Marzo 16

   

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez en la clausura de la Asamblea de la Cámara Colombo Venezolana

Bogotá, 16 mar (SP). “Quiero dar un saludo muy respetuoso a ustedes, con motivo de esta nueva versión de la Asamblea de la Cámara de Comercio Colombo Venezolana.

He escuchado con admiración las palabras de los doctores Carlos Hugo Escobar (Presidente de la Junta Directiva) y Magdalena Pardo de Serrano (Presidenta Ejecutiva).

No puedo ocultar que cuando los escuchaba, mi mente no se resistía a hacer una comparación entre las actitudes carentes de principios que se dan en el empresariado de países ricos y la dignidad y la fortaleza de principios que se dan en el empresariado de nuestros países. Eso es admirable. Algún día en Colombia sobre ese tema se harán análisis que se requieren.

Les agradezco inmensamente esas palabras y el Gobierno, para los 143 días que aún nos restan —que tienen que ser de trabajo infinito por la Patria y para la transición con el nuevo Gobierno-, las tendrá muy en cuenta.

Además, les agradezco inmensamente la publicación de este libro. Cuando nos pasaron allí en las pantallas algunas de las láminas que trae el libro, nos motivaron más con las bellezas con que la naturaleza dotó a nuestros dos países.

Reflexión sobre la violencia en el Bicentenario

Es el año del Bicentenario del Grito de la Independencia. He venido proponiendo a mis compatriotas una tesis: Colombia es un país que ha tenido buenos gobiernos, buenos liderzazgos, buenas políticas públicas. Debería haber tenido mayor prosperidad.

Seguramente. Economistas, sociólogos, politólogos dirán por qué. Yo particularmente pienso que la violencia ha afectado mucho en estos 200 años de vida independiente la prosperidad colombiana.

Y cuando uno examina el nacimiento de la República ve que la violencia entre nosotros produjo muchos daños. En lugar de haber pasado del Grito de la Independencia a la consolidación inmediata de la Independencia, la violencia entre nosotros nos hizo pasar a la Patria Boba.

Pocos días habían transcurrido desde el Grito de aquel 20 de julio, cuando los ejércitos centralistas del General (Antonio) Nariño partían de Bogotá, no a enfrentar al invasor español, sino a enfrentar a otros de nosotros, a aquellos que bajo las órdenes de Camilo Torres, en nombre del federalismo, se habían reunido en Tunja.

Los herederos y discípulos de (José Celestino) Mutis que pudieron darnos la gran revolución inicial de la investigación y de la ciencia, como presupuestos fundamentales de prosperidad, fueron llevados por esa Patria Boba al cadalso.

La Campaña Admirable se da por los enfrentamientos que se habían producido en Venezuela, que obligan al Libertador a llegar Cartagena y a armar entre Cartagena, Tenerife, Mompox, ese ejército que con la ayuda de las provincias reunidas en Tunja, le permitió adelantar la Campaña Admirable. De resultados positivos muy cortos, porque sobrevino otro fracaso por el enfrenamiento entre nosotros.

Podría uno seguir recordando lo que nos narran los historiadores detalladamente. Pero cuando esto se mira en grandes saltos, se encuentra que el enfrentamiento entre nosotros nos llevó del Grito de Independencia la Patria Boba; nos prolongó durante muchos años la Violencia, antes de consolidar la Independencia.

¡Cuánto habríamos ahorrado en vidas, en tiempo, en científicos, si en lugar de haber empezado estos enfrentamientos entre nosotros, nos hubiéramos dedicado a afianzar la Independencia!

Me he hecho otra pregunta: ¿por qué no pudimos disfrutar suficientemente las dotes del Libertador como conductor del Estado? Porque la independencia le tomó más tiempo del requerido, por las batallas internas.

Porque cuando regresaba el sur, su instalación en el Gobierno estuvo llena de accidentes y de intervalos.

Tenía que enfrentar los temas graves de la Nueva Granada; al mismo tiempo mirar como disuadía al General (José Antonio) Páez, que amenazaba contra la unidad de la Gran Colombia y evitaba que por el lado de Ecuador se presentara, con el liderazgo del General Juan José Flores, esa desintegración, que además amenazaba llevarse a Pasto, entonces gobernada por (José María) Obando.

Esas luchas, nos impidieron un periodo que habría sido de mucha más prosperidad, en la medida en que el Libertador hubiera tenido más tiempo para dedicarse a los menesteres del Gobierno.

Y uno podría seguir haciendo el recuento de todo el siglo XIX.

Apreciados compatriotas colombianos y venezolanos: en ese siglo escasamente tuvimos siete años de paz, alrededor del Gobierno del Presidente (Rafael) Núñez, y al decir que el documentado historiador y ex ministro doctor Rodolfo Segovia, fueron justamente esos años los que permitieron un gran florecimiento industrial en el Caribe y un gran avance de la agricultura en la Colombia andina.

Pero sobrevino otra guerra, la cuarta o la quinta, de la segunda mitad del siglo XIX, la guerra de 1895. Y no había terminado y ya empezaba por los santanderes la última guerra final, civil, de aquel siglo, la Guerra de los Mil Días, que fue de mil 128 días; cien mil muertos. Cuando concluye en el último trimestre del año 1902 con tres pactos: uno el Buque Wisconsin en Panamá, Allí en nombre del Gobierno, el pacto fue firmado en aquél último trimestre de 1902, por el General (Alfredo) Vázquez Cobo.

El otro pacto cerca de Cúcuta, en Chinácota, por los mismos días, suscrito por el General Ramón González Valencia, y en una finca llamada Neerlandia, en el departamento de Magdalena, firmaron el pacto del General Rafael Uribe Uribe en nombre de las fuerzas insurgentes y el General Florentino Manjarrés en nombre del Gobierno.

En aquella ocasión el General Uribe Uribe dijo: ‘hemos hecho la paz no porque tengamos voluntad de paz, sino porque ya no tenemos por qué pelearnos. Hemos destruido al país, todo está por reconstruir. Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer patria con los fusiles destructores de la violencia. La destruimos.

Hoy estamos convencidos que la única manera de hacer patria es con las herramientas fecundas del trabajo'.
Un año después se separaba Panamá, la joya de la corona. Sin actitud pendenciera, que no se necesitaba, porque tampoco había habido capacidad para retenerla. Y mucho menos capacidad para resistir la separación.

En aquella acta del 3 de noviembre de 1903 dicen: ‘nos separamos porque hemos llegado a la mayoría de edad. Nos separamos como hermanos, queremos ejercer nuestros derechos’. Pero se habían separado porque se habían sentido desprotegidos, porque las luchas internas nos llevaron a menospreciar a Panamá.
Indudablemente influyó la política del ‘gran garrote’ del Presidente (Teodoro) Roosevelt, pero también uno se pregunta en qué nivel influyó la otra política, la política del gran descuido de nuestra parte por esas luchas, por esa violencia.

Tuvimos relativa paz hasta los años 1940, Gobiernos realizadores como el Gobierno de (Rafael) Reyes, de Pedro Nel Ospina. Un gobierno superior de Alfonso López Pumarejo, que entendió que la modernización del país requería todo el apoyo a la modernización de las empresas y al mismo tiempo, todo el apoyo a la reivindicación de los trabajadores.

Y esa violencia política que se había apagado con los pactos de 1902 resurge a principios de los años 1940. Escasos 40 años de paz, que sumados a los siete del siglo XIX, nos dicen que en 200 años de vida independiente apenas hemos tenido 47 años de paz. Porque desde principios de los años 40 la paz nos ha sido esquiva, las generaciones vivas desde aquel entonces no han tenido un día completo de paz.

La violencia entre los partidos. Todavía en muchas regiones de Colombia no se conocían los pactos del Frente Nacional entre los presidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez, pero ya se escuchaba el fusil de las nacientes guerrillas marxistas que querían replicar en Colombia y en Bolivia el modelo recientemente instaurado de Cuba.

En nombre de la violencia, de la lucha violenta de clases, como único instrumento de acción política, del propósito de sustituir la democracia por la dictadura del proletariado, se condujo a Colombia al derramamiento de sangre que no tenía antecedentes. Vino la reacción, igualmente, cruel del paramilitarismo, y unos y otros terminaron cooptados por el narcotráfico. Y esa es la triste realidad que hemos vivido.

Prosperidad de colombianos y venezolanos

A mí me preocupa enormemente que la desunión de nuestros países se constituya en un factor que nos prive de prosperidad, a semejanza de la prevalencia de la violencia interna en estos 200 años de vida independiente, que nos ha privado de prosperidad.

Es bueno, y quiero invitarlos a que examinen cuidadosamente la historia, para que examinando la historia se prospecte a nuestras naciones a futuro y venezolanos y colombianos podamos tejer conjuntamente el camino de la prosperidad.

Ustedes saben, apreciados compatriotas colombianos y venezolanos, que este Gobierno próximo a concluir ha procurado profundizar confianza en Colombia, de propios y extraños, sobre tres caminitos: la búsqueda de la seguridad con valores democráticos, con respeto a las libertades, a las garantías civiles, a los derechos políticos; la promoción de la inversión y la Política Social.

Permítanme referir a un tema allí incluido, que es el tema del empleo y el tema del emprendimiento. Nosotros pensamos que ese no es un tema de más ajustes a la legislación laboral, de quitarles a los empresarios la carga de los parafiscales o de introducirle al empleo el obstáculo que se derivaría de derogar la Reforma Laboral del año 2002. Ni lo uno ni lo otro. El tema es mucho más de fondo.

Hemos pensado que confluyen seis elementos: la seguridad, la promoción de la inversión, el acceso a mercados, la innovación productiva, una Revolución Educativa permanente y la construcción de infraestructura.

Mejora en cifras y seguridad

Colombia tenía casi 30 mil asesinatos por año; el año pasado fueron 15 mil 147, todavía mucho. A la fecha este año llevamos 50 asesinatos menos que el pasado.

Nuestra tasa de asesinatos por cada 100 mil habitantes era de 66; el año pasado concluimos con 32. El país ha venido derrotando con toda determinación el secuestro, el terrorismo.

Por fortuna es más exigente la opinión ciudadana. Antes esos delitos mayores no dejaban que apareciera la protesta por el hurto callejero, por el hurto al comercio, por el hurto a las residencias; hoy sí. Y hay una preocupación de las autoridades y de la ciudadanía. Y la preocupación es absolutamente conveniente, porque se constituye en un factor de puya al Estado para que todos los días avance en el tema de seguridad.

No se puede desconocer la seguridad como un factor fundamental para la prosperidad. La seguridad no es una posición de izquierda o de derecha. La seguridad no es una actitud fachista; la seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.

Me preocupa que Colombia no esté acompañada

A mí me preocupa que cuando Colombia, por la circunstancia de sufrir durante tantos años la victimización terrorista, no esté acompañada por toda la región en la lucha de la seguridad, Y el problema hoy es más grave, empieza a ser más grave en otros países que aquí mismo. Y por lo menos aquí hay conciencia popular y gubernamental de la necesidad de la medicina.

El segundo elemento: la promoción de la inversión. Nosotros hemos venido haciendo un gran esfuerzo en el manejo macroeconómico, en los incentivos tributarios, en la reforma del Estado. En la ley liderada por el Ministro (de Comercio, Industria y Turismo, Luis Guillermo) Plata para poder firmar los pactos de estabilidad en las reglas de juego con los inversionistas. Todo eso se ha venido cumpliendo.

Ningún gobierno anterior de Colombia fue contrario a la promoción de la inversión, el nuestro ha buscado poner todo el énfasis en la promoción de la inversión.

Yo no veo posibilidad de la prosperidad colectiva de nuestra Patria sin una alta tasa sostenida de inversión. Y eso dejó de ser un tema de capitalismo o socialismo; se convirtió en un tema supramodelo. El ejemplo lo dio la apertura de China, a partir del gobierno de Deng Xiaoping. Y los fracasos por falta de esa inversión que produjeron el colapso soviético, el colapso de la Cortina de Hierro y el colapso de Alemania Oriental.

Inversión, factor insustituible contra pobreza

Nosotros hemos venido pasando nuestra tasa de inversión del 12, 14, 15 por ciento a niveles del 26, 28 por ciento. Pero apenas llevamos cuatro años con una tasa de inversión alta y sostenida. China, con más de 20 años, solamente ha logrado reivindicar de la pobreza a 400 millones (de habitantes) de un total de mil 300.
El discurso social que no esté acompañado de un gran compromiso con una alta tasa de inversión es un discurso social que se queda en la propuesta y en la incapacidad de producir resultados.

Quiero durante estos días finales del Gobierno repetir con afecto a nuestras patrias, ante mis compatriotas, la necesidad que entendamos la inversión como un factor insustituible de superación de pobreza y de construcción de equidad.

A mí me formaron en una escuela universitaria y política en la que equivocadamente nos hicieron creer que había que olvidarse de la inversión, que lo que se necesitaba era lo social, y que la seguridad era simplemente una aproximación fachista. Y se daba por descontado que no se necesitaba. ¡Cómo se requieren ambas! La seguridad y la promoción de la inversión.

El año pasado, cuando uno pondera la inversión pública y la privada, encuentra que nuestro país ocupó en la tasa de inversión el puesto más alto en América Latina, con una tasa del 25,3 (por ciento). Y cuando nuestro rango de Inversión Extranjera Directa se movía entre 400 y 2 mil millones de dólares, en los últimos años ha estado entre 8 mil 500, y 10 mil 578. Mientras en el mundo, el año pasado, la Inversión Extranjera Directa cayó en un 29 por ciento, en Colombia la Inversión Extranjera tuvo el segundo año récord. 2008 fue el año récord de nuestra historia con 10 mil 578 millones de dólares.

El año pasado, de acuerdo con publicaciones del emisor, sin conocer todavía el resultado en la subcuenta de compensación del mes de diciembre, la Inversión Extranjera bruta en Colombia fue el segundo nivel récord: 9 mil 530 millones de dólares. Podríamos hablar de muchos temas sobre la inversión: el tema de seguridad, el tema tributario.

Podríamos hablar de muchos temas sobre la inversión. El tema de seguridad, el tema tributario. Y yo creo que hay que hablar del tema político. Es muy importante que los gobiernos den señales inequívocas de respeto a la inversión.

El fracaso de la estatización

La historia de la humanidad ha demostrado que la gerencia privada es irremplazable por la pública; que los socialismos, aún aquellos que se sintieron absolutamente ricos por iniciales avances industriales o por la dotación de recursos naturales, finalmente fracasaron por el fracaso de la gerencia pública. La historia en eso ha sido contundente, y además, severa.

América Latina ha ensayado periodos de extremos. No es la primera vez que se abren en América Latina espacio proyectos estatizadores. Brasil se afectó mucho, con aquellos proyectos estatizadores entre los años 1930 y los años 1960; la revolución estatizadora de Bolivia de 1950 fue un fracaso; la revolución estatizadora del General (Juan) Velasco Alvarado en el Perú fue un fracaso, como también fracasaron los países que se fueron al otro extremo en otras décadas, los que se olvidaron de las regulaciones y permitieron el capitalismo salvaje y desmontaron el Estado.

Cuando yo los escucho a ustedes veo que hay un factor muy importante. Si yo fuera inversionista extranjero que quisiera invertir en Colombia, estaría midiendo la fortaleza de principios del sector privado. Y lo que ustedes han hecho para enfrentar estas dificultades, es una demostración de principios, de fortaleza de principios.

A mí me preocupa mucho que en países industrializados haya unas posiciones que violan los principios de la democracia, de la defensa de la libre iniciativa, pensando que con ello van a conseguir objetivos de apaciguamiento y a salvar negocios particulares. Ese mal ejemplo lo dan algunos países industrializados. Y todo lo contrario ocurre en un país pobre como Colombia, donde se ha demostrado en nombre de la dignidad, que los principios democráticos están por encima de los cálculos, de los balances en el corto plazo.

Mis compañeros de Gobierno y yo lo único que tenemos para decirles por esa actitud, es la expresión de nuestra felicitación, es la palabra del elogio, de respeto. Pero además yo lo veo muy importante en el largo plazo.

Cuando observo algunos países industrializados que dejan pisotear los principios democráticos por salvar negocios, órdenes de compra o indemnizaciones a algunas empresas, pienso que no leyeron a (José) Stalin. Y la iniciativa privada está obligada a leer a Stalin.

Stalin entendió muy bien que cuando la iniciativa privada se acobarda convirtiéndose en servil con el comunismo —la forma que él practicaba-, esa iniciativa privada servil ayuda a destruir el capitalismo.

Hay varias maneras de destruir el capitalismo, de destruir la iniciativa privada. Una manera es cuando los líderes de la iniciativa privada entregan los principios, cambian los principios por el servilismo para defender balances de corto plazo y terminan siendo devorados por las fieras que los han querido destruir. (John F.) Kennedy lo dijo sabiamente: ‘Aquel que pretende cabalgar en las ancas de un tigre, termina en su vientre’.

Sé que hay unos sacrificios grandes de corto plazo, pero también sé que Colombia está dando, a través de sus empresarios, una demostración de infinito respeto a los principios democráticos. Y eso lo premiaran los colombianos, el mundo y aún nuestros vecinos en el mediano y en el largo plazo.

¡Que miedo entenderse con países de iniciativa privada servil! ¡Qué bueno entenderse con países de iniciativa privada firme a pie de los principios democráticos! Esto hay que resaltarlo y establecer el contraste.
Una de las ilusiones del 8 de agosto es sentir más libertad para ayudar a establecer los contrastes que tiene nuestra clase dirigente empresarial con empresariados de países ricos que han demostrado allá tanta cobardía.
Entonces cuando uno promueve la seguridad y la inversión, dicen, bueno ¿Invertimos para qué? ¿Qué vamos a hacer con las inversiones? ¿Cuál es el destino de los bienes, de los servicios que produzcamos en ese país? Entonces viene el acceso a mercados, como tercer punto.

Acceso a mercados

Nuestro Ministro (de Comercio, Industria y Turismo, Luís Guillermo) Plata ha hecho un gran esfuerzo apoyado por su equipo, y por muchos colombianos, para pasar de un país que tenía una apertura unilateral de su mercado, a un país con acceso a mercados.

Creo que no falto a la verdad si afirmo que entre el año 1989 y el año 2003 nosotros tuvimos una apertura unilateral, pero no avanzamos en el acceso a mercados.

La Comunidad Andina, con sus riesgos, fragilidades; un acuerdo con México, importante en su momento, hoy a todas luces insuficiente; y en estos años hemos avanzado bastante: el Acuerdo con Mercosur, el Acuerdo con Chile, el Acuerdo con Perú para ir en inversión más allá de los mínimos andinos; el acuerdo con tres países centroamericanos; ahora el acuerdo que empieza a negociarse con Panamá; el acuerdo con Canadá, que va por buen camino en el Congreso canadiense en este momento; el acuerdo con los Estados Unidos, el acuerdo recientemente concluido en su negociación inicial con la Unión Europea, el acuerdo de desmonte de la doble tributación con varios países, el acuerdo de promoción de inversiones con China, con India.

Es bien importante ese camino y no es fácil.

Hoy hay más resistencia en los países a los cuales nosotros queremos llegar que en el propio pueblo colombiano. Aquí se ha dado un gran cambio. Antes había una gran resistencia de esos acuerdos de comercio, hoy hay apoyo.

Amplios sectores obreros reclama que hagamos esos acuerdos para que la economía colombiana tenga más posibilidades, la resistencia se da es afuera en los mercados a los cuales aspiramos a llegar.

Intercambio con Venezuela

Lo que ustedes han comentado hoy sobre las relaciones con el mercado venezolano es bien importante, hay que mirarlas en un proceso histórico.

Porque si uno veía la foto de los últimos años decía ‘bueno, esto por balance bilateral es absolutamente benéfico a Colombia, pero los discursos de mis antecesores, del doctor Carlos Hugo (Escobar) y la doctora Magdalena (Pardo de Serrano) han demostrado cómo, además de que hubo varios años en los cuales la balanza favoreció a Venezuela, también hay una serie de beneficios de gran importancia para la economía venezolana que se deriva de la intensidad de ese comercio.

Nosotros hemos hecho esfuerzos grandes, cuando la crisis de Venezuela de los años 2002-2003 facilitamos nuestros puertos, nuestros aeropuertos. Un país con tantas dificultades en combustibles, abrimos los grifos del combustible para que fluyera por Cúcuta y La Guajira hacia Venezuela.

Yo creo que nada ahorramos. Con paciencia manejamos la necesidad del respeto a la diversidad.

Después vino ese escalonamiento inflacionario tan preocupante de 2008, que se anunciaba en alimentos desde 2007.

A pesar de que muchos sugirieron que frenáramos exportaciones de carne, leche y de otros productos alimenticios a Venezuela por razones de la inflación interna —que en alimentos fue del 12, 14 por ciento-, nosotros dijimos: el comercio no es un elemento utilitarista; el comercio es un factor de creación de riqueza social. El comercio tiene que demostrar también su compromiso con la solidaridad. Y expresamos gráficamente: ‘si nos queda de leche, si nos queda un kilo de carne, lo compartimos con Venezuela’.

Hemos procurado asignarle al comercio al comercio la dimensión social, salirnos de un corto marco utilitarista. Es bueno mirar esto también.

Hay otros elementos a los cuales no me voy a referir hoy en lo que Colombia está haciendo un gran esfuerzo para esa diversificación de mercados.

El otro punto que responde a la pregunta ¿Y qué le vamos a vender a esos mercados?

Valor agregado a la producción y educación

Entonces esa tarea que se esta haciendo con el sector privado para agregarle valor a la producción tradicional y para desarrollar nuevos sectores de talla mundial.

Y el otro punto ¿Y eso cómo se hace?

Con una Revolución Educativa permanente. En los últimos cien años Colombia tuvo 124 ministros de Educación. Hemos tenido un Ministerio de Educación ahora con estabilidad y conducido con criterio de excelencia por la señora Ministra (Cecilia María Vélez).

Teníamos una cobertura en educación básica del 78 por ciento, estamos llegando al ciento por ciento. En educación media era del 57 (por ciento), estamos en el 80 (por ciento). Graduábamos 424 mil bachilleres, este año debemos graduar 737 mil. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, estamos llegando a millón 700 mil.

Colombia es el país líder en la región latinoamericana y del Caribe en formación vocacional gracias a ese gran salto del Sena, que pasó de un millón cien mil estudiantes en formación vocacional al año, el año pasado 7 millones 870 mil. Que pasó de 41 mil matriculados en programas técnicos y tecnológicos, ahora 500 mil. Que se ha convertido en la primera entidad de enseñanza del inglés. Un millón de colombianos aprendiendo ingles en el Sena a través de Internet. Ahora estamos instalando el cable submarino a San Andrés; desde allá enseña la mayoría de profesores vinculados por el Sena.

El país ha aprobado una nueva Ley de Ciencia y Tecnología. En medio de las restricciones fiscales, este año es un año record en el presupuesto nacional para Colciencias.

El país está haciendo un gran esfuerzo en coberturas y en calidad de educación y en conectividad para el sistema educativo.

Creemos que todo eso tiene que dar réditos para el mejoramiento de la competitividad del país y por ende en la elevación del ingreso y su mejor distribución.

Colombia mantiene abiertas las puertas del diálogo

Y sí, nuestra lucha por ese primer punto por la seguridad es una lucha que tiene que adelantarse. Yo le decía al Presidente de Cuba (Raúl Castro) hace pocos días en Cancún, le decía: ‘Colombia ha demostrado durante todos estos años que la única lucha en al que esta interesada es en la derrota del terrorismo interno. Para eso fue el Plan Colombia, para eso es el acuerdo con los Estados Unidos.

Vivir para ver. Obras son amores y no buenas razones.

Nadie puede levantar la mano para decir que Colombia, con el Plan Colombia, que es el antecedente del acuerdo de cooperación en seguridad con los Estados Unidos ha maltratado a algunos de nuestros vecinos.
Al contrario, en la medida en que nosotros derrotemos el terrorismo aquí les quitamos esa amenaza a los vecinos.
Colombia el único interés que tiene, que ha tenido, que tendrá, es del de eliminar un plaga, un plaga interna de violencia que le ha afectado mucho su prosperidad en estos dos siglos anteriores.

Esto hay que repetirlo en todas partes para que quede absoluta claridad de que es lo que buscamos. Seguiremos las advertencias de ustedes.

Aquí recibimos al Presidente (Leonel) Fernández de Republica Dominicana. Él venía con un mandato del Grupo de Río. Yo fui informado que no solamente Colombia había dado su consentimiento para que ese mandato se cumpliera, sino también Venezuela.

Por eso nuestro Canciller (Jaime Bermúdez) acudió a República Dominicana, convocado por el Presidente Fernández y aquí recibimos al Presidente Fernández.

Al siguiente día sábado, él emprendió un viaje desde Bogotá a la frontera. Yo le dije: ‘Yo iba a dejar el Consejo Comunitario que tenía programado para hoy en Santa Marta para acompañarlo a usted, pero creo, Presidente, que si me voy con usted para la frontera, muchos de sus interlocutores pueden encontrar en mi presencia un factor de división. Es mejor que usted esté solo, que yo no lo acompañe, para que se cree un ambiente en el cual con toda confianza le puedan expresar a usted sus preocupaciones’.

Y nosotros hemos estado colaborando con esa mediación del Grupo de Río.

Yo recuerdo que en aquellas reuniones de Cancún para diseñar esas mediaciones estuvieron presentes el Presidente Fernández de República Dominicana; el Presidente (Felipe) Calderón de México; la Presidente de Argentina, la señora Cristina Kichner; el Presidente Raúl Castro de Cuba; presidentes caribeños; el Primer Ministro de Jamaica (Bruce Golding).

Ellos todos dieron ese mandato y nosotros lo recibimos bien y seguiremos en esa tarea.

Nosotros tenemos que tener tanta firmeza para derrotar el terrorismo y la violencia, como tanta firmeza para defender los principios democráticos, como tanta firmeza para tener disposición de buscar acuerdos con todos los países, especialmente con nuestros hermanos.

La relación con Ecuador es una prueba al canto de que se combinan los tres elementos y eso va bien. Y el Gobierno tiene toda la voluntad de hacer todos los esfuerzos para que eso mejore totalmente.

A mí sí me preocupa mucho que en el camino se olviden los principios democráticos. Hace pocos días unos científicos aceptaban esto: Un país puede tener el presupuesto más elevado para la ciencia pero si no hay libertad de iniciativa privada la ciencia se estanca.

La historia de la humanidad ha demostrado una gran relación entre la libertad de iniciativa privada y la prosperidad de la ciencia.

Cuando se marchita la iniciativa privada ¿qué ocurre? Los pueblos se aperezan y la mente también, los pueblos pierden la disciplina del trabajo.

Yo creo que si nuestro Gobierno hubiera trabajado en un sistema como el de Unión Soviética o la Alemania Oriental de aquella época, no hubiéramos podido conjugar el verbo trabajar, trabajar, trabajar; porque esos sistemas estimulan es hacer pereza, hacer pereza, hacer pereza.

Yo quiero invitar a todos mis compatriotas colombianos y venezolanos, a mirara la relación entre ese valor democrático que es la iniciativa privada y el nivel de laboriosidad de los pueblos. Y la otra relación entre ese valor democrático que es la iniciativa privada y el éxito investigativo.

¿Qué pasó en Unión Soviética? Un gran desarrollo armamentista y una gran obsolescencia productiva. Y yo creo que se colapsaron, no tanto porque tuvieran conciencia de la pérdida de libertades, sino porque sintieron el efecto de la pérdida de libertades, que era la mala calidad de vida.

La pérdida de libertades impide totalmente que los pueblos prosperen. Y finalmente la pérdida de libertades se constituye en un factor de diezma, deteriora la calidad de vida y produce movimientos populares de insospechadas consecuencias.

No sé Ministro Plata cómo proceder en estos 145 días de Gobierno que nos quedan.

De todas maneras con la Cámara ha habido un diálogo muy importante todos estos años. Yo la invitaría doctora Magdalena —porque yo no había visto en estas venidas a la Cámara tantas cámaras de televisión como hoy-, a ver cómo realizamos rápidamente una nueva reunión con todo el equipo económico de la Presidencia.

Colombia, como lo ha dicho el Canciller, mantiene abiertas todas las puertas del diálogo. ¿Qué le digo?
Muchas gracias a todos”.

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