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Marzo 18     Versión imprimible

Palabras del Presidente Álvaro Uribe durante la entrega del Premio ‘Empresario del año’, otorgado por el diario La República

Bogotá, 18 mar (SP). “Mis compañeros de Gobierno hemos procurado a trabajar estos años para crear más confianza en Colombia. Es la palabra que nos ha entusiasmado, que nos ha jalonado.

Acudimos esta noche a La República a destacar coequiperos en esa tarea emocionante de buscar confianza en Colombia. Y me refiero a varios coequiperos, a quienes queremos expresar nuestra gratitud.

Al diario La República: 30 años de construcción de confianza en Colombia, 30 años de promoción de inversión, 30 años de promoción de empresa, 30 años de análisis serio, 30 años de preocuparse por el bienestar y no dar renglones al malestar, 30 años promoviendo lo positivo sin resaltar lo agrio. Qué importante coequipero es La República para construir confianza en la Patria. Muchas gracias. Los felicitamos, doctor Jorge Hernández. Los felicitamos, doctor Fernando Quijano.

Acudimos esta noche a saludar a otros coequiperos en el proceso de construir confianza en Colombia. A los empresarios nominados por La República para recibir el Premio ‘Empresarios del Año’: Juan Guillermo Londoño, de Colinversiones; Hernán Méndez, de Falabella; César Caicedo, de Colombina; Roberto Moreno, de Amarilo; Darío Rey, de Productos Familia; Héctor Fernando García, de Postobón; Rafael Herz, de Anglogold; Carlos José Mattos, de Hyundai; Frank Pierre, de Carrefour. A todos ellos gratitud y felicitaciones.

Germán Efromovich, Empresario del Año

Y acudimos esta noche a resaltar, con todos los compatriotas, a quien ha ganado el Premio ‘Empresario del Año 2009’, de La República: al doctor Germán Efromovich. Los colombianos lo admiramos, lo apreciamos, lo valoramos, lo ponemos como un ejemplo permanente de aquellos hermanos que debemos ganar en la comunidad internacional.

Muchas gracias, doctor Efromovich. En usted se destacan todas las características del líder empresarial: su preparación, su energía, su honestidad, su capacidad de dar ejemplo.

John Kotter muestra como esas características son inseparables. No se puede tener preparación y honorabilidad sin energía. Si falta la energía, todo queda en letra muerta. No se puede tener honorabilidad y energía sin preparación: se carece de la capacidad de definir la visión. Y cuando se tiene preparación y energía pero se carece de honorabilidad, se conduce todo a un gran fracaso. En usted se reúnen esas tres virtudes, que son las que hacen posible dar ejemplo.

Los colombianos hacen los mayores y más sencillos elogios sobre Germán Efromovich. Le dicen a uno: ‘Presidente, ¿ya ha ido a Rubiales?’. Eso producía mil 500 barriles. Este año termina produciendo más de 200 mil. Y allá están, además, cumpliendo una tarea ambiental ejemplar.

‘Presidente, esta mañana estuve en el aeropuerto, ¿sabe a quién vi en el escritorio de Avianca, atendiendo directamente a los pasajeros’. ‘¿A quién vio?’. ‘A Germán Efromovich’.

‘Presidente, me monté en un avión de Avianca, modernísimo, consiguieron flota propia. ¿Usted sabe qué cosa tan importante ha hecho Germán Efromovich con el equipo encabezado por Fabio Villegas?’. Los colombianos en todas partes producen un comentario elogioso y de gratitud sobre su labor en nuestra Patria, doctor Efromovich.

Cuando usted llegó a incursionar en el transporte aéreo, estábamos muy angustiados. Esa angustia no la exteriorizábamos, pero nos consumía. Veíamos al país en el borde de tener un grave problema de transporte aéreo. Se había quebrado una compañía, la otra no había podido despegar, no había encontrado socios en la comunidad internacional que le permitieran ampliar su flota y modernizarla. Y la compañía bandera estaba sumida en una profunda crisis de endeudamiento, en una profunda crisis laboral, de costos pensionales, de falta de equipo propio, de falta de posibilidades de adquirirlo, modernizarlo, expandirlo.

Hoy, gracias a ustedes, doctor Efromovich, doctor Fabio Villegas y muy distinguido equipo, la aerolínea bandera ha recuperado todo lo que significa para los colombianos y ha adquirido un posicionamiento extraordinario en la comunidad internacional.

En este país las dificultades de la aviación afectan mucho más que en muchos otros países. Al decir de alguien, Colombia hizo el tránsito directo de la mula al avión. La dependencia en la movilidad interna de la aviación es muy alta. Por eso es muy alta la preocupación cuando hay perturbaciones como las que vivíamos en el transporte aéreo.

Y el ejemplo de ustedes han querido imitarlo en otras compañías, que han podido traer buenos socios, que han podido modernizar su flota, que han podido expandirla.

Ustedes también nos han ayudado a que este país, que apenas había explorado el 13 por ciento de su territorio en busca de minería, en busca de hidrocarburos, al final de este Gobierno pueda decir que tiene adjudicado y en proceso de exploración el 40 por ciento. Y ustedes nos han ayudado a que la inversión vuelva a los campos colombianos. Ustedes liderando, con la linterna adelante, diciendo: ‘Es posible regresar al campo colombiano’.

Tenemos muchas ilusiones en que van a rodear a Rubiales de un gran desarrollo agropecuario. Y tenemos muchas ilusiones en lo que están haciendo en los departamentos del Cesar y del Magdalena. Muchas, muchas gracias.

Los tres pilares

Coequiperos de la confianza. Hemos trabajado por buscar la seguridad, la confianza de la inversión, y su validador, que es la política social. Decía esta tarde a estudiantes de la universidad pública del departamento de Córdoba que a mi generación la formaron en la idea de que la seguridad era desestimable, que era una categoría de la derecha, una actitud dictatorial. Las cosas han cambiado enormemente, los años nos han hecho entender que la seguridad es un valor democrático y una fuente de recursos.

A mi generación la formaron en la idea de algún desprecio por la inversión. Imperaban las doctrinas marxistas en las cátedras de nuestras universidades públicas, se pensaba que toda la iniciativa tenía que reposar en el Estado, que el único camino que quedaba era el socialismo como fase para llegar al comunismo.

Y la disputa no anticipaba la caída del Muro de Berlín ni el colapso de Unión Soviética, tampoco el cambio de la China de Mao Tse Tung a la China de Deng Xiao Ping. La disputa era cuál de los modelos socialistas sería el nuestro.

A nuestra generación le negaron la posibilidad de ver que lo social se tiene que resolver a partir de la seguridad y de la inversión con responsabilidad social. Lo social, que además se tiene que dar para operar como validador de las políticas de seguridad y de las políticas de promoción de inversiones.

El año del Bicentenario

Estamos en el año del Bicentenario, del Bicentenario del 20 de Julio, un Bicentenario que genera muchas reflexiones, apreciados compatriotas. He venido proponiendo una: ¿por qué Colombia, con buenos gobiernos, buenos gobernantes, buenos liderazgos, buenas políticas públicas, no ha tenido suficiente prosperidad? Politólogos, sociólogos y economistas darán respuestas.

Particularmente quiero asomar una: Colombia ha tenido un elemento transversal de violencia que ha recorrido su historia y que ha afectado la prosperidad. Las nuevas generaciones de colombianos tienen el derecho a que eso no se dé. Ese elemento ha sido la violencia.

Ahora que uno de los resultados de la política de Seguridad Democrática es que las víctimas en Colombia han perdido el temor a reclamar y sienten confianza en la validez de sus reclamos; antes no reclamaban porque lo encontraban inútil o porque temían la retaliación; ahora hay 280 mil víctimas registradas esperando reparación. Sabemos que reparación total no hay, pero también entendemos que todo esfuerzo de reparación anula venganzas, elimina semillas de odio.

Sin embargo, el esfuerzo que el país tendrá que hacer, que hemos empezado a hacer, para la reparación pecuniaria de las víctimas, es apenas inferior. El esfuerzo superior, el mayor esfuerzo, tiene que ser garantizar a las nuevas generaciones de colombianos el derecho a la no repetición, el derecho a que puedan vivir con la seguridad de que carecieron nuestras generaciones, con la paz que fue apenas una ilusión, para que el país logre avanzar mucho más velozmente en prosperidad.

La Conquista fue violenta. Cuando se daba el Grito de Independencia, al otro día, un joven graduado en el Colegio San Bartolomé de Bogotá, de apenas 18 años, quien posteriormente sería general de la República, Francisco de Paula Santander, y que a la edad de seis años había llegado proveniente de Villa del Rosario, era enrolado en el ejército, no para combatir a los españoles y afianzar la Independencia, sino para vincularse a la primera guerra civil. Salía de Bogotá en el ejército del general Nariño, en nombre del centralismo, para enfrentarse al ejército que se organizaba en Tunja, en nombre de las provincias, dirigido por Camilo Torres.

En lugar de afianzar la Independencia, nos vinculamos en la primera guerra civil. Eso nos condujo de la emoción del 20 de Julio a la Patria Boba. En el año 2008, conmemoramos los 200 años del fallecimiento del sabio Mutis. Y al examinar todo el peregrinaje del sabio Mutis, nos vino un motivo de tristeza: formó unos alumnos que pudieron ser la generación de la Iluminación en nuestra Patria, pero aquello que hicimos de no afianzar la Independencia, de dedicarnos a la guerra civil, que permitió la reconquista violenta, hizo también que los alumnos de Mutis, en lugar de poderle producir a Colombia los resultados de prosperidad con los cuales se había soñado, terminaran en cenizas en el cadalso.

La violencia ha sido un punto transversal de la vida nacional que nos ha hecho mucho daño. Por la violencia interna en Venezuela, El Libertador es derrotado en esa primera campaña; se había encontrado con Miranda en 1812 en Caracas. Miranda ya tenía 60 años. Regresaron junto al país, y por las rencillas y la violencia interna, todo terminó mal y El Libertador quedó con la acusación de traidor de otro padre de la Patria, de Miranda.

Llegó a Cartagena derrotado, allí empezó a armar el ejército al que también nutrió de valerosos combatientes en Tenerife, en Mompós y en Ocaña, para la reconquista de Venezuela, en la Campaña admirable, que terminó en otro fracaso, por las guerras internas.

Los españoles no tenían capacidad de atajar ese proceso independentista, que además se dio en el mismo tiempo en todo el continente; pero en algunas forma, por nuestras guerras internas, les dimos capacidad de prolongar la Independencia, de aumentar el derramamiento de sangre.

El Libertador se tuvo que situar en Angostura, no porque lo hubiera escogido como lugar estratégico para derrotar a los españoles, sino porque sus propios compatriotas no le permitían ubicarse en Caracas. ¡Cómo tuvimos que prolongar la sangre y los años de guerra, por nuestras propias luchas internas!

Piar, fusilado por nuestras propias luchas internas. Cuando uno se entera a través del historiador del fusilamiento de Piar, se pregunta cómo se mancilló el heroísmo de Ricaurte, de Atanasio Girardot, cuando por la misma época, por los propios nuestros, fue fusilado Piar.

Cómo nos privamos del buen Gobierno del Libertador. Cuando regresó del sur, en lugar de dedicarse al buen gobierno, tuvo que dedicarse a apaciguar a Páez en Venezuela, a Juan José Flores en el Ecuador, para evitar la desintegración de la República.

Pero nos dio un ejemplo El Libertador: la constancia de lucha. Cuando era derrotado, salía al Caribe o venía a Cartagena para reemprender la lucha. Cuando gana en Boyacá, de inmediato manda a Córdoba para que consolide la independencia de Antioquia y de la Costa en la batalla de Magangué. Cuando regresa del sur, él no se resigna a la desintegración de la Gran Colombia; tal vez si sus energías no hubieran sido melladas tan tempranamente por su salud, la Gran Colombia se habría consolidado en lugar de desintegrarse.

La persistencia del Libertador tiene un punto para referir un contraste en la historia. Lincoln destituyó al general que ganó Gettysburg, porque no fue capaz de ganar la guerra. Ese general se bañó en agua de rosas, y mientras celebraba el triunfo de Gettysburg, los ejércitos independentistas del sur cruzaban el río Potomac y se protegían en el frío del invierno y prolongaban la guerra; el Libertador fue ejemplo de todo lo contrario: él nunca se bañó en agua de rosas; él lo que hizo fue emprender una nueva batalla a la mañana, siguiente, en medio de todas las dificultades.

Colombia ha venido ganando en materia de Seguridad Democrática. Se han ganado unos episodios, pero estamos lejos del triunfo total; por eso hay que pensar como país en el ejemplo de persistencia que nos dejó El Libertador.

Nariño, afectado por aquella Patria Boba que él mismo había ayudado a engendrar, declarando esa guerra contra los federalistas, decía que habíamos puesto el primer huevo, pero que no lo habíamos consolidado.

Sí, la Seguridad Democrática apenas es un polluelo, del cual se asoman las plumas; cualquier pertinaz lluvia puede apestar ese polluelo; por eso hay que poner mucho cuidado, apreciados compatriotas, coequiperos de la construcción de confianza en Colombia.

Yo les confieso que vengo esta noche con inmenso respeto a dirigirles estas palabras en el diario de La República, pero que también le hablo con mucho gusto a una emisora popular de Soacha, que se llama Radio Rumbos, porque todos los días me hace pensar que hay que mantener el rumbo en mejoramiento continúo. Como dicen los economistas de la competitividad: sin estancarlo y sin dar bandazos, apreciados compañeros de construcción de confianza.

En 1828 y en el 29 y en el 30, hubo circunstancias muy tristes de la República; se emprendieron tres viajes: el del general Santander al exilio, el del general Bolívar a encontrar su destino final en Santa Marta y el del Mariscal Sucre a que lo asesinaran en Berruecos.

Todo por las luchas internas. Regresó Santander después de la muerte de Bolívar, lo eligieron Presidente en el 32, puso la semilla de una gran revolución educativa, y sus frutos no se pudieron cosechar porque reapareció la violencia, que no daba tregua. Y entonces el enfrentamiento con su Vicepresidente. Y después la Guerra de los Supremos de Obando y el período bien difícil de Obando, de Melo, el período bien difícil de Mariano Ospina Rodríguez.

La Constitución de Rionegro abre todas las expectativas. Es la carta fundamental de la época en el mundo, pero la violencia y la inestabilidad privan al país de sus logros, a pesar de que en esos bienios hubo conductores de la talla de Murillo Torro y de Aquileo Para.

El periodo de Núñez es un periodo de siete años de paz en el siglo XIX: los únicos siete años de paz en el siglo XIX, que si le sumamos los 40 años de paz en el siglo XX, llegamos a la conclusión de que en 200 años de vida independiente apenas hemos tenido escasos 47 años de paz.

¿Qué ocurrió en el periodo de Núñez? Hubo confianza de inversión. Al decir del historiador e investigador, doctor Rodolfo Segovia, florecieron los primeros proyectos industriales en el Caribe y avanzó mucho la caficultura y la agricultura en la Colombia Andina.

Pero todo duró poco, vino la guerra civil de 1895, y no había concluido, y empezó la última guerra civil del siglo XIX, la de los Mil Días: 1.128 días de derramamiento de sangre, 100 mil colombianos asesinados.

Se le pone punto final en aquellos acuerdos de Wisconsin, el buque atracado en Panamá, de Chinácota en Norte de Santander y de la finca Neerlandia en el departamento del Magdalena. A esta última acudió el general Florentino Manjarrés, representante del ejército gubernamental, a firmar el pacto de paz con el General Rafael Uribe, representante de las fuerzas insurgentes.

Este dijo que hacían la paz no por convicción de paz, sino porque ya no tenían nada por que pelearse, habían destruido al país. Y en palabras reveladoras de lo que deja la violencia, agregó: ‘Nuestros padres y nosotros mismos creímos hacer Patria con los fusiles destructores de la violencia, destruimos el país; la única manera de reconstruirlo es con las herramientas fecundas del trabajo’.

Al año siguiente se presentaron dos eventos: se separó Panamá. Cuando el General Pedro Nel Ospina le trajo la noticia al Presidente Marroquín de que se estaba firmando el acta de independencia de Panamá, el Presidente Marroquín estaba leyendo una novela en francés; hubo poca inmutación, no había capacidad de resistir.

Así también lo habían entendido los panameños. Aquella acta del 3 de noviembre de 1903, en algunos de sus renglones reza: ‘Nos separamos como hermanos, hemos llegado a la mayoría de edad y queremos ejercer los derechos’. No hubo proposición de violencia ni capacidad de retener a Panamá.

La historia ha asignado un papel determinante en aquella independencia a la política del Gran Garrote del Presidente Roosevelt y al interés de los Estados Unidos en el Canal, pero la historia nos debe otra respuesta: ¿en cuánto influyó en aquella independencia la política nuestra del gran descuido?

Había habido intentos anteriores de separación en Panamá; ellos se quejaban de que no había autoridad colombiana que los protegiera, y era la joya de la corona. El último de esos intentos logró que hubiera una rectificación en la decisión panameña, porque el Gobierno de la época envió como delegado al general Rafael Reyes, posteriormente Presidente de Colombia. Un hombre de autoridad y de acción que enfrentó el problema de la destrucción de Colón, recuperó la autoridad en Panamá y dio unos años adicionales, no muchos, de confianza en Colombia. Es bien importante ver cómo la violencia interna, la falta de autoridad, incidió en la pérdida de Panamá.

Al año siguiente, el General Javier Vengoechea, quien había participado en las guerras, lanzó en Barranquilla la Batalla de Flores. Dijo: ‘La única batalla que se requiere en adelante en Colombia, la única que admitimos, es la batalla de flores’. Lo expresaba en nombre de ese temperamento caribe, de ese talante que había elegido años atrás a Núñez como Presidente del Estado de Bolívar y como Presidente de la Nación entera, por una reacción contra la violencia. La alegría, la expresividad caribe, denota que a ello subyace una actitud de rechazo del desorden, de la anarquía y de la violencia.

Tuvimos años de paz, avanzamos en medio de la postración en que habíamos quedado. Gobiernos realizadores como el Gobierno del General Reyes; del General Pedro Nel Ospina, que aplicó bien la indemnización de Panamá; Gobiernos modernizantes como el de López Pumarejo, que no es como lo presentan algunos de los que todavía suelen obtener votos recordando su nombre, que lo representan, que lo quieren presentar como alguien que fomentaba el odio de los trabajadores contra los empresarios.

Todo lo contrario. Lopez lo que hizo fue crear condiciones para la modernidad empresarial, para salir de la economía feudal a la economía moderna y al mismo tiempo estimular, en nombre de la necesaria fraternidad, la reivindicación de los derechos de los trabajadores.

Y esa violencia entre los partidos, que se había apagado en 1902, surge a principios de los años 1940. Y se da el tercer magnicidio, el de Gaitán. El primer había sido en Berruecos el 4 de junio de 1830, cuando fue asesinado el Mariscal Sucre. El segundo en Berruecos, cuando fue asesinado el Presidente electo Julio Arboleda; el tercero, el del General Rafael Uribe Uribe; el cuarto, el de Gaitán; después los magnicidios de Luis Carlos Galán y de Álvaro Gómez Hurtado.

A finales de los años 50, los ex presidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras pactan el Frente Nacional, que pone punto final a la violencia entre los partidos. Pero a muchas regiones Colombia aún no había llegado la noticia de los pactos del Frente Nacional, y ya se escuchaba los discursos de los fusiles de las guerrillas marxistas triunfantes en Cuba, que querían replicar en Colombia y en Bolivia el modelo que estaban instaurando en la isla caribeña; sustituían el argumento como método de acción política por la lucha violenta de clases, y la pretensión era la sustitución del Estado de la ley y el orden, del Estado de la democracia, por la dictadura del proletariado.

Avanzaron, se burlaron de reiteradas ofertas de paz de diferentes gobiernos, generaron la reacción igualmente cruel del paramilitarismo, y unos que otros quedaron cooptados en el narcotráfico.

Las generaciones vivas desde los años 1940 no han tenido un día completo de paz; ahí tenemos un gran compromiso con las nuevas generaciones. Por eso ese polluelo que apenas quiere echar las primeras plumitas, el de la Seguridad Democrática, el país lo tiene que interiorizar para evitar que se reverse en ese camino.

Promoción de la inversión

Y a ese se suma la inversión. La seguridad ayuda mucho a la inversión. Y medidas que han tomado mis compañeros de Gobierno. En estos años, gracias a todos estos coequiperos, a los nominados, a Germán Efromochiv, la tasa de inversión ha pasado del 12, 14, años excepcionales del 16, a una tasa constante sobre el 25 por ciento.

El año pasado, cuando uno mira lo que pasó en la inversión pública y en la inversión privada en América Latina, Colombia ocupó el primer puesto en la tasa de inversión, con el 25,3. La de Brasil estuvo entre el 16 y el 17.

Y cuando nuestra inversión se movía entre 400 millones de dólares y 2.000 millones de dólares, en los últimos años de ha movido entre 8.500, 6.500, 9.078, 10.578. El año pasado, la inversión extranjera directa en el mundo se redujo en un 29 por ciento. En Colombia tuvimos, no obstante un pequeña disminución, el segundo año récord. Sin incluir lo que haya entrado por la subcuenta de compensación en diciembre, el Banco de la República registra una inversión bruta extranjera en Colombia de 9.530 millones de dólares el año pasado.

Y muchos estudiantes y colombianos críticos y colombianos preocupados por el desempleo, me preguntan: ‘Presidente, ¿pero eso todavía por qué no se ha reflejado en unos mejores niveles de empleo, en unos más acelerados ritmos de reducción de pobreza?’.

Por una razón coyuntural y otra estructural. La coyuntural, los últimos dos años de dificultades de la economía mundial; la estructural, además del elemento seguridad, además del elemento de promoción de inversiones, se requiere el acceso a los mercados, se requiere la innovación productiva, se requiere una revolución educativa permanente y se requiere un desatraso en infraestructura.

Pero ese elemento no puede perder de vista otro: se requiere tiempo. La China de Deng Xiao Ping lleva más de 20 años recibiendo altas tasas de inversión y apenas ha podido revindicar de la pobreza a 400 millones de ciudadanos, de un total de mil 300 millones de ciudadanos. El país tiene dificultades fiscales, las veníamos superando gracias al crecimiento que se presentó entre el 2003 y 2007.

Ojalá los próximos gobiernos entiendan que hay unos incentivos de inversión que han ayudado mucho a promover la inversión, que no se le puede dar el mismo tratamiento al contribuyente que no invierte, que el tratamiento que se le da al contribuyente que invierte.

Que esta Patria nuestra necesita acelerar la construcción de capital físico y de capital humano. Que cuando apenas se está poniendo en la pantalla de la inversión en el mundo a Colombia, no podemos echar para atrás aquello que es concausa eficiente de mejores tasas de inversión.

Y el acceso a mercados. Toda la política social ayuda a mejorar el mercado interno. Nosotros creemos que sin la política social, esta crisis nos habría golpeado mucho más. Es una crisis en la cual hemos podido crecer levemente, cuando la mayoría de los países han decrecido.

Es la primera crisis en la cual no se ha aumentado la deserción escolar y universitaria; al contrario, en medio de la crisis, seguimos creciendo en escolaridad y en población universitaria. Se requiere la política social para ayudar con la construcción del mercado interno, pero se requiere acceso a mercados externos.

Entre 1989 y 2003, nosotros abrimos la economía, pero no abrimos mercados para nosotros. Hicimos el desmonte arancelario y permitimos que el país se llenara de bienes extranjeros, pero no buscamos mercados para que llegaran nuestros productos. En esos años de apertura apenas teníamos acceso al frágil mercado andino, y un acuerdo que finalmente resultó superficial con México.

En estos años, en busca de mercados, hemos hecho el acuerdo Comunidad Andina-Mercosur, que bastante ha ayudado a compatriotas del doctor Efromovich a venir a invertir a Colombia; el acuerdo con Chile; el acuerdo con Perú, para crear condiciones de inversión más allá de la Comunidad Andina; el acuerdo con tres países centroamericanos; ahora se negocia el acuerdo con Panamá.

El acuerdo con Canadá, que con la cláusula que ha convenido el partido de Gobierno en Canadá y el principal partido de oposición, parece tener ya vía libre en el Congreso canadiense, y que incluye tres capítulos fundamentales en la globalización social: el capítulo del respeto a los derechos de los trabajadores, el capítulo del respeto a los Derechos Humanos y el capítulo del respeto a las obligaciones ambientales.

El acuerdo con los Estados Unidos: vamos a ver en qué momento se da la ratificación; el acuerdo con Europa, que acaba de cerrarse; acuerdos de promoción de inversiones y de desmonte de la doble tributación; se acaba de firmar ayer el acuerdo con Inglaterra.

Bien importante el acuerdo con China; el acuerdo con India; estamos avanzando en el proceso del acuerdo económico con Japón, y empezando la negociación del acuerdo con Corea. Quisiéramos antes del 7 de agosto tener finalizado ese acuerdo, pero los ritmos coreanos no lo permiten; es el gran camino para la inserción nuestra en el Asia Pacífica. En Corea nos quieren, recuerdan con inmensa gratitud la participación de Colombia en la guerra, es nuestro camino para esa inserción en el Pacífico.

Chile, con 16 millones de habitantes, tiene acceso a un mercado mundial de cuatro mil 500 millones de consumidores. Colombia, con 47 millones de habitantes, necesita velozmente poder tener acceso a todos, a todos los mercados del mundo.

Nosotros no podemos tener nuestro mercado abierto y acceder a muy pocos mercados. Y ese camino es hoy bien difícil, bien difícil, para el consenso interno; lo primero que tuvimos que vencer para negociar el tratado con los Estados Unidos, fue la resistencia interna y dentro del propio Gobierno.

Después muchas dificultades en el proceso de negociación con Estados Unidos, la ratificación en el Congreso de aquí, que todavía no se ha hecho allá, la aprobación en nuestra Corte Constitucional.

Nos demoramos cuatro años negociando con Europa. Primero, consiguiendo que Europa nos reviviera las preferencias unilaterales, que se habían perdido, y ahora en esta negociación del tratado; y le espera un proceso tortuoso: primero, la aprobación en el Parlamento europeo, y después la ratificación en cada uno de los 27 países de la Unión Europea.

Esta tarea que ha liderado el Ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, es una tarea que exige constantes esfuerzos. En ella no se puede desmayar. Pero si hay seguridad, si hay promoción de inversiones y si hay acceso a mercados, ¿entonces qué vamos a vender?

Por eso el país tiene que vivir en un proceso permanente de innovación, agregar valor a lo que producimos y desarrollar los sectores de talla mundial que se han identificado y se identifiquen.

Revolución Educativa permanente

Y eso requiere una Revolución Educativa permanente. En los últimos cien años, Colombia había tenido 124 ministros de educación, y hemos procurado tener toda la estabilización en el Ministerio de Educación, conducido por manos de la mayor competencia moral y profesional; sustraerlo de las vicisitudes de la política.

En estos años ha habido un avance pero no es suficiente. Hemos pasado en cobertura de educación básica del 78 por ciento al ciento por ciento. En educación media del 57 (por ciento) al 75 (por ciento). Graduábamos 400 mil bachilleres, este año Colombia debe graduar 750 mil.

Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, una tasa de cobertura del 21,6 (por ciento), ahora tenemos cerca de millón 700 (mil), una tasa de cobertura cercana al 36 por ciento.

Colombia ha aprobado una nueva ley de Ciencia y Tecnología, y en medio de la las limitaciones fiscales este año es un año récord en el presupuesto de Colciencias.

El Sena pasó de atender un millón cien mil colombianos por año, a atender el año pasado siete millones 860 mil colombianos. Tenía 41 mil compatriotas matriculados en programas técnicos y tecnológicos, ahora tiene 500 mil.

La revolución educativa permanente, en mejoramiento continuo, es un presupuesto para el crecimiento y el empleo.

Infraestructura

Y por supuesto, el tema de la infraestructura. En Bogotá teníamos 34 kilómetros de Transmilenio, ahora hay 84 y en construcción 20. El Gobierno ha hecho todo el esfuerzo para financiar ese 70 por ciento.

Estamos en la construcción de un aeropuerto, en El Dorado, que será uno de los mejores del Continente.

Todas las salidas de Bogotá quedan avanzando en construcción de doble calzada. La carretera Bogotá – Buenaventura, 580 kilómetros, toda en construcción de doble calzada; con dos túneles: el Túnel de la Línea en plena construcción, que ojalá lleve el nombre del Túnel del Segundo Bicentenario, y el Túnel de Melgar, que aspiramos a inaugurar el Domingo de Ramos, que hemos puesto el nombre de ‘Guillermo León Valencia’, para honrar la memoria del gran Presidente de las manos firmes como el acero y puras como el oro.

Bogotá queda con la doble calzada al Llano, contratada y en plena ejecución, como hoy está. Y también, con la doble calzada a Sogamoso, y a Duitama, y con la carretera que está en proceso de construcción, de reconstrucción a Yopal, ya con unos kilómetros bien importantes hacia Arauca.

Y está en plena construcción la doble calzada Bogotá – Villeta, y adjudicados los dos contratos de infraestructura más grandes de la historia de Colombia, los tramos de Villeta hasta San Roque, en el Cesar; y en plena licitación el último tramo de San Roque, en el Cesar, hasta Santa Marta, con dos laterales, una desviación al Este a Valledupar, y otra al oeste, al Corredor de los Contenedores de Cartagena.

El desatraso en infraestructura es fundamental para nuestra Patria.

Empleo

Yo no creo que el problema del empleo lo resolvamos quitándoles beneficios a los trabajadores o imponiéndoles nuevas travas a los empresarios; por eso he discrepado en los últimos meses de la propuesta de echar para atrás la Reforma Laboral de 2002, que bastante ha ayudado en el sector del turismo, en el sector médico, en el sector de los servicios que tienen que trabajar los dominicales y los festivos, y que tienen que trabajar las 24 horas, y que bastante ha ayudado a inyectarle recursos al Fondo Emprender del Sena.

Tampoco creo que la solución sea quitar los parafiscales. Estudios de profesores muy serios, como el profesor Jesús Botero, muestran que de quitar los Parafiscales apenas generaríamos por una ocasión 200 mil empleos.

Hay problemas estructurales del empleo que no dependen de seguir creando inestabilidad en las normas laborales, que dependen de esos seis elementos: la seguridad, la promoción de inversiones, el acceso a mercados, la innovación productiva, la revolución educativa, y el desatraso en infraestructura.

Por eso creemos que es bien importante destacar su labor, doctor Germán Efromovich: usted es un ejemplo de confianza en Colombia, de promoción, de inversión en Colombia.

Apreciados compatriotas: muchas gracias a La República, constructor de confianza en nuestra Patria en todos los momentos; muchas gracias a todos los empresarios que han hecho ese esfuerzo, a los nominados esta noche. Gratitud infinita doctor Efromovich.

Por allá en la patria chica de alguno de los aquí presentes, donde no elogian mucho al que se acredita, le dicen: ya que se acreditó, esperamos que haya más.

Los colombianos estamos muy contentos con Avianca, con Rubiales, con sus esfuerzos agropecuarios, pero como le hemos medido la capacidad, necesitamos que haga mucho más. Se acreditó, para que le pidamos más.

Muchas gracias a todos”.


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