Marzo 23

   

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez al imponer la Orden de San Carlos al Presidente de Costa Rica, Óscar Arias

Bogotá, 23 mar (SP). “Presidente Óscar Arias: en Colombia tenemos especial afecto por su país, especial admiración por usted. En su fructífera y sólida carrera pública, Colombia siempre ha contado para bien. En los años de nuestro Gobierno, hemos tenido en usted una gran amistad, una gran compañía, un gran don de consejo, un gran apoyo a los esfuerzos de Colombia.

Su primera visita, reelegido Presidente de Costa Rica, antes de tomar posesión, fue a Colombia. Todos estos años ha hecho un seguimiento exhaustivo de nuestras políticas, de nuestra lucha por la seguridad, de nuestra lucha por fortalecer la confianza en Colombia, de nuestra lucha por la cohesión social.

Ahora que nuestros gobiernos están próximos a terminar, usted honra a Colombia con una de sus últimas visitas en este período de Mandatario de Costa Rica.

Admiramos profundamente su lucha por la paz y por la seguridad. Siempre todo lo que subyace al Premio Nobel de la Paz, queda escrito en la historia de la humanidad; su lucha por la paz centroamericana, punto de referencia para todos los continentes, también para nuestro país; su lucha por el desarme; en todos estos años, con inigualable valor civil, en los diferentes foros, usted ha sido un gladiador contra el desarme.

Ha desafiado a las grandes potencias armadas y a los aspirantes a emular con ellas en ese camino. Ha confrontado con todo el vigor las tendencias armamentistas de América Latina, que se adelantan a expensas de las políticas sociales, en detrimento de la necesaria cooperación entre los pueblos.

Ha comprendido que Colombia ha adelantado un proceso de desarme de civiles, pero ha tenido que adelantar un proceso de fortalecimiento de las Fuerzas Armadas; en efecto, hemos buscado hacerlo, desarmar los civiles y fortalecer las Fuerzas Armadas.

Ha comprendido que nuestra lucha es una lucha para superar un terrorismo interno, no una lucha de la cual pueda derivarse una sola señal de amenaza a algún país.

Ahora que estamos en la conmemoración de los 200 años del Grito de Independencia, y algunos, con toda la curiosidad, con todo el interés, repasamos a los historiadores, encontramos que esta Patria colombiana, que usted ha llevado en sus afectos, en 200 años solamente ha tenido 47 escasos años de paz.

Buenos liderazgos, buenos gobiernos, en todas las épocas, buenas políticas públicas, una Nación inmensamente laboriosa, con buena gerencia, con excelente clase trabajadora, debería haber tenido más prosperidad. Esa prosperidad la ha afectado ese común denominador de nuestra historia que ha sido la violencia. Por eso nuestro compromiso con las nuevas generaciones para doblar definitivamente esa página.

Usted le ha dado un gran ejemplo al continente de visión moderna. Fracasó el Tratado de Libre Comercio de las Américas. En muchos países del continente, aparecía una bandera chauvinista en contra de los tratados de comercio, o se proponían unas economías endógenas con fronteras ampliadas a aquellos que pensaran de manera idéntica en lo político.

Y usted se enfrentó a esa tendencia. Valerosamente sacó en su país adelante el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, que hace parte de esos tratados modernos que diferencian la globalización, en su concepto original, salvaje, de la globalización social de nuestros días, que cuenta con el capítulo de los derechos humanos, el capítulo del respeto a los derechos de los trabajadores y el capítulo de las obligaciones ambientales.

Usted ha combatido con todo el vigor los procesos latinoamericanos que, en nombre de revivir una vieja división entre izquierda y derecha, han distraído a la opinión para imponerle finalmente procesos dictatoriales.

Cuando nosotros lo escuchamos, nos identificamos con usted y pensamos que la división que necesita América Latina hoy no es la división entre izquierda y derecha, obsoleta, desgastada por los acontecimientos, polarizante. Esa división que tuvo razón de ser en aquel momento cuando pensadores políticos del continente se enfrentaban a dictaduras.

Pero ahora que todos giran alrededor de la regla democrática, o por lo menos así lo expresan, esa división deja de tener su razón de ser. Y lo que hay que pensar es en democracias auténticas o inauténticas, en democracias en proceso o en retroceso. Y de ahí la trascendencia de su tesis de la institucionalidad.

Para nosotros la democracia auténtica, la democracia en progreso, es aquella democracia que entiende que la seguridad es un valor democrático, una fuente de recursos; aquella democracia que entiende que las libertades son un presupuesto necesario para la laboriosidad de los pueblos, para la creatividad, para el avance de la ciencia.

Sin libertad no hay creatividad; sin libertad, como lo demuestra la historia de la humanidad, los pueblos se aperezan; sin libertad no hay desarrollo científico; sin libertad, finalmente, no hay calidad de vida, como lo demuestran aquellos estadios históricos en los cuales colapsaron, por falta de libertades, creatividad, laboriosidad, calidad de vida, el imperio soviético o la China de Mao Tse Tung o el Muro de Berlín.

Usted, con su discurso y su consecuencia frente a las instituciones, nos ha ayudado a reflexionar sobre la necesidad de acompañar la seguridad y la libertad con la cohesión social, con la participación de la opinión pública como factor de transparencia y de creación de confianza.

Su segunda elección en Costa Rica es un ejemplo. Le habría sido más fácil, de no haber agitado la bandera, en la que usted auténticamente creía, del tratado de libre comercio con Estados Unidos; pero, como bien demócrata, usted entendió que la participación del pueblo en las justas electorales es para pronunciarse sobre todos esos temas de fondo.

Usted ha sido un luchador permanente por la cohesión social. Todos los días se declara rebelde contra el armamentismo, porque el armamentismo consume los recursos de la inversión social.

Lo admiramos, Presidente Arias. Necesitamos seguir contando con sus luces. Y tenemos profundo afecto por la Patria costarricense. Un país que nos ha enseñado que una democracia debe orientarse a que predomine una clase media con buena calidad de vida, una clase media democrática. Un país con el cual hemos tenido las mejores relaciones. Todos los límites, en esas irregularidades de nuestras costas y de nuestros océanos, con Costa Rica han sido fijados hermanadamente.

Costa Rica que ha sido refugio de tantos de los nuestros. Ahora con el Presidente Betancur y usted, Presidente Arias, recordábamos el refugio a nuestros intelectuales, pero también en las últimas décadas a los hombres de empresa. Particularmente en mi comarca, cuando los grupos terroristas hicieron imposible la permanencia de buena parte de la dirigencia creativa y empresarial, encontraron en su país un albergue que la historia de Colombia siempre agradecerá.

En nombre de los colombianos, imponemos la Orden de San Carlos a uno de los patriotas latinoamericanos más insignes de todas las épocas. Es la expresión de la admiración, del reconocimiento de pueblo colombiano y también de nuestra gratitud.

Invito a todos ustedes a brindar por la prosperidad y bienandanza de Costa Rica, y por la ventura personal de un ciudadano distinguido del mundo, dilecto amigo de Colombia: el excelentísimo señor Óscar Arias Sánchez, Presidente de la República de Costa Rica".
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