Es importante hacernos todas estas preguntas y caben muchísimas
otras. En fin, surgen cantidades de interrogantes de la mayor
importancia, se los traigo a manera de menú.
¿Quienes de los aquí presentes son comunicadores?
Bueno, yo no me iba a atrever a desarrollarles todo este menú a
manera de un monólogo, se volvería una cátedra
pasiva, insoportable.
Dicho el menú, tienen la palabra, para escuchar sus preguntas,
sus comentarios, ojalá sobre este menú, que no
es restrictivo, no es un listado taxativo, es un listado enunciativo,
pero sí es muy importante para poder, en algo, contribuir
en este gran Foro que tiene lugar en nuestra ciudad de Medellín,
que en lo posible nos ajustemos a este menú, que lo he
pensado mucho porque es posible que en él quepan todas
las inquietudes que hoy gravitan en las mentes de nuestros ciudadanos
sobre la Comunidad Andina, su presente, su futuro y los acuerdos
de integración con otras economías.
No me vayan a poner ahora simplemente en la noticia política,
porque el tema trasciende la noticia política, el tema
es muy de fondo y por eso me permití introducir el foro –que
quiero tener unos minutos con ustedes- con un temario bastante
amplio.
Gloria Granda, Agencia de Noticias
ANSA de Italia, en Lima – Perú:
Mi pregunta no puede escapar a
la noticia, no lo voy a comprometer más, simplemente ha habido –como mencionó el
Embajador Wagner- unas declaraciones del presidente Evo Morales.
Ha hecho un planteamiento para que el presidente Hugo Chávez
reconsidere su posición, pero también ha pedido
a Perú y a Colombia que suspendan, por ahora, el tema
del TLC. ¿Qué opinión le merece?, ¿usted
cree que eso es un paso que congela un poco esta escalada de
declaraciones que poco bien le hacen al proceso de integración?
Presidente de la República: Pues usted va a quedar muy
frustrada con mi respuesta y me voy a arriesgar a que usted diga
que no le respondí, pero creo que el tema hay que mirarlo
de mucho fondo.
Primero, en la Comunidad Andina, a principios de los 90, se
tomó la decisión de avanzar con un criterio de
región abierta. Eso, por ejemplo, llevó a que algún
país andino como Bolivia, tomara la decisión de
integrarse como miembro observador a MERCOSUR. Llevó a
que Venezuela y Colombia suscribieran el G-3 con México.
Llevó a otros países de la Comunidad Andina a suscribir
acuerdos con terceros, con países de mercados diferentes
a la Comunidad Andina. Eso es bien importante tenerlo en cuenta.
Si usted mira hoy la balanza entre Colombia y Bolivia, encontrará que
Colombia le compra a Bolivia más o menos 170 millones
de dólares al año, le vende 30 ó 40.
Una de las explicaciones sobre el profundo déficit en
esa balanza para Colombia, es que Bolivia, desde que ingresó como
miembro observador a MERCOSUR, le compra a MERCOSUR mucha manufactura
que le podría comparar a Colombia y no lo hace. Sin embargo,
Colombia nunca ha protestado por esto.
Colombia le compra a Bolivia 170 millones de dólares,
aproximadamente. La mayor parte de esas compras se dan en soya,
en sus diferentes modalidades.
A lo largo de la negociación con los Estados Unidos fuimos
cuidadosos de los intereses de Bolivia y de los intereses andinos,
al punto que lo que hemos negociado no maltrata la legislación
andina. Por eso el tema es un tema que hay que tratarlo con mucho
fondo y no simplemente, con declaraciones efectistas en periodos
electorales.
La negociación que hemos hecho, en ningún momento
afecta la legislación andina. Pusimos el buen cuidado
de conseguir unos periodos razonables de desgravación
-5y 10 años- en el aceite crudo de soya y en el aceite
refinado de soya. El gobierno de Bolivia dice que su temor es
porque hay desgravación inmediata del fríjol de
soya y de la torta de soya. Eso representa, a penas, el 25 por
ciento de lo que Colombia le compra en oleaginosas a Bolivia.
Nuestros empresarios han dicho –y se lo repitieron en
mi presencia al presidente Evo Morales, en un diálogo
de cinco horas, en la ciudad de La Paz- que a ellos les queda
imposible ponerse a traer fríjol de soya o torta de soya
de los Estados Unidos a Colombia para moler ese fríjol
aquí, extraer el aceite y reemplazar el aceite crudo o
refinado que se trae de Bolivia. Ese es un punto que hay que
tener en cuenta y que es mucho más profundo que el efectismo
político, en vísperas electorales.
El otro punto que hay que tener en cuenta, es que entre los
costos de producción de Bolivia y el precio de venta de
sus oleaginosas a Colombia, hay una diferencia del 125 por ciento.
O sea que Bolivia tiene un gran margen para ser más competitiva
en Colombia.
¿Por qué le tienen temor a unas importaciones
diferidas de los Estados Unidos cuando tienen un margen muy amplio
para reducir sus precios en Colombia sin afectar su negocio?
Otro punto muy importante: si usted va hoy a Venezuela y compra
soya de Bolivia, la encuentra más barata en Venezuela
que en Colombia. La soya de Bolivia vale menos en el mercado
de Venezuela que en el mercado de Colombia. ¿Por qué?:
porque Colombia ha tenido puritanismo con la Comunidad Andina
y no ha permitido que se importe soya con cero arancel de otro
país diferente a Bolivia.
En cambio, la hermana República de Venezuela recibe soya
de Paraguay sin arancel. Entonces la soya de Paraguay le compite,
en el mercado de Venezuela a la de Bolivia y obliga a la de Bolivia
a rebajar el precio en el mercado de Venezuela. Si le dieran
el mismo precio al mercado de Colombia, no tendrían porqué temerle
al tema de los Estados Unidos.
A mi me parece muy grave desconceptuar el tema del TLC por razones
ideológicas sin sustentar e ignorar que en el fondo hay
unas diferencias de nuestras economías que hay que respetar
en el proceso común de erradicar la pobreza.
Tan válido es que Bolivia quiera cambiar las condiciones
para vender gas, como que Colombia quiera entrar al mercado de
Estados Unidos. Ambas decisiones apuntan al propósito
de cada gobierno de erradicar la pobreza.
Y ahí empiezan a aparecer diferencias muy grandes. Una
economía petrolera o una economía de gas y de hidrocarburos,
no necesita acuerdos de comercio para vender esos productos.
Una economía de manufactura mediana como la Colombia,
de productos agrícolas muy competidos, sí necesita
esos acuerdos de comercio para vender sus productos.
Los países productores de hidrocarburos pueden vociferar
contra el TLC, pueden oponerse con razones ideológicas
sin sustentación material porque ellos están tranquilos,
ellos tienen su petróleo y su gas para venderlo en los
mercados internacionales. Se los arrebatan, la gente hace fila
para comprárselos. Nosotros no. Nosotros tenemos que disputar
mucho los mercados para vender esta manufactura, para vender
estos productos agrícolas.
Es que detrás de esta discusión hay realidades
como esta: la hermana Bolivia tiene más o menos 8 millones
de habitantes y 70 teras de gas, reservas probadas. Colombia
tiene 43 millones de habitantes y 7 teras de gas. Venezuela tiene
170 teras de gas, reservas probadas. Eso pone de presente realidades
que muestran profundas diferencias entre las posibilidades de
una economía y las posibilidades de las otras.
A mi me parece que es injusto obligar a Colombia, que no tiene
sino la décima parte de las reservas de gas de Bolivia,
que no tiene sino una mínima parte de las reservas de
gas de Venezuela. A mi me parece injusto obligar a Colombia,
que tiene una producción declinante de 520, 530 mil barriles
de petróleo al día, cuando la hermana Venezuela
tiene una producción creciente de 3 millones 200 mil barriles
de petróleo al día. Me parece injusto que con esas
diferencias, que le quiera obligar a Colombia a que no entre
al mercado más grande del mundo.
Yo me formé en esta ciudad en la universidad pública
y no propiamente en la época escolástica. Mis dos
primeros años de derecho fueron años de marxismo.
En esa época a nosotros no nos dejaban ver el futuro del
capitalismo, el horizonte del mundo nos lo mostraban entre escenarios
de un socialismo soviético, un socialismo cubano o un
socialismo chino.
Mi generación, que estudió en los años
70 en la universidad pública, no tuvo posibilidades de
anticipar lo que pasó poco tiempo después: la caída
del muro de Berlín. Yo todavía me asombro de que
Mao Tse Tung hubiera sido sucedido por Deng Xiao Ping.
Pero también me asombra que el mundo socialista no hubiera
entendido a tiempo el proceso evolucionista, inducido, generado
a través de los estudios de Hegel. El más práctico
que lo comprendió fue Deng Xiao Ping, cuando dijo: “el
socialismo tiene que ser evolucionista no lo podemos estancar
en unos dogmas para que condenen a nuestra gente a padecer el
hambre. Hay que combinar la economía socialista con la
economía de mercado, para que los socialistas chinos puedan
mejorar el nivel de vida, ser ricos”. Y dijo con gran pragmatismo: “no
importa que el gato sea pardo, blanco o negro, lo importante
es que cace ratones”.
Pues bien, ¿qué le ha pasado a la China?: lleva
muchos años captando 67 mil millones de dólares
de inversión extranjera directa al año. Ha sustraído
ya de la pobreza 400 millones de habitantes. Crecimientos sostenidos
del 11 y 9 por ciento. Y se disputa, todos los días, para
entrar al mercado de Estados Unidos y al mercado de Europa.
¿Y nosotros con esta pobreza nos vamos a privar?
Entonces los chinos entrando a Estados Unidos, los vietnamitas
entrando a Estados Unidos y a nosotros, pequeñas disputas
parroquiales de la ideología, ¿nos van a privar
de entrar a esos mercados?
Recuerdo, en una pasantía académica en una universidad
de los Estados Unidos –no hace mucho, en el año
91-, una misión vietnamita visitó esa universidad,
yo asistí a esa visita y me sorprendió porque les
escuché decir que lo que querían era: abrir relaciones
comerciales con Estados Unidos, captar inversión norteamericana
a Vietnam y poder vender los productos vietnamitas en el mercado
de Estados Unidos.
Me dije: ¿el Vietnam de Ho Chi Min?, ¿el Vietnam
que derrotó a los Estados Unidos?, ¿el Vietnam
de un socialismo consolidado por las armas, aprestigiado por
la victoria militar más importante que se pueda reivindicar
como el haber sacado de su territorio a japoneses, franceses
y a norteamericanos?, ¿con las heridas todavía
si cicatrizarse y aquí hay una misión comercial
de Vietnam pidiendo entrar al mercado de Estados Unidos? Eso
lo traigo a cuento para que iluminen las discusiones de hoy.
Los países del mayor furor socialista, aspiran todos entrar
al mercado de Estados Unidos.
¿Nos van a privar a nosotros, que no tenemos petróleo
ni gas en cantidades suficientes, de buscar ese mercado para
vender más de nuestros productos, generar empleo y contribuir
a erradicar la pobreza? ¡De ninguna manera!
Ahora, pienso que en la medida que un país como Colombia
pueda crecer su economía a través de estos mercados,
eso le ayuda a toda la Comunidad Andina porque entonces los colombianos
vamos a tener más posibilidades de comprarle a la Comunidad
Andina.
Cuando se hizo el G-3 con México, hubo críticas
parecidas. Dijeron: ‘ahora van a desviar comercio hacia
México, van a afectar la Comunidad Andina’. En principio
hubo una desviación, pero han crecido tanto las exportaciones
a México que eso nos ha dado mayor capacidad para comprarle
más productos a otros países andinos.
El gobierno de Venezuela dice que algunos empresarios se le
han quejado porque Colombia le va a comprar a Estados Unidos.
Los estudios más rigurosos muestran que en el peor de
los casos, no habría una desviación de comercio
superior al 15 por ciento, transitoria porque, finalmente, en
la medida en que esta economía nuestra crezca por poder
ingresar al mercado de Estados Unidos, eso nos da más
capacidad adquisitiva para comprarle más a la hermana
República de Venezuela.
Si nosotros podemos, gracias al TLC, financiar una agenda de
competitividad e infraestructura, como la que viene proponiendo
este Gobierno ¿cuánto más acero, cuánto
más hierro, cuánto más petroquímica
le tendremos que comprar a la hermana República de Venezuela?
Y se ha ignorado otro tema: que sin terceros mercados corremos
el riesgo de ahogarnos en la abundancia de algunos sectores productivos.
Por ejemplo, nos mantenemos ahogados en el arroz. Ecuador es
autosuficiente, excedentario. Perú, produce. Bolivia,
produce. Venezuela entre la producción interna y lo que
importa es excedentario en arroz. Nosotros en Colombia tenemos
300, 400 mil hectáreas sembradas en arroz.
Vaya a ver las dificultades en la comunidad Andina, que lo diga
el Embajador Wagner, su Secretario General. Cada uno trata de
colocar en el mercado del vecino sus excedentes de arroz y el
problema es que ese producto no tiene terceros mercados. En cambio
si hay otros productos que pueden correr el mismo riesgo de la
saturación en el mercado andino y que podemos evitar ese
riesgo a través de tener mercados.
Yo suelo citar el tema de cárnicos y lácteos con
la hermana RepúblicaBolivarianade Venezuela. Colombia,
por regla general es abastecedor de Venezuela, excepcionalmente
cuando ellos han tenido un buen inventario y aquí ha habido
algunas dificultades, nos han abastecido. Entonces, nos hemos
ayudado mutuamente porque ha coincidido la escasez en el uno,
con la abundancia en el otro.
¿Qué pasa cuando excedentes en ambos, que es muy
probable? Aquí ser recupera el hato, gracias a la Seguridad
Democrática; el Presidente Chavez está haciendo
grandes esfuerzos por crecer el hato venezolana, además
le compra carne y leche a Suramérica. ¿Qué va
a pasar el día que los dos mercados estén saturados
y que no tengamos terceros mercados para vender?
Entonces por eso esto es muy importante que se examine más
allá de los afanes electorales. Esto es muy importante
que se examine más allá de las declaraciones ideológicas.
A mi me parece bien esa reunión y todas las que convoquen,
pero es muy importante que se sienten cancilleres, ministros,
equipos técnicos, a poner números a esto, a estudiar
cuidadosamente –con el aporte de todos- lo que ha ocurrido
y lo que puede pasar.
Esto necesita un nuevo estudio muy cuidadoso que va a llevar
a la conclusión de que se ha respetado la normatividad
andina y que esto que hemos negociado, Perú y Colombia,
a todos nos puede beneficiar. Hay que llegar a ese estudio.
Me preguntará usted: ‘¿y entonces Colombia
va a suspender la negociación con Estados Unidos?’ Colombia
es un país serio, nosotros no hemos estado 22 meses negociando
y peleando con ellos por jugar. Lo que debemos encontrar es que
haya entendimientos en la Comunidad Andina.
-Si me hacen otra pregunta, igualmente política, le respondo
con una respuesta igualmente larga-.
Zenaida Solís, de la revista Caretas y de Radio 1160
del Perú:Yo quiero tomar
una de sus preguntas del menú que
dio usted. ¿Se ha negociado el TLC con la autorización
de la Comunidad Andina? Entre las primeras declaraciones del
presidente Chávez, dijo que le parecía muy injusto
que países como Perú y Colombia tomaran la decisión
de negociar el TLC sin que los demás, sin que los miembros
de la Comunidad Andina, lo supieran. ¿Esta usted en
capacidad de decir que eso no era cierto?
Presidente de la República:Hágame el favor señor
Embajador Wagner o señor ministro Botero, cuéntenle
a este respetable auditorio qué autorización se
tramitó previamente para esta negociación.
Ministro de Comercio, Jorge Humberto
Botero:Antes del comienzo
de las negociaciones en una cumbre presidencial realizada en
Quito, se expidió la resolución, la decisión
598. Esa decisión autoriza las negociaciones con terceros
países, sean ellos de la región latinoamericana
o de cualquier otro lugar del mundo, con el afán expreso
en esa decisión de que en lo deseable deberían
ser negociaciones comunes o comunitarias, es decir de grupos
de países o individuales.
En esa decisión se pusieron unas condiciones que son
las siguientes: en primer lugar los países tendrían
que comprometerse, al adelantar esas negociaciones, a cumplir
la normativa comunitaria. Pues bien, un documento de la Secretaría
de la Comunidad Andina, que se encuentra disponible en el portal
de la Secretaría, demuestra a cabalidad que los tratados
celebrados por Colombia y Perú cumplieron ese requisito.
En segundo lugar, se exige a los países mantener un adecuado
intercambio de información, con el fin de recoger las
sensibilidades de los distintos países. La hermana República
de Venezuela expresó, y esto es muy interesante, exclusivamente
sensibilidad por el tema de los licores. No expuso otras sensibilidades
cuando fue objeto de consulta. Pues bien, esas sensibilidades
fueron atendidas, no sólo por que eran preocupaciones
de Venezuela, sino por que también nuestro propio sector
productivo de licores nos demandaba una desgravación lenta
para los productos de licores. De modo tal que los licores quedaran
desgravados en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos
en la canasta de desgravación mas lenta, que es la de
10 años.
Pero en un prurito de buena fe, el equipo negociador colombiano
se percató, como es bastante obvio, que las sensibilidades
de Venezuela no se agotaban en los licores, que quizás
los licores no eran su sensibilidad más importante, como
en efecto no lo es, porque el volumen de los licores que exportan
a Colombia o a los países de la Comunidad Andina que estaban
en la negociación, es verdaderamente marginal. Y que en
realidad las sensibilidades de Venezuela, así no lo hubiese
dicho, están en la petroquímica, en la siderurgia
y en el sector automotriz. En todos esos sectores los compromisos
de desgravación que hicimos son en las canastas más
lentas del proceso de liberación paulatina del comercio
con los Estados Unidos.
La República de Bolivia, a su vez, expresó sensibilidad
sobre la soya. El señor Presidente a dado respuesta cabal
a esas inquietudes, pero sí me lo permite, y sin yo querer
emular con él en la longitud de las respuestas, diré brevemente
lo siguiente: Colombia es el único país andino
que ha mantenido rigurosamente un elevado arancel protector en
beneficio de Bolivia, al tiempo que ha garantizado rigurosamente
el acceso a la soya y sus derivados a la República de
Bolivia sin arancel.
Esa circunstancia es la que explica, como el presidente Uribe
lo señalaba, la paradoja de que la soya boliviana y sus
distintos derivados en la cadena de agregación de valor,
el precio es mucho más alto en Colombia que en Venezuela,
que en Perú y, oh, paradoja, que incluso en Bolivia.
De modo que cuando a Colombia se le reprocha haber hecho una
negociación que ciertamente buscó equilibrar los
intereses de Bolivia con los propios intereses de Colombia, aun
cuando ciertamente exponiendo Bolivia a algún grado de
competencia en el corto plazo, pues lo que hay que decir con
relación a la crítica que se nos formula a ese
respecto, es que si ha habido algún país andino
solidario de Bolivia, ha sido Colombia. Por eso nos sorprende
tanto los reproches que ahora recibimos.
En resumen: la decisión 598 autoriza esas negociaciones,
la Secretaría ha certificado que cabalmente cumplimos
con los requisitos, he señalado algunos de los requisitos,
y esos requisitos fueron cabalmente cumplidos.
Zuliena Alaina, de la Asociación Nacional de Periodistas
de Perú:Algo muy concreto,
hemos escuchado el tema de las bondades del TLC para Colombia
pero a su criterio, ¿qué pierde
o qué estaría sacrificando Colombia con la firma
de este TLC?
Presidente de la República:El TLC no es una panacea,
ni es un acuerdo ideal. Este es un acuerdo de dos partes, y la
situación política en los Estados Unidos no es
fácil. Si aquí llueve, allá no escampa.
Uno tiene que mirar también lo que ha pasado allá.
Allá hay muchas dificultades para negociar y para aprobar
estos tratados.
Yo quiero contarles a ustedes que para el Gobierno que presido
no fue fácil que Estados Unidos entrara a aceptar esta
negociación. Cuando le propusimos esta negociación
hace cerca de tres años y medio, casi cuatro años,
este Gobierno la propuso a los pocos meses de haberse instalado,
y se instaló el 7 de agosto del 2002, el Gobierno de Estados
Unidos primero dijo que no, que había que hacer el Alca.
Nosotros le dijimos: mire, el Alca tiene muchas dificultades
ideológicas. Además es injusto que quieran someter
a todo el mundo al mismo tratamiento.
Brasil, por ejemplo, no tendrá afán del ALCA,
porque Brasil tiene muchos mercados. Colombia tiene muy pocos
mercados. Colombia sí necesita entrar al mercado de Estados
Unidos. Mientras Brasil coloca entre Mercosur, Estados Unidos
y Europa el 40 por ciento de sus exportaciones, y el 60 por ciento
en mercados muy diversos, Colombia es un país de muy pocos
mercados.
Se lo dije al Gobierno de Estados Unidos: ustedes tienen que
mirar las diferencias de unas economías con las otras.
Además esto no puede ser una integración por razones
ideológicas de mercado. El fin no es el mercado. El fin
es crear una sociedad democrática, equitativa, sin pobreza,
una sociedad con niveles altos de empleo, empleo estable, bien
remunerado, de empleo digno.
No fue fácil que los Estados Unidos aceptaran entrar
a hacer esta negociación, porque ellos estaban con la
obsesión del Alca. Y es una negociación que allá también
tiene muchas dificultades y muchos opositores. Ustedes saben
que en la Cámara de Estados Unidos apenas por dos votos
se aprobó la ratificación del Tratado con Centroamérica.
Productos en los cuales aquí hay preocupación.
Hay preocupaciones en el arroz, hay preocupaciones en la avicultura.
Le cito el caso del arroz. Ya le expliqué cómo
estos países nuestros son excedentarios y no hay terceros
mercados. Nosotros en Colombia tenemos dificultades del arroz,
porque entra mucho arroz de Ecuador y de Venezuela, Comunidad
Andina, y lo respetamos. Pero la negociación es una negociación
que desgrava el arroz a 19 años. Y en esa desgravación
paulatina, el arroz norteamericano puede ser competitivo solamente
cuando el arancel haya bajado del 80 al 33 por ciento. Y eso
sucederá apenas en el año 14, en el año
15.
Además, hay un mecanismo ahí de subasta para que
los arroceros colombianos participen en las importaciones del
contingente de los Estados Unidos con los arroceros norteamericanos.
Hemos tomado la decisión de proteger unos productos con
subsidios, bien sea subsidios al precio, bien sea subsidios para
que se reconviertan, bien sea subsidios para que lleguen a ser
más competitivos.
Ese proyecto de ley que se está concertando con sectores
como los arroceros, lo llamamos Agro: Ingreso Seguro. Y lo tiene
que hacer todo país del mundo. Incluso aquí el
Gobierno se ha visto entre extremos. Algunos dijeron: hombre,
no hagan TLC que van a sacrificar el arroz. Y otros dijeron:
Háganlo, y sacrifiquen el arroz. Nosotros tomamos la decisión
de hacer el TLC sin sacrificar el arroz. Lo vamos a apoyar con
subsidios y hoy tengo críticos que dicen, por ahí escriben
los analistas económicos: ¿cómo se van a
gastar ese platal en subsidios agrícolas?
Yo me he comprometido a que vamos a pagar unos subsidios agrícolas. ¿Por
qué? Por muchas razones y le voy a dar dos: Cuando los
analistas económicos dicen: un país como Irlanda
cuando se integró a la economía europea, sacrificó sectores,
dejó que desaparecieran, y es un país hoy con un
altísimo nivel de empleo, un altísimo nivel de
ingreso per cápita, es un país que va muy bien,
la situación con nosotros es incomparable. Aquel es un
país de 3 millones y medio, nosotros tenemos 43 millones
de habitantes. Aquel es un país pequeño, éste
es un país de 1 millón 164 mil kilómetros.
Dejar sacrificar un pequeño sector en un pequeño
país que está recibiendo tanta inversión,
puede no ser problema. Pero aquí no es fácil entrar
a sustituir 300 ó 400 mil hectáreas de arroz. Por
eso hay que protegerlo.
Y la razón de fondo: el horizonte de seguridad alimentaria
en el largo plazo. Aquellos que me dicen: deje que se acabe el
arroz, yo les contesto: ¿y qué le puede pasar a
Colombia el día que no pueda traer arroz barato de Venezuela,
que no pueda traer arroz barato del Ecuador y que tampoco llegue
arroz barato de Estados Unidos, y que no haya suficiente producción
de arroz aquí? Afectaríamos sensiblemente la seguridad
alimentaria.
Entonces por razones sociales de seguridad alimentaria, nosotros
vamos a hacer un esfuerzo fiscal con algunos productos agropecuarios.
En el caso avícola también tenemos dificultades,
pero esas dificultades se dan hoy con la gripa aviar, que en
Colombia no ha habido brotes del grado preocupante de gripa aviar.
Sin embargo, hoy no nos dejan enviar nuestros pollos a Venezuela.
Y eso es lo que no sale en los titulares de prensa.
Por eso a mí me preocupa mucho que en lugar de estar
hermanadamente manejando estos problemas, nos dejemos llevar
a unos enfrentamientos de discursos, en los cuales Colombia no
va a caer. Hoy nosotros no podemos exportar pollos a Venezuela
so pretexto de la gripa aviar, que aquí no hay. Hoy nosotros
no podemos exportar pollos al Ecuador.
Usted sabe lo que ha pasado en el mundo con el consumo de la
industria avícola, por el temor de la gente a la gripa
aviar. Y eso ha deprimido mucho los precios. Entonces hay depresión
en los precios y hay nerviosismo en nuestros productores y hay
temor de que con los precios tan bajos, en el mercado de Estados
Unidos, de los cuartos sazonados de pollos, eso nos pueda hacer
una competencia grave. Ahí estamos estudiando medidas
a ver cómo defendemos esta industria avícola.
Colombia no ha ocultado ninguno de los problemas, pero le quiero
decir esto: el Tratado en su conjunto beneficia al conjunto de
la economía colombiana, y en cada sector, incluido el
agrícola, tiene un resultado neto favorable. No obstante
que al interior del sector agrícola hay productos con
dificultades, el balance para el sector avícola es muy
favorable.
Federico Aguilar, del periódico La Tuerca: Yo
antes de hacerle la pregunta, quiero aprovechar…
Presidente de la República:Siquiera con este problemita
que yo tengo con Semana, me aparece ahora a ayudarme La Tuerca.
Federico Aguilar: No,
pero vea, quiero aprovechar, la vida es de oportunidades, y
hoy están aquí presentes mi
tocayo Federico Restrepo, director de Planeación, está nuestro
querido Alcalde, el doctor Fajardo, está el señor
Presidente de la República, pero también candidato
a la reelección, y estoy yo, a quien en el barrio me dicen
el Alcalde de Naranjal. Y usted me dijo ahora a la entrada que
si el alcalde le pedía ayuda a la Presidencia de la República
para la renovación urbana de Naranjal, usted estaba dispuesto
a ayudarnos. Entonces, ahí le tiro la cuña, porque
ahí estamos reunidos aquí. Pero la pregunta que
yo quería hacerle, y hágame algún comentario
sobre Naranjal.
Presidente de la República:Embajador Allan Wagner. Mire,
usted excusará, pero en esta tierra no hay uno solo bobito.
Vea, como utiliza el hombre la oportunidad.
Federico Aguilar: Presidente,
pero vea, ahora el presidente regional decía esta frase: nada justifica quebrar o romper
el sueño de Simón Bolívar, hablando de ideologías
y hablando de Chávez. Nada justifica quebrar o romper
el sueño de Simón Bolívar, dándole
un golpe a la Comunidad Andina. A usted esa frase, ¿qué comentario
le merece?
Presidente de la República:A ver, hombre, primero que
todo es bien importante esto: la ciudad de Medellín ha
tomado la delantera en el país en unos programas que el
mismo alcalde llama macroproyectos de vivienda social. Y acabamos
de adjudicar 2.400, 2.450 subsidios de vivienda para ese macroproyecto.
¿Qué es? No dejar que la vivienda social se desintegre
en un proyectito pequeño por allí, otro pequeño
por allí, otro pequeño por allí, sino hacer
grandes proyectos, en este caso promovidos por la autoridad municipal,
que convocan a constructores, a los dueños de la tierra,
a todo el mundo. Y eso ayuda porque se consigue suficiente tierra
a precios razonables, sobre todo en unas ciudades que tienen
tanta escasez, y ayuda porque esos proyectos grandes tienen disminución
de costos, allí hay economías de escala, y en esos
proyectos grandes se pueden poner de más terrenos para
los servicios de la comunidad, para el espacio público,
para las escuelas, el centro de salud, los salones comunales,
los senderos peatonales, la ciclorruta, las canchas deportivas.
Queremos proponer estos modelos como modelos que deben replicarse
en todo el país.
Hace cuatro años, en la primera reforma tributaria de
este Gobierno, se incluyó un artículo que le da
exención de impuestos a los proyectos de renovación
urbana. Si el alcalde de Medellín promueve un proyecto
de renovación urbana en El Naranjal, todos los propietarios
de las actuales edificaciones nos aportan a este proyecto, los
ingresos que ellos perciban posteriormente, cuando se desarrolle
la renovación, son ingresos por los cuales no tendrán
que pagar impuestos nacionales.
Allí hay una gran ayuda, para el evento que ustedes tomen
en Medellín la decisión de adelantar esos proyectos
de renovación urbana.
La otra idea que estamos estimulando es la siguiente: ayudar
a financiar estos proyectos con recursos de Findeter. Entonces,
bien sea la entidad municipal o los constructores o los aportantes
de los terrenos que quieran entrar en esos proyectos de financiación
urbana y que necesiten recursos, el Gobierno tiene abierta la
posibilidad de la línea de crédito de Findeter.
Pueden contar con ella.
El otro tema: El Libertador tuvo una visión de largo
plazo en la historia, de una integración amplísima.
En esas bellísimas cartas en las cuales él reiteró la
necesidad de reunir el Congreso Anfictiónico en el Istmo, él
siempre habló de una integración una visión
muy, muy amplia. Y yo creo que su afán por la reivindicación
de los sectores pobres, que lo puso de presente en la Independencia
de Bolivia, en aquella época con el nombre del Alto Perú,
y que se reflejó en ese bellísimo texto de la Constitución
de Bolivia que él mismo redactó, es el que nos
tiene que estimular hoy a buscar los caminos que nos permitan
redimir la pobreza.
Si Bolivia puede honrar la aspiración de El Libertador,
con su gas y con sus hidrocarburos para redimir la pobreza allá,
magnífico. Si Colombia la puede honrar buscando más
mercados para vender nuestras manufacturas, para vender nuestros
productos agrícolas, magnífico. Yo creo que la
gran frustración del sueño de El Libertador es
cuando estos países no hacen esfuerzo para derrotar la
pobreza. Y nosotros no hemos tenido objetivo distinto, en la
búsqueda del mercado más grande del mundo, que
es el mercado de los Estados Unidos, que encontrar oportunidades
para nuestros trabajadores, que encontrar ingresos para nuestra
economía, para poder derrotar la pobreza.
Y a propósito, hay que hacerle llegar un mensaje a los
trabajadores: este Gobierno ha creado un millón 700 mil
empleos en el sector privado, un millón 700 mil empleos,
eso se cuenta. Que estamos con un desempleo muy alto, sí,
pero es que llegamos a tener desempleos del 20 hace poco, venimos
de regreso. Por fortuna este país, en medio de semejante
crisis, tomó de nuevo el camino de generar empleo. Y en
eso han ayudado muchísimo, en la generación de
ese millón 700 mil empleos, las exportaciones de estos
años a los Estados Unidos, las que no queremos que se
suspendan, ni dejen de crecer, porque que acabe el 31 de diciembre
de este año el ATPDEA y no tengamos el TLC.
Nosotros le exportamos a los Estados Unidos el año pasado
alrededor de ocho, nueve mil millones. Quítele 3.500,
4 mil, hay 5 mil de petróleo, y hay más o menos
4 ó 5 mil de exportaciones no tradicionales, que crecen
muy dinámicamente y que son altamente generadoras de empleo.
Yo no veo alternativas para reemplazar ese mercado. Y cuánto
le ayuda eso a la economía andina en general, cuánto
le ayuda la capacidad adquisitiva. Si en Colombia se genera empleo,
cuánto ayuda eso a que los colombianos compren productos
de la hermana Venezuela o de la hermana Bolivia.
Y hay otro elemento muy favorable para los trabajadores, con
el deseo de que usted lo publique en La Tuerca. Se lo voy a decir:
en el Tratado hay una norma poco conocida, el pequeño
debate ideológico no lo ha dejado conocer, que dice que
si uno de los países dignatarios del Tratado viola los
derechos de los trabajadores, el otro país puede tomar,
aplicar sanciones, como la de no recibir sus productos.
Por ejemplo, si los Estados Unidos llegaren a violar los derechos
de sus trabajadores, nosotros podemos tomar represalias frenando
que vengan productos norteamericanos.
Si nosotros violamos los derechos laborales de nuestros trabajadores,
los prestacionales, si no somos efectivos en la defensa de la
vida de los líderes sindicales, si exportamos productos
producidos por trabajo ilegal de niños, Estados Unidos
nos puede frenar lo que exportamos allá.
El Tratado aparece como un nuevo mecanismo de defensa de los
derechos de los trabajadores. Los derechos de los trabajadores
hoy los defiende la Constitución, los defiende la ley,
los pactos colectivos, las convenciones colectivas, el Ministerio
de Trabajo, los jueces de la República, y el Tratado se
convierte en un elemento adicional para defender los derechos
de los trabajadores.
Los sindicatos colombianos saben que nosotros vamos a tener
que dar una gran batalla en la Cámara de los Estados Unidos
para que nos aprueben el TLC, porque allá se ataca mucho
a Colombia por el asesinato de líderes sindicales en Colombia.
Pero para claridad de los lectores de La Tuerca, cuando empezó este
Gobierno en Colombia asesinaban 165 líderes sindicales
por año. El año pasado todavía asesinaron,
asesinaron 12.
La Seguridad Democrática ha tenido especial interés
en la protección de los líderes sindicales, en
la protección de los periodistas, que hoy se sienten más
libres en Colombia, y en la protección de los alcaldes,
en la protección de los gobernadores, en la protección
de los luchadores políticos de oposición.
El Tratado nos da oportunidad de generar empleo, digno, estable,
con afiliación a la seguridad social, y se convierte en
un acuerdo jurídico que garantiza la protección
efectiva de los derechos de los trabajadores.
En virtud del Tratado, el Ministerio de Protección ya
está poniendo en movimiento una gran actividad para visitar
5 mil empresas en Colombia este año, y verificar que estén
al día, que estén cumpliendo con las normas salariales,
prestacionales y de afiliación a la seguridad social.
Me parece que es algo que tiene que hacer Colombia, cualquiera
sea el próximo Gobierno. Por ejemplo, comprometer todos
los estudiantes universitarios en esa tarea con el Ministerio
de Trabajo para visitar todas las empresas del país, y
garantizar que se cumplan todas las normas en favor de los trabajadores.
El Tratado es un buen paso en esa dirección. Me preocupa
que no se hable de ese tema: cómo defiende el Tratado
el empleo y cómo protege el Tratado los derechos de los
trabajadores. Sí que estaría contento Bolívar,
leyendo esa cláusula de protección de los derechos
de los trabajadores.
¿Cómo se habrá sentido Bolívar de
triste de ver que estos países echan mucho discurso y
no resuelven el problema de miseria? ¿Cómo se habrá sentido
de triste Bolívar de ver que estos países tienen
mucho discurso social y cero resultados sociales? ¿Cómo
estará de triste Bolívar de ver que aquí,
en lugar de darles educación a los niñitos, todavía
los dejamos participar en trabajos de manera ilegal?
Pues bien, el Tratado se convierte en otro elemento muy importante
para reivindicar a nuestros trabajadores, para reivindicar a
nuestros niñitos, para que estudien, para que nos obliguen
a llegar a plena cobertura escolar, en lugar de permitir que
los niñitos estén abandonando el aparato escolar,
trabajando en actividades que no les son permitidas y creándoles
a sus familias tristezas y a ellos mismos desesperanzas.
Julio Penagos, de la Asociación de Corresponsales de
Prensa (Acoprensa):Señor Presidente, también para
el doctor Botero. Bueno, toda la agenda del TLC, aprobación
en Senado y Cámara de Estados Unidos, aprobación
en Colombia, Corte Constitucional, es claro que el primero de
enero del 2007 no está listo. ¿Se garantiza la
retroactividad del Atpdea y sobre todo ese universo de productos,
como el textil–confección que sólo coloca
el 1 por ciento del mercado de este sector en Estados Unidos?
Presidente de la República: Déjeme yo le anticipo,
con un criterio político, al señor ministro Botero.
Yo creo que las circunstancias nos van a obligar a todos a agilizar
la aprobación. Desde aquí hago un llamado al Congreso
de Estados Unidos, a todas las bancadas del Congreso norteamericano,
para que piensen cómo agilizar la aprobación del
Tratado, porque me parece muy grave que esto se siga dilatando.
Yo sé que si el Tratado se aprueba rápidamente,
empieza a mostrar sus bondades, se empieza a tranquilizar la
discusión al interior de la región andina. Lo peor
para la Comunidad Andina es el estancamiento del proceso.
Los Estados Unidos tienen que comparecer ahora en este momento,
y agilizar el proceso de aprobación del Tratado. Es mi
llamado al Congreso de Estados Unidos.
Antes de considerar opciones para el evento de que no se haya
perfeccionado el Tratado el 31 de diciembre de este año,
cuando vence el Atpdea, permítame hoy, pidiéndole
a usted, ofreciéndole excusas por ello, no considerar
el escenario de que el 31 de diciembre no se haya aprobado, sino
al contrario: urgir al Congreso de Estados Unidos para que tramite
rápidamente esta ratificación, porque si el Tratado
se aprueba y se ve el crecimiento de estas economías y
el crecimiento en el empleo, yo creo que eso ayuda a superar
la discusión.
César Laserna, de Noticias Aliadas de Perú:Usted
ha hablado de protección de derechos. Hoy también
se ha hablado de que las políticas públicas tienen
que mirar una vez más a los ciudadanos, a las personas.
Y la integración nos lleva a pensar automáticamente
también en las tensiones que viven nuestras fronteras.
En el caso de Colombia con Ecuador, existen tensiones diarias
y hay situaciones de ciudadanos que a diario salen de Colombia
y han solicitado asilo a Ecuador. ¿Su Gobierno que tiene
pensado para solucionar este problema?
Presidente de la República:No, nosotros estamos haciendo
un gran esfuerzo para derrotar el terrorismo. Esas no son tensiones
entre gobiernos. Esas dos tensiones que han provocado unos terroristas,
negociantes de coca. Por eso hay que enfrentarlos con toda la
decisión y derrotarlos. Y la decisión de enfrentarlos
hay que mantenerla hasta el día que ellos recapaciten
y tomen la decisión de negociar. Nosotros aquí tenemos
tanta firmeza para derrotar el terrorismo como disposición
para negociar.
Esta ciudad de Medellín acaba de ser escenario de un
hecho que el país no soñaba con él: una
reunión de líderes del Eln, la segunda guerrilla
con la sociedad civil.
Éste, el Presidente que más ha combatido la guerrilla, éste,
el Presidente más odiado por la guerrilla, es el mismo
que les dio sus salvoconductos para que pudieran realizar esas
reuniones. Pero hay que tener toda la determinación.
Esa frontera hay que mirarla como una frontera donde hoy se
quieren guarecer traficantes de droga, que quieren que se les
siga reconociendo con el noble título de luchadores políticos.
Son terroristas financiados por la droga. Por eso, eso no puede
tener claudicaciones, hay que enfrentarlos con toda decisión.
Hace pocos días a mí me llamaron del Ministerio
de Defensa muy asustados, que porque unos aviones ecuatorianos
habían cruzado la frontera con Colombia y habían
sobrevolado el espacio aéreo colombiano. Y me enteré que
esos aviones estaban patrullando allí, porque la guerrilla
colombiana, narcotraficante, se pasaba al Ecuador. Entonces dije:
yo no voy a reaccionar airadamente contra el Gobierno del Ecuador,
ni más faltaba. Tienen todo el derecho de bombardear esos
bandidos.
Y entonces cuando se esperaba, cuando se esperaba que hubiera
una reacción furiosa de mi parte contra el Gobierno del
Ecuador, yo lo que hice fue llamar al Presidente del Ecuador
y le dije: vea, Presidente, comprendemos el problema que estos
bandidos le causan al hermano pueblo ecuatoriano. Comprendemos
que ustedes tienen que tomar acciones en esa frontera, el Gobierno
de Colombia no tiene ninguna protesta, esto lo resolvemos amistosamente.
Javier Barrios, de
la Red de Radio de Fe y Alegría de
Venezuela: Por lo que usted nos
ha explicado, nos ha detallado, las bondades, los beneficios
del Tratado de Libre Comercio para
Colombia, viendo esos beneficios, viendo esas ventajas, ¿está vigente
la integración de la Comunidad Andina, vale la pena
salvar a la Comunidad de Naciones?
Presidente de la República:Totalmente, totalmente. ¿Sabe
cuál es mi repuesta, cuando el presidente Chávez
ha anunciado que Venezuela se va a retirar? Nosotros para salvar
la Comunidad Andina persistiremos en el diálogo paciente.
Aquí no va haber, no nos vamos a dejar llevar de afanes
electorales para que en esta víspera electoral respondamos
de manera agresiva, de ninguna manera. Nosotros tenemos muy presentes
los imperativos de la integración, y por eso nuestra única
respuesta es la disposición perseverante al diálogo
paciente. Transmítalo allá. ¿O le digo a
La Tuerca que haga una edición en Venezuela.
Javier Barrios:El
Gobierno de Venezuela ha mostrado su preocupación
por el tema de las medicinas genéricas.
Presidente de la República:Qué buen tema, qué buen
tema. ¿Sabe por qué me emociona el tema? Aquí está uno
que me acompañó en esa época, el doctor
Juan Alfredo Pinto. Yo estuve ocho años en el Congreso
de Colombia trabajando la seguridad social, hasta que se aprobó la
Ley 100, que introdujo en Colombia en 1993 la posibilidad al
uso de genéricos. Tuvo eso un gran líder de entonces,
el fallecido ministro Juan Luis Londoño de La Cuesta,
que siempre nos hace más y más falta.
Colombia es un país muy, muy favorecido en genéricos.
Un alto porcentaje del suministro de medicamentos se atiende
en Colombia con genéricos. El tratado no afecta los medicamentos
genéricos. Bien importante reiterarlo aquí. Los
medicamentos genéricos se pueden producir, siempre y cuando
el medicamento base, a partir del cual surge el genérico,
ya haya superado el período de protección de la
patente. Eso existe desde mucho antes del tratado en la legislación
general de comercio en el mundo, eso no cambia, Colombia puede
seguir suministrando medicamentos genéricos en las mismas
condiciones legales anteriores al tratado.
Eso es muy importante, y es muy importante también decir
lo siguiente: la salud pública no se afecta. Por ejemplo,
si se descubre un nuevo medicamento y ese medicamento está en
Colombia en un periodo de protección y aparece una epidemia
y entonces ese caso de salud pública obliga a utilizar
ese medicamento, el país en ese momento puede romper el
período de protección, comprarle ese medicamento
a terceros o producirlo en Colombia. Eso es muy importante. Quedan
a salvo la salud pública y los medicamentos genéricos.
Yo entré personalmente a la mesa de trabajo donde se
negociaba el tema de propiedad intelectual, y he firmado una
nota preparada por el ministro Botero, que será una declaración
unilateral del Gobierno de Colombia anexa al tratado, para que
los interpretes del futuro conozcan mi experiencia.
Entré como Presidente de la República a esa comisión
y allí verifiqué lo que hoy certificó ante
este foro, que queda certificado por escrito ante la historia:
el tratado no afecta los medicamentos genéricos y el tratado
no afecta la salud pública. Más aún, ganamos
en algunos aspectos. Hay una figura que se llama el agotamiento,
que obliga a un país productor de medicamentos a registrarlo
en el otro país dentro de un tiempo limitado, definido.
De lo contrario, si excede ese tiempo no se le respeta el derecho
al registro.
¿Qué ha pasado históricamente? Los países
industrializados descubren un nuevo medicamento y lo traen a
nuestros países 30 ó 40 años después,
y se los tenemos que proteger. ¿Qué logramos ahora?
Que después de hecho el primer registro, tengan plazo
de cinco años, como máximo, para registrarlo acá.
Si no, no se les protege.
Ahora, la crítica: ¿que por qué no seis
meses? Yo habría estado de acuerdo. Si habría sido
mejor seis meses, un año, que cinco años, eso lo
peleamos mucho con Estados Unidos. Es que negociar no es fácil,
ellos tienen muchas presiones también de sus sindicatos,
de su Congreso, etcétera, pero logramos cinco años.
Yo creo que es muy bueno.
Y había otras pretensiones de Estados Unidos. Por ejemplo,
el linkage. Yo también soy un aprendiz de esos temas.
Esa figura yo no la conocía, estoy haciendo un curso apresurado
de actualización. Pero me explicaron en el proceso de
negociación los riesgos de introducir esa figura, porque
obligaba al país a que coincidiera en una misma institución
del Estado la competencia de patentes con la competencia de registro
de medicamento. Eso se evitó para bien de nosotros.
Y se pretendieron cosas como estas, que Colombia no aceptó.
Es que es más importante esta discusión que simplemente
dejarnos trabar en una pelea política, sin razón.
Miren, nos exigían y Colombia no aceptó, es que
esta fue una negociación con dignidad, esta fue una negociación
con energía. En algún momento creyeron aquí que
ellos nos iban a imponer que cuando llegara un producto a registrarse,
la respectiva entidad colombiana tuviera la obligación
de notificar a cada uno de los que tenían protección
en un producto semejante. Eso habría sido un desastre,
nosotros no aceptamos eso, dijimos simplemente: habrá una
notificación general.
En algún momento se interpretó que, para perjuicio
de la salud de Colombia, nosotros íbamos aceptar que se
cambiara el procedimiento de registro de medicamentos en Colombia.
No lo aceptamos.
Yo personalmente le pregunté a la señora que dirige
el equipo de negociación de propiedad intelectual de los
Estados Unidos, en la reunión que he mencionado: señora,
dígame, ¿nosotros tenemos que cambiar en virtud
de este tratado el procedimiento de registro de protección
de datos de prueba? Y me dijo -ahí estaba el Ministro
Botero-: no lo tienen que cambiar. Y entonces eso lo he certificado
en la declaración unilateral anexa al tratado, que he
firmado.
Es muy importante decirle a la Comunidad Andina: los países
que hemos firmado el tratado no tenemos ningún perjuicio
en materia de medicamentos, y además lo que hemos firmado
no obliga ni mucho menos perjudica a los otros países
andinos.
He ahí la importancia de esta discusión, porque
hay temas bien sensibles como el tema de cultura, el tema de
los medicamentos, temas bien sensibles como el tema ambiental.
En todos esos capítulos salimos bien librados.
Hace pocos días repasaba yo el capítulo de telecomunicaciones.
Al principio nos exigieron a nosotros que teníamos que
vender las empresas estatales, y ésta donde estamos, bien
sensible, porque estatal. Esta es una empresa industrial y comercial
del Estado de propiedad de la ciudad de Medellín. Por
la tesis norteamericana de que el Estado no puede ser al mismo
tiempo dueño de empresas y regulador. Pues eso no lo aceptamos.
Es que el tratado no fue un tratado de adhesión. Fue
un tratado que negociamos con toda dignidad. Es la primera vez
en un tratado donde los Estados Unidos le tienen que aceptar
a la contraparte normas de protección ambiental. Por ejemplo,
nosotros no aceptamos, no aceptamos la obligación de patentar
nuevas plantas. Todo eso pensando en los derechos de nuestra
biodiversidad amazónica y andina.
Nosotros dimos una gran pelea y la ganamos, por preservar los
derechos de expresiones tan importantes de la cultura como la
reserva de pantalla.
Algún día le dije yo a los ministros: cuidado,
que el tratado no lo hunden los políticos, pero sí la
telenovelas. No vayan allá a poner esas telenovelas en
contra, porque están muy enraizadas en el alma de los
colombianos, y aquí se les tiene como una gran expresión
de la cultura de la Patria. Pues bien, esas dudas se disiparon.
La reserva que hemos tenido del 70 por ciento en horarios triple
A de la semana, en la pantalla de televisión para la producción
nacional, se mantuvo.
¿Qué sé cedió? Se cedió bajar
del 50 al 30 por ciento en unos horarios de fines de semana. ¿Y
qué nuevo se consiguió? Que si llegaren a surgir
nuevas tecnologías, Colombia mantiene el derecho soberano
de imponer reservas. Por ejemplo, si usted está en Colombia,
es usuario de un celular y le van a mandar cine desde Washington,
el Gobierno de Colombia puede decir: allí hay una cuota
de pantalla para la producción colombiana, me mandan tal
porcentaje de ese cine, que sea de cine colombiano.
Es la hora, ministro Botero, no duerma, explíquele al
país de día y de noche y me da una ayudita para
lo que viene, que este no fue un tratado de adhesión,
sino un tratado donde negociamos con dignidad, y esa es la mejor
respuesta al director del periódico La Tuerca. Si aquí hubiéramos
hecho un tratado por adhesión, a mí me daría
pena como Presidente de Colombia que me recordaran la epopeya
de El Libertador. Pero hoy ante la memoria de El Libertador puedo
responder, con toda dignidad, que este tratado lo negociamos
respetando profundamente y totalmente los derechos del pueblo
colombiano.
Si nosotros hubiéramos pisoteado la dignidad de la Patria
para adherir a intereses norteamericanos, si nosotros hubiéramos
entregado los derechos de la Patria, simplemente para aceptar
imposiciones norteamericanas, no estaríamos dándoles
la cara a los colombianos en este debate ni a la comunidad latinoamericana.
Estaríamos escondidos.
Estamos aquí de cara al país, en todos los escenarios,
mirando el pasado, el presente y el futuro de la Patria, porque
fue un tratado que negociamos con dignidad, no con entreguismos,
no con adhesiones a imposiciones desde afuera. Es muy importante
que eso conste. Y eso se traduce en las cláusulas. Que
negociamos con dignidad, ahí está la prueba de
lo que pasó en la agricultura. Que negociamos con dignidad,
ahí está la prueba de lo que pasó en la
cultura. Que negociamos con dignidad, ahí está la
prueba de lo que pasó en medicamentos. Que negociamos
con dignidad, ahí está la prueba de lo que pasó en
la pequeña empresa.
El doctor Juan Alfredo Pinto, uno de los colombianos a quien
más respetamos, porque ha sido un permanente abanderado
de la pequeña empresa, entró a la negociación
con miedo, entró a la negociación con reservas,
y salió de la negociación declarando que la pequeña
empresa colombiana se sentía victoriosa.
Seguramente el tratado, yo lo he reconocido, no es ideal, tiene
imperfecciones. Pero se negoció con dignidad, como lo
muestran los resultados. Se negoció con dignidad, una
prueba al canto: Colombia no se obliga a patentar plantas, por
respetar los derechos de nuestra biodiversidad.
Es que ha habido mucha distorsión y mucho cuento. A mí me
decían los indígenas del Cauca que estaban en contra
del tratado porque íbamos a vender el Macizo Colombiano,
que es la gran fábrica de aguas del país. Por Dios, ¿de
dónde? Cuando lo que hemos hecho es defender los intereses
de la biodiversidad colombiana.
Y en esto también han ocurrido cosas jocosas. En Neiva,
en un foro muy serio, donde los huilenses reclamaban el tratado
para poder desarrollar la roca fosfórica, insumo fundamental
en la industria de fertilizantes, que se reactiva por el tratado,
donde reclamaban el tratado para tener una aduana de Estados
Unidos que certificara producción de tilapia y de otros
peces en este país para mandar al mercado de los Estados
Unidos, de pronto del auditorio emergió un parroquiano
y me dijo: Presidente, yo tengo una venta callejera en Neiva. ¿Será que
los americanos me la van a quitar? Y le dije: ¿a ti se
te ocurre que va a venir un norteamericano a competirte en una
venta callejera, a las 12:30 del día, con el sol canicular
del Magdalena en las calles de Neiva? ¿Por qué me
preguntas eso? Presidente, me habían dicho y quería
estar seguro.
Otro tema bien importante para dejar lo jocoso. Por ejemplo,
negociamos con dignidad para proteger la educación, y
entonces aquí ha hecho carrera la tesis en algunos círculos
de que nosotros entregamos las universidades públicas.
Falso de toda falsedad. La semana pasada una niña me dijo:
Presidente, estudio en la Universidad de Córdoba, me dicen
que por el TLC va a cerrar la universidad pública y que
vamos a tener que pagar 80 mil dólares al año para
estudiar en la Universidad de Harvard.
Falso de toda falsedad. Este Gobierno lo que ha hecho es proteger
la universidad pública. El tratado mantiene incólumes
cuatro o cinco principios universitarios en Colombia. La Constitución
colombiana dice que las universidades gozan de autonomía.
La Ley 30 reproduce totalmente ese principio constitucional.
La Ley colombiana dice que las universidades tienen que ser entidades
sin ánimo de lucro. Eso se mantiene totalmente vigente
en el tratado. La Ley colombiana ordena subsidiar con transferencias
crecientes a la universidad pública. Eso no se afecta.
Ahí están los costos presupuestales que cada año
paga el Estado colombiano. Yo soy hijo de la Universidad de Antioquia,
yo soy hijo del debate de la universidad pública, la he
defendido siempre, en este Gobierno ha crecido muchísimo.
Me duele que ahora se quiera atacar al tratado con embustes,
diciendo que el tratado va a acabar con la universidad pública
colombiana. Al contrario, el tratado es una gran oportunidad
para que la universidad en Colombia, pública o privada,
sea más científica, más investigadora, más
masiva, más responsable, más preocupada por la
pertinencia.
Doctor Allan, muchas gracias. Señor Alcalde y a todos
ustedes, muchas gracias”.