En la guerra, el engaño es virtud

Diario El Tiempo

Por José Obdulio Gaviria
Asesor Presidencia

Agosto 09 de 2008

Los helicópteros en formación llegaron a Montes de María. Misión: rescatar a Fernando Araújo, quien llevaba años contabilizando el tiempo eterno de los secuestrados y convirtió cada encuentro con hormigas y lagartijas en eventos memorables, porque bichos y plantas eran joviales, mientras los carceleros, altaneros, ignorantes, crueles.

Los soldados bajaron de las máquinas con habilidad de trapecistas y cortaron la comunicación entre 'Martín Caballero' y Araújo. Consigna de la tropa: ¡salvarle la vida, aun a costa de la propia! El soldado Almanza fue el primero en bajar y el primero en morir. Dispuesto hasta el sacrificio mayor, pasó factura elevada: varios secuestradores murieron o huyeron y Araújo pudo refugiarse en la espesura.

El operativo liberador de Montes de María fue diseñado para matar lícitamente o/y morir heroicamente. ¿Algún cuestionamiento jurídico? ¡Ninguno! Es la ley usar la violencia lícita -monopolio del Estado- para proteger la vida y libertad de los asociados.

Los actos de autoridad pueden ser violentos o no. Quien da órdenes valora racionalmente el uso de la fuerza para no pecar por exceso o defecto, según la peligrosidad, gravedad del delito, escenario de la acción... Quitarle a Araújo a las fieras requería gran despliegue de fuerzas. ¿Quién, distinto a un pro Farc, hubiese recomendado hacer un operativo de persuasión, como si se tratara de neutralizar a un iracundo, a un celoso, o a un borracho?

Liberar a Íngrid y compañeros era, por naturaleza, acto violento y peligrosísimo, con un final probable: el ingreso al martirologio de liberadores y secuestrados. Alternativa (excluidos el miedo pánico y el desentendimiento), urdir una estratagema. Descartado el plomo frío de las balas, los soldados decidieron clavar el acero afilado de la astucia, introducir un Caballo de Troya. Como los aliados hicieron con los nazis, nuestra Inteligencia usó su inteligencia: tramó, enredó, despistó, engañó, dijo embustes, creó páginas chuecas, envió correos ídem... Nunca hubo tramoyistas o ilusionistas más inspirados. Y la cosa salió ¡perfecta!, como dijo Íngrid.

El engaño del Estado aplicado en la guerra a los criminales es virtud. En todo el mundo hay infiltraciones, señuelos, falsas identidades de los investigadores. Que protesten por ello los abogados del criminal..., ese es su trabajo. Extraño es ver tantos abogados de oficio "escandalizados" porque engañaron a 'Cano' en lugar de haber negociado un acuerdo humanitario.

El día de la apoteosis de la democracia, Anncol (Farc) rasgó sus vestiduras por la violación del DIH. Ellos, secuestradores, denunciaron el crimen de usar insignias exclusivas. La hiena, furiosa porque le arrebataron limpiamente la presa, sin un solo disparo, anunció demanda contra Uribe y petición de "recaptura de prisioneros fugitivos". Pero (entiendan los "escandalizados") el uso del logo no es felonía en el derecho internacional; lo es el abuso (perfidia, intención de causar daño). De lo contrario, irían a la cárcel los directores de cine.

Como siempre ocurre con Colombia y en el mundo, hubo quienes apoyaron a Anncol. No les horrorizó que imperaran impunes los secuestradores; sí que los engañaran para arrebatarles las víctimas. Y están construyendo una inaudita equivalencia: que el fin (la libertad de los secuestrados) no justifica los medios (uso de logosímbolos de Cruz Roja y Telesur).

¡Bravo por la Inteligencia militar! No pueden acomplejarse. Los atacan arteramente porque acorralaron al enemigo. Ojalá inventen un nuevo engaño y liberen a todos los secuestrados. Eso sí: neutralizando a los que le mientan al Comandante en Jefe o le oculten información y sancionando drásticamente al corrupto que vendió el material clasificado.