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Abril 16     Versión imprimible

Palabras del Presidente Álvaro Uribe en la clausura del Tercer Congreso Internacional de Asofondos

Cartagena, 16 abr (SP). “Antes de hacer unas referencias quiero, mirando a los comunicadores de Colombia, resaltar esta cifra: en 2002 los fondos de pensiones voluntarias, los fondos de pensiones obligatorias y los fondos de cesantías valían alrededor de 20 billones (de pesos), hoy superan los 100 billones (de pesos).

Pasar de 20 billones a más de 100 (billones) es una señal de confianza para los trabajadores colombianos.

Desde Asofondos (Asociación Colombiana de Administradoras de Fondos de Pensiones y Cesantías) en Cartagena, podemos decir a los trabajadores colombianos que sus ahorros han crecido, que están bien protegidos, que hay una cifra elocuente que lo certifica: haber pasado de 20 a más de 100 billones el valor de estos fondos en estos años.

Los saludo con todo afecto y respeto.

Ustedes han hecho una tarea muy importante, especialmente en estos años difíciles de la economía

¿Qué tal que a la crisis de la economía se le hubiera sumado algo contrario al éxito de los fondos de pensiones?

¡Qué bueno el éxito de ustedes en medio de esta crisis de la economía!

No tengo palabras para agradecer al doctor Santiago Montenegro (Presidente de Asofondos) su generosidad. Él ha sido un compañero en todas las batallas. Algún día, con tinta del corazón, escribiré cómo un intelectual de sus quilates nunca vaciló en apoyar, como Director de Planeación Nacional, la Política de Seguridad Democrática.

Muchas gracias doctor Santiago.

Diariamente, cuando en este tramo final hablo con mis compatriotas sobre la Colombia del futuro, tenemos que citarlo a usted, quien dirigió con tanto acierto aquel estudio ‘Colombia Segundo Centenario’, una visión de largo plazo que tenemos que estar alimentando en el debate público todos los días, para hacerla más exigente y exigirnos más a nosotros los colombianos para cumplirla.

He tomado atenta nota de sus preocupaciones por estos temas.

Quisiera dividir esta intervención en dos partes: una introducción sobre algunos temas muy elementales, que pienso, hacen de Colombia un país muy atractivo; un examen de las preocupaciones laborales del doctor Santiago Montenegro; y la presentación enunciativa de unos elementos para la prosperidad nacional.

¿Por qué para la prosperidad, apreciados compatriotas?

La verdad es que la palabra prosperidad reúne esa secuencia en la que están vinculados el crecimiento, el empleo de buena calidad, la posibilidad de pagar los aportes a la seguridad social, la superación de la pobreza.

Lo que vivió Colombia entre 2003 y 2007, cuando el crecimiento de la economía estuvo aparejado de una gran reducción del desempleo, de un gran avance en la afiliación a la seguridad social y de una gran disminución de la pobreza, es indicativo de que esa secuencia no se puede romper en el análisis, porque es irrompible en la vida cotidiana de la Nación.

La introducción, apreciados compatriotas, es muy elemental. Cuando uno ve a Colombia en el radar del entusiasmo inversionista del mundo encuentra muchas razones, quiero resaltar hoy tres.

Durante estos años le hemos escuchado a la comunidad internacional que en Colombia hay muy buena gerencia. Es un factor bien importante para tener en cuenta.

Le hemos escuchado a la comunidad internacional que en Colombia hay una gran capacidad de la clase trabajadora para asimilar nuevas tecnologías, una enorme velocidad de aprendizaje, y lo reiteraron la semana pasada en el Foro Económico Mundial aquí en Cartagena.

Los inversionistas cuando piensan en algún país no piensan en llegar allá a instalarse solos, piensan: ‘¿Con quién voy a hacer un instalación, un desarrollo en ese país?’.

Se hace necesario tener la posibilidad de encontrar buenos socios en ese país, y Colombia los ofrece.

Pero hay un elemento de capital social que camina en el sentimiento de los colombianos, pero que pocas veces se expresa.

Un distinguidísimo médico, director de una clínica internacional que vino al Foro Económico Mundial con la decisión de instalarse en Colombia nos decía: ‘Primera vez que vengo a Colombia. Con esta historia de violencia, estoy sorprendido de encontrar una Nación que sonríe’.

Yo diría que es un elemento de capital social importantísimo para tener confianza en un país. La tragedia de la violencia colombiana nos debería tener a todos, en todo momento, con la mueca arrugada de la amargura, y aquí sucede todo lo contrario: hay una expresión de sonrisa del alma que fluye en los labios de los colombianos y que indica un altísimo nivel de capital social.

En esto creo que el país tiene enormes ventajas.

Temas laborales y pensionales

Permítanme hacer alguna reacción a la muy interesante exposición en materia de los problemas pensionales y laborales que nos ha traído el doctor Santiago Montenegro.

Primero, hay que mirar la historia de ese proceso.

Los mayores aquí recordamos lo que fue, por ejemplo, la carga de la retroactividad de las cesantías, que golpeó a Colombia entre 1963 y 1990, lo difícil de aquella reforma.

El viejo régimen quebraba la empresa privada y frustraba totalmente los intereses de los trabajadores. Fue una odisea política haberlo superado con la Ley 50 de 1990.

Fue una odisea la Ley 781 de 2002, al inicio de este Gobierno, cuando Juan Luis Londoño, como Ministro (de la Protección Social) la lideraba en el Congreso, desde Planeación la apoyaba el doctor Santiago Montenegro, y  tenía como ponente al entonces Senador, Óscar Iván Zuluaga, hoy Ministro de Hacienda.

Hasta hace pocos meses esa Ley estuvo subjúdice en la Corte Constitucional.

Y en la actual campaña política algunos han hecho campaña proponiendo un referendo para desmontar esa Ley.

Mis compañeros de la bancada del Congreso acudieron el año pasado a la Presidencia de la República porque faltaba un solo debate para desmontar esa Ley. Yo les dije: ‘Por favor, no lo dejemos hacer, le causamos un enorme daño al país’.

Y muchos de ellos levantaron la mano: ‘Pero Presidente, estamos en vísperas de elecciones ¿Cómo nos expone a ese riesgo? Nos van a maltratar electoralmente señalándonos de no haber permitido derogar una Ley que ha sido dañina para los trabajadores’.

Sin embargo, estas mayorías del Congreso responsablemente negaron esa derogatoria

¡Qué difícil, que difícil! Porque esto hay que verlo: esto es imposible excluirlo del ambiente político.

Días después se propuso la eliminación de los paraficales. Por supuesto, nos opusimos y yo creo que eso nos dio una especie de equilibrio político, una especie de autoridad moral para decir ‘no, el problema no se arregla quitándole beneficios a los trabajadores, tampoco introduciéndole más dificultades al empleo’ y pienso que eso fue creando un equilibrio político que se debe utilizar.

El doctor Santiago Montenegro expresaba el temor que yo comparto sobre algunos proyectos de Ley que cursan en el Congreso, anotando que en esta materia hay libertad de iniciativa congresional. Son materias que no son de la privativa iniciativa del Ejecutivo, lo que entraña mayores riesgos.

Pues bien, para evitar que esos proyectos prosperen hay que tener mucho cuidado para no afectar el equilibrio laboral.

Por eso, yo miro con cierto temor algunas propuestas que algunos colombianos vienen haciendo en esas materias.

Hace dos días el Gobierno recibió un estudio comparativo sobre competitividad de normas laborales en América Latina, adelantado por la firma  Ernst & Young, una consultora bien reconocida.

Primero, apareció que Colombia está equilibrada.

Segundo, anotaron que es cara la afiliación a la seguridad social.

Y tercero, anotaron que son caros los parafiscales.

Ese es el resumen. Pidieron algunas reformas inmediatas, como por ejemplo, revisar el tema de la agilidad en el otorgamiento de visas a personas que vienen en el nivel técnico y tecnológico a trabajar en el país.

Y lo otro, el de revisar la proporción legal entre trabajadores colombianos y extranjeros en el nivel de base, en las circunstancias actuales de Colombia, diría yo que no es conveniente su proposición política.

Yo le expresé a quienes nos presentaron el estudio lo siguiente, que quiero compartirlo con ustedes, apreciados compatriotas: los costos laborales hay que mirarlos consolidadamente con todos los costos impositivos, y además, no se ha considerado en el tema laboral algunas instituciones de flexibilidad que tiene Colombia.

Sobre lo primero. Este Gobierno redujo la tasa de renta del 38 y medio al 33 (por ciento), eliminó el impuesto de timbre, eliminó el impuesto de remesas e introdujo unos beneficios bien importantes para estimular la inversión. Yo creo que lo laboral hay que mirarlo en consolidación con toda la carga impositiva.

Eso ha llevado a algunos a decir que en estos años hemos reducido el costo del capital y hemos aumentado el costo del trabajo, pero necesitamos observar el marco socioeconómico que se daba y que todavía se da en el país: una escasa acumulación de capital y unas altísimas tasas de pobreza y de desigualdad.

Yo creo que ese juicio sobre la tendencia a abaratamiento del capital y en alguna forma el encarecimiento del trabajo, no se puede desprender de esa realidad.

Hace poco, examinando con profesores especializados en la materia, a la luz de sus modelos matemáticos, encontrábamos lo siguiente: si se aceptara la propuesta de los ex ministros Domingo Cavallo y Rodrigo Botero de orientar todos los incentivos hacia la generación de empleo, se puede enfrentar el siguiente problema: en una economía que quiere insertarse a la economía mundial, finalmente los empleadores requieren tener todos los estímulos para comprar los paquetes tecnológicos que van llegando.

Entonces, en el empleador se puede presentar el siguiente raciocinio: ‘Como no tengo incentivo para actualizarme tecnológicamente, a pesar de que tengo incentivos para generar empleo, no puedo seguir haciéndolo’.

Me parecería muy importante, doctor Santiago (Montenegro), que examinaran ustedes ese tema, por ejemplo, con el profesor Jesús Botero, a quien le pedimos una respuesta que la escuché en la Universidad Eafit hace pocas semanas, a la proposición presentada por los ex ministros Domingo Cavallo y Rodrigo Botero.

Puede que en un principio, puede que en un principio eso ayude, pero finalmente se estanca la posibilidad de aumentar productividad y competitividad vía adquisición de los paquetes tecnológicos de última generación, y eso viene a estancar la generación de empleo.

Hay que tener en cuenta lo que está pasando en América Latina en aumento del salario mínimo.

No sé qué pueda pasar en Brasil, de pronto allá lo resisten porque tienen unas empresas muy grandes con capacidad de absorber, pero  la fórmula que se ha aplicado en Brasil en los últimos tres años aumenta el salario mínimo, sumándole a la inflación el crecimiento.

Ellos asumen que todo el crecimiento real de la economía es incremento de productividad.

Y ustedes conocen el aumento del salario mínimo en Ecuador, en Argentina, para no hablar del aumento del salario mínimo en Venezuela.

Yo pienso que estas comparaciones internacionales del costo del salario mínimo están quedando rezagadas, porque todavía no han examinado las nuevas decisiones de estos países.

Los parafiscales

El tema de los parafiscales. Los estudios matemáticos sobre el tema indican lo siguiente: si se eliminan los parafiscales se crean 200 mil empleos, pero no se resuelve el problema estructural de empleo ni se genera una mayor dinámica de creación de empleo.

Yo pienso que el tema del empleo depende de unas condiciones de crecimiento y de prosperidad que resuelvan problemas estructurales de fondo, y no depende de eliminar los parafiscales.

Es importante mirar qué  ha pasado con esos parafiscales, por ejemplo, la transformación que se ha dado en el Sena –quiero referirme a ella más adelante- en Bienestar Familiar, el avance en las cajas de compensación y todavía lo pendiente, que producen unos resultados bien importantes para ayudar en productividad, en competitividad, y eso finalmente va a ayudar a la formalización.

Yo creo que unos parafiscales bien orientados contribuyen más a la formalización de la economía, vía a crecimiento y capacidad adquisitiva de los sectores más pobres, que eliminar los parafiscales.

Y hay una reflexión que es bueno hacer frente a toda esta discusión: los parafiscales y la pequeña empresa.

En la medida  que las pequeñas empresas cumplen con los parafiscales, sus trabajadores se benefician de Bienestar Familiar, del Sena, de las cajas de compensación, se garantiza más estabilidad, más productividad en esas empresas y menos presión por incrementos salariales.

Podríamos decir lo siguiente: el cumplimiento con los parafiscales es una condición para tener menos presión por alzas salariales.

A mí me parece bien importante estudiar lo que ha dicho el doctor Santiago: que en alguna forma estratificar los parafiscales.

Anoto, simplemente, una preocupación: los parafiscales operan con subsidios cruzados. Por ejemplo, Bienestar Familiar puede atender la alimentación de los trabajadores más pobres, porque las empresas contribuyen, incluyendo como factor de liquidación los salarios más altos.

El Sena es un subsidio para la Nación entera.

Yo diría que el Sena hoy es la institución líder en capacitación laboral de América Latina, y no voy a anotar sino una sola referencia con el equivalente del Brasil.

El Instituto de Capacitación Laboral en el Brasil es cerrado, les ofrece capacitación laboral exclusivamente a los trabajadores de las empresas afiliadas. El Sena de Colombia es abierto a toda la población.

Esto es, en la propuesta de  la estratificación me causa a mí el temor de que se disminuyan sustancialmente los ingresos, una de cuyas fuentes es el subsidio cruzado, que se da en el momento que los de más altos salarios son tenidos en cuenta para poder inferir, finalmente, el valor de aportes de las empresas.

El esquema de los fondos de pensiones

Cuando introdujimos los fondos de pensiones en Colombia, yo creo que hubo tres o cuatro diferencias fundamentales con Chile: primero, se creó el sistema de capitalización y se mantuvo el de prima media. Fue una transacción en el Congreso, pero además, no irrazonable.

Yo recuerdo que en aquellos debates –a mí me tocó vivir esos debates entre el 86 y el 93- en el Congreso había mucha oposición, y la Plaza de Bolívar abarrotada de ciudadanos oponiéndose a ese pasó.

Y se hablaba de experiencias bochornosas de sistemas de capitalización en el pasado, como la quiebra en Alemania en los años 1920.

Yo diría que fue una transacción política interesante.

Hay que anotar que en Chile los había introducido la dictadura. Aquí se aprobaron en un Congreso multipartidista y bien presionado por fundamentalismos ideológicos.

La segunda característica diferencial es que aquí se creó el Fondo de Solidaridad, que no se había creado en Chile.

Y la tercera es que aquí se derramó la mayor parte de la cotización sobre los empleadores, cuando en Chile se les impuso toda la obligación de la cotización a los trabajadores.

Uno se pregunta ¿El sistema de primea media debe durar indefinidamente?

Yo creo que mantenerlo ha sido un factor que ha facilitado la transición.

Hacia futuro vale la pena dar este debate.

Algunos dicen: ‘Implicaría un costo fiscal muy alto’.

Yo creo que el costo fiscal de la transición lo hemos venido pagando. La cifra que traía el doctor Santiago de ese costo del presupuesto nacional en pensiones en alguna forma es costo de transición, porque ahí hay una suma muy importante  que se gasta para pagar el faltante de cotizaciones al Seguro Social.

¿Que se nos puede aumentar el costo? Es posible. Creo que el momento político puede ser el momento en que las nuevas generaciones de trabajadores no tengan el apego al régimen de prima media que han tenido las viejas generaciones de trabajadores.

Con los éxitos del sistema de capitalización individual hay que mirar el momento en el cual se pueda tener la posibilidad fiscal y política de eliminar el sistema de prima media.

Creo que el Congreso dio un gran paso. Es el paso en la reforma financiera de crear los beneficios permanentes de retiro. Es una preocupación nuestra.

Si ustedes me preguntaran avances en Seguridad Social y preocupaciones.

Yo creo que hemos avanzado mucho con la Pila (Planilla Integrada de Liquidación de Aportes). Facilita declaración, liquidación, control de evasión, disminuye trámites.

Creo que hemos avanzado mucho estos años en afiliación al régimen contributivo de salud, podríamos ir más rápido. Veníamos con mayor celeridad pero la crisis del último año y medio nos ha creado dificultades.

Creo que hemos avanzado mucho en riesgos profesionales, y comparto la preocupación de que un poquito menos del 30 por ciento está como cotizante activo del sistema pensional.

Ese es un gran reto de Colombia a futuro.

Un sector muy importante de los trabajadores colombianos llegará a la edad de pensionarse sin pensión.

Creo que el esquema está creado, lo creamos en nuestra reforma constitucional, la misma que desmontó los regímenes especiales y que sin denominar el nuevo esquema como un esquema pensional, dio la posibilidad de que el Estado cofinanciara estos beneficios de retiro permanente.

El esquema queda creado, las administración que vienen tienen que hacer un gran esfuerzo presupuestal. Ese es un reto del país.

Diría yo que eso equivale a los beneficios que se derivarían del pilar solidario.

Cuando yo escucho al doctor Santiago Montenegro reclamar el pilar solidario, creo que el país ha dado un gran paso con estos benéficos de retiro. No hay pilar solidario que no le cueste al Estado. Este pilar le va a costar al Estado.

Llamaría la atención de ustedes para reflexionar hasta qué punto los beneficios de retiro equivalen al pilar solidario.

Yo creo que si eso avanza bien, va a producir los resultados del pilar solidario y puede ayudar a crear condiciones políticas para desmontar el régimen de prima media, que no ha sido fácil.

Pienso que en esto hay que estar haciendo ajustes, pero que lo fundamental está bastante avanzado en Colombia.

Cuando uno no cree que de las nuevas reformas aquí dependa la prosperidad colombiana, la generación de empleo, la disminución de la pobreza, está obligado a responder ¿Entonces de qué depende?

Apreciado compatriotas, el Gobierno que termina cree en seis elementos concausales de la prosperidad, de la generación de empleo de buena calidad, y concausales de la superación de la pobreza: el tema de la seguridad, el tema de promoción de la inversión, el tema del acceso a mercados, el tema de la innovación productiva, el tema de una Revolución Educativa permanente que la sustente y el tema de la infraestructura.

Seguridad

Sobre la seguridad yo diría que hay avances y riesgos.

El avance que quiero destacar ante ustedes esta tarde es la profunda transformación cultural que alrededor de ese concepto se ha dado en nuestra Patria.

Cuando estaba yo en las bancas de la universidad se desconocía la importancia de la seguridad. Nuestros profesores no nos enseñaban cosa distinta a que los problemas de inseguridad derivaban de la problemática social, se exageraba el examen y el aplauso a la teoría positiva del derecho penal, que con esa exageración llegaba al punto de justificar todo crimen en los desequilibrios sociales.

Cuando empezaba yo la candidatura a la Presidencia, llegaba al cuatro por ciento en las encuestas y decía: Tocó techo, porque en Colombia ningún proyecto de seguridad tiene éxito. Y así sucesivamente.

¿En que consiste la revolución cultural?

Hoy la inmensa mayoría de los compatriotas reconocen que la seguridad no es una actitud fascista, no es un camino a la dictadura sino un valor democrático y una fuente de recursos.

Creo que esa revolución cultural es bien importante.

¿Riesgos?

Hace pocos meses la señora Secretaria de Estado de los Estados Unidos, la señora Hillary Clinton, me decía si los avances de la seguridad en Colombia son irreversibles.

Me quedé pensativo y le dije: Yo todavía tengo dudas.

Me dijo: ¿Por qué?

Y le dije, porque tenemos bastantes problemas aún, porque el país ha vivido en 200 años de vida independiente escasos 47 años de paz.

Debí utilizar las palabras de Santiago Montenegro: porque nos acostumbraron a tener un equilibrio con la subversión, no a derrotar los terroristas.

Ayer por la mañana hablaba con una emisora de Pereira, y me decían: ‘Bueno Presidente, aquí ha avanzado mucho la seguridad, pero todavía tenemos la banda criminal de ‘La cordillera’, y en Guarató, en la vía al Chocó, la semana pasada salió un movimiento terrorista y atracó unos buses.

El tema  no es para cantar victoria. Yo creo que vamos ganando, pero es un tema en el cual hay que ser más exigentes todos los días.

Y hay algo bueno en la Revolución Cultural: los colombianos, anonadados por los carros bombas, los secuestros masivos, las ‘pescas milagrosas’ no tenían espacio en su capacidad de reaccionar para albergar preocupaciones por el hurto callejero, el hurto a residencias, el delito urbano cotidiano. Hoy sí.

Y yo destaco que hoy hay una comunidad más exigente, porque eso es lo que conviene, no una comunidad resignada, sino una comunidad más exigente.

En materia de seguridad está bien que el ser humano se comporte como en materia de necesidades básicas: resuelta una no puede haber resignación sino exigencia para que se resuelva la siguiente.

Ahí tenemos entonces aspectos positivos e inmensos riesgos.

Claro, estábamos posesionándonos el doctor Santiago Montenegro como Director de Planeación y yo en la Presidencia de la Republica aquel 7 de agosto del 2002, y los terroristas bombardeaban el Parlamento, asesinaron 27 personas, dejaron heridas más de 30.

Por un lado de la Capital estaban las milicias ‘Antonio Nariño’ de la Farc, y por el otro lado los grupos paramilitares de ‘Martín Llanos’ y de Miguel Arroyave.

Y un problema grave: la crisis no se reconocía.

A mí me dijeron esa mañana del 7 de agosto: ‘No llegue caminando al Capitolio, que lo van a matar’. Pero me lo dijeron las Fuerzas Armadas.

Les dije: ‘¿Cómo así, y ustedes saben y no lo tienen controlado?’.

Lo que pasa es que a esto le hace falta liderazgo civil.

Y tuvimos que llegar en un carro blindado.

Uno de los grandes problemas de las crisis es no reconocerlas. Y el país por vivir en el embelezo del equilibrio con la subversión, no reconoció la crisis a la cual se refirió el doctor Santiago Montenegro: estábamos llegando al borde del colapso.

Uno se preocupa por eso.

Reflexiones sobre la violencia

Es este año del Bicentenario hay que hacer muchas reflexiones. Yo me he hecho una: un país con buenos gobiernos, con buenos liderazgos, con buenas políticas públicas, con una gran dirigencia empresarial, con una clase trabajadora con tanto dinamismo, con capital social, ¿por qué no ha prosperado lo suficiente?

Seguramente historiadores, sociólogos, politólogos van a hacer sus aportes. Yo he querido contribuir con uno a la discusión: el país ha tenido un común denominador histórico, la violencia, que ha sido causa de frustraciones.

En los ensayos del profesor Luis López de Mesa se estudia cómo la violencia privó al país, frustró al país de tener un gran legado de la cultura agustiniana. Se le destruyó violentamente y se frustró ese legado.

En la violencia de la Conquista nos frustraron otro legado: el de la cultura Chibcha.

Al otro día del grito de Independencia, el general Santander, que tenía 18 años, se había graduado recientemente en el San Bartolomé, se enroló en el ejército, pero no para combatir a los españoles y afianzar la independencia, se enroló en el ejército centralista del general Nariño para combatir al ejército descentralista que desde Tunja, las provincias unidas con la presidencia de Camilo Torres, estaban integrando.

En lugar de consolidar el Grito de Independencia, emprendimos la violencia entre nosotros, y eso trajo muchas frustraciones: una de ellas, hace dos años, cuando conmemorábamos los 200 años de la muerte de Mutis, hubo una pregunta ¿Por qué el país no alcanzó a cosechar los frutos de toda esa generación de iluminación que Núñez formó?

Porque la violencia entre nosotros facilitó la reconquista sangrienta de Sámano y Morillo, y casi todos llegaron al cadalso.

La violencia entre nosotros aplazó mucho más la victoria de la Independencia.

Otra frustración de esa violencia.

Con esa violencia el país se anestesió.

La violencia interna ante los magnicidios. Hace pocos meses, cuando el país entristecido recordaba los 20 años del asesinato del doctor Luis Carlos Galán, también teníamos que recordar la historia de los magnicidios.

Empezaron con el magnicidio de (Manuel) Piar, soldado de la independencia; después con el asesinato de otros héroes como el Almirante (José Prudencio) Padilla, el héroe de la Batalla Naval de Maracaibo, fusilado por que se le culpó injustamente del atentado contra el Libertador (Simón Bolívar).

En aquellos últimos años de los 1820, de Bogotá salieron tres viajeros, en condiciones cuál más tristes.

Salió el Libertador en su viaje final, salió el General (Francisco de Paula) Santander en el exilio y también salió el más importante discípulo del Libertador, el Mariscal Antonio José de Sucre, en su viaje final. Lo asesinaron, otro magnicidio de la historia el 4 de julio de 1830, la noticia que agravó la enfermedad del Libertador.

Tal vez el Libertador tuvo unos instantes de reposo.

Algunos historiadores hablan de momentos de reposo en Lima y en Bucaramanga, cuando se abstuvo de asistir a la convención de Ocaña.

Y aprovechó su estadía en Bucaramanga para conversar con muchos contertulios, tertulias que recogió en una bellísima obra Luis Perú de Lacroix.

Y una noche le preguntaron al Libertador: ‘¿Quiénes son los mejores generales?

Y contestó: Aquellos que son buenos en el campo de batalla y en la oficina.

¿Y quiénes son los que siguen?

Los que son buenos en el campo de batalla y malos en la oficina

¿Y los peores?

Los que son buenos en al oficina y malos en el campo de batalla.

¿Y el mejor?

Dijo, Sucre.

Cuál sería el dolor, cuando ya en ese viaje póstumo le informan que Sucre ha sido asesinado en Berruecos ese 4 de junio de 1830.

Y después vino el asesinato de (Julio) Arboleda; y el asesinato de (General Rafael) Uribe Uribe; y el asesinato de (Jorge Eliécer) Gaitán; y el asesinato de (Luis Carlos) Galán; y el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado.

Una historia de violencia que ha frustrado al país de muy importantes liderazgos.

Y otra frustración: nosotros tuvimos al Libertador como guerrero, pero nos frustramos de tener ese talento más tiempo en el Gobierno. La violencia interna no le permitió dedicarse a las tareas de gobierno.

Cuando regresa del sur, el Libertador tiene que dar esa batalla frente a las tentaciones de separación en Venezuela, del General Juan José Flores en Ecuador.

Y el general Santander regresa en 1832 para asumir la Presidencia de Colombia después del exilio, y saca adelante una gran revolución educativa, y se frustra por al violencia.

Y todo ese periodo entre el 48 y 1863 es un período lleno de violencia: la Guerra de los Supremos, el golpe de (José María) Melo, el golpe de (José María) Obando, el golpe de Mariano Ospina Rodríguez.

Y la Constitución de 1863 produce excelentes líderes, como Aquileo Parra, como (Manuel) Murillo Toro, pero la violencia no deja que el país coseche resultados.

Otra frustración: entre 1863 y 1886, en ese corto período de 23 años, hubo 30 guerras civiles en Colombia y hubo solamente un período de paz de siete años, alrededor del Gobierno de (Rafael) Núñez, que es importante destacarlo en esta Cartagena.

Porque él accedió primero a la Presidencia del Estado de Bolívar y después a la Presidencia de la República por una gran rebelión Caribe contra el desorden y la violencia.

Detrás de la alegría Caribe hay ese espíritu de rebelión contra el desorden y la violencia.

Y dicen los historiadores, como Rodolfo Segovia, que hubo siete años de relativa paz y que eso permitió que florecieran las industrias en el Caribe, y que hubiera florecimiento de la agricultura y la caficultura en la Colombia Andina.

Pero duró muy poco.

Vino la guerra civil de 1895.

Y cuando apenas terminaba la guerra civil de los 1.128 días, que concluye con los acuerdos de paz de 1902, deja al país totalmente postrado.

El General Uribe dijo en uno de esos acuerdos de paz, que se había hecho la paz no porque hubiera convicción de paz sino porque el país estaba destruido, no había nada por qué pelarse. El país queda totalmente deprimido.

Al año siguiente se independiza Panamá.

Y cuando uno mira qué antecedió la independencia de Panamá, esa queja por la falta de atención en materia de seguridad a Panamá, llega a la conclusión que si bien tienen mucha razón los historiadores en asignarle responsabilidades a la política del gran garrote del Presidente (Theodore) Roosvelt, al interés norteamericano en el Canal (de Panamá), hay algo que no se ha dicho y que vale la pena explorar: cuánto incidió la política nuestra del gran descuido, por estar entretenidos nosotros en la violencia interna.

Y hubo un período de relativa paz hasta los años 1940. Ahí sumamos los 40 años de paz del siglo 20.

Y vuelve a empezar la violencia entre los partidos. Termina con los pactos del Frente Nacional, de los expresidentes Alberto Lleras y Laureano Gómez. Y en ese momento empieza la violencia de las guerrillas marxistas, el odio de clases, la sustitución del Estado de leyes por la dictadura del proletariado.

Y aparece la reacción igualmente cruel del paramilitarismo, y ambos cooptados por el narcotráfico.

Las generaciones vivas desde 1940 no han vivido un solo día de paz.

Por eso, apreciados compatriotas, hay que tener dudas sobre el futuro, para evitar que el crecimiento de la violencia nos sorprenda plenamente.

Inversión y cifras fiscales

Creo que hay un segundo elemento fundamental de prosperidad: estimular la inversión y eso necesita un elemento político.

Cuando uno ve restricciones a la inversión en América Latina tiene que aceptar que la inversión no está asegurada en todos los países. Se necesita una gran actitud política para defenderla.

Yo he divido los gobiernos en cuatro categorías en este tema:

Primero, gobiernos abiertamente opuestos a la inversión privada.

Segundo, gobiernos que no se oponen a la inversión privada, pero no la defienden, dejan que la asalten.

Tercero, gobiernos que no tienen una aproximación institucional a la inversión privada, sino una aproximación individual: a este empresario le ayudo, a este le confisco.

Cuarto, la categoría en la que está y debe mantenerse Colombia, una defensa de la inversión privada y al mismo tiempo una aproximación institucional a la inversión, no una aproximación casuista y personal.

¿Y por qué la inversión?

Porque la historia de la humanidad ha demostrado que esta libertad de inversión es lo que estimula la creatividad, es lo único que permite que florezcan los resultados de los esfuerzos en investigación y ciencia, es lo que contribuye a la productividad, a la competitividad, al bienestar, a la calidad de vida.

Los historiadores todavía nos deben la respuesta ¿Que pasó con el colapso de Unión Soviética, del Muro de Berlín, del sistema de Mao Tse Tung en China?

Yo creo que esa respuesta tendrá que entenderse con lo que fue la falta de calidad de vida por haber restringido la iniciativa privada, la creatividad de la inversión privada, porque los pueblos se aperezaron, se acabó la dinámica de laboriosidad, la dinámica de investigación, la dinámica de creatividad, y eso pasa y va a pasar en los comunismos que hoy proceden como tales, así se querían llamar de otra manera.

La defensa política de la inversión privada es muy, muy importante.

Nosotros hemos tratado de crear condiciones fiscales, reformas estructurales, reformas administrativas y otras reformas, y aceptamos las reformas que faltan, que es muy importante que el país las discuta.

En la parte fiscal ustedes han tenido la oportunidad de examinarla y de verla con el Ministro de Hacienda (Óscar Iván Zuluaga).

Yo haría el siguiente comentario.

A este Gobierno le ha interesado más el déficit del Gobierno Nacional Central que el consolidado, porque el Gobierno Nacional Central es la caja que paga la deuda, es la caja que paga las pensiones y es la caja que gira las transferencias a las regiones.

¿En cuánto estaba? En el 6,5 (por ciento)

¿En cuánto lo vamos a entregar? Ojala podamos salvar este escollo de la financiación de la salud, para entregar ese déficit no por encima del 4,3 (por ciento).

Lo habíamos reducido al 2,3 (por ciento) el año pasado se nos creció y este año, pero este crecimiento tiene una gran justificación.

Hemos tenido dos crisis de la economía: la crisis internacional y la crisis de Venezuela, y sin embargo no permitimos que decreciera nuestra economía.

Sin embargo, el año pasado fue el segundo año record en inversión extranjera directa en Colombia. Habíamos logrado un año récord en inversión bruta en 2008: 10 mil 578 millones de dólares, el año pasado nueve mil 530.

El año pasado Colombia, con una tasa de inversión del 25,8 (por ciento) tuvo la mayor tasa de inversión de la región.

Yo diría que fue muy importante haberle cumplido con las transferencias a las regiones.

Hubo una crisis de la economía que como en el pasado nos hubiera llevado a disminuirle las transferencias a las regiones, habría inducido al país por un camino de ingobernabilidad de consecuencias insospechables.

Se redujeron los ingresos del Gobierno Nacional Central, se le cumplió a las regiones, por supuesto se nos aumentó el déficit.

Y tuvo también la crisis otras consecuencias importantes para señalar en Colombia.

En otras crisis se disminuyó la afiliación a la seguridad social. Ustedes son testigos de excepción que en esta crisis siguió aumentando. Basta ver el crecimiento de las cajas de compensación, de la afiliación a los fondos de pensiones.

Hubo crecimientos, no disminuyó la afiliación a la seguridad social.

Otro tema bien importante: en América Latina en esta crisis hubo nueve millones de pobres más, en Colombia el año pasado, levemente, disminuyó la pobreza y disminuyó todavía más la pobreza absoluta.

En las crisis anteriores aumentaba la deserción escolar y universitaria. En esta crisis Colombia ha logrado aumentar, mantener el crecimiento de la población escolar y de la población universitaria.

Yo creo que todo eso obliga a darle una mirada diferente al déficit, para preguntarnos si valió la pena volver a aumentar ese déficit del 2,34 (por ciento) al 4,3 – 4,5 (por ciento) en el sector público central.

Yo creo que los resultados demuestran que se justificó ese esfuerzo.

El endeudamiento. No solamente se ha reducido, yo creo que en agosto podemos decir que el endeudamiento, que había bajado del 48 (por ciento) al 22 (por ciento) queda en el 27 (por ciento), 28 (por ciento), pero lo más importante: en buena parte, gracias a ustedes, este país está hoy mejor protegido frente a los choques internacionales de la economía.

Cuando empezó el Gobierno, la deuda pública en moneda extranjera representaba el 70 por ciento, hoy el 30 (por ciento). La mayoría de esa deuda pública está en moneda nacional.

Este crecimiento, esta consolidación de los fondos de pensiones, se convierte en un blindaje de la economía colombiana frente a los choques internacionales de la economía.

Reformas en la estructura tributaria

Hemos avanzado en reformas importantes en el nivel legal, en el nivel constitucional.

Quiero destacar la reforma tributaria, porque algunos están diciendo que para resolver el problema fiscal hay que eliminar las exenciones.

Veamos cuáles son:

Las mayores, la exención del Banco de la República. Es inocuo eliminarla, porque las utilidades del Banco de la República vienen directamente al Gobierno.

La exención de los dividendos. Colombia durante muchos años observó que la doble tributación era un factor restrictivo de la inversión.

Fue recientemente, en la administración Barco, cuando era Ministro de Hacienda el hoy ex Presidente Cesar Gaviria, que se eliminó la doble tributación. Creo que sería regresivo revivir la tributación de los dividendos repartidos.

Bien importante examinar los estímulos tributarios de este Gobierno.

Alguien dice: fue que en un año nos costaron cuatro billones. Pero ese es un examen parcial. Esos cuatro billones generaron inversiones por más de 30 billones.

Hace poco tiempo un inversionista norteamericano en China le decía al Ministro de Comercio (Luis Guillermo Plata) en mi presencia, que él tenía la empresa más grande de producción de confites en China, que estaba buscando instalar una en América y que por primera vez pensaba en Colombia como destino de inversión.

Unas normas recientemente introducidas, que han ayudado a que se mire a Colombia como destino de inversión, hay que dejar que maduren en sus consecuencias.

Por eso, la eliminación de los incentivos a la inversión en este momento podría hacer un gran daño.

Han ayudado muchísimo esos incentivos a crecer esas tasas de inversión, crecimientos que hemos escuchado hoy registrados en la generosa intervención del doctor Santiago Montenegro.

Uno mira un sector como el de generación de energía. El país está instalando hoy cuatro millones de kilovatios de energía sin comprometer los recursos del fisco y sin comprometer recursos financieros de la Nación.

Pues bien, en el pasado había que comprometerlos.

Si la memoria no me falla, la deuda del sector eléctrico llegó a representar el 30 por ciento de la deuda total de la Nación. Hoy menos del tres por ciento.

Pero hay que mirar esa política de incentivos vinculada también al éxito de que el país esté instalando todos esos kilovatios.

Esas empresas gozan hoy de zona franca, no pagan arancel ni IVA para traer los equipos, no pagan Renta del 33 (por ciento) sino del 15 (por ciento), tienen un acuerdo de estabilidad  a 20 años y además tienen una garantía de ingresos por disponibilidad, por confiabilidad.

Si no fuera por la Seguridad Democrática, por la actitud política de defensa a la inversión, por esos incentivos, por las garantías de estabilidad, seguramente eso no lo tendríamos.

Si ustedes visitan allí cerca la zona portuaria, encontrarán que dos puertos en Cartagena movilizaban 400 mil contenedores en 2002, este año millón 600 mil. Han hecho grandísimas inversiones, pero también han recibido ese tratamiento de zona franca.

Es muy importante en este momento que el país haga una reflexión sobre los incentivos.

A uno le dicen: es que se necesita una política tributaria estructural, y algunos entienden la reforma tributaria estructural como una reforma que elimina estos incentivos, que tenga una tarifa plana, y yo me pregunto ¿Sería buena?

A mí me quedan dos preocupaciones: no se le puede dar el mismo tratamiento, en un país al que le falta tanta construcción de capital físico y tanta formación de capital humano, al contribuyente que invierte que al contribuyente que no invierte, y eliminar la progresividad es dañino socialmente en un país con tantos desequilibrios.

Está bien hacer ajustes, pero yo creo que unas reformas recientemente introducidas de incentivos a la inversión, no deberían eliminarse.

Ya dí unas razones para reafirmar nuestra tesis de que el mejor incentivo hoy a la generación de empleo de buena calidad es un incentivo de condiciones de inversión.

Si ustedes me preguntaran dos legados bien importantes de este Gobierno Nacional en materia fiscal y un asunto pendiente, les diría: el asunto pendiente es la reforma a la justicia.

Otras reformas

En ese proceso de ajustes el país tiene que seguir con este tipo de reformas.

La reforma a la justicia nos está privando de seguir avanzando en competitividad.

En los últimos años, en el Doing Bussines del Banco Mundial, en el Foro Económico Mundial, hemos avanzado en la calificación de competitividad.

Hoy un gran obstáculo es la falta de la reforma a la justicia.

Y dos legados fiscales bien importantes de este Gobierno: la reforma administrativa, que empezaron el doctor Santiago Montenegro y la señora Ministra Consejera de la Presidencia, Claudia Jiménez.

Hemos reformado 460 entidades del Estado, con un ahorro de 6,28 del PIB.

¿Qué sería del país sin esa reforma? Quinientos mil millones (de pesos) valen al año las pensiones de Telecom, hoy las estaríamos facturando contra la tesorería.

Ecopetrol alcanzaba a invertir 600 millones de dólares al año, el año pasado invirtió 7 mil, este año invierte 7 mil.

Cómo han mejorado las clínicas del Seguro Social.

Todas esas reformas han tenido un elemento transversal: eliminación de politiquería, eliminación de clientelismo, eliminación de excesos sindicales.

Y el otro gran legado: haber eliminado los subsidios a los combustibles.

Cuando se hace el análisis de la situación fiscal de la Nación, se olvida el tema de la eliminación de los subsidios a los combustibles.

El pueblo colombiano, generosamente, ha aceptado ese incremento desmesurado de precios en estos últimos años, pero eso le permite más tranquilidad a los gobiernos del futuro, porque van a encontrar un precio interno de combustible que ha desmontado el subsidio, y ya no van a tener el apremio del Gobierno nuestro.

El Gobierno nuestro se veía ante dos dificultades: o mantenía el subsidio al combustible o se exponía a una gran reacción popular por desmontarlo.

Yo creo que le queda ese factor de tranquilidad a las nuevas administraciones.

Acceso a mercados

Al crear condiciones de inversión viene la otra pregunta ¿Y para qué se instala la inversión en Colombia? ¿Tienen acceso a mercados?

Creemos nosotros que entre 1989 y 2003, cuando el país hizo una apertura unilateral de la economía, no buscó suficientemente acceso a mercados.

Solamente tuvimos la Comunidad Andina, un mercado que resultó superficial con México, que hoy se está tratando de profundizar y las preferencias unilaterales, siempre precarias, que no dan confianza en inversión.

Por eso estos años se ha hecho el esfuerzo en el acuerdo con Mercosur, con Chile, con Perú, con tres países centroamericanos, ahora en negociación con Panamá, confiamos que el parlamento canadiense apruebe en los próximos días el acuerdo con Colombia, seguiremos hasta el último día luchando por la aprobación del acuerdo de los Estados Unidos.

Hemos cerrado negociaciones con Europa, estamos en plenas negociaciones con Japón, en plenas negociaciones con Corea, lo que le permitirá a Colombia acceder definitivamente a la cuenca del Pacífico.

Pero también cuando hay accesos a mercados hay otra pregunta ¿Y qué le vamos a vender a esos mercados?

Ahí creo yo que hay un tema de fondo, mucho más importante que lo laboral, para la prosperidad del país: es la innovación productiva.

Yo creo que hay unos sectores bien importantes que el país empieza a desarrollar, y unos valores que le empieza a agregar a los sectores tradicionales.

Simplemente refiero dos temas: la ciudad de Manizales llegó a tener un desempleo del 24 (por ciento). Se han dedicado con un gran liderazgo del alcalde a aprovechar las ventajas de inversión en Colombia.

Van a completar este año más o menos diez mil empleos en los Call Center y han reducido sustancialmente el desempleo.

Este país puede ser un productor líder de biocombustibles, sin afectar la selva y sin afectar la seguridad alimentaria. Hoy está produciendo millón 50, millón cien mil litros diarios de etanol, y millón 800 mil litros diarios de biodiesel.

La innovación productiva es fundamental.

Revolución Educativa

Pero la otra pregunta ¿Y cómo hacemos innovación productiva? Con una Revolución Educativa permanente.

Quiero recordar, apreciados compatriotas, que Colombia en cien años tuvo 120 ministros de Educación.

Nosotros hemos dado estabilidad al Ministerio. Una Ministra de calidades excepcionales con un equipo excepcional los ocho años. Unos logros importantes en cobertura, en calidad.

En cobertura básica hemos pasado del 80 al ciento por ciento.

Un gran faltante: infraestructura. Ha crecido más la cobertura.

En cobertura media hemos pasado del 57 al 80 (por ciento), en cobertura universitaria del 21,6 al 36 (por ciento), de menos de un millón de estudiantes universitarios a casi millón 700 mil.

El Icetex ha pasado de financiar 60 mil estudiantes, este año está financiando 300 mil 15 estudiantes. Una de las 460 entidades reformadas.

Ahora no se necesita una recomendación política para acceder a un crédito del Icetex, basta entrar y aplicar a través de la universidad y por Internet.

El país está avanzando enormemente en capacitación laboral. El Sena formaba un millón 100 mil estudiantes, el año pasado 7 millones 857 mil.

El Sena tenía 41 mil colombianos que estaban matriculados en programas técnicos y tecnológicos, este año 500 mil. Le enseña inglés a través de Internet a un millón de colombianos, la mayoría de los profesores desde San Andrés, que reciben pagos del Sena que valen 12 mil millones al año, allá en San Andrés cuánto ayuda, cuánto ayuda en la cohesión social entre la Colombia continental y la Colombia insular.

Y ahora se está instalando el cable submarino para hacer de San Andrés una gran potencia en conectividad.

Y la Ministra ha logrado también buenos avances en calidad, con los exámenes a los estudiantes en los diferentes niveles, las pruebas Saber; con los exámenes a los egresados universitarios; con el observatorio de la suerte laboral de los egresados universitarios; con las pruebas de vinculación a los profesores; con las pruebas de desempeño a los profesores.

Colombia es el país de América Latina hoy más exigente en pruebas domésticas de educación, y que más expone a sus estudiantes a pruebas internacionales con estudiantes de los países desarrollados en matemáticas y en ciencias.

Una Revolución Educativa permanente es fundamental para sustentar un proceso de innovación productiva.

Infraestructura

Y finalmente infraestructura.

Yo creo que el país, doctor Santiago, deja un gran comienzo.

Yo confieso que nos dio miedo al principio. En Consejo de Ministros me decía el equipo económico: no pida plata para carreteras que no hay con qué pagar los soldados.

Todas las concesiones estaban en pleito, no había proyectos, la ingeniería nacional quebrada, a muchos sitios del país no querían ir por miedo y los extranjeros no querían venir.

El país tenía 52 kilómetros de dobles calzadas, hoy está completando mil kilómetros y queda una dinámica para construir anualmente 400 kilómetros de doble calzada.

Si un examina a la ciudad de Cartagena, ve que se están construyendo las dobles calzadas transversales del Caribe y las dobles calzadas hacia el interior del país.

Entre Bogotá y Santa Marta hay mil cien, mil 70 kilómetros; está en plena ejecución la doble calzada de Bogotá-Villeta, adjudicados los contratos de Villeta-Puerto Salgar, de Puerto Salgar a San Roque, además, en proceso de licitación en contrato entre San Roque y Santa Marta, con las derivaciones a Cartagena y a Valledupar.

Uno ve que la ciudad de Bogotá va a quedar conectada por dobles calzadas con todos sus destinos económicos.

Por ejemplo: de los 240 kilómetros de Bogotá a Duitama-Sogamoso, hay 200 ya en doble calzada y se está construyendo una carretera de muy buenas especificaciones de Bogotá a Yopal.

Y entre Yopal y la capital de Arauca, pensando en otra comunicación con Venezuela, con el río Arauca, con el río Orinoco, nos queda todo en una carretera pavimentada, a excepción de un tramo en el río Casanare que está hoy en construcción, donde nos ha faltado un puente y unas aproximaciones.

En plena construcción la doble calzada Bogotá-Buenaventura con los túneles.

Mañana en el Consejo Comunitario de Villavicencio podremos registrar que hay 120 frentes de trabajo en la doble calzada de Bogotá a Villavicencio.

En fin, yo creo que queda un esquema de infraestructura honorablemente adjudicado, que le va a ir permitiendo al país desatrasarse.

Y con algo bien importante: el Gobierno que viene encuentra estas obras bien iniciadas, bien concebidas, honorablemente adjudicadas, tiene una gran oportunidad para concluirlas.

Y le queda un gran espacio para las nuevas obras de infraestructura de competitividad para el país.

El crecimiento del valor de Ecopetrol, el crecimiento de la producción de petróleo da condiciones políticas y fiscales para vender un poquito de Ecopetrol y financiar un gran programa de infraestructura.

Nosotros hemos estado pensando en las condiciones fiscales para el nuevo Gobierno.

Ha sido muy grato trabajar con ustedes estos años.

Asumimos las preocupaciones que nos trae el doctor Santiago Montenegro, el país tiene que seguir discutiendo estos temas, pero yo creo que hay un gran activo: hay más confianza en Colombia.

El Foro Económico Mundial de la semana pasada, aquí en Cartagena, fue una prueba concluyente de que ese activo de la confianza es un activo que se ha valorizado bastante en Colombia.

Y a mí sí me da emoción de colombiano poder decir en presencia de ustedes, al oído de los compatriotas todos, que en lugar de dar malas noticias sobre los ahorros de los trabajadores en esta crisis de la economía, uno les puede decir a los trabajadores colombianos que gracias a ellos, a los fondos de pensiones, a las administradoras de fondos de pensiones, los ahorros de los trabajadores colombianos valían 20 billones y hoy valen más de cien. Esa es muy buena noticia.

Doctor Santiago, si con todo lo que falta han logrado esos resultados, qué sería si se consiguiera todo lo que falta.

Muchas gracias”.

(Fin)


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