PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE
PEREIRA
Pereira, 19 abr. (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante un conversatorio
que, sobre el TLC, sostuvo con estudiantes, docentes y directivos
de la Universidad Tecnológica de Pereira.
“Me honra muchísimo acudir a la Universidad Tecnológica
de Pereira para examinar con ustedes uno de los temas más
importantes de la vida nacional: el tratado de comercio con los
Estados Unidos.
Tenía alguna introducción para explicar por qué el
Gobierno se vio obligado a pensar no en una nueva renovación
de la Atpdea sino en un TLC hace 4 años.
Para explicar como ese antecedente del presidente López
Pumarejo en 1935 no fructificó por las guerras, y a partir
de allí hubo intentos ocasionales, no de gobiernos en
Colombia sino de carteras ministeriales, para tener un nuevo
tratado con los Estados Unidos, que no se concretó. A
nosotros nos tocó construir consenso de gobierno, convertir
ese propósito en un propósito de gobierno.
Para explicar como no fue fácil convencer a los Estados
Unidos de esta negociación. Ellos estaban era por el tema
del Alca. Nosotros les expresamos en reiteradas ocasiones que
no se podía imponerles el mismo paso a todos los países,
con economías diferentes, con diferencias también
en concepciones políticas.
Que hay unos países, como el nuestro, que por las características
de su economía, una economía manufacturera media,
una economía agropecuaria de productos muy competidos
en el mercado internacional, tienen mas urgencia de entrar al
mercado de Estados Unidos mediante tratados que otros países
que, por ejemplo, se sustentan con economías petroleras,
producto que no necesita de tratados para su venta.
Quería introducir este tema con lo que sucedió en
los últimos cuatro años frente a América
del Sur, cuando Colombia lideró al interior de la Comunidad
Andina el acuerdo entre Comunidad Andina y Mercosur. Que si bien
en lo inmediato no va a generar altas posibilidades económicas,
sí puede generarlas en lo mediato, en el mediano y largo
plazo, y además desde ya es un punto político muy
importante de demostración palpable, clara, del propósito
de unidad suramericana, que no se excluye con la necesidad que
tienen países como el nuestro de buscar el mercado más
grande del mundo, el mercado de los Estados Unidos.
Pero me quedo allí en la enunciación de estos
temas introductorios para hacer unas referencias a las muy importantes
intervenciones que acabamos de escuchar del señor rector,
doctor Luis Arango, y del doctor Iván Madrid, representante
de los estudiantes al Consejo de Educación Superior en
Colombia.
Yo diría que el tratado en su conjunto favorece la economía
colombiana, y en su conjunto favorece todos los sectores. Incluso
cuando uno hace el balance del sector agropecuario, en su conjunto
el sector agropecuario es ganador, al interior del sector agropecuario,
como lo vamos a ver al examinar producto por producto. Y les
pido especialmente a los estudiantes que vayan pensando en los
productos de sus preocupaciones. No obstante que hay dificultades
con algunos productos, que las hemos reconocido ampliamente ante
el país, cuando se consolida el balance, al sector agropecuario
le sirve muchísimo el tratado.
El tema de educación superior. El señor Rector
me ayuda. Antes de entrar a mirar los puntos concretos, déjenme
decir que coincido con lo que ha planteado el señor Rector
sobre los principios cardinales que deben orientar una universidad. Él
lo ha dicho. Tiene que ser de masas, no de elite. Se necesita
una universidad masiva, una universidad crítica, una universidad
científica. Uno no puede tener una universidad simplemente
para avalar el orden establecido, en un país con tantas
dificultades sociales como Colombia. La universidad tiene que
ser crítica, y al mismo tiempo en su ejercicio científico
tiene que convertir esa crítica en una acción que
le devuelva a la sociedad las luces, para que la sociedad pueda
corregir los problemas que la universidad detecta.
La universidad tiene que vivir en permanente debate. La universidad
no puede ser dogmática de ninguna de las ideologías.
Porque en el momento en que la universidad abandone el debate
y empiece a ser dogmática, confesional en cualquiera de
los extremos, la universidad pierde el camino de búsqueda
de la verdad. Pero esa universidad científica que requiere
vivir en debate permanente, tiene que ser una universidad donde
se debata con fraternidad. Y ahí es donde hay que trazar
el lindero entre el debate fraterno y creador y el debate con
odios, que simplemente estanca la búsqueda de la verdad.
Y allí hay que trazar también la línea divisoria
entre esa universidad que vive en permanente agitación,
que es su misión, y la universidad violenta. Una cosa
es la universidad crítica y otra cosa es la universidad
violenta.
Yo soy hijo de la universidad pública. Vivimos unos años
muy difíciles: los 70. La universidad pública nos
enseñaba solamente una visión del mundo en la época:
la marxista. Y la vida nos ha enseñado que el mundo tiene
un proceso evolutivo, que cuando las universidades no quieren
apreciarlo ese proceso termina derrotando las universidades.
El debate universitario de los años 70, jamás
habría permitido que mi generación anticipara la
caída del Muro de Berlín. Si hubiera sido por las
tesis del debate universitario de los años 70, China no
habría abierto su economía, ni se habría
convertido en el primer país receptor de inversión
extranjera directa en el mundo. Vietnam seguiría en una
lucha política con los Estados Unidos y no se estaría
desarrollando sobre la base de buscar también que sus
productos lleguen al mercado norteamericano.
El proceso evolutivo que le ha tocado vivir a mi generación,
indica que cuando los procesos de debate universitario se estancan
en el dogma, se estancan en las proposiciones confesionales,
esos procesos son arrasados por la evolución de la historia.
Por eso la universidad nunca puede estancarse. Para la universidad
no puede haber fin de las ideologías, para la universidad
no puede haber fin del debate. Y la violencia generalmente es
el fin del debate.
El Gobierno que presido ha tenido absoluta claridad para establecer
la diferencia entre lo que es el respeto a una universidad autónoma
por mandato de la Constitución, a una universidad libre,
crítica, y lo que es la obligación de impedir una
universidad violenta. Bienvenida siempre la crítica, pero
siempre tenemos que rechazar que la crítica se torne en
violencia, porque en ese momento la crítica deja de aportar
y simplemente es sustituida por la fuerza destructora de la violencia.
La preocupación del doctor Madrid sobre la mercantilización
de la universidad por el TLC, se puede despejar mirando lo que
ha dicho el propio Rector.
Primero, el TLC en nada afecta la norma constitucional colombiana
que consagra la autonomía de la universidad. Segundo,
el TLC en nada afecta la Ley 30 que desarrolló el principio
constitucional de autonomía universitaria. Tercero, el
TLC en nada modifica la prohibición colombiana para que
las universidades públicas o privadas no puedan ser entidades
con ánimo de lucro.
Lo ha dicho el Rector y me gusta que él se haya anticipado
en ese recorderis. Colombia seguirá con el principio de
que la universidad no puede ser una entidad lucrativa, sea de
naturaleza pública o privada, hasta cuando soberanamente
el país defina lo contrario. El TLC en eso no tiene incidencia
alguna.
El TLC en nada puede intervenir para que Colombia fortalezca
o debilite su universidad pública o privada. Al contrario,
lo que hemos hecho en este Gobierno, y lo atestigua esta universidad,
es un proceso de fortalecimiento de la universidad pública.
El doctor Madrid presenta con preocupación el caso de
la Universidad del Atlántico. Mirémoslo. Estamos
procurando sacarla adelante. ¿Qué pasó?
La quebraron por malos manejos. La recargaron de pensiones reconocidas
en contra de la ley.
¿El Gobierno qué ha dicho? Queremos buscar los
recursos para sacarla adelante, pero allá nos tienen que
ayudar con varios puntos.
Primero, que los pensionados que tiene la universidad renuncien
a la porción de la pensión que se les reconoció en
contra de la ley. Está bien que el presupuesto nacional
pague esas pensiones para salvar la universidad, que haya esfuerzos.
Lo que no puede hacer el presupuesto nacional es pagar cuantías
ilegales de pensiones.
Segundo, hemos pedido a la Universidad del Atlántico
que se sanee unos bienes patrimoniales que valen muchísimo
dinero, como unos lotes suburbanos de Barranquilla que dejaron
invadir, para que con eso se concurra al pago de las pensiones.
Y tercero, hemos pedido a la Universidad del Atlántico
austeridad en sus gastos administrativos para garantizar su sostenibilidad.
Lo público no puede ser sinónimo de derroche. La
propiedad privada más importante es la propiedad pública,
porque no es de uno u otro individuo sino de toda la comunidad.
Aquel principio del Código Civil que define las culpas
y que dice que el administrador tiene que administrar los bienes
ajenos, con la mayor curia, es el principio que hay que aplicar
en el manejo de las universidades públicas. Porque cuando
se maneja una universidad pública, se está manejando
una empresa privada, la más delicada, cuyos propietarios
son todos los integrantes de la comunidad.
Dejemos a un lado la Universidad del Atlántico. Miremos
qué ha pasado con la universidad pública en este
Gobierno. Estaba estancada y cayendo la matrícula. Se
ha recuperado enormemente. Al finalizar este Gobierno en agosto,
estaremos llegando a unos 350 –370 mil nuevos cupos en
el cuatrienio. El gran aporte lo ha hecho la universidad pública.
Empecemos por eso.
Veamos la Universidad del Valle. Estuvo a punto del cierre,
de la quiebra. Hoy fortalecida. La del Cauca: no podía
con la carga pensional. Problema superado con un gran esfuerzo
del presupuesto nacional.
Me decía una niña en la ciudad de Montería
la semana pasada: ¿es cierto que nos van a cerrar la Universidad
de Córdoba porque viene la Universidad de Harvard y no
tenemos manera de pagar esas matrículas? Aquí lo
ha dicho el Rector muy claramente. Cualquier universidad extranjera
que quiera venir a Colombia, puede venir con o sin TLC. Simplemente
se tiene que someter a nuestra Constitución y a nuestras
leyes. Y le dije a esa niña: recuerda qué era la
Universidad de Córdoba hace cuatro años y recuerda
cómo está ahora.
Con ese debate de la Universidad del Atlántico se ha
hecho mucha crítica al Gobierno en el Caribe colombiano.
Y el balance es este: recuperada la Universidad de Córdoba
(estoy hablando solamente de las públicas). Fortalecida
la Corporación Universitaria de Sucre, fortalecida la
Universidad de Cartagena, recuperada la Universidad del Magdalena,
fortalecida la Corporación Universitaria de La Guajira,
fortalecida la Universidad Popular del Cesar.
Entonces quiero disipar esos temores. Y ha dicho el señor
Rector que el Tratado de Libre Comercio no se opone a los subsidios
a las universidades. No hay ninguna norma del Tratado de Libre
Comercio que afecte la disposición legal colombiana que,
en virtud de la norma constitucional, obliga a hacerle un aporte,
que tiene que crecer año tras año, mantenerse en
valores reales, a la universidad pública, y que nos puede
costar presupuestalmente alrededor de dos billones por año.
Es lo que se llama la transferencia a las universidades.
Tampoco existe una sola norma del Tratado de Libre Comercio
que le prohíba al Estado colombiano, al Gobierno, seguir
creciendo los recursos de Icetex. Al contrario, hace cuatro años
la masa de crédito otorgada por el Icetex ascendía
a 500 mil millones. Hoy supera los 800 mil.
Y gracias a una ley que nos aprobó el Congreso en diciembre,
después de dos años de debate, el Icetex gana independencia.
Será una entidad financiera independiente, no amarrada
por las limitaciones del presupuesto nacional. Lo que permitirá que
el próximo Gobierno, cualquiera que sea, pueda pasar los
créditos del Icetex de 800 mil millones, a mínimo
2 billones.
El señor Rector ha dicho que él ve que el Tratado
de Libre Comercio lo que trae es una gran oportunidad para las
universidades. Las reta y les da oportunidades. A mí me
parece excelente para Colombia. Me parece excelente para Colombia
que lleguen estos retos. Estos retos se dan a partir de círculos
virtuosos.
El Tratado de Libre Comercio nos fuerza a convertir en realidad
el sueño de una mejor universidad, y al mismo tiempo nos
da la oportunidad de que el Estado colombiano, gracias a una
economía que crezca con mayor dinamismo, tenga más
recursos para fortalecer el sistema educativo en general.
El doctor Iván Madrid además presenta su preocupación
por el tema de ciencia y tecnología. Es válida.
Colombia necesita hacer esfuerzos muy superiores en materia de
ciencia y tecnología. Algo hemos avanzado en este Gobierno.
No lo suficiente.
Hace cuatro años el país dedicaba a ciencia y
tecnología, el 0,22 del PIB. Propusimos llegar al O,6
el promedio suramericano. Planeación Nacional nos informa
que el año pasado llegamos al 0,72. O sea que hemos avanzado,
pero mínimo hay que llegar al 1 por ciento del PIB.
Eso implica un esfuerzo de todas las entidades: empresa privada,
comunidad académica, universidades, Sena, presupuesto
nacional, Conciencias, del orden de 3 billones al año.
Un esfuerzo grande, pero es el mínimo que debe hacerse
en Colombia.
Comparto esa preocupación del doctor Madrid, y también
comparto parcialmente su preocupación de la mejor articulación
que necesita la educación colombiana. Yo creo que estamos
haciendo un esfuerzo en la articulación, en lo que se
llama la educación gradual, para poder tener en Colombia
una educación por etapas.
Por ejemplo, una de las decisiones tomadas por este Gobierno
es la de los ciclos propedéuticos. Otra de las decisiones
tomadas por este Gobierno, es la de que los egresados del Sena
puedan ir a una universidad, allí les reciban lo cursado
en el Sena, se los validen, completen los créditos que
se requieran para acceder a los títulos de educación
superior.
¿Qué es el ciclo propedéutico? Es la posibilidad
en una universidad de enseñar gradualmente. Primero, de
formar a un estudiante en un programa medio. Darle la oportunidad
de que ingrese más rápidamente al emprendimiento
o a la vida laboral. Después continuar formando en educación
complementaria hasta que obtenga el grado de educación
superior. Y mantenerlo de por vida vinculado a la universidad,
en posgrado, doctorado, en cursos de refrescamiento, en cursos
de extensión.
Creo que eso rima perfectamente con un principio que debe imponerse
en Colombia: el de tener la posibilidad de estudiar y de trabajar
toda la vida.
Al hacer estas referencias a las dos muy importantes intervenciones
del doctor Madrid y del doctor Arango, Rector, quisiera suspender
aquí mi intervención para escucharlos a ustedes.
Son muchos temas los que seguramente inquietarán la mente
de ustedes. ¿Por qué el Atpdea? ¿Por qué no
la renovación? ¿Por qué el Tratado de Comercio?
El Tratado de Comercio y la Comunidad Andina. El Tratado de Comercio
y la Unión Suramericana, Europa, China, Centroamérica.
Todos los productos industriales, los productos del sector agropecuario.
Como el conjunto de temas es denso y muy extenso, ayudaría
mucho que pudiéramos adelantar el foro con intervenciones
muy puntuales para que podamos abarcar, en la mayor extensión
posible, este tema tan importante para la vida nacional.
Les ofrezco la palabra y el señor Rector irá asignándoles
el uso de la palabra, a medida que ustedes lo soliciten”.