El Presidente ha dicho con absoluta claridad que el único camino de la negociación con las Farc es la Iglesia Católica y los dos delegados de los tres países europeos (Francia Suiza y España) Además, así como el Gobierno lo hizo en el pasado, daría la bienvenida a la liberación de secuestrados si ésta se hace de manera unilateral, incondicional y transparente.
El Presidente de la República ha expresado que la gran diferencia entre una zona desmilitarizada y una zona de encuentro es que en la zona desmilitarizada la ciudadanía está expuesta al riesgo permanente del terrorismo, lo cual no ocurriría en una zona de encuentro rural, despoblada, con observadores internacionales, con respecto a la cual, inclusive, podría llegarse a considerar la presencia de una fuerza internacional institucional.
El Presidente de la República reafirmó el carácter terrorista de las Farc, una guerrilla que utiliza la violencia en contra de una democracia legítima, una banda criminal que se nutre del negocio de la droga, que recluta menores y asesina niños, mujeres embarazadas y ancianos, tortura secuestrados, siembra minas antipersonas, y utiliza armas prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario.
Estas conductas están tipificadas como delitos de lesa humanidad o como crímenes de guerra tanto por la normatividad de Naciones Unidas como de la Organización de Estados Americanos. Las Farc cometen crímenes pero no controlan territorios, torturan pero no aplican ni pueden aplicar justicia en una democracia que, como la colombiana, tiene no solamente una reconocida tradición jurídica, sino, también, una justicia respetable que goza de toda independencia. Las Farc violan sistemáticamente los Derechos Humanos y desconocen ese atenuante de la crueldad que es el Derecho Internacional Humanitario.
En una democracia, no se le reconoce legitimidad alguna ni se le da reconocimiento a un grupo que utiliza la violencia o la amenaza de la violencia para obtener fines religiosos políticos económicos o de otra naturaleza.
En Colombia, están abiertas todas las posibilidades de negociación a partir del momento en que las Farc, de buena fe, muestren su innegable voluntad de paz, y proclamen, sin reservas, la renuncia a la violencia.
París, 21 de enero de 2008
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