Medellín, 24 mar (SP). “Me habían dicho los médicos que por cuidar este oído por una gripa, me tenía que quedar unos días sin montar en avión. Y a las 4:00 de la mañana de hoy me arrepentí. Y entonces dije: ‘Yo voy, yo tendré tiempo de aliviarme después del 7 agosto, pero a Carlos (Eduardo Arango, Presidente de Conexión Global) le quedo mal’. Lo felicito por estos esfuerzos de civismo que usted permanentemente hace.
Doctor Alberto (Velásquez Martínez), déjeme enmarcar el tema en lo siguiente: era yo candidato a la Presidencia de la República y les preguntaba a los muchachos en las universidades si alguna vez habían pensado irse del país sin tiquete de regreso. Y me sorprendía porque la inmensa mayoría levantaba la mano. Parecía que había una decisión colectiva de desarraigo, de desprendimiento de la Patria. Eso nos llevó a adoptar una palabra: la palabra confianza, como la palabra para jalonar un proyecto político y después para jalonar el Gobierno.
Y la hemos sustentado en tres pilares: en la seguridad; en el respetivo capítulo quiero referirme a ella, qué hemos hecho, qué problemas vemos, qué pensamos al futuro de la Patria en ese tema. Creo que el valor que se le agregó en ese proyecto político fue no presentar la seguridad como algo aislado sino como una categoría democrática, un valor democrático, una fuente de recursos; la confianza en inversión y la cohesión social.
A mí me habían formado en las bancas de la universidad con la idea de que la seguridad era una categoría fachista, de autocracias, y solamente fue el proceso de la vida el que indicó que es un valor democrático y una fuente de recursos.
Nos habían formado con la idea del delito famélico, de que todo delito provenía de una problemática social y que había que resolver primero esa problemática para poder enfrentar el crimen, ignorando el efecto perverso del crimen en el tejido social de la Nación.
Y también nos habían formado con un gran énfasis en el discurso social y un gran olvido por todo el tema de promoción de la inversión, de promoción del crecimiento.
Nosotros creemos que los tres temas van de la mano: la seguridad, la confianza de inversión y la política social.
La seguridad es un presupuesto necesario, uno de los fundamentos básicos, sine qua non, para que opere una política de promoción de inversiones. Y esta es fundamental para poder tener los recursos que permitan avanzar en cohesión social. Y esta a su vez se constituye, en una sociedad democrática, en el gran validador de la inversión y en el gran validador de la seguridad.
Ahí hemos venido nosotros trabajando en el Gobierno. Y a la pregunta: sobre cómo avanzar en la prosperidad colombiana, cómo resolver, por ejemplo, el tema del empleo, etcétera, el tema de la necesidad de mantener una alta tasa de crecimiento sostenida en el tiempo, el Gobierno ha procurado responder con seis elementos: necesitamos una proyección de un concepto de seguridad sostenido en el tiempo, en mejoramiento continúo; necesitamos promover la inversión, pero la inversión hace una pregunta: ¿y entonces me instaló allá y a qué mercados voy a tener acceso? Entonces hay que hacer una política social que mejore la capacidad adquisitiva interna y una política internacional, ahí vamos llegando, que acceda a mercados.
Pero entonces después, cuando se va accediendo a mercados, viene otra pregunta. La pregunta de qué vamos a vender. Y entonces ahí es donde se necesita la respuesta de toda la innovación productiva. Y después viene otra pregunta: ¿y cómo se logra la innovación productiva? Entonces ahí es donde se requiere una revolución educativa permanente.
Y viene otra pregunta: ¿y obstáculos particulares de Colombia? Uno de ellos: infraestructura.
Cada vez que vamos a aterrizar en Medellín, a los compañeros de Gobierno, poco familiarizados con Antioquia, desde Sonsón, les digo: ‘Asómense por la ventana del avión; esos suelos de nosotros no son buenos, pero ustedes ven ese verde, y ven lo productivos que son, por la laboriosidad de mis paisanos’.
Y cuando vamos a aterrizar en Medellín, les digo: ‘La ciudad está a 400 kilómetros del Golfo de Urabá, está muy cerca y muy distante del Pacífico, porque no hay vía; está de los otros puertos del Caribe a 800, a 1.000, a 1.200 kilómetros; esto aquí ha sido una prosperidad basada en laboriosidad del pueblo antioqueño, una característica bien importante, un capital social insustituible’. Ese problema de infraestructura.
Acuerdos de comercio
El tema internacional, el tema económico y el tema político. Colombia hizo una apertura, abrió su mercado, hizo un desmantelamiento arancelario a finales de los años 80. ¿Cómo creo que vivimos entre finales de los años 80 y el 2003?
Hicimos la apertura, desmantelamos aranceles, permitimos que los productos foráneos accedieran más fácilmente a nuestro mercado, pero no accedimos a mercados. En esos años mantuvimos el mismo acceso a la Comunidad Andina, que prácticamente se había conseguido desde el período 66 – 70, cuando el Presidente Carlos Lleras, en compañía del Presidente Raúl Leoni de Venezuela, el Presidente (Eduardo) Frei de Chile, el Presidente (Fernando) Belaúnde del Perú, no recuerdo quién era el Presidente de Bolivia, crearon lo que hoy es la Comunidad Andina.
Y teníamos un segundo acceso, al mercado de México, por un acuerdo que se había logrado, en la administración Gaviria, que a la luz de los requerimientos de hoy es un acuerdo bastante liviano, que estamos en el proceso de profundizarlo.
No teníamos más acceso a mercados. Teníamos posibilidades, con intervalos, de acceder a Europa por las preferencias unilaterales, y al mercado de los Estados Unidos. Advirtiendo, apreciados compatriotas, que las preferencias unilaterales no crean confianza de inversión, porque los inversionistas se preguntan: ¿hasta cuándo? ¿Las van a renovar? ¿No las van a renovar?
Para que haya confianza de inversión, se necesitan unas reglas de juego que no dependan de una renovación, que depende solamente de un lado; unas reglas de juego que no estén con esa característica de precariedad que da el acceso preferencial dado por el país que lo recibe, de manera unilateral.
En estos años hemos hecho el acuerdo Comunidad Andina – Mercosur. Yo insto permanentemente a mis compatriotas a ver ese gran mercado en Brasil, un mercado de casi 200 millones de habitantes. Le teníamos mucho temor, pero veo que ahí en ese mercado tenemos una gran posibilidad. Y ese acuerdo ha logrado que Brasil se constituya en los últimos años en una de las fuentes de inversión más importantes para Colombia.
Hicimos el acuerdo con Chile. Chile, que había sido fundador de la Comunidad Andina, se retiró. Ahora logramos hacer el acuerdo con Chile. Las relaciones económicas con Chile han crecido mucho. Primero, por la violencia, muchos empresarios nuestros se fueron a invertir a Chile, y en los últimos años ha habido un gran flujo de inversión de Chile a Colombia.
Hicimos un acuerdo de protección de inversión con Perú, más allá de las reglas de la Comunidad Andina. Hicimos el acuerdo con tres países Centroamericanos; se firmó aquí en Medellín. Ahora estamos negociando el acuerdo con Panamá.
Hicimos el acuerdo con Canadá. Hace pocos días tuvimos la última conversación telefónica con el Primer Ministro (de Canadá, Stephen) Harper, y con el parlamentario (Michael) Ignatieff, que es el jefe de la bancada de oposición; habían logrado un acuerdo ya entre el partido de gobierno y el principal partido de oposición para aprobar el tratado con Colombia. Nosotros tenemos fe de que eso se va a dar en los próximos días.
Hicimos el acuerdo con Estados Unidos, al cual no me voy a referir, salvo que haya una pregunta de ustedes. Acabamos de cerrar el acuerdo con la Unión Europea. Acuerdo de promoción de inversiones con China, con India. Acuerdos de desmonte de la doble tributación.
Ese es un tema muy importante. En esta materia internacional no hay que ver simplemente el acuerdo de comercio, sino también el acuerdo de protección recíproca de inversiones, el acuerdo de desmonte de la doble tributación. Esos acuerdos de desmonte de doble tributación los estamos avanzando con varios países.
Porque la inversión dice: ‘Bueno, pero si yo tengo una inversión en Colombia y otra en Gran Bretaña, y en Colombia me cobran impuestos por ambas y en Gran Bretaña me cobran impuestos por ambas, eso se constituye en una fuente de desestímulo’. Entonces es muy importante esos acuerdos de desmonte de la doble tributación.
Además ahora estamos negociando con Corea. Nosotros hemos hecho todos los esfuerzos para que se desmonte este año la moratoria de los países del Pacífico. No depende de nosotros, ni el interés colombiano va a ser el que determine allí la decisión de levantarlo o no. Pero creemos que hemos dando un buen paso, que es empezar estas negociaciones con Corea. Allá quieren a Colombia muchísimo, el recuerdo de la participación de Colombia en la guerra. Creemos que el acuerdo con Corea es el inicio de la vinculación efectiva de nuestro país a la cuenca del Pacífico.
Los japoneses, que se habían ido de nuestro país, han regresado. Y estamos negociando con ellos el acuerdo de asociatividad económica.
Diría que es bueno diferenciar entre los acuerdos de la vieja globalización y los acuerdos de la nueva globalización. Los acuerdos de la nueva globalización, en mi concepto, tienen cuatro elementos bien importantes, que los distinguen de los acuerdos de la primera globalización. Los nuevos deben contener el capítulo de los derechos humanos, el capítulo de respeto a los derechos laborales, el capítulo de obligaciones ambientales y el capítulo de cooperación.
La Unión Europea ha contraído dos compromisos con nosotros. Uno de la Unión Europea y otro del Gobierno de España, para, por la vía de cooperación, complementaria al núcleo central del acuerdo, ayudarnos en el sector pecuario, concretamente en el sector lechero, para que este sector pueda ser competitivo.
El país ha venido avanzando en esto. Una orientación política que hemos tenido es que Colombia debe ser un país de muchos socios y de acceso a todos los mercados. Chile, con 16 millones de habitantes, tiene acceso a un mercado de 4.500 millones de consumidores. Entonces la afectación en Chile de un mercado no le causa mayores problemas, porque tiene una gran canasta de mercados para la llegada de sus productos.
Cuando uno observa esta crisis de la economía, encuentra que se pueden recuperar más rápidamente las economías que más acceso a mercado tienen y que mejor canasta exportadora pueden ofrecer. Creo que ahí tenemos dos restricciones en Colombia: todavía acceso a pocos mercados, y todavía una canasta exportadora muy reducida, que nos obliga a avanzar en todo el proceso de innovación productiva.
Tema político
El tema político. Nosotros hemos pensado que la división entre izquierda y derecha en América Latina es obsoleta, es ahistórica, es polarizante. Algún día me preguntaba a mí una periodista: ‘Pero usted se debe sentir muy mal como Presidente de derecha en una América Latina de izquierda’. Y le dije: ‘Dígame, por ejemplo’. Me habló de un Presidente. Y después le dije: ‘Hábleme de otro’. Y entonces me dijo: ‘El Presidente Lula’. Y le dije: ‘No creo, porque mire lo que han hecho en Brasil y miren lo que hemos hecho nosotros. Ellos tienen allá once millones de Familias en Acción, y aquí tenemos ya dos millones 900 mil. Allá tienen tal cobertura universitaria, aquí tal. Aquí hemos hecho estos avances en educación, en salud, etcétera’.
‘Ah, pero es que es de izquierda’. Y le dije: ‘Usted por qué no me ayuda y me dice qué es izquierda’. Y me dijo la periodista: ‘Es que yo soy de izquierda’. ‘Entonces más fácil, más fácil, explíqueme qué es eso’. Y la periodista no explicó. Y le dije: ‘Cuidado con confundir las modas con los valores democráticos’.
Eso floreció mucho en América Latina a raíz de las dictaduras, cuando se trajeron las ideas de algunos pensadores de izquierda de Europa, entre ellos Norberto Bobbio, fallecido no hace mucho tiempo. Yo creo que hoy, cuando todo el mundo quiere comprometerse alrededor de la regla democrática, esa división además es impracticable entre izquierda y derecha.
Nosotros hemos propuesto democracias más auténticas, democracias en proceso de mejoramiento, para lo cual hemos propuesto cinco estándares para medirlas: primero, la seguridad; segundo, las libertades; tercero, la cohesión social; cuarto, el tema del Estado compuesto de instituciones independientes, sin perjuicio de que sean deliberantes y de que tengan que tener colaboración armónica por los fines superiores de la Nación, y quinto, el tema de un alto grado de participación de opinión, como el factor que finalmente elimina corrupción y genera confianza. Esa ha sido nuestra propuesta en estas relaciones internacionales.
El tema de la seguridad
El tema de la seguridad. Yo creo que hemos pasado de un estado de cosas en el cual creían en la comunidad internacional que nos despachaban simplemente con palmaditas de pésame en los hombros, a un estado en el cual saben que nos tienen que respetar y que la lucha nuestra contra el terrorismo no transige con la permisividad internacional.
Antes había muy buenas relaciones de coctel, muy buenas relaciones de reglas de cortesía, palmaditas en los hombros, ‘sentimos mucho lo que ha pasado en Colombia’, y permisividad con el terrorismo. Ahora saben que Colombia no acepta permisividad internacional con el terrorismo; creo que allí hay un gran paso.
Tema de las libertades
En el tema de las libertades, pienso que los procesos electorales no se pueden utilizar para que los países entren en una carrera de eliminación de libertades. Sectores del marxismo, en el proceso electoral del presidente Allende en Chile, anticiparon la posibilidad de llegar al comunismo en un proceso gradual de restricción de libertades, pero validado por elecciones. Ese fenómeno, que ha pasado en algunos países de América Latina, nos preocupa a muchos, y frente a eso Colombia tiene que estar en alerta.
Un gran desprecio por la seguridad en algunos países de América Latina, que tienen hoy índices de inseguridad más altos que los nuestros; un gran desprecio por la inversión; un proceso que en simultáneo lleva restricción de libertades y restricción de iniciativa privada.
Y los amigos de la iniciativa privada en el continente tienen que reaccionar frente a eso. A mí me parece que la permisividad que ha habido con las restricciones a la iniciativa privada en el continente, puede hacer mucho daño.
Y América Latina ya ha vivido esos episodios. Los fenómenos estatistas no son nuevos. El fenómeno estatista de Brasil entre 1930 y los años 60, fue un fenómeno que retardó bastante la prosperidad de Brasil. Hubo el fracaso de la revolución estatista de Bolivia, de 1950; el fracaso de la revolución del general Velasco Alvarado, también estatista, en el Perú. Los fenómenos estatizadores han hecho mucho daño. O sea que estos fenómenos no son nuevos.
Como también hicieron mucho daño los fenómenos que desmontaron al Estado. Nosotros hemos propuesto reformarlo, a la fecha hemos reformado 431 entidades del Estado, pero jamás desmontarlo.
¿Qué me preocupa a mí de los procesos estatizadores? Los procesos estatizadores eliminan la creatividad, aperezan los pueblos; la pereza sustituye la laboriosidad. Los procesos estatizadores eliminan la ciencia, eliminan el avance tecnológico. Los procesos estatizadores finalmente afectan la calidad de vida.
Para no hablar de lo cercano sino de lo lejano: los historiadores todavía no nos han contestado por qué se cayó el Muro de Berlín, por qué colapsó Unión Soviética y por qué colapsó la China de Mao Tse Tung y le tuvo que abrir paso a la China de Deng Xiao Ping.
¿Sería un fenómeno de falta de libertades o de falta de calidad de vida. Creo que lo que se expresó en esa sublevación popular fue la falta de calidad de vida. ¿Pero dónde había empezado? En la falta de libertades. Porque la falta de libertades eliminó la creatividad, eliminó la iniciativa privada, eliminó la prosperidad, eliminó la investigación, y entonces los alemanes del Este veían por las rendijas del Muro Berlín la prosperidad de la Alemania Occidental y sufrían el retraso en el Este.
Los soviéticos advertían ese gran avance de la carrera armamentista y ese gran retroceso de su calidad de vida. Y los chinos, desde 1948 tenían una ilusión comunista que los sumía más en la pobreza.
Creo que por ricos que sean los países en recursos básicos, sin iniciativa privada esos recursos básicos no alcanzan para generar calidad de vida y empiezan afectando las libertades y terminan afectando la calidad de vida de los pueblos y se producen, tarde que temprano, nuevos movimientos de sublevación popular.
Nosotros hemos sido, en esta política internacional, defensores de los cinco elementos a los cuales me refería. El segundo de ellos es la libertad. Y un elemento bien importante en la libertad, es la libertad de iniciativa privada. Esas son características de nuestra política internacional. Por supuesto, iniciativa privada con responsabilidad social. Pero anular la libertad de emprendimiento le hace un gran daño a nuestra América Latina.
Creo que finalmente los pueblos en el largo plazo se hacen más respetables en la medida en que se mantengan adheridos a valores.
He aplaudido muchísimo la firmeza de la clase empresarial colombiana en este momento de dificultades con vecinos, porque el Presidente Kennedy solía decir: ‘Cuidado, no se pongan de apaciguadores; ustedes empiezan a cabalgar en las ancas de un tigre y terminan en sus fauces’.
El apaciguamiento ha sido muy dañino en la historia de la humanidad. Cuando los sectores empresariales creen que van a salir adelante apaciguando a aquellos que les están limitando las libertades, se equivocan. Es mucho mejor sufrir un rato para mantener los principios en alto, que estar a toda hora concediendo y concediendo a una restricción de libertades que avanza insaciable y que termina devorando la iniciativa privada.
En Europa ha habido gobiernos que, por salvar intereses empresariales de corto plazo, han sucumbido ante los proyectos de restricción de iniciativa privada. Pero esos proyectos van a terminar también abolidos allí. Han dicho: ‘Hay que entendernos con tal gobierno para salvar tales empresas’. Y las salvan, pero por un ratico.
En cambio, allá han sometido los principios democráticos a intereses empresariales de coyuntura. Y van a terminar con los principios democráticos violentados y los intereses empresariales totalmente afectados.
En Colombia ha ocurrido lo contrario. Y en una ciudad empresarial como Medellín, lo resalto. En Colombia ha habido dignidad por parte de todo el sector productivo, con mucho sacrificio, para hacer valer los principios democráticos. Y creo que el sector productivo colombiano, que tiene tantas dificultades, tantas fragilidades, todavía tantas desventajas competitivas, le ha dado un ejemplo al mundo. Ha sido un factor muy importante para este manejo de las relaciones internacionales”. |