PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN FORO SOBRE RETOS Y OPORTUNIDADES DEL TLC
Bogotá, 7 mar. (SNE). Las siguientes
son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez, al intervenir en el
foro “El Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados
Unidos: Retos y Oportunidades”, organizado por el Consejo
Gremial y la Fundación Buen Gobierno, con el apoyo del periódico
El Tiempo.
“Quiero agradecer a la Fundación Buen Gobierno y
al Consejo Gremial esta feliz iniciativa para hacer pedagogía
de lo que significa el TLC en Colombia, de sus oportunidades y
de lo que debemos hacer.
En septiembre de 1935, el Gobierno del presidente Alfonso López
Pumarejo firmó un Tratado de Libre Comercio con los Estados
Unidos. Fue aprobado por la Ley 74 de 1936. Lo suscribió,
como ministro plenipotenciario, el doctor Miguel López Pumarejo.
Entró en vigencia, se suspendió con la Segunda Guerra
Mundial, en el año 49 lo suspendieron definitivamente.
Coincidió ese tratado con un auge en las exportaciones
de café y banano, con el proceso de sustitución de
importaciones, con un auge de inversión para sustituir importaciones,
con un cambio de los objetos a exportar y de los objetos a importar.
Fue muy importante para mantener en la época, defender al
país frente a todas las presiones en materia de tasa de
cambio. Y tiene ese tratado mucho que ver con lo que fue el pacto
de cuotas de café, al cual acudieron, entre otros, Colombia,
Brasil y Estados Unidos. Es muy importante mirar este episodio
de la historia.
Cuando transcurrieron las elecciones presidenciales de 2002, estábamos
en plena lucha para que se aprobara definitivamente en Estados
Unidos una prórroga al Atpa, que se llamó Atpdea.
Qué difícil. A mí, como Presidente electo,
también me tocó concurrir al Congreso de Estados
Unidos a hablar con el Ejecutivo, y soy testigo, de primera línea,
de lo difícil que fue eso. Y cuando se dijo que ya había
quedado aprobado el Atpdea, vino otra etapa más difícil,
aquella de la implementación.
El Gobierno tuvo que hacer enormes esfuerzos para que el Atpdea,
una vez aprobado, se implementara. Desde ese momento en el Gobierno
dijimos: aquí no hay más camino que buscar el tratado
bilateral. Esto que se acaba de aprobar termina el 31 de diciembre
de 2006, las dificultades que hemos tenido anticipan casi que una
imposibilidad para la prórroga de las preferencias unilaterales
en el 2006, el Gobierno que empieza en el 2006 va a tropezar con
enormes dificultades a partir de este 31 de diciembre, ante la
improbable extensión de la Atpdea. Y emprendimos el camino
de buscar el TLC. No fue fácil que Estados Unidos aceptara
entrar a negociar.
Yo dividiría esto, lo que llevamos hasta ahora, en una
etapa de sensibilización, que le dio angustia y claridad
al Gobierno, que es la etapa de la conversión del Atpa en
Atpdea, y de la implementación del Atpdea. Y la segunda
etapa, que es la etapa de conversaciones con el Gobierno norteamericano
para que surgiera la voluntad política de negociación.
Y la tercera, que hemos recorrido, es el proceso de negociación.
No fue fácil que Estados Unidos aceptara entrar a negociar.
Siempre lo que proponíamos decían: ustedes no están
listos, hay que esperar el Alca. Entonces en el análisis
de mis compatriotas yo pediría que se tengan en cuenta todos
estos antecedentes. Y, por supuesto, no fueron fáciles las
negociaciones.
En diciembre, enero, las encuestas nos decían que la gran
mayoría de los colombianos estaba rechazando el TLC. Entonces
a mí me han preguntado muchas personas por qué, con
unas encuestas de rechazo del TLC, el Gobierno avanzó y
finalmente cerró la negociación. Porque para construir
confianza hay que proceder con las cartas sobre la mesa. Hubo muchas
razones para no posponer esta negociación, entre ellas la
razón de construir confianza de los colombianos en las instituciones
y en los gobiernos.
Primero, estos calendarios no los fija uno caprichosamente. Segundo,
lo que sigue no es fácil. Después de revisados los
textos, viene un período de tres meses para firmarlo, después
viene una revisión, después vienen los congresos
de ambos países, y después de los congresos de ambos
países viene la revisión de la Corte Constitucional
en Colombia.
Entonces uno ya ve un calendario muy estrecho, teniendo como referente
la fecha del 31 de diciembre de este año, cuando se vence
el Atpdea.
Y porque para construir confianza es preferible que un gobierno
prescinda totalmente de los cálculos electorales, ponga
las cartas sobre la mesa, en lugar de que el Gobierno se agache,
distraiga la atención, espere que pasen las elecciones y
después sorprenda a los colombianos cerrando las negociaciones.
Yo pediría una gran reflexión de los colombianos
sobre la importancia de haber adelantado este proceso en esta oportunidad,
y a pesar de un intenso debate en contra, con miras a que ayude
la manera como se hizo y la oportunidad en que se cerró,
a construir confianza de los colombianos en nuestras instituciones.
Los señores ministros, ustedes todos los concurrentes,
la Fundación Buen Gobierno, encabezada por el doctor Juan
Manuel Santos, los gremios, con sus presidentes hoy aquí,
y con el presidente del Comité Intergremial, el doctor Luis
Carlos Villegas, presidente de la Andi, el equipo negociador, al
que le reitero toda la gratitud, y al jefe de ese equipo negociador,
al embajador Hernando José Gómez, entrarán
con ustedes a mirar hoy todos los detalles que les inquieten.
Entonces yo no voy a entrar en ese tema, porque me parece que
van a tener oportunidades todo el día, para examinar lo
que pasa con uno y otro sector, de acuerdo con las inquietudes
de ustedes.
Quisiera referirme a unos temas que siguen: la Agenda de Competitividad,
donde está todo ese gran capítulo de infraestructura.
Acaba de decir el doctor Luis Carlos Villegas, que lo que es la
Visión Colombia 2019, la agenda de competitividad, las metas
sociales del Milenio, todo eso se debe juntar, armonizar y el país
caminar hacia ese cumplimiento. A mí me parece muy importante
hacerlo.
Desde que empezó el Gobierno hemos venido en la construcción
de lo que se llama: Visión Colombia: Segundo Centenario,
para que el país se prepare para lograr unas grandes metas,
con miras al 7 de agosto del 2019, cuando cumpliremos dos siglos
de vida independiente, con un antecedente: las metas parciales
que deben revisarse para el 20 de julio de 2010, cuando estaremos
cumpliendo dos siglos del Grito de Independencia.
En agosto del año pasado, el doctor Santiago Montenegro,
director nacional de Planeación, publicó lo que yo
llamo: el primer borrador de esa visión. Y justamente lo
hice subtitular el Primer Borrador, porque en un país que
por fortuna vive en permanente agitación democrática,
una visión de largo plazo no la pueden imponer los gobiernos,
ni la pueden imponer siete iluminados. Cuando se impone desde arriba,
esas visiones duran lo que dura una flor, son flor de un día.
Lo único que las hace perdurar, lo único que compromete
a la ciudadanía a trabajar para convertir esas visiones
en realidad, es que la ciudadanía se sienta constructora
de esa visión.
Y ahí está la agenda de competitividad. Entonces
surgen muchas dudas. Primera duda. Dicen: ¿cómo propone
Uribe esa agenda de competitividad, ese plan de obras, si el país
no tiene con qué hacerlo? La verdad es ésta, y llamo
la atención de mis compatriotas: nosotros tenemos que definir
si vamos a desarrollar este país, quejándonos a toda
hora, sintiéndonos débiles a toda hora, sintiendo
anémicos a toda hora, o tomando fuerza y enfrentando lo
que necesita este país.
Ahí hay un elemento sicológico muy importante. Uno
de mis autores favoritos, John Kotter, escribió un magnífico
libro hace poco, yo lo leí el año pasado, que se
llama “El corazón del cambio”. Y dice como las
razones influyen en el comportamiento de los pueblos, pero mucho
más los sentimientos sobre buenas razones.
Colombia necesita hoy un sentimiento de optimismo, de arrestos,
de capacidad de determinación para sacar eso adelante.
La verdad es que más importante que la plata para las obras
de la agenda de competitividad, es el estado de ánimo de
los colombianos. Con mal estado de ánimo puede haber caudales
de dinero y no se hacen esas obras. Con buen estado de ánimo,
así no haya plata, la conseguimos. Y eso tiene que comprometer
a todos los colombianos.
Bueno, porque a mí de pronto me da preocupación
cuando hablo con unos intelectuales muy capacitados, pero muy pesimistas.
Entonces le dicen a uno que de dónde va a salir esa plata,
que eso es imposible. Por favor: si alguien tiene que infundirle
optimismo a este país y mostrarle caminos para que salga
adelante, son los más preparados. Yo no creo que los hayan
preparado, que los hayan titulado en las universidades, que les
hayan dado título de magíster en el extranjero, que
sean doctores, para infundirle a Colombia pesimismo. Los que más
saben son los que tienen que mostrarles a los pueblos, iluminarles
los caminos para resolver los problemas.
Uno no va donde el médico a que le diga cómo me
voy a morir, sino cómo me va a salvar. Y yo creo que las
gentes más preparadas de Colombia hoy tienen que hacer esto:
decirnos a los colombianos cómo es que vamos a financiar
la agenda de infraestructura, cómo es que vamos a sacar
adelante el tratado, y no simplemente coger una moridera a decir
ahora que no hay manera de financiar la infraestructura, que esto
es un desastre, que nos tragó la tierra. Primero que todo,
compatriotas, optimismo.
Miren: nosotros tenemos todavía problemas fiscales graves.
El país el año pasado terminó en equilibrio
fiscal. Pero cuando uno desagrega, ve que hay buen comportamiento
en todos los componentes del Estado, muy buen comportamiento en
las empresas de la Nación.
Gracias a la reforma administrativa, nosotros hemos reformado
en este Gobierno 270 empresas de la Nación, y eso ha permitido
tener, en lo que es el Gobierno Nacional descentralizado, un buen
superávit. La Ley 617 de la administración presidencial
anterior, que no vacilo en aplaudir (es que aquí no puede
haber mezquindad, la verdad es que uno no puede llegar a ignorar
ni a desacreditar lo bueno que otros hicieron), la Ley 617, que
la impulsó la administración presidencial anterior,
la sacó delante, y este Gobierno la ha aplicado con rigor,
y lo que hizo el doctor (Juan Manuel Santos como Ministro de Hacienda),
la reforma constitucional de transferencias, frente a la cual inicialmente
yo fui escéptico, hoy ha mostrado muy buenos resultados.
Entonces a nosotros eso nos ha ayudado a tener un mejor resultado
fiscal en departamentos y municipios. Ahí van dos.
La Nación ha hecho un gran esfuerzo en austeridad, a pesar
de los problemas que tenemos, por ejemplo, en pensiones, y de la
expansión del gasto público en seguridad. ¿Qué les
diría yo? En el tema fiscal vamos por buen camino, pero
no hemos completado la tarea.
Todavía tenemos, en medio de un equilibrio fiscal, un déficit
en el Gobierno Nacional central de 4.9, que tenemos que mirar cómo
vamos superando. Pero las condiciones de financiamiento del país
han mejorado enormemente.
Si ustedes miran lo que pasó entre enero y diciembre del
año pasado, verán que el país latinoamericano
que vio caer el mayor porcentaje de los spreads es Colombia. Nosotros
hemos logrado darle un giro muy importante a las condiciones financieras
del país.
Venimos de un endeudamiento del 54 por ciento, está en
el 43. Venimos de un déficit del 4.2, está en equilibrio,
con la advertencia del problema del Gobierno Nacional central.
Venimos de unos TES del 17, están alrededor del 8. Venimos
de unas tasas internacionales de 12, 13, 14, están alrededor
del 8. Yo creo que allí hay una gran posibilidad que tenemos
que aprovechar para financiar la agenda de competitividad.
Cuando uno propone estas obras, le dicen: ahí esta Uribe
de candidato, proponiendo unas obras que no van a alcanzar a hacer.
Por favor, nosotros no podemos vacilar más en hacer unas
obras que Colombia necesita.
¿Cómo relaciono yo el TLC con la agenda de competitividad?
Sin TLC, esas obras quedan discrecionales, de acuerdo con el optimismo
o la moridera de los gobiernos que vayan llegando.
Con el TLC esas obras se imponen, quieran o no los gobiernos,
sean gobiernos diligentes o gobiernos muertos de pereza. Las tienen
que hacer, ahí no hay más camino. Yo creo que el
TLC las impone. Y además el TLC da la seguridad de unas
posibilidades de crecimiento a la economía, que a su vez
da la seguridad de que esas obras se van financiar, y se facilitan
los recursos de crédito para hacer esas obras.
Entonces yo le diría al país: perdámosle miedo
a la agenda de competitividad. Ahora, ¿que la va a hacer
toda el próximo Gobierno? No. Es un proyecto muy ambicioso,
para que lo hagan varios gobiernos. Pero hay que empezar.
Ahora, hemos podido. Cuando nosotros nos comprometimos con la
administración Mockus en noviembre de 2002, recién
llegado este Gobierno, a entregarle a Bogotá 989 millones
de dólares para que en este Gobierno se multiplicara por
dos el kilometraje de Transmilenio, me decían: la situación
fiscal no lo permite. Y lo logramos.
Cuando propusimos los Transmilenios en varias ciudades colombianas,
me dijeron: eso no se puede. Además de Bogotá, estamos
haciendo el de Cali, el de Medellín, el de Bucaramanga,
el de Barranquilla, el de Pereira, el de Cartagena.
Cuando fuimos a sacar la licitación para la doble calzada
Bogotá-Girardot, que va a Ibagué, me dijeron: eso
no se puede. Está en plena construcción. Cuando hablamos
del Plan 2.500, de vías, que está pavimentado 3.200
kilómetros de vías, unas bien importantes para el
sector agropecuario, y no menciono sino dos: la pavimentación
de Puerto López a Puerto Gaitán y la pavimentación
de allí de Granada (Meta) por Fuente de Oro a San José del
Guaviare, me decían: eso no se puede. Hoy está todo
eso en construcción. Vamos pudiendo, a pesar de las dificultades.
Yo recuerdo que fuimos a empezar el Túnel de la Línea,
y me dijeron: eso no se puede, eso no se puede. Y dije: tenemos
que poder. Hoy hemos perforado 1.800 metros.
El Túnel de la Línea me ha servido para explicarles
a los muchachos de las universidades algo práctico, muy
de sentido común, simplista, pero muy importante: va abriendo
caminitos. Miren: yo me reuní con los japoneses al principio
del Gobierno para hablar del crédito para el Túnel
de la Línea. Y les mostraban un power point, y los tipos
ni lo miraban. Estaban totalmente desganados, veían eso
imposible. Con el Ministro de Obras dijimos: hay que hacer el primer
túnel. No les volvamos a mostrar a los japoneses el power
point, sino que mostrémosles allá la excavación
de roca en La Línea.
Hace cuatros semanas vinieron los japoneses, fueron allá,
vieron que llevamos 1.800 metros perforados, y dijeron: cuenten
con la plata, a 40 años.
Unos créditos a 40 años, con las tasas de interés
que estamos obteniendo, se vuelven créditos que el Fondo
Monetario y la banca multilateral y los calificadores de riesgo,
aceptan como créditos concesionales. Yo veo posibilidades
para el país en eso, bien importantes.
En este Gobierno, yo creo que hay unos indicadores de confianza
bien, bien importantes. Nosotros hemos transformado deuda en dólares
por deuda en pesos, por una cuantía superior a los 3 mil
millones de dólares. Reabrimos el mercado financiero del
Japón. En diciembre, después de que ese mercado financiero
en Japón había estado cerrado para el Estado colombiano,
pudimos reabrir ese mercado financiero. Hemos colocado alrededor
de mil millones de dólares en bonos, en el extranjero, del
Estado colombiano, denominados en pesos. Eso indica que hoy tenemos
mejores condiciones financieras. Y el mercado interno financiero
ha mejorado inmensamente. Yo veo la posibilidad de financiar esa
agenda de competitividad.
Anoche, por ejemplo, aprobamos en el Conpes otro grupo de obras
de la agenda de competitividad bien importantes. De memoria,
algunas: la salida de Bogotá al río Magdalena,
por Commsa.
A los escépticos yo les digo: yo quisiera que los escépticos
se montaran en un helicóptero conmigo, para mostrarles esos
hilitos de carretera que llegan a Bogotá. Yo los miro y
digo: esta gente es muy trabajadora. ¿Cómo hemos
logrado los colombianos tener una ciudad tan importante, una civilización
aquí en el altiplano tan importante, tan lejos del mar y
comunicada con el valle del río Magdalena por unos hilitos
de carretera? Esas dobles calzadas hay que hacerlas. Estamos es
en mora de hacerlas.
Entonces anoche se definió, después de una discusión
de meses, que para esa carretera, que está en pleito con
el grupo Commsa, que es la salida de Bogotá al río
Magdalena por la Autopista Medellín-Bogotá, se abre
la licitación. Estamos tratando de terminar ese pleito con
Commsa. Hay un delegado del Gobierno español nombrado por
Su Majestad y por el presidente Rodríguez Zapatero, y el
doctor Alfonso Gómez Méndez, el ex Fiscal General
de La Nación está designado como amigable componedor
en representación del Gobierno de Colombia.
Entonces vamos a abrir la licitación diciéndoles
a los proponentes: ustedes nos proponen doble calzada o por el
trazado de Commsa o por la actual carretera. Con toda una proyección
para que vayamos avanzando para llegar hasta el Caribe colombiano
en doble calzada. Eso es una necesidad. Anoche definimos las dobles
calzadas del Caribe colombianos. Inclusive una carretera de gran
importancia para poder tener una doble calzada Santa Marta-Barranquilla-Cartagena.
En el aeropuerto de Barranquilla saldríamos hacia el norte,
hacia el sur, buscando Calamar. Y ahí por Palmar de Varela
haríamos una carretera para salir a Sabanalarga, y Sabanalarga
hacer doble calzada hasta Cartagena.
Entonces eso comunicaría por doble calzada Barranquilla-Cartagena,
permitiría que llegaran todos los de Cartagena y su carga
al aeropuerto de Barranquilla, sin tener que cruzar el centro de
Barraquilla, por Sabanalarga-Palmar de Varela.
En todas esas obras estamos trabajando y el país tiene
que iniciarlas y avanzarlas.
Lo único que vuelve una obra de éstas, que la pone
en un punto de no retorno, es empezarla. Pero si nosotros esperamos
a que esté la plata, a que nos motivemos para hacerla, a
que todos los escépticos cedan, nunca las vamos a hacer.
¿Qué sigue? El Gobierno se propone ir tomando todas
las medidas necesarias para que el tratado funcione bien. Reitero
dos para los próximos días: las zonas francas para
hospitales de óptima calidad, en condiciones de vender servicios
médicos a la comunidad internacional. Eso está bastante
procesado, el Ministro les ampliará detalles.
Y otra: si ustedes me preguntaran: entre los muchos productos
para el agro colombiano, ¿el Gobierno con cuál optimista?
Yo soy optimista con todos. Y soy sumamente optimista con los biocombustibles.
Los más optimistas del petróleo, dicen que en 40
años el mundo tendrá todas las dificultades para
seguir utilizando petróleo. A mí me llamó mucho
la atención la última conversación con el
presidente Bush. Porque el presidente Bush que viene del mundo
empresarial del petróleo, está ahora totalmente obsesionado
con que los Estados Unidos se libere del petróleo y lo sustituya
totalmente por combustibles alternativos, empezando por los biológicos.
Hace cuatro años a mí me decían los azucareros
del Valle del Cauca: ¡ni sueñe con alcohol carburante,
que en Colombia no se va a hacer! Nosotros introdujimos los estímulos
tributarios, y hoy el país está produciendo un millón
de litros de alcohol carburante, y en eso hay todas, todas las
posibilidades.
Me han dicho algunos palmeros que rápidamente van a tener
las primeras plantas de biodiesel, y para eso está la exención
tributaria de los cultivos de tardío rendimiento, que estimula
la palma. Para eso está la exención del IVA y del
Impuesto Global al combustible que estimula el biodiesel.
Entonces el segundo decreto que se va a producir es el de las
zonas francas para exportación de biocombustibles. Ahí tiene
el país una gran posibilidad.
Mañana el señor Ministro de Agricultura va a comunicar
a los colombianos el anteproyecto de ley de “Agro, Ingreso
Seguro”.
Yo le dije al doctor Rafael Mejía, y le tengo que agradecer
mucho porque se que él como coordinador de los gremios agropecuarios
ha tenido muchas dificultades, y con gran patriotismo la semana
pasada dijo que “el componente agropecuario del TLC es manejable”.
Yo le dije: “mire, el Gobierno no les falla”.
Nosotros construimos el proyecto de ley “Agro, Ingreso Seguro” con
ustedes y proponemos al Congreso de la República –y
tengo fe que el Congreso lo aprueba- que esa ley que convierta
los apoyos al agro en una política de Estado, que no dependa
de la voluntad o de la falta de voluntad de un gobierno y del otro,
que esa ley tenga un mecanismo de manejo para asignar los recursos
anualmente, de acuerdo con las necesidades de la coyuntura y de
lo que esté en perspectiva, un mecanismo de manejo concertado
con los gremios del agro.
Mañana el señor Ministro de Agricultura va a revelar
el primer borrador, para seguirlo concertando y confiamos poderlo
presentar a finales de marzo al Congreso de la República
para que el Congreso empiece a examinarlo desde ya.
Esta mañana, en una emisora del Llano, pasaban algunos
arroceros, y entonces me decían que ellos tienen muchos
problemas. Yo les dije: ¿hombre, desde cuándo los
han tenido? Me dijeron: “llevamos muchos años con
problemas de arroz”.
Les dije: entonces, muchachos, piensen que esto no es del TLC,
traemos unos problemas históricos de arroz. ¿Por
qué problemas históricos de arroz? Porque en la Comunidad
Andina casi todos somos excedentarios de arroz, y entonces el que
tiene excedentes de arroz quiere deshacerse de esos excedentes
colocándolos en el mercado del vecino.
Colombia, muchas veces tiene que aprobar, deberíamos tener
libre de entrada de arroz ecuatoriano, nos lo obliga la Comunidad
Andina. Pero por esas perforaciones de la Comunidad Andina y por
apoyar a nuestros arroceros, periódicamente frenamos la
entrada de arroz de Ecuador.
Y ahí mismo nos presiona el Ecuador y nos dice: ah, ¿nos
frenan el arroz? Y empiezan las retaliaciones.
De Venezuela entra muchísimo arroz, legal y de contrabando.
Ustedes no saben las dificultades de cuidar esa frontera.
Yo le decía a los arroceros del Llano esta mañana:
miren, pongamos las cosas como son, veámoslas como son,
hay unos problemas históricos del arroz, es un producto
que hoy no tiene mucha expectativa positiva de comercializarlo
internacionalmente y, a diferencia de la caña, que tiene
una gran alternativa al azúcar, que es la producción
de etanol, al arroz todavía no le han encontrado usos alternativos.
Pero entendamos que esos problemas vienen de atrás y que
ustedes tienen una preocupación con los Estados Unidos.
Pero también les decía: El Gobierno acepta que no
pudo conseguir la exclusión técnica, pero el Gobierno
sí pudo conseguir 19 años de desgravación.
Y pudo conseguir una salvaguardia durante esos 19 años.
Y pudo conseguir que el arancel base sea del 80 por ciento. Y pudo
conseguir que el arancel al que teme el gran arrocero colombiano,
en las actuales condiciones de tasa de cambio, que es del 30 ó 33,
no llegáramos a él en el año 7 sino en el
año 15. Lo cual alarga el período para llegar a los
años de riesgo. Y además los arroceros colombianos,
como los avicultores, van a participar en un mecanismo de las subastas
de arroz, que les va a dar unos ingresos adicionales.
Y me preguntó el arrocero del Llano esta mañana: ¿y
cómo es lo de la ley de Agro, Ingreso Seguro? Le dije: vea,
la ley de Agro, Ingreso Seguro... Me dijo: ¿es para un año?
Le dije: no, es permanente.
Y el actual Gobierno va a expedir unas vigencias presupuestales
futuras que las respalden.
Y me dijo: ¿Y en qué orden van a pagar eso? Le dije:
primero, creo yo, y eso es lo que vamos a discutir con el sector
agropecuario, hay que apoyar, hay que apoyar los productos cuyos
productores tengan dificultades de ingreso por la comercialización
internacional de esos productos. Yo no sé si en función
del hectariaje o en función del número de toneladas.
Segundo, hay que apoyar la conversión, los esfuerzos de
competitividad y los esfuerzos de conversión de algunos
sectores. Y tercero, seguir apoyando obras de infraestructura.
Me preguntó: ¿obras de infraestructura, el Distrito
del Ariari? Le dije: este Gobierno no lo ha podido financiar, pero
hoy está en plena construcción el Distrito del Triángulo
del Tolima, que era un sueño de 40 años, y en plena
construcción el distrito de Ranchería, que era un
sueño de 40 años.
Y una vez suscribamos con el Gobierno japonés el empréstito
a 40 años para la Línea, sigue el Ariari, el Distrito
de Riego del Ariari. Pero con un compromiso: que ustedes siembre
en el Ariari productos distintos al arroz, porque tenemos que garantizarles
el ingreso a los arroceros pero no ampliar la frontera arrocera.
Y esa conversación que se hizo a través de Radio
Super del Llano, hoy, empezó a crear, yo sentí ese
interlocutor del arroz más tranquilo.
Le dije: Pero miren ustedes las otras cosas que tienen en el Llano.
La palma. Este año van a producir etanol de yuca. La ganadería
de carne, de leche. Si resolvemos el problema de aftosa, ahí hay
una gran posibilidad. La producción de etanol de yuca y
de biodiesel de palma.
Yo pienso que con buena fe, reconociendo donde hay problemas,
y saliéndole, como decía el doctor Luis Carlos, a
curar esos problemas, como lo vamos a hacer con la ley Agro, Ingreso
Seguro, esto lo vamos superando.
Y él me preguntó: ¿y solamente van a compensar
a los que tengan dificultades de ingreso por el Tratado con los
Estados Unidos?
Le dije: no, a todos. Si los arroceros tienen dificultades de
ingreso por el arroz que viene de Ecuador, por el arroz que viene
de Venezuela, también los vamos a compensar por eso.
Entonces el tratado, y en el caso del arroz es un ejemplo y el
de maíz también, el tratado es un tratado benéfico
para los consumidores, y al cual el Gobierno le trae un complemento
que es esta ley para garantizarles ingresos a los productores.
Es un gran equilibrio.
Por primera vez los arroceros van a tener una compensación
en ingresos por importaciones de arroz de Venezuela o de Ecuador,
o de cualquier país andino. Y eso le va a ayudar a la Comunidad
Andina. Yo creo que al tener nosotros a los arroceros tranquilos,
porque tienen ese ingreso, vamos a tener menos dificultades en
la administración de la Comunidad Andina con la hermana
República del Ecuador, con la cual tenemos permanentes dificultades
por el tema del arroz.
Yo tengo mucha fe en que esa ley nos salga bien, y aquí reitero
nuestro compromiso, el que hice ante el doctor Rafael Mejía,
de que vamos a concertar esa ley con el sector agropecuario, no
solamente el texto, sino también a tener un mecanismo de
manejo.
En el tema de los nuevos tratados, yo pienso que antes de agosto
este Gobierno debe dejar una negociación muy avanzada con
Centroamérica.
Me reuní recientemente con los presidentes de Honduras,
de El Salvador y Guatemala, y ellos tres tienen disposición.
Yo temo, llamo la atención de mis compatriotas sobre esto:
nosotros tenemos unos aranceles del 10, 12, 20 por ciento para
ingresar a Centroamérica, ellos se desgravan ahora frente
a Estados Unidos. Temo que nos empiecen a desplazar del mercado
centroamericano. Por eso es absolutamente necesario y urgente que
emprendamos la negociación con Centroamérica.
Además este Gobierno se ha venido acercando mucho a Centroamérica,
y eso ha sido muy útil para que Colombia sirva de articulador
de Suramérica-Comunidad Andina con Centroamérica.
Colombia ya es miembro observador del Plan Panamá Puebla,
y garanticé a los presidentes de esos tres países
-y lo confieso ante el sector privado- que Colombia reconocería
las asimetrías, que Colombia estaría dispuesta a
incorporar en ese tratado con Centroamérica las normas para
reconocer esas asimetrías, para corregir esos desbalances
con las economías centroamericanas. Porque el reconocimiento
de las asimetrías permite superar los obstáculos
que se presentan en esos tratados.
Y una reflexión: es preferible hacer un tratado con Centroamérica
que, en nombre de la equidad, nos lleve a reconocer las asimetrías,
que vernos condenados a desaparecer de Centroamérica con
nuestros productos de exportación.
Creo que con China debemos buscar un acuerdo distinto, un acuerdo
de inversión. Me parece que lo prioritario con China no
es hablar de libre comercio. Ahí tenemos una situación
de mucho desafío, de mucha dificultad. Yo creo que el paso
que debemos dar con China es el de un acuerdo de inversión.
Tenemos que empezar a negociar con la Unión Europea. La
Unión Europea nos exige que la negociación se haga
con la comunidad andina en su conjunto. Esto nos obliga trabajar
al interior de la Comunidad Andina a ver cómo entre todos
emprendemos esa negociación con la Unión Europea.
Ustedes saben que ha sido muy difícil extender las preferencias
unilaterales de Europa. Nos dieron 10 años, ya está para
cumplirse el primer año, y pienso que lo mejor es empezar
a negociar ya con la Unión Europea.
Con la Comunidad Andina voy a visitar, con la señora Canciller
y con los Ministros, en los próximos días, a todos
los presidentes andinos, para hablar con ellos de nuestro Tratado
de Libre Comercio.
Yo he escuchado a muchos compatriotas decir que el Tratado de
Libre Comercio va a crear muchas dificultades al interior de la
Comunidad Andina.
Primero, la hermana República Bolivariana de Venezuela
está entrando a Mercosur, directamente, no a través
de la CAN. Este Gobierno hizo el tratado Comunidad Andina–Mercosur,
que no lo veíamos en el horizonte colombiano hace cuatro
años. Y nosotros no podemos ver eso como una amenaza para
nosotros.
Yo creo que si la economía venezolana crece en función
de Mercosur, eso ayuda también a que en Venezuela haya más
consumo de productos colombianos. No obstante que vamos a tener
el riesgo, porque vamos a estar más expuestos en Venezuela
a competir con productos de fabricación brasilera. Pero
eso es inevitable, esa es una decisión que autónomamente
ha tomado el Gobierno de la hermana República de Venezuela,
y que nosotros no podemos impedir.
¿Qué les he dicho yo en el dialogo preliminar y
se lo vamos a profundizar a los Presidentes andinos? Hombre, miremos
esto positivamente. Si en virtud de este tratado de comercio la
economía colombiana prospera, eso ayuda a que consumamos
más productos andinos. Aquí hay un fenómeno
de ósmosis: cualquier economía andina que prospere,
derrama externalidades positivas sobre la vecina.
Venezuela prospera por el petróleo, se mejora enormemente
la compra de productos colombianos. Entonces tenemos que manejar
muy delicadamente esto.
En cuanto al tema político que primero es Suramérica,
el Gobierno Nacional cumplió: antes que cerrar el TLC con
Estados Unidos, hicimos el tratado de Comunidad Andina–Mercosur,
somos parte hoy de la Unión Suramericana.
Pero también hay que mirar con mucho cuidado Suramérica.
El presidente Lula, el presidente Cardoso del Brasil me han dicho:
es que Brasil le exporta a Mercosur, a Estados Unidos y a Europa
el 40 por ciento de sus exportaciones. El resto, a diferentes países.
Son países muy abiertos.
Entonces a nosotros no nos pueden exigir un estándar suramericano,
por encima del estándar suramericano que han cumplido nuestros
hermanos suramericanos.
Le he escuchado unas declaraciones a la señora presidenta
electa de Chile, la señora Michelle Bachelet, que se posesiona
el sábado, en el sentido de que Chile preferirá Suramérica.
Pero Chile tiene tratados de comercio con cerca de 40 países.
Si hay un país que se siente totalmente libre del riesgo
de un mercado, es Chile. Chile ha distribuido sumamente bien todo
lo que son sus expectativas y sus riesgos de exportación.
Chile pierde un mercado, y eso nos los perturba, no les quita la
tranquilidad. Nosotros, sí. Nosotros tenemos concentrados
nuestros riesgos de exportación en pocos mercados. Por eso
nosotros tenemos que hacer estos esfuerzos de ampliar.
Yo les rogaría también unas reflexiones sobre el
tema suramericano, porque ese tema es un importante en el entendimiento
con nuestros vecinos. Colombia ha dicho, por intermedio de nuestro
Gobierno, es un leal aliado de los Estados Unidos y un buen hermano
suramericano y andino. Y eso también tiene un tema constitucional,
porque ustedes saben que la Constitución colombiana ordena
esa integración con Suramérica.
A mí me parece muy importante ese Estado que se siente
en Brasil y en Chile, y muy importante que Colombia lo adquiera.
Ellos se sienten libres porque sienten que no dependen de un mercado.
En la medida que uno tenga más y más mercados, más
libre se puede sentir el país. En la medida que haya más
libertad, menos angustia frente a un mercado, mayor es la confianza
y mayor es el ritmo inversionista.
A mí me preocupa otro tema. Todas las discusiones sobre
reformas que a mí me ha tocado adelantar como Senador de
la República, Gobernador, Presidente, han sido bastante,
bastante intensas. Cuando la Ley 50 del 90, la Ley 100 del 93,
la reforma administrativa de la Gobernación de Antioquia,
las reformas laboral, pensional de este Gobierno, etcétera.
Y he notado en Colombia lo siguiente: aquí todavía
algunos conservan un discurso de los años 60, que parecería
querer condenar a Colombia a que el capitalismo colombiano no triunfe,
a que este país no se desarrolle. A mí me da mucho
miedo que ese discurso fuera a prevalecer. Porque Colombia tiene
que definir: desarrollamos nuestro capitalismo o cambiamos de modelo,
pero un capitalismo con este desempleo y con esta pobreza es insostenible.
Y algunos están interesados en que nuestro capitalismo sea
insostenible. Por eso, para volverlo sostenible, hay que dar estos
pasos.
Si estamos por la empresa privada, creemos las condiciones políticas
y de mercado para que haya todas las oportunidades para tener un
país con empleo, un país con equidad social. De lo
contrario, si permitimos que prevalezca un discurso de los años
90, que se opone a todas las reformas, que todavía tiene
por allá una nostalgia marxista, ese discurso lo que puede
hacer es frenarnos el desarrollo del capitalismo.
Y he escuchado en estos días que algunos tienen un discurso
muy hostil contra los Estados Unidos, y al mismo tiempo cuando
les preguntan: como usted no va a aprobar el TLC, ¿qué va
hacer?, entonces dicen: voy a pedir la extensión del Atpdea.
El país no puede caer en esa trampa política. Porque
yo no creo que el Gobierno de Estados Unidos vaya… No. Hoy
no puede extender el Atpdea. Yo no creo que uno pueda en Colombia
tener éxito combinando una posición de hostilidad
política contra los Estados Unidos, con una pretensión
de extensión del Atpdea.
Muchas gracias”. |