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LA RESERVA CULTURAL EN EL TLC

Por María Consuelo Araujo*

El tratado no representa riesgo alguno para la cultura. El oportunismo, sí.

En los últimos días se ha abierto un amplio debate en torno a la cultura y el TLC. Las especulaciones sobre supuestas "exigencias" que ninguna de las partes ha presentado en la mesa de negociación no agregan valor a la construcción de opciones de acuerdo en el marco de lo que será el futuro Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos. Por el contrario, les restan legitimidad a los intereses del país.

La reserva cultural que fue presentada por Colombia en la última ronda de negociaciones de Washington es mucho más amplia y ambiciosa que aquellas defendidas en su momento por México, Chile y los estados centroamericanos. Dicha reserva reconoce el carácter especial de los bienes y servicios culturales, otorgándoles un tratamiento favorable dentro del tratado y es un claro ejemplo del compromiso del Gobierno con el fortalecimiento de las industrias culturales colombianas.

Esta labor es particularmente compleja, en la medida en que estas industrias involucran subsectores como el fonográfico, el editorial, el cinematográfico, el televisivo y el radial cuyo desarrollo es dispar. Pero, al mismo tiempo, se encuentran ligados por su mutua dependencia y su condición de ser portadores de contenidos que reflejan y transmiten los valores de la identidad y la diversidad nacional.

La gran sensibilidad del tema cultural, unida a la escasa tradición que existe de involucrarlo en negociaciones comerciales y, más aún, de tratarlo con criterios técnicos, se convierte en escenario ideal para pronunciar discursos que generan alarma en la sociedad sobre las supuestas y mal llamadas "amenazas" de la negociación. Y también para reiterar hechos evidentes, no generados ni agravados por el tratado de libre comercio, como las asimetrías existentes entre las industrias del entretenimiento de los Estados Unidos y las industrias culturales colombianas.!

En realidad, las mencionadas asimetrías han existido durante décadas e, incluso, han estado más acentuadas anteriormente.!Las industrias culturales en Colombia han avanzado considerablemente en los últimos diez años, a la vez que la calidad de los contenidos colombianos es reconocida a nivel mundial. Es el caso de las telenovelas, tan nombradas por estos días en entrevistas y columnas de opinión.

El factor determinante del desarrollo que se requiere para que el país pueda contar con espacios idóneos para la expresión y el disfrute de la cultura, es la riqueza creativa de la sociedad, renovada y enriquecida a través de la diversidad. Y esto no está en riesgo en el TLC. Decirlo, es plantear un falso dilema.

Para generar un ambiente propicio al desarrollo de la cultura, las negociaciones internacionales de libre comercio contemplan instrumentos que, tal como han sido planteados por el equipo negociador colombiano, permitirán establecer una reserva cultural suficiente para preservar en el Estado la posibilidad de actuar a favor de los creadores y productores nacionales de contenidos de manera discriminatoria frente a los extranjeros, pues no se compromete la potestad gubernamental para favorecer la cultura y promocionarla.

El trabajo adelantado hasta la fecha por el Gobierno y la Comisión Nacional de Televisión ha sido amplio en la convocatoria al sector privado y a la Coalición para la Diversidad Cultural, como representante de la sociedad civil, como principales interesados en el tema cultural. Se ha hecho un enorme esfuerzo por lograr una posición responsable y realista, pero, sobre todo, que represente el interés general. No obstante, algunas voces continúan abogando por sus propios beneficios. Un TLC no representa en sí mismo ningún riesgo para la cultura. El oportunismo, sí.

* Ministra de Cultura

 
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