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Junio 13     Versión imprimible

Alocución del Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez

Bogotá, 14 jun (SP). “Esta es una hora de gran alegría. Muy apreciado general (Luis Mendieta), muy apreciados coroneles (Enrique Murillo, William Donato), muy apreciado sargento (Arbey Delgado): qué bueno.

Al saber ayer esta noticia, un poquito de la noticia, anoche otro poquito y esta mañana otro poquito, el corazón nuestro hacía una especie de caminada del suplicio a la esperanza.

Yo quiero unirme a las nobles palabras de ustedes hoy, agradecer a nuestro Señor, que le ha dado energía, luces a las Fuerzas Armadas de Colombia para llevara cabo este rescate; les dio a ustedes resistencia para poder llevar ese sufrimiento tantos años, y a estas familias las llenó, les profundizó sus virtudes.

Yo me reuní muchas veces con estas familias. Fue muy difícil. Ellos saben porqué. Porque yo no les podía negar qué estábamos haciendo, yo no se los podía negar, me sentía mal de habérselos negado.

Y quiero decirle a estas familias que, de todos estos años que me ha tocado compartir con estas familias, conversar, saber de ellas, recibir sus críticas justas, que yo sabía que la decisión –y hablo en primera persona mía- les causaba mucha preocupación.

Pero los quiero mucho, queridas familias. Ustedes son un ejemplo para la Patria.

Ministro (de Defensa, Gabriel Silva Luján) yo quiero felicitarlo a usted, a las Fuerzas Armadas de Colombia. Nos sentimos muy orgullosos.

Esta tarde, en un Consejo Comunitario en Manizales, la ciudadanía le dio un aplauso que se sentía en el alma, en el corazón, a las Fuerzas Armadas de Colombia.

Yo sé que 46 millones de colombianos, todos los compatriotas, esta noche de júbilo aplauden a nuestras Fuerzas Armadas.

Muchas gracias por este nuevo triunfo de las Fuerzas Armadas.

A mis compatriotas:

Esta Nación, en 200 años de vida independiente, ha vivido escasos 47 años de paz; las generaciones vivas desde los años 1940 no han vivido un día completo de paz. La violencia entre los partidos, sucedida por las guerrillas marxistas, la reacción del paramilitarismo, unos y otros cooptados por el narcotráfico. Toda esta pesadilla es lo que la Patria tiene que superar.

Una Patria flagelada por las narcoguerrillas, los narcoparamilitares, todo ese narcoterrorismo, es un Patria que tiene un camino: la Constitución, las Fuerzas Armadas y el pueblo.

Nuestro camino, compatriotas, es apoyar a las Fuerzas, que son un motivo de orgullo.

Las Fuerzas Armadas son un motivo de orgullo para los colombianos y hoy son un motivo para que el mundo admire a Colombia.

Unas Fuerzas Armadas todos los días más eficaces y todos los días reiterando ese gran compromiso con la transparencia.

Unas Fuerzas Armadas que en estos años no solamente han avanzado en la eficacia sino que ellas han liderado su propia depuración cuando ha habido necesidad de hacerlo, sancionando con toda drasticidad a cualquier individuo que haya cometido una violación de derechos humanos.

Estas Fuerzas Armadas son esperanza de la Patria, son un gran camino de apoyo a las nuevas generaciones.

General, coroneles, sargento: quiero explicarles a ustedes que en la mente nuestra ha habido una diferencia entre posibilidades de aproximarse a la acción humanitaria.

Particularmente he tenido dos conceptos humanitarios, dos posibilidades humanitarias, dos hipótesis: el acuerdo humanitario del apaciguamiento y la acción humanitaria de la autoridad.

En esta ocasión se ha cumplido una acción humanitaria de autoridad, que ha concluido con el rescate de ustedes.

El acuerdo humanitario de apaciguamiento es como abonar, fertilizar el secuestro, es siempre regar la semilla del terrorismo, equivale a difundirla.

El acuerdo humanitario de apaciguamiento es reconocerle méritos al secuestro y crear condiciones para que el secuestro se reproduzca y crezca.

El acuerdo humanitario de apaciguamiento es aumentarles a los secuestrados la tortura, con ese agravante de la humillación, al ponerlos de igual a igual con los terroristas.

Nosotros hemos buscado todos estos años la acción humanitaria de autoridad. Esa es la acción que demuestra que el secuestro no paga, esa es la acción que demuestra que aunque hay que demorarnos, tomar tiempo, superar muchas dificultades, prepararse, crear una gran conciencia, es la que finalmente le da una gran esperanza al pueblo colombiano.

Y una esperanza que reposa en la visión de que con estas acciones, Colombia va desmotivando el secuestro.

Dios premia la buena fe y la constancia.

Estas acciones humanitarias de autoridad han sido adelantadas con toda la constancia, con toda la buena fe, y nosotros sabemos que este sacrificio, esa espera de ustedes en la tortura del cautiverio y este rescate a cargo de sus Fuerzas Armadas, es un gran paso para que las nuevas generaciones no tengan que vivir este suplicio del secuestro.

Ustedes son unos héroes de la Patria, nosotros los recibimos con júbilo; sufrimos mucho por su presencia de ustedes en el cautiverio, y muchas veces no lo podíamos expresar.

Nosotros hemos tenido una gran angustia todos los días, silenciosa, pero con toda la determinación de llegar a rescatarlos.

A los verdugos de ustedes, a aquellos seres humanos integrantes de la guerrilla narcoterrorista que los tenía a ustedes cautivos:

Nosotros tenemos toda la firmeza pero carecemos de asomo de rencor.

Quiero hacer esta reflexión a los integrantes de grupo narcoterrorista de las Farc, que han tenido cautivos a nuestros oficiales. Ahora la sanguinaria Farc los va a buscar para asesinarlos, las Fuerzas Armadas de Colombia, sus compatriotas, la organización constitucional del Estado, el Gobierno, queremos albergarlos y recibirlos.

Aquellos que los tenían cautivos a ustedes, ojala tomen la decisión de desmovilizarse y de reinsertarse, allí tienen una oportunidad para su seguridad y para poder rehacer sus vidas.

Con ustedes aquí, ya reintegrados el seno de sus familias y de su institución, todavía queda una tarea muy grande: nosotros no podemos desmayar un solo momento para rescatar a nuestros compatriotas, a los sargentos Luis Alfredo Moreno, Luis Arturo García, Luis Alfonso Beltrán, Robinson Salcedo, Libio José Martínez, Salín Antonio Sanmiguel, Francisco Aldemar Franco.

Al señor coronel Edgar Yesid Duarte, a los mayores Guillermo Javier Solórzano y Elkin Hernández, a los sargentos Cesar Augusto Lasso, Luis Alberto Erazo, José Libardo Forero; a los intendentes Luis Hernando Peña, Jorge Humberto Romero, Jorge Trujillo Solarte, Carlos José Duarte, Wilson Rojas Medina, Álvaro Moreno, Robert Hernán Guáquez y al infante de marina Henry López Márquez.

Aquellos integrantes de la narcoguerrilla que tienen en sus manos, cautivos y torturados a estos compatriotas, les enviamos un mensaje: los invitamos a que abandonen ese grupo terrorista, a que se desmovilicen, a que regresen a la libertad a estos compatriotas secuestrados.

El Gobierno les cumplirá, les cumplirá buscando con las autoridades de la Fiscalía y de la justicia un instrumento que les permita estar libres, y les ayudará apoyándolos para que puedan rehacer sus vidas.

Esta decisión la hemos tenido en el fondo de nuestras convicciones desde hace mucho, mucho tiempo.

Este Gobierno no es un Gobierno de alardes pero sí es un Gobierno de una firmeza sin dobleces.

Hay dos caminos –y lo digo al oído de los guerrilleros- un camino es que se desmovilicen, que liberen a los secuestrados, que el Gobierno cumpla buscándoles un instrumento para su libertad y un apoyo para rehacer sus vidas. Ese es un camino.

Este Gobierno es un Gobierno de firmeza, sin claudicaciones, sin asomos de rencor y al mismo tiempo con disposición de generosidad, no de otra manera se han recibido generosamente 53 mil integrantes de los diferentes grupos terroristas desmovilizados en estos años.

El otro camino es el de la persistencia en el profesionalismo de estas Fuerzas Armadas para rescatarlos.

Nosotros tenemos una mezcla entre urgencia y paciencia. Todos los días trabajamos estos temas con urgencia pero también tenemos paciencia para esperar el momento en que pueda llegar la victoria.

Este es el camino de la autoridad, el primero es el camino de la rectificación y el camino de la reconciliación.

Nosotros quisiéramos que los guerrilleros tomaran la decisión de desplazarse por el camino de la rectificación y por el camino de la reconciliación, desmovilizándose y poniendo en libertad a los rehenes, a los cautivos, a los secuestrados, a los torturados, pero jamás podremos renunciar al camino de la autoridad. Quiero hacer ese llamado.

Yo sé, señor Ministro (de Defensa) y muy apreciados comandantes (de las Fuerzas Armadas y de la Policía) que en ninguna hora falta voluntad, que en ningún momento falta determinación, y seguiremos hasta el último día, con todo el afán de Patria, buscando la libertad de quienes siguen allá torturados en el secuestro.

He recibido muchas llamadas. Una llamada es de la doctora Ingrid Betancourt, que los quiere saludar, ahora la vamos a llamar.

Yo no sé, Ministro, comandantes, general, coroneles, sargento, si ustedes quisieran decir alguna palabrita. Aquí más que palabras hay júbilo, pero también el alma conectada allá con quienes siguen en la selva. Allá tenemos el alma conectada”.


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