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7 de Diciembre

PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN CEREMONIA DE ASCENSOS DE LA FUERZA AÉREA COLOMBIANA

Cali, 7 dic (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia de ascensos en la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), celebrada en la Escuela Militar de Aviación “Marco Fidel Suárez”.

“Regresamos esta tarde a la Escuela Marco Fidel Suárez para asistir a la graduación de un grupo de subtenientes de la Fuerza Aérea Colombiana, con un buen número de mujeres, que le dan tanta seguridad a la Fuerza, tanta confianza a los colombianos, por la diligencia en sus tareas públicas, por la honradez en el manejo de los recursos del Estado, por su pundonor en el cumplimiento del deber.

Queremos agradecer a estos jóvenes la decisión patriótica que tomaron de dedicarse al servicio exclusivo de la Nación, en un momento de dificultades y de oportunidades, en un bello momento en el cual la Patria quiere dejar atrás la negra pesadilla del terrorismo.

Ustedes son ejemplo por su valor civil. Son ejemplo por su coraje, por su determinación. Son ejemplo por su integridad. Pocos días antes de posesionarse como presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy visitó su Universidad de Harvard. Allí pregunto a los estudiantes de aquella época si se estaban preparando, como se tienen que preparar todos los líderes, para estar listos a responder las preguntas del juicio de la historia.

¿Fuimos nosotros hombres de carácter? ¿Fuimos nosotros hombres íntegros? ¿Fuimos nosotros hombres de buen juicio? ¿Fuimos nosotros hombres de determinación? Eso es lo que encontramos como respuesta positiva en estas graduaciones de subtenientes en las diferentes armas de la República. Una juventud con integridad, una juventud con carácter, una juventud con determinación, una juventud con buen juicio, una juventud con coraje, una juventud de esperanza de que vamos a recuperar la institucionalidad.

Es la hora del honor militar y de la institucionalidad. La institucionalidad en la justicia, en la política, la institucionalidad en la eficacia de la Fuerza Pública. En muchos sitios del país había sido desalojada por los grupos criminales. Por guerrillas y paramilitares, financiados ambos por el narcotráfico. Fueron lustros durante los cuales creció la guerrilla, el narcotráfico, aparecieron los paramilitares y brilló por su ausencia la voluntad política del Estado para hacer prevalecer las instituciones.

Es la hora de hacer desalojar a los intrusos, a los usurpadores, a los criminales. Es la hora de recuperar el imperio de las instituciones. Su contribución, apreciados subtenientes, es una gran esperanza de que esta tarea se va a consolidar.

Durante estos años hemos avanzado, pero no lo suficiente. Hace cinco años algunos inversionistas interesados en Colombia oían decir esto de los analistas: ‘no inviertan todavía, esperen, las Farc están próxima a tomarse el poder en Colombia, hay que dar un tiempo a ver qué va a pasar después de que las Farc instauren su poder en Colombia’.

Eso lo hemos reversado, gracias al heroísmo de los soldados, de los policías de la Patria, al arrojo de los pilotos de la Fuerza Aérea. Y hoy la Nación viene recuperándose en un camino de institucionalidad.

Los colombianos tenemos un designio: una Patria sin guerrilla, una Patria sin paramilitares, una Patria sin narcotráfico y una Patria sin corrupción. Ustedes, subtenientes, hacen una gran contribución para lograrlo.

Y quiero, hondamente, desde el alma, desde el corazón, hacer llegar un saludo a las mamás, a los papás, a los familiares de ustedes aquí presentes. Porque ustedes, que todavía no son papás ni mamás, no alcanzan a imaginar el sentimiento del padre, cómo será el de la madre por los hijos.

Y en la situación de Colombia, en este desafío terrorista todavía no superado, el sacrificio que hacen sus padres al ver que ustedes asumen la tarea de las armas para recuperar la fe en Colombia, el sacrificio que hacen los padres es muy grande. Sólo ellos se resignan en ese sacrificio, por el amor que le tienen a la Patria.

Mamás y papás aquí presentes, muchas gracias por este sacrificio que ustedes hacen por Colombia. Los aplaudimos con gratitud, desde el fondo del corazón.

Hemos tomado el camino de la institucionalidad. La institucionalidad es nuestro destino y es nuestro medio. Hemos combatido a la guerrilla y a los paramilitares institucionalmente. No se han repetido experiencias del pasado, cuando hubo alguna asociación entre instituciones y criminales para derrotar criminales. No. Lo nuestro es un camino transparente. Más difícil.

Mis críticos habrían entendido que yo me hubiera asociado con criminales del paramilitarismo para derrocar a la guerrilla. De pronto iríamos más adelante en la tarea de combatir al Eln y a las Farc, pero iríamos por un camino tortuoso.

El único camino que las convicciones cristianas y democráticas, que el juramento ante la Constitución permite, es el camino de la institucionalidad. El que estamos recorriendo. Tiene dificultades, contratiempos, tiene reveses, pero es el camino de la reconciliación, es el camino de la construcción, de fe, de fe en Colombia.

Nosotros estamos dispuestos a hacer todo el recorrido necesario para que las instituciones mejoren, para que se depure la política y se depure la justicia y se depure la Fuerza Pública y se depure el Ejecutivo, y haya en todas las instituciones de Colombia el brillo de la transparencia, que es el fundamento de la solidez institucional.

La Fuerza Públicaen esta hora de la Nación, tiene que hacer brillar su honor. Tiene que hacer brillar su honor, reposado en dos objetivos: el objetivo de la transparencia y el objetivo de la eficacia. Y no van a quedar dudas sobre esos objetivos.

El país asiste a una controversia: a la controversia sobre lo que sucede en el proceso de paz con los paramilitares.

Pues bien, apreciados compatriotas, en el pasado, la debilidad del Estado en muchas regiones, el avance de la guerrilla, el narcotráfico, engendraron el paramilitarismo. Muchos ciudadanos agobiados por la guerrilla, desesperanzados por la ausencia del Estado, acudieron al paramilitarismo.

Así como el narcotráfico financia la guerrilla, también ha financiado al paramilitarismo. Pero eso no puede ser más. Nuestra gran autoridad para derrotar la guerrilla radica no solamente en la legitimidad del pueblo colombiano, de nuestra determinación, sino también del propósito de tener una Nación sin paramilitares.

Los paramilitares no deben ser más una razón de acción del presente, ni del futuro de Colombia.

Vengo a Cali esta tarde a la ceremonia de graduación de los subtenientes de la Fuerza Aérea, a hacer llegar a mis compatriotas vallecaucanos el mensaje de que atrás debe quedar la historia del paramilitarismo. Que sus problemas todavía no se han acabado de superar, pero que hacia adelante no debe haber en la acción, en la realidad colombiana, paramilitares.

Quienes no cumplan con el proceso de paz, quienes persistan en la acción delincuencial, son simplemente bandas de criminales que deben recibir la persecución frontal de la Fuerza Pública de la Patria.

En la etimología del paramilitarismo, su razón y su nombre se derivan de la circunstancia de que fueron bandas inicialmente organizadas de manera irregular para combatir la insurgencia guerrillera.

En la Colombia de hoy, lo único válido para combatir la criminalidad guerrillera es la acción institucional de la Fuerza Pública.

Muchos colombianos en el Catatumbo, en Urabá, en el Paramillo, en el Perijá, allí donde se han desmovilizados paramilitares, dicen: ‘Presidente, ¿quién nos va a proteger?’.

Con el Ministro y los Altos Comandantes se está haciendo un gran esfuerzo para que la Fuerza Pública haga presencia en todas esas regiones. De pronto hay reveses, dificultades dolorosas, como el reciente asesinato de los soldados en Ocaña, Norte de Santander, y el reciente asesinato de los policías en Tierradentro, Córdoba. Pero esos reveses no nos pueden hacer renunciar a nuestro camino, el camino de la institucionalidad.

En todas las regiones de la Patria hay que crear las condiciones para que los ciudadanos puedan dormir tranquilos. Cuando se está esperando un ataque guerrillero, no se puede dormir tranquilo. Cuando se está ante la necesidad de buscar unos paramilitares para indagar por la defensa, no se puede dormir tranquilo. Lo único que permite el reposo, la tranquilidad de la ciudadanía, como lo dijera bellamente El Libertador, en su carta a la Convención de Ocaña, es la apelación exclusiva a las armas de la República, a la Fuerza de las instituciones, que es lo único que garantiza la virtud en el control del orden público. Ese es nuestro camino.

Las decisiones que hemos tomado recientemente del traslado a la cárcel de Itagüí, se deben a la circunstancia de que el Gobierno ha adelantado ese proceso de paz con toda determinación, con toda vocación. Lo ha defendido nacional e internacionalmente, pero no puede permitir que ese proceso de paz sea defraudado por delitos.

El Fiscal General de la Nación esclarecerá, para rectificar o ratificar las versiones sobre participación de algunos de ellos en crímenes y en otros delitos de gran preocupación.

La semana pasada, cuando asistía a un acto empresarial en Medellín, pregunté por unos crímenes recientes, y alguien me dijo: ‘Presidente, no pregunte por ellos, que ese era mafioso’, o el otro: ‘era paramilitar’, o el otro: ‘guerrillero’. Y contesté: ‘eso de estar justificando crímenes por la presunta calidad de las víctimas, maltrata la convivencia colombiana’.

Una Nación democrática y cristiana tiene que respetar el derecho a la vida para todo ciudadano. Sea un ciudadano inocente o sea un ciudadano sobre quien existan imputaciones por algunas razones de mala conducta.

El país tiene que dejar atrás eso. No hay crímenes buenos, no hay crímenes malos. Todos son horrendos, repudiables. Y da tristeza saber que esta debilidad estatal ha conducido a que, en muchas ocasiones, antes que repudiar un crimen, cuando de él se tiene noticia, se le busca justificación.

Se pregunta: ¿por qué lo mataron? Y cuando aparece la respuesta: lo mataron porque era guerrillero, lo mataron porque les contribuía a los paramilitares, lo mataron porque era mafioso, lo mataron porque lo encontraron en una discoteca bailando con la mujer de un narcotraficante, esas justificaciones entonces opacan el repudio al crimen y crean un ambiente de impunidad.

Ningún crimen se puede justificar, ningún crimen se puede explicar. Si nosotros vamos a recuperar el imperio de las instituciones, la aplicación textual de la letra de la Constitución, exegética de su texto, tenemos que recuperar para todos los colombianos el respeto a la vida, el respeto a la libertad.

Por eso es muy importante esclarecer estos crímenes. Que la Fiscalía desvirtúe o asigne responsabilidades individuales. Pero lo que no puede el Gobierno es permitir que avance un proceso de paz sobre rieles de impunidad y de nuevos delitos. Eso le hace mucho daño al proceso de paz.

Por eso la decisiones que hemos tomado.

Algunas de estas personas recluidas hoy en la cárcel de Itagüí, han insinuado, directa o indirectamente, que en esos crímenes ha participado el narcotráfico y oficiales de la Fuerza Pública.

Tan pronto lo supimos, supimos de esas insinuaciones, el Comisionado y mi persona tomamos la decisión de contarles a la Fiscalía y al país, para que por decisión nuestra afloren esas insinuaciones, y sea la propia Fuerza Pública o sea la Fiscalía las que esclarezcan.

Porque si fueren verdad, hay que proceder con sanciones ejemplares y ejemplarizantes. Si no fueren verdad, hay que desvirtuar, evitar que esas insinuaciones hagan daño, y dar definitivamente con los culpables de estos crímenes.

El proceso de paz debe continuar en favor de aquellos que cumplan con el proceso de paz.

En las próximas horas la Fiscalía empezará las audiencias de aplicación de la Ley de Justicia y Paz. Una ley, sí, de paz, pero también de reparación, también de justicia. Una ley no solamente de perdón y olvido, una ley diferente de las del pasado.

Ahora los beneficiarios del proceso de paz tienen que pasar por la justicia, someterse a la verdad y a la reparación. Eso contrasta con el pasado, cuando beneficiarios de procesos de paz pudieron simplemente hacer el tránsito de pirómanos que incendiaron el Palacio de Justicia, sacrificaron a los magistrados, patrocinados por el dinero del narcotráfico, y rápidamente, orondos, llegaron a querer controlar el Congreso de la República, a aspirar a la Presidencia y a tornarse en catones morales de la Nación.

Eso no se puede repetir. Los procesos de paz de ahora exigen justicia, exigen reparación, exigen toda la transparencia. Por eso las decisiones que hemos tomado.

El señor Comisionado de la Reinserción recorrerá el país en los próximos días, para explicarles a los 40 mil reinsertados que el programa continúa. Programa difícil y costoso. Una cosa es hablar de 40 mil reinsertados, otra cosa muy distinta apropiar las partidas presupuestales para ese programa, dirigirlo, hacer que fructifique, capacitar, buscar empleo.

Las dimensiones son inmensas. En Colombia tenemos 40 mil desmovilizados. Todos los que afectaron la tranquilidad de Irlanda, el grupo IRA, tenía apenas docenas. Los terroristas españoles han sido no más de dos centenares. Enfrentar aquí 40 mil desmovilizados es un gran reto.

Los que cumplan, tendrán todo el apoyo del Estado para reinsertarse a la vida civil. Los que reincidan, tendrán la persecución, con toda determinación, de la Fuerza Pública y de la justicia para castigarlos como es debido.

Nada de grupos criminales nuevos. Nuestra decisión es impedir que prosperen ‘Águilas Negras’, que prosperen bandas emergentes.

Colombia tiene que acabar con el narcotráfico, con los viejos paramilitares, con la guerrilla, y evitar que prosperen las nuevas organizaciones criminales.

Estimulamos la verdad. Es una característica necesaria en un proceso de recuperación institucional. Ayuda a que haya reflexiones, depura la política, la justicia, al Ejecutivo, depura a la Fuerza Pública.

El Gobierno ha tomado la decisión de proteger las familias de las personas recluidas en Itagüí, familias que necesiten protección. No es extraño. A lo largo del proceso, cuando ha habido necesidad, algunos de los desmovilizados han sido protegidos por la Fuerza Pública. No es extraño que ahora tomemos la decisión de proteger a las familias que lo requieran, porque nuestra seguridad es democrática.

Estos cuatro largos años de seguridad han demostrado que nuestro propósito de seguridad es democrático, que nuestra seguridad es para proteger por igual a las familias de las personas inocentes de Colombia y a las familias de aquellas personas que tienen un proceso, como el que se surte en la cárcel de Itagüí.

Nuestra seguridad es para todos los colombianos, como lo hemos demostrado en la práctica.

Hay temores. Algunos me dicen: ‘Presidente, ¿y quién nos cuida en el Catatumbo? ¿Quién nos cuida en el Urabá? Se desmovilizaron los paramilitares, la guerrilla está copando esos territorios’.

Por eso estamos haciendo un gran esfuerzo, para que sean las instituciones democráticas las que protejan a los ciudadanos, apelando a la cooperación ciudadana.

Por eso este grupo destacado de subtenientes de la Fuerza Aérea se incorpora labores efectivas de combate para ayudar a que la Patria derrote todas las expresiones del terrorismo. Por eso los colombianos han hecho sacrificios presupuestales grandes.

En los próximos días llegarán los nuevos aviones Tucano, que darán una gran oportunidad a la Fuerza Aérea para avanzar en la tarea del triunfo total de la paz en Colombia.

Hay temores. Me decían hace dos semanas: ‘las Farc están contratando delincuencia común en Cali’.

Aquí reaccionamos, no nos arredraron los atentados del terrorismo, dimos la cara con toda determinación, y hoy le repito con afecto al gran pueblo vallecaucano que no está solo, que cada vez que el terrorismo quiera hacer daño en esta tierra, estaremos presentes, con garra y con determinación, para defender al pueblo caleño y al pueblo vallecaucano, y evitar que lo siga maltratando el terrorismo.

¡Ustedes no están solos, apreciados compatriotas del Valle del Cauca!

¡Que las Farc contrate sicarios de igual calaña criminal, eso no importa, los combatimos!

Lo importante es que nuestra manera de combatir sea transparente, institucional, eficaz, que se pueda presentar ante los ojos de propios y extraños.

Hay temores. Que las Farc están contratando desmovilizados en Medellín.

¡Pues vamos a combatir a las Farc, y los desmovilizados que reincidan, ahora afiliados a las Farc, serán perseguidos con todo el ímpetu que la Constitución le imprime a la Fuerza Pública de la Patria!

Muchas gracias, subtenientes, por esta decisión de vida. La paz que, con la ayuda de ustedes, vamos a conseguir, es el gran futuro de la Patria.

Ayer, con el liderazgo de la presidente del Congreso, la doctora Dilian Francisca Toro Torres, se aprobó finalmente la Reforma a la Salud, que nos permitirá en un período de tres años lograr plena cobertura de salud en Colombia.

Estamos adelantando una tarea militar de derrota del terrorismo, una tarea de apoyo a la justicia para recuperación de la institucionalidad y una tarea social para conseguir una Colombia con orden público, con libertades, con cohesión social. Una Colombia en trance de derrotar el terrorismo y simultáneamente en trance de superar la pobreza. Una Colombia con dignidad, una Colombia con justicia, una Colombia a la altura de las expectativas y de los sueños de los graduandos de hoy.

Quiero felicitarlos a ustedes, graduandos, en cabeza del subteniente Daniel Díaz del Toro, su compañero, primer puesto del curso regular, y quien, además de estudiar ingeniería eléctrica a lo largo de estos ocho semestres, siempre ocupó el primer puesto.

A ustedes las felicitaciones, a través del subteniente Daniel Díaz del Toro.

Y a los papás y a las mamás de todo el grupo, las felicitaciones, por intermedio de Isabel Cristina y de don Javier, la mamá y el papá de Daniel Díaz del Toro.

Señor general Ballesteros, la Fuerza Aérea ha hecho un gran trabajo con unos avioncitos obsoletos y humildes. Ahora le llegan unos Tucanos modernos.

¡Pues bien, así como en estos cuatro años esos avioncitos obsoletos no los han apagado un momento, ahora mantengan prendidos los Tucanos y no les den reposo sino cuando el pueblo colombiano diga que ha recuperado plenamente la libertad, que en algún momento el terrorismo nos quiso arrebatar!

¡Qué viva Colombia, y que viva la Fuerza Aérea!”.

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