la Patria, a su Ejército, a sus ciudadanos, al bienestar de las nuevas generaciones.

General, los colombianos agradecidos aplaudimos estos 40 años de su vida entregados a la Patria. No hay palabras para expresarle el alborozo de nuestra gratitud.

A usted, a doña Miriam su señora, a su hijo, a sus hijitas, a su nuera, a sus yernos y a sus nietos; a toda su familia la expresión más elevada de la gratitud de todos los colombianos. Lo aplaudimos desde el corazón.

Distinción académica al Ejército y a la Escuela Militar

La señora Ministra de Educación (Cecilia María Vélez), quien ha liderado un gran proceso de inicio de la revolución educativa en la Patria y quien presenta un extraordinario balance. Una Patria que graduaba 400 mil bachilleres, hoy 737 mil; que tenía menos de un millón de estudiantes universitarios, ahora cercana a millón 700 mil; que en el Icetex apoyaba a 60 mil estudiantes, ahora a 300 mil quince el país tuvo en 100 años 120 ministros de Educación. En estos ocho años ha tenido una Ministra, rigurosa, entusiasta, acompañada de un gran equipo y liderando un proceso transformador para la Patria.

En su rigor, la señora Ministra ha tomado la decisión de entregar la Mención de Honor de Educación Superior al Programa de Carreras Complementarias del Ejército y de entregarla a esta Escuela José María Córdova.

Señor general Óscar González, Comandante del Ejército; señor general (Juan Carlos) Salazar, Director de la Escuela: Muchas felicitaciones, la integración de la más elevada educación al Ejército de la Patria es prenda de garantía.

Pocos países del mundo pueden mostrar un Ejército que en plena exposición a las dificultades, combatiendo organizaciones de la mayor peligrosidad, criminales tenebrosos, pueda al mismo tiempo estar haciendo este avance espiritual e intelectual de la educación.

Eso honra a los colombianos, que el Ministerio de Educación le confiera esta mención honorífica al Ejército, por su tarea educativa y a la Escuela José María Córdoba por su alto nivel. Nos sentimos orgullosos del Ejército de la Patria y de esta Escuela José María Córdova.

Hemos venido a asistir a esta graduación.

Apreciados subtenientes, hoy es un día de ilusión para la Patria. Las nuevas generaciones se sienten mejor protegidas cuando las armas de la República son empuñadas por ustedes, expresión de una juventud incontaminada y firme.

Las manos de ustedes, que empuñan la bandera de la Patria y que empuñan las armas de la República, son unas manos puras como el oro y firmes como el acero. Esa mezcla de la firmeza y de la transparencia produce un bellísimo resultado que es el de la esperanza, sin dudas la esperanza que su graduación nos produce a todos sus compatriotas.

Al empezar esta ceremonia, asistimos a este bellísimo desfile que en alguna forma revela lo que ha sido la historia del Ejército de la Patria. Desde el Ejército de la Independencia, las milicias, los ejércitos de nuestras confrontaciones internas, el Ejército del Perú, el Ejército del Sinaí, el Ejército de Corea, el Ejército del Canal de Suez, el Ejército de nuestros tiempos.

Qué bello desfile y qué oportuno para acompañar hoy la promoción de subtenientes del curso del Bicentenario de la Patria. Pero también, mientras hemos asistido a este bellísimo desfile que nos hace vibrar los más hondos sentimientos de afecto por Colombia, pasa por nuestra mente una ráfaga de visones, de tragedia de la Patria.

Estos jóvenes graduandos de hoy tienen el gran deber –y se han comprometido con ello– de aclimatar definitivamente la seguridad, la paz, la tranquilidad que nos ha sido tan esquiva.

Reflexión histórica sobre la violencia

Cuando veía el Ejército de la Independencia representado en este desfile, también pensaba que al otro día del Grito de Independencia empezó la violencia entre nosotros; en lugar de habernos dedicado a consolidar la Independencia, emprendimos la primera guerra civil.

El General (Francisco de Paula) Santander tenía 18 años, acababa de graduarse en el Colegio San Bartolomé y fue enrolado en uno de los ejércitos de esa guerra, el Ejército que salía de Bogotá a pelearse con el Ejército descentralista que salía de Tunja.

Esa primera violencia cuánto nos costó. Hace dos años, cuando conmemorábamos los 200 años del fallecimiento del sabio (José Celestino) Mutis, nos hicimos una pregunta: ¿Qué pasó con esa generación de iluminados, los discípulos de Mutis?

¿Por qué no derramaron más prosperidad sobre Colombia? Por que los asesinaron. Por que al descuidar nosotros la Independencia y al desviarnos por el camino de nuestra violencia interna, se abrió la puerta por la cual entró la reconquista violenta, a sangre y fuego. Y esa reconquista llevo a los discípulos de Mutis al cadalso.

La guerra de la Independencia fue más prolongada y más sangrienta, no por la capacidad de resistencia de los españoles, sino por que nosotros gastamos la energía y la sangre en las peleas entre nosotros mismos.

Esa violencia nos privó de tener al Libertador más tiempo como gobernante. Tuvo que aplicarse él a toda hora a la disciplina militar.

Esa violencia frustró las dos revoluciones educativas del General Santander. Cuando el Libertador, después de la Batalla de Boyacá, no contento con el triunfo en la Nueva Granada –porque al Libertador no lo arredraron las derrotas, ni lo embarnecieron los triunfos. He ahí un gran ejemplo de liderazgo–
cuando el triunfo de Boyacá, el Libertador entendió que era un triunfo parcial, que era el triunfo de la Nueva Granada, pero que se necesitaba consolidar la Independencia de Venezuela, de Ecuador, del Perú y dar nacimiento a la hermana Bolivia.

Al emprender desde Santa Fe de Bogotá el camino a Venezuela que culminara en la Batalla triunfal del Campo de Carabobo, dejó como Vicepresidente al General Santander. Y este acometió una bellísima revolución educativa que murió por los enfrentamientos entre nosotros y que finalmente expiró en aquel 1828, cuando el General Santander fue enviado al exilio.

Regresó después de la muerte del Libertador. Asumió la Presidencia en 1832, emprendió una nueva revolución educativa y esa también fue frustrada por la violencia interna, por la Revolución de los Supremos, que lanzara el General (José María) Obando. Incomprensiblemente, amigo de las tesis educativas del General Santander, lazó una revolución contra esas tesis educativas.

Esos años, 1850, el año de la liberación de los esclavos, los años de los gobiernos de José Hilario López, el General (José María) Melo, de Mariano Ospina Rodríguez, también años de violencia.

Vino el triunfo de (Tomás Cipriano de) Mosquera, una Constitución ejemplarmente descentralista y libertaria, la de 1863 en Rionegro, pero sus frutos no fueron abundantes.

El desorden y la violencia

Y uno se pregunta, una Constitución de libertades, una Constitución descentralista, una Constitución de gran avanzada ¿por qué sus frutos no fueron abundantes? Por el desorden y la violencia en lo interno.

Una Constitución que vio llegar al poder a figuras tan importantes como el general Santos Acosta, uno de los padres de la Universidad Nacional; el doctor Aquileo Parra, de Barichara, uno de los portaestandartes de las libertades de la Patria, y Manuel Murillo Toro, el gran tolimense, defensor de los libertades, el gran pionero de la revolución de las comunicaciones.

La pregunta que cabe es ¿por qué con líderes de ese tamaño intelectual y moral, esa revolución de 1863 no derramó abundantes frutos sobre la Patria? Por el desorden y por la violencia.

Entre 1863, la Constitución de Rionegro, y 1896, la Constitución de (Rafael) Núñez, en el corto espacio de 23 años, en la Patria se dieron 30 guerras civiles.

La llegada de Núñez a la Presidencia estuvo antecedida por su elección a la Presidencia del Estado de Bolívar. Ambas elecciones, aquella al Estado de Bolívar y la posterior a la Presidencia de la República, tuvieron unos elementos que movieron las votaciones: el cansancio del país con el desorden y la violencia, la rebelión del espíritu caribe contra el desorden y la violencia.

En ese siglo XIX apenas tuvimos siete años de paz que giran alrededor del Gobierno de Núñez y que fueron siete años de progreso. En esos siete años apareció la industria en el Caribe colombiano, prosperaron las fronteras, creció la caficultura, la agricultura en la Colombia Andina.

Pero poco duró, apreciados compatriotas. Vino la Guerra Civil de 1895, la quinta o la cuarta de esta mitad del siglo XIX y después la Guerra civil de los Mil Días, mil 128 días; cien mil colombianos muertos en esa guerra civil.

Se hacen los pactos de paz a finales de 1902. Se firman tres acuerdos: uno en el buque Wisconsin que estaba atracado en Panamá. Allí, acudió el señor General Alfredo Vázquez Cobo, en nombre de los ejércitos oficiales que han sido representados hoy. Y firmó con el General Lucas Caballero, quien era delegado del General Benjamín Herrera de las Fuerzas insurgentes.

El otro pacto se dio en Chinácota, esa bella ciudad de la ladera nortesantandereana, entre Cúcuta y Pamplona. Allí acudió en nombre las fuerzas oficiales el General Ramón González Valencia.

Y en este último trimestre de 1902 se firmó también el tercer pacto, en la Hacienda Neerlandia, en el departamento de Magdalena. Fue suscrito, por el general gobiernista Florentino Manjarrés y por el general de las fuerzas insurgentes, Rafael Uribe Uribe.

En aquella ocasión, el General Uribe Uribe dijo que firmaban la paz, no porque estuvieran convencidos de la paz, sino porque la Nación estaba destruida. Ya no había nada por qué pelearse.

Agregó que ‘nuestros padres y nosotros mismos, nos equivocábamos al pensar que hacíamos Patria con los fusiles destructores de la violencia. Hoy entendemos –afirmó aquel día de 1902– que la única manera de hacer Patria, es con las herramientas fecundas del trabajo’.

La Patria quedó deprimida. Al año siguiente, esa depresión de la Patria produjo la separación definitiva de Panamá que se había intentado en ocasiones anteriores. Y Panamá, que era la joya de la corona, en buena parte la perdimos por la violencia entre nosotros.

Sintieron los panameños que no asignábamos importancia, que no gobernábamos, que no garantizábamos el orden, que no construíamos condiciones para la prosperidad, y tomaron la decisión de separarse.

Los historiadores asignan esa separación al interés económico de los norteamericanos y a la política del ‘gran garrote’ del Presidente (Teodoro) Roosvelt. Pero también hay que agregar otra causa, lo que podríamos llamar la política nuestra del gran descuido. Nosotros, por dejarnos enfrascar en la violencia interna y en el desorden, incurrimos en ese gran descuido que hizo posible la independencia de Panamá.

Años de relativa paz

Tuvimos unos años de relativa paz, buenos gobiernos. Pero a principios de los 1940 surge la violencia entre los partidos. Y cuando esa violencia llega a su punto final gracias a los pactos del Frente Nacional, liderados por los ex presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez, aparecen las guerrillas marxistas, las guerrillas del odio de clases, las guerrillas que querían sustituir el Estado democrático por la dictadura.

Y esas guerrillas crean más desempleo y más pobreza. Crece enormemente la población pero no crece la economía al mismo nivel, ni aparecen las oportunidades para responder a las necesidades de la economía.

Y se genera la reacción igualmente cruel del paramilitarismo. Y unos y otros son cooptados por el narcotráfico. Y esa es la historia que ha vivido la Colombia de las generaciones desde 1940 hasta nuestros días.

Consolidar la seguridad

Por eso, apreciados graduandos, ustedes tienen entre sus manos la gran tarea de consolidar definitivamente la seguridad.

En el periódico La Bagatela, que conjuntamente con El Correo del Orinoco jugaron un gran papel en la Independencia, (Antonio) Nariño escribía que él vivía muy angustiado, porque cuando se había puesto el huevo de la Independencia, en lugar de encubarlo y sacarlo adelante, se había desperdiciado por entrar en la violencia interna.

Apreciados subtenientes: ustedes tienen una gran posibilidad para sacar adelante la prosperidad de Colombia para las nuevas generaciones, consolidando la seguridad con valores democráticos que sus comandantes, sus oficiales, sus suboficiales, los soldados de la Patria, han venido construyendo con gran sacrificio a lo largo de estos ocho años próximos ya a terminar.

Los colombianos, al ver la bandera de la Patria en sus manos, las armas de La República en sus hombros, sentimos un viento adicional de confianza, de que las nuevas generaciones habrán de tener prosperidad porque ustedes habrán de consolidar la seguridad.

A mi generación la formaron en la idea de que hablar de seguridad era abrir el camino del fascismo, el camino de la dictadura. Pero se ha dado una gran revolución cultural en la Patria. Las grandes mayorías de colombianos entienden hoy que la seguridad es un valor democrático, una fuente de recursos, es un principio fundamental para el empleo de buena calidad, para superar la pobreza, para construir equidad.

Sin seguridad no hay inversión, sin inversión no aparecen los recursos para financiar al Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje), o a Bienestar Familiar, o a Familias en Acción, o para construir las carreteras o para financiar la salud.

Estos años, con el heroísmo de las Fuerzas Armadas, hemos avanzado en la seguridad que nos ha permitido también construir confianza de inversión para que el país progrese en materia social.

Muy apreciados subtenientes ¡qué tamaña tarea! Pero ustedes no son inferiores a los desafíos. Hoy los jóvenes de su generación que están en las universidades o en los colegios, los niños que apenas van despertando de la inocencia pura a los primeros estadios de la conciencia, los miran a ustedes con admiración, con gratitud por el juramento de su sacrificio y con esperanza porque ustedes van a permitir a todos ellos disfrutar una Colombia próspera.

¡Que importante esa bella tarea! ¡Qué ilusión para ustedes y qué aliento el que nos generan a todos sus compatriotas!

Los nuevos subtenientes

Han pasado por aquí los 10 primeros puestos de estos subtenientes: Óscar Julián Soto Camacho, Santiago Cataño Agudelo, Edwin Moisés Pantoja Estrada, Carlos Andrés Aguirre Ángel, Camilo Andrés Palomino Lizcano, José Nelvider García Morillo, Hernando Santisteban López, Jesús Antonio Castaño, Juan Pablo Martínez Montenegro, Henry Leonel Zarabanda González.

Ha sido destacado como el primer puesto de esta promoción el subteniente Oscar Julián Soto Camacho. Ha recibido la Medalla ‘Francisco José de Caldas’. A Oscar Julián Soto Camacho, subteniente, a los primeros puestos y a toda esta promoción, un aplauso desde el fondo de nuestros corazones.

Y el alférez Yerson Zuluaga Bedoya ha recibido hoy la Copa ‘Arturo Ahumada y Diego Guillén’ por sus condiciones humanas, por su compañerismo. La tarea militar es una tarea de solidaridad con todos los compatriotas. Si es una tarea de solidaridad externa ante el pueblo, tiene que ser también una tarea de solidaridad al interior y de compañerismo. He ahí la importancia de la Copa ‘Arturo Ahumada y Diego Guillén’.

Aplaudimos ese ejemplo de compañerismo que se encarna en el alférez Yerson Zuluaga Bedoya.

Agradecimiento a las familias

Pero esta tribuna está hoy agolpada de papás y de mamás, y de hermanos y de familiares. Estas familias que llegan con orgullo, con alegría, a asistir a la graduación de sus hijos, también son unas familias que tienen una angustia permanente porque saben el riesgo que sus hijos corren por servir a la Patria.

Mientras estas familias exponen sus hijos a ese riesgo, el resto de las familias colombianas sentimos más tranquilidad porque estos subtenientes van a cuidar la seguridad de nuestros hijos.

Familias: no tenemos palabras para expresar cuánta gratitud les debemos.

Voy a pedir que se pongan de pie don Plácido Soto y doña Hersilia Camacho, el papá y la mamá del subteniente Oscar Julián Soto Camacho.

Don Plácido y doña Hersilia: ustedes representan a los papás y a las mamás, a las familias de esta promoción.

Todos los conciudadanos agradecidos aplaudimos estas familias desde el fondo del alma.

Reconocimiento a las Fuerzas Armadas

Muy apreciados comandantes e integrantes de nuestras Fuerzas: ustedes han hecho mucho por Colombia y también hay qué preguntarnos qué hemos podido hacer nosotros por ustedes.

Esta mañana me decía un periodista internacional que hace unos años a Colombia se le catalogaba como un Estado fallido y que ahora aparece como un Estado de prodigio. Pasó de recibir la descalificación de Estado en el borde del abismo y ahora se le califica en el grupo de los países ‘Civetas’ (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto y Turquía), que son los nuevos países que están diciéndole al mundo que se están ganando el campeonato de las bases para salir adelante.

Qué buen estímulo para Colombia que se haga ese reconocimiento.

Pero ese reconocimiento tenemos que hacerlo hoy a las Fuerzas Armadas de la Patria, a cada uno de sus integrantes, a su sacrificio, porque han logrado avanzar en la derrota del terrorismo y han creado la condición fundamental para la prosperidad de la Patria, que es demostrar que aquí hay una sólida determinación de garantizar la seguridad.

Fuerzas Armadas de la Patria, nuestras libertades políticas estaban secuestradas; habían sido secuestradas por el narcotráfico, por la narcoguerrilla, por el narcoparamilitarismo, y ustedes con su heroísmo han recuperado las libertades políticas de Colombia, como se ha demostrado en este proceso electoral.

Fuerzas Armadas de la Patria, los colombianos temían denunciar y lo encontraban inútil. Ustedes han recuperado la confianza de los colombianos para denunciar.

Fuerzas Armadas de mi Patria, el terrorismo asesinaba alcaldes, amenazaba gobernadores, impedía que operara la descentralización, asaltaba los recursos de la salud, se robaba las regalías, saqueaba las transferencias del Presupuesto Nacional a las regiones.

Hoy los alcaldes de Colombia, los gobernadores, independientemente del origen político de su elección –no obstante, la tragedia del Caquetá del mes de diciembre–, todos los alcaldes y todos los gobernadores sienten que gracias a las Fuerzas Armadas de Colombia se ha recuperado la descentralización.

Fuerzas Armadas de la Patria, ustedes han empezado a recobrar el principio de respeto a la Ley. Los criminales habían desquiciado la conducta de muchos colombianos, los criminales habían derogado la legalidad, habían abierto todas las avenidas de la corrupción; ustedes con este gran principio de recuperación de la seguridad han ayudado a que Colombia emprenda el gran camino de la recuperación del respeto a la Ley, al ordenamiento jurídico.

Fuerzas Armadas de la Patria, ustedes para recuperar la confianza de los colombianos, para darle al mundo una señal inequívoca de que aquí hay una determinación de conseguir la derrota del terrorismo, la recuperación de la seguridad, ustedes no han tenido que apelar al recorte de las libertades sino que han ayudado a profundizarlas.

Un Ejército triunfante y libertades triunfantes

Podemos decir ante la faz del mundo que las Fuerzas Armadas de Colombia han cumplido esta tarea heroica sin necesidad de afectar las libertades, sin legislación marcial, sin Estado de Sitio, con plenas garantías civiles y con el respeto total a los derechos políticos de todos los compatriotas.

¡Qué bueno poder destacar hoy que hay un Ejército triunfante en un país donde todos los días las libertades también son triunfantes!

Esa mezcla entre el triunfo de las Fuerzas Armadas, esa mezcla entre el triunfo de las Fuerzas Armadas y el triunfo de las libertades es escasa. Muchos países, para obtener el triunfo de las Fuerzas Armadas, condujeron las libertades a la derrota y otros países por pensar que debían ganar las libertades condujeron el terrorismo a la victoria.

Aquí las Fuerzas Armadas han logrado conducir el terrorismo a la derrota, la criminalidad a la derrota; han logrado conducir la victoria para las Fuerzas Armadas, que es la victoria de la Constitución, y han logrado profundizar la victoria de las libertades, que es la victoria de cada ciudadano de Colombia. Esa es una bella epopeya que han cumplido las Fuerzas Armadas de Colombia y que estos subtenientes graduandos de hoy van a redondear esa epopeya por el bien de las nuevas generaciones.

Porque nada ganamos con que las víctimas reclamen, que antes no reclamaban; que ahora se les repare, que antes no se les reparaba, si no conseguimos lo fundamental: la reparación superior en el derecho a la no repetición. Que las nuevas generaciones no vivan esta violencia.

Ustedes, apreciados subtenientes, son los garantes. Son los garantes de esa gran reparación que es el derecho a la no repetición para que las nuevas generaciones conozcan la violencia en la historia, pero no en carne propia. Para que las nuevas generaciones puedan saber que hay una memoria histórica, pero no un sufrimiento en el momento en que a ellos les toque vivir. ¡Qué tarea tan importante la que tienen que cumplir ustedes!

Avances para el bienestar de las Fuerzas Armadas

Podríamos quedarnos aquí horas destacando el valor de las Fuerzas Armadas de Colombia, diciendo que han hecho por la Patria, no obstante lo que falta.

Pero también tenemos que recordar algo que la Patria ha hecho por las Fuerzas Armadas. Nosotros, en medio de dificultades, hemos logrado avanzar en la asignación de retiros para soldados profesionales, mejorar las condiciones de acceso a la pensión de invalidez, a la pensión de sobrevivientes; reducir los descuentos para la asignación de retiros, bonificación de orden público extendida a los soldados profesionales, aumento de la prima de actividad.

Y hemos logrado los primeros avances en los subsidios de vivienda para soldados profesionales, avances en sanidad, beneficios de vivienda, convenios para descuentos, pero quedan muchas tareas pendientes.

Por ejemplo: estamos trabajando a ver si antes del 7 de agosto es posible concebir un mecanismo de transición para los civiles que trabajan en las Fuerzas Armadas, a fin de que antes de aplicarles plenamente el nuevo régimen de pensiones, haya un periodo de transición que respete las expectativas próximas que tenían cuando se aprobó el nuevo régimen pensional.

También sabemos que por restricciones presupuestales hay 46 mil 372 patrulleros de la Policía que tienen retrasado su ascenso. Estamos trabajando con los ministerios de Hacienda y de Defensa a ver cómo podemos definir antes del 7 de agosto un periodo prudente para cumplir con el ascenso de estos patrulleros que están congelados en el escalafón de la Policía Nacional.

Hay muchos reclamos que no hemos podido atender. Lo confieso humildemente, porque las circunstancias presupuestales o la interpretación de las leyes no lo han permitido. Pero estoy seguro que quien me suceda en la Presidencia de la República continuará de buen ánimo la búsqueda del bienestar de las Fuerzas Armadas de la Patria.

Defensa legal de integrantes de Fuerzas Armadas

Yo tengo una preocupación: la defensa de los integrantes de las Fuerzas Armadas.

No quisiera que llegara el 7 de agosto sin haber dado pasos que no se han podido dar. Me prometió la semana pasada el Defensor del Pueblo (Vólmar Pérez) que una vez termine el proceso electoral, cese la vigencia de la Ley de Garantías, se firmará entre el Ministerio de Defensa y el Defensor del Pueblo un convenio para que, reforzando con recursos del Ministerio de Defensa el presupuesto de la Defensoría del Pueblo, la Defensoría del Pueblo pueda avanzar designando abogados para los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Con el apoyo, con el muy importante apoyo de la Representante Lucero Cortes, el Ministro (de Defensa) y los Altos Mandos están trabajando para que avance en el Congreso de la República, la nueva Ley de Defensa de los Integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Pero también hay iniciativas para que crezca la presencia de los particulares, para acudir a la defensa de las Fuerzas Armadas de Colombia. Ya tenemos las redes de abogados voluntarios que se están conformando, para entrar a defender las Fuerzas Armadas de Colombia.

Yo sentiré un gran honor, si la vida me permite después del 7 de agosto –cuando regrese al bello oficio de simple ciudadano de Colombia– sentiré un gran honor de ser parte de las redes de abogados que ponen su tarjeta profesional al servicio de la defensa de los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

No puede ser que mientras las Fuerzas Armadas le dan tranquilidad a la Patria, le garantizan la libertad a cada ciudadano, los voceros del terrorismo quieran mancillar el honor de las Fuerzas Armadas, con acusaciones temerarias todos los días.

Pero la Patria, en el goce pleno de sus libertades, se levanta erguida para defender a los integrantes de las Fuerzas Armadas.

Cada provocación, cada denuncia temeraria, cada acusación falsa, cada insulto, cada maltrato, produce una más fervorosa reacción de los colombianos para rodear con afecto y con gratitud a las Fuerzas Armadas de la Patria.

Que no se mancille honra de Fuerzas Armadas

Estas Fuerzas Armadas son heroicas y además sumamente responsables. Estas Fuerzas Armadas han pagado el sacrificio de la vida de sus hombres, de la integridad física. Hay más de 2 mil integrantes de las Fuerzas Armadas en los pabellones de sanidad de nuestras diferentes Fuerzas Militares y de la Policía.

Pero esta Fuerzas también son decorosas y responsables, tienen un gran sentido del honor y del respeto a la Constitución. Estas fuerzas no han vacilado en tomar decisiones para castigar a quien deban castigar, para defender siempre los Derechos Humanos.

No permitamos que en nombre de los Derechos Humanos se maltrate la honra de las Fuerzas Armadas. Estas Fuerzas Armadas merecen y exigen respeto, porque son ellas mismas las que de manera responsable, en tiempo oportuno, han tomado las decisiones para sancionar cualquier conducta que atente contra los Derechos Humanos.

Hace pocos días, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Christian Salazar, delegado en Colombia) me decía: ‘Presidente, en el último año y medio apenas se han presentado cuatro casos de violaciones, desestimamos dos y estamos examinando otros dos’.

Me lo daban como una muy buena noticia y les dije: no, no estamos contentos, porque el propósito de las Fuerzas Armadas es el propósito de que así como no puede prosperar el terrorismo en nuestra Patria, tampoco puede presentarse un solo caso de violación de Derechos Humanos.

Estas Fuerzas Armadas ayudan hoy a que 10 mil colombianos tengan protección individual directa. Políticos que van desde la más radical oposición al Gobierno, hasta una cercanía, a una afinidad en las ideas de Gobierno.

2 mil líderes sindicales, estas fuerzas Armadas con esa protección están ayudando a desmontar la tragedia de una Patria que en un solo año en el pasado, vio asesinar más de 260 líderes de los trabajadores.

A liberar secuestrados

Estas Fuerzas Armadas bien viven derrotando el secuestro. Y sé que salimos de esta ceremonia, señores comandantes y señor Ministro (de Defensa, Gabriel Silva Lujan) a enfrentar el secuestro que se ha presentado en una de las carreteras de Nariño, porque hasta la última hora tenemos que demostrarle a los terroristas que se les acabo la ilusión, de que sus designios criminales prosperen en el fecundo suelo de la Patria colombiana.

Vamos apreciados comandantes a liberar estos secuestrados de Nariño y aprovechemos estos 63 días que nos quedan de Gobierno, a ver si podemos rescatar los integrantes de la Policía y de las Fuerzas que siguen secuestrados en las selvas de Colombia por el terrorismo.

He tenido el inmenso honor de mi vida, que mis compatriotas me hayan permitido prestar esta tarea durante ocho años.

En esta última presencia, ante este campo Jose María Córdova, expreso desde el corazón mi gratitud, a cada uno de los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Qué honor tan grande haber compartido con ellos. Qué ejemplo de vida haber conocido su abnegación, su dedicación a la Patria, su sentido de orden y de disciplina. Qué recuerdo tan importante saber que en 16 ocasiones estuvimos en este campo de parada, asistiendo a la graduación de conjuntos de jóvenes colombianos que son la esperanza por su disciplina, por su capacidad de estudio, por su pundonor para respetar la Constitución, por su valentía para portar las armas de la República.

Señor Ministro y señores comandantes: ruego transmitir a cada uno de los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia mi gratitud, gratitud que nunca, que nunca disminuirá.

Cuando en la tarde del 7 de agosto salga de la Casa de Nariño y regrese al bello oficio de ciudadano de Colombia, de simple ciudadano de la Patria, llevaré un baúl grande, con una capacidad de carga infinita, que estará lleno de gratitud por los integrantes de las Fuerzas Armadas de Colombia., muchas gracias soldados de mi Patria, muchas gracias Policías de mi Patria, muchas gracias familias de los integrantes de las Fuerzas Armadas de nuestra Patria. A ustedes debemos las libertades de Colombia”.

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