Mayo 01

   

Palabras del Presidente Álvaro Uribe Vélez al término del Consejo Comunal de Gobierno número 285

Popayán, Cauca, 1º. may (SP). “Nos reunimos en este Primero de Mayo para saludar a los trabajadores de la Patria. El último Primero de Mayo que corresponde a este Gobierno.

Durante estos ocho años, con ocasión del Primero de Mayo, el Gobierno siempre ha procurado reunirse con los trabajadores, o para resolver problemas de gran envergadura, como aquellas reuniones que tuvieron lugar en Boyacá, pues, al llegar nuestro Gobierno existía la amenaza del cierre de ‘Paz del Río’. Allí se hizo un gran trasformación empresarial, y pienso que allí hay una organización de los trabajadores con la madurez y la visión para ingresar a esta gran tendencia de sindicalismo de participación.

Solo para citar un ejemplo de lo que han sido las reuniones de estos 8 años el Primero de Mayo.

Sindicalismo de participación

Nos reunimos hoy en Popayán, porque esta ciudad y este departamento, en el sector salud, en el sector de energía eléctrica, han sido pioneros en el estímulo del sindicalismo de participación.

Esto es, la organización de los trabajadores no solamente dedicada a sus reivindicaciones, sino con una gran responsabilidad sobre la sostenibilidad, la productividad, la competitividad de la empresa.

Con una gran conciencia: que el bienestar de los trabajadores es inseparable de la prosperidad, de la sostenibilidad de la empresa.

Aplaudimos esta gran revolución cultural en materia de relaciones entre capital y trabajo, que se viene impulsando en algunos sitios de la Patria, entre los cuales destacamos a la ciudad de Popayán y al departamento del Cauca.

Y ha servido hoy este Primero de Mayo de marco para entregar a los compatriotas un nuevo instrumento de impulso al sindicalismo de participación: el Decreto que reglamenta el contrato sindical; esto es, el contrato entre la organización sindical y la empresa.

Lo llamaría yo, en el lenguaje de la economía y de la administración moderna, un contrato para facilitar que labores que tenga que tercerizar la empresa, las tercerice con la organización sindical; que sean los propios trabajadores, los actores los actores de este contrato.

Pues bien, como se ha explicado, el nuevo Decreto no deja duda sobre la naturaleza laboral colectiva del contrato sindical.

De ahí se infiere que no paga Impuesto al Valor Agregado y que tampoco paga impuesto de renta.

Prevé el Decreto que los excedentes que llegaren a producirse en cabeza de la organización sindical, deban orientarse a mejorar la remuneración de los trabajadores; deban orientarse en su totalidad en beneficio de los trabajadores.

Confío en que este es un buen paso para unas relaciones fraternas entre los empresarios y los trabajadores de Colombia; que este es un buen paso para que la organización de los trabajadores, todos los días, asuma más responsabilidades, con mejores logros en la conducción de nuestra economía social.

Quiero referirme a algunos temas, apreciados trabajadores, empresarios que han venido a acompañarlos, apreciados compatriotas:

Seguridad de los trabajadores

El tema de la seguridad de los trabajadores, el tema del derecho colectivo, el tema de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), el tema del empleo, el tema de la seguridad social, el tema del salario y el tema de posibles soluciones al desempleo.

 

Colombia tuvo años en los que fueron asesinados 256 trabajadores. Al inicio de nuestro Gobierno se asesinaron 197 y 186; el año pasado, 28.

Ha habido una gran reducción pero no estamos contentos. Porque lo que necesitamos es que Colombia le pueda decir al mundo que aquí no se asesina un solo trabajador.

Cuando nosotros empezamos, de inmediato el Vicepresidente de la Republica (Francisco Santos Calderón) y mi persona nos pusimos al frente de la tarea de trabajar con la Fuerza Pública para poder darles plena seguridad a los trabajadores, para acabar ese motivo de vergüenza de la Patria, del asesinato de los trabajadores.

En el numeral 27 de nuestro Manifiesto Democrático de cien puntos, lanzado a consideración de los colombianos justo antes de la elección presidencial de 2002, propusimos que de ganar la elección, aplicaríamos un concepto democrático de seguridad para favorecer a todos los colombianos.

Y destacamos allí, en una enumeración enunciativa, que ese concepto tendría que traducirse en la protección de los periodistas, de los maestros, de los sindicalistas.

Desde antes de nuestra llegada a la Presidencia de la Republica, hemos tenido toda la determinación y todo el propósito de que Colombia supere ese emotivo de vergüenza que ha sido el asesinato de sus trabajadores.

Impunidad frente a asesinatos de trabajadores se ha reducido

Pero también es muy importante hablar del tema de la impunidad.

Cuando nosotros llegamos, se había producido en el país una sentencia contra los asesinos de los trabajadores; hoy tenemos 255 sentencias condenatorias.

Y esto no se ha dado por una simple inercia. Tampoco por generación espontánea. Estos años hemos trabajado para superar esa impunidad.

Recuerdo dos o tres acciones:

El pacto tripartito ante la Organización Internacional del Trabajo, que involucró al Gobierno, a las centrales obreras y a los empleadores, para apoyar a la justicia, a fin de superar la impunidad.

Aumentamos sustancialmente los recursos de la Fiscalía General de la Nación, para que la Fiscalía General de la Nación pudiera tener unidades especializadas, dedicadas exclusivamente a superar la impunidad en los casos de asesinatos de los trabajadores.

Cuando empezó nuestro Gobierno, el presupuesto de la Fiscalía General de la Nación era de 600 mil millones. Este año supera el billón 400 mil.

Hemos pasado, entonces, de una, a 255 sentencias condenatorias, y ya hay 219 personas en la cárcel por asesinato de trabajadores.

Primero, el propósito de eliminar el asesinato de trabajadores; segundo, el propósito inclaudicable de superar la impunidad, y tercero, la protección de los trabajadores.

En estos años, nuestro Gobierno, con un concepto democrático de seguridad, ha dado seguridad individual a aproximadamente 10 mil colombianos: líderes políticos de todas las vertientes, personas de diferentes actividades. Y hemos tenido entre mil 600 y dos mil líderes de los trabajadores que han recibido protección efectiva.

En el último año, ese proyecto de protección individual efectiva le cuesta al Estado más de 50 millones de dólares. Y ha sido efectiva, porque aquellos que han recibido esa protección han podido estar libres de atentados contra su vida, contra su integridad personal.

Es de la mayor importancia, compatriotas, que podamos superar, pues, el asesinato de los trabajadores, la impunidad. Hemos avanzado en este Gobierno considerablemente. Pero el real avance se podrá revindicar cuando estemos en condiciones de decir que en Colombia no se asesina a un solo trabajador.

La violencia en la historia del país

Quiero vincular el tema del asesinato de los trabajadores con lo que es la conmemoración del Grito de Independencia del 20 de Julio.

En estos dos siglos de vida independiente, escasamente hemos tenido en la Patria 47 años de paz: siete años en el siglo IXX, alrededor del Gobierno del Presidente (Rafael) Núñez, y 40 años a principios del siglo XX.

El país ha tenido buenos gobiernos, buenas políticas públicas, buenos liderazgos, empresas con ética, trabajadores con un gran sentido de la responsabilidad, con laboriosidad. Creo yo que el país ha tenido todas las condiciones para mostrar más prosperidad de la que efectivamente tiene.

Y pienso, no obstante respetar lo que digan historiadores, sociólogos, políticos que un factor que ha retrasado la prosperidad nacional ha sido este común denominar de nuestra historia que es la violencia.

Durante todos estos días, citando las fuentes de la historia, me he referido a la violencia antes de la Conquista, a la violencia en la Conquista, a la violencia entre nosotros en la Patria Boba, a la violencia en la reconquista, a la violencia entre nosotros en todos los episodios del siglo IXX, a la violencia entre nosotros en el siglo XX.

La violencia contra los trabajadores

Quiero hacer una referencia precisa a la violencia contra los trabajadores.

Después de los pactos de paz de 1902, que pusieron fin a la última guerra civil entre los partidos históricos, que se conoce con el nombre de la Guerra de los Mil Días, que al decir de algunos fue de mil 128 días y que dejó 100 mil muertos, el país tuvo una relativa paz.

Pero a principios de los años 40 reapareció la violencia entre los partidos. Esta cesó a finales de los años 1950 con los pactos de paz del Frente Nacional, liderados por los ex presidentes (de la República) Alberto Lleras y Laureano Gómez.

En muchas regiones de Colombia aún no se conocía la noticia del Frente Nacional, pero ya se escuchaban los fusiles de las guerrillas marxistas. Había triunfado la revolución cubana, y se escogía a Bolivia y a Colombia como los dos países para replicarla.

 

Las guerrillas marxistas emprendían esa nueva etapa de violencia en nuestro país, sustituían el argumento en la lucha política por el odio de clases, y su pretensión era eliminar el Estado de Derecho, el Estado de Leyes, y sustituirlo por la dictadura.

Avanzaron, se burlaron de diferentes esfuerzos de paz de los gobiernos. Los tomaban como oportunidades de idiotas, para ellos seguir avanzado en el propósito de la destrucción violenta de la Nación. Trajeron a Colombia lo que ellos llamaron la combinación de las diferentes formas de lucha.

Soy testigo de excepción, como estudiante de la universidad pública de los años 1970. Esas guerrillas avanzaban en el secuestro y en el asesinato, y penetraban un día al movimiento estudiantil, al otro día al movimiento obrero. Generaron la reacción igualmente cruel del paramilitarismo, y finalmente guerrillas y paramilitares quedaron todos cooptados por el narcotráfico.

Podemos decir que las generaciones vivas, desde los años 1940 hasta la fecha, no han tenido un solo día de paz. Es la pesadilla que hemos querido superar, sobre cuyo trabajo, para dejarla atrás, la Nación no debe tener reposo ni pausa.

¿Pues qué paso?

Las guerrillas penetraron a la fuerza bastiones del movimiento sindical, y cuando llagaron los paramilitares, empezaron a matar líderes de los trabajadores, acusándolos de ser cómplices de la guerrilla: ‘Usted es colaborador de la guerrilla’, y lo asesinaban.

Y después las guerrillas tomaron venganza y empezaron a asesinar líderes de los trabajadores, acusándolos de traición, de haberse incorporado al bando de los paramilitares.

Es la triste realidad que encontramos. Es la realidad que hemos enfrentado con toda la determinación, desde el 7 de agosto de 2002.

Hemos reducido sustancialmente estos crímenes, de más de 200 por año, a menos de 30. Pero no estamos contentos. El país necesita cero crímenes.

Puedo decir a los trabajadores colombianos que en estos años hemos desmantelado uno de los sicarios, el paramilitarismo. Pero advierto a mis compatriotas que quedan por desmantelar otros sicarios.

Hemos avanzado en la lucha contra las guerrillas, las hemos debilitado, pero todavía no hemos ganado totalmente esa batalla.

Cuando vemos el análisis de los asesinatos de los trabajadores, encontramos un día que cuatro maestros afiliados a su organización sindical, son asesinados por las Farc en Nariño, en la frontera con la hermana Ecuador, y así sucesivamente.

Compatriotas trabajadores:

Hemos ganado parcialmente la batalla. Para ganarla totalmente no podemos declinar, no podemos ahorrar energías. Esta Patria merece darse el gusto de que las nuevas generaciones puedan decir que aquí se superó la terrible noche de la violencia, la terrible noche del asesinato de los trabajadores. Eso implica trabajar con toda la dedicación.

Doscientos años de vida independiente, que solamente nos han dado 47 años de paz, no se superan en ese sino macabro de la violencia, sino con un ejercicio con toda la determinación, con todo el esmero, con todo el dinamismo, y con toda la operatividad en la dirección de las Fuerzas Armadas, en todos los momentos, para que los colombianos puedan vivir la seguridad, puedan reencontrar la paz.

Y este ha sido un proyecto democrático de seguridad, un proyecto de seguridad sin Estado de Sitio, un proyecto de seguridad sin legislación marcial, un proyecto de seguridad con el respeto de todas las garantías a los trabajadores, con el respeto de los derechos políticos a los colombianos. Un proyecto de seguridad con libertades.

A los jóvenes hay que contarles cómo estaba el país

A los estudiantes de las universidades, a los jóvenes colombianos que hoy tienen 18 años, que cuando empezó este Gobierno solamente tenían 10 años; a los que tienen 16 años, que cuando empezó este Gobierno solamente tenían 8 años, les he dicho que es muy importante que no solamente vean los problemas que el país no ha resuelto, sino de dónde venimos. Porque de pronto la memoria va olvidando la Colombia en que vivíamos.

No creo que estas reuniones se hubieran podido realizar en Popayán hace 8 años. La violencia no nos habría permitido que un movimiento alternativo de la dirigencia sindical deliberase durante dos días en Popayán, para buscarle una salida fraterna al camino del mejoramiento de los trabajadores.

Hay que pensar en el futuro, pero también hay que pensar con el pensador: quien no conoce la historia pierde el presente y puede perder el futuro.

Es nuestra obligación hablar con los jóvenes colombianos; contarles qué era el país cuando ellos apenas estaban llegando al uso de razón; pedirles que no solamente vean las falencias de la Patria de hoy, sino que también conozcan lo que vivía la Patria, esa azarosa violencia al momento cuando ellos nacieron.

Hace pocos días un paisano me preguntó: ‘Presidente, lo oigo a usted en la televisión periódicamente decir que no estamos en un paraíso; que hemos mejorado pero que aquí no corren ríos de leche y miel. ¿Por qué lo dice?’.

Le dije: ‘Pues, hombre, porque hay muchos problemas por resolver. Hemos reducido la pobreza pero hay mucha pobreza. Hemos reducido el desempleo pero hay mucho desempleo. Hemos reducidos los asesinatos, de 30 mil a 15 mil 870, pero eso todavía es mucho’.

Y me decía: ‘Presidente, no sea tan pesimista. Cuando usted dice que no estamos en el paraíso, que aquí no corren ríos de leche y miel, por favor también acépteme lo que le voy a decir: siquiera ya no corren ríos de sangre’.

Yo creo que ahí ha tenido el país un avance importante, y esta ciudad de Popayán ha percibido directamente ese avance.

También les he dicho a los jóvenes universitarios que es bueno que piensen entre lo que es la seguridad y la represión.

Este es un Gobierno que ha trabajado por un concepto de seguridad, democrático, con libertades, que es totalmente diferente de una política dictatorial de represión.

Yo creo que con ocho años a las espaldas, con todos los hechos de ocho años, podemos decir que hemos inducido una tendencia de seguridad con libertades, lo que es absolutamente contrario a una tendencia dictatorial de represión.

Crecimiento del sindicalismo

Quiero referirme a temas vinculados, porque algunos que no pueden negar el mejoramiento de la seguridad en favor de los trabajadores dicen que en Colombia no hay derechos colectivos. Eso se contradice con la realidad.

Cuando empezó nuestro Gobierno, el país tenía al rededor de 1.300 organizaciones sindicales; hoy tiene más de 2.100. Cuando empezó nuestro Gobierno, el país tenía al rededor de 800 mil trabajadores afiliados a los sindicatos; hoy tiene más de millón y medio. Lo dicen los propios sindicatos.

Colombia estuvo durante 23 años en la lista de países sancionados por la organización internacional del trabajo. Nuestra labor con los trabajadores y con los empresarios, con las autoridades, ha llevado a que Colombia, en los últimos 3 años, después de 23 años de estar sancionada por la Organización Internacional del Trabajo, haya sido excluida de esa lista.

Cuando nos excluyeron de esa lista nos propusieron como país en progreso. Y ahora, para la asamblea de junio de la Organización Internacional del Trabajo, nos proponen ya para la categoría de los países democráticos que no tienen problemas en estas materias.

Eso sí, lo que estamos impulsando es el sindicalismo de participación.

Durante estos ocho años he procurado, con muchos compañeros de Gobierno, tener reuniones periódicas con los dirigentes sindicales. Para ello, no ha obstado el desacuerdo de muchos con el Gobierno. Y hemos procurado tener un diálogo franco y sincero en la Presidencia de la República.

Creo que ha sido un proyecto de dialogo bien importante, periódico, constante, sincero. No siempre se llega al consenso, pero se ha fertilizado el diálogo.

Pues bien, hemos insistido mucho en que Colombia necesita unas relaciones laborales fraternas; que eso es parte de la responsabilidad social; que esas relaciones laborales fraternas se excluyen tanto del capitalismo salvaje como de la postura del odio de clases.

Hay tres opciones: sindicalismo salvaje, odio de clases o relaciones laborales fraternas.

Durante estos ocho años hemos insistido en las relaciones laborales fraternas. Creemos que es lo que le da un camino de prosperidad a nuestra democracia.
Y hemos propuesto que las empresas abran más oportunidades a los trabajadores; que las empresas abran más espacios a los trabajadores, para que los trabajadores utilicen estos espacios, a fin de poder participar en la prosperidad de la empresa, en su competitividad.

Y hemos propuesto que la contraprestación, la contrapartida sea una gran actitud participativa de los trabajadores. Que los trabajadores no se queden en el espacio meramente reivindicativo, sino que asuman una actitud participativa gerencial. Que miren a la empresa no solamente como factor trabajo, sino también como factor gerencial. Y entonces eso hace compatible el éxito de la empresa con el mejoramiento de la calidad de vida del trabajador, que son dos factores inseparables.

Por eso creemos en las relaciones fraternas, en la empresa con responsabilidad social, con valores cristianos. Y creemos en la organización participativa de los trabajadores. Nos parece de la mayor importancia.

‘Hemos eliminado politiquería y clientelismo’

Nosotros le asignamos al Estado un papel trascendente. No creemos en los procesos de estatización que se llevan a cabo en algunas partes de América Latina; fracasaron en el pasado.

Pero tampoco creemos en la eliminación del Estado que se trató de imponer en otros momentos de America Latina; también fracasó.

Hemos reformado 465 entidades del Estado, pero no hemos debilitado el Estado. Hemos reformado más de 260 hospitales públicos, pero no hemos cerrado un solo hospital.

En la reforma de esas entidades podemos llegar a una conclusión: al Estado lo quiebran por igual los neoliberales o los neoburócratas.

Los neoliberales lo quiebran porque por decreto lo liquidan. Y el social burocratismo lo quiebra, porque dice defenderlo, pero finalmente lo exprime y hace imposible su operación.

Ni lo uno ni lo otro.

Nosotros necesitamos el Estado sostenible que estimule la iniciativa privada con responsabilidad social. El Estado ajeno a la politiquería y al clientelismo.

En este momento de balance es bueno recordar a mis compatriotas que en todas esas 465 entidades del Estado reformadas hemos eliminado politiquería y clientelismo.

Basta saber qué pasaba en Telecom. Cuando estábamos en la discusión de su reforma, un líder sindical de Telecom me dijo: ‘Presidente, ¿por qué le asigna toda la responsabilidad al sindicato? Recuerden que aquí mandaban personas por razones políticas a mejorar la jubilación, y que no había sentido de productividad’.

Y le dije al dirigente sindical en aquel diálogo: ‘Tienes razón. Te lo acepto’.

Eso ya no ocurre más en Colombia Telecomunicaciones.

Recordemos los abusos de la politiquería en el Seguro Social. En la vieja EPS del Seguro Social los gastos de funcionamiento representaban el 28 por ciento de sus ingresos. En la nueva EPS, el nueve por ciento. No tenía futuro la vieja EPS y había excesos sindicales.

Es muy grave para la organización de los trabajadores y para la sostenibilidad del Estado y para la imagen de la democracia esa mezcla vitanda, perversa, entre politiquería, excesos sindicales y descuido gerencial.

Hemos tratado de corregir eso.

¿Pero por qué el sindicalismo de participación?

Porque tampoco es bueno irse al otro extremo. Así como la politiquería y los excesos sindicales quiebran al Estado y a las empresas, las empresas no pueden prosperar cuando los trabajadores son vinculados con formas precarias, sin estabilidad y sin dignidad en la remuneración.

Nosotros no estamos de acuerdo que haya sindicatos que quieran acabar con las empresas ni que haya formas de contratación laboral que quieran acabar con los trabajadores.

Históricamente he defendido el cooperativismo, como Alcalde de Medellín, concejal de esa ciudad, senador de la República, Gobernador (de Antioquia) y en Presidencia de la República. Lo que no podemos permitir es que haya abusos en las cooperativas de trabajo asociado, en contra de los trabajadores.

Aquí está presente el Superintendente de Cooperativas (Enrique de Jesús Valderrama Jaramillo). Está bien cuando una cooperativa de trabajo asociado es real, cuando cumple todas las obligaciones con los trabajadores, cuando no es una ficción para que los empresarios se burlen del Código Laboral.

Está mal cuando la cooperativa se utiliza para evadir el Código Laboral, está mal cuando la cooperativa se utiliza para darles inestabilidad a los trabajadores, para subremunerar a los trabajadores.

Primero, intentamos corregir esa situación por decreto. El honorable Consejo de Estado declaró ilegal ese decreto y lo anuló. Y después, el Congreso de la República nos aprobó una Ley que impone a las cooperativas de trabajo asociado, cumplir todas las obligaciones frente a los trabajadores: en la remuneración, en la afiliación a la seguridad social, en el pago de los parafiscales, y que dice que las cooperativas de trabajo asociado no pueden ser intermediarios laborales.

El contrato sindical, una gran alternativa

Pienso que el contrato sindical, con los nuevos pasos reglamentarios, es una gran alternativa. También, aquellos que se quejan de las cooperativas de trabajo asociado, pueden encontrar una gran opción en contrato sindical, que deja atrás la vieja relación entre el capital y el trabajo que se aperezó; que deja a un lado las formas precarias de contratación, y que integra, de mejor manera, para remar en la misma dirección, a empleadores y trabajadores. El contrato sindical.

Este Gobierno ha creado 2 millones 813 mil empleos

En estos años, apreciados trabajadores de la Patria, hemos vivido situaciones muy difíciles en materia de empleo.

Sin embargo, debo expresar que hay avances.

Ayer el Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) entregó la última cifra de desempleo: 11,8 (por ciento). El país llegó a estar en el 20 por ciento.

Recuerdo a nuestro primer Ministro de Protección Social, Juan Luis Londoño, decir que al ritmo que íbamos, con ese desempleo galopante, en poco tiempo estaríamos en el 25 por ciento.

Logramos frenar la tendencia de crecimiento del desempleo. Entre 2003 y 2007 bajamos velozmente el desempleo. En el último año y medio tuvimos enormes dificultades por dos crisis: la crisis internacional de la economía y la crisis particular con nuestros vecinos.

Sin embargo, en estos años de Gobierno, al comparar la población ocupada de marzo de 2002 contra marzo de 2010, llegamos a la conclusión de que en este Gobierno se han creado 2 millones 813 mil nuevos puestos de trabajo.

Y algo muy importante: el año pasado no pudimos reducir el desempleo; volvió a crecer después de que lo habíamos rebajado bastante. ¿Pero por qué creció? No porque hubiéramos destruido puestos de trabajo, que no se destruyeron. Creció porque los nuevos empleos creados fueron insuficientes, frente a un país que demandó más crecimiento de empleo.

De esta crisis de la economía revindico lo siguiente: No destruimos empleos.

Es la primera crisis de la economía en la cual no disminuye la afiliación de los trabajadores a la seguridad social, sino que siguió aumentando.

Antes, en una crisis, los trabajadores eran masivamente desafiliados de la seguridad social. Revindico, en esta crisis tan severa, que mientras América Latina decreció su economía en 1,8 (por ciento), Colombia logró un crecimiento pequeño pero positivo del 0,4 (por ciento).

Revindico que en esta crisis de la economía tan honda, en Colombia disminuyó levemente la pobreza. En las crisis anteriores siempre aumentaba la pobreza. Y en esta crisis en América Latina, la pobreza ha aumentado en nueve millones de personas. En Colombia disminuyó levemente.

Y algo bien importante: cuando la ‘Misión de Pobreza’ pregunta qué le pasa a la pobreza cuando se contabilizan los apoyos del Gobierno a los sectores más pobres, aparece que gracias a nuestra política social, la pobreza se disminuye en 14 puntos, cuando se tienen en cuenta las políticas sociales del Gobierno.

Antes las políticas sociales de los gobiernos tenían un impacto de 10 puntos sobre la pobreza. Ahora, un impacto positivo de 14 puntos sobre la pobreza.

Revindico que en esta crisis, en lugar de haberse aumentado la deserción escolar y universitaria, como ocurría en las anteriores crisis, cuando los niños masivamente abandonaban los establecimientos escolares y los universitarios abandonaban masivamente las universidades; en esta crisis, en Colombia no se aumentó la deserción. Siguió aumentando la población escolar y universitaria.

Hemos creado dos millones 813 mil puestos de trabajo en medio de tantas dificultades.

Y muchos compatriotas dicen: sí, pero es que es trabajo por cuenta propia.

No todo, como lo voy a mostrar.

Pero en el examen profundo del tema, hay que saber cuando es bueno y cuando es malo el trabajo por cuenta propia.

Cuando hay un microempresario con calidad de vida, en un camino de prosperidad, con afiliación a la seguridad social, el trabajo por cuenta propia es bueno.

Cuando una persona tiene que salir a las ventas callejeras, sin protección social, el trabajo por cuenta propia es malo.

Aquí ha habido una gran participación de lo que llamaríamos el trabajo por cuenta propia bueno, de afiliación a la seguridad social, como lo voy a demostrar.

Y hay un factor que ha estimulado a ese pequeño empresario a salir adelante: el banco de Oportunidades, el crédito de microcrédito.

En nuestro Gobierno hemos entregado 7 millones 200 mil microcréditos. De ellos, millón 600 mil han sido a personas que jamás habían tenido un crédito institucional; personas que tenían que depender del mercado negro de la usura y que por primera vez han entrado al mercado institucional financiero.

Cuando empezó nuestro Gobierno, óigase bien, apreciados trabajadores de la Patria, la cartera en favor de los microempresarios era de 732 mil millones (de pesos); hoy es superior a los 8 billones (de pesos).

Esa tarea de todos los días, de todos los sábados con Banca de Oportunidades, estimulando a las ONG como el ‘Banco de la Mujer’ de Popayán, para citar un ejemplo de esta ciudad; a las instituciones financieras públicas y privadas, de primero y de segundo piso; a los corresponsales no financieros; a los fondos de garantías, ha ayudado bastante.

De pronto, al preguntarse por qué no cayó la economía en esta crisis tan grave, por qué disminuyó la pobreza en lugar de haber aumentado en esta crisis tan grave, el esfuerzo colombiano con la microempresa es una de las respuestas importantes.

Creamos, en estos años, hasta la fecha, y habrá que comparar julio de 2002, contra julio de 2010, hasta la fecha 2 millones 813 mil empleos.

¿Y qué ha pasado con el salario?

En todos estos años, salvo en diciembre de 2008, aumentamos el salario mínimo por encima de la inflación.

No pudimos hacerlo en diciembre de 2008, por la gravedad de la crisis de la economía y porque se habían presentado unas tendencias inflacionarias, preocupantes contra los intereses de los trabajadores; en siete años, de ocho años. Cuando hemos aumentado el salario mínimo por encima de la inflación, el salario mínimo ha ganado en términos reales un 9,15 por ciento.

Y logramos también, con un gran mérito del Banco de la Republica y un gran mérito de la oferta productiva, gracias a la Seguridad Democrática, una formidable reducción de la inflación, que es el presupuesto para que Colombia genere empleo con más tranquilidad; para que haya menos zozobra en las negociaciones saláriales; que es el presupuesto para que los trabajadores puedan seguir ganando en calidad de vida, requisito fundamental para la disminución del desempleo y para la formalización de la economía.

Reconozco en la lucha contra la inflación todos los méritos al Banco de la República y al equipo económico del Gobierno. Pero vengo a Popayán el día de los trabajadores a reconocer otro mérito en la lucha contra la inflación.

Este país ha aumentado la oferta productiva. Este país tenía alrededor de cuatro millones de hectáreas en agricultura, y ahora está alrededor de cinco millones.

Un aumento de la oferta de alimentos y de producción, que ha contribuido enormemente a bajar la inflación en defensa de los trabajadores, se debe al esfuerzo de los soldados y policías de la Patria en la política de Seguridad Democrática.

De no ser por el sacrificio de los soldados y policías, no habría aumentado la oferta productiva en Colombia; y de no haber aumentado esa oferta productiva, tendríamos niveles de inflación sustancialmente más elevados que los que hoy tenemos. Los menores en muchas décadas.

Eso es bastante útil para los trabajadores.

Y cuando se habla de que estos dos millones 813 mil empleos son empleos informales, yo creo que tenemos repuestas contundentes para decir que no.

Apreciados compatriotas:

Cuando nosotros llegamos, solamente 5 millones y medio de colombianos cotizaban al Régimen Contributivo. Hoy cotizan 8 millones 400 mil, a diciembre de 2009.

Ahí hay un gran avance.

Cuando nosotros llegamos, había alrededor de 13 millones de beneficiarios del Régimen Contributivo. Hoy hay más de 18 millones de beneficiarios del Régimen Contributivo.

Cuando nosotros llegamos, solamente cuatro millones y medio de colombianos cotizaban a pensiones. Hoy cotizan 7 millones de colombianos. Dos millones y medio de nuevos cotizantes.

Pero ahí hay un problema que me preocupa enormemente, un reto del futuro: una gran cantidad de trabajadores colombianos va a envejecer sin derecho a pensión.

Este Gobierno reconoce que ese es uno de los problemas sociales más acuciantes del país de los próximos años: una población trabajadora en vejez y sin derecho a pensión.

Este Gobierno ha resuelto el marco jurídico para enfrentar ese problema, pero los gobiernos que vienen tendrán que hacer el esfuerzo fiscal y financiero.

El Congreso nos aprobó la reforma constitucional y la Ley para que el Gobierno pueda hacerles un aporte, para un beneficio permanente de retiro, a los trabajadores pobres que cumpliendo edad y tiempo no hayan construido reservas para jubilarse.

Afortunadamente dejamos listo el marco jurídico, pero se requiere en adelante el gran esfuerzo de financiar ese fondo, año tras año.

Creo que ha sido importante toda la reforma institucional y legal en materia de pensiones. Eliminar los regímenes privilegiados de pensiones, y crear el marco para poderles pagar un beneficio de retiro a los trabajadores más pobres de la Patria.

Si logramos en el futuro cumplir con este marco, pagar ese beneficio de retiro y, al mismo tiempo, obtener que todo nuevo trabajador se pueda afiliar al sistema de pensiones, Colombia va a superar esta enorme dificultad.

Cuando empezó nuestro Gobierno a hoy, dos millones 350 mil trabajadores se han afiliado a las cajas de Compensación Familiar.

Cuando empezó nuestro Gobierno a hoy, dos millones 300 mil nuevos trabajadores se han afiliado a los fondos de cesantías.

Debo decir esto:

Después de la crisis del año pasado, hay un factor bien importante a destacar: las consignaciones de cesantías de los trabajadores en el mes de febrero de este año crecieron en un 12 por ciento, frente a las consignaciones de cesantías de los trabajadores en el mes de febrero de 2009.

Era de esperarse todo lo contrario.

¿Y qué ha pasado en un tema de seguridad social crucial: el tema de afiliados a riesgos profesionales?

Hemos aumentado la afiliación de trabajadores a riesgos profesionales en dos millones 600 mil trabajadores, lo que equivale a un crecimiento del 61 por ciento.

Si vemos el tema de los empleos creados, de la Banca de Oportunidades, de la afiliación a la seguridad social, vemos, reconociendo lo que falta, que hay un buen camino.

Aceptamos que estos avances en la seguridad social son insuficientes. Y entonces se plantea cómo se debe formalizar la economía.

Algunos proponen reducir el salario mínimo. Nosotros no estamos de acuerdo. En siete de nuestros ocho años de Gobierno lo hemos aumentado por encima de inflación.

Dicen que la mayoría de los trabajadores de Colombia tienen una remuneración inferior al salario mínimo. El camino no es bajar el salario mínimo a los que los tienen, sino hacer todo el esfuerzo para que los trabajadores subremunerados puedan llegar al salario mínimo.

Nuestra visión no es crear en la sociedad colombiana una Nación de bajo costo laboral, sino una Nación de dignidad en la calidad de vida de los trabajadores.

Otros dicen que el camino es eliminar los parafiscales. El Gobierno no está de acuerdo. Los hemos defendido en estos años.

Y es muy importante que se hable con franqueza en el tema electoral, porque hay algunos analistas de la política que dicen a los candidatos: ‘Guárdese el tema; no diga ahora que va a eliminar los parafiscales, porque eso es impopular. Una vez lo elijan, elimínelos’. Eso sería muy grave.

Este Gobierno no cree que eso sea solución. Este Gobierno piensa que eso haría un daño enorme.

Primero, hay mirar la legislación laboral en su proceso evolutivo. Este país hizo la Reforma Laboral de 1990, nuestra Reforma Laboral 789 de 2002. Este país no ha estado estancado en materia laboral.

Pero pienso que el tema no es eliminar los parafiscales para poner en riesgo beneficios de los trabajadores, y que el tema tampoco es crearle nuevos obstáculos al empleo.

Si eliminamos los parafiscales se crea una gran dificultad al Sena, a las cajas de Compensación, a Bienestar Familiar.

Y los proponentes dicen: ‘Elimínenlos. El Presupuesto Nacional le paga al Sena, a la cajas, a Bienestar Familiar’.

¿De dónde? ¿De dónde va a sacar el Presupuesto Nacional seis billones para hacer esos pagos?

Si hemos tenido dificultades en buscar un billón adicional para salud, ¿de dónde vamos a encontrar más de seis billones para reemplazar los parafiscales?

Eso sería el principio del cierre de las cajas Compensación, del Sena, de Bienestar Familiar. Exponerlos al albur de que cada año el Presupuesto Nacional tenga que encontrar los recursos para financiarlos.

Y agregan: ‘Es que las pequeñas empresas no están en condiciones de pagar los parafiscales’.

Pues bien, tenemos que decir que cuando las pequeñas empresas cumplen con los parafiscales, hay un grado de satisfacción en los trabajadores que libera a las pequeñas empresas de pesadas presiones por aumento salariales o prestacionales.

Profesores con modelos matemáticos han demostrado que la eliminación de los parafiscales solamente crearía 200 mil empleos por una sola vez. Nos quedaríamos sin resolver el problema del empleo y perderíamos al Sena, a Bienestar Familiar y a las cajas de Compensación. ¡Qué grave sería!

La obra de las cajas de Compensación, del Sena y de Bienestar Familiar es una obra importantísima en este Patria nuestra.

Hace pocos días me llamaron de una emisora y me dijeron que un dirigente político de la oposición quería debatir conmigo, porque había que tumbar la Ley 789 de 2002 para poder generar empleo.

Yo contesté: ‘Ni quitar los parafiscales, no quitar beneficios a los trabajadores, pero tampoco creemos más obstáculos al empleo, ahuyentando a los empleadores’.

Los congresistas amigos -y aquí hay unos muy distinguidos integrantes de la coalición Primero Colombia en el Congreso- me visitaron el año pasado y me dijeron: ‘Presidente, hay una gran presión: que tenemos que echar para atrás la Reforma Laboral de 2002. Y nosotros, si no votamos para echarla para atrás, el electorado nos va a castigar’.

Y les dije: ‘¿Por qué? ¿Cuál es el mal de esa Reforma? ¿Que permite trabajar unas horas en la noche? Es que hoy las mujeres tienen que trabajar, hace un siglo no lo hacían. Para ir a mercar tienen que ir en las horas de la noche. ¿Cuál es el problema de esa Reforma? Esa Reforma que les dice a los empleadores: por cada 20 trabajadores me tiene un aprendiz. Y si no me tiene un aprendiz, me paga una cuota equivalente’.

Gracias a esa Reforma, esta Patria que tenía 30 mil aprendices, hoy tiene más de 200 mil. Gracias a esa Reforma hemos podido financiar año tras año el Fondo Emprender.

Y, además, acabamos de hacer otra reforma de gran importancia: un decreto que permite que el contrato de aprendizaje que reformamos en 2002 con esa Ley, se utilice masivamente en Colombia para agregar trabajadores. Lo que es conveniente a los jóvenes y a las empresas, y que va ayudar muchísimo a resolver el tema del empleo.

Responsablemente, en un gesto que merece el aplauso, el Congreso no se dejó engolosinar con esa propuesta populista. Prefirió la responsabilidad que el temor a las elecciones, y la negó.

Yo creo que Colombia ha ganado bastante equilibrio en materia laboral. Claro que todos se quejan: los empleadores dicen que es muy cara la indemnización por despido injusto, y los trabajadores dicen que hay inestabilidad. Pero hemos logrado un gran equilibrio.

Hace pocos días, el Gobierno recibió un informe de un consultor internacional, una firma que se llama Ernst & Young, esa firma examinó nuestra legislación en forma comparada con las legislaciones laborales de América Latina. Concluyó que somos caros en seguridad social y muy competitivos en el resto.

Pero todos los analistas ignoran unos temas. Sí, acepto, los parafiscales exigen un esfuerzo. Cuando Chile creó las nuevas formas de seguridad social ordenó que sean los trabajadores los que paguen. En Chile es el trabajador el que paga la cotización a la pensión, a la salud. En Colombia hay solidaridad: la mayor parte de la cotización la paga el empleador, porque hay que superar pobreza y construir equidad.

Yo acepto que aquí hay unos costos para las empresas. Pero miren, lo que se ha ignorado es que también hay unas flexibilidades. Cuando se habla de la necesidad de hacer estas reformas laborales como la eliminación de los parafiscales para formalizar la economía, aquellos que proponen eso, o que no se atreven a proponerlo por temor al resultado electoral, pero que quieren hacerlo, ignoran del análisis muchos elementos.

Así como es costosa la seguridad social para los colombianos, es honroso para nuestra democracia tener hoy 43 millones de colombianos asegurados en salud. E ignoran que este país tiene unas facilidades; que este país tiene las empresas de servicios temporales con 900 mil trabajadores; las cooperativas de trabajo asociado, con más de 600 mil; una nueva visión del contrato sindical, que apenas empieza, con 20 mil trabajadores, y una gran reforma de todo el sistema del contrato de aprendizaje que va realizar una gran revolución en Colombia.

Y se ignora que nosotros el año pasado regulamos, reglamentamos la Ley 590 de 2000, que permite que cuando una pequeña empresa nazca, el primer año apenas pague el 25 por ciento de los parafiscales; el segundo año, el 50; el tercer año, el 75, y el cuarto año, el ciento por ciento.

Ya hay 30 mil empresas que se han sometido a ese beneficio. Y aspiramos, tenemos la ilusión que en la misma forma, exponencialmente, va a crecer el contrato de aprendizaje en los años que vienen.

El tema no es la legislación laboral. El tema es la prosperidad colectiva. Por eso lo que nosotros proponemos a nuestros compatriotas es un conjunto de seis elementos: la seguridad, la promoción de la inversión, el acceso a mercados, la innovación productiva, la revolución educativa y la infraestructura.

Sin seguridad, la economía no es capaz, por bien que se le quiera manejar, de producir efectos positivos en el empleo. La violencia en Colombia nos llevó a niveles de desempleo del 20 por ciento, a niveles de pobreza del 60 por ciento; ahuyentó la inversión.

Cuando mi generación estaba en las aulas universitarias se rechazaba la seguridad, porque se le consideraba una categoría fascista dictatorial, y también se rechazaba la seguridad para resolver los problemas sociales, y se decía que había que resolver los problemas sociales para poder resolver el problema de seguridad.

Ha habido una gran revolución cultural en Colombia.

Hoy las mayorías colombianas entienden que la seguridad no es una categoría dictatorial, sino un valor democrático y una fuente de recursos. Hoy las grandes mayorías colombianas aceptan que la seguridad es una fuente de recursos necesaria para poder resolver el problema de la pobreza y para poder construir equidad en la distribución.

Promoción de la inversión con responsabilidad social

Y hay que promover la inversión, con responsabilidad social.

¿Qué es responsabilidad social?

Responsabilidad social es respetar la Ley en las relaciones entre empresarios y el Estado; respetar la transparencia; cero corrupción en los contratos, en la solución de las disputas. Por eso nuestra reforma, que le da transparencia al régimen contractual.

Responsabilidad social es respetar los requerimientos ambientales; no poner los intereses de las empresas por encima del interés de la humanidad en la lucha contra el cambio climático.

Responsabilidad social es no asumir posturas de capitalismo salvaje; es estimular la fraternidad en las relaciones con los trabajadores, a lo cual nos hemos referido esta tarde, aquí en Popayán.

Responsabilidad social es entender que el capital es un factor de construcción de riqueza social, no un factor de especulación.

Y se necesita cambiar esa mentalidad. Abandonar la idea del capital especulativo, que desató esta crisis de la economía. Inversión con responsabilidad social.

Me temo que en aquellas economías latinoamericanas que vienen anulando la inversión las esperan derrotas sociales enormes. El mundo ha demostrado que cuando se anula la iniciativa privada, se anula la investigación, se ‘aperezan’ los pueblos, se destruye la gerencia, se elimina la creatividad y la laboriosidad. Y todo eso conduce a que colapse la calidad de vida.

Cuando se estudie definitivamente por qué colapsó Unión Soviética o la China de Mao Tse Tung o por qué se cayó el Muro de Berlín, el mundo encontrará que todos esos fenómenos se produjeron por falta de calidad de vida, y que a eso contribuyó un sistema político que anulaba la iniciativa privada, la creatividad que ‘aperezó’ los pueblos, los convirtió en pueblos de exclusivas aspiraciones burocráticas, y finalmente se causó la rebelión popular por esa falta de calidad de vida, que derribó esos sistemas.

El sistema nuestro no va mal. De ir mal no nos habríamos defendido como nos hemos defendido en esta crisis.

Ese segundo elemento, promover la inversión, si que es importante. Si no fuera por lo que estamos avanzando en inversión, distintos serían los resultados de esta crisis.

Antes, Colombia, de cada cien pesos que producía, invertía 12, 14, a lo sumo 16. Ahora, por encima de 25.

El año pasado, Colombia tuvo la tasa de inversión más elevada de América Latina. En las potencias latinoamericanas, entre el 16 y el 17; en Colombia, en 25,8.

El año pasado, a pesar de la crisis de la economía, registrábamos el segundo año récord en materia de inversión extranjera: nueve mil 530 millones de inversión bruta. Y este año vamos creciendo un 23 por ciento.

Y algunos compatriotas me dicen: ‘Presidente, ¿pero por qué con esas altas tasas de inversión todavía no se ve una acelerada reducción del desempleo y de la pobreza?

Porque esas tasas necesitan sostenibilidad.

China, en más de 20 años de tasas de inversión del 30 por ciento, solamente ha reivindicado de la pobreza a 400 millones, de mil 300 millones de chinos.

Inversión con responsabilidad social, el segundo elemento después de la seguridad.

Pero el inversionista pregunta: ¿y para qué voy a invertir allá? ¿Cuál es la garantía de la dinámica de la demanda del mercado interno y a qué mercados externos tengo acceso?

Para dinamizar el mercado interno, en esta crisis nosotros procuramos acelerar Banca de Oportunidades, Familias en Acción, Bienestar Familiar. Todos esos elementos de política social. La Red Juntos. Eso evitó que cayera más la capacidad adquisitiva del pueblo colombiano.

Una política social que aliente el mercado interno, es una gran promoción de la inversión. Pero se necesita acceso a mercados externos.

Apreciados compatriotas:

Entre 1989 y 2003, Colombia hizo una apertura unilateral de la economía, pero no accedimos a mercados. Hicimos la apertura, permitimos que el país se inundara de bienes extranjeros, pero nos quedamos con los mismos mercados que teníamos: con el Andino y con un acceso que a la postre resultó superficial, a México.

En estos años de Gobierno hemos venido adelantando los tratados de comercio con Chile, con Mercosur, con Centroamérica, con Estados Unidos, con Canadá. Le hemos sumado los tratados de promoción de inversiones, de desmonte de la doble tributación.

Agradezco al frente de los trabajadores alternativos de la Patria, la visión de apoyar estos tratados de comercio. Porque ustedes, mis compatriotas trabajadores, han venido adquiriendo conciencia, que un pueblo de 46 millones de habitantes, que somos en el pueblo colombiano, necesita la posibilidad de que la labor de sus trabajadores, expresada en bienes y servicios, pueda llegar a todos los mercados del mundo.

Hace poco un dirigente socialista de Europa, del sindicalismo checo, me dijo que había encontrado obsoleta y anacrónica la posición de algunos dirigentes sociales de Colombia, de oposición al acceso a los mercados externos.

Le dije: ‘Converse con los trabajadores alternativos, que allí hay una gran modernidad de visión’. Y también le dije: ‘Insístales a los presidentes de las confederaciones del trabajo de Colombia sobre la necesidad de estos accesos a los mercados’.

Pero ninguna oportunidad más indicada que el Primero de Mayo para decir que lo que distingue el viejo concepto de la globalización, de un nuevo concepto social de la globalización, es que en el nuevo concepto social de la globalización, los tratados incluyen la protección de los derechos de los trabajadores, la protección de los derechos humanos y la garantía del respeto a las normas del medio ambiente.

En todos los tratados nuestros incluimos esos tres conjuntos normativos que muestran nuestro afán para que los tratados de comercio, en lugar de afectar a nuestros trabajadores, los beneficie.

Por eso no quitar los parafiscales; por eso no pretender abaratar la mano de obra. Lo que hay que hacer es que la economía prospere para que prospere la calidad de vida de nuestros trabajadores.

Para nosotros, la inversión y el acceso a los mercados no son fines ideológicos, sino caminos de reivindicación de las mayorías pobres de la Patria, y de dignificación de la remuneración de los trabajadores.

Cuando en un país se trabaja en la seguridad, cuando en un país se trabaja en la promoción de la inversión, cuando en un país se sustituye el anacrónico concepto de la apertura unilateral, que tanto daño nos hizo por el acceso a los mercados, surge una pregunta sobre el cuarto elemento: ¿y qué les vamos a vender a esos mercados?

Si pretendemos competir con confección básica, estamos perdidos con los chinos; si pretendemos solamente producir agricultura, que se produce en cada producto 20 meses más en el Brasil, a menos costos, estamos perdidos.

Hay que agregarle valor a lo que producimos.

Por eso, el Gobierno, en concertación con el sector privado, ha estado buscando cómo se le agrega valor a la producción tradicional y cómo se desarrollan los nuevos sectores de economía. Valor a la producción tradicional.

Hay que vender café orgánico, café con todos los requisitos ambientales, café con marca de pueblo, con sello de respeto al medio ambiente. Hay que vender confección no básica, sino con una alta incorporación de valor en diseño, para llegarles a mercados de capacidad adquisitiva. Hay que agregarle valor a todo lo que producimos y hay que desarrollar los nuevos sectores de la economía.

Esta Patria nuestra tiene un gran futuro en el software, una ciudad universitaria como Popayán sí que lo tiene.

Esta Patria nuestra tiene un gran futuro en los biocombustibles. Podemos ser una potencia en biocombustibles. Nos hemos convertido en el segundo productor latinoamericano de etanol y en el primero en biodiesel, sin tumbar la selva y sin limitar la seguridad alimentaria.

Esta Patria nuestra tiene un gran futuro en la producción de medicamentos y de productos cosméticos, a partir no de químicos sino de productos naturales. Esta Patria nuestra tiene una medicina de altísima calidad, de bajo costo, con una localización geográfica de excelencia para promover lo que se llama el turismo de salud, que la comunidad internacional se vuelque a demandar servicios de salud en nuestra Patria.

Esta Patria nuestra tiene turismo del Caribe, turismo del Pacífico, turismo Andino, turismo de la Amazonía. Esta Patria nuestra tiene todas las posibilidades.

Desarrollar esos nuevos sectores es un camino de construcción de empleo. El camino de construcción de empleo no es afectar los derechos de los trabajadores ni crearle, con populismo, nuevos obstáculos a las empresas, sino desarrollar sectores con innovación que nos den a los colombianos mejor calidad de vida.

Incentivos a la inversión

Por eso, en estos años hemos introducido incentivos a la inversión. Incentivos al software, incentivos a los cultivos de tardío rendimiento, deducciones a la reinversión de utilidades.

Y ahora dicen algunos: ‘Es que esos incentivos son gabelas a los ricos’. Y quieren desmontarlos.

Yo pregunto: ¿en un país crecientemente incorporado a la economía internacional, en trance de incorporarse definitivamente a la economía internacional, puede haber estímulos al empleo diferentes a los estímulos en la inversión? No parece. No parece.

Para nosotros los estímulos a la inversión son los estímulos al empleo.

Entonces, algunos me han dicho: ‘No, lo que hay que hacer es: no le den esos estímulos a la inversión, lo que hay que hacer es que las empresas no se modernicen y enganchen más mano de obra’.

Eso no resulta, apreciados compatriotas, porque las empresas, para ser competitivas en el mercado internacional, tienen que estar todos los días, todos los días mejorando su esquema tecnológico de producción.

Hace pocos días, en una universidad, un profesor nos demostraba que si nosotros le quitamos los estímulos a la inversión, so pretexto de dárselos al empleo, llegará un momento en que no se generará empleo, porque la empresa va a decir: si yo no puedo adquirir la maquinaria, los equipos que me permitan competir con avanzada tecnológica, yo no puedo crear empleo’.

La verdad es que yo no puedo crear empleo hoy diciendo que los sistemas de transporte masivo que estamos construyendo en Colombia, en lugar de que tengan un mecanismo digital computarizado para cobrarles a los pasajeros, pongan un joven colombiano en la puerta de cada bus, para cobrarle al joven colombiano; para que él cobre y haya un empleo. Eso es retroceder.

Yo no puedo proponer que en Popayán se construya un edificio moderno que utilice la luz solar, que utilice el agua y la recicle, que limpie las aguas residuales, climatizado, sin aire acondicionado y sin calefacción, y al mismo tiempo, que le pongan un ascensor de palanca para poder generar un empleo, cuando hay que estar a la altura tecnológica.

Si avanzamos en la tecnología vamos a resolver el problema de la necesidad de empleo de buena remuneración.

Y, por supuesto, con el tema de la vivienda, con el tema de las obras públicas, se puede adelantar una gran creación de empleo para los sectores que todavía no tienen capacitación, para poder avanzar en la escala tecnológica.

Entonces, dicen: es que este Gobierno ha abaratado el capital y ha encarecido el empleo. ¿Por qué se dice que se ha abaratado el capital y al mismo tiempo se dice que para el capital es muy costoso pagar la afiliación a la seguridad social? Yo no lo entiendo.

Se contradicen muchos de nuestros críticos. Un día dicen: es que abarataron el capital. Y al otro día dicen: pobrecito el capital, que tiene que pagar esos costos tan altos de la seguridad social.

¿En qué estamos? ¿En lo uno o en lo otro?

Cuando se habla de que son altos los costos de seguridad social, hay que entender que los empresarios tienen compensaciones: el impuesto de renta se redujo, se eliminó el impuesto de remesas, y también se eliminó el impuesto de timbre. Pero hay que hacer el esfuerzo de la afiliación de los trabajadores a la seguridad social.

Es bueno que en el análisis de mis compatriotas no se examinen aisladamente las cargas de seguridad social; se examinen consolidadamente con todos los impuestos.

Y también hemos derramado el Impuesto al Patrimonio a los sectores más pudientes. ¿Qué tal que no lo hubiéramos hecho?

El Impuesto al Patrimonio nos permite poder decir que hemos financiado la Seguridad Democrática, acompañándola de políticas sociales.

Al Cauca hemos llegado con más soldados y más policías, y con más Familias en Acción, y con más afiliación a la salud, y con más electrificación, y con más carreteras. Eso ha sido posible gracias al Impuesto al Patrimonio que se les ha cobrado a los sectores más pudientes, a los sectores más pudientes, para poder adelantar la seguridad sin afectar la política social.

Hay que mirar esto consolidadamente, apreciados compatriotas. Hemos tratado de tener un gran equilibrio.

Pero hay algo también muy importante:

Este Gobierno ha castigado la tierra ociosa. No se ha dicho en este debate.

Cuando nosotros empezamos, los avalúos rurales que están a cargo del (Instituto Geográfico) Agustín Codazzi valían 32 billones. Hoy, más de 73 billones. Y eso mejora los ingresos de municipios y obliga a los propietarios a ser más eficientes y a generar empleo.

Y hay que decir otra cosa: nosotros hemos mejorado los indicadores y la proyección de los indicadores financieros y fiscales del país. Si no hubiéramos reformado 465 empresas del Estado, el fisco sería insostenible.

Financiamiento

En materia de financiamiento, en estos años la deuda ha pasado de representar el 48 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) a representar el 26 (por ciento).

Con otro punto bien importante: antes, el 70 por ciento de la deuda estaba en dólares o en moneda extranjera. Hoy solamente el 30 (por ciento).

Hoy somos más autónomos. Manejamos el 70 por ciento de la deuda con nuestra propia moneda, lo que nos defiende frente a las crisis internacionales de la economía.

Y qué decir del desmonte al subsidio del combustible. Estoicamente mis compatriotas han asimilado en estos años un enorme aumento del precio de la gasolina. De no haberlo hecho, el fisco estaría quebrado y los gobiernos del futuro no tendrían margen de manejo.

Con la gran paciencia solidaria del pueblo colombiano, nuestro Gobierno desmontó el subsidio a la gasolina, que ahorra 5 billones de pesos al año y da un futuro fiscal y financiero más manejable; no exento de dificultades, porque las tenemos, pero sí más manejable.

Entonces, es bueno mirar esto integradamente. Mirarlo integralmente. Y si el país avanza en la seguridad, si el país avanza en la promoción de la inversión, en el acceso a mercados, ¿por qué va a cambiar el rumbo?

Hace poco me decía un empresario norteamericano que vive en China, que él tiene en China la fábrica de confites más grande del mundo, que necesita instalar una en América, que nunca había pensado en Colombia y que por primera vez esta pensando en Colombia.

Y me decía yo en mis adentros: ¡uy! qué tal que se quiten los incentivos. Ahora que apenas están empezando a vernos en la pantalla de los destinos de inversión del mundo. ¿Qué tal que se quiten los incentivos?

A las ideas de inversión hay que darles tiempo. Las ideas de inversión no se conciben ni se aplican de la noche a la mañana.

Y ahora que necesitamos más inversión para sustentar ese cuarto elemento, que es la revolución productiva.

Pero ese proceso de innovación productiva nos lleva al quinto elemento: ¿Cómo sostenemos la innovación productiva? Con una revolución educativa permanente.

Revolución educativa

Apreciados trabajadores de mi Patria:

En 100 años, Colombia tuvo 120 ministros de Educación. En estos 8 años de Gobierno, nosotros hemos tenido una Ministra de Educación con un gran equipo, sin politiquería, con estabilidad. Y el país ha avanzado en lo que podríamos llamar un buen germen de revolución educativa.

Graduábamos 400 mil bachilleres; ahora graduamos más de 700 mil. La cobertura en (educación) básica era del 78 por ciento; estamos llegando al 100 por ciento. Nos hace falta mucha infraestructura.

En (educación) media la cobertura era del 57; estamos llegando al 80 por ciento. Teníamos menos de un millón de estudiantes universitarios, una cobertura del 21,6; estamos llegando a un millón 700 mil. Una cobertura cercana al 36 por ciento.

La nueva ley de reforma a la Ley 30, proyecto que está a consideración del Congreso, permitirá elevar la cobertura al 50 por ciento, para favorecer más al estudiante pobre.

El Instituto Colombiano de Crédito Educativo, el Icetex, financiaba a 60 mil estudiantes; hoy, 300 mil 15 estudiantes. Sin politiquería. Hoy no necesitan una recomendación política los estudiantes; pueden acceder al crédito a través de Internet, de su propia universidad.

Obras son amores y no buenas razones.

El Sena ha hecho una gran revolución. Formaba a un millón 100 mil colombianos al año; el año pasado, 7 millones 857 mil. Tenía 41 mil colombianos matriculados en programas técnicos y tecnológicos; este año, 500 mil.

Tiene un millón de colombianos estudiando inglés a través de Internet, la mayoría de los profesores desde San Andrés. Para que la transmisión no tenga que reducirse al sistema satelital, se está instalando un cable submarino que conecte la Colombia continental con la Colombia insular y convierta a San Andrés en un gran factor de revolución en informática.

En Bienestar Familiar, atendíamos 5 millones 900 mil colombianos; hoy atendemos 13 millones.

Nos falta mucho en educación de primera infancia para los niños más pobres; apenas hemos logrado 500 mil.

Hemos avanzado con la nueva Ley de Ciencia y Tecnología.

Ya los profesores no se nombran por tarjeta de recomendación, sino por concurso.

No solamente tenemos las pruebas Icfes, sino las pruebas Saber. Hay las pruebas para saber cómo es la calidad de los muchachos que egresan de las universidades.

Colombia es hoy el país latinoamericano que más expone a sus estudiantes a competir en pruebas de ciencias y matemáticas con los estudiantes de los países industrializados. El país latinoamericano más exigente en pruebas domesticas de educación.

Una revolución educativa permanente es el encabezamiento de la política social, es el camino para que los hijos de las nuevas generaciones no estén condenados a ser pobres porque son pobres sus padres. Por eso programas como la gratuidad educativa, programas como Familias en Acción, como la Red Juntos, para abrir los caminos de la movilidad social, para que el hijo del pobre no tenga la condena de la pobreza. En la medida en que las familias pobres puedan garantizar el ciclo educativo de todos sus hijos, esas familias van a salir adelante.

¿Por qué hay que condenar a los corteros de caña del Valle del Cauca a que sus hijos no estudien y tengan que ser corteros de caña? ¿Por qué hay que condenar a los recolectores de algodón del Caribe a que sus hijos no estudien y tengan que ser recolectores de algodón?

Si nosotros queremos que las nuevas generaciones de colombianos en el factor trabajo avancen por la escalera tecnológica de la calidad de la vida, de la mejor remuneración, de la dignificación del trabajo y de las posibilidades del emprendimiento, una revolución educativa que acompañe la seguridad, la promoción de la inversión, el acceso a mercados, la innovación productiva.

Y, por supuesto, infraestructura.

Apreciados trabajadores de mi Patria:

Han sido 8 años de esfuerzo afectuoso por Colombia, de diálogo y también de discusión con ustedes. Pero con mucho afecto.

Si de algo nos preciamos mis compañeros de Gobierno y yo es haber podido tener diálogo, también con debate, con los trabajadores de la Patria, a lo largo de estos ocho años.

Si a mí me preguntara hoy un extranjero por qué invierto en Colombia, yo le diría cuatro o cinco razones:

Colombia es un país de gran gerencia, de una excelencia en los trabajadores.
Un trabajador colombiano no tiene pereza, aprende con enorme rapidez.

Era yo Gobernador de Antioquia, y un consorcio alemán, constructor del Metro de Medellín, me dijo que necesitarían ocho meses para capacitar a los operadores del Metro de Medellín.

Al mes regresaron a la oficina y me dijeron que esa gente era muy inteligente, que ya estaban listos, que podía empezar la operación.

El talento del trabajador colombiano es sobresaliente en el mundo.

Si a mí me preguntara un extranjero por qué invertir en Colombia, le diría: hay que invertir en Colombia, porque Colombia es un país que entiende la inversión con responsabilidad social como un camino para superar pobreza y para construir equidad.

Si a mí me preguntara un extranjero por qué invertir en Colombia, tomaría para mí la frase que le escuché recientemente, en el Foro Económico Mundial, a un médico de un hospital norteamericano de gran connotación, del Hospital Johns Hopkins. Me dijo ese médico que no conocía Colombia; que venía muy prevenido; que ahora quería instalar clínicas en Colombia en asocio con las clínicas colombianas, para recibir pacientes del exterior. Y que le llamaba mucho la atención ver en la expresión de cada colombiano una sonrisa.

Y le dije: ‘Médico, qué bueno que usted lo destaque. Esos son mis compatriotas: sufridos por la violencia y por la adversidad, pero jamás resentidos. Sufridos, porque muchos gobiernos les han sacado los votos, pero no los han querido.

Sin embargo, mis compatriotas, en lugar de la mueca amarga del resentimiento han tenido la sonrisa alegre del afecto a la Patria.

Apreciados trabajadores:

Para concluir este foro con ustedes del Primero de Mayo, quiero decirles que seguramente hemos fallado en muchos aspectos; han faltado muchos elementos para servir bien a Colombia. Pero aquello que me permite darles a ustedes la cara es que hemos trabajado todos estos años con infinito amor a la Patria.

Si a mí me preguntaran qué ha sobrado en estos 200 años de vida independiente, yo diría: la violencia que nos ha martirizado.

Y si a mí me preguntaran qué ha faltado en estos 200 años de vida independiente, yo diría: más amor de los gobernantes a Colombia.

Nosotros, en el balance, lo que finalmente revindicamos es amar a Colombia.

Y qué bueno que este Gobierno, en los primeros de mayo, no se hubiera quedado por allá, haciendo turismo clandestino, preguntándole a la Policía y al DAS por las marchas, cuántos salieron, hubo encapuchados o no, sino que este Gobierno hubiera estado siempre, siempre, en foro con los trabajadores; buscándole soluciones al empleo, a la calidad de vida, a las relaciones entre los empleadores y los trabajadores.

Gracias y felicitaciones, apreciados trabajadores de mi Patria.

¡Qué viva Colombia! ¡Qué viva Colombia! ¡Y qué viva Colombia!”.

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