Bogotá, 7 dic (SP). “Regresamos hoy a la Escuela José María Córdova, con el recuerdo siempre vivo del gran General que no conoció reposo en su juventud, sino angustia en su permanente lucha por la Patria.
Asistir a esta ceremonia de graduación de un nuevo grupo de subtenientes, que nos llenan a los colombianos de orgullo y de esperanza; que, a semejanza del General José María Córdova, no dedicaron su juventud, estos subtenientes, a nada distinto que a servir a la Patria y a pensar y a estudiar a ver cómo la sirven mejor.
Quiero, en nombre de todos los colombianos, agradecerles, felicitarlos; decirles que nos sentimos muy orgullosos y que hoy, que ustedes salen de las aulas de esta Escuela a asumir posiciones operativas, nos dan a los colombianos tranquilidad de que conduciendo ustedes las armas de la República, el país derrotará el terrorismo y recobrará la paz más cercanamente.
Muchos jóvenes hoy, que están en la vida civil, pueden tener alegrías, combinar el estudio con la diversión, estar tranquilos, gracias a que hay muchos jóvenes formándose en esta Escuela Militar con abnegación y con sacrificio, para darle tranquilidad al resto de los jóvenes colombianos.
Quiero hacer un homenaje a ustedes, distinguidos subtenientes, y mencionar a su compañero Jorge Enrique Díaz Meneses, el primer puesto que ha recibido la medalla ‘Francisco José de Caldas’. Él representa las virtudes de ustedes, de hombría de bien, de honor militar, de capacidad de estudio, de mucho esfuerzo, de amor a la Patria. Al aplaudir al subteniente Jorge Enrique Díaz Meneses, todos los aquí presentes y los colombianos de todas las regiones aplaudimos a esta gran promoción de subtenientes de la Patria.
Muchos compatriotas presentes esta mañana aquí, lo están por la razón de asistir al grado de un ser querido. Miro las caras de mis compatriotas y veo las mamás y los papás y los hermanos y los familiares de este grupo de graduandos.
Le voy a rogar el favor a quienes sean papás y mamás de los graduandos, ponerse de pie.
Demos a todos ellos un gran aplauso.
Es un día de honor y de preocupación. De honor para estos compatriotas que tenemos aquí enfrente de nosotros, porque sus hijos están ascendiendo a subtenientes del Ejército de Colombia. Y de preocupación, porque los papás y mamás saben que el camino de servicio a la Patria que han escogido estos brillantes subtenientes es un camino de riesgo con amor a Colombia; es un camino de abnegación con amor a Colombia; es un camino de sacrificio con amor a Colombia.
Para reforzar el aplauso que sentimos desde el alma a estos papás y a estas mamás, quiero que se pongan de pie doña Luz Fanny Meneses Pinzón y don Luis Alberto Díaz Meneses, padres del subteniente Jorge Enrique Díaz Meneses, el mejor de la promoción.
A ellos damos un aplauso lleno de afecto, que representan las virtudes de los hogares colombianos.
Esta ceremonia esta llena de símbolos, de emociones. Cuando se entrega la Copa Arturo Ahumada y Diego Guillén, se está entregando un reconocimiento a quien ha sido seleccionado por todos los estudiantes de la Escuela como una expresión de compañerismo y de carácter. A esas virtudes que encarna él, virtudes propias del ser colombiano, nuestro aplauso, nuestro aplauso al alférez Homero Benavides Escobar, que ha recibido hoy la Copa Arturo Ahumada y la de Diego Guillen.
Hay muchas emociones e ilusiones en esta ceremonia. Al entregar la bandera de Colombia al subteniente Jorge Enrique Díaz Meneses, entregamos la bandera de Colombia confiados en que queda en las mejores manos, en unas manos pulcras como el oro y firmes como el acero. Las dos virtudes que requiere la Nación para derrotar el terrorismo y conseguir la felicidad de las nuevas generaciones.
¿Dónde está el que me tomó la fotografía por aquí? Que me dijo: ‘Uribe, necesito una fotografía’. ¿Qué se hizo ese avispado? Venga pa’ acá, a ver hombre.
Para garantizar que esta generación (¿cómo te llamas tú?) de Cristian y aquellos que vienen detrás y habrán de nacer, viva feliz en este fértil suelo de Colombia, necesitamos que la bandera de la Patria y las armas de la República estén siempre en manos firmes como el acero y en manos puras como el oro.
Por eso, hoy con mucha confianza hemos entregado la bandera de Colombia al subteniente Jorge Enrique Díaz Meneses.
Subteniente, la bandera de Colombia en sus manos nos da a nosotros confianza e ilusión de felicidad a las nuevas generaciones de colombianos.
Compatriotas, hay expresiones de dolor en la República y en el mundo entero por las evidencias de supervivencia, que son pruebas de tortura, que se han recibido de los secuestrados.
No de todos. Hemos recibido pruebas de 16 de los secuestrados. Estos terroristas de las Farc dicen que son 47 los canjeables. Faltan las pruebas de los demás y faltan las pruebas de miles de colombianos secuestrados y desaparecidos, que el terrorismo nunca devolvió a sus hogares. Faltan las pruebas de supervivencia de esos centenares de colombianos en poder del terrorismo.
Ayer, en estas mismas graderías, me decía el señor Vicepresidente que el 19 de abril del 2000 fueron secuestrados en la vía a la Calera, don Gerardo Angulo, de 68 años, y doña Carmen Rosa Angulo, de 68 años. Los secuestraron las Farc; no los ha devuelto, nada se sabe de ellos. La tragedia de millones de colombianos.
Estas imágenes de las pruebas nos dan dolor, pero no nos sorprenden. Es el sufrimiento que hemos tenido los colombianos durante 50 años.
El secuestro, don Oliverio Lara, don Harold Eder. Los mayores presentes en esta reunión recordamos las fotografías sobre doña Gloria Lara de Echeverri, torturada, en estado de inanición, cuando fue finalmente asesinada por el terrorismo. Recordamos el secuestro y asesinato del líder obrero José Raquel Mercado.
Los más jóvenes ya recuerdan el asesinato cometido por las Farc contra la señora Consuelo Araújo Noguera, la ex ministra conocida afectuosamente con el nombre de La Cacica.
23 mil colombianos secuestrados en 10 años.
Por eso, en esta hora de dolor, no podemos tener genuflexiones de claudicación, sino actos de afirmación de nuestra determinación de derrotar el terrorismo.
Hemos hecho muchos esfuerzos por el acuerdo humanitario, por el intercambio humanitario.
Era yo candidato a la Presidencia, Presidente electo, siempre en ese momento dije a mis compatriotas que de ganar la Presidencia, o que al momento de empezar a ejercerla, la decisión sería no hacer intercambio humanitario, a no ser que las Farc aceptarán un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades.
Posteriormente, hablé con la Iglesia Católica, con los familiares de los secuestrados; hablé con gobiernos extranjeros; acepté buscar un intercambio humanitario sin el requisito de que se iniciara un nuevo proceso de paz con cese de hostilidades.
Múltiples han sido los esfuerzos. Múltiples los asesinatos y las frustraciones y las mentiras que hemos tenido como respuesta.
No hemos ahorrado facilitadores. Primero, un delegado del Secretario de las Naciones Unidas, James Lemoyne, dos años y medio en Colombia. Aceptada la facilitación del ex presidente López, que en paz descanse, cuando él pidió lo que también se le aceptó, que procedería de manera independiente frente al Gobierno. Del ex presidente Ernesto Samper, del doctor Álvaro Leyva, de la Conferencia Episcopal, de dos delegados de España, de Francia y de Suiza.
Además de aceptar esas facilitaciones, un día nos propusieron los europeos que aceptáramos una zona de encuentro en la Cordillera Central vallecaucana. Y la aceptamos.
La propuesta la habían hecho a las Farc. Yo intuía que las Farc, además de haber sido consultada, había aceptado. Como siempre engañaron, como siempre han engañado. Primero dijeron que no habían sido consultados y después dijeron que no aceptaban.
Cuando fuimos a extraditar a ‘Simón Trinidad’ y a la señora ‘Sonia’, expresamos que se aplazaría, se suspendería la extradición, si se liberaba a los secuestrados. Las Farc no aceptaron.
Un día acudieron los delegados europeos, nos pidieron a los altos mandos, al Ministro, al Comisionado de Paz y a mí que abriéramos un corredor sin presencia militar, entre el Valle del Cauca, el Cauca y el Huila, porque las Farc habían aceptado liberar a una mujer del grupo de los canjeables, que llama ese grupo terrorista. Abrimos el corredor.
Transcurrían los días, hasta que finalmente nos llamaron los europeos y nos dijeron: ‘No la liberaron. Las Farc dicen que fue un mal entendido’. Una nueva mentira, un nuevo engaño.
Un día liberamos 27 integrantes de las Farc de la cárcel. Este año tomamos la decisión de liberar otros 150. La hicimos efectiva sobre 125; en 25 casos no nos permitieron las resoluciones que acatamos de la Corte Suprema.
Se posesiona el Presidente (Nicolás) Sarkozy en Francia y al día siguiente me llama y me dice: ‘Presidente Uribe, ¿usted va a liberar 150 integrantes de las Farc?’. Le digo: ‘Sí Presidente, como un gesto para que liberen nuestros secuestrados’. Y él me dijo: ‘Lo apoyo’ y me ayuda.
A los cinco días me repitió la llamada y me pregunto: ‘¿Si va a liberar a los secuestrados?’. Y le dije: ‘Presidente, ni me lo pregunte, claro que sí, yo soy de una palabra’. Y me dijo: ‘Le pido algo más’. ‘Pídalo Presidente’. ‘Liberen a Rodrigo Granda’. Le dije: ‘Presidente, si las normas jurídicas nos lo permiten, nosotros lo haremos’. Y lo hicimos.
En el momento que estaba liberando a Rodrigo Granda, lo hice con la ilusión de que nos empezarían a liberar a los secuestrados. Todo fallido, todo frustrado.
Todos los esfuerzos y solamente hemos tenido la respuesta de asesinatos y la respuesta de mentiras y la respuesta de engaños.
No fue fácil aceptar la última medicación. En un lado de la balanza veíamos un riesgo político, un riesgo de que se afectaran relaciones internacionales y personales con mandatarios del extranjero. Pero en el otro lado de la balanza vimos la posibilidad efectiva de que liberaran a los secuestrados. Dijimos ‘vamos a ignorar el riesgo político, estamos comprometidos de corazón con el secuestro de los secuestrados’. Y aceptamos esa mediación y creamos todas las condiciones. Pues bien, la respuesta: el asesinato y la mentira.
Asesinaron un grupo de secuestrados, primero, y después otro. Al grupo del Gobernador de Antioquia y al ex ministro Gilberto Echeverri; después a los diputados.
¿Cómo asesinaron a Gilberto Echeverri, a Guillermo Gaviria, a los oficiales que con ellos estaban? Como siempre lo hacen las Farc, de manera cobarde, con todos los agravantes del homicidio, del asesinato con toda la crueldad, en condiciones de indefensión.
Estábamos en una operación de rescate. Pero no hubo combate. El Gobierno siempre ha dicho la verdad. Ha sido un Gobierno diáfano.
El día que los asesinaron, la ministra entonces de Defensa (Martha Lucía Ramírez), los altos mandos y mi persona acudimos a las selvas del Murrí, entre Antioquia y Chocó. Espesa selva, pero en cordillera no plana. Del suelo no se veía el cielo, por la densidad de las ramas y de las hojas de los árboles, y tampoco del cielo se veía el suelo.
Esa noche, en un hospital de Medellín, dos sobrevivientes que estaban recibiendo atención médica me contaron en detalle los sucesos. Recuerdo todavía con profunda impresión, que tenían llagas con profunda herida, producidas por la enfermedad de la selva conocida con el nombre de Leshmaniasis.
Me dijeron que cuando los helicópteros sobrevolaban y se oyó su ruido, los guerrilleros salieron en estampida. Y al no llegar el Ejército los guerrilleros regresaron y dispararon contra los secuestrados tendidos en el suelo; los asesinaron.
Me contaron que el Gobernador Guillermo Gaviria y el ex ministro Gilberto Echeverri en muchas ocasiones trataron de hablar con el jefe de esa organización terrorista y le decían: ‘¿Por qué nos secuestran y nos torturan? Nosotros estábamos en una caminata de paz, somos los amigos del diálogo, los amigos de ustedes’. Y contestaron con el odio de siempre, con el engaño de siempre, con su costumbre de traicionar la buena fe los integrantes de las Farc: ‘Ustedes no son nuestros amigos, ustedes son nuestros enemigos de clase, ustedes son idiotas útiles’.
Hay que poner mucho cuidado con estas respuestas, compatriotas. Porque las Farc siempre pretenden que en horas de dolor el pueblo colombiano sea idiota útil del terrorismo. No lo vamos a hacer. Conocemos sus trampas. En esta hora de dolor, en lugar de ser idiotas útiles del terrorismo, los 43 millones de colombianos vamos a ser soldados firmes de la causa de la derrota del terrorismo. Que sepa desde aquí, que sepa desde aquí ‘Manuel Marulanda’ y compañía, que el dolor no nos lleva a la claudicación; que el dolor nos templa para derrotar el terrorismo. El fuego que derrite la manteca templa el acero.
Y cuando nosotros pensamos en todos los colombianos secuestrados y torturados y en la necesidad de que esta nueva generación viva feliz en Colombia, nuestro deber con esta nueva generación no es dejarle un país pusilánime, vencido por el terrorismo, sino un país firme, fuerte y valeroso. Victorioso sobre el terrorismo. Ese es el reto del ahora, apreciados compatriotas.
Mentirosos y asesinos estos terroristas. Asesinaron a los diputados vallecaucanos. Estos terroristas, además hacen drama de mentira; produjeron un comunicado al amanecer de Europa, un poco más de la media noche en Colombia, comunicando que habían muertos los diputados en un combate con el Ejército. Falso. Los asesinaron.
Este Gobierno, que siempre ha dicho la verdad, empezó esa madrugada una labor del Ministro de Defensa y de los altos mandos, para tener la certeza de si en esos lugares del área donde habían muerto los diputados se habrían dado combates entre el Ejército y la guerrilla.
En esos días y en esa área no se dieron. Pero qué quedaba: La palabra nuestra contra la del terrorismo. No obstante que ellos siempre han mentido, que ellos siempre han asesinado; no obstante que este Gobierno siempre ha sido diáfano, en el dolor se causan interrogantes.
Hace poco la justicia nos acaba de dar la razón. Desde el primer día, como muestra de nuestra buena fe, nosotros aprobamos que viniera una comisión legista internacional para a apoyar nuestra justicia. La justicia nos acaba de dar la razón. Ha dicho la Fiscalía General que está plenamente probado que no hubo combate; que a los diputados los asesinaron tirados en el suelo; que a muchos de ellos, con disparos a corta distancia, lo que se conoce popularmente como ‘disparos a quema ropa’; que después de asesinarlos les cambiaron vestimentas a los cadáveres y los movieron de sitio. Dios premia la buena fe. La justicia va haciendo claridad.
Como se quiso confundir ahora también con lo de las pruebas. Pero a un Gobierno veraz no lo confunden.
Hace un año crearon confusión en Europa y cuando nosotros tomamos severas decisiones a raíz del carro bomba del grupo terrorista de las Farc contra la Universidad Militar, en Europa algunos dijeron que ese carro bomba lo había puesto el Ejército por orden del Presidente Uribe, para frustrar el acuerdo humanitario.
Algunos idiotas útiles que la guerrilla preserva en Europa ignoran que aquí hay una organización terrorista que son las Farc y un Gobierno diáfano del pueblo, que es el Gobierno nuestro.
Nosotros desde un principio supimos que eran las Farc, no por intuición ni por presumirlo, sino porque en las primeras horas que siguieron al atentado, el Ministro de Defensa y los altos mandos tuvieron pruebas que nos convencían plenamente de la autoría de las Farc.
Acaba de darnos la razón la Fiscalía. Dios premia la buena fe. Está probado que fue la Farc la que puso ese carro bomba, a través de una mujer que se infiltró en uno de los cursos de alto nivel en la Defensa Nacional.
Hemos procedido con toda la buena fe.
El jueves de la semana pasada, entre las 6 de tarde y las 7 de la noche me llamó el Fiscal y me dijo que había apoyado al Ejército en un operativo y que habían decomisado unos materiales donde, supuestamente, habían pruebas de supervivencia de los secuestrados.
A las 9 de noche supe que eran creíbles. ¿Qué hicimos? Ordenaron que se publicaran de inmediato y que no se manipularan, como lo hace un Gobierno honorable.
Un Gobierno amigo de las Farc habría podido manipular. Habría podido decir: Esta carta de la doctora Ingrid Betancourt no la publiquen sino en unos apartes que demuestren que esta viva. Pero en otros apartes donde ella expresa con palabras de su alma los estragos de la tortura, no la publiquen, para que las Farc no quede retratada como es, como una organización hitleriana de torturas.
Habría podido decir un Gobierno amigo de las Farc, tampoco publiquen los videos, para que no quede en evidencia las Farc como torturador.
Y el Gobierno nuestro habría podido decir: No publiquen esas pruebas hoy jueves por la noche, tampoco mañana viernes. Déjenlas para la semana entrante, que hayan trascurrido elecciones en otra parte, por cálculo político.
Pero dijimos: Que las publiquen de inmediato. El Gobierno, cuando se trata de asuntos humanitarios, jamás hace cálculo político. Primero lo humanitario que el cálculo político.
Habría podido decir el Gobierno: No publiquen allí unas evidencias de secuestrados muy duros contra el Presidente Uribe. Eviten esa crítica. Un Gobierno transparente no hace eso. Por eso las pruebas las dejamos publicar tan pronto las tuvimos en nuestras manos y sin ninguna manipulación.
Pero ahí no están las pruebas de todos. ¿A dónde esta la prueba de supervivencia de Clara Rojas? ¿A dónde está la prueba de supervivencia de Emmanuel, el niño concebido en el cautiverio, que nació secuestrado, nació como nacían los esclavos, antes de que se diera el primer paso que la libertad en los vientres.
En el caso de Emmanuel, ni siquiera se le reconoció el derecho a la libertad del hijo concebido en el vientre de su madre. A ella la tenían y la mantienen esclava. A él no lo libertaron en el vientre, lo hicieron nacer esclavo y lo mantienen esclavo.
¿A dónde está la prueba de vida de Emmanuel? ¿A dónde está la prueba de vida de Clara Rojas? ¿A dónde está la prueba del senador (Jorge Eduardo) Gechen? ¿A dónde está la prueba de prueba del Gobernador (Alan) Jara, del Meta? ¿A donde están las pruebas de 31 colombianos de ese grupo de 47 que los terroristas de las Farc llaman canjeables?
¿A dónde están las pruebas de más de 750 secuestrados de los últimos tiempos, que las Farc no han devuelto? ¿A dónde están las pruebas de tantos colombianos secuestrados, como don Gerardo Angulo y como doña Carmen Rosa Angulo?
Hemos dicho, apreciados compatriotas, que este es un caso bastante parecido al de Hitler en Europa, igual. ¿Qué diferencia hay entre los secuestrados de los campos de concentración de Hiltler y estos secuestrados de las Farc?
Los mismos vejámenes, las mismas torturas. Por eso, en Europa deben pensar lo siguiente: Ellos hoy no resistirían un Hitler. Por eso tantos que hoy apoyan a las Farc allá, tienen que entender que nosotros tampoco podemos resistir nuestro Hitler torturador, que es las Farc. Y por eso los vamos a derrotar.
Europa que se equivocó apaciguando a Hitler, hoy no repetiría ese apaciguamiento. Apaciguar un terrorista, es como tratar de domar una fiera con lechuga. Uno le da la primera lechuguita y la fiera la recibe. De pronto recibe la segunda y la tercera, pero en la cuarta la fiera vuelve a su naturaleza y le arrebata con sus fauces la mano a quien le acerca la lechuga y lo devora.
Decía el Presidente (John F.) Kennedy que aquel que cree que puede apaciguar una fiera para cabalgar en sus ancas, termina devorado por esa fiera. No termina cabalgando en sus ancas ni en su lomo, sino devorado en las fauces de la fiera.
Apaciguar el terrorismo aquí, no más. Eso se acabó, apreciados compatriotas. Mientras Europa apaciguaba a Hitler, Hitler crecía. Un día dijeron: Tranquilícenlo, cálmenlo. Entréguenle a Polonia y a Checoslovaquia, que salvamos a Francia y a Inglaterra.
Se tomó a Francia, la esclavizó alrededor de 5 años. Destruyó los radares instalados en la costa inglesa. Se atrevió a bombardear el centro de Londres.
El fenómeno de Hitler empezó a perderse, a desaparecer, cuando Europa rectificó y en lugar de apaciguarlo tomaron la decisión de enfrentarlo.
Y aquí nos arrodillamos ante el terrorismo, no derrotamos el secuestro. Si aquí apaciguamos el terrorismo, nos seguirá derrotando el terrorismo.
Vamos avanzando, hemos avanzado en estos años, pero todavía no hemos triunfado definitivamente sobre el terrorismo. Por eso hay que perseverar con toda determinación, apreciados compatriotas.
Nosotros hemos puesto condiciones para el acuerdo humanitario: Decimos que no a una zona de despeje. Es que es muy fácil recetar, desde una capital europea, una zona de despeje para que la tengan que soportar los compatriotas de Pradera y Florida.
Nosotros tenemos el imperativo ético, no solamente de buscar el rescate de los secuestrados, sino de cuidar a todos nuestros compatriotas.
Por eso una zona de despeje que afecte a los ciudadanos de Pradera y Florida sería una carga insolidaria sobre ellos.
Nosotros no podemos permitir que salgan presos de la cárcel para enrolarse de nuevo con las Farc, a asesinar, a secuestrar. Tenemos más de 1.700 compatriotas del Ejercito, de la Policía, de la Armada, de las diferentes fuerzas, que han recibido mutilaciones por las minas antipersonas.
Ellos, hoy, en los pabellones de sanidad, verían más frustración en su alma, de saber que los responsables de las minas antipersonas salen de la cárcel, no para integrarse a la sociedad y a la vida constitucional, sino para reintegrarse al delito.
Las condiciones de nosotros no son condiciones de vanidad, sino requisitos de cumplimiento del deber con el pueblo colombiano. Pero seguimos haciendo esfuerzos.
Esta mañana, en la Escuela General Santander, anunciamos dos decisiones: primero, el Ministro de la Defensa, los altos mandos, en coordinación con el Comisionado de Paz, han apropiado un fondo de 100 millones de dólares para estimular las deserciones de grupos de la guerrilla que traigan consigo secuestrados. Para pagar recompensas con ese fondo a aquellos que se arrepientan, a aquellos que revisen su conciencia y digan ‘nosotros no queremos estar aquí cuidando secuestrados en nombre de la guerrilla’.
Ese fondo para estimular aquellos que digan ‘nosotros no queremos seguir aquí, torturando secuestrados en nombre de la guerrilla’.
Para aquellos que digan ‘nosotros vamos a desmovilizarnos, a entregar las armas, a reinsertarnos a la vida constitucional, a liberar a estos secuestrados’.
Para compensar esas decisiones, para estimularlas, se ha creado un fondo de 100 millones de dólares. Porque en aquello de derrotar al terrorismo y en aquello de recuperar a los secuestrados haremos todo lo que nos permita la Constitución, donde se incorporan los principios éticos, morales y humanitarios de la Nación.
Y hemos tomado una segunda decisión.
En el pasado nos propusieron una zona de encuentro que aceptamos. Esta mañana, la Conferencia Episcopal, en su nombre de la Iglesia Católica y también en nombre de la Comisión de Conciliación Nacional, nos propuso una zona de encuentro.
El Gobierno la acepta, con estos requisitos:
Que sea en zona rural, de 150 kilómetros de área, donde no haya instalaciones militares o policivas que remover ni que desocupar. Ojalá sin ciudadanía que la habite o con un número mínimo de ciudadanos a quienes no les creemos riesgos. Estaría vigilada por observadores internacionales. Los allí presentes estarían sin armas.
Me han sugerido el ministro (de Defensa, Juan Manuel Santos) y el Comisionado de Paz (Luis Carlos Restrepo) que sea por 30 días. Me han sugerido el Comisionado de Paz y el Ministro que desde hoy la Cruz Roja exija a las Farc que la Cruz Roja pueda llegar a los sitios donde están los secuestrados, para atenderlos y evitar que se siga deteriorando gravemente su salud.
Hemos aceptado esta proposición de la Iglesia Católica y de la Comisión Nacional de Conciliación, en nuestra angustia de poder rescatar, tener a los secuestrados de nuevo con sus familias.
Compatriotas, pidamos a Dios y al Espíritu Santo que nos iluminen para que demos los pasos necesarios, con el buen cuidado de no afectar la Seguridad Democrática.
Vivimos 50 años secuestrados 43 millones de colombianos. Si aflojamos en la firmeza, no rescatamos a los secuestrados y condenamos a muchos más colombianos a ser víctimas del secuestro.
La Seguridad Democrática nos permite avanzar en confianza inversionista, en creación de buenos empleos, en superación de la pobreza para que esta nueva generación de colombianos y los que han de venir, porque la Patria, como decía el pensador Inglés (Edmund Burke), es un bello pacto que se renueva todos los días, entre los difuntos, los héroes, las generaciones presentes, los niños y los que han de venir, procedamos con toda firmeza, abriendo caminos pero sin claudicar, para que esta nueva generación de colombianos y los que habrán de venir vivan felices en el suelo de Colombia.
Subtenientes, esa bandera de la Patria es el símbolo de una Nación que confía en ustedes; de una Nación que al presenciar el grado de ustedes está tranquila, porque ustedes salen hoy de su Escuela en medio del cariño de su familia y del afecto de todos los colombianos, a acabar los vestigios del terrorismo que siguen maltratando esta Nación.
Gracias subtenientes. La Patria espera con alborozo su nueva etapa en su brillante carrera militar.
Gracias papás, gracias mamás, gracias hermanos, gracias familiares, por entregar este grupo de jóvenes a la causa noble de la Patria.
¡Qué Viva Colombia!” |