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  AÑO 2010  
     
 


La Victoria democrática de Colombia

Medio: Washington Post
Por: Robert Kagan and Aroop Mukharji
Fecha: Marzo 9 2010
(Traducción)

Hay bastante pesimismo por la democracia en estos días, y los autócratas parecen estar en camino en todos los continentes. Entonces debemos tomar nota cuando la democracia triunfa sobre las tentaciones autocráticas.

Esto fue lo que pasó en Colombia recientemente. El Presidente Álvaro Uribe había dado pistas sobre la posibilidad de lanzarse por un tercer periodo consecutivo, a pesar del límite constitucional de dos términos. El  verano pasado, el Congreso colombiano, controlado por aliados de Uribe, aprobó un decreto para cambiar la Constitución. El siguiente y final paso era un referendo popular en mayo que apoyara la reelección de Uribe.  Si esto suena familiar, debería. Fue por referendo popular que el venezolano Hugo Chávez se instaló a sí mismo como presidente de por vida. Pero a finales del mes pasado la Corte Constitucional de Colombia rechazó el decreto. El referendo está muerto y la democracia de Colombia vive.

Muy seguramente Uribe habría sido reelegido si le hubieran permitido lanzarse de nuevo. Él goza de una popularidad abrumadora en Colombia. Él ha derrotado el terrorismo y los carteles de drogas y hasta ha hecho que las calles de Medellín seas seguras para caminar. Si alguien podría ir por un tercer mandato sería Uribe. Y si la Corte decidía aprobar el referendo, había varios preparados para mirar hacía el otro lado.

Afortunadamente la Corte tomó una visión diferente, quizás entendiendo que un tercer periodo habría sido malo para Colombia, malo para el hemisferio e inclusive malo para Uribe. Habría sido un golpe –posiblemente fatal- para la democracia que tanto ha hecho él por salvar. 

Más que reflejar los deseos inmediatos de la gente, una democracia exitosa debe también soportarse en unas bases fuertes institucionales  y legales que estén por encima de cualquier hombre individual. Especialmente en una democracia naciente, la integridad de las instituciones es tan importante como la voluntad de la gente. La Constitución colombiana tiene solo 20 años, y ya fue cambiada cuatro años atrás para permitir que Uribe se lanzara para un segundo término. Si estuviera en el despacho por cuatro años más, Uribe habría terminado nombrando la mayoría de la Corte Suprema y los principales generales. En efecto, un tercer término habría abierto el camino para que Uribe construyera un Gobierno alrededor de sí mismo.  

Algunos colombianos dibujaron analogías entre Uribe y Franklin Roosevelt, el único Presidente de los Estados Unidos que fue elegido más de dos veces. En los 1930’s y los 40’s, sin embargo, la democracia americana  tenía unas raíces profundas y era eficiente, este corto receso de la norma, llevó  a unos estrictos límites de los periodos, lo cuál ha sido cumplido desde entonces. Colombia es una democracia joven con un futuro incierto.

Un mejor modelo para aquellos en la cúspide de ser “presidentes de por vida”, sería George Washington. Cuando la democracia americana era joven y frágil, Washington eligió limitar su tiempo en el despacho, a pesar de su popularidad. Él entendió el axioma fundamental de la democracia – que hay más de una persona en capacidad de liderar un país a través de un Gobierno robusto.  En varios países, este principio ha sido sacrificado por ambiciones personales y nociones erróneas de ‘irremplazabilidad’.

El efecto de un tercer periodo de Uribe se habría extendido más allá de Colombia. La democracia está siendo minada a lo largo de Sur América, donde las hiper-presidencias y los cambios constitucionales se han vuelto comunes. Uribe habría reforzado una tendencia iniciada por Chávez, seguida por Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia e intentada en Honduras por Manuel Zelaya.

En lugar de esto, Colombia se ha abstenido en contra de esta ola de autocracia y ha dado un golpe que debería resonar. Tentado por un fácil cambio constitucional, Colombia eligió en cambio establecer un modelo para una transición de poder durable, pacífica y democrática.

Uribe es, al final, el héroe de esta historia. Independientemente de sus deseos personales, el permitió a la Corte hacer su  trabajo sin interferencias. A pesar de sus logros, incluyendo la derrota del terrorismo y darle esperanza a los colombianos, su regalo más grande para la gente será una sociedad y un sistema político basado, no en el poder o atractivo de un individuo, sino en el Estado de Derecho.

Es difícil saber el rol que jugó la administración Obama en todo esto. El Presidente Obama le pidió privadamente al Presidente Uribe que no buscara un tercer mandato, pero la administración ha hecho muy poco en público. Es difícil decir si esto fue para evitar la sensación de una mano pesada o porque la administración está reacia de hacer de la promoción de la democracia una prioridad.

Pero la administración Obama pronto tendrá oportunidades de hacer más. Egipto, por ejemplo, es una democracia de nombre solamente, y lo es, para llevar a cabo elecciones parlamentarias este año. Uno esperaría que Obama aproveche estas y otras oportunidades para ir más lejos de los intereses americanos en un mundo democrático. No siempre tendremos la oportunidad de dar con la voluntad de hombres poderosos que se sometan a la ley.

(Versión en inglés)

 
     
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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