Noviembre 28

Palabras del Presidente Uribe en la cena ofrecida a los asistentes a la Conferencia Iberoamericana de Justicia Constitucional

Cartagena, 28 nov (SP). “Muchas gracias por haber venido a Colombia, por hacer de Cartagena su sede para esta reunión tan importante, sobre un tema de tanta importancia.

Honran ustedes la tradición jurídica de Colombia, la tradición de este país, de respeto a las normas, al Estado de Derecho, que este país ha sabido caracterizar bien, como aquella forma de Estado, donde el gobernante tiene que dar ejemplo en el respeto a la ley, a la norma del procedimiento heterónomo.

Muchas gracias por permitirnos a los colombianos, albergarlos a ustedes, para la discusión de un tema tan importante como la sentencia, como las tutelas sobre las sentencias.

Un tema que bastante se discute en Colombia, sobre el cual, las luces que ustedes den en esta reunión nos van a ayudar a construir camino.

Llegan ustedes a un país con problemas pero con grandes posibilidades. A un país conciente de sus problemas, pero con toda la determinación de resolverlos.

A un país que quiere salir adelante. Un país de libertades, un país que está trabajando por cinco elementos de la democracia: la Seguridad Democrática, el respeto a las libertades públicas, la construcción de cohesión social, la construcción de transparencia, como vínculo de cada ciudadano con el otro, para construir a su vez la confianza en el Estado, y el respeto a un Estado de origen democrático, de instituciones independientes, que cada una tiene que respetar la autonomía de la otra en función de su origen democrático, pero cada una tiene derecho a pedir la colaboración armónica de las otras, para los fines superiores del Estado y de la sociedad.

Nosotros trabajamos por un país profundamente democrático, pero no queremos estar en la división que hoy quiere reaparecer en América Latina entre izquierda y derecha, polarizante, que la encontramos obsoleta, que si bien tenía su razón de ser cuando había dictaduras y llegaban de Europa vientos ideológicos que aquí se absorbieron, se asumieron para combatir esas dictaduras, hoy cuando todo el mundo -al menos en apariencia- quiere someterse a la regla democrática, esa vieja división ya no debería renacer.

Además cuando intenta reaparecer, polariza, crear ficciones innecesarias entre los pueblos y es impráctica.

Es bien diferente el discurso de los candidatos, a las realizaciones de gobiernos. La diferencias son más en los discursos de campaña que en las realizaciones de Gobierno.

Los gobiernos que se empeñan en fanatismos ideológicos, finalmente lo único que crean son confrontaciones insuperables.

Nosotros estamos trabajando esos 5 elementos. Y basados en ellos, como elementos constitutivos de una democracia moderna, pensamos que se armonizan intereses que vienen de una y de otra cantera ideológica.

Seguridad

La seguridad era señalada por los marxistas de izquierda como un factor de dominación para reproducir las condiciones de explotación, ¿pero quién de la izquierda no la necesita?

Todo aquel que quiera ser alternativa de Gobierno requiere la seguridad. En un país donde hemos vivido tantos años de inseguridad, nadie puede renegar de la seguridad.

Las libertades públicas las reclamaban las izquierdas contra las dictaduras que las negaban. Pero también las mismas izquierdas, en otra etapa de la historia, decían que era una categoría burguesa de la superestructura, que simplemente anestesiaba los procesos revolucionarios de los pueblos. Hoy las requiere todo el mundo.

La cohesión social era la aspiración igualitaria, la aspiración revolucionaria de la izquierda. Pero si la derecha no se preocupa por construirla, entonces ¿cómo se legitiman las libertades y cómo se legitima la seguridad?

Nosotros creemos con (Norberto) Bobbio, que las viejas divisiones se sintetizaron, y que tienen que acudir todas a formar una democracia moderna, donde los valores fluyen de una y de otra cantera ideológica. Y todo regido por el derecho, todo regido por la norma externa, al capricho del gobernante. Esto es bien importante.

En el debate latinoamericano se ha querido poner en contradicción a los héroes de la Independencia, que con su espada forjaron la libertad, con los héroes que con sus leyes nos crearon el Estado de normas heterónomas.

No están en contradicción, nunca lo estuvieron. Son complementos necesarios.

Las espadas libertaron, no para que la gente quedara presa de sus caprichos o de los caprichos del gobernante, sino para que la gente pudiera disfrutar, generación tras generación, la libertad emanada del respeto a la ley. Que nadie puede imponer, que tiene que ser el fruto del proceso democrático, el fruto de que acudan a crearla todas las expresiones posibles.

Seguridad Democrática

Nosotros hemos venido trabajando tres elementos fundamentales de Gobierno: la Seguridad Democrática, la consolidación de la confianza inversionista y la cohesión social. Creemos que son fundamentales.

Me temo, distinguidos magistrados que nos visitan, que hace cinco años en esta hermosa ciudad, difícilmente se hubiera podido reunir este congreso tan importante de las Cortes, porque estábamos en una situación desesperante de violencia. No la hemos superado totalmente, pero hemos avanzado mucho.

Y me dirían ustedes, ¿por qué la insistencia del Gobierno colombiano de hablar de seguridad, como una categoría democrática? Por nuestra propia historia, por el fantasma de la doctrina de seguridad nacional, que hizo tanto daño en este continente, y por el futuro de nuestra democracia.

Por nuestra propia historia. Desde que terminó nuestra última guerra civil - reconocida como tal- en noviembre del 1902, después de la cual, un año después vino la separación de Panamá, el país entró en un proceso en el cual se creyó que la civilidad era debilidad.

Vivimos muchos años de paz. Sobrevinieron violencias al final de la década de los 40. Después las viejas guerrillas partidistas se tornaron en guerrillas marxistas. La idea era derrotar los cimientos de la democracia, instaurar dictadura del proletariado, sustituir el consenso de la deliberación de la democrática por la imposición de la lucha violenta de clases. Y prosperaron.

Mientras la democracia las trataba con debilidad, en procura de la armonía, ellos avanzaban sin detenerse, en el propósito de la destrucción violenta del Estado democrático.

Vino una reacción: la reacción paramilitar, con la misma crueldad de las viejas guerrillas marxistas. Y todos terminaron en ejércitos de mercenarios, compitiendo en crueldad, financiados por el narcotráfico.

Resultados: 23 mil secuestros en 10 años, 2 millones de colombianos desplazados hacia el extranjero, 2 millones de colombianos desplazados al interior del país, anulada la inversión, el desempleo saltó en pocos años del 7 y medio al 20 por ciento, la pobreza del 40 al 60 (por ciento). Seguía creciendo la población y se agudizaban las dificultades.

Nosotros, para convocar a los colombianos alrededor de una política de seguridad, dijimos: “no va afectar la civilidad ni el orden democrático, al contrario, va a rescatarlos en su eficacia.

Aquí el problema no era imputable a una limitación de libertades de parte de los gobiernos, sino a una debilidad que no alcanzaba a contrarrestar la agresión terrorista.

El país no había perdido los fundamentos de la Nación, pero sí la supremacía del Estado en muchas de sus regiones.

La Colombia de hace cinco años me hace recordar la discusión de los juristas europeos, acerca de quién ejercía el poder en la Francia invadida por Alemania.

Se mantenía intacta la nación francesa, en todos sus elementos sociológicos, pero el estado francés estaba desaparecido, no ejercía allí los poderes que le eran inherentes. Los ejercía el estado invasor alemán.

En amplias zonas del territorio colombiano el poder lo ejercían los estados invasores del terrorismo, financiados por el narcotráfico.

Hemos avanzado bastante en la recuperación.

Y hemos ganado un intangible bien importante, los colombianos hoy tienen esperanza en su Estado de leyes.

Hace cinco años en mi diálogo intenso con mis compatriotas, uno se tomaba la impresión de que la mayoría quería irse, otros no querían opinar, otros querían vivir de espaldas a la realidad, pero nadie pensaba en el Estado como solución.

Muchos creían que la solución era su pequeño feudo de fuerza, que cada uno pudiera creer.

Hemos recuperado hoy un intangible. Los colombianos tienen de nuevo esperanza en su Estado.

Al continente lo recorrió la doctrina de la seguridad nacional. Con el argumento de combatir el terrorismo, instauró dictaduras, las soportó, cercenó libertades, afectó el pluralismo.

La nuestra es Seguridad Democrática también por oposición a la doctrina de la seguridad nacional.

Y pensando en el futuro de Colombia, la nuestra es Seguridad Democrática como un compromiso con el pluralismo.

Desmovilización y reinserción

Ha sido esquiva la paz. Nosotros encontramos 60 mil integrantes de grupos terroristas. Hemos desmovilizado 46 mil, se han debilitado las guerrillas y hoy decimos que se ha desmontado el paramilitarismo.

¿Por qué decimos que se ha desmontado el paramilitarismo? La mayoría de los jefes están en las cárceles. Hay 32 mil desmovilizados, los otros están fugitivos. No hay paramilitarismo, porque hoy ni hay bandas privadas de criminales cuyo propósito sea combatir otros criminales.

La palabra paramilitar vino a usarse en Colombia para denominar bandas privadas de criminales, cuyo objeto era combatir otros criminales. El Estado ha recuperado el monopolio para combatir el delito, el monopolio que nunca debió perder.

El país esta más tranquilo y más confiado, pero la tarea que falta es grande.

Tenemos 46 mil desmovilizados, ¿se imaginan ustedes el tamaño? Este país tiene 1.099 municipalidades, cada una elige su alcalde por voto popular directo; 32 departamentos, cada uno elige su gobernador por voto popular directo, un país profundamente descentralizado en lo político, en lo administrativo, en lo fiscal.

Las regiones colombianas invierten el 52 por ciento de lo que invierte el Estado colombiano. El Gobierno Central invierte el 48 por ciento. No nos falta descentralización, nos faltan recursos. Faltan recursos en los municipios, faltan recursos en los departamentos, faltan recursos en la Nación, pero es una nación profundamente descentralizada. En eso se ha avanzado enormemente.

Y entonces tenemos de esos 1.099 municipios, cerca de 800 que en promedio tienen 25 mil habitantes o menos. ¿Ustedes se imaginan dos municipalidades que sumen 46 mil habitantes, de una población que lo único que sabía era disparar armas, negociar con coca? Eso es lo que hemos desmovilizado. Es uno de los grandes retos que tenemos: la reinserción de esos compatriotas. Un reto complejo y costoso.

Hemos producido la Ley de Justicia y Paz: un buen equilibrio entre la paz y la justicia. No es una ley de perdón y olvido. No es una ley de amnistías o de indultos a delitos de lesa humanidad. Es una ley de reducidas sentencias para aquellos que confiesen sus crímenes, se sometan a la justicia, depongan las armas, dialoguen, desmovilicen sus estructuras criminales y entreguen su riqueza para reparar a las victimas. Ahí vamos en la aplicación, sacándola adelante.

Hasta ahora han aparecido 87 mil víctimas, y aparecerán muchas más. Otro gran reto del Estado colombiano: cómo las va a reparar.

Y tenemos alrededor de 2 millones de desplazados internamente. Un reto enorme. Frente a ellos hemos avanzado en educación, en salud, en un programa social que se llama Familias en Acción, un subsidio del Estado para ayudar con la educación, la nutrición, la salud de los hijos, pero tenemos un problema enorme de vivienda social.

Aquí en la otra Cartagena hay 40 mil tugurios. Un gran reto para superar esa tragedia social.

Esta ciudad, en pocos años, pasó de ser una ciudad de 500 mil habitantes a una ciudad de más de 1 millón, porque esa violencia desplazó ciudadanos de regiones más cercanas, más remotas, y esta ciudad fue uno de los grandes centros de recepción de desplazados.

Se aglomeraron casi súbitamente en cinturones de miseria. Ahí tenemos uno de los más grandes retos para superar en este país: cómo vamos a normalizar la vida de 2 millones de desplazados, cómo vamos a atender un tema inmediato, urgente, costoso, muy difícil, cual es el tema de vivienda.

Violencia y narcotráfico

Y la paz nos ha sido esquiva por la droga.

Cuando uno estudia el fenómeno de El Salvador, las tesis de grado que se elaboraron para estudiar ese fenómeno, encuentra que la guerrilla salvadoreña tomó la decisión de hacer la paz, cuando encontró que habían llegado a un punto muerto en el avance militar, y que no tenía financiación proveniente, no de la vieja Unión Soviética, que ya en ese momento no la financiaba, sino de las Ong´s de Europa Occidental. Y se abrió el proceso de paz, salió adelante.

Aquí, estos grupos son autosuficientes y muy ricos, por el negocio de la coca. Ese es uno de los imperativos de Colombia para derrotar la coca. Si no la derrotamos, si no la debilitamos años tras año, será muy difícil la superación del terrorismo.

Para nosotros la política de seguridad con su elemento fundamental, Seguridad Democrática, es el camino serio hacia una paz sólida.

Grupos de criminales ricos, arrogantes, que se han sentido triunfantes durante tantas décadas, no quieren la paz, no la adhieren por afecto, finalmente la aceptan por resignación, cuando sienten que no les queda más camino.

La política de Seguridad Democrática busca, a través de su ejercicio democrático de seguridad, obligar a que los criminales sientan la necesidad de la paz. Y cuando la expresan, los alberga generosamente a través de la política de desmovilización y de la política de reinserción.

Confianza inversionista

Estamos trabajando la confianza inversionista. Seguridad Democrática y confianza inversionista en alguna forma son variables mutuamente dependientes. Si hay Seguridad Democrática hay confianza inversionista; si hay confianza inversionista hay financiación de la Seguridad Democrática, pero ambas se convierten en un presupuesto para la construcción de cohesión social.

Nosotros pensamos que no se puede hablar de prosperidad social si no se reconoce la necesidad de prosperidad económica.

El continente se equivocó cuando en los años 50 y 60 de la anterior centuria nos hablaba del desarrollismo. Países como el Brasil mostraron elevadísimas tasa de crecimiento, pero afectaron mucho la inequidad, la agudizaron. Y finalmente ese crecimiento se estancó, porque no era alimentado por una expansión de la capacidad adquisitiva interna.

Después otros países de América Latina adhirieron la prosperidad social exclusivamente, ignorando la económica.

Un discurso social muy atractivo en época electoral, pero a medida que se incumplía, traía cualquier cantidad de frustraciones.

La experiencia de América Latina nos ha enseñado que hay que llevar la prosperidad social de la mano de la prosperidad económica, hay que luchar por ambas.

Entonces, la Seguridad Democrática y la confianza inversionista nos crean las condiciones para avanzar simultáneamente en la construcción de cohesión social, que a su vez legitima las dos primeras y van configurando una democracia sostenible, respetable, generadora de esperanza a las nuevas generaciones, generadora de confianza a las generaciones que van envejeciendo y van terminando.

Pues bien, hemos avanzado en confianza inversionista. Hace cinco años en este país de cada 100 dólares que se producían, se invertían 15 – 12 (pesos), hoy se invierten 26 - 28.

No somos amigos de monopolios estatales ni de monopolios privados, sino de una gran dinámica de emprendimiento.

No creemos en el estatismo. Las revoluciones estatistas de América Latina son frescas, dieron muy malos resultados.

Tampoco creemos en los monopolios privados nacionales, que estancan la dinámica del emprendimiento.

Creemos en una economía abierta externa e internamente a toda la dinámica de emprendimiento.

Hemos avanzado en esa tasa de inversión y también en la afiliación de trabajadores a la seguridad social.

Todavía tenemos un desempleo muy alto, del 10.6 (por ciento), pero venimos casi del 20 (por ciento). Un desempleo de jefes de hogar del 5 y medio, pero venimos del 10. Estamos haciendo los esfuerzos no para crear empleos de mala calidad, sino empleos de buena calidad con afiliación a la seguridad social

El modelo de Estado que le da toda la oportunidad al emprendimiento privado pero con responsabilidad social, la persistencia en la Seguridad Democrática, el estimulo a la inversión con elementos como zonas francas especiales, incentivos tributarios bien orientados que no permiten darle el mismo tratamiento -que es injusto- a quien crece y a quien no crece, sino que privilegia a quienes crecen.

Los pactos que hoy se pueden firmar, gracias a la Ley, entre Gobierno e inversionistas, para garantizarles estabilidad en reglas de juego, nos han permitido una tasa de inversión mas alta, que para nosotros no es el fin, es el medio para que con responsabilidad social podamos superar pobreza y construir equidad.

Responsabilidad social

Vemos la responsabilidad social expresada en tres áreas: la transparencia entre los inversionistas y el Estado, transparencia para adjudicar contratos para adjudicar concesiones, para superar disputas. La responsabilidad de los inversionistas en solidaridad con las comunidades, especialmente en nuestra época en Medio Ambiente. Y las relaciones laborales: relaciones laborales fraternas, por oposición al capitalismo salvaje; relaciones laborales fraternas, por oposición a la lucha de clases.

Nos hemos fijado unas metas sociales muy exigentes. Estamos trabajando para que en 2010, al terminar este Gobierno, este país tenga plena cobertura en educación básica, 34 por ciento en educación universitaria, tenga el sistema de formación vocacional mas importante de América Latina, para que tenga pleno aseguramiento en salud.

Hace 5 años teníamos 23 - 24 millones de colombianos asegurados en salud, hoy tenemos 36 y medio, pero la meta es que los 43 millones de colombianos tengan seguro de salud al terminar este Gobierno.

Tenemos un programa iniciado por la anterior administración que se llama Familias en Acción, ya les explique, para subsidiar las familias más pobres en educación, en salud, en nutrición. Eran 220 mil familias, hoy hay millón y medio. En esta sola ciudad 42 mil.

Y aspiramos que eso sea una gran reforma estructural, porque en la medida en que la gente se pueda educar, se abren los caminos de la movilidad social, sin los cuales se niega la democracia.

Uno de los factores de exclusión más graves de América Latina ha sido la falta de acceso al crédito. Hemos comprometido todas las instituciones financieras, para entregarle crédito a los sectores populares.

En nuestro primer Gobierno logramos proveer de crédito a millón 800 mil familias pobres, en este segundo Gobierno estamos haciendo el esfuerzo para llegarle a 5 millones de familias pobres.

Por supuesto, todo esto lo ata la ley. Es un país donde se respeta la ley, es un país donde se respeta la ley no como una ficción, capricho del gobernante, sino como el resultado de un proceso de consenso que nace en la emulación democrática. Contradicción democrática para el consenso, que finalmente se da cuando todo el mundo acepta la ley.

Es un país que tiene clara conciencia de respeto a los órganos de control, a la independencia de la Justicia, es un país donde se discute sin irrespetar y sin poner a riesgo la independencia de las instituciones.

Yo creo que eso es algo bien importante del debate democrático que se surte todos los días en Colombia.

Quiero agradecer a nuestra Corte Constitucional, en cabeza de su presidente, el honorable magistrado Rodrigo Escobar Gil, el esfuerzo para que esta delegación tan importante de magistrados que representan la justicia de tantos países, se hubiera reunido aquí en Colombia. Muchas gracias

A todos ustedes nuestra inmensa gratitud. Un saludo lleno de afecto a cada uno de ustedes, a los pueblos que representan, a esa tarea hermosa que es el magisterio de la justicia, que finalmente es la fuente de la cual emana la libertad y la tranquilidad del ciudadano.

Dice el viejo profesor, que el padre de familia solo puede morir tranquilo cuando sabe que sus hijos, sus nietos, las generaciones que habrán de venir, quedarán atadas por la ley, que es finalmente el principio de la convivencia.

Recuerden este país que los quiere mucho, que tiene muchas dificultades, pero que quiere salir adelante.

Bienvenidos, todos los éxitos en estas deliberaciones, y muchas gracias por estar en Colombia”.

 

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