PALABRAS
DEL PRESIDENTE URIBE EN SEMINARIO SOBRE LIBERTAD ECONÓMICA Y CREACIÓN
DE EMPLEO
Bogotá, 8 nov. (SNE). Las
siguientes son las palabras del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la instalación
del seminario “Libertad económica y creación
de empleo”, organizado por la Fundación Jean Francois
Revel.
“Mil gracias por darle a Colombia la oportunidad
de este foro tan importante. Mil gracias, (ex) presidente (de España,
José María) Aznar por su permanente respaldo. De
usted hemos aprendido mucho, nos ha inspirado y nos ha dado un
gran respaldo.
Llamé desde ayer a Plinio Apuleyo a contarle
la dificultad que tenía para asistir hoy porque estamos
discutiendo con el Congreso de la República el tema de
la capitalización
de la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol). Hoy hemos
tenido una sesión extensísima con las Comisiones
Quintas de Senado y Cámara para avanzar en esa dirección
que la necesita el país, y para desvirtuar una serie de
argumentos que se vienen esgrimiendo para oponerse a esa capitalización.
Esta economía tiene algo muy bueno
hoy, que es una bonanza de confianza, y tiene vulnerabilidades.
Una de esas vulnerabilidades
es la falta de hallazgos de hidrocarburos.
Bonanza de confianza: en la historia económica reciente
de Colombia encontramos una bonanza de inversión cuando
se recibió la indemnización por el Canal de Panamá,
inversión que hizo fundamentalmente el Gobierno del General
Pedro Nel Ospina.
Encontramos varias bonanzas del precio
del café. Bonanzas
petroleras cuando aparecieron Caño Limón, Cusiana,
Cupiagua. Bonanza de inversión en la televisión cuando
se abrió la televisión en los canales privados para
pagar esas inversiones. Bonanza de inversión en la telefonía
móvil cuando el país abrió la posibilidad
de prestar ese servicio por parte de los particulares.
Creo que empezamos a tener hoy una bonanza
no específica,
sino una bonanza de confianza general, como lo acreditan las inversiones
en todos los sectores de la economía.
Esa bonanza de confianza, en mi concepto,
se contradice con la calificación que le dan a Colombia las diferentes instituciones
que examinan las libertades. Y ahí es bien importante referirnos
o tener una reflexión sobre lo que ha dicho el ex ministro
Hugo Palacios. Creo que estos calificadores no han asimilado bien
el caso colombiano, y los hechos y los resultados están
demostrando que ellos han subestimado el avance de Colombia, que
lo empieza a medir el nivel de inversión en el país.
En efecto, hace cuatro años Colombia estaba recibiendo
700 millones de dólares de inversión extranjera.
El año pasado tuvimos una inversión neta superior
a los 5.400 millones de dólares. Y este año, sin
casos excepcionales, vamos a estar rayando los 6.000 millones de
dólares. Y lo más importante es que es un inversión
que empieza a verse distribuida en todos los sectores, no solamente
en hidrocarburos. Hay una gran inversión en la industria,
una gran inversión en el comercio, una gran inversión
en el sector forestal, etcétera.
Al mirar los elementos que tienen en cuenta los calificadores,
quisiera referirme a algunos.
Embajador Plinio, ¿cómo ve usted el tiempo para
poder abrir esta intervención a preguntas y a preocupaciones?
Yo tengo por allá unos tiempos de los sábados, entonces
lo tengo que decidir pero totalmente al contrario.
Entonces voy a hacer unos comentarios ojalá no
muy extensos sobre algunos de estos conceptos que tienen en cuenta
los calificadores
de libertades, y con el mayor gusto atiendo algunos comentarios
y preocupaciones de ustedes.
Política comercial: hace cuatro años se veía
imposible el acuerdo de Comunidad Andina – Mercosur. La primera
vea que hablé con nuestro sector privado sobre le tema,
me dijeron: ‘imposible, Brasil nos devora’. Hoy es
un acuerdo en plena ejecución. Yo creo que un gran paso.
Los opositores al TLC con los Estados Unidos
me decían: ‘constitucionalmente
primero hay que avanzar en la integración con Suramérica’.
Ese acuerdo de Comunidad Andina-Mercosur fue un gran paso en esa
dirección.
Creo que hemos superado buena parte el
trayecto extenso para la negociación del TLC con los Estados Unidos. Ya se ha confirmado
que el 22 de noviembre, justo el día cuando se cumplen los
90 días que la ley norteamericana le exige a su Gobierno
para poner a consideración del Congreso cualquier tratado
antes de firmarlo, ese día, y es un precedente en los Estados
Unidos, se va a firmar. ¿Por qué? Porque no se conocen
casos recientes en los Estados Unidos en los cuales un tratado
de esta naturaleza se firme el mismo día en el cual se vencen
los 90 días de plazo que tiene que dar el Ejecutivo al Congreso.
Negociamos en términos de días, pero queda un trayecto
difícil, complicado, sobre nuestro TLC con los Estados Unidos.
La aprobación en el Congreso norteamericano, la aprobación
en el Congreso nuestro, la revisión de constitucionalidad
de nuestra Corte Constitucional, y además la Ley de Implementación
del Tratado, cuyos temas más importantes miramos ayer en
la reunión del Consejo de Comercio Exterior.
Vienen otros tratados en un plazo récord. Pudimos cerrar
el tratado con Chile. Lo vamos a firmar el 27 de noviembre. Y le
asignó gran importancia a lo que es el capítulo de
inversiones. Chile es un país que tiene hoy un gran sobrante
de capacidad de inversión y han visto en Colombia el mejor
destino de inversión en la región. El país
ha sentido una gran afluencia de capital chileno en los últimos
años, que queremos consolidar con este tratado.
Adicionalmente, Chile ha tomado la decisión de hacer un
Tratado con la Comunidad Andina, lo cual le ayuda muchísimo
en el fortalecimiento de la Comunidad Andina y en las negociaciones
que la Comunidad Andina tiene que adelantar, como la que ya está en
la etapa preliminar, que es el acuerdo entre la Comunidad Andina
y la Unión Europea que, por fortuna, cuenta con el consentimiento
y el apoyo de Bolivia.
Habíamos examinado con los dos anteriores gobiernos de
Canadá la posibilidad de los acuerdos de comercio. Inicialmente
dijeron que sí, no se pudieron concretar. Con el nuevo Gobierno
ya se están poniendo las bases para poder concretar ese
acuerdo de comercio con Canadá.
Confío en que en los próximos meses firmemos el
acuerdo de comercio con los tres países del Triángulo
Norte de Centroamérica: con Guatemala, con El Salvador y
con Honduras.
A mí me preocupa muchísimo, muchísimo, que
Colombia, que ha dado un gran paso político en la integración
a Centroamérica, al participar ya como miembro del pleno
derecho del Plan Panamá-Puebla, no siga profundizando esas
relaciones con Centroamérica.
Y nos preocupa muchísimo que lo poco que la industria del
sector agroindustrial de Colombia, nuestros sectores productivos,
le venden a Centroamérica, sea desalojado de esos mercados
porque Centroamérica, en virtud del Cafta, empiece a comprar
esos productos a los Estados Unidos. Vemos de gran importancia
este tratado con Centroamérica. Y además, Colombia
ha tomado la decisión de reconocer las asimetrías
que sean necesario reconocerles a esos tres países centroamericanos.
La semana pasada el Ministro Botero cerró un tratado con
Cuba, que da una gran señal política en la región
y que tiene que ayudarnos también en lo que se necesita,
que es el tratado bilateral con la hermana República Bolivariana
de Venezuela, para que en cinco años, cuando termine el
período de transición, una vez Venezuela denunció su
participación en la Comunidad Andina, podamos tener ese
tratado bilateral que mantenga este mercado entre Colombia y Venezuela.
Hemos ya firmado los primeros tratados
de protección recíproca
de inversiones, y en esa dirección vamos a continuar.
Esto para dar alguna respuesta a las entidades
calificadoras que califican mal a Colombia en materia de política
comercial.
El segundo tema es el de carga impositiva.
Tema difícil.
El doctor Hugo Palacios hacía ver la necesidad de recursos
que, por ejemplo, en el tema de seguridad, ha tenido Colombia.
Pero, miren qué paradoja: ha crecido más como porcentaje
sobre el PIB y como porcentaje sobre el presupuesto la inversión
social, que los propios recursos destinados a seguridad. Eso todavía
no lo ha asimilado la opinión pública y nos tocará responderlo
y contarlo en todos los foros.
Estamos adelantando una reforma tributaria, no tan ambiciosa como
la propuso inicialmente el Ministerio de Hacienda, pero creo que
va a corregir algunos aspectos.
Cuando el lunes festivo hablaba con el
Ministro y me contaba los puntos que se le estaban aceptando
al Congreso de la República,
por lo menos hay uno en el cual el Gobierno tiene que ser, sumamente
cuidadoso. Nosotros, salvo que se presentara una emergencia, tenemos
que aprobar una reforma tributaria que por lo menos para el cuatrienio
que nos corresponde, le garantice al país que no habrá más
reformas tributarias.
En cuanto a la carga impositiva, se han
venido introduciendo unos correctivos. Yo diría que lo importante no es la reducción
general de tarifas, que lo importante es estímulo a la inversión.
Si alguna diferencia marca nuestra orientación tributaria,
con la que fue la orientación tributaria de los años
ochenta del gobierno Reagan en los Estados Unidos, del gobierno
de la señora Thatcher en Inglaterra, de la reforma tributaria
de Colombia, es que nosotros creemos que no se pueden rebajar las
tarifas por igual para todo el mundo. Nosotros creemos que no se
puede dar el mismo tratamiento a quien crece que a quien no crece.
Nosotros creemos que hay que darle un incentivo al crecimiento.
Y esa es una característica de la reforma tributaria que
introdujimos hace tres años, que creó una deducción
provisional durante cuatro años del 30 por ciento para las
nuevas inversiones generadoras de renta, que para el caso de los
inversionistas se constituye en una disminución de la tarifa
efectiva de renta.
Hay que empezar a mirar cuál es el resultado de la tarifa
efectiva de renta, cuando se tienen en cuenta estas deducciones
que estimulan la inversión.
Segundo: los críticos de estas deducciones han dicho que
estas deducciones estimulan la apropiación de utilidades
y estimulan la especulación, por ejemplo, en el caso inmobiliario.
Allí aparece una profunda diferencia entre lo que han sido
los estímulos en la legislación norteamericana y
los estímulos que nosotros proponemos.
El estímulo nuestro es un estímulo a la inversión,
no es un estímulo para mayor apropiación de utilidades.
Por ejemplo, en el capítulo de vivienda nosotros tenemos
unos estímulos para fomentar la vivienda social, necesidad
básica insatisfecha en nuestro país, no para estimular
la especulación inmobiliaria.
Entonces, la reforma tributaria colombiana
incluirá como
normas de carácter indefinido, estímulos a la inversión,
a la inversión productiva. Lo consideramos de gran importancia.
No de otra manera, no de otra manera, se pueden generar empleos
de buena calidad.
Y se han tomado, por lo menos a nivel de
ponentes algunas decisiones. En el tema del cuatro por mil, que
preocupa mucho algunos sectores
productivos, se ha tomado la decisión de permitir la deducibilidad
del 25 por ciento y de aumentar a siete millones las cuentas, a
siete millones el tope de movimientos financieros, en cuentas de
ahorro, tope mensual que no pagará el impuesto al cuatro
por mil.
Sin la condición que existe actualmente, que exige que
para tener derecho a esa exención, que es para movimientos
financieros hasta de cuatro millones, la persona que abra esa cuenta
de ahorros tenga que tenerla vinculada a un crédito hipotecario.
La decisión de los ponentes es: subir el tope a siete millones,
tope exento, persona mes, contribuyente mes, y no exigir que esa
cuenta de ahorros esté vinculada a un específico
crédito hipotecario.
También hay otros avances importantes,
como es el de deducir el ciento por ciento de las contribuciones
locales.
Y otros avances importantes, como es el
avance de permitir que con la deducción, que ya no será del 30 por ciento
sino del 25, a las nuevas inversiones generadoras de renta –¿por
qué no del 30 sino del 25? Porque también se está bajando
la tarifa nominal del 38 y medio al 35–, permitir que se
flexibilice el tema de pérdidas, a fin de que las nuevas
empresas puedan utilizar esa deducción para poder compensar
pérdidas que la legislación vigente no lo permitía.
Yo creo que en el tema de la renta corporativa,
para estimular el crecimiento de la inversión en Colombia, la reforma tiene
aspectos muy importantes, mirada ya hoy a la luz de lo que están
presentando los ponentes.
En IVA, las reformas son intrascendentes.
En la campaña
yo propuse que, por responsabilidad política de todos los
colombianos, debería haber un IVA general, no con una tarifa
gravosa sino con una tarifa simbólica. No hemos podido llegar
a un acuerdo sobre esa materia con el Gobierno.
Se mantienen todos los estímulos a las rentas de trabajo.
Y unas exenciones que no fueron objeto de presiones, sino de identificar
cuáles son los sectores de la economía colombiana
en los cuales tenemos grandes posibilidades de crecimiento, y que
necesitaban estímulos tributarios, el Ministro ha aceptado
la propuesta del Congreso de la República de mantener estas
exenciones, exenciones a los cultivos de tardío rendimiento,
exenciones a la madera, unos estímulos a la producción
de energías alternativas, unos estímulos a la industria
del turismo, etcétera.
Se criticaban mucho esas exenciones, y
ahora que el Ministerio de Hacienda propuso desmontarlas, todos
los foros del país
se rebelaron contra el desmonte de esas exenciones.
Yo creo que lo que ha pasado en al realidad
de la discusión
política de estos cuatro meses en Colombia, nos va a hacer
pensar que lo que teníamos no era tan malo como algunos
lo desconceptuaban.
La dificultad de reformarlo todo, pero
después de asistir
a muchísimos foros a los cuales ya discutido de cara al
país cada uno de los artículos, nos indica que vamos
a tener que ser más cuidadosos en aquello de estar proponiendo
todos los días que lo que tenemos en materia tributaria
hay que demolerlo, que se necesita es una reforma estructural de
tal o tal orientación, que lo que tenemos es muy malo, y
va a tener que darle a los gobiernos más seguridad en el
sentido de pensar que, a pesar de la crítica, lo que hemos
introducido tiene muchas bondades.
Yo confío, Presidente Aznar y muy distinguidos asistentes
y patrocinadores, que en la parte de impuesto corporativo, la reforma
debe llevarnos, la reforma que se está aprobando, debe llevarnos
a que Colombia tenga una mejor calificación de parte de
estos organismos.
En el tema de intervención gubernamental,
nosotros hemos reformado hasta el momento 293 entidades del Estado.
Nosotros no participamos de lo que sucedió en América
Latina en las décadas del 70 y 80. Allí, teorías
políticas en nombre de la equidad social impidieron reformas
a empresas del Estado, mantuvieron privilegios de excesos sindicales
y politiqueros, y esas empresas, cuya reforma no se pudo adelantar,
terminaron en la ruina.
Nosotros tampoco participamos de la tesis
del año 90, de
desmantelarlo todo.
Nosotros creemos en un Estado al servicio
de la comunidad, no de intereses, no de privilegios sindicales,
no de la politiquería.
Creemos en un Estado sostenible, en un Estado que no sea interferencia
a la inversión privada.
La primera empresa grande que reformó este Gobierno fue
Telecom. Yo recuerdo que encontré argumentos para una u
otra salida, desde los diferentes extremos. Unos sectores decían: ‘ustedes
no la pueden reformar, están los derechos de los pensionados,
de los trabajadores’. Mi respuesta es: ‘¿y con
qué les vamos a pagar?’.
Y seguían esos sectores: ‘ustedes van a desmontar,
van a acabar con el capital del Estado’. Y les contestaba
yo: ‘¿y cuál capital, cuál patrimonio?
Si eso tiene hoy valor negativo’.
Y desde otro extremo se decía: ‘déjenla morir,
acábenla, que el capital privado entra y suple todas esas
necesidades’.
Y mi respuesta fue: ‘este país tiene comunidades
muy remotas, este país tiene mucha pobreza, mucha inequidad,
nosotros no podemos exponernos a fallas de mercado’.
¿Qué hemos logrado con la
reforma de Telecom? Primero, la seguridad del pago a los pensionados;
segundo, a los trabajadores.
Yo diría que entre las reformas que nosotros hemos hecho,
y que vamos a tenerlas que repetir, porque los críticos
dicen que nuestra economía ha crecido simplemente por influencia
de la economía internacional, sin que hayamos hecho esfuerzos,
y los hemos hecho, y muchísimos. Este esfuerzo de haber
reformado 293 entidades del Estado es un esfuerzo descomunal. Vencer
solamente esos obstáculos políticos es un esfuerzo
descomunal, y la determinación es: reformar todas las empresas
del Estado que aún quedan por reformar.
Cuando yo veo el ahorro que ha hecho este
Gobierno, porque cuando presentamos el proyecto de transferencias,
que es equilibrado,
el país no puede quebrar a la Nación, ni frenar la
descentralización. Y por eso vamos a tener que defender
en la interlocución con cada colombiano este proyecto de
transferencias, y lo vamos a tener que hacer con toda convicción
y con toda determinación. Nosotros no podemos en nombre
de la descentralización, quebrar a la Nación. El
peor servicio que se le presta a la descentralización es
quebrar a la Nación.
Entonces cuando defiendo este proyecto
de transferencias, oigo que la oposición dice: ‘el Gobierno Nacional no ha
hecho ahorro’. Miren los ahorros: hace cuatro años
nosotros teníamos un déficit en el Gobierno Nacional
Central de casi el 7 por ciento, este año será del
4 y medio (por ciento). Y hay que tener en cuenta que este Gobierno
tuvo que hacerse cargo de un costo que equivale a 1.3 del PIB (Producto
Interno Bruto), que es el costo de transferirle cuatro billones
y medio, cinco billones, al Instituto de los Seguros Sociales,
para que pueda honrar el pago de pensiones.
Alí hay un tremendo ahorro. Nosotros, si no tuviéramos
el problema de pensiones, que lo hemos corregido bastante pero
a futuro, con las reformas constitucionales, con las reformas legales
y con la reforma en 293 entidades del Estado, si no hubiéramos
tenido ese problema, que afecta directamente la Tesorería
de la Nación, terminaríamos este año con un
déficit en el Gobierno Nacional Central del 3.2. Y venimos
casi del 7.
Otro tema muy importante del ahorro de
la Nación. Este
país perdió le grado de inversión, y no lo
perdió en este Gobierno. Lo perdió en los años
98 y 2000. Y no lo perdió por el período 98-2002.
Lo perdió por todo lo que se vino incubando de atrás.
La historia económica no produce hechos de un día
para otro. Cuando este país llegó a la pérdida
del grado de inversión por el tema de inseguridad, por el
tema de alto endeudamiento, que tocó niveles en endeudamiento
bruto del 54 por ciento y de endeudamiento neto del 48 por ciento,
que lo perdió por haber llegado a ese déficit en
el Gobierno Nacional Central casi del 7 por ciento, que lo perdió por
haber llegado a un déficit consolidado, que cuando nosotros
llegamos en agosto de 2002 era del 4.2, esas condiciones no se
crearon de la noche a la mañana. Se crearon en muchos años,
se crearon en muchos años.
Y eso nos atemoriza a nosotros para poder
regresar a la fórmula
inicial de transferencias de la Constitución del 91. Hay
que mirarlo con mucho cuidado. Entonces a mí se me dice: ‘no
ha habido ahorro’, y allí habido otro ahorro muy importante.
Y en endeudamiento: nosotros hemos pasado
de un endeudamiento neto del 48 por ciento, a un endeudamiento
neto del 33 por ciento.
Allí hay un gran ahorro.
Y en inversiones en Ecopetrol. Hace cuatro
años las inversiones
anuales de Ecopetrol eran de 500 millones al año, este año
son de 1.400 millones de dólares.
Un gobierno irresponsable habría podido traerse esos 900
millones de dólares al gasto público y dejar que
a Ecopetrol le pasara lo que le ha pasado a otras empresas estatales
de otras naciones del Continente. Me decía el Presidente
Calderón de México que ellos apenas están
agregando a las reservas que consumen el 24 por ciento. Eso los
lleva anualmente a una pérdida en relación con lo
que consumen en el año de aproximadamente el 80 por ciento
en reservas. Nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo, pero tenemos
que llegar a 2.500 millones de dólares de inversión
al año en Ecopetrol. Por eso necesitamos la capitalización,
que encuentra mucho obstáculo y que lo vamos a tener que
vencer con una gran tarea de persuasión a los colombianos
para que nos apoyen esto.
Otro tema muy importante: hemos contribuido
a sanear las finanzas de los departamentos y de los municipios
con dineros de la Nación,
pero eso no se refleja en el balance del Gobierno Nacional Central.
Cuando el Hospital González Valencia de Bucaramanga está en
déficit, ese déficit golpea las finanzas del departamento
de Santander. Cuando con aportes del Gobierno Nacional se sanea,
como hemos saneado 128 hospitales públicos, ese superávit
favorece las finanzas del departamento de Santander. Le ayuda a
la Nación en el consolidado del balance, pero nunca se reflejan
en el balance del Gobierno Nacional Central, no obstante que el
esfuerzo para sanearlo lo hizo el Gobierno Nacional Central.
Y lo más importante: esas 293 entidades del Estado que
hemos reformado, generan un ahorro no cuantificado. Las finanzas
públicas no nos hablan hoy del ahorro de haber reformado
a Telecom o a Inravisión o el ahorro de haber reformado
a Adpostal. Pero, ¿qué hubiera pasado si no hubiéramos
hecho esas reformas y hoy llegará el señor Presidente
de Telecom a decirle al Ministro de Hacienda: ‘présteme
500 mil millones para pagar las pensiones’?
¿Y qué estaría pasando en un país
tan atrasado en, por ejemplo, internet y banda ancha? Dimos un
gran salto, dimos un gran salto en telefonía móvil:
pasamos en cuatro años de 4 millones aparaticos a 27 millones
de aparatitos. Pero tenemos un gran atraso en internet, tenemos
un gran atraso en banda ancha. Y gracias a esa reforma y a la confianza
del sector privado en Colombia, nosotros vamos a poder crecer al
32 por ciento en comunicaciones en los años que vienen,
vamos a poder dejar al final de este cuatrienio al 78 por ciento
de los estudiantes de educación básica con conectividad,
vamos a poder dejar conectadas todas las bibliotecas y vamos a
poder dejar conectadas todas las oficinas públicas y vamos
a poder dejar conectado buena parte del sector agropecuario.
O sea que yo creo que hay unos avances
bien importantes, pero reconozco: tenemos en frente una tarea
descomunal, la reforma tributaria,
la reforma a las transferencias, la capitalización de Ecopetrol,
y tenemos en frente la reforma de todas las entidades del Estado
que no se han podido reformar, empezando por las clínicas
del Seguro Social, donde apenas hemos podido reformar tres de la
Costa Caribe, que en pocas semanas de haber introducido esas reformas
ya empiezan a mostrar un gran alivio para los usuarios.
Ahora, algunos nos critican y nos dicen: ‘bueno, pero ¿por
qué en lugar de reestructurar hospitales públicos,
no los eliminan? ¿Por qué en lugar de reestructurar
Telecom no lo eliminan?’. Este es un país con mucha
pobreza, con muchas dificultades, y es un país que tiene
que tener en muchos casos la opción pública. En ocasiones
para poder enfrentar eventuales fallas de mercado, y en ocasiones
para llegarles a los sectores más vulnerables de la población.
Ahora, allí donde sin duda se ha podido privatizar, lo
hemos hecho sin temor. Una vez recuperados Granahorrar, Megabanco,
el Banco Cafetero, salimos a venderlos, y con éxito. Vamos
a vender a Ecogas, sin ninguna duda. Hace dos años, cuando
ofrecíamos Banco Cafetero, le daban la espalda. Yo lo dije
gráficamente hace pocos días: hace dos años
la gente no se lo llevaba ni que le diéramos encime. Ahora
se vendió por una suma muy aceptable que nos va a ayudar
al financiamiento, a frenar las tendencias de endeudamiento.
Hemos recuperado las electrificadotas,
y vamos a proceder a venderlas. No es fácil el tema con las regiones. Estamos convenciendo
a las regiones que le permitan a la Nación venderlas y que
el compromiso de la Nación es invertir esos recursos en
obras nacionales de competitividad, que tengan asiento en la geografía
de las Naciones.
¿Para qué vender a Corelca, para qué vender
la Electrificadora de Santander, la Electrificadora de Norte, la
Electrificadora del Llano, la Electrificadora de Cundinamarca,
la Chec de Caldas, la del Quindio? Porque están bastante
recuperadas, es el momento de venderlas. Creemos que puede haber
una administración más transparente en manos del
sector privado
En un país donde están las Comisiones de Regulación,
donde no importa hoy para los precios que la empresa sea estatal
o pública, donde para la calidad del servicio que se le
presta al usuario, empieza a ser mejor que sea privada, porque
hay más verticalidad para controlarlas cuando son privadas
que curando son estatales. Cuando son estatales recorre un tufillo
paternalista, que lleva muchas consideraciones, para no ser severo,
en las exigencias a estas empresas.
Y ahora nos proponemos enajenarlas y resolver
el problema político
con las regiones, con el compromiso de que esos recursos se van
a invertir en obras de competitividad en las regiones.
A política monetaria no me refiero, el Gobierno ha ayudado
con todo lo que ha estado a su alcance en materia de gasto público,
para que sea exitosa la política del Banco Central.
En tema de inversión extranjera, yo creo que el país
ha avanzado mucho en libertades. Ayer re-examinábamos nuevamente
lo pasa por ejemplo en materia de propiedad intelectual. Los tratados
de comercio son un gran avance en materia de ese tema tan sensible
a la inversión extranjera, como es el tema de propiedad
intelectual.
En tema de actividad bancaria, yo creo
que lo que obliga ahora en Colombia es profundizar los acuerdos
con el sector financiero
para poder llegarles con financiación a los sectores más
pobres de la población. Vamos a lanzar aquí en Bogotá,
ya con los primeros créditos, el próximo 21 de noviembre,
la Banca de Oportunidades.
Pasamos en el anterior Gobierno de 736
mil millones de cartera a los microempresarios a 3 billones,
y ahora queremos la nueva
etapa que profundice el crédito a los sectores populares
de la Nación, y ahí aparece un tema filosófico:
el tema de intervención o el tema de concertación.
Aquí está la señora Directora de la Asociación
Bancaria. A lo largo de estos cuatro años nosotros hemos
adelantado un buen nivel de concertación con el sector financiero,
queremos profundizarlo ahora, y eso tiene un enorme significado
político en América Latina, porque una banca comprometida
con los sectores populares a través de políticas
concertadas con las instituciones gubernamentales, es una banca
que impide que florezcan ideas gubernamentales de intervención,
ideas gubernamentales de obstaculización. Entre más
podamos llegar a los sectores populares, vía concertación
con los sistemas de crédito, menores serán las presiones
para la interferencia pública al sistema financiero colombiano.
El tema de salarios y precios. En el tema
de precios tal vez hemos tenido un problema, que es el tema del
cemento. El Gobierno amenazó con
intervenir el precio del cemento, finalmente se llegó a
un buen acuerdo con las cementeras. Recibí ese reclamo el
pasado viernes en la Asamblea de Camacol. Dije, ‘mire, este
es un Gobierno que cree en la empresa privada, en la empresa privada
como función social, tal cual lo definió la Constitución
del 36. Pero en el ambiente político latinoamericano y colombiano,
los gobiernos que creen, y no se avergüenzan de ello, en la
empresa privada, que la defienden públicamente sin actitudes
vergonzantes, necesitan que la empresa privada ayude con una permanente
legitimación popular’.
Cuando en un producto tan importante como
el cemento, se baja el precio de 21 mil pesos a 8 mil, porque
entró un tercer
oferente de cemento, se le compra a ese tercer oferente, y enseguida
sube el precio a 12 mil, se logra un acuerdo para que se estabilice
allí, es imposible que ese acuerdo lo mantengan y sube a
16 mil pesos la bolsita de cemento, allí empiezan a presentarse
fenómenos que legitiman la empresa privada.
El Gobierno es un gobierno pro-empresa
privada, cree en la función
social de la empresa privada, pero la empresa privada se tiene
que ayudar con unas decisiones que la conecten y la legitimen más
en los sectores medios y populares de la Patria.
Todo lo que deslegitime la empresa privada
por su propia culpa, ayuda a que surjan gobiernos adversarios,
obstaculizantes de la
empresa privada, pero el tema salió bien.
Viene el tema de salarios, el tema de parafiscales.
Primero, quiero recordarles que los costos parafiscales y de
seguridad social de
Colombia son deducibles. Cada vez que se habla de la necesidad
de eliminar unos aportes a cajas de compensación, al Sena,
etcétera, es bueno recordar que todos esos costos son deducibles.
Cada vez que se habla, que se pregunta:
bueno, ¿pero por
qué sí se puede deducir la inversión y no
se pueden deducir costos laborales? Todos esos costos en Colombia
hoy son deducibles. Eso es muy importante.
Enseguida se dice: ¿por qué Colombia sigue fijando
salario mínimo, si eso se considera que es un atropello
a las libertades económicas, y en el caso colombiano se
muestra una gran brecha entre el salario promedio de las mayorías
pobres, y el salario mínimo? La verdad es que en un país
con esta pobreza y con esta inequidad, esos instrumentos de intervención
no se pueden abandonar.
En efecto, en los últimos tres años nosotros hemos
aumentado el salario mínimo por encima de inflación,
y no le ha hecho daño al sector privado. Eso ha coincidido
con grandes crecimientos de inversión en el sector privado.
El año pasado la inversión privada creció en
más del 20 por ciento, y este año, dicho por los
propios dirigentes gremiales, la inversión privada está creciendo
alrededor del 30 - 32 por ciento.
Yo creo que no es el momento de que Colombia
abandone la obligación
de cotizar a entidades como el Sena, Bienestar Familiar, Cajas
de Compensación. Constituyen una gran institucionalidad
social. Habría que preguntarse qué sería de
Colombia con los graves programas sociales que tiene, si no contara
con estas instituciones.
La solución que algunos han dado es que esas instituciones
sean financiadas por el Presupuesto Nacional, lo lograría
uno dos años, después las marchitan. Yo prefiero
bajarle la renta al sector privado, darle toda clase de estímulos
para que crezca, pero se garantiza la financiación de estas
instituciones, mucho mejor cuando están a cargo de cotizaciones
del sector privado, que cuando están a cargo del Presupuesto
Nacional.
En materia de salarios yo creo que el esfuerzo
que tiene que hacer Colombia no es eliminar el salario mínimo para ajustar más
para que el salario que aparezca sea el salario efectivo que reciben
las mayorías pobres. Yo creo que el esfuerzo que tiene que
hacer Colombia es procurar que la economía se vaya formalizando
y vaya creciendo, de tal manera que el salario que perciben las
mayorías pobres se ajuste al salario mínimo.
Y aparece el tema de la flexibilización laboral. Yo quiero
decirles a los calificadores de libertades de económicas
que Colombia ha llegado a un punto muy equitativo, a un punto equitativo
entre esa flexibilidad que necesitan los empleadores y esa estabilidad
que necesitan los trabajadores.
No nos podemos olvidar que el país ha hecho dos reformas
laborales recientemente, profundas. Cuando hablo con los jóvenes
universitarios de hoy, ellos no alcanzan a dimensionar lo que era
la retroactividad en las cesantías, que apenas las pudimos
remover y parcialmente en el año 1990 cuando se introdujo
la Ley 50, el daño que le estaba haciendo al crecimiento
empresarial y a los propios ahorros de los trabajadores.
Y la última reforma laboral la hicimos
cuando empezaba este Gobierno, fue aprobada en diciembre de 2002.
Yo creo que estamos hoy en un punto bastante
equitativo, y surge esa calificación subjetiva, seguramente, cuando comparamos
las normas de estabilidad y las normas de flexibilidad de nuestro
estatuto laboral, con los otros que hay en la región.
No me voy a referir al tema de derechos
de propiedad que, con los avances en propiedad intelectual, creo
que han mejorado en
Colombia. Al tema de regulaciones, el país ha dado un gran
avance en regulaciones, en sus comisiones de regulación,
en su supervisión, estos son otros de los puntos que traen
los calificadores.
Si ustedes tienen a bien y el tiempo nos
permite, con el mayor gusto escucho algunas de sus preocupaciones
en esta materia”. |