Sogamoso, 14 dic (SP). “Quisiera saludar en primer término a las víctimas que, apretando los dientes y con el llanto contenido, nos han acompañado hoy a la destrucción de estas 18 mil armas. Los quiero saludar por el valor que han tenido para asistir hoy a este acto tan importante.
Un arma menos son muchas vidas más. Mediante esta consigna, en el año 2005 los alcaldes del Valle de Aburrá en Antioquia, la Policía Nacional y miles de jóvenes participaron en la fundición de 20 mil armas blancas incautadas. Con el material fundido se hicieron placas con nombres de calles que contenían mensajes alusivos a la defensa de la vida. Hoy queremos repetir esta experiencia transformando estas armas, que tanto dolor causaron, en distintas expresiones artísticas llamando a la vida y a la reconciliación.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, unas 30 millones de personas han parecido en los diferentes conflictos armados que han tenido lugar en el mundo, de las cuales 26 millones a consecuencia del impacto de este tipo de armas ligeras, de este tipo de armas pequeñas.
El mundo está inundado de armas sobrantes tras el Fin de la Guerra Fría y la disminución de los conflictos armados. Colombia, por ejemplo, se ha convertido en el destino final de miles y miles de armas excedentes, tras el fin de las guerras civiles en América Central. Muchas de las armas que hoy hemos destruido, antes de ser utilizadas por los grupos paramilitares en Colombia, ya habían sido utilizadas por grupos armados, tanto insurgentes como contrainsurgentes, en Guatemala, El Salvador o Nicaragua.
En todas estas guerras los niños han sido un segmento de la población especialmente vulnerable. En los últimos diez años han muerto dos millones de niños en países en guerra, cinco millones han quedado discapacitados y 12 millones sin hogar.
Este acto tiene, desde la perspectiva de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, un enorme valor simbólico. Es un mensaje claro y contundente del rechazo de los colombianos a la utilización de las armas como una herramienta de acción política por parte de grupos armados ilegales, ya sea para proteger al Estado, ya sea para intentar subvertirlo.
Los colombianos no aceptamos ni volveremos a aceptar que grupos armados ilegales sustituyan a las autoridades legítimas para la preservación del orden público. Tampoco aceptamos que grupos armados justifiquen sus crímenes a nombre del cambio social.
Las víctimas que hoy nos acompañan han expresado su honda disposición para la reconciliación entre los colombianos. Pero, a su turno, su mensaje es claro: la reconciliación no debe ser un pretexto ni para la impunidad ni para el olvido. Las víctimas tienen derecho a la verdad, a la justicia, a la reparación. Igualmente exigen garantías de no repetición de los actos de victimización.
Por ello han aceptado participar en este acto, bajo una consigna que nos anima a todos: ni un colombiano más debe ser asesinado. Muchas gracias”. |