Ibagué, Tolima, 20 mar (SP). “Qué grato venir a Ibagué esta mañana. Escuchar de esta orquesta infantil esa bella interpretación del Himno Nacional y de una de las composiciones musicales más bellas de la historia de la humanidad: el ‘Bunde’ del Tolima.
Uno podría oír el ‘Bunde’ del Tolima cien veces al día y siempre le causa una irradiación de energía, de patriotismo, de afecto inmenso por Colombia.
Como debemos mirar varios temas, prensando que nos quedan 139 días de Gobierno y que hay que trabajar con toda intensidad, voy a hacer unos comentarios, apreciados compatriotas.
Recompensa por información sobre asesinato de periodista
Duele mucho informarle al país que asesinos sicarios asesinaron anoche en la ciudad de Montería al periodista Clodomiro Castillo, de La Voz de Montería.
Uno de los propósitos de este Gobierno ha sido la protección de los periodistas. Se queda, se dificulta mucho predicar la libertad cuando se asesina al periodismo.
Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos para quitarles a los periodistas la amenaza del asesinato, la coacción. Y cuando pensábamos superada esta tragedia, aparecen todavía asesinatos de periodistas.
He pedido al Ministerio de Defensa, a la Policía Nacional, al Ejército, que con la Fiscalía hagamos todos los esfuerzos para que este crimen no quede en la impunidad.
Desde Ibagué, comunico que el Gobierno ofrece 50 millones de recompensa a los ciudadanos que con su información nos permitan la captura de los asesinos del periodista monteriano Clodomiro Castillo.
Me apena mucho tener que darle al país esta noticia.
Nosotros hemos buscado un concepto democrático de seguridad, con todo el afán. Y la Seguridad Democrática es una seguridad para que florezcan las libertades; es una seguridad para que se respeten los derechos humanos; es una seguridad para que florezcan, bajo el Cielo de Colombia, las más diversas flores del pensamiento; convivan de manera alegre y respetuosa.
Por eso, el concepto democrático de seguridad se siente gravemente perturbado, gravemente afectado, cuando se asesina a un periodista.
Le ruego a Prensa de la Presidencia de le República distribuir ampliamente la oferta que hace el Gobierno esta mañana desde Ibagué, de una recompensa de 50 millones (de pesos) a las personas que con su información le permitan a las autoridades competentes la captura de los asesinos del periodista Clodomiro Castillo.
Ustedes saben, apreciados compatriotas, que hemos trabajado para recuperar la seguridad, para promover la inversión.
Reducción de delitos en el Tolima
Ahora saludaba aquí al doctor Javier Díaz Molina, Presidente de los exportadores de Colombia, y al doctor Armando Vegalara, y me expresaban su interés en estimular las zonas francas en el Tolima.
La seguridad, la promoción de la inversión, la política social son los tres valores, los tres caminitos inseparables por los cuales ha venido trabajando este Gobierno.
Por eso nos duele mucho el asesinato de un colombiano; nos duele, en nuestra convicción democrática, el asesinato de un periodista.
Cuando este Gobierno empezó, el departamento del Tolima registraba 146 secuestros al año; el año pasado, 8. Este año, uno. Necesitamos cero secuestros.
Nosotros no nos podemos resignar porque hay una gran disminución. Necesitamos cero secuestros.
Nuestra capital Ibagué, en 2002, tuvo 45 secuestros; el año pasado no tuvo. Ojalá pudiéramos decir eso en todo el país.
Y a mí me dicen: Presidente, pero este contento porque se ha reducido mucho el secuestro.
No podemos estar contentos, porque un solo caso es grave.
Sí, que aquí asesinaban 15 periodistas al año; que la gran mayoría de los periodistas de las regiones estaban intimidados por el terrorismo guerrillero, por el terrorismo paramilitar; que hoy ha mejorado. Pero esa mejora se desvanece, se torna en luto cuando aparece la noticia del asesinato de un periodista.
En el numeral 27 de un manifiesto que entregamos a los colombianos hace ocho años, que se título el Manifiesto Democrático, expresamos que de ganar nosotros la Presidencia, en el ejercicio de una política democrática de seguridad, pondríamos especial énfasis en la protección de los periodistas, de los sindicalistas, de los maestros.
El departamento del Tolima este año muestra un reducción del 34 por ciento en el asesinato. A la fecha tiene 33 casos menos que el año pasado.
La ciudad de Ibagué muestra una reducción de 23 casos menos; un 7 por ciento menos. Pero no hemos reducido en el Tolima ni en Ibagué el robo de carros ni el robo de motos.
Yo le pido respetuosamente a las Fuerzas Armadas, al señor general (Julio César) Santoyo, Comandante de la Regional de la Policía; a nuestro Director de la Policía del Tolima, al señor coronel (José Javier) Herrera, que afinemos los mecanismos para luchar contra estos delitos.
Venimos en una reducción del homicidio, en una reducción del secuestro, pero el robo de vehículos y de motos no se reduce.
En cuanto al hurto de residencias, en el Tolima este año hay una reducción, en la ciudad de Ibagué también.
En el hurto al comercio en el Tolima hay un aumento, en la ciudad de Ibagué también.
El hurto a personas. En el Tolima hay una disminución, en la ciudad de Ibagué también.
Diría yo que lo preocupante es el hurto al comercio en la ciudad de Ibagué, en el departamento, y el tema de motos y el tema de robos de carros. Hay que estar pendientes de todo esto.
El país no se preocupaba por esos delitos hace ocho años, porque era tal el derramamiento de sangre del terrorismo, la magnitud del secuestro y del asesinato, que un caso más encontraba a una Colombia anestesiada. Y si un homicidio más, un secuestro más se sumaban pero no conmovían, menos iba a conmover un robo.
Por fortuna se ha venido recuperando la capacidad de asombro. El país ha venido recuperando los nervios de la sensibilidad. Hoy los colombianos se duelen y protestan por un homicidio. Se requiere que así sea. Y los colombianos exigen que se ponga cuidado en esos delitos de la vida urbana, de todas las horas, como es el robo del carro, el robo de la moto, el hurto a la persona, el hurto al comercio, el hurto a la residencias.
Espero poder hacer un Consejo de Seguridad en el Tolima en estos 139 días que nos quedan de Gobierno.
Porque la seguridad ha mejorado pero es un polluelito; un polluelito, apreciados compatriotas, que apenas está asomando plumas. Y ustedes saben que un gallito chiquito, que apenas está asomando plumas, si se le descuida, si no lo tiene la mamá protegido, si la gallina no saca el ala para arroparlo cuando llueve, y le llueve, se apesta.
Por eso, esto hay que cuidarlo, compatriotas. Por eso mi reiteración diaria a mis compatriotas de que mejoremos el rumbo pero no lo abandonemos.
Presidente urge intensificar operativos contra ‘Alfonso Cano’
Tolima, muy afectado por todas partes.
Ojalá esa operación del sur, antes de que termine nuestro Gobierno, apreciado general Rodríguez Barragán (general Juan Pablo Rodríguez Barragán, Comandante de la Quinta División del Ejército Nacional) y apreciados comandantes, esa operación del sur produzca mejores resultados.
Ese bandido de ‘Alfonso Cano’ creyó que se podía quedar ahí toda la vida, secuestrando a los tolimenses y mandando a que los asesinaran.
Nos quedan 139 días y 139 noches, apreciados generales. Breguemos a dar con él. Y que los colombianos nos sientan en estos 139 días con más bríos, con más ganas de acabar con los bandidos.
Qué bueno que esta tierra del Tolima en el futuro no la distraigan del bunde ni del bambuco con la noticia de la violencia, sino que pueda vivir sus dos condiciones esenciales, las dos condiciones esenciales del ser tolimense: su humanismo y su laboriosidad.
En mi apreciación sobre mis compatriotas que, creo, estos años de Gobierno me han permitido profundizarla en el contacto directo con ellos, en el afecto por mis compatriotas, si a mí me invitaran a definir a mis compatriotas del Tolima en dos palabras diría: el ser tolimense es la combinación perfecta del humanismo y de la laboriosidad.
El humanismo expresado en todo: en su capital social, en su sentido de solidaridad, en su cultura, en sus valores democráticos, en su música. Un humanismo integral. Y la laboriosidad, el ser tolimense, de una infinita disciplina de trabajo.
Los colombianos todos los días tenemos que pensar en esas dos condiciones del ser tolimense, acreditadas a lo largo de la historia, expresadas en (Manuel) Murillo Toro, en Darío Echandía, en tantos grandes de aquí surgidos.
Por eso, hay que quitarles esa pesadilla de la violencia para que sin interferencia se proyecte hacia el futuro el ser tolimense en su humanismo y en su laboriosidad.
Presidente confirma captura de cabecilla de banda criminal
A las 6:00 de la mañana de hoy la Policía Nacional desembarcó en una finca cerca de Pueblo Nuevo (Córdoba), y capturó a un bandido de nombre alias ‘Morcilla’. No me gusta referirme a esos bandidos por el alias. El nombre es Deiber Luis Durán Caicedo, comandante -¡cómo le parece!- de la banda criminal del narcotráfico de ‘Los Urabeños’.
Se había fugado en varios operativos, habían sido frustrados, pero hay que perseverar.
He procurado cumplir en estos años la tarea de que cuando me hablan los ciudadanos de los bandidos yo mismo visibilizarlos.
Cuando nos empezaron a hablar de la capacidad de ese bandido de azotar a los ciudadanos con el narcotráfico, la extorsión y el asesinato, lo visibilizamos, lo denunciamos ante la ciudadanía, ante la Fiscalía. Se escapó muchas veces. Pero el bandido cae así sea en la última trampa. Y esta mañana fue puesto preso por la Policía Nacional en un operativo espectacular de inteligencia y de llegada al sitio y de desembarcó en el sitio. La Policía procedió con una gran destreza que le permitió, al llegar al sitio, evitar que pudiera emprender la fuga, como lo había hecho en ocasiones anteriores.
La violencia ha sido obstáculo para la prosperidad del país
Apreciados compatriotas del Tolima:
Estamos en el Bicentenario de la Patria. En estos dos siglos de vida independiente la Patria ha tenido escasos 47 años de paz.
Colombia ha tenido gobiernos buenos, empezando por (Simón) Bolívar y (Francisco de Paula) Santander; (Manuel) Murillo Toro, del Tolima; Darío Echandía, tantos. ¿Y por qué Colombia no ha tenido más prosperidad?
Politólogos, sociólogos, economistas darán sus tesis. Creo que la violencia ha hecho mucho daño y ha afectado las posibilidades de prosperidad de Colombia.
Por eso tenemos una deuda con las nuevas generaciones: lograr la seguridad definitiva para que ellas no tengan que vivir la pesadilla de violencia de estos 200 años de vida independiente.
He venido haciendo un recuento de las frustraciones nacionales por la violencia.
Los chibchas frustraron violentamente una gran posibilidad, la de la Cultura Agustiniana. La Conquista frustró violentamente una gran posibilidad, la de la Cultura Chibcha.
La violencia interna frustró la consolidación de la Independencia. Se había dado el grito del 20 de julio de 1810 y en lugar de haber consolidado esa Independencia empezó la violencia entre nosotros.
Al General (Francisco de Paula) Santander, de 18 años, lo enrolaron en un ejército los días siguientes al 20 de julio. Pensó él que iba en el ejército de consolidación de la Independencia. No. Iba en una de las facciones de nuestra primera guerra civil. Iba en el ejército del General (Antonio) Nariño a combatir no a los españoles, sino a combatir a los ejércitos descentralistas de nuestra gente, que salían de Tunja comandados por Camilo Torres.
Dimos el Grito de Independencia y empezamos esa guerra civil entre nosotros. No consolidamos la Independencia.
¡Qué frustración!
Hace dos años vinimos a Mariquita (Tolima), a conmemorar los 200 años de la muerte del Sabio (José Celestino) Mutis. La guerra interna que no permitió consolidar tempranamente la Independencia, que nos condujo a la Patria Boba, produjo otra frustración: los discípulos de Mutis, que habrían podido prestarle al país el servicio de su iluminación, fueron llevados en esa Patria Boba al cadalso. En las cenizas del cadalso quedó aquella esperanza.
Las luchas internas frustraron la posibilidad de que Bolívar y Miranda llegaran juntos a las batallas finales de la Independencia, y la historia simplemente recordara su camaradería, su amistad, que había empezado en Londres en 1812.
Eso terminó triste, se frustró toda esa expectativa. Y la historia hace sindicaciones a El Libertador, en alguna forma, de traición por el final de (Francisco de) Miranda.
La violencia interna frustró la posibilidad de tener un recuerdo más alegre del General (Manuel) Piar, y no el recuerdo triste de su fusilamiento por parte de los nuestros.
Cuando hablamos en aquellos mismos años del sacrificio heroico de Atanasio Girardot y de Antonio Ricaurte, también nos vemos obligados a recordar el fusilamiento de Piar (Manuel) por parte de los nuestros.
La violencia interna nos frustró la posibilidad de disfrutar a El Libertador como gobernante. Tuvo que dedicarle más tiempo a la Independencia, del requerido, no por la capacidad de los españoles de resistir, sino por los problemas internos ente nosotros.
Y cuando regresó victorioso del sur, El Libertador en lugar de dedicar todo su talento al Gobierno, un día tenía que salir presuroso a evitar que se desintegrara la Gran Colombia por la rebelión de Páez (José Antonio) en Venezuela, o por la rebelión del General Juan José Flores en el Ecuador y del General (José María) Obando en Pasto (Nariño).
La violencia interna produce, entre 1828 y 1830, tres viajes tristes de frustración nacional.
Después del atentado del 25 de septiembre de 1828 parte el General Santander al exilio.
En 1830, tempranamente, parte el General Bolívar a su destino final, en Santa Marta, y parte el General mejor calificado por el General Bolívar, el Mariscal Antonio José de Sucre, a encontrar su destino fatal en Berruecos (Nariño).
Bolívar tuvo pocos espacios de reposo. Entre los que recuerda la historia se habla de algunas de sus estadías en Lima (Perú) y aquella estadía en Bucaramanga (Santander) de 1828, cuando no pudo llegar a la Convención de Ocaña.
Allí lo acompañaron varios de sus más cercanos colaboradores, entre ellos Luis Perú De la Croix, que escribió un bellísimo libro sobre el diario de El Libertador en Bucaramanga.
Cuenta Luis Perú De la Croix que en unas de esas tertulias de las noches de Bucaramanga le preguntaron a El Libertador cómo catalogaba él los generales. Y dijo:
‘Los mejores son los buenos en el campo de batalla y en la oficina; los segundos son los buenos en el campo de batalla y malos en la oficina, y los peores son los buenos en la oficina y malos en el campo de batalla’.
Y entonces vino otra pregunta de sus interlocutores: ‘¿Y quién es el mejor? Y dijo: ‘Sucre’ (Antonio José de Sucre).
Cuál sería la tristeza de El Libertador en aquel viaje póstumo cuando conoció la noticia de que Sucre había sido asesinado en Berruecos. Y por los nuestros. Por el fuego amigo.
Solo confesó Apolinar Murillo, uno de los autores materiales. Pero quedó en la penumbra la autoria intelectual que muchos historiadores han asignado a Obando y a José Hilario López.
Esa experiencia de Bucaramanga es muy importante para las Fuerzas Armadas y para los dirigentes de la vida pública:
Tenemos que estar a toda hora en el campo de batalla. Si nos quedamos entre cuatro paredes nos califican como los peores generales. Hay que estar a toda hora en el campo de batalla. Los comandantes de las Fuerzas Armadas derrotando a los violentos y los dirigentes de la vida pública procurando encontrar solución a los graves problemas colombianos.
Muerto El Libertador es elegido el General Santander y regresa del exilio. Produce una gran Revolución Educativa, pero se frustra por las peleas entre nosotros.
Viene, entonces, el enfrentamiento con José Ignacio de Márquez (abogado y político colombiano) y con sus viejos amigos como don Vicente Azuero. Y rápidamente Obando, que era amigo de las tesis de Santander, revindica las tesis de Bolívar y en nombre de ellas emprende la Guerra de Los Supremos (1839-1942).
Y el Tolima vive episodios muy difíciles de aquel momento de la vida nacional. Los ejércitos de Obando y de Melo (José María), esos gobiernos fugaces, tuvieron mucho que ver con esta tierra y con la ciudadanía del Tolima. Y en 1862 se encuentran en el Páramo de las Hermosas, Mosquera (Tomás Cipriano) y Murillo Toro (Manuel). Se declara el estado soberano del Tolima y acuden a la Convención de Rionegro de 1863, en medio de las superiores expectativas democráticas. Pero el desorden y la violencia frustró los resultados de esa Convención.
Gobiernos buenos, presidentes de excelencia como Murillo Toro, Aquileo Parra. Pero la violencia y el desorden frustraron esas posibilidades.
A (Rafael) Núñez lo había elegido el Caribe como Presidente del Estado de Bolívar, como una reacción Caribe contra el desorden y la violencia. Y lo eligen después Presidente de la Nación entera, como una reacción contra el desorden y la violencia.
Hay siete años alrededor del Gobierno de Núñez, siete años de paz y de prosperidad.
Al decir de historiadores como el doctor Rodolfo Segovia, en el Caribe florecieron industrias; en la Colombia Andina, la agricultura, la caficultura. Pero poco duró.
Vino la guerra civil de 1895, la tercera o cuarta de la segunda mitad del siglo XIX. Y no había terminado esa guerra cuando ya los generales Benjamin Herrera, Rafael Uribe (Uribe) y Gabriel Vargas Santos declaraban la última guerra civil del siglo XIX, la Guerra de los Mil Días, que fue de 1.128 días y 100 mil muertos, apreciados compatriotas.
Terminó con aquellos acuerdos de paz del último trimestre de 1902. Uno en el buque Wisconsin, atracado en Panamá; allí no acudió el comandante de la insurgencia, el General liberal Benjamin Herrera. Envió sus delegados, quienes firmaron el pacto de paz con el General Alfredo Vásquez Cobo.
El otro acuerdo tuvo lugar en Chinácota, en Norte de Santander. Lo firmó en nombre del Gobierno el General Ramón Gonzalez Valencia, y uno en el que quiero llamar la atención de ustedes, se firmó en una finca del departamento del Magdalena, por parte del General Florentino Manjares, representante del Gobierno, y del General Rafael Uribe Uribe, uno de los comandantes de la insurgencia.
En aquella ocasión dijo Uribe Uribe unas palabras cuyo texto literal no recuerdo, pero su sentido sí: hemos hecho la paz no porque tengamos convicción de paz, sino porque hemos destruido el país. No queda nada por lo cual pelearnos.
Y agregó: nuestros padres y nosotros mismos incurrimos en el error de creer que hacíamos Patria con los fusiles destructores de la violencia. El país está por reconstruir. La única manera de hacer Patria es con las herramientas fecundas del trabajo.
Siquiera en 2002 los colombianos nos dieron la oportunidad de emprender la lucha de la Seguridad Democrática, porque ahí íbamos derecho a repetir la historia: se iba a acabar la violencia no por la seguridad, sino porque primero se iba a acabar el país.
Es importante retrotraer la historia a 2002 y ver lo que se proyectaba. Seguramente íbamos para la paz, porque primero la violencia nos iba a dejar sin país. Lo que pasó por allá en el año 1902, el país quedó totalmente postrado.
Al año siguiente se independizó Panamá. ¿Cómo se independizan sin proposición de violencia? Con un acta que tiene ribetes sentimentales. En algunos reglones expresan que se independizan como hermanos, que han llegado a la mayoría de edad, que quieren ejercer sus derechos.
El General Pedro Nel Ospina acudió al Palacio de San Carlos a contarle al Presidente (José Manuel) Marroquín que se estaba firmando el acta de independencia de Panamá, que era ‘la joya de la corona’.
Si comparamos Panamá, en aquel momento, con nuestra capital Bogotá, con mi ciudad Medellín, con Cartagena, objetivamente tenemos que reconocer que Panamá era ‘la joya de la corona’.
El Presidente Marroquín estaba leyendo una novela en francés y continuó en esa lectura. No había nada qué hacer.
El descuido nuestro, la falta de ejercer autoridad, el avance de la violencia había causado desespero en Panamá y había llevado a los panameños a tomar la decisión de independizarse.
Los historiadores asignan una gran importancia como causa determinante de aquella independencia a la política del ‘Gran Garrote’ del Presidente (Theodore) Roosvelt en los Estados Unidos, por los intereses norteamericanos en el Canal (de Panamá). Pero los historiadores nos deben una respuesta: qué grado de influencia en la independencia de Panamá tuvo la política nuestra del gran descuido.
Los panameños estaban hastiados de nuestro descuido, de nuestra violencia interna, de nuestra incapacidad de protegerlos.
Años antes habían intentado separarse, cuando unos criminales incendiaron la ciudad de Colón, la devastaron en su totalidad, quebraron las compañías de seguros y no llegaba la autoridad colombiana. Se frustró aquella separación porque acudió allí como emisario del Gobierno de la época un colombiano excepcional, quien sería Presidente de la República años después; un hombre de autoridad y de acción, el General Rafael Reyes.
Y después de aquellos pactos de paz de 1902, de la separación de Panamá, el país tiene unos años de paz, también con años de prosperidad.
El Gobierno de (Rafael) Reyes, el Gobierno de Ramón González Valencia, el Gobierno de Carlos E. Restrepo, en el año 1914. La tranquilidad se afecta con el tercer magnicidio de nuestra historia, el del General Rafael Uribe. Había sido antecedido por el magnicidio de Arboleda, como Presidente electo en los años 1860 en Berruecos, en la misma montaña en la cual el 4 de julio de 1830 había sido asesinado el Mariscal Antonio José de Sucre.
Uribe, en aquellas elecciones de 1914, no quiso acompañar al candidato oficial del liberalismo, don Nicolás Esguerra, porque encontró que para la Patria era mejor acompañar al doctor José Vicente Concha.
Su propio partido desencadenó contra él una campaña de odio y de descrédito, que finalmente fue el motivo que llevó a los asesinos a producir aquel grave crimen que lesiona nuestra historia.
Después del Gobierno del doctor José Vicente Concha vino el Gobierno de Marco Fidel Suárez; el Gobierno realizador de Pedro Nel Ospina, que invirtió los 25 millones de dólares de la indemnización de Panamá en infraestructura; el Gobierno de Miguel Abadía; el Gobierno de Alfonso López Pumarejo, nacido en Honda, uno de los gobiernos estelares de la vida de la Patria. Todavía produce votos en Colombia agitar el nombre de Alfonso López Pumarejo, pero algunos, cargados por la pasión y el sectarismo, lo recuerdan más.
Recuerdan a López Pumarejo equivocadamente, presentándolo como alguien que estimulaba el odio de los trabajadores contra los empresarios.
López Pumarejo era, fue, es el paradigma de la modernización fraterna del país, Creó todas las condiciones para la modernidad empresarial, para la prosperidad del país y, al mismo tiempo, todas las condiciones para la reivindicación de los derechos de los trabajadores. Un ejemplo para el presente y para el futuro.
De aquella política de López Pumarejo, en aquella política podríamos encontrar buena parte de la inspiración de uno de los elementos de nuestro camino de Gobierno: el fomento de la confianza inversionista con responsabilidad social; con relaciones laborales fraternas, contrarias por igual al capitalismo salvaje y al odio de clases.
Y vino el Gobierno del doctor Eduardo Santos, y se avanza en los ferrocarriles.
Cuando he tenido la oportunidad de clavar mi corazón sobre el territorio de la Patria, no encuentro palabras para expresar admiración a los compatriotas que fueron capaces de hacer obras tan importantes como ese ferrocarril que sube del Magdalena, por la cuenca de los ríos Lebrija y Oro, a la ciudad de Bucaramanga. Gran obra del Presidente Eduardo Santos.
Si tenemos viva la caficultura colombiana es porque el país tuvo el talento de crear la Federación Nacional de Cafeteros y el Gobierno del Eduardo Santos, el talento de asignarle a la Federación el manejo del Fondo del Café, que bastante le ha servido a nuestra Patria.
Y después reapareció el enfrentamiento entre los partidos, todavía en los inicios de los años 1940. Los presidentes Laureano Gómez y Alberto Lleras, con apoyos como el de (Darío) Echandía, pactaron el Frente Nacional. Cesó la violencia entre los partidos, pero todavía no había llegado a Marquetalia la noticia del Frente Nacional y ya se escuchaban los disparos de los fusiles que traían una nueva violencia: la violencia de las guerrillas marxistas, impulsadas desde afuera, que querían replicar en nuestra Patria el odio de clases como sustituto de los argumentos para el ejercicio de la política, y superar el Estado de leyes por la dictadura del proletariado.
Crecieron las guerrillas marxistas, inundaron el país de sangre, no se les combatió con continuidad, aprovecharon los espacios de paz que les ofrecieron los gobiernos para acrecentar su propósito criminal.
La culebra de la violencia
Por eso, compatriotas, mucho cuidado: si le aflojamos a esta culebra, esta culebra se recupera.
En cada ocasión en que las guerrillas marxistas estaban relativamente acosadas, inmediatamente se les aflojaba, se recuperaban y volvían con su veneno criminal a atentar contra Colombia.
Cuando uno tiene una culebra cogida por una horqueta y la ve muy humillada y cree que está a punto de dormirse, de morirse, y la afloja, esa culebra recupera el oxigeno e inmediatamente asesina.
La violencia de Colombia apenas la hemos logrado recoger con una horqueta, la de este Gobierno. Es apenas un principio para derrotarla. No nos vamos a dejar llevar ahora ni por los que predican de frente aflojarle a la culebra ni tampoco de aquellos que no lo dicen de frente, pero que soslayadamente lo dejan entrever.
En lugar, le hemos puesto a la culebra de la violencia una horqueta, un garabato de naranjo. No vamos a permitir, compatriotas, que le levanten esa horqueta, ese garabato. Necesitamos garantizar que en lugar de levantarle ese garabato, le pongan el otro, para que no pueda transmitir veneno por los colmillos y tampoco por la cola.
¿Qué nos han dejado las guerrillas marxistas?
Odio, pobreza, desempleo, dificultades.
¿Qué nos trajeron?
El paramilitarismo, igualmente cruel.
¿Qué encontramos en el 2002 en el Tolima?
Ninguna reivindicación social de las que habían ofrecido las guerrillas en Marquetalia, en el sur del Tolima, en la cordillera del norte. Encontramos pobreza, desolación, guerrilla, paramilitarismo.
¿Qué habían traído las guerrillas al Tolima?
Habían traído unos criminales igualmente crueles, los paramilitares. Habían traído desolación.
Y guerrilla y paramilitares son cooptados por el narcotráfico, y eso nos lleva a que desde los años 1940 hasta hoy las generaciones vivas de la Patria no hayamos vivido un día completo de paz.
Uno de los resultados de esta Política de Seguridad Democrática, apreciados compatriotas, es que los colombianos hoy reclaman. Las víctimas antes no reclamaban por temor o porque lo encontraban inútil. Hoy tenemos 280 mil víctimas que han radicado sus reclamos y procuramos atenderlas.
Yo sé que reparación total no hay. Pero todo esfuerzo de reparación es un esfuerzo en la dirección correcta de evitar la venganza. Cuando se repara, se impide que germinen las semillas del odio.
La reparación más importante para los colombianos corresponde al derecho de las nuevas generaciones. Hay que garantizar a las nuevas generaciones el derecho a la no repetición.
Por eso, no le podemos aflojar el garabato de madera firme que hemos puesto en la culebra de la violencia, sino que le tenemos que agregar otro en la cola, para acabar definitivamente con esta culebra de la violencia, apreciados compatriotas.
Hoy, de madrugada, me decía una tía: ‘¿Para dónde vas hoy? ¿Te quedaste en Medellín anoche con lo de los (Juegos) Suramericanos?’. Y le dije: ‘No, no. Voy para Ibagué’. ‘¿Y a qué, si no te faltan sino 139 días de Gobierno, ya no puedes hacer nada?’.
Le dije: ‘Vamos a ver cómo los hacemos rendir. Vamos a ver cómo los hacemos rendir’. Le dije: ‘Tía, como ahora nos dejan prender el Canal Institucional ponga cuidado. Que usted recuerda que en esas montañas de Antioquia nos enseñaban a nosotros a cazar las culebras cortando de un arbolito de naranjo un garabato y poniéndole ese garabato en la cabeza’.
Y me dijo: ‘Mijo, pero también hay que ponerle otro garabato en la cola’.
‘Tía, yo no alcancé en estos ocho años sino apenas a ponerle a la culebra el garabato en la cabeza. Voy a hablar con mis compatriotas del Tolima para que pongamos cuidado a ver si en los siguientes años no nos equivocamos y se le puede poner a la culebra también un garabato de árbol de naranjo en la cola’.
Hemos avanzado en infraestructura, pero falta mucho. Hemos avanzado en la política social, pero falta mucho, apreciados compatriotas.
Han sido unos años por lo menos de inmenso afecto a Colombia y qué grato la integración permanente con mis compatriotas. Unos años de amor a Colombia. Son tendencias incipientes.
Me ha conmovido mucho leer un discurso que había leído de niño, releerlo ahora de viejo, del General (Antonio) Nariño. Yo no sé si él estaba arrepentido porque había liderado los ejércitos centralistas contra los ejércitos de Camilo Torres, y esa primera guerra entre nosotros nos aplazó la Independencia y nos trajo tanto derramamiento de sangre. Lo cierto es que en aquel discurso dice:
‘Apenas hemos puesto el primer huevo de la Independencia y no lo hemos consolidado’.
Compatriotas, apenas hemos puesto un huevito de la seguridad, un huevito de la promoción de la inversión, un huevito de la política social. Falta mucho. Son tendencias positivas, pero tendencias pequeñas. Hay que acrecentarlas, mejorándolas, sin abandonar el camino; también, sin estancar el camino. Uno, si descuida el camino, el camino se le daña; y si lo abandona, uno se daña.
No descuidemos el camino porque lo dañamos. Ni nos salgamos del camino porque le hacemos un daño a Colombia.
Por eso, a mí me llama mucho la atención el nombre de una emisora de Soacha, una emisora popular, de aquellas que tan gentilmente me han permitido responderles inquietudes a los colombianos a las 7:00 a.m., de tantos días de este Gobierno. ¿Saben cómo se llama esa emisora popular de Soacha? Se llama ‘Radio Rumbo’. Y yo la recuerdo permanentemente, porque en este momento hay que hacerles llegar a mis compatriotas un mensaje: mejoremos el rumbo, pero no abandonemos el rumbo, apreciados compatriotas.
Grato, siempre grato estar en este Tolima Grande. Algún día, con más tiempo, volveremos a mirar la letra de sus bambucos, su historia; los ensayos de sus filósofos; las piezas de sus políticos; la obra jurídica-política de Darío Echandía; la obra libertaria de (Manuel) Murillo Toro, para ayudar a los historiadores a esa gran definición del ser del Tolima.
Compatriotas del Tolima, ustedes tienen una responsabilidad muy grande con Colombia, porque ustedes son la mezcla de lo mejor que se puede dar en el ser humano: el humanismo con la laboriosidad.
Muchas gracias”. |