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3 de mayo
PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE EN EL POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO

Bogotá, 3 may (SNE). Las siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante el conversatorio que, sobre el TLC y la educación, sostuvo con estudiantes, profesores y directivos del Politécnico Grancolombiano.

“Qué grato regresar hoy al Politécnico Grancolombiano, institución universitaria que le ha servido tanto a Colombia, y creería yo que ha venido abriendo para el país, desde su fundación, caminos de modernidad en materia educativa.

Su equipo, encabezado por el doctor Pablo Michelsen Niño, ha sido un equipo profesional, científico, en el tema de educación. Toda oportunidad que tenemos para hablar del avance de la educación en Colombia, lo que tenemos qué hacer, de lo que queda por hacer, los aportes de los directivos de la Fundación Universitaria Politécnico Grancolombiano, son aportes muy positivos.

Quisiera dividir el tema en tres partes: Primero hacer unas referencias al TLC y la educación, que me las inspira la intervención del doctor Pablo. Segundo, hacer un menú temático. Y tercero, que ese menú temático invite a estudiantes, profesores, directivos a hacer referencias a ese menú temático, bien a título de preguntas, formulación de dudas, disensos, preocupaciones.

Entonces empezaría por lo primero: el TLC y la educación. Dos afirmaciones: el TLC no interfiere pero sí reta. ¿Por qué no interfiere? Porque nada afecta la soberanía del Estado colombiano para regir la educación, en ninguno de los niveles.

Por ejemplo, en materia universitaria. Se preservan elementos muy importantes que el TLC ni siquiera los menciona. La Constitución colombiana declara la autonomía de las universidades, de las instituciones universitarias. Eso no lo va a cambiar Colombia. No hay ninguna afectación del TLC a ese tema.

La Ley 30 desarrolla el principio, reglamenta el principio de la autonomía universitaria. Es una ley totalmente intangible frente al TLC. La naturaleza jurídica de las universidades colombianas como instituciones sin ánimo de lucro, en nada lo modifica el TLC. Los requisitos para que surja una nueva universidad en Colombia, en nada los modifica el TLC. La obligación del Estado de aportar a la universidad pública a través de unas transferencias que se mantienen en dinero constante, eso en nada lo modifica el TLC.

¿Por qué lo digo? Porque el debate ha traído distorsiones. Hace poco me preguntaba una niña de la Universidad Industrial de Santander: Presidente, ¿es cierto que nos van a cerrar la universidad pública? ¿Es cierto que el TLC va a acabar con las universidades colombianas y que los que queramos estudiar en una universidad tendremos que entrar a la Universidad de Harvard pagando una altísima matrícula? Eso no es cierto. Ha habido muchísima, muchísima distorsión.

Con lo primero, repito, no interfiere. Segundo, reta. Por supuesto, reta. Lo ha dicho el doctor Pablo. Colombia en el TLC adquiere la posibilidad de ingresar al mercado más importante del mundo, que todos los añoran.

Yo era estudiante de la universidad pública en los 70, Colombia vivía una fiebre universitaria por el marxismo, por los países del ala comunista. Se nos hacía creer que el mundo se iba a dividir simplemente entre el comunismo soviético o el comunismo chino o el comunismo cubano. Mi generación se sorprendió mucho porque después de que nos hicieron ver eso en la universidad pública, no pasaron muchos años para que se cayera el Muro de Berlín, para que apareciera Deng Xiao Ping y abriera la economía china. No pasaron muchos años para encontrar a China convertida en un país que aspira a ser la primera economía del mundo, en un país que hoy tiene el mayor interés de entrar al mercado de Estados Unidos.

Entonces yo siempre me pregunto: si ellos quieren entrar, ¿nosotros por qué no? Si ellos necesitan entrar, ¿nosotros por qué no?

A mí me sorprendió muchísimo alguna vez en una universidad norteamericana en una pasantía, encontrarme con una misión comercial de Vietnam, que llegaba a los Estados Unidos a hacer acuerdos de comercio con los Estados Unidos. Y me decía yo: increíble, los vietnamitas, herederos de Ho Chi Min, que derrotaron en su territorio a los Estados Unidos, y hoy quieren estos acuerdos comerciales con los Estados Unidos. Y eso me hace preguntar: ¿Por qué ellos sí pueden entrar a ese mercado y nosotros no?

Al presidente Castro se le ha escuchado decir en muchas ocasiones que él, de no existir de por medio el embargo, Cuba no estaría recibiendo un millón de turistas norteamericanos al año sino cinco millones.

Uno ve allí un expreso propósito de la economía cubana de servirse, a través del turismo, de la economía norteamericana, ¿por qué nosotros no?

Pero TLC, que es una oportunidad, también tiene retos. Uno de los retos es el de mejorar mucho la educación, como base para mejorar la productividad, como columna vertebral para mejorar la competitividad y como el gran mecanismo para aumentar el ingreso y mejorar la distribución.

Yo diría que el TLC es una oportunidad para que el país, a través de ese gran crecimiento educativo en lo cuantitativo y en lo cualitativo, aumente el ingreso y mejore su distribución. Eso exige que el país piense en la competitividad alrededor de dos grandes capítulos: el capítulo del capital humano y el capítulo del capital físico.

Voy a abstenerme de mencionar el capítulo del capital físico. Seguramente vendrán las preguntas de ustedes: qué vamos a hacer de carreteras, qué vamos a hacer de puertos, de servicios públicos, de navegabilidad, de ferrocarriles, para mejorar la competitividad del país.

En lo que concierne a la educación, es la guía que va iluminando la construcción del capital humano. Yo les sugeriría, estudiantes, mirar el tema de la competitividad en función de esos dos grandes capítulos: el capital humano y el capital físico y relacionémoslos.

Un país que construye capital humano, a través de una permanente revolución educativa, es un país que a través de ese capital humano puede, en algún momento, construir capital físico, así tenga escasez de recursos naturales, escasez de dinero.

Al contrario, un país rico en recursos naturales, en petróleo, en hierro, en aluminio, un país rico en dólares, un país que pueda construir mucha infraestructura, puede lograr todo eso: construir los mejores puentes, los mejores ferrocarriles, construir las mejores carreteras, pero si no ha construido capital humano, ese capital físico no se traduce en competitividad.

En una nación como Colombia es muy difícil ser absoluto en la fijación de prioridades. Pero si ustedes me preguntaran qué es lo primero, yo les diría: a pesar de reconocer que necesitamos tanto capital humano como capital físico, lo primero es capital humano, porque a partir del capital humano es posible construir el capital físico, no siempre a partir del capital físico se construye el capital humano. Y el eje, el mecanismo de construcción del capital humano, es la educación.

Simplemente hay unos aspectos puntuales en educación. Por ejemplo, para convalidación de títulos allá y aquí, se crean unos instrumentos en el tratado, con miras a agilizar los reclamos de los ciudadanos. Y yo creo que eso está bien, pero no hay interferencia, sí hay retos.

Permítanme entrar en el segundo punto del menú temático: es importante en este examen saber antecedentes de Colombia, tratado de 1935, el presidente López Pumarejo, para el acuerdo con los Estados Unidos, que no se llevó a la práctica porque la guerra, la Segunda Guerra Mundial prácticamente lo obstaculizó. Después ensayos, intentos de algunos ministros para firmar ese tratado, que eso no se convirtió siquiera en política de gobierno. Este Gobierno lo ha convertido en política de gobierno.

Posteriormente la experiencia de Colombia con el Atpa, bien importante porque aumentamos nuestras exportaciones a Estados Unidos. La experiencia hace cuatro años con el Atpdea. Fue muy difícil hacer el tránsito del Atpa al Atpdea, muy difícil. Lo que empezamos a reflexionar hace cuatro años. Nos dijimos: no vemos posible que el Atpdea, que es ese sistema unilateral de preferencias que nos reconoce Estados Unidos para que nuestros productos entren en el mercado norteamericano, se extienda más allá del 31 de diciembre del 2006.

Eso nos obligó a empezar a negociar el TLC. Además encontramos dos dificultades en el Atpdea, tres dificultades. La primera: hasta hoy incluso estamos convencidos de que no habrá renovación. La segunda: por ser un sistema de preferencias unilaterales de una vigencia de corto plazo, no estimula la inversión. Y tercero: muchos productos de los que podemos exportar quedan por fuera del Atpdea. No así del TLC.

Que no habrá renovación. Le pregunté al Gobierno de El Salvador: si ustedes tienen un sistema preferencial para entrar a los Estados Unidos hasta el 2009, ¿por qué suscribieron acuerdo? Y me dijeron: porque estamos seguros que en el 2009 no lo van a extender.

Le hice la misma pregunta a República Dominicana, cuyo sistema, mecanismo unilateral de acceso al mercado norteamericano, vence el año 2007. Y me dijeron que no veían posibilidades de extenderlo.

Esa es una de las razones por las cuales Colombia tomó la decisión de negociar el TLC. Y por las otras dos.

Los economistas dicen: Colombia no ha aprovechado suficientemente el Atpdea. Es cierto. No hemos exportado todo lo que debíamos exportar, a pesar de que hemos tenido un magnífico crecimiento en las exportaciones. ¿Por qué? Porque no ha habido inversión suficiente.

¿Y por qué no ha habido inversión suficiente? Porque los inversionistas dicen: el Atpdea no nos da garantías. Nosotros no podemos invertir en Colombia para exportar al mercado de los Estados Unidos, si solamente podemos exportar durante unos años, los que estén consignados en ese sistema de preferencias unilaterales de los Estados Unidos. Sin seguridad de que lo van a extender, de que lo van a convertir en un sistema permanente, no se puede invertir.

Eso es válido frente a los Estados Unidos y frente a Europa. Por eso creo que tendremos que negociar con Europa, porque con Europa también tenemos es un sistema unilateral de preferencias, que este Gobierno logró extenderlo por diez años. Pero que cuando venza, no vemos posibilidades de renovación. Y que desestimula la inversión y que por eso nos vemos ante el imperativo de buscar convertirlo en una negociación bilateral con la Unión Europea.

Y hay muchos productos que el Atpdea no deja que se exporten. El Tratado de Libre Comercio sí. Por ejemplo, cárnicos y lácteos, que podemos exportar en el Tratado de Libre Comercio si superamos el tema de la aftosa.

Entonces vino esa etapa: primero, el tránsito del Atpa al Atpdea, análisis del Atpdea, sus conveniencias e inconveniencias, el anticipo de que no hay prórroga. Después, nuestra decisión de gobierno de negociar el TLC. Importante. No fue fácil, porque a la gente le da mucho miedo proponerle eso al país.

Después otro tema muy delicado: convencer a los Estados Unidos. Ellos no querían negociar. Ellos decían: el camino es el Alca. La respuesta nuestra fue: hombre, el Alca polariza. Uno tiene que respetar que así como Colombia necesita urgentemente entrar al mercado de los Estados Unidos a través de estos tratados, Brasil no tiene el mismo afán.

Porque hay diferencias: Brasil solamente le vende a los Estados Unidos el 19 por ciento de sus exportaciones, Colombia más del 40. Brasil le vendió el año pasado 6 mil millones de dólares a China, Colombia 200 – 250 millones de dólares. Brasil tiene grandes cantidades de soya para venderle a China, de carne. Colombia no.

Los países de Suramérica tienen, además de soya, de cereales para venderle a China, tienen también cobre, níquel. Colombia pocas cantidades.

Ellos no tienen tanto afán de un acuerdo para entrar a los Estados Unidos, nosotros sí lo tenemos. Entonces le dijimos a Estados Unidos: no lo llevemos todo al Alca, porque polariza, porque no reconoce las diferencias de las economías, hagamos estos tratados bilaterales. No fue fácil convencer a Estados Unidos.

En ese menú entra otro tema: el proceso de negociación, 22 meses, el público colombiano conoció en detalle cómo se iban adelantando las conversaciones, el contenido de cada capítulo.

Después llega otro tema: ¿por qué en pleno proceso electoral el Gobierno, en lugar de guardarse el TLC para suscribirlo después de elecciones, lo aceleró? Por dos razones: porque el 31 de diciembre de este año se vence el Atpdea y tememos mucho, por ejemplo, que el primero de enero las flores colombianas, que generan 100 mil empleos en esta Sabana, empiecen a tener serias dificultades para entrar al mercado de los Estados Unidos.

Y por otra razón: este Gobierno ha buscado que en Colombia haya confianza, tiene que haber confianza así haya desacuerdos frente al Gobierno, las instituciones políticas. Por eso hemos querido que los colombianos vayan a elecciones después de que el Gobierno ha cerrado el TLC. Para que los colombianos vayan sabiendo y con plena conciencia del alcance del TLC. Nos parece de la mayor importancia para que haya confianza en las instituciones políticas del país.

Después viene otro tema: el proceso de ratificación que se espera aquí en nuestro Congreso, en el Congreso de los Estados Unidos, la instancia adicional en Colombia, que es la revisión por parte de la Corte Constitucional.

Otro tema: las relaciones con Suramérica. Este Gobierno ya realizó el acuerdo Comunidad Andina–Mercosur, un gran salto para la integración con Suramérica. Eso no estaba en la visión de la Comunidad Andina, ni de Colombia, ni de Mercosur hace cuatro años. Hoy es un hecho.

También hemos ayudado a construir la Unión Suramericana, es un hecho. Este Gobierno tomó la decisión de que Colombia fuera parte del Plan Panamá–Puebla. Hoy Colombia es miembro observador del Plan Panamá–Puebla. Aspira a convertirse en pocas semanas en miembro de pleno derecho.

Eso nos abre caminos para ser el articulador de la unión entre Suramérica, Centroamérica y la visión de Mesoamérica, para que el circuito de energéticos en América del Sur se conecte con Centroamérica. Nosotros hemos permitido que Venezuela construya el gasoducto de nuestra Guajira a Maracaibo. Estamos construyendo la tercera línea de interconexión con el Ecuador.

Estamos dispuestos, para articular Suramérica con Centroamérica, a construir la línea de interconexión entre Colombia y Panamá. A facilitar que por el territorio y el mar de Colombia pase un gasoducto con destino a Centroamérica, que le permita a Venezuela ser el gran proveedor de gas de Centroamérica y de la visión de Mesoamérica.

Viene allí otro tema: además del TLC Colombia va a buscar otros acuerdos, por supuesto. Lo necesitamos en lo del comercio con Centroamérica. Ya hemos tomado la decisión política de negociar. Nos parecería muy, muy grave, que Centroamérica se proveyera de bienes y servicios de otros mercados y las exportaciones colombianas allí perdieran participación. Que a otros países Centroamérica les comprara sin arancel, y que los aranceles que les cobra Colombia nos sacaran del mercado de Centroamérica o no nos dejaran crecer allí.

Y viene otro acuerdo, que ya les refería, el de la Unión Europea. Con China creo que el planteamiento no puede ser de un acuerdo de comercio común y corriente. Tiene que ser un acuerdo de protección de inversiones.

Porque mientras economías como la chilena, la peruana, la brasilera tienen producciones complementarias con China, producen grandes cantidades de soya que China no produce, grandes cantidades de carne en el Brasil que China no produce, grandes cantidades de cobre, de níquel, que le hacen falta a China, la economía nuestra produce la misma manufactura que produce China. Pero China en cantidades exorbitantes, a muchos menores costos, lo cual le quita mucha competitividad a Colombia.

Sin embargo, tenemos que trabajar el acuerdo de inversiones para que China invierta en Colombia.

Otro tema: el impacto en la Comunidad Andina. Primero la Comunidad Andina declaró que era una comunidad regional, con propósitos de apertura, a principios de los noventa. Eso llevó a Bolivia a integrarse a Mercosur. Bolivia le compra a Mercosur muchos bienes que le podría comprar a Colombia. Colombia nunca ha reclamado.

Ahora hay un reclamo de Bolivia, porque Bolivia nos vende más o menos 170 millones de dólares al año, prácticamente en soya y derivados, y en el tratado nos comprometemos a ir desmontando el arancel para que entre aquí también soya norteamericana.

Para los aceites refinados y aceites crudos, hay una desgravación a los norteamericanos de cinco y diez años. Los bolivianos dicen que eso les va a causar problemas en el mercado de Colombia. Nosotros creemos que no, porque Bolivia tiene un margen de precios muy amplio, con el cual puede trabajar para ser más competitiva con su soya en el mercado colombiano.

Y hay una prueba: la soya boliviana vale menos en Venezuela que en Colombia. ¿Cómo ha bajado de precio la soya boliviana en Venezuela? Porque el Gobierno de Venezuela también le compra a Paraguay. Y esa competencia de la soya paraguaya en Venezuela, ha hecho bajar el precio de la soya de Bolivia en Venezuela. Lo propio podría hacer Bolivia en el mercado colombiano.

Así y todo, para saldar diferencias, hemos expresado que en el momento en que llegare a presentarse un perjuicio, Colombia estaría dispuesta a buscarle una compensación a Bolivia.

Con la hermana República de Venezuela, los estudios demuestran al detalle que productos que lleguemos a comprarle a Estados Unidos sólo competirían en un 15 por ciento con lo que le compramos a Venezuela.

Pero puede haber una compensación con creces. Yo veo que el Tratado de Libre Comercio de Colombia con Estados Unidos va a favorecer a Venezuela. Y lo demuestra esto: en los últimos años Colombia ha aumentado mucho sus ventas a Estados Unidos gracias al Atpdea, que es la tendencia que queremos mantener y estimular con el Tratado de Libre Comercio. Y también hemos duplicado nuestras compras a Venezuela. Mientras más le vendemos a Estados Unidos, más le compramos a Venezuela.

Hace pocos años Colombia apenas le compraba a Venezuela 500 millones de dólares. El año pasado le compramos 1.100 millones de dólares.

Mientras más le vendemos a Estados Unidos, más le compramos a Venezuela. ¿Qué demuestra eso? Que sin con las exportaciones a Estados Unidos nosotros aumentamos nuestra capacidad adquisitiva, le podemos comprar más a nuestra hermana República de Venezuela.

Y también allí hay un paso que no se ha invertido: conseguir terceros mercados es descongestionar mercados. El mercado andino, por ejemplo, en arroz, se mantiene muy congestionado. Porque estos países nuestros son productores autosuficientes y excedentarios en arroz y cada uno busca mandar sus excedentes de arroz al vecino. Y no tenemos terceros mercados para venderles arroz. Entonces nos va a tocar subsidiar la producción nacional de arroz.

Yo creo que un riesgo con Estados Unidos para este producto no llegará antes de 14 – 19 años, de acuerdo con la manera como se negoció el tratado.

Pero los arroceros colombianos han sufrido mucho porque llega arroz más barato de Ecuador, más barato de Venezuela. Eso obliga a que el Gobierno impulse desde ya la ley Agro: Ingreso Seguro, para subsidiar o reconversión o precio de arroz.

Y además hay que hacerlo por razones de seguridad alimentaria. ¿Qué tal que dentro de un tiempo no pudiéramos comprar arroz barato en Venezuela o en Ecuador o no llegare a venir arroz barato de Estados Unidos y que dejemos acabar la producción nacional? Tendríamos serios perjuicios en la seguridad alimentaria. Pero ese es un producto que muestra que hay una congestión de mercado y que no se ve posible descongestionarlo.

Hay otros productos que pueden llegar a tener congestiones de mercado, y que a través del TLC podemos descongestionar. Tal el caso de lácteos y cárnicos.

En la relación Colombia–Venezuela, generalmente Colombia ha abastecido a Venezuela del faltante que a ellos se les presenta en carne y en leche. Pero Venezuela está creciendo su producción. Les está comprando a terceros países, le compra una carne y una leche muy barata a Suramérica. Puede darse que llegue un momento en que Venezuela, por su producción y sus importaciones de Suramérica, tenga excedentes, y que Colombia siga teniendo excedentes. ¿Qué hacemos? Nos ahogamos.

Por eso necesitamos terceros mercados como el de Estados Unidos, para descongestionar productos en nuestro medio.

Venezuela dice que puede haber problema con su industria petroquímica. De ninguna manera. La industria petroquímica norteamericana no es capaz de competir con la venezolana. Es que además Venezuela tiene el recurso, Venezuela produce el petróleo. Antes al contrario, la industria petroquímica de los Estados Unidos funciona en muy buena parte con petróleo de Venezuela. Porque Venezuela le vende un 80 por ciento de su producción de petróleo a los Estados Unidos. Es un tema bien importante de tenerlo en cuenta en estos días de tanto debate político sobre el TLC.

A mí me decía un paisano en Medellín, me decía: hombre, ¿por qué Venezuela protesta por el TLC si ellos le venden el 80 por ciento del petróleo que producen a Estados Unidos?

Venezuela dice que puede haber problemas de perforaciones, que Colombia utilice productos norteamericanos para perforar las fronteras de Venezuela. Las reglas de la Comunidad Andina son muy claras en materia de reglas de origen. Nosotros vemos que ese es un riesgo que se puede precaver. Como aspiramos que al ser miembro Venezuela del pleno derecho de Mercosur, tampoco nos perforen a nosotros violando las reglas de origen. O sea que esos son temas para manejar con muchísima tranquilidad.

Productos que se benefician. La industria colombiana se beneficia. El sector agropecuario como un conjunto se beneficia. Hay productos con riesgos, que nos tenemos que preparar a subsidiar, a ayudarles. Tal el caso del arroz, la avicultura. Pero es muy importante mirar con las dudas de ustedes, producto por producto.

La pequeña empresa se beneficia. La negociación en favor de la pequeña empresa fue muy, muy positiva. Los temores que había sobre la cultura se disiparon. Por ejemplo, las telenovelas de producción colombiana en nuestro país siguen teniendo durante días de la semana una participación del 70 por ciento en los horarios triple A de la televisión.

En fin de semana se reduce del 50 al 30, pero se compensa con una cosa muy importante: si llegaren películas, hablo ejemplificativamente, a través de nuevos desarrollos tecnológicos, al país, con nuestro mismo ejemplo, películas que nos envían para verlas a través de la pantalla del teléfono celular, Colombia preserva la prerrogativa de exigir cuotas de producción de cine colombiano para esos envíos de películas.

El tema de los medicamentos no hay por qué preocuparse. El tratado es claro, salvamos los genéricos. No hay ninguna norma que prohíba los genéricos. Se mantiene como hoy está. Los genéricos se pueden producir y vender, cuando el medicamento madre ha terminado el período de protección de la patente. Eso es lo que hoy está, no se altera en el TLC.

El TLC expresamente preserva los derechos soberanos de cada uno de los dos países para enfrentar los temas de salud pública. Si en Colombia llegare a haber un medicamento que es nuevo, norteamericano, que esté en un período de protección de la patente, y por un infortunio apareciese una epidemia, y ese problema de salud pública fuere necesario enfrentarlo con ese medicamento, el Estado queda autorizado para levantar la protección, para autorizar la producción del medicamento a terceros o para comprarlo de otros países, sin tener que respetar el período de protección, y así enfrentar el riesgo.

Todos estos son temas de gran importancia. Es un menú que yo quería proponerles, y entonces entremos a la tercera parte: inquietudes, preguntas, comentarios, preocupaciones de ustedes. Con el mayor gusto les ofrezco la palabra”.

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