Germán Restrepo, operario de la Compañía de Empaques en Medellín, es uno de los protagonistas del nuevo sindicalismo en Colombia. Tiene 56 años, 36 de los cuales los ha invertido en la actividad sindical. Hace ocho años decidió, junto con otros compañeros, darle un viraje al sindicalismo contestatario. Atrás quedaron las huelgas, los mítines, las marchas, los paros, las tomas y los grafitis.
Bogotá, 28 jun (SP). Germán Restrepo, un trabajador antioqueño de 56 años, cuenta que sus hijos y sus nietos lo admiran no tanto por lo que hizo como líder sindical revolucionario, sino por el timonazo que le dio a su vida hace ocho años.
“Éramos un sindicato dañino”, admite hoy este hombre de mediana estatura y aspecto de ‘colonizador’ de las montañas antioqueñas, sentado en medio de uno de los corredores que llevan a la fábrica en la cual trabaja como operario, desde hace 36 años, manejando hiladoras de fique.
Eran los tiempos de las huelgas, los mítines, las marchas, los paros y las tomas a empresas, dice este trabajador, quien a los 20 años se vinculó a la Compañía de Empaques, que elabora productos agrícolas e industriales a base de fique y sisal (planta para elaborar fibras plásticas). A esa edad, también, empezó a conocer la llamada lucha sindical, a través del sindicato de la fábrica.
“Con todo eso que se hizo, personalmente siento que perdí el tiempo -reconoce-. Va a ser muy difícil recuperarlo, pero no es tarde para hacer cosas distintas en defensa de una industria, de una empresa, de un país”.
Hoy, 36 años después de haberse vinculado al sindicato de la empresa, recuerda el pensamiento con el que fue formado en esta actividad, por allá en 1972, según el cual al empresario y a las empresas había que acabarlas y sobre sus ruinas, y las del “Estado burgués”, construir lo que sus compañeros llamaban “un nuevo sindicalismo”.
Con esa filosofía ingresó a la Junta Directiva de Sintraempaques y después ocupó la Presidencia de la organización. Su misión: pelear por las horas extras de los trabajadores, la no discriminación y las convenciones colectivas.
Así, Germán Restrepo pasó por la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC), la Unión de Trabajadores de Antioquia (Utran), la Federación de Trabajadores de Antioquia (Fedeta) y, finalmente, llegó al Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir), donde lo capacitaron de una manera que hoy califica de “absurda”.
Del sindicalismo que practicó durante casi treinta años, Germán recuerda que los días más apropiados para llenar la fábrica de grafitis en contra del Estado y de los empresarios eran los festivos, la Semana Santa y el 24 y 31 de diciembre. Por esos días acostumbrada a llenar de mensajes, también, las paredes de las casas de directivos de la compañía.
Su recia actividad revolucionaria le generó amenazas, al punto de que lo obligó a esconderse en diferentes sitios de Medellín. Fue sindicado de secuestro, extorsión, intento de homicidio e, incluso, llegó a pasar días enteros tras las rejas.
Ni para el trabajador ni para la compañía
Jose Luis Arango, Gerente de Gestión Humana de la Compañía de Empaques, recuerda que Germán era un líder sindical tan duro, que llegó a ordenar daños en la maquinaria e, incluso, paralizó la compañía en varias oportunidades.
“Pero yo creo que él se dio cuenta que eso traía desgaste; que se estaban ganando la plata los abogados que intervenían los pleitos y que ni el trabajador ganaba ni la compañía ganaba”, cuenta Arango.
Entre marchas, huelgas, demandas, actos violentos, encarcelamientos, pliegos de peticiones y sanciones pasaron 30 años para este líder sindical y sus compañeros. En este tiempo, afirma, fueron testigos del cierre de muchas empresas que creían haber asesorado y apoyado correctamente en la lucha sindical.
“Tuvimos un sindicato bastante contestatario”, admite Germán. “Después hicimos un alto en el camino y revisamos los logros. Esos logros fueron satisfactorios en el sentido que se luchó, pero los resultados fueron muy pocos, porque vimos muchos compañeros que despidieron”.
A esto se sumó -agrega- la apertura económica, que puso en dificultades a la Compañía de Empaques. Germán dice que en esos tiempos vio como despedían trabajadores, no porque fueran sindicalizados, sino por la crisis económica.
“Se fue parando la maquinaria por turnos, la compañía se fue silenciando”, cuenta.
Las opciones
Para los dueños de la Compañía de Empaques las prebendas obtenidas por las convenciones colectivas del sindicato eran insostenibles y las circunstancias del país, a comienzos de la década de los 90, los llevaron a contemplar la posibilidad de contratar los servicios de una cooperativa, para continuar con la producción.
Fue entonces cuando Sintraempaques se detuvo a pensar en el futuro inmediato. Germán y los otros líderes tenían dos opciones: hacer efectiva, por fin, la consigna de años atrás, de ayudar a cerrar la empresa y sobre sus ruinas construir un nuevo sindicalismo, o replantear, definitivamente, su modelo sindical. La organización sindical optó por la segunda.
De esta manera, decidieron rebajar la convención colectiva y en cambio de llegar a la Compañía con un pliego de peticiones, entregaron uno de ofertas y propusieron implementar el Contrato Sindical.
Esta modalidad de contratación, conocida como Contrato Sindical, se celebra entre uno o varios sindicatos de trabajadores, con uno o varios empresarios, con el fin de prestar determinados servicios o ejecutar una obra, por medio de sus afiliados.
Con ese historial de lucha sindicalista, Germán anota que la empresa no creía que el sindicato pudiera cambiar de postura ni de actitud. Sin embargo, a la compañía también le interesaba la propuesta, porque, como lo expresa su Presidente, Pedro Miguel Estrada: “Ahí había una solución importante, tanto para ellos como para nosotros. El Contrato Sindical lo que más nos ha dado es la estabilidad laboral para la gente.”
Reconstruyendo la confianza
Han pasado ocho años desde la firma del Contrato Sindical, que les permitió reconstruir la confianza mutua. Actualmente, la compañía de Empaques tiene sólo dos tipos de contratación: la directa con la empresa y el Contrato Sindical.
Hoy, Sintaempaques y Sintrainduplascol tienen sus propias instalaciones, pero no a la brava: una dentro de la compañía de empaques y otra en uno de los edificios más imponentes del centro de Medellín. De los ingresos por el Contrato Sindical invierten en obras sociales para los afiliados.
Crearon, además, su propia mutual, tienen un fondo de vivienda, sistemas de capacitación para los afiliados, subsidio para la educación de los hijos de trabajadores y auxilios para calamidades, entre otros beneficios. Adicionalmente, la Compañía de Empaques concede apoyos económicos para los trabajadores y bonificaciones por metas de producción.
Simultáneamente, la empresa redujo costos y aumentó su productividad. Hoy las ganancias de la firma le alcanzan para hacer inversiones tecnológicas por cerca de 10 mil millones de pesos.
“Aquí, cualquier dificultad, por grande que sea, ya el sindicato ha madurado de tal manera, los dueños de esta empresa y la administración ha mejorado de tal forma, que aquí, para todo, nos sentamos, lo discutimos y lo analizamos”, dice Germán.
Según él, ahora los abogados “no consiguen un sancocho con el sindicato” y hace más de 8 años no despiden a nadie en la Compañía de Empaques, porque los antiguos no se van sino pensionados. Y cuando se jubilan, entra uno nuevo, que por política de la empresa debe ser familiar de algún empleado.
Sintraempaques, Sintrainduplascol y otros sindicatos de Colombia le han planteado al Presidente Álvaro Uribe un Pacto Social por un Nuevo Sindicalismo, donde Gobierno, empresarios y trabajadores construyan mecanismos de soluciones concertadas para los conflictos que se dan al interior de las empresas.
La propuesta fue acogida por el Gobierno, que desde el 2002 ha trabajado con los mismos horizontes, promoviendo el Contrato Sindical. Ahora, Sintraempaques y otros sindicatos que han tomado iniciativas similares son buscados y recomendados para que asesoren y capaciten a otras organizaciones de trabajadores, que apenas empiezan el proceso.
‘Un viraje al sindicalismo’
Al hablar de lo que le espera al sindicalismo contestatario, Germán piensa que va a terminar muy mal y trae a la memoria lo que ocurrió con los sindicatos de Simesa, Gacela, Industrias Colibrí y Telecom. Todos ellos –comenta- se acabaron porque los empresarios no tenían con quién negociar. Y dice que lo mismo puede pasarle al de Coltejer.
“El sindicato nuestro y Germán Restrepo cambiaron de postura a tiempo. Cambiaron a tiempo su forma de pensar y su forma de actuar”, admite el propio Restrepo.
Tanto él, como Camilo Torres, el Presidente de Sintrainduplascol, se han ganado el respeto de los trabajadores y los directivos de la Compañía, con su nueva actitud.
“Germán le dio un viraje al sindicalismo” dice Octavio Amaya, dirigente de Sintrainduplascol en la seccional de Medellín, quien también es operario de la Compañía de Empaques desde hace 26 años. “A Germán le he aprendido que hay que tener mucho aguante y que hay que aprender a escuchar para aprender a obrar”, dice.
Ya casi le llega la hora de presentar la documentación para pensionarse y retirarse de la compañía. Pero aún no sabe qué va a hacer después. Sin embargo, está formando nuevos líderes y empezando a hacer el tránsito a las nuevas generaciones, con el único propósito de que el esfuerzo de los últimos 8 años no se pierda y quede en buenas manos. |