El presente de las víctimas

Por: Luis Alfonso Hoyos, Director de la Agencia Presidencial Acción Social
Columna en El Tiempo
08 octubre de 2008

En la columna de Laura Gil, titulada 'El paseo de la víctima', publicada en El Tiempo, se hacen duras críticas a la atención que presta Acción Social. Cuestionamientos que van desde la aseveración de que las tutelas no se respetan, existencia de requisitos imposibles de cumplir, hasta mala actitud de los funcionarios. Como se sugiere en dicha nota, "no todo lo que se dice es verdad, pero no todo es mentira". Es necesario reconocer la existencia de retrasos en la respuesta a solicitudes interpuestas por personas en situación de desplazamiento que se derivan de los problemas acumulados por muchos años y que requieren todavía de un tiempo para ser atendidos satisfactoriamente, especialmente, por las exigencias de alcanzar la estabilización.

Acción Social, como coordinador del Sistema Nacional de Atención a Población Desplazada, expresamente ha reconocido el rezago en algunos componentes para garantizar el goce efectivo de derechos, pero también ha hecho evidente el compromiso del Gobierno con las víctimas: 196 municipios y 8.100 viviendas que sufrieron destrucción por tomas guerrilleras y atentados terroristas en una década se reconstruyeron totalmente. Cerca de 250 millones de dólares se han entregado a más de 35.000 familias que perdieron a sus seres queridos en actos terroristas de paramilitares y guerrilleros, pagando una deuda que crecía desde 1996 y que se hubiera tardado 20 años en estar al día. Más de 25.000 hogares afectados en sus bienes por atentados han recibido apoyo de emergencia en menos de 24 horas y apoyo económico básico en una semana, cuando antes de 2002 el trámite duraba 8 meses.

El programa de Atención a Víctimas no tiene represadas peticiones, quejas, ni reclamos; el índice de respuesta efectiva es del 94 por ciento. Así se hizo evidente en los recientes atentados en Cali, Bogotá, Huila y otros sitios del país donde rápidamente se llegó al lugar de los hechos para orientar a los habitantes del sector, a personas heridas y familiares de las víctimas mortales.

Así ha sucedido en todos los casos de atentados en los últimos tres años, en que en pocas horas se busca dar la mejor atención y en menos de una semana se han hecho los pagos.

Menciona la columnista que las nuevas exigencias en reparación administrativa no son atendidas por Acción Social y que en las audiencias realizadas por una comisión del Congreso, las personas de esta entidad se esconden o tienen un trato displicente y ofensivo. Poco conoce la realidad: apenas el 15 de agosto pasado se inició la recolección de formularios y, en solo 45 días, se han radicado más de 105.000 solicitudes de reparación, con un gran despliegue técnico y de compromiso humano. En las reuniones, el vocero del Gobierno es el Ministerio del Interior y Justicia, no Acción Social, pero esta entidad ha patrocinado con los cooperantes las audiencias con víctimas en todo el país para que su voz sea escuchada, aunque en algunas de ellas han impedido el ingreso de servidores de esta Agencia.

Con todo lo que falta en materia de atención al desplazamiento (especialmente en materia de tierras), los cambios son evidentes: antes del 2002 se destinaban 35 millones de dólares por año para atender este drama. Ahora son 500 millones anuales; 166.000 hogares han participado en programas de asistencia integral con énfasis hacia la generación de ingresos; más de 247 mil hogares desplazados se encuentran vinculados al programa Familias en Acción (hace cuatro años ninguno lo estaba); la cobertura en salud en población desplazada pasó de 30 por ciento a 80 en los últimos 5 años.

Nuestra obligación es atender con prontitud, calidad y mucho calor humano a las personas que tanto han sufrido el drama de la violencia en Colombia. Doy fe del enorme compromiso de las mujeres y hombres que prestan sus servicios en esta entidad. Con humildad recibimos todas las quejas ciertas y trabajamos con amor de patria para mejorar todos los días. Ese es nuestro compromiso indeclinable.