PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN CONVERSATORIO
SOBRE DESPLAZAMIENTO Y REINSERCIÓN
Bogotá, 4 abr (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, durante el conversatorio
que sostuvo con directivos, docentes y estudiantes de la Universidad
Colegio Mayor de Cundinamarca, institución que está cumpliendo
60 años de fundada.
“Quiero saludarlos a todos muy afectuosamente. Me complace
mucho acudir hoy a la Universidad para hablar de dos temas fundamentales
de la vida nacional: el desplazamiento y la reinserción.
Un Gobierno que está culminando a esta altura tiene el
deber fundamental de hacer rendición de cuentas. Y qué bueno
que sea aquí, en el auditorio del Colegio Mayor de Cundinamarca,
donde yo deba, como Presidente que ha ejercido desde agosto del
2002, dar rendición de cuentas sobre dos temas trascendentales
de la vida nacional.
Me acompaña un conjunto de compañeros del Gobierno
Nacional que han tenido las responsabilidades en ambos temas, y
oportunamente les pediré a ellos unas precisiones para que
esta sea una buena oportunidad de rendición de cuentas.
Permítanme, en primer lugar, felicitar a la Universidad
por estos 60 años, por una tarea encomiable, abnegada, en
momentos mejor entendida, en momentos con serias dificultades.
Decirles a ustedes que creo en una universidad colombiana masiva,
crítica, científica, fraterna. Que creo en una universidad
colombiana masiva y crítica, porque son elementos de la
ciencia fundamentales.
Las sociedades democráticas no pueden excluir de la oportunidad
de la ciencia a sus ciudadanos. Para una sociedad incluyente, que
es elemento fundamental de la democracia, las oportunidades educativas
no se pueden negar. Sin ellas no se da un principio esencial de
la democracia, que es abrir los caminos de la movilidad social.
Creo en una universidad crítica, porque la ciencia tiene
que ser crítica, porque la ciencia es un proceso ininterrumpido
de avance, de construcción de verdad. La verdad relativa,
la única que está al alcance del ser humano, no es
una verdad que se estanque, es una verdad que hay que enriquecer
día a día, a través del trabajo científico.
Creo en una universidad crítica, porque en cualquier sociedad
del mundo, aún más en sociedades con serias dificultades
de orden público, de empleo, de equidad social, de pobreza,
como la sociedad colombiana, la universidad tiene que ser la caja
que reciba todos los problemas nacionales, que los estudie, que
haga una réplica frente a la sociedad, proponiendo críticamente
qué es lo que se debe hacer.
Esa interrelación entre sociedad y universidad, para que
la universidad sea el laboratorio que estudie la problemática
social, y el laboratorio del cual salgan las recomendaciones a
la sociedad, tiene que ser una interrelación dinámica,
una interrelación analítica, crítica, profunda.
Pero la universidad, para construir una sociedad incluyente, crítica,
no puede ser ni dogmática, ni puede ser violenta. Para que
la crítica y la ciencia permitan avances sociales, se necesita
despojarse del dogmatismo y avanzar por los caminos de la no violencia,
por los caminos de la fraternidad.
Cuando la ciencia está acompañada del odio de clases,
el odio de clases bloquea el avance científico, lo niega,
simplemente estanca el proceso de creatividad, que es fundamental
en la ciencia.
Cuando la ciencia y la crítica están acompañadas
de antagonismos insuperables, la ciencia y la crítica no
producen lo que siempre se espera de ellas: un debate creativo,
sino simplemente un antagonismo de posiciones.
Y cuando las posiciones se vuelven, llegan a un punto de antagonismo
insuperable, entonces dejan de aportarles a las soluciones que
entre todos se tienen que crear.
Una sociedad para ser incluyente no puede ser de odios. En ese
momento, por ser concluyente, termina en una sociedad fraccionada.
Una sociedad para ser incluyente tiene que ser crítica,
tiene que tener valores sociales, tiene que ser solidaria y fraterna.
La fraternidad, en el propósito de que todo el mundo contribuya
a entender la necesidad del prójimo y a sacar adelante las
reivindicaciones que el prójimo demanda, es un camino para
hacer práctica la solidaridad.
Es menos difícil construir solidaridad a través
de la fraternidad, que construir solidaridad a través del
odio.
Con esta introducción permítanme decir: estos dos
temas, el desplazamiento y la reinserción, son inseparables
de la Seguridad Democrática.
Tienen una relación íntima, profunda, en cada momento
de la vida nacional con la Seguridad Democrática.
¿Por qué el proyecto de Seguridad de este Gobierno
se ha llamado Democrático? Para distinguirlo de proyectos
de seguridad dictatoriales en el continente, para distinguirlo
de una época que fue la época de la doctrina de la
Seguridad Nacional, cuando se invocaba la seguridad para cercenar
las libertades, para cerrar los medios de comunicación,
para proscribir la oposición.
Nosotros hemos buscado una Seguridad Democrática que proteja
por igual a quienes defienden las tesis de Gobierno, que a quienes
se oponen a las tesis de Gobierno. Una seguridad que proteja por
igual al líder sindical, que al líder empresarial.
Una sociedad que proteja por igual al periodista amigo del orden
establecido, que al periodista crítico.
Si ustedes miran, encontrarán lo siguiente: el Referendo
de 2003 le dio plenas garantías a la oposición y
a la abstención, se adelantó bajo la regencia de
la Seguridad Democrática.
Ocurrió un sábado. Al otro día, domingo,
se llevaron a cabo en el país elecciones de alcaldes, gobernadores,
diputados y concejales. De nuevo se puso a prueba la Seguridad
Democrática. Por primera vez fueron elegidos para los más
altos cargos del Estado candidatos de oposición de verdad,
que venían promovidos por partidos alternativos a los tradicionales,
apoyados por partidos en los cuales participaban antiguas guerrillas,
etcétera.
Ellos tuvieron todas las garantías de la Seguridad Democrática,
toda la protección de la Seguridad Democrática. Durante
la campaña, en el proceso de elección y cuando ganaron
esas posiciones, se les han reconocido, en la práctica,
todos sus derechos.
Hemos buscado construir un ambiente de gobernabilidad a partir
de reconocer los derechos ganados en lides democráticas
por todos los gobernadores y alcaldes de Colombia.
Cuando este Gobierno empezó había casi 400 alcaldes
que no podían ejercer en sus municipios, amenazados por
el terrorismo. La Seguridad Democrática ha permitido que
hoy todos ejerzan en sus municipios.
Antes de este Gobierno, hubo años cuando fueron asesinados
en Colombia 165 líderes sindicales. Todavía asesinan.
El año pasado fueron asesinados 12. Quisiera decirle al
mundo que ya no asesinan líderes sindicales. No lo hemos
logrado. Pero hay un trecho muy importante, al pasar de 165 a 12.
Cuando este Gobierno empezó, encontrábamos un periodismo
bastante condicionado en regiones, o por la guerrilla o por los
paramilitares. 12–15 periodistas asesinados por año.
Todavía asesinan. El año pasado nos asesinaron dos,
pero encontramos hoy un periodismo en todas las regiones más
libre. Un periodismo más confiado para denunciar.
Las recientes elecciones de parlamentarios, pusieron de nuevo
a prueba la Seguridad Democrática. El terrorismo quiso interferirlas
y no pudo. Los candidatos opositores y amigos de las tesis del
Gobierno, rodeados de Seguridad Democrática, visitaron todos
los lugares de la Patria, lanzaron todas las consignas que quisieron.
Cuando comparo esto que se vive en Colombia con proyectos de seguridad
que se aplicaron en otras partes del continente, veo que ya la
diferencia no hay que hacerla en la teoría, pues la práctica
permite subrayar la diferencia.
Aquí la Seguridad es Democrática porque con casi
cuatro años de haberla practicado, faltando mucho por recorrer,
todavía con reveses, deficiencias, dificultades, ha permitido
que se profundice la democracia colombiana.
Colombia ha tenido siempre garantías constitucionales y
retóricas para todas las expresiones del pluralismo democrático.
En los cuatro años, lo diferente es que esas garantías
han pasado del texto constitucional, de la proclamación
retórica, a la práctica. Yo creo que esto es bien
importante.
La violencia, no enfrentada con contundencia en Colombia, produjo
un desplazamiento al exterior de 4 millones de ciudadanos, y un
desplazamiento interno de cerca de 3 millones.
Cuando llegó este Gobierno, encontramos más de 50
mil personas vinculadas a los diferentes grupos terroristas.
Hemos utilizado la Seguridad Democrática para proteger
los ciudadanos en todas las partes del país, a fin de que
no los sigan desplazando. Para proteger a los colombianos, a fin
de que no tengan que irse forzosamente al extranjero.
No hemos frenado el desplazamiento interno, pero hay una gran
reducción que se ha venido presentando año tras año.
En el 2002 Colombia tuvo 424 mil desplazados. En el 2003, 220 mil.
En el 2004, 162 mil. En el 2005, 159 mil.
Entre enero y marzo del 2002, hubo 126 mil. Entre enero y marzo
del año en curso, 20.004 desplazados.
Siempre hay una diferencia muy grande en el trimestre primero
del año cuando empezó el Gobierno, de 126.398 desplazados,
a 20.004 en este trimestre.
Estas cifras no son cifras caprichosas del Gobierno. Si algo caracteriza
a la democracia colombiana, es independencia institucional que
no permite mentir con las cifras.
Estas cifras son unas cifras que permanentemente la Alta Consejería
para la Acción Social, tiene que homologar con organismos
internacionales como Naciones Unidas y como la Cruz Roja Internacional.
Quisiera poder decirles hoy a los colombianos, desde esta Universidad
Colegio Mayor de Cundinamarca, que está frenado el desplazamiento.
No está frenado, pero sí sustancialmente disminuido.
La lucha tiene que ser hasta frenarlo.
En cuanto al problema del desplazamiento al exterior, vemos hoy
más confianza de los colombianos, vemos hoy una tendencia
decreciente de esa diáspora en que nos encontrábamos,
de esa Colombia en estampida en que nos encontrábamos.
En mis conversaciones con los colombianos hace cuatro años,
encontraba que grandes mayorías, especialmente de jóvenes,
querían irse del país definitivamente. Hoy veo que
ha disminuido muchísimo ese porcentaje, que la ciudadanía
tiene más confianza en Colombia, más confianza para
permanecer en Colombia.
No teníamos la política de relaciones internacionales
ajustada para atender cuatro millones de colombianos en el extranjero.
Apenas la estamos ajustando, falta mucho.
Procuramos tener el TPS con los Estados Unidos, que es un tratamiento
especial que en ese país le han dado a desplazados de otras
Naciones. No lo hemos podido conseguir, pero hemos avanzado con
lo que se llama la matrícula consular, que la estamos entregando
en varias ciudades de los Estados Unidos y que ayuda a los colombianos
que allí residen a defenderse en algunos campos.
Logramos con el Gobierno de España un gran acuerdo para
legalizar muchos de los colombianos que allí llegaron, despavoridos
por la violencia de nuestro país. En España hemos
mejorado sustancialmente.
Cito yo esos dos casos como casos de lo que tiene que ser una
política estructurada para algo para lo cual no estaba preparada
Colombia: atender con su política internacional un universo
tan grande de ciudadanos colombianos que viven por fuera del país.
Le voy a pedir, después de esta introducción en
el tema del desplazamiento, al doctor Luis Alfonso Hoyos, que nos
cuente no solamente estas cifras que yo les he narrado, sino qué hemos
hecho para la atención temporal de desplazados, qué ha
ocurrido en la evolución del presupuesto de la Nación.
Si la memoria no me falla, cuando llegué Colombia destinaba
80 mil millones al año, 88 mil millones al año, a
atender desplazados. El año pasado, más de 440 mil
millones. Este año alrededor de 880 mil millones.
Y el documento Conpes, entregado a la Corte Constitucional, compromete
al Estado colombiano a invertir en la atención de desplazados
alrededor de un billón al año en los próximos
años.
Le voy a pedir al doctor Luis Alfonso Hoyos que nos explique qué ha
pasado en subsidios de vivienda para desplazados. Unas cifras totalmente
objetivas donde se muestran avances, pero todavía insuficientes
frente a las necesidades de este drama.
En un Gobierno democrático la rendición de cuentas
tiene que tener la menor subjetividad posible. Nosotros tenemos
que presentar los avances, pero también reconocer todo lo
que falta frente a un drama de esta magnitud.
Quiero, como no es tema de él, hacer referencia a otra
causa del desplazamiento. El desplazamiento no solamente da por
violencia. El desplazamiento se da por falta de oportunidades en
muchas regiones colombianas.
Nosotros hemos venido adelantando una política, por ejemplo
en pavimentación de carreteras, que muchos analistas económicos
no aceptan.
Hoy estamos pavimentando en las regiones colombianas 3.200 kilómetros.
Se llama el Plan 2.500. Está en plena ejecución.
Aquí mismo en Cundinamarca hay un gran kilometraje rural
en plena ejecución. Analistas económicos dicen: ¿por
qué se están gastando ese platal en esas vías
para los municipios? ¿Por qué no se concentran solamente
en las grandes vías de competitividad?
Porque este país hay que unirlo. Las gentes de las regiones
no se pueden seguir sintiendo unas gentes totalmente aisladas,
menospreciadas, sin infraestructura.
Porque a los colombianos que viven en las regiones hay que darle
oportunidad de tener mejor infraestructura. Eso evita desplazamiento.
Colombia en los próximos años tendrá que
dedicar el presupuesto de la Nación para obras públicas,
a construir las vías de competitividad, que le permitan
a nuestra economía ser más competitiva.
No creo que haya manera de seguir con un programa masivo de vías
departamentales. Antes de que termine este Gobierno, el 7 de agosto,
seguiremos adelantando una tarea: contratar un empréstito
de mil millones de dólares con la banca internacional, gestionado
por el Gobierno, avalado por el Gobierno, para entregarlo a los
departamentos, a fin de que ellos lo ejecuten y lo paguen.
Lo ejecuten en el mejoramiento de vías departamentales.
Y a medida que lo vayan cancelando, la Nación les ayude
a conseguir un crédito por la suma igual a la que cancelen,
para tratar de mantener un fondo rotatorio financiero para vías
departamentales, contratado por la Nación, avalado por la
Nación, ejecutado y pagado por los departamentos, para el
mejoramiento de esas vías.
Para adelantar programas sociales que frenen el desplazamiento,
quiero mencionarles algunas acciones.
Primero, estamos creando en este Gobierno 80 centros educativos
universitarios regionales. El primero fue en Aracataca. En municipios
de esa naturaleza, para ir acercando las oportunidades universitarias
a las personas que viven en las regiones y frenar el desplazamiento.
Segundo, el Sena esta hoy en todos los municipios de Colombia,
no con edificios sino con programas. Cuando yo era candidato a
la Presidencia hace cuatro años, decían: ‘no
voten por Uribe que cierra el Sena’. Lo cerramos a la politiquería,
lo masificamos para el pueblo colombiano.
En ese momento el Sena atendía millón 100 mil estudiantes
por año, el año pasado atendió tres millones
600 mil. Pasó de cinco 700 mil horas de enseñanza,
a 13 millones.
Tiene un programa muy bello para bachilleres rurales, que se llama
Jóvenes Rurales, iniciado en este Gobierno. En los últimos
dos años ha atendido por año 110 mil – 127
mil jóvenes rurales, jóvenes campesinos, bachilleres,
sin preparación laboral y sin posibilidades de ingreso a
la universidad.
Por supuesto falta mucho, porque lo que ahora están pidiendo
es crédito, para poder emprender proyectos. Pero hemos dado
un gran paso con la masificación del Sena. Eso ayuda a evitar
desplazamiento.
Este país incorporó en la administración
presidencial un programa muy importante para las regiones. Se llama
Familias en Acción. Este Gobierno lo ha financiado y lo
ha crecido.
Hoy estamos llegando a 600 mil familias. Familias de los estratos
de menores ingresos. Reciben un subsidio, lo recibe la mamá de
la casa para la educación y la nutrición de los hijos.
Ese programa en las grandes ciudades no se le conoce porque apenas
está llegando.
Ese programa ha estado en 741 municipios de Colombia. Es en lo
que está hoy.
El país empezó con 100 municipios, 200. Este Gobierno
tiene hoy 741 y en el mes de mayo estará llegando a 850
municipios.
En la medida que una familia, en una región de los sectores
más pobres, tenga subsidio para la educación y la
nutrición de sus hijos, eso ayuda a evitar desplazamiento.
Hemos hecho las provisiones presupuestales para que este año
podamos tener 650 mil Familias en Acción y para que el país
quede preparado para llegar a un millón de Familias en Acción
y empezar a llegar a los sectores más pobres de las grandes
ciudades. Ya estamos completando 100 mil familias desplazadas,
incluidas en el programa Familias en Acción.
Para la seguridad alimentaria se ha impulsado un programa muy
importante por parte del doctor Luis Alfonso Hoyos. Se llama el
programa Resa, el programa de seguridad alimentaria.
El Estado da asistencia técnica, gestiona recursos de crédito,
semillas e incipiente maquinaria agrícola, para que el campesinado
pueda tener mejor producción, mejor productividad y tener
mejor seguridad alimentaria.
¿Luis Alfonso, cuantas familias han sido atendidas hasta
ahora con el programa Resa? Cerca de 350 mil familias. En un país
con tanta pobreza, ese es un principio muy grande pero totalmente
insuficiente.
Lo importante es que todos estos programas vienen concibiéndose
seriamente, aplicándose seriamente, y todos apuntan a fortalecer
las regiones para frenar el desplazamiento.
El tema de la reinserción. ¿De donde surge la reinserción?
La reinserción surge de la aplicación de la Seguridad
Democrática. La Seguridad Democrática conlleva un
mensaje de autoridad en frente de quienes quieran persistir en
la violencia, y al mismo tiempo una oportunidad de reconciliación
para aquellos que quieran abandonar la violencia.
El proceso de paz con los paramilitares no ha surgido de la espontaneidad
de los paramilitares. Ha habido facilitadores como la Iglesia Católica,
pero fundamentalmente una acción de autoridad del Estado,
con transparencia democrática.
En este Gobierno han sido dados de baja alrededor de 1.640 integrantes
de organismos paramilitares. Antes se hablaba de paramilitarismo
en cocteles, en foros muy exclusivos de la intelectualidad política,
pero las regiones sentían ausencia del Estado en la lucha
contra el paramilitarismo.
Contra la guerrilla que lo originó, las regiones sentían
total ausencia del Estado. Hace cuatro años, con las milicias
Antonio Nariño, llegó un momento en que tuve que
hacer mi campaña en Bogotá encerrado, en un estudio
de televisión blindado. Creo que la manera como se han realizado
las últimas elecciones en Bogotá, las de 2003, las
parlamentarias de ahora, la libertad de que están gozando
los candidatos muestra un avance importante en esta materia.
La Seguridad Democrática en este Gobierno conlleva una
decisión totalmente firme para enfrentar el terrorismo,
sin claudicaciones, pero también una disposición
total para abrir los caminos de negociación. Firmeza frente
al terrorismo, generosidad en la negociación.
El Eln, que como todos estos grupos es muy duro con este Gobierno,
ya ha entrado en lo que llamamos una fase exploratoria de acuerdos
de paz. Se han hecho dos reuniones en Cuba de esa fase exploratoria.
Y el Gobierno, que ha tenido toda la firmeza para combatir las
acciones violentas, también ha tenido toda la decisión
para facilitar la paz.
Yo firmé hace pocos días el decreto que les permite
a los líderes del Eln salir de la clandestinidad, gozar
la libertad, en la confianza de que al percibir ellos en su propio
ser lo amable que es el ejercicio de la libertad, en sus reflexiones
interiores relacionen la libertad con la paz y reafirmen su decisión
de construir la paz.
Todo esto nos ha llevado a tener hoy alrededor de 35 mil reinsertados,
alrededor de 28 mil paramilitares y 7 mil individuales de guerrillas.
Eso cuesta mucho atenderlo, es muy difícil. Imaginen ustedes
un municipio grande de la ladera cundinamarquesa, de 35 mil personas,
todos reinsertados.
La identificación, el proceso judicial, el pago de un estipendio
mensual, la depuración, este sí es, aquel no es,
darles estudio, oportunidades de empleo, emprendimiento es una
tarea muy difícil. Es uno de los grandes retos que tiene
Colombia.
Y es un universo llamado a crecer, porque el país está hoy
en las vísperas del desmonte del paramilitarismo. Faltan
dos grupos reconocidos: un grupo en el norte del Chocó que
aún no se ha desmovilizado, que está ya definiendo
la desmovilización con el Alto Comisionado, el doctor Luis
Carlos Restrepo. Al mando ha estado de ese un grupo un señor
a quien conocen con el remoquete de ‘El alemán’.
Y otros grupos de los Llanos Orientales, que las Fuerzas Militares
han combatido con toda decisión.
En Bogotá hemos avanzado bastante en el desmonte de las
milicias Antonio Nariño de la Farc y de los grupos paramilitares,
no obstante todo lo que falta en seguridad ciudadana.
Entonces esa creciente desmovilización implica crecientes
esfuerzos de reinserción.
Guarden esta cifra en su mente: este año la atención
a los desplazados, la atención en la reinserción
y el pago de Familias Guardabosques, un programa nuevo que ha sido
traído por este Gobierno, que tiene 33 mil familias campesinas
que antes se dedicaban a las drogas ilícitas, ahora trabajando
como Familias Guardabosques.
Programa muy bello porque esas familias se han comprometido a
mantener un área libre de drogas. Eso lo supervisa y lo
certifica Naciones Unidas. Y el Gobierno Nacional, cuando Naciones
Unidas da el certificado de que están cumpliendo, les paga.
Esos tres programas: desmovilizados, desplazados y Familias Guardabosques,
este año cuestan billón y medio. Programas muy costosos.
Cuando se desmovilizó el M-19 se desmovilizaron 960 personas
y entregaron 205 armas. Cuando se desmovilizó el Epl, se
desmovilizaron 2.556 personas y entregaron 850 armas. Los 28.357
desmovilizados de estos grupos mal llamados paramilitares, han
entregado 16.077 armas.
Las desmovilizaciones han contribuido a mejorar indicadores de
seguridad. Cuando este Gobierno empezó, en Colombia asesinaban
66 ciudadanos por cada 100 mil habitantes. El año pasado
38. Este año en lo acumulado llevamos otra disminución
de homicidios del 15 por ciento.
Entre el 2002 y el 2005, el número de homicidios atribuibles
a los paramilitares que han estado en procesos de paz, disminuyó en
un 72 por ciento. Este año eso cayó en un 88 por
ciento.
Entre 2002 y 2005 las masacres atribuibles a estos grupos disminuyeron
en un 77 por ciento. Entre enero y febrero de este año (no
sé marzo), no ha habido masacres de estos grupos.
O sea que esa combinación de Seguridad Democrática,
ejercicio de autoridad, oportunidades de desmovilización
y de reinserción, con todos los costos, retos, dificultades
de la reinserción, va produciendo unos buenos alivios en
Colombia.
Retos, muchos.
El sábado estuve varias horas en la mañana en los
hogares Don Bosco, de Ciudad Bolívar, donde tenemos un programa
entre el Sena y la Comunidad Salesiana.
Estuve mirando los proyectos de microempresa de reinsertados,
tanto de los paramilitares como de la guerrilla. Proyectos muy
bellos, unos ya produciendo confecciones, otros produciendo derivados
lácteos, otros trabajando en el sector metalmecánica,
otros produciendo dibujo, con miras a convertirse en productores
de dibujo industrial de gran importancia.
¿Qué me reclamaban todos ellos? Créditos
de emprendimiento. ¿Con quién vamos a trabajar?
Entonces ese día allí cosechamos frutos y recibimos
desafíos. El sábado cosechamos el fruto del esfuerzo
para capacitar estos grupos, pero recibimos el desafío de
que les tenemos que garantizar emprendimiento, empleos, ingresos
permanentes. Es un desafío muy grande, que no lo puedo ocultar.
Y también hay quejas. Muchos campesinos dicen: bueno, pero, ¿por
qué les dan oportunidades a estos que han estado en la violencia,
y no a nosotros?
Anoche daba a mis compañeros en el Consejo de Ministros
una razón. Les decía: miren, el presupuesto en favor
de los reinsertados es bajo, frente al presupuesto total social
en Colombia. Yo les dije: reconozcamos.
Cuando un campesino me dice a mí o un obrero urbano: ¿por
qué les dan la oportunidad a los violentos y no se las dan
a los pacíficos?, yo les digo: tienen toda la razón.
Tienen toda la razón en la queja. Es el costo de una situación
que, porque no se le puso freno a tiempo, casi derrota la democracia
colombiana.
Yo no conozco un país, en época reciente, con una
población semejante a Colombia, con más de 50 mil
integrantes de grupos terroristas, ni conozco un país que
tenga un programa de desmovilización de esta magnitud.
Cuando hablaban de la guerrilla irlandesa, eran unas docenas.
Allá un problema religioso, democrático, de más
de 100 años. Cuando se ha hablado de la Eta, la guerrilla
española, se hablaba de docenas. Aquí de varios,
de muchos miles.
Es un tema mucho más desafiante en Colombia que en otros
países que han merecido toda la atención y todo el
apoyo del mundo.
Me acompaña el doctor Luis Alfonso Hoyos, quien ha tenido
su responsabilidad sobre el tema de desplazados. Y el doctor Juan
David Ángel, quien tiene su responsabilidad sobre el tema
de reinsertados, y la doctora Julia Gutiérrez de Piñeres,
subdirectora del Sena, quien tiene su responsabilidad para los
proyectos de empleo y los proyectos de emprendimiento de los reinsertados.
Para agradecerle nuevamente a la Universidad, en cabeza del Rector,
del Decano, y a todos ustedes.
Pasaría, señor Rector y señor Decano, si
ustedes lo tienen a bien, a escuchar personas del auditorio que
quieran formular interrogantes, comentarios, quejas, sobre este
problema. El debate tiene que ser con absoluta franqueza, con total
respeto a las personas, y tiene que ser puntual.
Yo rogaría omitir discursos generales, porque nos convocaron
aquí, en estos 60 años de la Universidad, a dos temas
específicos: reinserción y desplazamiento.
El señor Rector ofrece la palabra, yo tomo nota, acumulo
cinco intervenciones de cinco estudiantes o profesores de la comunidad
universitaria, y enseguida las respondo. ¿Quiénes
quieren hacer uso de la palabra?”.