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CRÓNICA
‘Uno como que cree que esto no es real’

Por Nubia Camacho (SP)

Bogotá, 14 jun (SP). “Uno no estaba preparado para que de la noche a la mañana le cambiara totalmente el mundo”, dijo el coronel de la Policía Enrique Murillo, pocos minutos después de llegar a la Casa de Nariño, mientras esperaba encontrarse con el Presidente Álvaro Uribe Vélez.

Alto, luciendo su uniforme impecable y con un brillo en los ojos que solo tienen los que se saben libres, explicaba que el mundo le había cambiado del caos y la incertidumbre de la selva, a la solemnidad y la belleza de la Casa de Nariño, hasta donde llegó este lunes, a las seis de la tarde, para recibir el saludo del Presidente.

Todavía asombrado por el milagro de la libertad, tras casi 12 años de un infame secuestro a manos de los terroristas de las Farc, confesó que no sabía qué le iba a decir al Presidente cuando lo tuviera frente a frente.

“No sé. Nunca había estado al lado de un señor Presidente. Lo conocía por una hoja de una revista. Y no sé cómo es el protocolo de un señor Presidente…Vamos a ver qué nos nace de este momento”, expresó, sonriendo.

A unos pasos de él estaba la familia Mendieta: el general Luis Herlindo, su esposa María Teresa y sus hijos Yenny y José Luis.

Cuentan que al ingresar a la Casa de Nariño, por el Hall de Banderas, el general observó la majestuosidad de la edificación, miró el tapete rojo sobre el que descansaban sus zapatos brillantes y los limpió varias veces contra la alfombra.

Ahora estaba allí, con su familia, esperando también al Presidente Uribe y sin soltar la mano de la mujer que con paciencia, con fortaleza y con un amor sin límites, lo esperó durante 12 años.

“Estoy viviendo todavía como un sueño. Porque eso era algo imposible, algo increíble salir a la libertad. Todas son experiencias impresionantes”, dijo.

Su hija Yenny le pasó el celular para que saludara a alguien. El general lo recibió, sonrió bondadosamente y en medio de una voz que parecía un susurro, se le escuchó decir: “Imagínese todo lo que pasó”.

A doña María Teresa le preguntamos qué sentía en ese instante. Al responder, recostó su cabeza sobre el hombro del general y soltó una sola palabra dulce: “Gratitud”.

Luego agregó que varias veces, en medio de la tragedia del secuestro de su esposo, se había reunido con el Presidente: “Es una persona muy gentil”, dijo.

Mientras tanto, llegaban a la salita los comandantes de las Fuerzas Militares y del Ejército, generales Freddy Padilla de León y Óscar González; el Ministro de Defensa, Gabriel Silva; el Director de la Policía, general Óscar Naranjo, el Vicepresidente Francisco Santos y algunos ministros.

Todo era abrazos y felicidad.

El Vicepresidente llegó al lugar pocos minutos antes de que ingresara el Presidente Uribe. “Ustedes son un ejemplo para todos nosotros”, les dijo a los tres oficiales y al sargento Arbey Delgado.

Delgado, que durante cuatro años fue escolta de generales, ahora era saludado con honores por los generales de la Patria. El suboficial lo contaba mientras jugaba con su gorra camuflada en las manos y unos ojos tan grandes como si quisieran verlo todo de una vez.

Poco antes de la siete de la noche, el Presidente llegó a la salita. Había cambiado su chaqueta informal y la camisa a cuadros, con las que había llegado de presidir un Consejo Comunal en Manizales, por un saco gris y una corbata azul.

Los saludó uno a uno. Al tiempo que estrechaba la mano del general Mendieta, el oficial le decía: “Es un milagro que estemos aquí”.

El coronel William Donato le contó al Presidente detalles de su tortuoso regreso a la libertad. Le confesó que estaba muy asustado, escondido en la oscuridad de la selva, pero que cuando escuchó la motosierra con la que los soldados improvisaban un helipuerto, salió.

Unos minutos después, los cuatro rescatados y el Presidente pasaron al Salón de Conferencias, para contarle al país y al mundo la nueva hazaña de la Fuerza Pública. “Parece un sueño. Uno como que cree que esto no es real”, decía el general Mendieta, mientras pasaba al recinto donde los esperaban sus familiares, el grupo de periodistas y el país entero.


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