Bogotá, 7 dic (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la ceremonia
de ascensos de la Policía Nacional celebrada en la Escuela
General Santander.
“Acudimos hoy a este campo de la Escuela General Santander,
para asistir a una ceremonia siempre trascendente de la vida
de la Patria.
Hemos ascendido hoy al cargo de General al comandante de la
Policía, Jorge Daniel Castro Castro: una vida al servicio
de la institución, una vida al servicio de la Patria,
con transparencia, con eficacia, con espíritu democrático.
General: me honra mucho que, hace poco de tres años,
tuve el honor de imponer a usted el segundo Sol, cuando ascendió a
Mayor General. Y cómo me honra hoy tener la oportunidad,
después de haber trabajado tanto largo rato con usted
en el servicio de la Patria, de imponer el tercer Sol, cuando
ya asciende de Mayor General a General de la República.
General: tenemos toda la confianza que todos los días
sus energías serán más pródigas en
resultados para la derrota final del terrorismo.
Y nos congregamos hoy para graduar como Mayor General al inspector
general de la Policía, anterior brigadier general Jaime
Augusto Vera Garavito. Toda nuestra felicitación.
Al grado de brigadieres generales son ascendidos los hasta ayer
coroneles Marco Antonio Pedreros Rivera, quien tiene la gran
responsabilidad de la Policía Metropolitana del Valle
de Aburrá. Luis Alberto Moore Perea, quien asumirá como
comandante de la Policía Metropolitana de Santiago de
Cali, hijo del Chocó. Honra mucho a la Policía
Nacional, al Gobierno, que hoy a General de la República
sea ascendido alguien que representa genuinamente la amable diversidad
de esta Nación, la noble tierra chocoana.
Ascienden también a brigadieres generales, el general
Jesús Antonio Gómez Méndez, director de
Carabineros y de Seguridad Rural de la Policía. General Álvaro
Caro Meléndez, comandante del departamento de la Policía
de Atlántico, y el general Álvaro Enrique Miranda
Quiñones, comandante de la Policía de Santander.
A todos ellos nuestra felicitación, la gratitud. A sus
familias, que los han acompañado durante tantos años,
con abnegación, con amor, con la calidez del hogar. A
esas familias, un saludo desde el fondo de nuestro corazón.
Nos hemos congregado para asistir a la graduación de
176 subtenientes de la Policía Nacional, promoción
mayor Rosendo Vigoya Umaña.
Queremos rendir un homenaje a la memoria del mayor Rosendo Vigoya
Umaña, expresar nuestra solidaridad, nuestro afecto, a
su señora, a sus hijitos.
El Mayor fue asesinado por los terroristas de las Farc, cuando,
valerosamente, hace unos meses, estaba actuando en el programa
de erradicación manual de droga en el Parque Nacional
de La Macarena.
Lo asesinaron por erradicar la droga, lo asesinaron por proveer
al rescate de esa gran reserva ecológica de la Patria
y del mundo, que es el Parque Nacional de La Macarena.
Esta promoción tiene 32 mujeres. Cómo son de eficientes
las mujeres en las tareas comunitarias, cómo dan ejemplo
en el cumplimiento del deber, cómo manejan con pundonor
sus competencias, con transparencia, los recursos del Estado.
Cuánto más crezca la participación femenina
en la Policía, en las armas de la Nación, mayor
la tranquilidad para todos nosotros los colombianos.
Aplaudimos desde todo el corazón esta creciente participación
de la mujer en la Policía de Colombia, como hoy se expresa
con 32 mujeres que son ya subtenientes de la República
en esta promoción.
Un aplauso a la mujer colombiana en la Policía.
Y nos honra muchísimo que en este curso de subtenientes
hayan participado y hoy se gradúen cuatro subtenientes
panameños, de la hermana Panamá. Muchas gracias
por su confianza en la Policía de Colombia, en nuestras
Escuelas, muchas gracias por su confianza en la institucionalidad
de nuestra Patria.
Y quiero felicitar de todo corazón esta promoción.
Quiero felicitarla en cabeza del subteniente Juan Gabriel Ramírez
Rodríguez, primer puesto del curso. Honra a Colombia una
juventud de esta determinación, de esta vocación
académica, de esta firmeza para derrotar el terrorismo.
Honra a Colombia tener subtenientes como Juan Gabriel Ramírez
Rodríguez, distinguido hoy como el mejor de la promoción,
el sobresaliente de una promoción sobresaliente, quien
ha recibido la medalla Francisco de Paula Santander, y quien
ha recibido las condecoraciones de naciones amigas que honran
a la juventud de nuestra Patria.
Es la hora de la institucionalidad y del honor de la Fuerza
Pública. Lo que estamos haciendo con la Seguridad Democrática
tiene un objetivo: una Patria sin guerrillas y sin paramilitares,
sin narcotráfico y sin corrupción.
Lo que estamos haciendo con la Seguridad Democrática
es labrando, día a día, el camino de la recuperación
institucional.
En muchos sitios de la Patria, las instituciones legítimas
del Estado colombiano habían quedado reducidas a las formas,
habían perdido su poder, habían perdido su capacidad
de hacer cumplir las leyes, estaban destituidas en la práctica
por guerrilleros y paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico.
El proceso en que nos encontramos es para que la Patria recupere
plenamente la vigencia de las instituciones en todo el territorio.
La historia dirá cuántos años de debilidad
se necesitaron para que se llegara a ese proceso de deterioro
institucional, cuántos años de leguleyismo al servicio
del terrorismo se requirieron para que los terroristas finalmente
se impusieran, y cuántos años de desatención
en la seguridad, de descuido en el apoyo a la Fuerza Pública.
Se le apoyaba en los cocteles, se le apoyaba en las ceremonias,
pero no se le apoyaba en la operación, en los campos y
en las ciudades de Colombia. Se asistía a los cocteles
y a las ceremonias de graduación y a las ceremonias de
condecoración, pero a la hora de apoyar a la Fuerza Pública
para derrotar a las fuerzas terroristas, se prefería vivir
siempre atacando a la Fuerza Pública y en coqueteo con
los terroristas.
Eso es lo que ha cambiado. Aquí hay todo el apoyo a la
Fuerza Pública, como parte sustancial de esta política
de recuperación institucional, y toda la decisión
de la derrota del terrorismo.
Una Colombia sin guerrillas implica, general Castro, generales
ascendidos, oficiales, suboficiales, policías de mi Patria,
ser todos los días más eficaces para que en esta
Patria, que hace cinco años muchos estaban a la espera
de que la guerrilla finalmente asumiera el poder, finalmente
se acabe esa pesadilla, ese riesgo.
Les quedarán dos opciones: les quedará la opción
de entrar de buena fe en un proceso de paz, o la opción
de esperar la derrota final a cargo de la institución
legítima del Estado de Derecho.
Y algo que le da autoridad moral a esta tarea, es que el combate
lo ha hecho contra el terrorismo solamente la institucionalidad.
Nosotros no aceptamos malos ejemplos del pasado, cuando algunas
instituciones se mezclaron con terroristas para derrotar otros
terroristas. Nosotros hemos procedido con un objetivo: la recuperación
de la institucionalidad. Y con un medio: enfrentar a los terroristas
solamente con las fuerzas institucionales.
Seguramente para quienes me critican, no les habría extrañado
que un Gobierno presidido por mí se hubiera unido con
paramilitares para atacar a la guerrilla. Lo que ignoraban mis
críticos y los amigos soterrados de la guerrilla, es que
el propósito nuestro va más allá de la derrota
de la guerrilla. Ignoraban que el propósito nuestro es
el rescate de la institucionalidad, es el deseo cristiano y democrático
de que nuestra generación entregue todas las energías
para que podamos legar un país recuperado en la vigencia
de las instituciones.
Y hemos enfrentado al paramilitarismo sin antecedentes. Los
resultados son más elocuentes que el discurso. Los paramilitares
dados de baja, los paramilitares capturados. Hemos abierto un
proceso de paz, a la luz de la crítica internacional y
de la controversia nacional.
Queremos una Nación sin paramilitares. Aquellos que están
en el proceso de paz y lo cumplan, se les respetará lo
que la Ley de Justicia, Verdad y Reparación define, que
es la consagración jurídica del proceso.
Los que insistan en sus actividades delictivas, serán
combatidos por la Fuerza Pública con toda determinación.
En el pasado se acuñó el término paramilitarismo,
para en alguna forma justificar la acción de organizaciones
de justicia privada, cuyo propósito era combatir la insurgencia
guerrillera, al amparo de la debilidad oficial.
Se dijo que por la falta de determinación política
de los gobiernos para enfrentar la guerrilla, se fueron creando
condiciones para que se organizaran fuerzas al margen de la ley
para combatir esa guerrilla.
Todas esas circunstancias fueron creando razones que condujeron
a denominar esas bandas con el nombre de ‘paramilitares’.
Las circunstancias de hoy son diferentes. Hoy hay toda determinación
de derrotar todas las expresiones de violencia, de proteger todas
las regiones de Colombia. No puede haber razones para que a alguna
banda se le denomine ‘paramilitar’, ni se le pretenda
dar tratamiento benigno.
A aquellos que no participen en el proceso de paz, les queda
dos señalamientos: primero, el señalamiento de
puros criminales, y segundo, el señalamiento de orden
a la Fuerza Pública para que finalmente los derrote.
Pido a los colombianos una reflexión: no debemos hablar
más de paramilitarismo como acción presente o futura.
Que quede como una categoría del pasado, cuyas consecuencias
hay que acabar de resolver.
Una reflexión a mis compatriotas: que el único
camino en todas las regiones de la Patria sea la Fuerza Pública,
y la cooperación ciudadana con la Fuerza Pública.
No para legitimar el principio de la justicia privada, sino para
cumplir el mandato constitucional, en un Estado de solidaridad,
de que cada ciudadano tiene que cooperar con las instituciones
en busca del bienestar colectivo.
¡Es hora de rescate de institucionalidad y hora de rescate
de honor en la Fuerza Pública!
Esta Fuerza Pública valerosa no puede permitir que se
le manche, no puede permitir que se le desafíe. Allí donde
exista alguien que ha cometido un delito, que tiene relaciones
con grupos al margen de la ley, que ha delinquido por acción
o por omisión, que se le separe de la institución,
que se le juzgue, que se le lleve a la cárcel. Pero la
institución todos los días tiene que cimentar más
su honor. Honor de la Fuerza Pública y rescate de la institucionalidad,
son mandatos en esta hora de la Patria.
Se discute lo que ha sucedido en el proceso de paz con los mal
llamados paramilitares.
Apreciados compatriotas: los procesos de paz no pueden ser frustrados
ni defraudados. En los procesos de paz no puede haber frustración
por falta de voluntad política para sacarlos adelante,
ni tampoco puede haber defraudación por permitir que,
en nombre de la paz, se tolere la impunidad.
Nosotros hemos tenido la voluntad política de adelantar
este proceso. El Congreso aprobó una Ley, la primera en
procesos de paz en Colombia que exige justicia, verdad, reparación.
Antes simplemente todo se perdonaba y pasaban de incendiar el
Palacio de Justicia, con los dineros del narcotráfico,
a querer manejar el Congreso de la República, a aspirar
a la Presidencia, y a dictar cátedra moral a la Nación.
Hoy el paso por la justicia lo hemos defendido y lo hacemos
cumplir. Hay que tener en cuenta estos precedentes, para cuando
en el futuro se den procesos de paz con las Farc y con el Eln.
Porque en la crítica a nuestro Gobierno, hay crítica
sana que recibimos. Pero también hay crítica de
amigos soterrados de las Farc y del Eln que, para defender esas
organizaciones terroristas, quisieran siempre tener el pretexto
del mantenimiento del paramilitarismo, que ellos atacan, pero
que saben que en la medida que nosotros no lo desmontemos, se
les mantendrá una razón de justificación
al Eln y a las Farc.
El Gobierno reitera su voluntad con el proceso, siempre y cuando
no se cometan delitos que defrauden la buena fe, delitos que
violen la ley, delitos que afecten la confianza de los colombianos
y de la comunidad internacional en nuestras instituciones.
Aspiramos que la Fiscalía General de la Nación,
con todo nuestro apoyo en lo que demande el señor Fiscal,
pueda esclarecer los delitos que hayan ocurrido, asignar responsabilidades
individuales, ayudarnos a hacer claridad sobre todas las denuncias
que nos condujeron a las últimas decisiones.
Digámoslo claro, para que nada quede oculto: sectores
de este proceso que hoy están en la cárcel de Itagüí,
directa e indirectamente han insinuado que en los crímenes
recientes han participado oficiales de la Fuerza Pública.
Nosotros no ocultamos esas insinuaciones. Este Gobierno no es
el Gobierno de las sonrisas cómplices de tantos años
con la delincuencia. Este no es el Gobierno del tapen, tapen,
tapen. Este es un Gobierno firme para el rescate de la institucionalidad.
Por eso cuando los paramilitares que están en Itagüí insinúan,
directa o indirectamente, que puede haber oficiales de la Fuerza
Pública comprometidos en los crímenes recientes,
el Gobierno, en lugar de callarse, el Gobierno, en lugar de buscar
silencios, el Gobierno pone de presente esa insinuación
ante el país, ante la Fiscalía, ante la Procuraduría
General de la Nación, ante la Corte Suprema de Justicia,
para que se investigue, para que exista claridad, para que no
quede ninguna duda de nuestro proceso de recuperar las instituciones.
En el pasado se dio el mal ejemplo de juntar instituciones con
delincuentes para perseguir otros delincuentes. Nosotros habremos
cometido errores, pero hemos transitado un camino con toda firmeza
en estos años, que ha sido en camino de la institucionalidad.
De pronto iríamos más adelante en el combate contra
las Farc y contra el Eln, si subrepticiamente hubiéramos
estimulado alianzas con el paramilitarismo para enfrentar estos
grupos terroristas. Pero el legado que le queremos dejar a las
nuevas generaciones, es un legado de valor civil, de responsabilidad
con la Patria, de determinación para derrotar al terrorismo
con total respeto al medio constitucional, que es la fuerza institucional
de la Nación.
Queremos ayudar a la Fiscalía, en todo lo que esté a
nuestro alcance, para que despegue velozmente la aplicación
de la Ley de Justicia, de Verdad, de Reparación. De la
Ley de este proceso de paz, que trae beneficios a quienes en él
participan, como las condenas reducidas.
Este proceso de paz, en la medida que contribuya con la verdad,
va a cicatrizar heridas en la sociedad colombiana. Y va a crear
en la sociedad colombiana la conciencia de que nunca más,
por las debilidades de los gobiernos, por la confusión
entre civilidad y debilidad, los colombianos podremos hacerle
el juego a la guerrilla, o buscar defensa en los paramilitares.
El Gobierno estimula que esta Ley se aplique rápidamente.
Esta mañana, en una reunión con los Ministros,
el señor Vicepresidente, el Fiscal, el Alto Comisionado,
reiteramos el propósito de ayudar al Fiscal en esta aplicación,
para que, avanzando la Ley, no quede la menor duda del imperio
del ordenamiento jurídico en Colombia.
La verdad siempre es buena. Ayuda a la recuperación de
la institucionalidad, ayuda a depurar. A depurar la política,
a depurar el Ejecutivo, a depurar la Fuerza Pública, a
depurar la justicia. Depuración que se requiere en esta
hora de honor y de recuperación institucional.
Por eso, así como a lo largo del proceso, cuando ha sido
necesario, el Gobierno ha brindado seguridad a algunos desmovilizados,
el Gobierno ha ordenado que se brinde seguridad a las familias
de aquellos desmovilizados o de aquellos que estén en
la cárcel de Itagüí, que corran riesgos. Todo
lo que tengamos que hacer por la protección de esas familias,
lo haremos.
Nosotros, en procura de rescatar la institucionalidad, hemos
venido haciendo una pedagogía en Colombia: que no se siga
dividiendo en nuestro país el crimen entre un crimen bueno
y crimen malo. Todo crimen es horrendo.
Nosotros no podemos permitir la impunidad del crimen que convierte
en víctima al mafioso, ni la impunidad del crimen que
convierte en víctima al ciudadano inocente.
En ambos casos hay que derrotar la impunidad. Hay que acabar
con ese cuento que, por debilidad oficial, se impuso en el conversatorio
de los colombianos en los últimos 30 años.
Cuando se asesina a alguien, en lugar de repudiar el asesinato,
se pregunta quién era, para tratar de encontrarle justificaciones.
Entonces, cuando alguien dice: ‘no, lo que pasa es que
estaba en tratos con la mafia’, o el otro dice: ‘debía
una cuenta’, o el otro dice: ‘lo mataron porque estaba
en una discoteca con la mujer de un narcotraficante’, se
acaba el repudio al crimen, se acaba el interés de esclarecerlo,
y aparece la justificación. Eso no se puede permitir.
Para nosotros, la protección de los que están
en cárcel, en sus vidas y en sus derechos, la protección
de sus familiares, es tan importante como la protección
de las familias y de los ciudadanos colombianos que no tienen
estas dificultades.
Por eso nuestra seguridad es democrática. Esto no es
de ahora. Así lo planteamos desde la campaña que
nos condujo a la elección presidencial en el 2002. Y el
proceso democrático, las elecciones de este año,
han demostrado que nuestro concepto de seguridad es democrático,
porque es seguridad para todos los colombianos. Independientemente
de que estén en la cárcel o en el ejercicio de
oficios lícitos. Independientemente de que con sus tesis
apoyen al Gobierno o sean voceros de la oposición.
El Alto Comisionado para la Reinserción (Frank Pearl)
debe reunirse esta semana con los grupos que integran los 40
mil desmovilizados de Colombia, hablar con ellos, dar a ellos
confianza. Ese proceso es muy costoso. Hablar de 40 mil desmovilizados
es fácil en la teoría. Administrar 40 mil desmovilizados
es muy difícil en la práctica.
Comparen con el número de desmovilizados del pasado.
El M-19, algo así como 900. Si se le suma el EPL, el Quintín
Lame, no llegan a 4 mil. Ahora son 40 mil desmovilizados.
Ellos deben tener confianza: que si cumplen, el Gobierno les
cumple. Deben saber qué es mejor el camino de la reinserción
definitiva a la vida constitucional, que las tentaciones de reincidencia
criminal.
A quienes cumplan en la cárcel, se les respeta el proceso
de paz. A los desmovilizados que cumplan, a todos aquellos que
están en diferentes centros de referencia del país,
se les respeta el proceso de paz. A quienes reincidan, se les
levantan los beneficios de la Ley de Justicia y Paz, y si llegaren
a tener la suspensión de la extradición, también
se levanta la suspensión de extradición.
Todos los días el leguleyismo inventa tesis. El leguleyismo
que condujo a Colombia a este horrendo dominio del terrorismo,
ahora dice que se está utilizando la extradición
como un mecanismo de presión política.
Si sirve para presionar a la delincuencia, para derrotar a la
delincuencia, utilizamos la extradición.
Para derrotar a la delincuencia, este Gobierno ha autorizado
ya más de 500 extradiciones. Para derrotar a la delincuencia,
el país se tiene que preparar para que en momento que
corresponda, si nuestra justicia ha fallado, también se
extradite por requerimiento de la Corte Penal Internacional,
que dentro de dos años entrará ya a tener el alcance
pleno del tratado que la incorpora en el ordenamiento mundial
en relación con Colombia.
Hay temores. En unas regiones de Colombia donde se desmovilizaron
paramilitares, subsisten temores por las presiones de la guerrilla.
El camino no es rearmar estos grupos, el camino no son las Águilas
Negras, el camino no son las nuevas bandas emergentes. ¡A
todos estos bandidos hay que derrotarlos! El camino es evitar
la presencia guerrillera con la acción institucional del
Ejército y de la Policía, con la integración
entre la Fuerza Pública y la institución armada
de la Nación. Ese es el camino, apreciados compatriotas.
Es difícil, pero con buena y firme voluntad todos los
días lo lograremos. En el Catatumbo y en Urabá.
Y lo lograremos en los Montes de María y en el Golfo de
Morrosquillo, y lo lograremos en el Baudó, y lo lograremos
en tantos sitios del sur de la Patria.
Con constancia, amaneciendo todos los días con energías
recargadas para avanzar en seguridad, en esas zonas los colombianos
finalmente se convencerán de que es mejor dormir con la
protección de la Fuerza Pública para enfrentar
la amenaza guerrillera, que con el doble riesgo de la amenaza
guerrillera y la ficticia protección paramilitar.
Hay temores. En mi ciudad de Medellín hay el temor de
que las Farc están contratando desmovilizados del paramilitarismo.
Eso hay que enfrentarlo.
Señor General Carrillo y hoy señor General Pedreros,
quien hasta ayer era coronel de la República: cada vez
que intenten las Farc entrar a Medellín, a derrotarla.
No vamos a permitir que esa acción mercenaria del terrorismo,
ahora contrate desmovilizados para ejecutar acciones criminales
de otro tipo y de la misma gravedad.
Con nuestra persistencia, con el heroísmo de la Fuerza
Pública, todos los días, a pesar de las dificultades
y reveses, debe acrecentarse en Colombia el sentimiento ciudadano
de confianza en nuestras instituciones.
Señor General Castro, muchas felicitaciones.
Señores Generales ascendidos, muchas felicitaciones.
Los espera una tarea más dura. Esta estrella que por
primera vez llega al hombro de algunos, que por segunda vez llega
al hombro del General Vera, este Sol que por tercera vez llega
sus hombros, General Castro, son expresiones de la ilusión
de una Nación que no quiere que se hable más de
un ‘conflicto prolongado de baja intensidad’, sino
que se hable de la hora de derrotar este desafío terrorista
a la democracia.
¡Que ustedes no sean los Generales de la contención
del conflicto, como lo llaman algunos teóricos, sino los
Generales de la derrota definitiva del terrorismo!
Dios mediante, lo vamos a lograr. Y en medio de dificultades,
la voluntad del pueblo colombiano, tras el propósito de
la institucionalidad, los acompaña a ustedes férreamente.
A sus familias, que han consagrado tantos años de la
calidez del hogar a estimular su tarea patriótica, nuestra
gratitud, nuestra gratitud inmensa.
Compatriotas, en el pasado se apaciguaba a los criminales para
que hubiera tranquilidad en los gobiernos. Eso conducía
a que jamás hubiera tranquilidad en la Nación.
Ahora, a pesar de que halla zozobra en la política, dificultades
para el Gobierno, no hay apaciguamiento.
¡Atrás quedó el apaciguamiento! ¡Ahora
toda la firmeza contra el terrorismo, así el Gobierno
tenga dificultad, pero para lograr que finalmente la Nación
tenga tranquilidad y tenga confianza!
¡Que tiemblen los criminales, que trabaje más la
Fuerza Pública, que nos ayude la justicia, que en el Gobierno
enfrentemos con éxito dificultades, que no compramos apaciguamiento,
para que la ciudadanía colombiana pueda vivir tranquila!
¡Que viva Colombia y que viva nuestra Policía!”.