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28 de abril

El proyecto demanda $31 mil millones de inversión

NUEVA BOJAYÁ ESTÁ LISTA EN UN 70%

Bogotá, 28 abr. (SNE). Casi todos los 1.500 habitantes de la cabecera municipal de Bojayá, entre ellos varios integrantes de la comunidad indígena embera, trabajan actualmente en mitad de la selva chocoana, en forma incansable y muchas veces bajo la lluvia, con un propósito en mente: edificar sus viviendas a un kilómetro del pueblo que hace cuatro años destruyeron los grupos violentos.

Llevar a cabo las obras en medio de esta región selvática y lluviosa, ha sido toda una odisea. Empezando por la movilización de los materiales de construcción a bordo de un barco, actividad que toma entre tres y hasta ocho días, dependiendo del clima imperante en la zona. A pesar de lo cual, “el avance del último año ha sido sorprendente”, según reportó Alejandro Rojas, gerente de la reubicación de Bojayá.

“En abril del año pasado –indicó–, sólo estaba construido el polideportivo, y hoy, de las 264 viviendas planeadas, 205 se encuentran ya en construcción y muchas de ellas están terminadas, mientras que las otras 56 están listas para iniciar obra. Asimismo ocurre con la pavimentación de las calles y los andenes. Los adoquines ya están hechos en un 55 por ciento. En saneamiento básico, el agua se llevó desde la quebrada ‘Todos no van’ hasta el pueblo y sólo falta repartirla. Ya se contrató y están listos para iniciar obras los sistemas de distribución de agua potable y aguas residuales”.

Desde que comenzaron las obras, en un terreno que no se inunda como actualmente sucede en el viejo Bellavista, se han removido 510 mil metros cúbicos de tierra y quedan por remover otros 10 mil, que serán utilizados para ampliar el pueblo en la medida que se necesite, por la llegada de nuevos habitantes de otras regiones.

El módulo educativo, el palacio municipal, el centro de salud, el hogar múltiple, la iglesia, la biblioteca y la pista aérea avanzan en su construcción, en tanto que la edificación de la estación de Policía ya está contratada.

Para la comunidad, pasar de casas de madera a viviendas de cemento, es una de las novedades. Los habitantes han participado tanto en la mano de obra, en un ciento por ciento de la comunidad, como en la elección del terreno donde se construye el pueblo y en los diseños urbanísticos del reasentamiento, que se han ajustado a sus recomendaciones.

“El nuevo pueblo se encuentra en una zona alta y su desarrollo es hacia adentro de la montaña, pero todas las casas tienen vista al río, como es la costumbre de la gente”, dijo el Gerente de la reubicación.

“La construcción no es lineal, como todos los corregimientos que están a su alrededor, sino que a cada 20 ó 25 casas se encontrará una plazoleta para que sigan viviendo su vida comunitaria. Es decir que se construyen 12 plazoletas”, señaló.

La localidad tendrá también parque infantil, colegio con toda su dotación, centro cultural, cancha de fútbol, una zona institucional y una ludoteca, que ya tiene construida la placa en cemento, pues será trasladada del viejo al nuevo pueblo.

El proyecto, liderado por la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional, demanda recursos superiores a los 31 mil millones de pesos, que son aportados por 15 entidades del Estado.

En resumen, Acción Social estima que la reconstrucción avanza en un 70 por ciento.

TEMA SOCIAL

“Reubicación con dignidad”, nombre que le ha dado la población a este proceso, tiene además un alto componente social que ha llevado a la comunidad a unir esfuerzos y recursos.

Parte de esa unión se observa en la Organización Popular de Vivienda (OPV), la Organización 2 de Mayo y el Laboratorio Experimental de Organización Empresarial (LEOS), gracias al cual se logró la conformación de empresas comunitarias de transporte de materiales, extracción de arena, fabricación de bloques de concreto y fabricación de puertas y ventanas, lo mismo que el diseño y la construcción de la casa modelo. De las 264 viviendas, 55 están siendo construidas por la OPV.

Esta gestión social también ha llevado a definir alternativas productivas que generen autosuficiencia y sostenibilidad, a través de proyectos de elaboración de velas, siembra de plátano, cría de aves, manejo urbano, planes de negocio y programas de desarrollo.

Igualmente se adelanta un trabajo conjunto con la comunidad para el desmonte del viejo asentamiento y el traslado físico y social de la comunidad a su nuevo pueblo.

El escepticismo y la incredulidad de los primeros años, que se originaron en las demoras técnicas, las adversas condiciones climáticas y en la necesidad de remover una gran cantidad de tierra, despareció entre los habitantes del casco urbano.

Ahora la comunidad compone canciones alusivas al nuevo pueblo y reconoce los esfuerzos de las entidades: “Aquí no hay que aplaudir a nadie todavía. Sin embargo los recursos que se ven en la reubicación provienen del Gobierno Nacional”, reconoce Jimmy Chaverra, líder de la Organización 2 de Mayo.

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