Junio 28

Intervención del Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, en la X Cumbre del Mecanismo de Diálogo de Concertación de Tuxla

Villahermosa, Tabasco, México, 28 jun (SP). “Buenos días a todos. El mundo está enfrentando un trastorno agrícola muy complejo, muy complicado, que está generando altos precios de todos los alimentos.

Se ha hablado mucho sobre las razones. Nosotros creemos que la producción de biocombustibles en nuestros países no es la razón que pueda estar moviendo esto que está pasando en el mundo. Porque en nuestros países los podemos producir sin afectar nuestra seguridad alimentaria, sin afectar la seguridad alimentaria del mundo y sin tumbar un milímetro de selva, por la disponibilidad de tierra que hay para sembrar en los diferentes países nuestros.

Cuando uno mira los datos encuentra que esta tesis se puede sustentar. Hoy en el mundo, la producción mundial de biocombustibles, etanol y biodiesel, no absorbe más del 0.07 por ciento de toda la producción mundial de alimentos, a pesar del auge, a pesar del crecimiento.

Por el contrario, cuando uno mira el incremento en el consumo de diferentes países en desarrollo, jalonados por la China y por la India, encuentra que, solo entre esos dos países, los 2.500 millones de habitantes hoy consumen 3 mil millones de toneladas adicionales de comida por año, con respecto a lo que consumían hace unos años. Esto es el 14 por ciento de la comida que produce el mundo.

Cuando uno mira el incremento en el precio del petróleo con respecto a los últimos años, encuentra que ese incremento es de más del 500 por ciento y el incremento en el precio de los fertilizantes es de casi el 700 por ciento, tanto los que se derivan del petróleo, como los que se derivan de otros minerales como el fósforo y el potasio.

Y hemos encontrado que el peso del petróleo y de los fertilizantes, incluyendo el costo de transporte, dentro de la producción agropecuaria, oscila entre el 30 y el 40 por ciento. O sea que imagínense un choque de entre 500 y 700 por ciento, sobre el 30 al 40 por ciento de la matriz de producción de la agricultura mundial y ahí encuentra uno la causa del problema. Y a eso hay que sumarle el cambio climático.

La literatura reciente nos muestra que el calentamiento global puede reducir entre un 6 por ciento para los países desarrollados y un 25 por ciento para los países en desarrollo, la productividad agrícola. Luego, no son los biocombustibles que producimos en nuestros países los responsables de esto.

Está más por el lado del petróleo, de los fertilizantes, de la mayor demanda por alimentos que los países en desarrollo estamos teniendo y con todo el derecho a tenerlo.

Nosotros creemos que los biocombustibles generan una enorme oportunidad de crear ingreso, empleo y prosperidad en las zonas rurales más pobres de todos nuestros países.

Si en Colombia utilizáramos el 20 por ciento de la tierra que tenemos disponible para sembrar en caña para etanol y en palma para biodiesel, podríamos crear más de 300 mil puestos de trabajo en el campo. Si utilizáramos el 50 por ciento de la tierra disponible para estos dos cultivos, únicamente, podríamos crear 800 mil puestos de trabajo en el campo.

Además que la literatura nos muestra que los biocombustibles reducen entre un 30 y un 80 por ciento la emisión de gases de efecto invernadero de los motores que utilizan ese combustible.

Y, además, la seguridad energética que nos dan los biocombustibles. Si nosotros llegáramos en Colombia, por ejemplo, a utilizar toda la frontera disponible de materias primas para biocombustibles, caña para etanol, palma para biodiesel, pudiéramos aumentar nuestras reservas equivalentes de petróleo en más de 300 millones de barriles.

Y por eso hemos diseñado una política que le ha dado mucho estímulo a estos programas. Esa política se sustenta, primero, en una señal de mezclas obligadas. Hoy exigimos el 10 por ciento de la gasolina mezclada con etanol y el 5 por ciento del diesel fósil con biodiesel.

En el año 2010 llegaremos a una mezcla obligada que, creemos, puede estar del 14 al 15 por ciento de etanol con gasolina, de 7 por ciento de biodiesel con diesel fósil e ir a una política flex fiull total completa hacia el año 2012, de tal manera que el usuario llegue a la estación de combustible y pueda escoger entre la mezcla mínima o una mezcla máxima de 85 por ciento de etanol con gasolina y cien por ciento de biodiesel con diesel fósil; él hace sus cálculos, sus cuentas y consume el que le salga más económico. Es una forma de aumentar mucho la seguridad energética de nuestros países.

En segundo lugar, impulsando con una política de precios que estimule al sector privado a hacer las inversiones. Esa política de precios se soporta en tres elementos:

El primero, una fórmula de precios ligada al combustible fósil con el cual compiten: gasolina en el caso de etanol, diesel fósil en el caso del biodiesel. Una fórmula de precios ligada a la materia prima que se utiliza: el precio paridad de exportación de azúcar, en el caso del etanol; el precio paridad de exportación del aceite de palma, en nuestro caso, para producción de biodiesel, para generar el incentivo a que puedan comprar la materia prima los productores de biocombustibles si esta se encarece.

Y en tercer lugar, a un piso que se fija para que el inversionista tenga la seguridad de que puede asumir los costos de la inversión y que siempre estará protegido ante la fluctuaciones en los precios.

Y el otro estímulo, o parte de la política que hemos diseñado, es el estímulo a partir de incentivos tributarios y de incentivos a la producción agrícola que es materia prima para todo esto.

Las tres plantas de biodiesel

Por eso, creemos que la oportunidad es enorme. Hemos hecho cálculos en los países que hacen parte del Plan Puebla-Panamá y hemos encontrado que, inclusive, los más pequeños en área tienen tierra disponible para sembrar todo este tipo de materias primas.

Por ejemplo, en El Salvador, hemos encontrado que todavía hay un potencial, por lo menos, de 20 mil hectáreas en caña que se podían utilizar y de 320 mil hectáreas para higuerilla o jatrofa para producir biodiesel. En Honduras creemos que hay un potencial de unas 200 mil hectáreas para sembrar caña adicional, sin afectar la frontera agrícola, sin afectar la producción de alimentos y de 60 mil hectáreas para palma africana. En Guatemala creemos que puede haber hasta un millón de hectáreas para sembrar caña adicional, sin afectar la seguridad alimentaria y hasta 300 mil para palma.

Y así, tenemos el inventario para todos los países. Una enorme oportunidad para generar ingreso, empleo y prosperidad en el campo de todos, todos nuestros países.

En el Plan Puebla-Panamá hemos impulsado mucho esta política y hemos, como una cooperación, aportado con tecnología colombiana la construcción de tres plantas de biodiesel: una en Guatemala, una en Honduras y una en El Salvador.

La de Guatemala es para producir biodiesel a partir de jatrofa. Puede llegar a producir, modularmente, hasta 10 mil litros diarios. Cada una de estas tres puede hacer esto. Tiene un avance de 10 por ciento y está ubicada en el municipio de Jocotán, departamento de Chiqimula.

En Honduras, es para producir biodiesel con palma africana. Está ubicada en el municipio de Tocoa y el avance de las obras civiles va en un 30 por ciento.

En El Salvador, es para producir biodiesel a partir de higuerilla. Está ubicada en San Andrés, en el departamento de La Libertad. El avance de las obras civiles es el mayor de todos, es en 50 por ciento.

Es un aporte de Colombia de tres millones de dólares, con una contrapartida en el aporte de los desarrollos tecnológicos de estos tres países para nuestro conocimiento en Colombia y en los demás países del Plan Puebla-Panamá, de otros tres millones de dólares.

Y esperamos, si la ejecución continúa bien, tener estas tres planticas piloto funcionando en el mes de octubre de este año.

Agenda mesoamericana de biocombustibles

Si todo sale bien, vamos a poder impulsar otro seminario taller internacional de biocombustibles en octubre de este año y hacerlo en octubre de todos los años en Colombia, mostrando nuestra experiencia para que los técnicos de los diferentes países del Plan Puebla-Panamá puedan conocer la experiencia y nosotros conocer, también, la experiencia de todos los demás países.

Además, de aquí a diciembre debemos tener definida una agenda mesoamericana de biocombustibles, de expansión de los biocombustibles.

También habrá una plataforma informática, desarrollada en diciembre de este año, para que se intercambien todos los resultados de la investigación entre todas las universidades y los centros de investigación que están desarrollando, en nuestros países, esta agenda conjunta de biocombustibles.

El trastorno agrícola mundial

Para concluir, señores Presidentes y demás funcionarios presentes, nosotros creemos que el mundo está enfrentando un enorme y profundo trastorno agrícola, que no se puede atribuir a la producción de biocombustibles en nuestros países.

Porque en nuestros países los podemos producir sin afectar la seguridad alimentaria de nuestros pueblos, sin afectar la seguridad alimentaría del mundo, sin tumbar un milímetro de selva.

Por el contrario, esta fluctuación en los mercados mundiales de alimentos puede generar una enorme oportunidad para ampliar la frontera agrícola; para combinar la producción de biocombustibles con más producción de alimentos, en la medida en que se amplia y se expande la frontera agrícola; para generar mucho ingreso y mucho empleo y mucha prosperidad en las zonas rurales más pobres de nuestros países.

Es una enorme oportunidad y se puede aprovechar. Porque hay tierra disponible, a diferencia de otros países desarrollados en donde producir una hectárea adicional de materia prima para esto implica producir menos alimentos y en nuestros países no tiene que ser así.

Por eso creemos que la expansión de este programa tiene que ser toda. Inclusive los organismos internacionales que vigilan la seguridad alimentaria, como la misma FAO, coinciden en esto.

Muchas gracias”.

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