PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN FORO DE “EL
COLOMBIANO” SOBRE EL TLC
Medellín, 5 abr. (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez,
durante el foro ‘Antioquia y el Tratado de Libre Comercio’,
organizado por el periódico El Colombiano.
“Quiero saludarlos muy afectuosamente, celebrar este ejercicio
intelectual que ha sido una constante en la vida de El Colombiano
y que ha aportado tanto al desarrollo democrático de la
región y de la patria entera.
Quiero desde esta tribuna hacer un homenaje a uno de los grandes
de la patria y de Antioquia, desaparecido en los últimos
días, el doctor José Gutiérrez Gómez,
y al ex ministro Juan Gonzalo Restrepo Londoño.
Esta mañana tuve oportunidad de visitar la familia del
doctor Gutiérrez Gómez, y en los próximos
días visitaré la familia del doctor Juan Gonzalo
Restrepo Londoño, para testimoniar a ambas familias el
aprecio nacional por estas figuras tan importantes de nuestro
país.
Saludo también a la señora Ministra de Economía
de El Salvador, la señora Yolanda de Gavidia, quien ha
sido tan importante en la negociación del Cafta, y se
nos ha dado tantas luces con el TLC.
Doctora Ana Mercedes, la interrumpí un momento a la llegada
al auditorio para conversar con el doctor Luis Alberto Moreno
Mejía, quien está en la Asamblea del BID, presidiéndola
como Presidente del Banco, en el Brasil, y no sé si ya
tienen la noticia aquí, pero es buena. De pronto quisiera
dársela. Que alguno me ayudara, Alicia, a llamar al Alcalde.
Y la noticia es buena: el BID acaba de aprobar que la Asamblea
para conmemorar los 50 años de la institución,
que deberá realizarse en el año 2009, se realizará en
la ciudad de Medellín. Pienso que esa es una noticia bien
importante para la ciudad.
Bueno, el TLC beneficia a todas las regiones colombianas. Voy
a empezar por ese tema, por la válida preocupación
de la doctora Ana Mercedes. Y beneficia a todos los sectores
de la economía, a pesar de que en un sector de la economía
puede haber productos con riesgos, que el Gobierno lo ha reconocido,
y estamos buscándole soluciones, en el neto se beneficia
todo sector de la economía y se beneficia toda región
colombiana.
Por ejemplo, Santander. En mis conversaciones con los compatriotas
de Santander, allí hay una preocupación por la
avicultura. La avicultura se convierte en una gran actividad
de generación de empleo que circunda el área metropolitana
de Bucaramanga, a lo cual le estamos buscando solución.
Yo diría que los problemas que nos aparecen en el TLC,
lo importante es reconocerlos y buscarles solución, y
les estamos buscando solución.
Pero al examinar todo lo que es la oferta productiva de Santander,
hay un gran beneficio para ese departamento. Ese departamento
es productor de textiles, es productor de confecciones, es productor
de joyería. Ese departamento es un departamento que va
a ver en los próximos años renovada totalmente
la refinería de Barrancabermeja. Es un gran productor,
y lo va a ser, de todos los productos de la industria petroquímica.
Es productor de mucha manufactura, zapatos. En el área
del Magdalena el departamento de Santander está sembrando
muchísima palma africana, y ese aceite de palma africana
es un gran beneficiario del TLC. Y lo mismo el derivado más
importante que tendrá la palma africana, que es el biodiesel.
Todo lo que son los combustibles biológicos, en lo cual
Colombia tiene un gran futuro, quedan con acceso inmediato al
mercado de los Estados Unidos. Se desgravan en la canasta que
mis compañeros del Gobierno llaman la canasta de desgravación
inmediata. Eso le da a un departamento como Santander enormes
posibilidades: producir biodiesel en el área del río
Magdalena, sacarlo al mar por el río y llevarlo al mercado
de Estados Unidos.
También es muy importante en ese departamento el alcohol
carburante. Hace cuatro años Colombia no producía
alcohol carburante. Ahora estamos produciendo un millón
50 mil litros al día, gracias a los estímulos tributarios
que se introdujeron, siendo ministro el doctor Roberto Junguito,
y con el apoyo de nuestros congresistas, apoyos tan resueltos,
como el que en toda hora nos dio el doctor Juan Gómez
Martínez.
El mercado de azúcar se empieza a descongestionar, gracias
a la producción de alcohol carburante. Eso va a ser muy
importante para departamentos como Santander. Santander y Boyacá en
la Hoya del Río Suárez tienen 50 mil hectáreas
de caña, que han estado históricamente dedicadas
a producir panela. Una crisis histórica de la panela,
tremenda.
En las últimas semanas la panela ha mejorado allí más
de 200 pesos el kilo, gracias a que el país ha empezado
a producir alcohol carburante, a convertir unas extensiones importantes,
entre 35 mil y 40 mil hectáreas, de caña del Valle
del Cuaca, del Cauca y Risaralda, que estaban dedicadas al azúcar,
a convertirlas para producir alcohol carburante.
Y una de las decisiones que el Gobierno ha tomado y que se está implementando,
es crear una zona franca especial para la exportación
de alcohol carburante, como la otra que vamos a crear para el
sector de la salud, que interesa muchísimo a la ciudad
de Medellín.
Entonces uno revisa la composición productiva de un departamento
como Santander, y encuentra que puede ser gran beneficiario del
TLC, y reconocemos el tema avícola, que lo estamos enfrentando.
Ahora, hay mucho temor porque se ha reducido muchísimo
el precio de los pollos sazonados. Entonces me dice la industria
avícola que con el arancel del 70 por ciento no vamos
a lograr frenar esas importaciones. Ha habido una reducción
muy sensible de los precios, por el temor a la gripa aviar. Estamos
buscando unas soluciones aduaneras, unas soluciones portuarias.
Yo he encarado estos problemas, y le quiero dar tranquilidad
a estos sectores que encontraremos con ellos y con el apoyo del
Congreso y de toda la comunidad colombiana, los apoyos necesarios
para que estos sectores sigan progresando en nuestra patria.
Estamos enfrentando un problema mundial de avicultura por la
gripa aviar, entonces no podemos hacerle esas imputaciones ahora
al TLC, tenemos que superarlo.
Veamos otros departamentos de Colombia: el Valle del Cauca,
ampliamente beneficiario. Olvidemos el tema de alcohol carburante,
que es de gran importancia para el Valle del CaUca.
Pensemos en el tema del azúcar. El Valle del Cauca, Colombia
estaba exportando 25 mil toneladas de azúcar. El TLC nos
permite exportar 75 mil toneladas de azúcar, con una tasa
de crecimiento anual del 1 y medio. Una ciudad que fue la pionera
en Colombia en recepción de inversión internacional,
como Cali, ve en el TLC grandes posibilidades de salir adelante.
Cualquier producto vallecaucano se mejora y ellos, que tienen
unas expectativas como Antioquia bien importantes en obras de
infraestructura, como lo vamos a ver más luego, el TLC
las reta, pero también posibilita que se financien.
La Costa Caribe colombiana toda, toda, se beneficia del TLC.
Estuve todo el fin de semana en Barranquilla, y constaté de
manera grata que hay una gran conciencia en todos los niveles
sociales sobre las bondades del TLC. Ellos lo que piden es que
el país acelere, y en eso tienen toda la razón,
la infraestructura de competitividad. Y dicen que lo que puede
exportar Colombia a los Estados Unidos le da una gran ventaja
a la Costa Caribe por su situación costanera.
Los Llanos Orientales. En los Llanos Orientales aparece la preocupación
del arroz, que es otro producto. Yo tenía un capítulo
de productos con dificultades para el final, pero a raíz
de la preocupación válida que manifestó la
doctora Ana Mercedes, los voy a ir intercalando con esta región.
El arroz. Vamos a ver: ¿la dificultad del arroz qué afecta?
Llanos Orientales, afecta Tolima, afecta Huila. ¿Qué ha
pasado históricamente y qué debemos hacer?
Primero: ¿cómo se negoció el TLC en el
arroz? Hay un período de desgravación de 19 años.
El temor de los arroceros era el siguiente: que el arancel base
y la disminución de ese arancel permitieran que para el
año 7 o el año 8, el arancel de arroz ya estuviera
en el 30, 33 por ciento, y ellos afirman que con arancel en Colombia
del 30, 33 por ciento, dados los subsidios a la producción
en los Estados Unidos, ellos pueden mandarnos acá un arroz
más barato.
Ese riesgo quedó aplazado hasta el año 15. La
desgravación termina en el año 19, y la llegada
de un arancel del 30, 33, sería en el año 15.
En estos procesos de desgravación con períodos
de transición, las personas que dirigen las negociaciones
llaman contingente la cantidad que desde el año cero se
puede enviar al otro país con cero arancel. Para esos
contingentes de arroz y de pollos, que podemos importar de Estados
Unidos desde el año cero, tanto los arroceros como los
avicultores van a participar en las subastas arancelarias, lo
cual les da unos ingresos, y con esos ingresos pueden ayudarle
muchísimo a sus dos sectores.
En el caso avícola también hay una revisión
en el año 9. Los avicultores me han dicho: no se logra
nada. Yo creo que es un buen paso, porque obliga a los dos países
a sentarse a revisar qué ha pasado. Y yo creo que si en
el año 9 vemos que hay problemas sociales, derivados de
la aplicación del Tratado al tema avícola, es una
razón suficientemente poderosa, de peso, para pedir en
el año 9 que se revise ese proceso de desgravación.
Volvamos al arroz. Históricamente es un producto que
ha sufrido mucho, por importaciones de Tailanda, de otros países,
y por las importaciones andinas. Ecuador es un país excedentario
en arroz, también Venezuela. Y nosotros, por Comunidad
Andina, no podemos decirle al Ecuador: no nos mande arroz. De
Venezuela nos entra mucho, legalmente y también mucho
arroz de contrabando. Eso ha afectado mucho a nuestros productores
de arroz.
Yo creo que el daño se los ha causado a ellos es el arroz
de nuestros vecinos, y el riesgo del TLC es un riesgo lejano. ¿Qué proponemos
nosotros? En la Ley Agro: Ingreso Seguro, que cualquier inquietud
de ustedes posteriormente, con mucho gusto, la ampliamos un poquito,
se apoya a los arroceros, no solamente frente a riesgos derivados
del TLC, sino frente a depresiones del precio, derivadas de la
Comunidad Andina. Ellos nunca habían tenido ese apoyo.
Algunos colombianos me han dicho que ese apoyo es injusto. Ponen
el caso, como ejemplo de Irlanda, que dejó morir algunos
sectores de la economía, en los cuales consideraban que
no había competitividad, para darle curso a la integración
con la economía global. Es muy distinto. Ese es un país
pequeño, con poco número de habitantes. Para nosotros
sustituir 300 - 400 mil hectáreas de arroz es muy difícil.
Hay regiones que han tenido en el arroz el único producto.
Además han hecho esfuerzos de productividad muy altos.
Por eso el examen del tema tiene que ser muy equilibrado. El
llano de Ibagué tiene la más alta productividad
de arroz en el mundo.
Y yo veo que es necesario otro elemento para garantizarles esos
apoyos del presupuesto nacional: la seguridad alimentaria.
Hay que mirar todos los escenarios que se pueden presentar a
futuro. Yo le temería mucho a un escenario en el cual
Ecuador no nos pueda mandar arroz barato, Venezuela no nos pueda
mandar arroz barato y Estados Unidos tenga que desmontar los
subsidios a la producción y ya no nos pueda mandar arroz
barato.
En la reunión de Hong Kong de la ronda de Doha, los países
industrializados aceptaron desmontar los subsidios a las exportaciones
agrícolas en el año 2013. Ahora sigue la discusión
del desmonte de los subsidios de producción. Entonces
el país tiene que ser cuidadoso en eso, preservar nuestra
industria arrocera. Yo soy partidario de que no amplíen
el área sembrada en arroz, pero que el área que
da unos niveles de productividad elevados se mantenga, y se mantenga
con apoyo del fisco nacional.
Es muy importante, desde todas las regiones de Colombia, darles
esa señal a los arroceros. Y además asumir el compromiso
con mucha convicción. Yo tengo ese elemento adicional
de convicción para asumir el compromiso, que es la necesidad
de preservar la seguridad alimentaria, ante las hipótesis
no descartables de que se desmonten subsidios a la producción
de esos productos en países como Estados Unidos, y que
nos nieguen la posibilidad de comprar esos productos a muy bajo
precio.
Volvamos a los Llanos Orientales. Entonces ahí hay un
riesgo en el arroz, pero tienen grandes beneficios en otros productos.
Tienen grandes beneficios en palma africana, en biodiesel. La
junta directiva de un ingenio del Valle del Cauca me decía
que piensan sembrar 10 mil hectáreas de caña para
producir etanol, con destinación exclusiva a exportar
al mercado de Estados Unidos desde los Llanos Orientales. Y que
lo van a hacer con nuestra nueva figura de zona franca, que de
acuerdo con la ley que aprobó el Congreso en diciembre,
ya las zonas francas quedan, diría yo que sin riesgo ante
la Organización Mundial del Comercio, y con una tarifa
de renta sumamente competitiva, que quedó en el 15 por
ciento.
En todo eso los Llanos Orientales tienen mucha, mucha posibilidad.
Este año Colombia ha de tener la primera planta de biodiesel,
y oigan qué ha pasado en la parte tributaria. Con el ministro
Junguito se le dio exención de IVA y de impuesto global
al combustible, a los combustibles biológicos. Además
exención a los cultivos de tardío rendimiento,
donde está la palma africana, la madera, en lo cual tiene
gran competitividad el Llano. El caucho, en lo cual tiene gran
competitividad el Llano. El cacao, que en la ladera de la cordillera
oriental, en las estribaciones de la cordillera oriental en el
Llano, está creciendo bastante, como está creciendo
en toda Colombia.
Yo entonces veo muchas posibilidades para estas regiones de
la Patria. Y si a eso le suman que desde allá puedan exportar
combustibles biológicos producidos en zonas francas, con
tarifa de renta del 15 por ciento, yo creo que tienen mucho futuro.
Este año va Colombia a empezar a producir alcohol carburante
a partir de yuca. Hay un hectariaje en los Llanos Orientales
y otro hectariaje en el departamento del Cesar. Sí, todos
requieren infraestructura. Por ejemplo, los Llanos requieren
la navegabilidad del río Meta, que les da una gran posibilidad
de sacar su producción por el Orinoco al Caribe. Es una
constante la necesidad de infraestructura de competitividad en
todo el país.
El Tolima. Tolima es muy sensible al tema del arroz. En el Huila.
Pero oigan lo que me ocurrió en un foro reciente en el
Huila. Nosotros estamos trabajando la Visión 2019, la
visión de largo plazo que compromete al país, trabajada
democráticamente, para que todos aquellos ciudadanos que
participen en su elaboración se entusiasmen a participar
en su aplicación. Y le hemos pedido a cada departamento
que haga su propio capítulo. Confiamos que Antioquia haga
su capítulo, el anexo Antioquia Visión 2019.
Y empezamos a ver las bases que está construyendo el
Huila. Y dijeron: bueno, actividades productivas del Huila a
desarrollar en los próximos años: turismo, es el
que más se beneficia con un tratado de esta naturaleza
por el jalonamiento de la inversión, que jalona primero
todo ese turismo de negocios y después el turismo recreativo.
Menciona el Huila la explotación de la roca fosfórica.
La necesidad de una agricultura más competitiva le da
en una gran oportunidad al desarrollo la roca fosfórica
en el Huila.
Cafés especiales. El Huila y Nariño son los grandes
productores de cafés especiales en Colombia. Su café tiene
una alta prima en el mercado internacional. Hemos procurado beneficiarlo
muchísimo con la promoción de las Tiendas Juan
Valdez y con las bases de política cafetera que también
creamos con el ministro Junguito. El ministro Junguito lideró dos
acciones cafeteras del Gobierno, al principio de la administración:
la primera, un compromiso con la Federación: señores,
el Gobierno ayuda pero ustedes desarrollan las Tiendas Juan Valdez,
apoyan la renovación cafetera. Ustedes trabajan con el
Gobierno para que en los soqueos de café, haya maíz
y haya fríjol. Y se tomó una segunda decisión
de gran importancia: por primera vez en Colombia, el 94 por ciento
del precio externo del café va directamente al productor.
La contribución que se retiene para la Federación
es del 6 por ciento. Eso está ayudando muchísimo.
En el TLC se salva la marca, el origen y la mezcla. Eso es muy
bueno para la caficultura colombiana. Porque yo le veía
muchos riesgos a la caficultora colombiana, el riesgo de que
el mundo empezaba a reconocer no la marca Juan Valdez ni la marca
Café de Colombia, sino la marca Starbucks. Se estaban
cambiando las marcas de país por las marcas de comercializadoras.
Eso es muy grave. Con lo que hemos hecho yo creo que se recupera
la tendencia de recuperar la marca de país, la marca del
país productor, y eso lo fortalece muchísimo el
TLC.
El Huila tiene 70 mil hectáreas de café, casi
todas con cafés especiales. Y entonces ellos siguieron
hablando de los productos a desarrollar en el Huila en los próximos
años, y trajeron la tilapia. Pero queremos convertir al
Huila en el gran exportador de tilapia y necesitamos una aduana
de Estados Unidos en el Huila. Decía: eso requiere TLC.
Ayer me confirmaban unos concejales de Neiva que ya el Huila
está exportando tilapia. Y en esa reunión omitieron
el arroz. A mí me sorprendió muchísimo,
pero yo les traje el tema y les dije: los felicito por ver todo
este potencial de productos que se van a beneficiar del TLC,
y tengan la certeza de que el Gobierno no va a abandonar el tema
del arroz.
El Tolima. Ibagué es la ciudad con más alto nivel
de desempleo. Para Ibagué es fundamental la salvación
de la cadena algodón-textil-confección. Todo eso
requiere el TLC. El Gobierno ha venido pagando subsidios anuales
del orden de 80 mil, 100 mil millones para la producción
de algodón. Creemos que una industria textil y de confección
fuerte, a lo cual contribuye mucho el TLC, necesita también
que esa industria no depende exclusivamente de algodón
importado, sino que haya un alto porcentaje de algodón
de producción nacional. Porque las importaciones de algodón
también generan muchos riesgos: oscilaciones del cambio
internacional, de la tasa de cambio, el riesgo de la cotización
internacional, etcétera.
La producción nacional, para encadenarla con una industria
importadora tan importante, se requiere. El Tolima ha sentido
el apoyo en subsidios a la producción algodonera, y ahora
el Gobierno Nacional está construyendo, como principio
de estas obras de infraestructura, de competitividad, el distrito
de riego del Triángulo del Tolima, que nos va a costar
alrededor de 350 mil millones, y que les va a ayudar mucho en
producción de algodón. El algodón en tierras
de ambiente seco, con riego, produce la mayor productividad,
y para eso es excelente el Triángulo del Tolima. Además
aprovechar la laboriosidad agrícola de los compatriotas
del Tolima, para producir en esos nuevos distritos de riego todas
esas hortalizas que, por ejemplo, está exportando el Perú a
los Estados Unidos, con muchísimo éxito. Intensivas
en generación de empleo.
Entonces enseguida está la industria textil, FibraTolima,
una empresa que estaba quebrada, que empieza a resurgir, se ha
hecho un gran esfuerzo para sacarla adelante, tenían una
negociación con Fabricato-Tejicóndor, no sé si
la hicieron o no. Está confirmada. Yo creo que en ausencia
del TLC, quién sabe si esa negociación se hubiera
hecho. En ausencia del TLC me parece muy difícil haberle
encontrado novios a FibraTolima para sacar la empresa adelante.
Y FibraTolima es el gran apoyo a la industria de confección
de Ibagué, que es el gran motor para sacar adelante esa
ciudad con tal alto nivel de desempleo.
En fin, uno podría recorrer toda la Patria y encontrar
que todas las regiones de Colombia se favorecen, reconociendo
que hay temas que tenemos que enfrentar, que traen riesgos, como
el tema avícola y el tema arrocero.
El primer tema con que yo quería empezar hoy es el tema
del Atpa– Atpdea. Para este país es muy difícil
pasar del Atpa al Atpdea. La administración Pastrana hizo
un gran esfuerzo y la administración nuestra tuvo que
empezar con muchos esfuerzos en esa materia. Yo creí que
bastaba con la aprobación, después vino una fase
que los Estados Unidos llaman de proclamación, que exigió hacer
muchos ajustes internos en Colombia.
Me refiero al primer semestre de este Gobierno, que es el segundo
semestre de 2002. Desde entonces nosotros vimos muchísimas
dificultades para una nueva renovación, y el Gobierno
pensó lo siguiente: si ha habido tanta dificultad para
pasar del Atpa al Atpdea, es muy difícil que haya renovación
en el 2006. Si países como El Salvador (a ustedes, ministras,
se les acaban las preferencias en el 2007, que tienen soldados
en Irak, nosotros no), ven enormes dificultades para que Estados
Unidos les prorrogue las preferencias que vencen el 2007 (una
de las razones que ha tenido El Salvador para hacer el Cafta,
el TLC centroamericano), si países como República
Dominicana, que se le vencen las preferencias en el 2008, advierten
que no ven posibilidades de prorrogarlas, y por eso ya tienen
un TLC con los Estados Unidos, la situación para nosotros
es más difícil, porque las preferencias nuestras
vencen el 31 de diciembre de este año.
Entonces desde el 2002 empezamos a trabajar pensando que el
gobierno que eligiera Colombia en el 2006, iría a tener
un grave problema al extinguirse esas preferencias unilaterales
de los Estados Unidos de la Atpdea.
El Atpedea ha sido muy bueno, pero tiene limitaciones, limitaciones
propias de todas las preferencias unilaterales. Primero, los
economistas dicen: ¿por qué Colombia no aprovecha
bien el Atpdea, no se exporta todo lo que se pudiera exportar? ¿Cuál
es la razón principal? No se invierte todo lo que habría
que invertir ¿Y por qué no se invierte todo lo
que habría que invertir? Porque el inversionista dice:
temo hacer estas inversiones, porque no tengo seguridad de contar
con el mercado de Estados Unidos más allá del 31
de diciembre de 2006.
Entonces no se aprovechan debidamente las posibilidades porque
no hay inversión. Y no hay inversión porque las
posibilidades son unas posibilidades efímeras, que generan
mucha desconfianza.
Y no todos los productos tienen espacio en el Atpdea. Cito,
por ejemplo, leche y cárnicos, que sí tienen todo
el espacio en el TLC, siempre y cuando superemos problemas como
el problema de aftosa.
Ahí hay dos limitaciones de los sistemas de preferencias
unilaterales, porque muchos colombianos decían: bueno,
en lugar de negociar, prorroguemos las preferencias unilaterales.
A riesgo de estar equivocado, desde el principio del Gobierno
nosotros hemos visto imposibilidad de prórroga e inconvenientes
de que sigamos trabajando solamente con preferencias unilaterales.
Más aún, creo que el lenguaje político
colombiano tiene que ser muy prudente, porque yo no creo que
uno en la política colombiana pueda combinar una agitación
anti-norteamericana y al mismo tiempo un pedido de extensión
de las preferencias unilaterales. Uno no puede decir aquí:
fuera gringos, y enseguida ir allá a decirles: extiéndanos
las preferencias unilaterales. A mí me ha preocupado ese
componente del discurso político colombiano.
Y el tema no ha sido fácil. Cuando uno revisa la historia
de los intentos de Colombia de tratado con Estados Unidos, desde
el tratado que firmó el presidente López Pumarejo,
creo que fue en 1935, que después por circunstancias de
la guerra no se aplicó pero que es un tratado visionario,
encuentra que hubo intentos que fueron intentos aislados de ministros
que no consiguieron el consenso al interior de los gobiernos.
Lo primero que nosotros hicimos fue convencernos al interior
del Gobierno que eso se necesitaba. No seguir haciendo lo que
había pasado en muchos momentos de Colombia, que eso no
salía adelante porque era una idea de un ministro o de
parte del equipo de un gobierno, que no comprometía a
todo el gobierno. Allí hubo que hacer un gran esfuerzo.
Después convencer a los Estados Unidos que negociara.
El presidente Bush y el Secretario de Comercio de Estados Unidos
nos dijeron: miren, Estados Unidos no puede hacer estos tratados.
Nosotros estamos esperando el Alca. Y además Colombia
no está preparada.
Tomamos mucho tiempo para demostrarles que Colombia sí estaba
preparada. Yo les dije: miren, el Alca está generando
en el continente una carga ideológica que no deja ver
el fondo del Alca. Y esa carga ideológica lo puede aplazar
indefinidamente, y hay países como Colombia que necesitan
este mercado de Estados Unidos.
Hicimos este raciocinio ante el Gobierno norteamericano en repetidas
ocasiones: si esperamos el Alca nunca va a llegar o nos va a
llegar tarde, porque Brasil no tiene el mismo afán que
Colombia de negociar el TLC, ni lo tienen otros países
de la región. Hay que reconocer que las economías
diferentes, tienen diferentes afanes.
El Brasil tiene menos afán de negociar el TLC que nosotros. ¿Por
qué? Esto me lo han dicho tanto el ex presidente Cardoso
como el presidente Lula. A diferencia de Colombia, Brasil y otros
países de la región tienen una economía
exportadora con muchísimos mercados. Las exportaciones
nuestras están concentradas en pocos mercados.
Uno ve los mercados de Brasil o los de Chile y dice: los gobiernos
de Brasil y Chile si pierden un mercado eso no les perturba el
sueño. Nosotros, con el riesgo de que uno de nuestros
mercados tome una decisión política que nos afecte,
vivimos totalmente intranquilos. Hay una diferencia bien importante
en estas economías. El ex presidente Cardoso y el presidente
Lula me decían: Brasil a Estados Unidos, Mercosur y Europa
sólo exporta el 40 por ciento. El 60 por ciento restante
de exportaciones lo envía a otros mercados. Eso demuestra
la diversificación en los mercados brasileros de exportación.
Chile también los tiene ampliamente diversificados. Nosotros,
no. También la composición de la oferta productiva
de cada país trae afanes. Yo le he dicho al presidente
Chávez: Presidente, tú, vendiendo petróleo,
no tienes afán de un TLC. El petróleo te lo arrebatan. ¿Qué hace
una economía manufacturera como la colombiana, de manufactura
media, tan competida en el mundo? Necesita esos mercados. Y le
he dicho: es una comparación muy difícil, Presidente. ¿Qué vas
a necesitar tú TLC con petróleo? ¿En cambio
qué hago yo con mis parientes de Titiribí, Antioquia,
que necesitan vender bocadillos en el mercado de Estados Unidos
y requieren TLC?
La verdad es que hay que mirar muy cuidadosamente qué produce
cada economía. El Brasil no necesita acuerdo de comercio
para enviarle toda la soya a China, que se la absorbe toda. Chile
no necesita acuerdo de comercio para venderle a China el cobre,
níquel. Nosotros producimos unas pequeñas cantidades
de níquel.
Entonces es muy bueno, en el examen político del tema,
mirar que no toda la región tiene el mismo afán,
porque la semana pasada en la Universidad del Valle del Cauca
un profesor decía: ¿ustedes por qué prefirieron
negociar con los Estados Unidos en compañía de
Perú y Ecuador, y no hacerlo como bloque latinoamericano?
Le di esas razones. Son muy respetables las razones del Brasil
y de otros países de la región para no hacer TLC,
pero nosotros lo requerimos. Y nosotros no podemos dejar que
nuestras exportaciones a Estados Unidos se marchiten, que se
anule toda la posibilidad de crecimiento, mientras se resuelven
las disputas ideológicas que giran alrededor del Alca.
Entonces eso lo conecto con otra objeción. La objeción
de que primero estaba el bloque latinoamericano. Otra razón
para decir por qué estamos haciendo el TLC, ante esa objeción.
Hace cuatro años en Colombia no había decisión
de un acuerdo con Mercosur. Nosotros ya hicimos el acuerdo. Hoy
está perfeccionado el acuerdo Comunidad Andina-Mercosur.
Eso debe eliminar la objeción política que algunos
esgrimieron, en el sentido de que habíamos incumplido
la norma constitucional que ordena darle prelación a los
acuerdos con Suramérica. El Gobierno fue cuidadoso en
eso, y por eso al inicio de la administración nos propusimos
sacar adelante el acuerdo CAN-Mercosur, que parecía un
imposible. La Ley ratificatoria la aprobó el Congreso
y está para la revisión de la Corte Constitucional.
Sin embargo, lo pusimos en práctica desde que se cerró el
Acuerdo, aún sin la ratificación del Congreso,
porque hay un mecanismo, un instrumento, de la Aladi, que es
la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, que nos
permite poner en marcha, sin completar la formalización,
estos acuerdos en la región.
Y viene el tema de la Comunidad Andina. A mí me parece
que el mejor aporte lo puede hacer el ex ministro Roberto Junguito,
que tiene unas cifras sobre lo que le convendrá a la Comunidad
Andina en su conjunto el TLC.
Hablaba yo con el presidente Chávez y él me decía:
tengo la queja de unos empresarios bolivianos que dicen que le
van a vender menos soya a Colombia. Nosotros le dijimos al presidente
Evo Morales lo siguiente: para proteger a Bolivia, y de acuerdo
con Bolivia, se definió lo de la soya de esta manera:
queda liberado de inmediato el fríjol de soya y la torta.
Muy difícil de importar de Estados Unidos. Yo no creo
que una cosa de tanto volumen, tan costosa en flete hoy, como
es el fríjol de soya, lo vayamos a traer de Estados Unidos
para molerlo y producir aceite aquí. Queda en canasta
de 5 años y de 10 años el aceite crudo y el aceite
refinado, en perjuicio de sectores industriales de Colombia.
Yo creí que eso había salido bien con Bolivia.
Y el reclamo que hace ahora el Gobierno de Bolivia es que al
permitir comprarle fríjol y torta a Estados Unidos, eso
se va a moler en Colombia, y que ese aceite que se produzca moliendo
el fríjol, va a reemplazar aceite que le compramos a Bolivia.
Nuestros industriales dicen que es imposible. Pero le dimos a
Bolivia garantías. Le dijimos: Colombia apoya cualquier
acuerdo político de ustedes con Estados Unidos sobre la
materia.
Le dijimos a Bolivia: estamos dispuestos a que Bancoldex apoye
los productores bolivianos para venderle a Colombia. Estamos
dispuestos a encontrar todos los acuerdos entre los industriales
colombianos y los productores bolivianos de soya.
Hay que tener en cuenta esto: la Comunidad Andina, a principios
de los años 90, tomó la decisión de ser
una comunidad abierta, no cerrada. Eso es muy importante, porque
la Comunidad Andina no le ha prohibido a unos países suyos
ser miembros de Mercosur, y los que estamos adelantando lo del
TLC lo hemos hecho con toda la autorización de la Comunidad
Andina.
En virtud de que la Comunidad Andina tomó la decisión
de ser una comunidad abierta, Bolivia se incorporó como
miembro observador a Mercosur, y las cifras son elocuentes. Nosotros
le compramos alrededor de 178 millones de dólares a Bolivia
al año, y ellos nos compran, ¿cuánto? Unos
40 millones. Es una balanza muy descompensada en contra de Colombia.
Hay mucho producto manufacturero colombiano que podríamos
vender en Bolivia. ¿Por qué no lo vendemos en Bolivia?
Por que ellos le compran a Mercosur. Y Colombia nunca se ha quejado
de eso.
El presidente Chávez me decía: los empresarios
venezolanos creen que las ventas de Venezuela a Colombia se van
a afectar por las compras de Colombia a Estados Unidos. Los estudios
indican que solamente el 15 por ciento de lo que exporta Venezuela
a Colombia, podría ser competido con productos que nos
vendiera Estados Unidos. Y yo le decía al presidente Chávez:
en Colombia los empresarios se quejan que con las decisiones
tomadas por Venezuela, para permitir que lleguen productos de
otros países con cero arancel o la decisión de
Venezuela de no estar solamente en el acuerdo Comunidad Andina – Mercosur
si no de ser ya miembro de Mercosur, puede desplazar mucho producto
colombiano del mercado de Venezuela.
Va a ser más difícil para nuestros exportadores
en Venezuela tener que competir en todas las tiendas de Venezuela
en productos de Mercosur o de otros países. Inclusive
en la soya hay esto: la soya boliviana es mucho mas barata en
Venezuela que en Colombia. ¿Por qué? Porque Venezuela
permite que llegue allí soya de Paraguay, con cero arancel,
que le compite en precios a la boliviana. Como Colombia no ha
permitido eso, la soya boliviana en Colombia es más cara.
Si aquí hubiéramos hecho lo mismo que Venezuela,
decir: pueden traer también soya de Paraguay con cero
arancel, seguramente eso habría obligado a la soya de
Bolivia a tener en Colombia un precio tan bajo como el que se
ofrece en Venezuela.
Mi idea es la siguiente: este Tratado en su conjunto beneficia
la Comunidad Andina. Yo creo que es muy importante un diálogo
de nuestros empresarios con los empresarios venezolanos y con
los empresarios bolivianos. ¿Por qué? Si la economía
colombiana crece, en virtud de lo que le pueda vender a Estados
Unidos, la economía colombiana va a tener más capacidad
adquisitiva para comprarle más a Venezuela y para comprarle
más a Bolivia.
Cuando la economía venezolana crece en virtud del precio
del petróleo y aumenta su capacidad adquisitiva, Colombia
le vende más a Venezuela. Pienso que además tener
terceros mercados nos ayuda, ojalá tuviéramos un
tercer mercado para el arroz, el problema es que no lo tenemos,
porque vivimos inundados entre nosotros.
Pero he citado un ejemplo muy elemental: cárnicos y lácteos.
Generalmente Colombia es el mayor exportador a Venezuela, pero
también ha habido períodos que, por algunas razones,
nos ha entrado carne de Venezuela o ganado en pie. Entonces,
nuestro inventario se ha diezmado para atender faltantes en Venezuela,
y excepcionalmente nosotros también nos hemos comido su
inventario para atender faltantes en Colombia.
¿Qué pasa? Uno no puede descartar este escenario:
Venezuela está importando de Suramérica. Entonces
allí va a tener la carne colombiana que competir con la
carne suramericana, con la carne de Argentina, de Uruguay en
el mercado venezolano, de Paraguay. Y Venezuela también
esta recuperando su hato. Puede llegar un momento en que nosotros
tengamos excedentes de carne y leche y Venezuela también.
Y que en Venezuela no solamente sea por incremento de su producción
sino por importaciones de Suramérica. Requerimos terceros
países, para no ahogarnos en la Comunidad Andina.
El ministro Junguito tiene unas cifras, que es muy importante
que las veamos, que muestran como si bien hay algunos porcentajes
de lo que se llama desviación de comercio (hombre, si
Venezuela es miembro de Mercosur, es posible que parte de lo
que le compre a Colombia se lo compre a Mercosur, ahí hay
una desviación de comercio), también las evidencias
han demostrado que, más importante que eso, de mucho más
peso que esas desviaciones de comercio, es el crecimiento de
las economías que se refleja en mayor comercio al interior
de la Comunidad Andina y mayor comercio hacia fuera de la Comunidad
Andina.
Eso trae unos beneficios que superan ampliamente el riesgo en
porcentajes más pequeños de desviación de
comercio. Yo creo que estos son los temas que hay que discutir
con la Comunidad Andina, porque en su conjunto esto nos ayuda
a todos.
Yo creo que Bolivia, una vez que salga del referendo para cambiar
su Constitución y resuelvan ese problema político,
yo creo que Bolivia entrará a negociar el TLC con Estados
Unidos. Y lo que queremos es que, tarde que temprano, entre toda
la Comunidad Andina. Pero no nos podemos quedar así. Nosotros
hemos empezado con El Salvador, y aquí esta la señora
Ministra de Economía, con Guatemala y con Honduras, a
negociar un tratado de comercio Colombia con estos tres hermanos
centroamericanos.
Los países centroamericanos han firmado el Cafta que
es su TLC con Estados Unidos, está ratificado por el Congreso
de Estados Unidos y por todos los congresos centroamericanos,
a excepción de Costa Rica, e implementado. Me decía
el Presidente de El Salvador, hace dos días, que ya empiezan
a recibir en El Salvador inversiones, gracias al Cafta. ¿Qué preocupación
tenemos en Centroamérica y acá? Que el comercio
entre nosotros se pierda, porque al hacer ellos el acuerdo con
Estados Unidos y con otros países, nosotros también,
y no hacerlo entre Comunidad Andina y Centroamérica, nos
demos la espalda.
¿Qué hemos propuesto nosotros y nos lo han aceptado
estos tres hermanos centroamericanos? Apresurar nuestra negociación,
con unas cláusulas sociales que tengan dos componentes.
Primero, aceptar lo que los técnicos llaman las asimetrías
de las producciones. Si Colombia tiene unos sectores más
fuertes que los salvadoreños, Colombia le reconoce esa
asimetría, en aras de la equidad. Esos tratados tienen
que tener unas cláusulas que compensen los desbalances
de las economías, y adicionalmente que esa cláusula
social imponga a los países centroamericanos y a Colombia
la obligación de ir alcanzando unas metas sociales muy
exigentes, como son las metas sociales del Milenio.
Nosotros necesitamos negociar también con Europa. Europa
también nos ha dado preferencias unilaterales. El año
pasado logramos que renovaran esas preferencias por 10 años.
Ya está corriendo el primer año. Y mantenemos muchas
dificultades con Europa. Las recientes dificultades con el banano,
etcétera. Tenemos que negociar con Europa. Les hemos pedido
a nuestros hermanos andinos: sentémonos todos con Europa.
Ahí vuelven a aparecer los tiempos que cada uno tiene
para su evolución económica. Los de Colombia son
muy exigentes, muy delicados.
Por eso nos tendremos que sentar a negociar con Europa cuanto
antes. El ideal sería en compañía de todos
los países andinos. De lo contrario lo tenemos que hacer
con quienes buenamente quieran negociar con Europa. Porque para
nuestra economía es muy grave que vayan pasando estos
10 años de preferencias unilaterales con Europa, y que
no consolidemos un acuerdo con Europa. Sobre todo una Europa
ampliada ahora que se constituye en el mercado más importante
del mundo.
Con China, ahí aparecen diferencias de las economías.
La canasta exportable a China nuestra es muy crítica.
A diferencia de Brasil que le manda gran cantidades de soya o
de Chile que le manda gran cantidades de níquel o de cobre,
nosotros no tenemos mucho que venderle a China. Al contrario,
nuestra producción manufacturera puede ser arrasada por
la producción china. A mí mostraban allá una
nevera altísima. Dije: ¿cuánto vale? Dijeron:
150 dólares. Dije: vale más el surtido que la nevera. ¿Cómo
competimos nosotros con esas neveras?
Entonces lo que hemos pensado es estimular los acuerdos de inversión
con China. Nosotros no tenemos aquí unos sesgos ideológicos
sino una manera de mirar la economía con sentido práctico.
Necesitamos con unos, unos acuerdos de comercio. Con China unos
acuerdos de inversión, que, gracias a la diligente actividad
de la doctora Noemí Sanín, ya tenemos un acuerdo
de protección de inversiones con España, el primero
que ha firmado Colombia y que empieza eso a abrirnos camino para
acuerdos de inversión.
Y he escuchado también en la crítica este argumento:
Colombia con un 48 por ciento de la población en la pobreza,
no puede irse a competir con Estados Unidos, sino que tiene que
activar su economía interna, para que los sectores económicamente
excluidos, al quedar incluidos, resuelvan problemática
de reivindicación social, adquieran capacidad adquisitiva
y ayuden a expandir la economía interna de Colombia.
Eso es válido pero no se excluye con el TLC. Un gran
potencial que tiene la economía de un país con
tanta pobreza, es incorporar a las corrientes dinámicas
de la economía los sectores pobres, con lo cual resuelve
problemas sociales muy agudos y adicionalmente garantiza un mercado
muy superior para el crecimiento de la producción.
Hasta ahí yo estoy de acuerdo con los críticos.
Lo que no estoy de acuerdo es que para hacer eso, se nieguen
los TLC. Al contrario, pienso que para incorporar los sectores
pobres, históricamente excluidos, a las corrientes dinámicas
de la economía, se necesitan mercados de exportación
que atraigan inversiones.
Esos mercados de exportación atraen inversiones, que
no se dan en ausencia de esos mercados. Y sin esas inversiones
es prácticamente imposible mantener un ritmo de actividad
en la economía interna que permita vincular los sectores
históricamente excluidos a las corrientes dinámicas
de la economía.
Yo pediría que se hiciera una reflexión sobre
ese tema: cómo en lugar de seguir poniendo como excluyentes
las estrategias de dinamización de la economía
interna, con la otra, con la estrategia de la dinamización
de la integración de Colombia a la economía global,
en lugar de ponerlas como caminos excluyentes, hay que ponerlas
como caminos convergentes.
Un mercado importante de exportación es un factor de
atracción de inversión, que es un imperativo necesario
para poder redimir sectores pobres históricamente excluidos.
Se tiene también la preocupación por las obras
de infraestructura. Yo la comparto, pero veo que el TLC y las
obras de infraestructura constituyen un círculo virtuoso.
El TLC obliga a Colombia a que las haga, el TLC las necesita
para la competitividad, y además abre posibilidades de
financiamiento.
Venimos discutiendo en todas las regiones de Colombia el conjunto
de obras de infraestructura de competitividad. Uno de mis críticos
decía: ¿y Uribe cómo propone eso, si eso
no se va a hacer, no hay plata? Yo diría que lo grave
es no proponerlo. Lo grave es no tomar la decisión de
empezar a hacer esas obras. Esas obras no se van a hacer en un
gobierno. Pero se necesitan gobiernos que las discutan con todo
el país, que las ordenen, las prioricen y empiecen a buscarle
financiación.
No hay lugar mejor en Colombia para hacer esta afirmación:
si uno espera tener toda la plata junta, nunca hace las grandes
obras. Yo no invoco aquí sino el testimonio del doctor
Juan Gómez. Si, cuando él era Ministro, que yo
tenía el honor de ser Gobernador de Antioquia, no hubiéramos
tomado la decisión de hacer el túnel Fernando Gómez
Martinez, con aportes de todos, que acabamos de concluir, esperando
a tener la plata junta, todavía no habríamos juntado
la plata ni habríamos empezado la obra. Cualquiera de
las grandes obras de Antioquia.
Y estos TLC, que las exige, abren posibilidades de financiación.
Hace pocos días me dijo el Ministro de Transporte: vienen
los japoneses a revisar la financiación de La Línea.
Hace cuatro años yo le expresé a mis compañeros
de Gobierno: empecemos La Línea. Que no hay plata, que
vale doscientos y tantos millones de dólares. Dije: empecemos
con unos pesos a hacer el túnel básico. Y hoy tenemos
2.400 metros perforados en La Línea. Eso va bien. Si hubiéramos
esperado tener toda esa financiación, aún no hubiéramos
empezado la construcción de La Línea.
Entonces me dice el Ministro de Transporte, hace 15, 20 días:
viene la misión del Banco del Japón. Le dije: no
los vaya a llevar a la oficina a mostrarles un power point. Los
tipos se me aburren. Venir a Colombia a mostrarles un power point.
Si ha de ser eso, mandéselos por internet. Móntelos
en un helicóptero y llévelos a La Línea
y éntrelos allá donde esta la excavación.
Salieron felices los tipos. Dijeron: cuenten con la financiación.
Un crédito japonés de 40 años para La Línea.
Y me dijeron: dos razones, primero que Colombia la está haciendo,
se atrevieron a empezar. Y segundo, que con el mercado de Estados
Unidos esperamos que haya un crecimiento de la economía
colombiana que haga posible el pago de estos créditos.
Estos mercados nos abren las fuentes de financiación
para obras de infraestructura. No las va a hacer un gobierno,
necesitan muchos mandatarios en línea. ¿Cuántos
gobernadores, cuántos alcaldes, cuantos presidentes requerimos
para el Tren Metropolitano? ¿Para el aeropuerto José María
Córdova? Pueda ser que ahora se hagan más rápido,
pero necesitan gobiernos que pongan eso en un punto de no retorno.
Yo veo pues que en lugar de darnos miedo por la falta de esas
obras, tenemos que hacerlas, sabemos que se requieren para la
competitividad, pero debemos entender que el TLC nos ayuda a
financiarlas.
Entre los temas difíciles está el de propiedad
intelectual. Yo asistí personalmente, en compañía
del ex presidente Pastrana, hoy Embajador, a la Comisión
de Negociación de Propiedad Intelectual, y yo creo que
despejamos las dudas. De manera muy elemental. No se afecta la
salud pública. Queda claro que si hay un problema de salud
pública y se requiere utilizar unos medicamentos que estén
en protección por período de patentes o de registro,
el país puede importarlos de cualquier parte sin arancel.
Puede producirlos en el país, sin tener que respetar los
períodos de protección de las patentes o de los
registros. No se afecta la salud pública.
Segundo, no se afectan los genéricos. Con los genéricos
continuará ocurriendo lo que siempre ha ocurrido. Mientras
el producto inicial esté en período de protección,
no se permiten genéricos. Terminada la protección,
se permiten genéricos.
Tercero, temas muy técnicos como el ‘linkage’ quedaron
resueltos favorablemente. No quiero referirme al tema.
Cuarto: se tenía el temor de que la manera como Colombia
hace el registro de datos de prueba en substancias bases de medicamentos,
tuviera que modificarse en contra de Colombia. Yo le pregunté directamente
a los negociadores norteamericanos: ¿tenemos nosotros
que modificar la manera como hoy venimos haciendo el proceso
de la protección de datos de prueba? Y me dijeron: no.
Hay otra figura que se llama el agotamiento que introdujimos
ahí, que es buena. Hoy descubren una nueva sustancia,
que es medicinas. O ya la desarrollan en un medicamento, lo patentan
en otro país o lo registran en otro país. Se pueden
demorar 40 años, 50 años. Se podrían demorar
40 ó 50 años, lo que quisieran, para traerlo a
Colombia, y Colombia les tendría que dar un período
de protección.
Se introduce la figura del agotamiento, que dice: les damos
período de protección en el registro, siempre y
cuando lo registren en Colombia por tarde dentro de los cinco
años siguientes, a partir del primer registro en cualquier
país del mundo. Entonces medicamentos que nos podíamos
demorar muchos años para tenerlos en Colombia, ahora hay
que tenerlos aquí por tarde en cinco años.
La crítica ahora es que cinco años es mucho, el
ideal habría sido un año, seis meses, no pudimos.
Pero yo creo que haber avanzado en incorporar esa figura del
agotamiento, es bueno.
El tratado no es perfecto, no es un tratado ideal, es muy difícil.
Mire: si aquí llueve, allá no escampa. Con cada
congresista de los Estados Unidos con quien uno habla, ellos
no tienen en sí un tema ideológico, sino los productos
de su Estado. Y hay una dificultad para el voto por los productos
de su Estado. Entonces no es fácil esa negociación
con ellos.
Yo confío mucho en el decreto para que hospitales, clínicas,
en Antioquia, en Bogotá, en cualquier parte del país,
pero por lo que veo en desarrollos que se tienen hasta ahora,
ese decreto de zonas francas favorecería mucho la salud
en Antioquia, en Bogotá, en Cali, creo que al Quindío
también están viniendo pacientes del extranjero.
Y los sectores sociales y laborales deberían ver en el
Tratado un gran factor de protección (y con esto termino),
por lo siguiente: el Tratado obliga a que cada país cumpla
con las obligaciones laborales, de seguridad social y de protección
efectiva a los derechos de los trabajadores.
Entonces nosotros tenemos una protección hasta hoy para
los trabajadores en nuestra Constitución, en los acuerdos
de la OIT, en las convenciones y pactos colectivos. Ahora adicionalmente
la vamos a tener en el Tratado.
Si Estados Unidos viola los derechos de sus trabajadores, Colombia
podría decir: esa violación de derecho de trabajadores
me autoriza a prohibir o a gravar estos productos que vienen
de Estados Unidos. Y al revés.
Por ejemplo, en este Gobierno se ha disminuido mucho el asesinato
de líderes sindicales, gracias a la Seguridad Democrática,
a pesar de lo que falta. Colombia tuvo años de asesinar
165 dirigentes sindicales, el año pasado todavía
asesinaron 12. Uno debería no contentarse sino el día
que haya cero asesinatos, pero yo creo que hay un trecho al pasar
de 165 a 12.
Y uno de los problemas que tenemos para la ratificación
en el Congreso de Estados Unidos, es que todavía falta
más protección efectiva a los líderes sindicales,
y que hay impunidad. Entonces eso va a obligar a nuestra Fiscalía
y al Gobierno a trabajar más eficazmente para superar
la impunidad y para darles protección efectiva a los líderes
sindicales.
Por eso nosotros necesitamos que los sectores trabajadores miren
esos aspectos, porque son muy importantes. Y creo que el debate
político no ha dejado ver esos aspectos tan relevantes.
Al reiterarle toda mi gratitud a El Colombiano, a su directora
la doctora Ana Mercedes, al doctor Enrique Gómez, presidente
de la Fundación Pensamiento Siglo XXI, y a todos ustedes,
si hubiera unos minutos, doctora Ana Mercedes, si hubiera algún
comentario, alguna preocupación, alguna pregunta, con
el mayor gusto buscaría atenderla”.