Junio 03

   

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la clausura del Congreso Colombiano de la Construcción en Cartagena

Cartagena, 4 jun (SP). “En primer lugar, quiero rendir un homenaje a la memoria del doctor Gustavo Pulecio Gómez (fundador del Premio Compartir al Maestro). Uno no sabe por qué la Providencia nos quita compatriotas de esta calidad, prematuramente, cuando más los necesitábamos. Un hombre que en tanta juventud y trabajó tanto en todos los frentes por el bien de Colombia. En el frente de la construcción, especialmente en la vivienda social, en el frente del microcrédito, en la promoción de la educación, en aquello de destacar a los mejores maestros de Colombia.

El doctor Pedro Gómez ha hecho un recuento exacto de lo que fue aquella tragedia de Cartagena de 2004, la reacción del sector privado y del Gobierno y la tarea que cumplió el doctor Gustavo Pulecio.

Hay un bellísimo barrio que se llama ‘Colombiatón’ en Cartagena, de vivienda social, con un ejemplo de dignidad; se lo debemos a aquel invierno, a aquella reacción del pueblo colombiano, a su generosidad, y a personas que le dedicaron toda la energía como el doctor Gustavo Pulecio.

A su señora, a sus hijos, hacemos llegar toda la expresión de nuestro reconocimiento a la labor del doctor Gustavo Pulecio. Nunca lo olvidaremos.

Muy apreciada doctora Martha Pinto de De Hart (Presidente Ejecutiva de Camacol), muy apreciado doctor Camilo Congote (Presidente de la Junta Directiva de Camacol), y muy apreciados compatriotas vinculados a Camacol (Cámara de Infraestructura de Colombia), nuestra inmensa gratitud.

Esta condecoración es la gratitud de ustedes. Nosotros hemos procurado cumplir el deber, a mí me sonroja, se los agradezco de corazón.

Ha sido muy importante para el Gobierno en estos años poder contar con un coequipero como Camacol. Algún día habrá que escribir en el recuerdo de este Gobierno cómo ustedes, año tras año, asamblea tras asamblea, nos iluminaron sobre la manera de continuar el camino; creo que en todas las asambleas levantamos una especie de acta de lo que había que hacer en la siguiente etapa, le hicimos seguimiento y eso ayudó mucho.

Definitivamente oír a la ciudadanía, en este caso oír a un gremio patriótico como Camacol, es muy útil para los gobiernos. Nuestra gratitud, ese apoyo que nos dieron a toda hora, esa especie de cogobierno para el bien de Colombia, fue muy útil.

Y al agradecerles a ustedes de todo corazón ese apoyo, la manera de trabajar juntos en estos años, en medio de escasez de recursos, de tantas dificultades, quiero también agradecer a mis compañeros de Gobierno, a quienes fueron ministros en la cartera: aquí está Cecilia Rodríguez González Rubio; a ella la sucedió Sandra Suárez; Juan Lozano, hoy senador electo, y el doctor Carlos Costa.

A los viceministros. La doctora Martha Pinto de De Hart recordaba a Beatriz Uribe, a Felipe Henao, quien aquí nos acompaña, que participaron tan activamente en esos procesos de concertar como Camacol la orientación de la política en esta materia. Muchísimas gracias.

Macroproyectos

Permítanme hacer algunos comentarios sobre el tema de la vivienda: los macroproyectos. Nosotros creemos que esa fue una gran iniciativa, que permitió superar obstáculos caprichosos y politiqueros para el uso del suelo. Respetamos y hemos acatado la decisión de la honorable Corte Constitucional; creo que hay que buscar caminos.

Me parece que a la luz de la actual Constitución, es imposible, después de leer las sentencias de la Corte, actuar en ese campo sin que medie la voluntad de los alcaldes y de los concejos municipales y distritales.

He estado pensando cómo reaccionar, cómo buscar un nuevo camino, y se me ocurre que en estos 60 días que quedan de Gobierno, podríamos expedir un decreto, simplemente indicativo, que bosqueje la manera de adelantar macroproyectos, a partir de reconocer que la voluntad del alcalde y la voluntad del concejo, son determinantes.

Ese decreto podría servir para darle luces a alcaldes y a concejos; para decirles: miren, la mejor manera de adelantar programas de vivienda, es a través de estos acuerdos con el sector privado, con el Gobierno Nacional, etcétera.

Sería un decreto que dijera: hagamos macroproyectos, pero los vamos a hacer salvando el obstáculo que identificó la Corte Constitucional, contando desde un principio con la voluntad del alcalde, con el consentimiento del concejo.

Y yo me pongo en el plan de alcalde, en el plan de miembro de un concejo distrital o de un concejo municipal, y entonces me haría la siguiente reflexión: aquí en este decreto me están indicando un camino que me ayuda a poder avanzar en materia de vivienda. Yo invitaría a Camacol y al Ministerio (de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial) a mirar esa posibilidad, y no la veo difícil.

Porque hemos pensado mucho, desde que se produjo la sentencia de la Corte, una alternativa legal, y siempre tropieza con el elemento de que constitucionalmente, para cualquier camino, se requiere el consentimiento del alcalde y el consentimiento del concejo municipal.

Planes de agua

El tema de suelos. En cuanto a la habilitación de nuevos suelos, está el tema de los servicios públicos, pero también es necesario pensar y empezar a darle más peso, en las grandes ciudades, al tema de la renovación urbana.

En el tema de los servicios públicos quiero destacar dos esfuerzos: este Gobierno le ha creado unos impuestos a la generación y a la transmisión de energía; eso ha ayudado a normalizar la prestación del servicio en las zonas más pobres de las grandes ciudades. Nosotros tenemos fe que con esos ingresos, el nuevo Gobierno podrá seguir contando permanentemente y avanzar en esa tarea.

En cuanto a los servicios de acueducto y alcantarillado: tenemos mucha fe en lo que se ha hecho en los planes departamentales de agua. La Constitución del 91 aumentó sustancialmente las transferencias a las regiones, tuvo dos antecedentes: las leyes 11 y 12 de la administración del Presidente Betancur y el situado fiscal de la reforma constitucional de 1968 del Presidente Carlos Lleras Restrepo.

¿Qué pasó entre el año 1991 y el año 2002? Santiago Montenegro, nuestro primer Director de Planeación, demostró que crecieron muchísimo los recursos para agua potable y saneamiento básico, pero no las coberturas. Eso nos llevó a buscar unos mecanismos institucionales que permitieran una proporcionalidad entre el mejoramiento de las coberturas y el aumento de los recursos; de ahí que surgieron los planes departamentales de agua.

Los planes departamentales de agua tienen algunos elementos como los que les voy a decir; primero: el Gobierno Nacional en estos ocho años no entregó un solo peso en auxilios a los parlamentarios; nosotros creemos que ahí el país dio un gran paso para sanear las costumbres políticas.

Convinimos con el Congreso una cifra de billón 400 mil millones, para ser entregada equitativamente a todos los municipios y departamentos, a fin de cofinanciar los planes departamentales de agua; ahí hay un elemento de cofinanciación bien interesante.

Segundo: se les ha pedido a todos pignorar recursos del incremento de transferencias y recursos de regalías. Aquellos que han aceptado pignorar sus crecientes regalías de carbón, como La Guajira, el departamento del Cesar, están logrando un gran avance y, por supuesto, una buena reorientación en la aplicación de las regalías. Todavía tenemos problemas con los departamentos petroleros, Arauca y Casanare, con los cuales no han avanzado los planes departamentales de agua.

Otro elemento muy importante: se recuperó el papel del departamento como nivel intermedio del Gobierno; esa relación entre 1.102 municipios y el Gobierno Nacional, es una relación muy peligrosa que puede romper la descentralización, desinstitucionaliza la relación.

Para los recursos extras, adicionales a las transferencias del Presupuesto Nacional que obligan la Constitución y la Ley, antes, inclusiva al inicio de nuestro Gobierno, no había una fórmula institucional; se le daban a aquel alcalde que contara con mejor suerte, al que se hiciera acompañar de un parlamentario que convenciera sobre un proyecto a Planeación Nacional, al Ministerio de Hacienda, pero no había un mecanismo institucional.

Nosotros creemos que al haber adoptado esta fórmula de darles un tratamiento idéntico a todas las ciudades y a todos los municipios, exigiendo que se unan a través de ese ente intermedio de Gobierno que es el departamento, nosotros creemos que allí hay un principio de organización institucional y de transparencia, muy importante.

Tenemos fe que eso va a ayudar a resolver problemas graves de acueductos y alcantarillados.

Por supuesto, todavía no se ven mucho los resultados, porque estamos en el tercer año de ejecución. Pero creemos que en los próximos años el país, en esos municipios, en esas ciudades intermedias, va a sentir las bondades de los planes departamentales de agua.

¿Son suficientes los recursos comprometidos? No son suficientes. En muchas partes todavía no alcanza para la totalidad de los cascos urbanos, y son excepcionales los casos en los cuales pueden llegar a la Colombia rural.

He querido en estos últimos días de Gobierno, con mis compañeros, poner toda la velocidad para ejecutar temas que todavía son ejecutables; al mismo tiempo hacer una rendición de cuentas a mis compatriotas, en la cual nosotros, con toda buena fe, contemos en qué hemos avanzado y reconozcamos dónde hay atrasos, dónde hemos tenido dificultades; y también ojalá seamos capaces, empezando por mí, de atrevernos a reconocer errores.

Los planes departamentales son un gran principio de transparencia, de organización institucional; ojalá tengan éxito, pero los recursos todavía no son suficientes, dada la magnitud de las exigencias del país en esta materia.

Renovación urbana

Renovación urbana. A mí me preocupa muchísimo que no hayamos usados dos incentivos de gran trascendencia, que fueron discutidos con ustedes al inicio del Gobierno y se incorporaron en la legislación: el incentivo a la renovación urbana y el incentivo a los fondos de capital para invertir en vivienda social.

¿Qué problema se ha presentado en los proyectos de renovación urbana en Colombia? Que los recursos de las ciudades o las cofinanciaciones del Gobierno Nacional han alcanzado apenas para la compra de predios, pero no para los desarrollos. Eso ha llevado a que sea muy lenta la renovación urbana.

Ustedes saben que hay dos tipos de renovación urbana. Allí donde simplemente se compra, hay demolición y se entrega todo al espacio público; y el otro modelo, donde se compra, hay demolición y hay una mejor utilización del espacio, se deja el nivel de superficie con generosidad para todo lo que es el interés colectivo de la ciudadanía, se construye en altura.

Este segundo modelo tiene una tasa de retorno económica, social y también financiera.

Entonces discutimos mucho en nuestra primera Reforma Tributaria, con ustedes, y se aprobó en el Congreso de la República, la norma que dice que para evitar que los Gobiernos tengan que comprar todos los predios que deben afectarse en un proceso de renovación urbana, se ofrezca a los propietarios de esos predios el incentivo de que, una vez se haya adelantado el proyecto, se liquide, el ingreso que obtengan, la utilidad que obtengan, es utilidad no gravable.

A mí me da tristeza que ese esfuerzo tenga apenas unos pocos resultados en Colombia. Creo que hay que hacer un acuerdo con todos los alcaldes de las grandes ciudades, para impulsar los proyectos de renovación urbana.

Cuando pienso en Bogotá digo: qué tristeza que vayamos a convertir la sabana más bella de la cordillera de los Andes en una selva de concreto, desde Girardot hasta Tunja.

Uno pregunta: ¿y por qué no se prefiere la renovación urbana a la ampliación del perímetro? Dicen: porque nos cuesta mucho menos una fanegada en la Sabana, que unos metros equivalentes para el proyecto en la ciudad.

Inicialmente así puede ser, pero, ¿cuánto cuesta esa ampliación de los servicios públicos? ¿Cuánto cuesta su sostenimiento? ¿Cuánto cuesta la extinción del sistema de transporte? ¿Y cuánto es la afectación en el largo plazo al tema ambiental y a la producción de alimentos y a los espacios verdes?

Ojalá se pueda hacer un gran esfuerzo en renovación urbana, ojalá el próximo Gobierno lograra con ustedes encontrar unos mecanismos para que esos incentivos tributarios que nosotros introdujimos, se puedan ver reflejados en unos buenos proyectos de renovación urbana en nuestras grandes ciudades.

Creo que a nuestras grandes ciudades hay que decirles: hoy hay que preferir la renovación urbana, que la expansión del perímetro.

Una de las 465 entidades del Estado reformadas por este Gobierno es Emcali. Cuando yo discuto con el sindicato, con los ciudadanos de Cali, por qué se quebró Emcali, entonces se habla del tema de politiquería, de corrupción -que hemos venido erradicando en todas esas empresas-, también me dicen: lo que pasa es que hubo que absorber unos costos muy elevados de expansión de los perímetros urbanos y de llevar a esas zonas de expansión los servicios públicos.

El Valle del Cauca tiene 270 mil hectáreas, el suelo más fértil del mundo, y hay una tendencia de avasallarlo por los crecimientos urbanos. Creo que es hora de que el país le asigne toda la importancia a los procesos de renovación urbana.

Quizás no va a ser suficiente con el incentivo tributario, quizás se va a necesitar que los gobiernos busquen unos fondos para cofinanciar con el sector privado esas intervenciones, que lo hagan las ciudades que pueden tener esos presupuestos, como la ciudad de Bogotá, la ciudad de Medellín, y den ejemplo.

Pero quería, en esta última intervención antes ustedes, apreciados compatriotas, referirme al tema de darle todo el énfasis a la renovación urbana.

El otro incentivo, que todavía no ha producido sus resultados, y que lo hemos examinado en todas las asambleas con ustedes y también con Fedelonjas, es el estímulo a las inversiones en fondos de capital que tengan por objeto la adquisición de vivienda social, bien sea para entregar en arrendamiento o para entregar en un esquema como el leasing.

Si bien el incentivo del leasing está vigente, y ha ayudado bastante, no se ha utilizado el incentivo a los fondos de capital.

Cuando veo las necesidades de vivienda social del país y las cotejo con los recursos, y miramos las buenas propuestas de Camacol, las frescas que acaba de entregarnos la doctora Martha Pinto de De Hart, y que estarán a consideración del nuevo Gobierno, digo: todo es bien interesante, pero finalmente vamos a tropezar con un obstáculo: la insuficiencia de recursos.

Por eso desde 2003 incorporamos esa norma. No se puede poner todo esto en cabeza de la posibilidad del Gobierno Nacional de asignar subsidios. Es necesario crear más obstáculos para que los dineros de los particulares se puedan invertir en estos proyectos. De ahí que se introdujo ese incentivo, está sin estrenarlo.

Respetuosamente llamaría la atención de ustedes para mirar a ver cómo se desatrancan esos proyectos y cómo el país logra fomentar esos fondos de capital, para invertir en vivienda social, a fin de entregarla en arrendamiento o entregarla en leasing, que finalmente le traslade el derecho de dominio al arrendatario.

Indudablemente el tema del crédito es un tema que depende en una proporción mayor del comportamiento inflacionario, y en una segunda proporción de la imaginación y de los esfuerzos en el sector privado y en el sector público.

Nosotros tenemos fe que con la proyección inflacionaria que nos ha venido registrando el Banco de la República, Colombia pueda entrar en un sendero de créditos de largo plazo, de baja tasa de interés, y lo que pasó entre 2003 y 2007 demostró una vez más la sensibilidad positiva de este sector a las bajas tasas de interés, y lo que ocurrió en 2008 y 2009 nos volvió a demostrar todo lo contrario: cómo se reciente este sector cuando suben las tasas de interés.

Diría que una gran contribución del Gobierno que concluye a que Colombia tenga una baja inflación, es el hecho de haber aumentado sustancialmente la oferta de alimentos, en buena parte, gracias a la Política de Seguridad Democrática, y también gracias a la Ley Agro Ingreso Seguro.

Cuando nuestro Gobierno empezó, Colombia tenía cuatro millones de hectáreas de agricultura, hoy tiene cinco millones de hectáreas de agricultura. Creemos que allí en ese aumento de oferta en función de la seguridad alimentaria, hay una gran contribución a un sendero de inflación baja en nuestro país.

Financiación de vivienda

Y hay que buscar también esquemas institucionales. Hemos escuchado con toda atención las voces de Camacol, reclamando que se creen los instrumentos para que los fondos de pensiones puedan participar en la financiación de la vivienda.

Resalto lo que ha dicho la doctora Martha Pinto de De Hart: esfuerzos como el del Fondo Nacional de Ahorro.

El Fondo Nacional de Ahorro, en toda su vida, había entregado 136 mil créditos; solamente en este Gobierno va a superar los 200 mil créditos.

Es una de las 465 entidades del Estado reformadas. ¿Qué reformas se le introdujo en este Gobierno? Se le introdujo la reforma de que pudiera ofrecer mecanismos de captación del ahorro de los sectores más populares de la Nación, de los sectores informales.

Y el resultado ha sido sorprendente,l y está empezando en ese nuevo marco de entregarle crédito a estos sectores, después de que cumplan con una disciplina de un año de ahorro.

Sin embargo, en el propósito de estar ajustando todos los días para mejorar, algo que no hemos podido mejorar en el Fondo del Ahorro, y que sería muy importante lograrlo primero en Banca de Oportunidades, es introducirle flexibilidades al ahorro y al crédito para llegarle a la base de la pirámide.

Tanto las normas, las políticas de ahorro, como las políticas de crédito, a mi juicio, tienen que exigir más responsabilidad que cuantía.

Me explico. Si uno les dice a las madres comunitarias de Colombia: ahorren durante un año para tener derecho a un crédito para su vivienda, uno tiene que hacer énfasis en la responsabilidad mucho más que en la cuantía.

Yo les he explicado en todas las reuniones a ellas, a los sectores populares, en todas las ciudades de Colombia: si a ustedes les dicen que tienen que ahorrar 20 mil pesos al mes, 50 mil pesos al mes, no tienen manera de ahorrar eso, por lo menos hay que dar la cara. Más énfasis en la responsabilidad, en la disciplina, que en la cuantía. Y decir: ‘Esta semana, en estos 10 días, en este mes, no pude ahorrar, o no pude ahorrar 20, sino 10, pero aquí estoy presente’.

Creo que es algo que nos está faltando: introducir esas flexibilidades. Lo mismo en el pago de cuotas, en los créditos de vivienda de los sectores más populares, de la base de la pirámide, como llama el profesor Prahalad, también exigir más responsabilidad que cuantía.

Si la cuota mensual es de 100, pero la persona no puede llevar sino 40, tener unos mecanismos que permitan que la persona, al dar la cara, al mostrar su voluntad de cumplimiento, pueda llegar allá y ágilmente le reciban los 40.

Yo tengo un sueño enorme, de que si podemos incorporar en Colombia el concepto de más énfasis en la responsabilidad que en la cuantía, tanto en el ahorro como en el otorgamiento del crédito, a los sectores de la base de la pirámide, esto puede tener unas coberturas muy superiores.

Empleo

Quisiera también hacer algunas referencias al tema del empleo.

Yo no creo, apreciados compatriotas, que el tema del empleo dependa más de reformas laborales en Colombia. Y el país las ha hecho y de fondo. Los mayores aquí recordamos qué era la retroactividad de las cesantías. Ese elemento lo corregimos en la reforma laboral de 1990. Si no hubiéramos superado la figura de la retroactividad de las cesantías, quién sabe que sería de la empresa colombiana y de los ahorros de los trabajadores.

Esa reforma trajo otros elementos de gran importancia. Y también, al inicio de este Gobierno, con el liderazgo de Juan Luis Londoño, que todos los días nos hace más falta, se aprobó la reforma laboral de diciembre 2002, aún cuestionada, pero qué importante.

Si no la hubiéramos hecho, ¿qué sería del sector servicios, donde hay que trabajar y prestar servicios las 24 horas, los domingos y los lunes festivos? ¿Qué sería del Fondo Emprender del Sena? ¿Qué sería del contrato de aprendizaje?

Esa reforma es bien útil. El año pasado, un grupo de congresistas que ha apoyado al Gobierno, llegó a la Presidencia y me dijo: ‘Presidente, nosotros vamos a tener que votar una proposición que hay en el Congreso para eliminar la reforma laboral de 2002’.

Les dije: ‘Pero ¿cómo van a hacer eso?’. Y me contestaron: ‘Es que si no lo hacemos, perdemos los votos, porque es muy taquillero derogarla’.

Después de un gran debate, con una gran responsabilidad, esa bancada aceptó no votar favorablemente la proposición que proponía derogar la reforma laboral de 2002.

Atajar propuestas laborales dañinas, es una de las tareas más complicadas en el Congreso de la República. Allí abunda esa cosecha de proponer normas laborales irracionales que hacen mucho daño.

Pero entonces, para tener autoridad y poder frenar ese tipo de contrarreformas, también hay que exponer criterios para frenar otras.

El año pasado fue un año bien típico en esta materia, porque a tiempo que unos estaban buscando las mayorías para derogar la reforma laboral de 2002, otros estaban creando un ambiente en el Congreso de la República para derogar los parafiscales.

Nosotros dijimos: ‘Ni lo uno ni lo otro’. No podemos afectar los beneficios a los trabajadores ni crearle más dificultades el empleo.

Los estudios a los que hemos tenido acceso, por ejemplo, el estudio del profesor Jesús Botero, de Eafit, sustentado en modelos matemáticos, indica que si Colombia elimina los parafiscales, escasamente se crearían 200 mil empleos por una vez; no se garantiza que haya una dinámica permanente de generación de empleo. Y uno teme que entonces nos quedemos sin el recurso para instituciones tan importantes como el Sena, las cajas de compensación y Bienestar Familiar.

Hace poco, la firma consultora internacional Ernst &Young, mediante un contrato que celebró con nuestro Ministerio de Comercio e Industria, nos entregó un estudio comparativo de la legislación laboral colombiana con las legislaciones latinoamericanas.

Aparecemos con unos costos en seguridad social altos, pero cuando uno ve ese estudio, encuentra que no hay razón para la alarma que se ha prendido en algunos sectores del país frente a las normas laborales.

Y lo que llama la atención es esto: que no se tienen en cuenta algunas flexibilidades que hay en Colombia, no se tienen en cuenta para ese tipo de estudios. Me voy a referir a algunas.

Por ejemplo, las empresas de servicios temporales son empresas a través de las cuales se vinculan en promedio 900 mil trabajadores; eso no se tiene en cuenta. Las cooperativas de trabajo asociado vinculan en promedio 650 – 700 mil trabajadores; eso tampoco se ha tenido en cuenta.

Este Gobierno ahí se fue por el camino del equilibrio; no aceptamos la presión que había para eliminar las cooperativas de trabajo asociado, ni tampoco la presión que había para mantenerlas exentas en materia del pago de la seguridad social.

Se tramitó una ley aprobada en el Congreso que dice: cooperativas de trabajo asociado, ustedes pagan la seguridad social, ustedes pagan los parafiscales, ustedes están autorizados a operar si son verdaderos prestadores de servicio, no intermediarios laborales.

El país tiene otros instrumentos de gran importancia en materia de flexibilidad. Quiero referirme a dos de ellos: al contrato de aprendizaje y también a las nuevas normas sobre el contrato sindical.

Cuando nuestro Gobierno empezó, Colombia escasamente tenía 30 mil aprendices; la reforma laboral del 2002 flexibilizó el contrato de aprendizaje, lo sustrajo de la órbita de los contratos laborales y lo redefinió como un contrato de servicios, le quitó costos.

Hoy tenemos 200 mil aprendices; hemos pasado de un contrato de aprendizaje que se estaba desvaneciendo, que ya no tenía sino 30 mil aprendices, a una realidad en la cual hay 200 mil aprendices.

Pero no contentos con eso, el año pasado, para reaccionar a la crisis de la economía, introdujimos otra reforma muy importante. Introdujimos la norma que permite que las empresas no solamente cumplan con la cuota de tener un aprendiz por cada 20 trabajadores, sino que para adicionar nómina, no para sustituir nómina, sino para adicionar nomina, las empresas puedan tener tantos aprendices como puedan. Lo que es bueno para las empresas y lo que es bueno para los trabajadores.

El potencial de esta norma es de tres millones de aprendices. Está empezando lentamente a aplicarse.

Otra norma que empezó lentamente pero que hoy tiene buen resultado, es el reglamento que introdujimos a la Ley 590 del 2000. Mediante ese reglamento, las pequeñas empresas, al nacer, solamente pagan el 25 por ciento de la parafiscalidad el primer año, el 50 por ciento el segundo año, el 75 el tercer año y solamente en el cuarto año pagan el 100 por ciento.

Ya tenemos más de 30 mil empresas, que han nacido en los últimos meses y que se han beneficiado de esta gradualidad para el pago de la parafiscalidad.

Yo confiaría que si se promueven bien las normas recientemente adoptadas en materia de contrato de aprendizaje, el país puede tener allí un resultado sorprendentemente positivo.

El otro tema es el contrato sindical: ha sido muy difícil de aclimatarlo, una gran resistencia en centrales obreras y desconfianza en sectores empresariales. Pero ya tenemos grandes ejemplos promovidos por este Gobierno en el sector de la salud, en el sector de las electrificadoras

¿En qué consiste? Contratar con las propias organizaciones de trabajadores la prestación de servicios que requieren las empresas. Eso ayuda a que las organizaciones de los trabajadores no solamente estén pendientes de sus reivindicaciones, sino que se comprometan con el éxito de las empresas, y ayuda a que en las empresas haya un mayor espacio para las organizaciones de los trabajadores.

El primero de mayo, este año, fue bello en esta materia para el Gobierno, porque nos reunimos ya con un conjunto muy crecido de organizaciones sindicales que han aceptado el esquema del sindicalismo de participación, por oposición al tradicional sindicalismo reivindicativo. Y pudimos ver una gran cantidad de ejemplos que abundan en el país, en los cuales está despegando el contrato sindical.

Quería referirme a todos estos elementos, porque creo que la legislación laboral en Colombia ha logrado un buen equilibrio entre la flexibilidad que necesitan los empleadores y también las garantías que necesitan los trabajadores.

Política social

Cuando uno dice: hoy la solución no pasa por el tema laboral, ¿quiere decir ello que no haya que hacer ajustes? Ajustes hay que hacer. Yo, por ejemplo, he venido pensado uno: la reforma que actualmente nos está aprobando el Congreso de la República de más recursos para la salud, es una reforma muy importante, pero no va a alcanzar.

Y no tenemos que escandalizarnos de que no alcance; es que el país ha pasado en estos años de Gobierno de 23 millones de colombianos asegurados en salud, y estamos llegando a un cubrimiento total.

Algunos han dicho: bueno, pero es que cuesta mucho, porque este Gobierno ha vinculado a muchos colombianos al régimen subsidiado; no teníamos alternativa. El país llegó a tocar niveles de pobreza cercanos al 60 por ciento. Cuando empezó nuestro Gobierno, a nosotros se nos daban dos opciones: o avanzar velozmente con la incorporación de los colombianos al régimen subsidiado, o dejarlos sin seguro de salud, porque no estaban en condiciones de afiliarse al régimen contributivo. Tomamos la decisión de avanzar velozmente en la afiliación al régimen subsidiado.

Tenemos confianza que en los próximos años Colombia puede trasladar cuatro millones de beneficiarios del régimen subsidiado al régimen contributivo. Es una tarea pendiente, que le va a ahorrar mucho al régimen subsidiado, y que empezará a generarle recursos al régimen contributivo.

También hemos pensado en otro ajuste; yo he defendido muchísimo al Sena, a las cajas de compensación, al Bienestar Familiar. El Sena ha pasado en este Gobierno de un millón 100 mil colombianos que se capacitan por año a ocho millones. Tenía 41 mil colombianos matriculados en formación técnica y tecnológica, este año tendrá 500 mil. Les enseña inglés a un millón de colombianos a través de Internet, la mayoría de los profesores desde San Andrés. Estamos instalando el cable del Golfo de Morrosquillo a San Andrés.

La revolución educativa que ha liderado la Ministra, ha incorporado el concepto de educación por ciclos propedéuticos. Antes los colombianos no querían estudiar una técnica, una tecnología, porque temían estancarse. Ahora el colombiano que se gradúa en el Sena en el nivel técnico, tecnológico, tienen la posibilidad de ir posteriormente a una universidad, completar los créditos y acceder a los títulos de educación superior.

El Sena ha venido haciendo una gran revolución, la empleabilidad de los egresados del Sena ha pasado del 40 al 72 por ciento. En la institución erradicamos los excesos sindicales y la politiquería. Ustedes van a cualquier regional del Sena, y esos directores regionales son producto de la meritocracia. Hace pocos días en una rendición de cuentas del Sena en Bogotá, pregunté espontáneamente a todos los asistentes, quiénes habían ascendido o llegado por meritocracia, y todos los del Sena levantaron la mano.

Yo creo que es la institución más importante de América Latina en formación vocacional. Quiero hacer esta comparación odiosa, pero la hago, apreciados compatriotas; por ejemplo, la institución brasilera, que sería la competencia del Sena, es cerrada, apenas les llega a los trabajadores de las empresas afiliadas. En Colombia el Sena es abierto, les llega a los trabajadores de las empresas afiliadas y a todos los colombianos de los sectores más vulnerables; yo creo que eso hay que preservarlo.

Bienestar Familiar, creado por el Presidente Carlos Lleras Restrepo, reforzado por el Presidente Virgilio Barco, en este Gobierno ha tenido un gran avance; nosotros hemos pasado de cinco millones 900 mil beneficiarios, a 13 millones de beneficiarios. Yo creo que el país está logrando una cobertura total en alimentación para los niños más pobres; lo que nos falta ahí es cobertura escolar para los menores de cinco años, que se viene logrando con Bienestar Familiar.

Las cajas de compensación. Yo las he defendido mucho, prestan un gran servicio. Tenemos que recordar lo siguiente: actividades comerciales de las cajas de compensación hoy, son actividades cuyos ingresos están gravados, son actividades que tienen que manejar sin ningún privilegio, los privilegios que tenían en esa materia los desmontó la ley.

Pueden pensarse varios ajustes a las cajas de compensación. Sugeriría dos: seguir reduciendo su número. Nosotros hemos reducido, hemos eliminado 15 cajas de compensación, pero todavía hay espacio para seguir reduciendo su número; ganar en economías de escala, ahorrar en administración.

Y creo que puede hacerse otro esfuerzo: concertar con ellos, trasladar un punto de los cuatro de la parafiscalidad, para ayudar a cerrar las necesidades de financiamiento de la salud, y que eso sea el complemento a la reforma que hoy se está adelantando en el Congreso de la República.

Nosotros por eso hemos creído mucho en esta parafiscalidad. No me parece fácil en un país que recauda 65 - 70 billones en ingresos de la Nación, entrar a sustituir la parafiscalidad que los empleadores colombianos pagan para poder sostener estas instituciones.

Entonces uno se pregunta: ¿qué otra alternativa hay? Nosotros hemos trabajado estos años buscando avanzar en seguridad, buscando avanzar en inversión, en política social. Yo diría que hay seis elementos en los que hemos pensado, que caben debajo de este triángulo, que ayudan a bosquejar un camino de prosperidad, y que son los que pueden impactar favorablemente el empleo, la superación de la pobreza y la equidad; la seguridad, la inversión, el acceso a mercados, la innovación productiva, la revolución educativa que la sustente, y el tema de infraestructura.

Seguridad Democrática

En materia de seguridad hemos avanzado, pero tenemos muchos riesgos. Por ejemplo, nosotros no podemos pensar que las ‘pescas milagrosas’ se han acabado; ahí nos hicieron ayer una en una carretera de Nariño; estamos realizando todos los esfuerzos para poder rescatar a estos compatriotas.

Diría que la seguridad ha producido unas buenas consecuencias, no todas cuantificables en el país. Quiero referirme a una evolución muy favorable en la conciencia de los colombianos: cuando yo era estudiante universitario, hablar de seguridad en el discurso político era exponerse a una crítica implacable, porque la propuesta de seguridad se entendía como un camino a la dictadura, como un camino al facismo. Hoy las grandes mayorías de compatriotas reconocen la seguridad como una fuente de recursos y como un valor democrático.

Creo que hay unos intangibles bien importantes de esta política. Se han recuperado monopolios que no debió perder el Estado: el monopolio de la Fuerza Pública para combatir a los criminales. Ya no existen los paramilitares. La palabra ‘paramilitar’ se utilizó en Colombia para denominar bandas privadas criminales cuyo objetivo era combatir a la guerrilla.

En todas las regiones de Colombia hoy, las Fuerzas Militares son las únicas que están combatiendo al crimen.

Se ha reestablecido el monopolio a la justicia; en muchas regiones de Colombia jueces y fiscales habían sido reemplazados por cabecillas guerrilleros y paramilitares, no los dejaban operar; hoy los jueces y fiscales están actuando en toda Colombia.

Se ha restablecido la descentralización. Cómo podemos hablar de que había descentralización, si 400 alcaldes de Colombia no podían actuar por las presiones del terrorismo.

Y el terrorismo asaltó y se robó los recursos de la salud, los recursos de las regalías, los recursos de las transferencias.

Todos los alcaldes de Colombia y todos los gobernadores, y hago un paréntesis para no dejar de lamentar el retroceso que tuvimos en diciembre con el asesinato del Gobernador del Caquetá, salvo ese retroceso, todos los alcaldes y todos los gobernadores, independientemente del origen político de su elección, en nombre del pluralismo que une la Patria, han estado rodeados de las garantías de la política de Seguridad Democrática.

En la medida en que ha taponado esas avenidas de desquiciamiento del ordenamiento jurídico que abrió el crimen, son el principio del restablecimiento del respeto a la ley; en la medida que hemos podido derrotar ese asalto a los recursos de la salud, ese robo de las regalías, ese robo de las transferencias, ahí hay un gran principio de restablecimiento de la ley.

Yo les decía a las Fuerzas Militares esta mañana que se tienen que sentir orgullosas de que han podido avanzar en Seguridad Democrática sin legislación de Estado de Sitio, sin recorte de libertades. Uno en muchos países del mundo ve que para que ganen las Fuerzas Armadas el desafío del terrorismo, tienen que perder las libertades.

Colombia es una excepción, aquí van ganando las Fuerzas Armadas y van ganando las libertades. Haber avanzado en este proceso con legislación ordinaria, sin legislación de Estado de Sitio, con pleno respeto, pleno respeto, a las garantías constitucionales, a los derechos políticos, a las normas de legislación ordinaria, creo que es un antecedente bien importante para la Patria.

La reparación. Los colombianos no reclamaban por temor a la venganza o porque lo encontraban inútil, hoy tenemos 320 mil víctimas que han registrado sus reclamos, se está haciendo un gran esfuerzo de reparación; reparación total no hay, apreciados compatriotas, pero todo esfuerzo de reparación anula venganza, evita odio.

Sin embargo, creo que la más importante reparación es el derecho a la no repetición; he ahí la importancia de mirar cómo se mejora la Seguridad Democrática pero no se le abandona.

Muchos compatriotas me dicen: ‘Si, Presidente, se ha mejorado mucho la seguridad en los campos pero no en las ciudades’; ese reclamo es un reclamo que lo interpreto como muy positivo, y les voy a decir por qué.

Creo que se ha mejorado la seguridad en todas partes; yo nunca pensé que esta ciudad fuera a perder sus atractivos turísticos, como los perdió durante tantos años, por la violencia, por los carros bombas en Cartagena, por los secuestros en los alrededores de Cartagena; gracias al mejoramiento de la seguridad, aquí llegaron, entre octubre y este mayo que acaba de concluir, 500 mil pasajeros de cruceros del Caribe; cuando nosotros empezamos ya venían cero pasajeros del crucero del Caribe.

Bogotá, en los años hasta 2004, la cantidad de secuestros urbanos, porque el país no conoció exactamente la cifra, pero eran para acabar con toda la confianza en la ciudad, los carros bombas, etcétera; creo que se ha mejorado la seguridad en los campos y en las ciudades.

¿Pero por qué veo bien ese reclamo? Porque aprecio que mis compatriotas ven la seguridad como dice Maslow, que los ciudadanos de cualquier país del mundo ven las necesidades básicas insatisfechas; cuando se resuelve una, no hay resignación sino exigencia para resolver la otra.

Uno mira qué ha pasado con el hurto callejero, el robo a residencias, al comercio, y encuentra disminuciones.

¿Pero por qué hay más reclamo ciudadano? Primero, está bien que lo haya, esa es la garantía que va a exigir que los gobiernos no aflojen en materia de seguridad.

¿Y qué ha pasado? Creo que un país abrumado, anonadado por los secuestros colectivos, por los carros bombas, hace unos años no tenía mente para pensar en reclamar porque se robaban los enseres de un apartamento, o porque se robaban un vehículo; hoy el país todos los días reclama frente a todos estos delitos; es positivo y nos muestra que el camino es un camino largo que está todavía por recorrer.

Confianza inversionista

Yo he creído mucho, apreciados compatriotas, en la confianza inversionista; a mi generación en el discurso político se le enseñó a reclamar siempre lo social, pero no se le dijo dónde están las fuentes de lo social.

Nosotros hemos venido haciendo una pedagogía en todo el país, explicándoles a todos los compatriotas y a los jóvenes cómo no podemos reclamar lo social si no reclamamos la fuente de recursos para financiar lo social.

Haber aumentado las tasas de inversión es muy importante, se ha logrado. El año pasado la inversión extranjera bruta, antes de deducir la que salió del país, fue de 9 mil 530 millones, en un año de crisis.

Nosotros tuvimos la mayor tasa de inversión de América Latina, 25,8 (por ciento); cuando empezó el Gobierno las tasas de inversión estaban entre el 12 y el 16; este año uno ve unos elementos bien importantes.

Por ejemplo, ¿qué ha pasado con la inversión en equipamiento industrial? Cuando empezó el Gobierno era del 4 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto); en el 2008 subió al 9, en el 2009 bajó al 8, y este año esta creciendo tres puntos.

La inversión extranjera a mayo, en el acumulado de mayo, ha crecido por encima del 13 por ciento, en abril había crecido un 23 por ciento.

Yo veo unos síntomas muy positivos en materia de inversión en Colombia, y eso ha tenido efectos, claro, ¿qué habría sido de esta crisis de la economía si no hubiéramos tenido esa alta tasa de inversión? Yo creo que sin esa alta tasa de inversión, habría sido muy difícil ejecutar los recursos de la política anticíclica.

Como lo que se concertó con ustedes, y que tanto agradecemos su participación, para dedicar a subsidiar tasa de interés. No podemos olvidar que América Latina el año pasado su economía decreció el 1,7. En Colombia crecimos moderadamente pero crecimos; y nosotros no solamente hemos estado afectados por la crisis general de la economía, sino por la violencia y por la crisis particular con Venezuela.

En América Latina el año pasado creció la pobreza, aquí decreció un poquito, pero decreció; y la miseria absoluta decreció y el coeficiente Gini tuvo un leve mejoramiento.

En las crisis anteriores siempre se aumentaba la deserción escolar y universitaria, aquí pudimos en esta crisis seguir creciendo la población escolar y universitaria; y yo asocio en muy buena parte todo eso a la recuperación de la confianza de inversión que ha tenido Colombia.

En mi concepto, compatriotas, esa tasa de inversión ha sido una gran defensa de la crisis y es una gran esperanza para la prosperidad colombiana en los años que vienen.

Y algunos compatriotas dicen: ‘Pero es que eso no se ha reflejado en el empleo y no hemos podido reducir velozmente la pobreza’.

Si nosotros miramos qué pasó en materia de empleo entre 2003 y 2007, vemos que hubo una reducción del desempleo proporcional a ese crecimiento tan importante de la economía que tuvimos.

¿Qué pasó cuando apareció la crisis de la economía internacional? Nosotros no destruimos empleo, pero sí creamos empleo en menor proporción al que necesitábamos.

Y por eso un desempleo que lo habíamos reducido del 18 al 10,7, se nos volvió a aumentar, y está en el 12. Se esperaba que fuera mucho más alto, pero ya hay síntomas buenos, ya por lo menos se frenó el crecimiento del desempleo y ya las 13 grandes áreas metropolitanas mostraron una capacidad de reducir desempleo. En el último informe del Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) aparece en las 13 áreas metropolitanas una reducción de medio punto en materia de desempleo.

Yo tengo mucha fe en el tema de la confianza de inversión, y hay que cuidarla.

A mí me da pena decir esto: muchos analistas decían, y como de mí dicen tantas cosas, entonces yo también digo otras.

Una vez, antes de la elección presidencial de 2006, estaba yo el Sábado Santo por allá en el Ubérrimo, y hay ahí cerquita un pueblo muy amistoso que se llama El Sabanal, y se reunió toda la comunidad y yo fui allá. Y una señora que había llegado de Barranquilla me dijo: ‘Álvaro Uribe, vine a verte, voy a votar por ti, pero esta carretera está muy mala, ¿por qué no la has pavimentado?’.

Y yo empecé a decirle: ‘Señora, porque yo tengo esta finca aquí, eso no queda bien, van a decir que me beneficié, aquí que los riquitos pavimenten el carro, a los pobres hay que arreglarles el acueducto, las escuelas, etcétera; me expongo señora a hacer algo mal hecho’.

Y me dijo: ‘Pues han dicho tantas cosas de ti, que digan otra, no importa, Álvaro Uribe’, me dijo la señora.

Lo que sí se decía de esta Patria nuestra por muchos, por parte de muchos analistas, es que era un Estado fallido.

A mí no me gusta repetirlo, porque en alguna forma un Gobierno de ocho años no tiene derecho a ponerle el retrovisor sino sobre sí mismo.

Pero muchos analistas dijeron que era un Estado fallido, y yo veo hoy que aparecemos entre los punteros, entre los que más estamos mejorando en ese índice que es el Doing Business del Banco Mundial.

El índice de competitividad del Foro Económico Mundial nos registra un gran avance; el índice de competitividad de los suizos nos registra un gran avance, a pesar de lo que falta; el índice de desarrollo humano de Naciones Unidas dijo el año pasado que, después de China, Colombia y Perú eran los países que más estaban avanzando.

El Banco Mundial ha certificado que este es uno de los países que más está avanzando en todo ese indicador que se llama el índice de oportunidades.

Ahora aparecemos entre ese grupo de países que empiezan a ser focalizados por la atención mundial y que se les ve como países de gran prosperidad, que son los países civetas.

Entonces uno ve unas buenas tendencias para el país; por eso me da mucho miedo a mí que se eliminen los incentivos a la inversión; es que apenas nos estamos estrenando, apenas están empezando a producir resultados, ¿por qué los van a eliminar?

Hace poco un empresario chino le decía al Ministro (de Comercio Industria y Turismo) Luis Guillermo Plata, en mí presencia: ‘Hombre, tengo la fábrica de confites más grande en China, quiero poner una en América, nunca había pensado en Colombia, estoy pensando en Colombia’.

Colombia está hoy de moda, se le mira con gran entusiasmo, para qué vamos a quitar unos incentivos que son recientes y apenas están empezando a producir resultados.

Ahora: hay que darle tiempo, eso no va a resolver el problema de la pobreza de la noche a la mañana; pero, por ejemplo, todas las zonas francas exigen un índice importante de vinculación de empleo, sin intermediarios laborales y con afiliación a la seguridad social.

No podemos olvidar que China, desde Deng Xiao Ping, ha tenido las tasas de inversión más altas del mundo, y apenas han revindicado de la pobreza a 400 millones de chinos, de un total de 1.300 millones. Diría que con esto hay que tener paciencia, pero esos incentivos están mostrando ser bondadosos para el país.

Acceso a mercados

Entonces uno habla de la inversión, los incentivos a la seguridad, pero los inversionistas preguntan: ¿Y acceso a mercados? Además de los esfuerzos para darle capacidad adquisitiva a los sectores más pobres del país, creo que hemos venido haciendo un esfuerzo importante, hacer el tránsito de la apertura unilateral al acceso de mercados.

Entre 1989 y 2003, Colombia abrió su mercado a los bienes extranjeros, pero solamente teníamos accesos a la Comunidad Andina, conseguimos un acceso insuficiente a México y contábamos, unos días sí otros no, con las preferencias de Europa y los Estados Unidos, preferencias unilaterales que nunca generan confianza por su precariedad.

Para hacer ese tránsito, hemos hecho el acuerdo Comunidad Andina-Mercosur; el acuerdo con Chile; el acuerdo de inversión con Perú, que va más allá de las reglas andinas; el acuerdo con tres países centroamericanos; la negociación del acuerdo con Panamá; el acuerdo con Canadá, que ya tuvo está semana una votación favorable que puede ser definitiva en el proceso de ratificación en el Parlamento canadiense.

El acuerdo con los Estados Unidos, inexplicablemente congelado en su Congreso; además de acuerdos de comercio, acuerdos de desmonte de la doble tributación, de protección de inversiones; el acuerdo de inversiones con China; el acuerdo de inversiones con India; ahora negociando el acuerdo de inversión con Japón, que la inversión japonesa se había ido del país por los secuestros.

Negociando el acuerdo de comercio con Corea; la semana pasada suscribimos el acuerdo con la Unión Europea, después de estarlo luchando todos estos años; el acuerdo con Suiza; con los países Efta, que están en esa integración comercial con Suiza.

Yo tengo fe que es bueno para 47 millones de colombianos haber hecho el tránsito de la apertura unilateral al acceso de mercados.

Lo digo con todo el afecto y la admiración. El hermano pueblo chileno duerme con pánico por los temblores de tierra, pero no porque se pierde un mercado; es un país que tiene acceso a mercados que suman 4 mil 500 millones de consumidores; a nosotros nos amenazan con un mercado y nos ponen en riesgo las libertades políticas, eso es muy grave.

Yo creo que es muy importante para la economía, para el empleo, para las oportunidades de los colombianos, avanzar en la consolidación de acceso a estos mercados.

Pero aparece otra pregunta: ¿Y qué le vamos a vender a estos mercados? Por eso la innovación productiva; pensar que vamos a competir con café verde, o que vamos a competir con confección básica, es una equivocación.

Anoche asistía en Bucaramanga al inicio de un proyecto bien importante de una zona franca de salud, orientada a convertir a Bucaramanga en un gran centro de atracción del turismo de salud internacional.

Ya hay siete zonas francas de esas en el país en pleno proceso de instalación; bajo la conducción del Ministro Plata, se ha venido en esa tarea de de concertación con el sector privado colombiano, sobre cómo agregarle valor a la producción tradicional y sobre los nuevos sectores en los cuales Colombia puede ser un jugador de talla mundial.

Ustedes están llamados a ser grandes exportadores de servicios; para apoyarlos, una de las últimas disposiciones que acaba de tomar este Gobierno, y quiero comunicarlo públicamente hoy en Camacol, es aclarar que no se le puede cobrar IVA (Impuesto del Valor Agregado) a la exportación de servicios.

Después de un juicioso estudio, eso quedó incorporado esta semana a la legislación colombiana, tiene que ayudarle bastante al sector de ustedes.

Nosotros vemos en el sector de ustedes una gran posibilidad de agregar valor, como en muchos sectores tradicionales de la economía.

Y vemos la posibilidad de salir adelante en sectores nuevos: el turismo de salud, el turismo ambiental, el software, el business process outsourcing; la ciudad de Manizales con los call center, con su derivación más avanzada que es el business process outsourcing, está reduciendo sustancialmente el desempleo, una ciudad andina, con bastante dificultades con los océanos.

Nosotros tenemos mucha fe en la producción de biocombustibles. Ya somos el segundo en etanol, después de Brasil, en América Latina, y el primero en biodiesel a partir de palma africana.

Colombia tiene todas las posibilidades en producción de medicamentos y en producción de cosméticos a partir de productos naturales.

La innovación y la agregación de valor a la oferta de producción de bienes y servicios de Colombia, nos da una gran posibilidad; y eso se sustenta en la revolución educativa que también tiene muchos retos.

Educación

Con la Ministra (de Educación, Cecilia María Vélez) hablamos esta mañana: cuando empezó el Gobierno, la tasa de cobertura universitaria era del 21,6 (por ciento), hoy es del 36 por ciento, pero hay que llegar al 50 (por ciento).

Tenemos una reforma en el Congreso, que ojalá la dejemos que haga tránsito, por lo menos al siguiente Congreso y al siguiente Gobierno, para que en los próximos años Colombia pueda dar otro salto, del 36 por ciento de cobertura universitaria al 50 (por ciento).

Y allí ha sido muy importante estabilidad y quitar politiquería; en cien años Colombia tuvo 120 ministros de Educación, en ocho años hemos tenido un Ministra de excelentes condiciones, que no hemos dejado que la interfiera la dificultad de la política, y ha tenido un equipo extraordinario que le ha venido ayudando en esa tarea.

Yo siempre me pregunto, de pronto cuando paciente o impacientemente uno oye las críticas, digo: ‘Hombre bueno, ¿si seré yo tan fascista que en este Gobierno de la Seguridad Democrática es cuando no se han presentado paro de maestros?’.

Un Gobierno fascista debería estar atribulado de paros y huelgas, y yo creo que el país ha estado más tranquilo en esas materias, no por represión sino por diálogo, pero diálogo con autoridad.

Este Gobierno no ha sido el Gobierno del ejercicio de la autoridad para la represión, pero sí del ejercicio de la autoridad para el orden.

A ratos creo, y lo digo al oído de mi buen amigo, el doctor Mauricio Vargas, para que lo estudien los políticos, los sociólogos, los economistas, los historiadores, que en estos años hemos tenido en Colombia más conflicto político, pero menos conflicto social, y yo creo que eso es importante para la construcción de cohesión social en la Patria.

Infraestructura

Por supuesto, nos falta infraestructura, mucha, pero con toda honradez se han empezado una serie de proyectos bien importantes.

Ese esquema de las zonas francas ha permitido un gran reequipamiento en puertos. Para hablar solo de esta gran ciudad, dos de los puertos de Cartagena movilizaban 300 mil contenedores cuando este Gobierno empezó, y este año van a movilizar millón 600 mil contenedores.

Hicimos la profundización del canal del acceso a la Bahía, pero ahora el nuevo Gobierno va a tener que buscar 70 millones de dólares, 70 millones de dólares para hacer el canal paralelo, porque un canal en una sola dirección se está saturando, se necesita el canal de doble vía.

Por supuesto, en todo falta mucho. Por eso he hablado, yo no hablo de que tengamos un gallinero de prosperidad, ni de unos pollitos de prosperidad. Hablo apenas de unos huevitos de prosperidad.

Y voy a hablar solamente de los huevitos de prosperidad, no voy a hablar de ‘Doña Rumbo’, para que ella no intervenga en política. Yo no vuelvo a hablar de ‘Doña Rumbo’, la gallinita de los huevitos de la prosperidad, sino después del 20 de junio.

Hace pocos días, en un diálogo con campesinos, les decía: ‘Hombre, en el país no corren ríos de leche y miel, no estamos en el paraíso, pero ahí vamos mejorando’.

Y un campesino muy generoso dijo: ‘Presidente, pero ya se puede trabajar, ya no corren tantos ríos de sangre. Presidente, el narcotráfico ya no está comprando la propiedad rural, las gentes de trabajo del campo ya pudimos volver a trabajar la propiedad rural’.

Ahí llevamos unas tendencias, pero en todo falta. Yo me pongo a ver la Bahía de Cartagena. Entonces le falta el canal paralelo de navegabilidad, y apenas tenemos el primer contrato adjudicado para protegerla de la sedimentación del canal del Dique.

Me pongo a ver el río Magdalena, hemos hecho unos puertos, unas obras bien importantes en Barranquilla, pero ahora hay que acometer toda la rectificación del canal navegable de Malambo a Barrancabermeja, así sucesivamente.

Pero Colombia si tiene algo muy importante, apreciados compatriotas: capital humano.

Difícil ver en un país gremios como los gremios de Colombia, entre los cuales se destaca Camacol, unos gremios que rebasan en sus intereses el miramiento de la conveniencia de la actividad gremial y que siempre trabajan con patriotismo.

Al despedirme de Camacol, como Presidente de los colombianos, quiero reconocer el patriotismo de ustedes. Qué bueno para la democracia.

He tenido discusión con sociólogos y políticos, porque me dicen: ‘Ese reconocimiento gremial suyo es corporativismo’. No, no es la democracia cooperativista que propuso la dictadura de Portugal; es el reconocimiento a unas organizaciones gremiales del país que han tenido por encima de los intereses del gremio, los interese generales de la Patria.

Hace poco, en el Foro Económico Mundial, reunido aquí en Cartagena, un médico norteamericano que por primera vez llegaba al país me dijo: ‘Presidente, estoy admirado, cuando leo esta historia…’.

Yo le había escrito y le había dicho: ‘Médico, es que en Colombia en 200 años de vida independiente, solamente hemos tenido 47 años de paz; las generaciones vivas desde los años 40 no han vivido un día completo de paz, la violencia entre los partidos, se termina con el Frente Nacional; la violencia guerrillera, la violencia paramilitar, todos cooptados por el narcotráfico’.

Y él me decía: ‘Yo venía preparado a ver en la expresión de los colombianos el ceño fruncido, la mueca amarga, y encuentro una ciudadanía que mira con felicidad, con desprevención, un gran capital social’.

Cuando yo salga, en la tarde del 7 de agosto, de la Casa de Nariño, y regrese al bello oficio de simple ciudadano de Colombia, quiero mantener hasta el último día de mi vida una gran admiración por mis compatriotas, que las dificultades no los han amargado, sino que les han mantenido ese espíritu positivo, esa actitud de construir, esa actitud desprevenida. Y siempre llevaré un agradecimiento, hasta el último día, por la posibilidad de haber podido trabajar con ustedes estos ocho años.

Sé que con su inteligencia, con el talento del Gobierno que los colombianos elijan, ustedes van a seguir prosperando, para crearle prosperidad a Colombia.

Muchísimas gracias”.
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