PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE SOBRE EL TLC EN
LA UNIVERSIDAD DE SANTANDER
Bucaramanga, 18 abr. (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez
al intervenir en un conversatorio sobre el Tratado de Libre
Comercio negociado
por Colombia y Estados Unidos, evento organizado por la Universidad
de Santander.
“Me honra mucho acudir esta tarde a este foro de la ciencia,
que es la Universidad de Santander. Tuve oportunidad de visitarla
hace años, y salí de aquí con admiración,
que hoy se acrecenta al visitarla de nuevo.
Es incontenible el entusiasmo que siento cada vez que piso esta
tierra. Recuerdo mis primeras visitas a esta tierra cuando era
candidato a la Presidencia, que encontraba en el aeropuerto de
Palonegro un pasacalle muy grande que decía: “quien
pisa tierra santandereana es santandereano”, y me lo tomé a
pecho.
Me encanta este himno, es lo que necesitamos los colombianos.
Esa letra tan bella de ese himno lo tonifica a uno es con la
Patria entera: “ni un paso atrás, siempre adelante,
con el coraje por estandarte y por escudo la libertad”.
Es bellísimo eso, hay que interiorizarlo, convertirlo
en un valor de vida.
Yo tenía una introducción, antes de abrir el foro
con ustedes, para contarles los antecedentes del Tratado de Libre
Comercio. Para decirles cómo en Colombia hubo un esfuerzo
hecho por el presidente López Pumarejo en el 35, que lo
frustró la Guerra Mundial. Cómo hubo intentos posteriores,
no de gobiernos sino de ministros.
En Colombia se habla mucho de crear una política de Estado.
Aquí tuvimos que crear una política de gobierno.
Porque en el pasado, salvo en el Gobierno de López Pumarejo,
no se había logrado concretar que eso fuera una política
de todo el gobierno. Era una política aislada de una cartera
ministerial o de un funcionario del gobierno.
Quería contarles a ustedes las objeciones iniciales en
Suramérica, que nos llevaron, como lo mencionaba el doctor
Fernando Vargas, a negociar, a tener ya firmado, ratificado,
incorporado al ordenamiento jurídico colombiano, el tratado
Comunidad Andina–Mercosur, que disipa muchos cuestionamientos
políticos que se lanzaron cuando propusimos el TLC.
Quería contarles a ustedes que no fue fácil convencer
a los Estados Unidos, todo ese proceso. Estados Unidos quería
era el Alca, nosotros le dijimos mire: hay países en la
región que no necesitan el Tratado de Libre Comercio,
no necesitan la economía de Estados Unidos, hay otros
que sí. No podemos forzar soluciones homogéneas
para economías diferentes. No fue fácil convencer
a los Estados Unidos de que había que negociar este Tratado.
Mucho más difícil todo el proceso de negociación.
Quería contarles todos estos antecedentes, pero voy a
hacer unos comentarios sobre las muy importantes intervenciones
que acabamos de escucharle al señor doctor Rafael Serrano,
rector de la Universidad, y al señor doctor Fernando Vargas,
presidente de la Asamblea de Fundadores.
Me parece sumamente puesta en su lugar la presentación
sobre el tema académico que ha hecho el Rector. ¿Por
qué? Porque se ha creado la distorsión de que el
Tratado de Libre Comercio va a acabar con la universidad colombiana.
Primero: no hay ninguna norma en el Tratado que afecte nuestra
soberanía en materia educativa. No hay una sola norma
en el Tratado que afecte el principio constitucional de la autonomía
universitaria, que afecte lo que está consignado en la
Ley 30, que desarrolla ese principio. Eso es muy importante dejarlo
claro ante la comunidad académica de Bucaramanga y de
la Universidad de Santander.
Entre las consejas que se tejen, está la de que se va
a acabar la universidad colombiana y el país va a ser
invadido por universidades de los Estados Unidos. Lo ha dicho
muy bien el señor Rector. Prácticamente la legislación
que existe para crear una universidad no se altera. El tratado
la mantiene inmodificada. Lo que tiene que hacer el país
todos los días es: más exigencias para garantizar
la mejor calidad universitaria en nuestra Patria.
Ese es un punto bien importante. Porque en alguna parte oí decir,
la semana pasada me preguntaron en la Costa Caribe: Presidente, ¿es
verdad que por el Tratado de Libre Comercio, usted va a cerrar
la Universidad del Atlántico y la única universidad
que va a venir a Barranquilla es la Universidad de Harvard? Le
dije: eso no tiene ningún sentido.
Y recojo unas palabras al final de la intervención del
señor Rector sobre la universidad pública. Les
expresé en ese foro: miren, el Gobierno ha hecho un gran
esfuerzo para que salgan adelante la universidad privada y la
universidad pública. Yo recuerdo que en una de mis primeras
visitas como Presidente a Bucaramanga, aparecía el problema
de la desfinanciación de la Universidad Industrial de
Santander. Lo atendimos yo creo que diligentemente. Y la universidad,
hasta donde tengo información, va bien. Creo que se ha
recuperado bastante.
Si ustedes miran el panorama de las universidades públicas
de Colombia, encontrarán que están bastante recuperadas.
Hay problemas, uno de ellos en la Universidad del Atlántico,
por unos costos pensionales exorbitantes, por unas pensiones
que tienen un componente del valor final que se controvierte
hoy, pero hay toda la voluntad del Gobierno de sacarlas adelante.
Me parece bien importante lo que ha dicho el señor Rector,
de estimular posgrados de calidad en Colombia. Yo creo que un
país que está abriendo mercados, es un país
que se convierte en un país muy atractivo a la inversión
internacional y se convierte también en un país
que suscita toda la curiosidad de la comunidad académica
internacional. Me atrevo a pensar que Colombia va a ser un gran
oferente de posgrados para la Comunidad Andina. Hoy lo es y creo
que lo va a ser muchísimo más. Que las universidades
colombianas que avancen muchísimo, van a tener una gran
oportunidad en la oferta de posgrados en la Comunidad Andina
y en la Comunidad Suramericana.
En los países signatarios de tratados con Estados Unidos,
en los que no lo han hecho, quieren adquirir la experiencia colombiana
y quieren en algún momento entrar también a ser
signatarios de esos tratados. Eso tiene toda la razón
de ser.
Voy a tomar nota del tema de las ofertas virtuales, porque allí tiene
Colombia una gran posibilidad. ¿Ustedes han avanzado mucho
en oferta virtual en la universidad?
RAFAEL SERRANO, RECTOR UNIVERSIDAD
DE SANTANDER: Un proyecto
de seis años que lo desarrollamos y tenemos listo. Un
proyecto que vamos a llamar “Universidad a distancia y
virtual latinoamericana”, para ofrecer los programas de
pregrado y de posgrado en todos los países latinoamericanos.
PRESIDENTE URIBE: Magnífico. Ahora, yo diría:
mientras menos lo regulemos, mejor. Hay que dejarlo que avance.
El medio virtual universitario es una necesidad. Yo diría
que es suficiente con las reglamentaciones que ha hecho el país
para garantizar la calidad. Mire solamente lo de las acreditaciones
y lo de las acreditaciones de excelencia. Si el medio virtual
se desarrolla para esas acreditaciones, para esos programas acreditados,
yo diría: no hay razón para ponerle reglamentaciones
adicionales que se conviertan en restricciones. Llamaría
la atención para manejar ese tema con la menor cantidad
posible de trámites y de reglamentos.
Comparto plenamente lo que ha dicho el señor Rector sobre
la alianza del sector privado y la educación superior
colombiana. Este Gobierno ha hecho un esfuerzo para crecer la
investigación en Colombia. Hace cuatro años Colombia
estaba invirtiendo el 0,22 del PIB en investigación. El
año pasado invirtió el 0,72. Nos habíamos
propuesto en el cuatrienio pasar del 0,22 al 0,6. El 0,6 es el
promedio latinoamericano. Superamos eso. Pasamos al 0,72. Todavía
muy bajo. Hay que llegar al 1 por ciento.
¿Pero qué rescato y por qué traigo el tema
aquí, a partir de lo planteado por el señor Rector?
Porque necesitamos todos los actores. En los años 80 se
discutía mucho cómo estaba investigando Estados
Unidos y cómo estaba investigando Japón? Y se encontraron
serias dificultades en ambos.
En Japón un esfuerzo investigativo basado en la empresa
privada. Entonces no estaba produciendo beneficios para la academia.
En Estados Unidos hizo un esfuerzo investigativo basado en la
universidad y en las Fuerzas Militares, que tenía bastante
alejada de sus posibilidades a la empresa privada, y que en alguna
forma retrasó la competitividad de la empresa privada
norteamericana.
He ahí la importancia que, para lograr mayores niveles
de productividad y competitividad, tiene el estímulo de
alianzas entre el sector privado y el sector académico.
Me parece bien importante la relación que se ha hecho
sobre la creación en el Tratado de ese grupo de trabajo,
de ambos países, para tratar el tema de servicios profesionales
allá y servicios profesionales aquí.
Quisiera decir especialmente a los estudiantes: Colombia es
sumamente competitiva en el tema de la calidad profesional. Los
profesionales colombianos tenemos que hacer esfuerzos mayores
todos los días, pero la calidad del profesional colombiano
es muy, muy buena. Y creo que la figura que crea el tratado nos
va a ayudar a agilizar procesos de homologación de títulos,
como lo decía el señor Rector.
El doctor Fernando Vargas, presidente de la Junta de Fundadores,
ha traído temas muy importantes de la competitividad física.
Yo dividiría el tema de la competitividad como el producto
de dos aportes: el crecimiento del capital humano social y el
crecimiento de capital físico.
Si ustedes me preguntaran: ¿cuál de los dos primero?,
yo les diría: muy difícil escoger en un país
con tantas necesidades. Pero indudablemente creo que hay que
darle prioritaria atención al capital social humano. Porque
cuando hay una sociedad bien formada, esa sociedad desarrolla
la infraestructura que se requiere, para tener el capital físico
que permita la competitividad.
Cuando la sociedad no está bien formada, a pesar de que
haya mucho dinero por recursos de la naturaleza para construir
infraestructura, el país, por más infraestructura
que llegue a tener, no alcanza a ser un país de una economía
altamente competitiva.
Me parece, pues, que haber empezado por donde comenzó el
Rector y por donde empezó el doctor Fernando Vargas, es
muy acertado, porque nos ilustra sobre la necesidad de darle énfasis
al componente del capital social humano para la construcción
de competitividad que requerimos, para tener éxito y para
obtener de este tratado los beneficios que espera el pueblo colombiano.
Ha planteado el doctor Fernando Vargas el tema de la Comunidad
Andina y de la Comunidad Suramericana. Bien importante plantearlo
con el mayor respeto por nuestros hermanos andinos.
Colombia es un leal aliado de los Estados Unidos y es un hermano
solidario de los países latinoamericanos. Eso es un norte
de nuestra política internacional. Es un país abierto
a todas las democracias del mundo, no está encerrado en
sus fronteras, ni tampoco en las fronteras de sus hermanos inmediatos.
El país tiene que estimular su apertura hacia todas las
democracias, a partir de la lealtad y de la solidaridad con nuestros
aliados y con nuestros hermanos más próximos.
Por ejemplo: ¿qué hicimos nosotros cuando empezó el
Gobierno? Porque nos dijeron: ¿cómo van ha hacer
un TLC con los Estados Unidos sin hacer primero un tratado con
Suramérica? Lo hicimos. Hace cuatro años no estaba
en el horizonte colombiano la negociación con Mercosur.
Hoy ese tratado está negociado entre la Comunidad Andina
y Mercosur.
Yo creo que no nos es útil en lo económico en
el corto plazo, sí en lo político. Hoy no tenemos
que comprarles, que venderles, a los países suramericanos.
Nos compran muy poquito. Pero políticamente es muy importante
para afianzar la unidad suramericana.
Y económicamente hay que confiar que en el mediano y
en el largo plazo eso sea bueno para todos. Una comunidad suramericana
creciente, con altísima población, se constituye
un mercado muy importante.
Y en la medida en que todos trabajemos para incorporar las masas
excluidas y pobres a las corrientes dinámicas de la economía,
en esa misma medida el mercado suramericano se puede convertir
en un gran mercado. Entonces está resuelto lo que pudo
ser hace cuatro años un impase político.
Otros colombianos me dijeron: ¿y por qué en lugar
del TLC, no se busca prorrogar el Atpdea, el sistema de preferencias
unilaterales que los Estados Unidos nos concede? Por varias razones:
a mí me tocó como Presidente electo y durante los
primeros meses de Presidente en ejercicio, ese proceso que había
iniciado el presidente Pastrana para pasar del Atpa al Atpdea.
Fue muy difícil que Estados Unidos aprobara el Atpdea.
Y después de aprobado, fue muy difícil que empezara
a ponerlo en vigencia.
En ese momento pensamos: bueno, si ha sido difícil la
prórroga de este sistema unilateral de preferencias, cuánto
más va a ser difícil renovarlo el 31 de diciembre
de 2006, cuando vence el Atpdea.
Con toda buena fe, desde el 2002, el Gobierno advirtió que
era muy difícil, casi nulas las posibilidades de una renovación
del Atpdea. Y me dije en ese momento: el Gobierno que Colombia
elija en el 2006 va a tener serias dificultades, porque si no
hay renovación de Atpdea, y todo indica que no lo va a
haber, entonces ese gobierno va a necesitar un TLC. De lo contrario
perdemos la dinámica del mercado de los Estados Unidos.
Y además le encontramos al Atpdea unos paralelos, que
nos estimularon el pesimismo sobre las posibilidades de renovación.
Le pregunté al Presidente de El Salvador: ¿ustedes
por qué están haciendo el tratado Cafta con Estados
Unidos, Centroamérica y Estados Unidos? Y me dijeron:
porque las preferencias que tenemos algunos países centroamericanos
se terminan en el 2009. Ellos hicieron desde ya el tratado, cuando
las preferencias se les terminan en el 2009. Las preferencias
nuestras se terminan el 31 de diciembre de este año.
Y le pregunté a República Dominicana: ustedes
que son beneficiarios en Estados Unidos de las preferencias del
Caribe, ¿por qué se apresuraron a hacer un tratado
con Estados Unidos? Respuesta: porque las preferencias vencen
en el año 2007, y no vemos manera de que se prorroguen.
Y el encontramos otros problemas al Atpdea. Muchos críticos
han dicho: Colombia no ha utilizado suficientemente el Atpdea.
No hemos exportado a los Estados Unidos todos los productos que
podemos exportar, ni las cantidades que nos permite el Atpedea.
Eso es cierto, esa crítica es válida.
¿Cuál es la causa para no haber aprovechado suficientemente
el Atpdea? La falta de inversión. ¿Y por qué no
se ha dado la inversión? Porque los inversionistas dicen:
nosotros no podemos invertir cuando hay un país que solamente
tiene cuatro o cinco años de preferencias y de ahí en
adelante no sabemos qué va a pasar. Los inversionistas
no invierten cuando el país receptor de esa inversión
apenas cuenta con preferencias unilaterales limitadas en el tiempo
en mercados como el mercado de Estados Unidos.
Lo mismo nos pasa con Europa, y por eso creo yo que vamos atener
que hacer el tratado con Europa. Este Gobierno logró una
prorroga de diez años de las preferencias en Europa. Pero
los inversionistas dicen: bueno, diez años es un poquito
más que cuatro, que teníamos con Estados Unidos,
pero no nos atrevemos a hacer grandes inversiones en Colombia,
con miras al mercado europeo si no hay un tratado. Una prórroga
de las preferencias unilaterales por diez años no es suficiente.
Y además otro problema: en esas preferencias unilaterales
no incluyen todos los productos. Por ejemplo, los lácteos,
los cárnicos, que quedan en el Tratado de Libre Comercio
y que si superamos la aftosa, podemos tener con ellos muy buenas
posibilidades. Eso no estaba en el Atpdea.
Son razones que tuvo el Gobierno para decir: bien la prórroga
del Atpdea, no es suficiente, muy difícil la renovación
en el 2006, busquemos el TLC.
El TLC y la Comunidad Andina. Así como un día
le dijimos al presidente Bush: usted no puede, el Gobierno de
los Estados Unidos no puede supeditar todo al ALCA. Porque hay
razones políticas y de diferencias de economía
en América Latina, que llevan a que unos quieran con mayor
celeridad el acceso al mercado de los Estados Unidos y otros
no.
También le dijimos un día al presidente Chávez:
el Gobierno de Venezuela no puede sentirse forzado a entrar al
TLC, pero no haría bien si nos impide a nosotros llegar
al TLC.
Porque son economías muy diferentes. Venezuela es una
economía basada en el petróleo, en el hierro, en
el acero. Para vender petróleo en el mercado internacional
no se necesita de acuerdos de mercado. Colombia tiene una economía
de mediana manufactura, y una manufactura en desarrollo, una
economía de productos agropecuarios sumamente competitivos,
competidos, y eso necesita acceder a mercados, a través
de tratados de ingreso a mercados. Entonces ahí vemos
una gran diferencia.
Me decía el Gobierno de Venezuela: mire, es que han llegado
empresarios venezolanos a decir que con la firma del TLC vamos
a perder el mercado de Colombia. Yo le expliqué al presidente
Chávez: estudios juiciosos indican que las exportaciones
de Estados Unidos a Colombia que lleguen en virtud del TLC, pueden
competir apenas con el 15 por ciento de las exportaciones venezolanas
a Colombia. Eso es muy importante tenerlo en cuenta, en la academia
de una ciudad como Bucaramanga. Solamente el 15 por ciento.
Y le agregaba yo al señor presidente Chávez: en
la medida que la economía colombiana crezca por el mercado
de los Estados Unidos, se fortalezca la capacidad adquisitiva
de los colombianos, eso va a contribuir a comprar más
productos venezolanos.
Y le decía yo: pero, mire, a mí también
me traen queja los empresarios colombianos. Porque me dicen:
Venezuela ahora quiere ser miembro pleno de Mercosur. No basta
con que sea integrante de la Comunidad Andina, que ha hecho un
acuerdo con Mercosur, sino que quiere ser miembro pleno de Mercosur,
y Venezuela recibe hoy mucho producto del Brasil y de Suramérica.
Un día entra carne de Argentina, que entra carne de Uruguay,
que entran manufacturas del Brasil, que se abren la estantería
de los supermercados venezolanos y se encuentra mucho producto
brasilero.
Yo le decía al presidente Chávez: los empresarios
colombianos también se preocupan por eso, pero les he
dado la misma respuesta: si Venezuela crece, mejora su capacidad
adquisitiva, no obstante que reciba productos de Mercosur, va
a tener también mejores posibilidades de comprar más
productos de Colombia.
Porque esto hay que ponerlo en el horizonte de no estimular
una confrontación andina, sino de hacer ver las ventajas
que esto tiene para toda la Comunidad Andina.
Incluso hay temas como este: hay épocas en las cuales,
en el sector de lácteos y de cárnicos, Colombia
abastece a Venezuela, cuando Venezuela ha reducido o ha consumido
los inventarios. Excepcionalmente Venezuela nos ha ayudado cuando
ha habido acá deficiencias de inventarios en lácteos
y cárnicos. Pero miren lo que puede ocurrir: Venezuela
está creciendo el hato, está importando de Suramérica.
Mi preocupación deriva de considerar este escenario:
imaginen ustedes el día que Colombia tenga excedentes
que requiera enviar a Venezuela, y Venezuela no tenga déficit,
porque haya crecido el hato, haya aumentado la producción
de carne, haya aumentado la producción de leche y además
le esté comprando a Suramérica.
Entonces vamos a estar todos inundados, como hemos estado con
el arroz, porque el arroz tiene un problema a futuro del TLC,
que estamos enfrentando, a 15–19 años, si no se
modifican situaciones de tasa de cambio, de subsidio a producción
en Estados Unidos, pero tiene un problema presente y lo ha tenido
en el pasado, muy grave, derivado de la producción de
arroz en Ecuador y de la producción y de las importaciones
de arroz en Venezuela, que nos llegan también a nosotros.
Entonces el caso del arroz es el caso patético de un
producto que tiene el mercado saturado en la región andina
y que no hay manera de enviarlo a terceros mercados.
Nosotros no podemos dejar que eso se nos repita en otros productos.
Volviendo a nuestro ejemplo de los cárnicos y de los
lácteos, es mucho mejor que correr el riesgo de inundarnos
en la Comunidad Andina, tener terceros mercados dónde
enviar esos productos.
¿Con Bolivia qué ha pasado? Es muy importante
tener en cuenta lo siguiente: a principios de los años
90 la Comunidad Andina tomó la decisión de ser
una comunidad abierta, de permitir que sus integrantes pudieran
buscar otros mercados, y en efecto, Bolivia entró como
miembro con una categoría especial a Mercosur, y desde
entonces Bolivia le compra mucho producto a Mercosur que nos
pudiera comprar a nosotros. Colombia nunca ha protestado, ni
lo va a hacer.
¿Cuánto le vendemos a Bolivia? 30 ó 40
millones de dólares al año. ¿Cuánto
le compramos? 170–180 millones de dólares. Una balanza
de gran superávit para Bolivia, equivalente déficit
para Colombia.
¿Qué reclama Bolivia? El tema de la soya. ¿Qué ha
pasado con la soya? En el Tratado de Comercio se dispone que
lo que es la desgravación del aceite crudo y del aceite
refinado, ocurrirá en 5 o en 10 años. Eso se consultó con
Bolivia, y les pareció bien, esos períodos de desgravación.
¿Qué preocupa a Bolivia? Me dijo el presidente
Evo Morales que lo preocupaba porque Colombia acepta desgravar
de inmediato el fríjol de soya y la torta. Entonces dice:
si van a comprar fríjol en Estados Unidos, lo van a traer
a Colombia, lo van a moler allí, van a producir el aceite
crudo en Colombia y lo van a refinar en Colombia.
Yo fui con unos industriales nuestros de grasas, de la industria
de oleaginosas, a La Paz, y ellos le dijeron al presidente Evo
Morales: es imposible traer el fríjol que se acaba de
cosechar en la matica de la soya, transportarlo a Colombia para
molerlo en Colombia, extraer allí el aceite y refinar
ese aceite.
Eso se le explicó ampliamente al presidente Evo Morales,
y le dijimos: nosotros estamos dispuestos a impulsar cualquier
acuerdo de ustedes con Estados Unidos. Le agregamos: ustedes
le compran una serie de productos a Mercosur que nos los podrían
comprar a nosotros, y nosotros lo hemos entendido, y eso en muy
buena parte genera ese profundo déficit en contra de Colombia.
También le dijimos esto: Colombia está dispuesta,
y esa disposición la mantenemos, a que nuestro Banco de
Comercio Exterior, que es Bancoldex, financie las exportaciones
bolivianas hacia Colombia. Yo creo que esa es una manera concreta,
en contante y sonante, de ser solidario.
Pero ocurre otra cosa: si ustedes compran soya boliviana en
Venezuela, cuesta menos en Venezuela que en Colombia, la soya
boliviana. ¿Por qué? Porque los bolivianos se han
obligado a venderle soya más barata a Venezuela, porque
Venezuela ha tenido la alternativa de Paraguay. Venezuela desgravó la
soya proveniente de Paraguay, y eso obligó a los bolivianos
a bajar el precio de la soya en el mercado venezolano.
También le decía yo al Gobierno de Bolivia: ¿por
qué no rebajan el precio de la soya boliviana en el mercado
colombiano, como lo han rebajado en el mercado venezolano, y
entonces de esa manera son más competitivos en Colombia?
Lo que quiero decir a raíz de este tema, que ha traído
con muy sana preocupación el doctor Fernando Vargas, es
que nosotros no vemos el TLC como una alternativa que se excluye
con la Comunidad Andina. Al contrario, creemos que, hechos los
ajustes necesarios, con toda solidaridad, en el entendido de
que la Comunidad Andina es una comunidad abierta, no cerrada,
el TLC puede ayudar a tonificar mucho estas economías.
Es que la Comunidad Andina también necesita que lleguen
muchas inversiones desde afuera, para lograr superar los altos
niveles de pobreza que tienen los cinco países andinos,
y esas inversiones se logran más fácil con una
Comunidad Andina abierta a terceros mercados, que con una Comunidad
Andina cerrada.
Y eso nos lleva a un planteamiento, porque también he
oído a los críticos decir (ayer me lo decía
una niñita en una universidad de Bogotá): ¿por
qué Colombia en lugar de hacer el TLC no se propone reivindicar
a los pobres, e incorporarlos a las corrientes dinámicas
de la economía?
La lucha contra la exclusión, la inclusión de
los sectores pobres en las corrientes dinámicas de la
economía, es un imperativo nacional. Eso tiene un contenido
social y un efecto económico. El contenido social de reivindicar
sectores excluidos, y la consecuencia económica de darles
capacidad de demanda, con lo cual se amplían nuestros
mercados.
Por eso no es incompatible con estos tratados de comercio. Al
contrario, yo creo que se crea allí una convergencia necesaria. ¿Por
qué? Porque nosotros solos o solamente en la Comunidad
Andina no vamos a captar las inversiones suficientes que se requieren
para poder darle a la economía la posibilidad de incorporar
a sus corrientes dinámicas a los sectores más pobres.
Entonces ese dilema, que nos han tratado de proponer, entre
la tesis económica de reivindicar a los pobres y ampliar
el mercado interno por la vía de reivindicar a los pobres,
que se opone a la tesis económica de buscar mercados de
exportación, es un falso dilema.
A más mercados de exportación, más interés
inversionista. A más inversión, mejores posibilidades
de reivindicar los sectores pobres históricamente excluidos.
Yo confío mucho en que manejando este tema con toda prudencia
en la Comunidad Andina, todos tenemos que ayudarnos a los otros.
En el tema de los medicamentos les hemos explicado en la Comunidad
Andina: miren, lo que firman Colombia, Perú y Ecuador
en nada afecta a Bolivia y a Venezuela.
Además nosotros hemos sido muy cuidadosos en el tema
de medicamentos. Si ustedes ven el Tratado y los anexos, encontrarán
lo siguiente: no se afectan los genéricos. Había
una gran duda en la Comunidad Andina. Los genéricos, que
han ayudado tanto a la racionalización de precios de medicamentos,
continúan sometidos a la misma reglamentación.
Puede haber genéricos cuando terminan los períodos
de protección de las patentes. Antes no. Eso existe con
o sin Tratado. Eso no se altera. Primer beneficio.
Segundo beneficio: el país conserva, el Gobierno conserva
todas las prerrogativas que quiera utilizar para enfrentar crisis
de salud pública.
Por ejemplo: hay un medicamento nuevo, ese medicamento está en
período de protección, porque es reciente, ha recibido
una patente y todavía no se ha vencido el período
de protección de la patente. Y aparece en el país
una epidemia y se necesita combatir esa epidemia con ese medicamento.
Esa epidemia tipifica un caso de salud pública. El Gobierno
queda con la atribución de decir: fabrico ese medicamento,
no obstante que esté en período de protección.
O se lo compro a terceros.
Ese es otro tema bien importante que quedó a salvo en
el Tratado. La protección no se puede oponer a la necesidad
de los gobiernos de adquirir medicamentos nuevos, de los originales
fabricantes o de terceros, o de copiarlos para atender un riesgo
de salud pública.
Pero además ahí hay otros puntos bien importantes.
Se decía: es que se van a encarecer los medicamentos,
porque Colombia y Perú y Ecuador están aceptando
modificar los métodos actuales de protección de
datos de prueba. Cuando un productor de una nueva sustancia la
trae a Colombia, entonces la registra, digan ustedes, en el Ministerio
o en el Invima, tiene un período de protección,
allí hay un período de protección de esos
datos, etcétera. Eso no se ha modificado.
Yo fui personalmente a la comisión donde se estaba negociando
el tema de propiedad intelectual. Y le pregunté a los
negociadores norteamericanos: ¿Colombia debe entender
que este Tratado obliga a modificar el método de protección
de datos de prueba en medicamentos? Y me dijeron: no.
Ya firmé una carta, que va a obrar como anexo del Tratado,
para que la tengan en cuenta los intérpretes del futuro,
en la cual digo: asistí al comité de negociación
de propiedad intelectual. Pregunté a los negociadores
norteamericanos si era necesario modificar el sistema de protección
de datos de prueba, y me dijeron que no.
No tiene por qué haber una relación de causa–efecto
entre el TLC y un eventual aumento de los precios de medicamentos.
Si eso intentare darse, será por especulación,
que tendrá que frenar cualquier gobierno, no por una relación
de causalidad derivada del Tratado.
Incluso a eso hay que agregarle este punto, apreciada comunidad:
Colombia mantiene intactas las competencias gubernamentales de
regulación, reglamentación y control de precios
de medicamentos.
Colombia no renunció, ni permitió que se limitara
ninguna de esas facultades en el Tratado. Si Colombia mañana
quiere someter un medicamento a control de precios, lo puede
hacer. Y no hay norma del Tratado que se pueda invocar en contra
de ello.
Y le explicábamos a la Comunidad Andina: se ganó en
otros puntos. Una figura que yo no conocía. Yo les confieso
a ustedes que he tenido que hacer un curso acelerado de nivelación
en este tema del Tratado, porque eso tiene muchísimo.
Yo había estudiado lo que le enseñan a uno generalmente
de bloques de comercio, los procesos de integración, etcétera.
Pero ya entra uno en la minucia y lo que he tenido que hacer
es preguntarles a toda hora a mis compañeros del Gobierno,
que conocen bien el tema: ¿qué es esto y aquello
y aquello y aquello? Estudiarlo a marchas forzadas.
Hay una figura que se llama el agotamiento. ¿En qué consiste?
Hoy por hoy, Estados Unidos descubre un nuevo medicamento, lo
patenta allá o en otro país, y puede demorarse
30, 50, 60 años, indefinidamente, para traerlo a Colombia.
Y tiene derecho a pedir que aquí se le registre y se le
dé otro período de protección. Eso es injusto. ¿Qué hicimos
nosotros? Eso hay que limitarlo. Es lo que se llama el agotamiento.
Quedó limitado a cinco años.
Si ellos descubren un nuevo medicamento, lo tienen que registrar
en Colombia para gozar de protección dentro de los cinco
años siguientes al registro que hubieran hecho en el primer
país. El ideal habría sido exigirles a los seis
meses, al año, no pudimos. Se les exigió a los
cinco años. Algo es algo. Yo creo que allí hay
algún avance. Estos son muchos de los temas que se han
tratado con la Comunidad Andina.
Y esta ciudad (Bucaramanga), que es una ciudad que se convierte
en una especie, con Cúcuta, de puente de nuestra Patria
con la hermana República Bolivariana de Venezuela, es
un escenario muy importante para debatir estos temas que han
causado preocupaciones al interior de la Comunidad Andina.
Quisiera, señor Rector, después de haber hecho
algunos comentarios sobre su intervención, sobre la intervención
del doctor Fernando Vargas, no continuar en mi exposición
sino permitir que los docentes, los directivos, los estudiantes,
formulen sus preguntas, sus comentarios críticos, sus
preocupaciones, y entonces ellos nos irán dirigiendo la
temática para agotar, hasta donde podamos, el tema del
TLC, hoy en esta reunión académica.
Le rogaría que usted diera la palabra a quienes quieran
intervenir”.