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El día que Botero y Uribe pintaron juntos. Relato de un testigo de excepción.

FIESTA NACIONAL O EL BAUTIZO DE “MISIA FELICIDAD”

Bogotá, 26 oct. (SNE).- Un cuadro pintado por el maestro Fernando Botero, bien sea en su estudio de Milán, Paris o Nueva York, en su casa de Antioquia o en un pasillo de la Casa de Nariño puede llegar a costar, sin importar el lugar donde haya sido concebido, entre 380 mil y 500 mil dólares.

La pregunta que hoy me hago es ¿cuánto cuesta, si alguien como Alvaro Uribe Vélez, el Presidente de Colombia, lo ayuda a terminar, lo firma y, además le da un significado especial al atreverse a bautizar a la protagonista de la obra como Misiá Felicidad?

Si, aunque no lo crean, eso ocurrió hoy en un pasillo de la Casa de Nariño. El óleo “Fiesta Nacional”, pintado por el maestro Fernando Botero arribó a la Casa de Nariño este viernes, hacia las 8 de la mañana. Fue instalado en el pasillo en donde está hoy el óleo de la Madre Superiora, también de Fernando Botero, que volvió a su lugar en el Palacio Presidencial con la llegada al poder de Alvaro Uribe tras haber sido retirado por espacio de 8 años.

Todo fue cuidadosamente acondicionado. El caballete, el cuadro –que tardaron, los señores de mantenimiento en sacar de su guacal 15 minutos- y la mesa para que el Maestro pusiera sus pinturas, que tuvieron que ser compradas en Colombia, porque ni las autoridades de Paris (donde tomó el vuelo inicial) ni las de Nueva York (donde hizo escala) dejaron subir al Maestro sus elementos de trabajo por “razones de seguridad”.

Es la primera vez que el Maestro Botero pinta un cuadro a “cuatro manos”, deja que alguien “toque” sus pinturas y, aún más, que lo firme, según dijo a la entrada de la Casa de Nariño.

Para muchos, toda una gran osadía del Jefe de Estado. La esposa del Presidente, Lina Moreno de Uribe se acercó al estudio “improvisado” y preguntó: “¿y qué le va a hacer mi marido a este cuadro?”, al mismo tiempo que exclamó: “¡qué susto!”

Susto que también le dio a Uribe, pues –según sus propias palabras- sus manos son torpes y bruscas y nunca fueron aptas para las artes. A pesar que el mismo Botero le dijo cómo y dónde debía poner el pincel: “entonces yo voy a pintar de este lado y usted pinta este otro”, dijo Botero.

“Atreverme yo, a ponerle estas manos torpes a un cuadro del Maestro Botero, esto sí da mérito para que me metan a la cárcel. Esto es una generosidad del Maestro”, comentó el Presidente luego de haber dado el primer pincelazo a la bandera del margen derecho que encierra el cuadro y que, como era de esperarse, y como diríamos los que ignoramos los términos artísticos, “se salió de la raya”.

Si. Hay que fijarse muy bien en el amarillo de la bandera del margen derecho del cuadro, que fue la que pintó Uribe. Esta “desfasada”, si es que así se le puede decir.


Desfase que Uribe trató de justificar: “Maestro usted sabe que está con un alumno totalmente torpe en dibujo y en canto. Soy muy torpe para el canto y para la pintura. Soy sordo, lo cual es un defecto para el canto, una virtud para la política”. A lo que Botero respondió: “no creo, no creo”.

El cuadro, compuesto por un paisaje antioqueño, con pequeñas banderitas de Colombia y cuyo personaje central es “Misiá Felicidad”, que desde un balcón disfruta de su pueblo, está encerrado en el Tricolor Nacional y expresa, según lo “analizado” por el Presidente Uribe, “la esperanza” que hoy tenemos todos los colombianos, en que “las nuevas generaciones puedan vivir felices en la Patria”.

“Viendo esta compatriota que crea el Maestro aquí, yo le veo una cara entre, todavía asustada por experiencias de la vida por lo que ha pasado en Colombia pero con una gran alegría de esperanza. La miro en un lado y la veo asustada y la veo en el otro y la veo alegre, esperanzada. Tiene este ojito –señalando el izquierdo- más brotado, de la tristeza. Y este otro –el de la derecha- más esperanzado. Muestra cómo la Patria hoy está pasando del susto a la esperanza”, agregó Uribe.

Pero la “desfasada” o “salida de la raya” no fue solo del Presidente, también la cometió el Maestro Botero. Claro que en esta ocasión, no es porque sus manos sean bruscas, sino por las preguntas “impertinentes” del mismo Uribe.

La “salida” del Maestro ocurrió cuando éste estaba pintando ya, sobre la franja azul de la bandera –del margen izquierdo- y el Jefe de Estado empezó a hacerle varias preguntas: “¿y cómo se llama el cuadro?, ¿y le puedo dar un nombre a la señora del cuadro?, ¿y hace cuánto que usted no viene a la Casa de Nariño?”

“Fiesta Nacional”, “si claro que lo puede hacer” y “hace como 8 meses”. Fueron las respuestas de Botero que, sin querer, hicieron que este trazara una pequeña raya azul sobre el amarillo que ya había sido pintado.

Otra de las preguntas al Maestro Botero fue: “¿por qué la bandera de allá –la del margen izquierdo, empieza con el amarillo y la de acá –la del margen derecho, empieza con el rojo?” “Porque –contestó nuevamente Botero- desde el punto de vista de la pintura, tiene que haber enfrentamiento”. Razón que todos los que estábamos allí (secretarias, edecanes, señoras del servicio, fotógrafos, camarógrafos, periodistas, asesores, soldados) ignorábamos o que creíamos, podría ser un error puesto a propósito.

Al dar el último “brochazo” del color rojo Uribe creyó “haber terminado” con su osadía, sin embargo faltaba lo más importante: su firma y la del Maestro Botero. Firma que cada uno puso bajo su “lado” de bandera pintada.

Una vez terminó Uribe de pintar la “E” de “AURIBE” en el cuadro Botero dirigiéndose al Mandatario le dijo: “de pronto se puede dedicar a la pintura, Presidente, veo que tiene grandes habilidades”, respuesta a la que Uribe escapó con una tímida sonrisa.

Al salir de la Casa de Nariño, acompañado por Uribe, el destacado pintor fue interrogado de nuevo por los periodistas: “¿con cuánto lo califica –al Presidente- Maestro?”, “cinco sobre cinco, muy bueno”, respondió e insistió: “el Presidente es una persona formidable. El Presidente tiene un futuro en la pintura, yo creo que cuando termine su mandato se va a dedicar a la pintura porque lo hizo muy bien, tiene una gran facilidad para el dibujo, para el color, es fantástico”.

Aunque para muchos, no sea mucho más del precio real o al contrario, haya duplicado su costo, el valor del cuadro hoy radica más en lo que este produjo y el resultado final: los dineros que se recauden el próximo 9 de noviembre, cuando la Fundación Matamoros subaste el óleo “Fiesta Nacional”, serán destinados para ayudar a los policías y militares que han sido heridos en acción y para las familias de los que lamentablemente, han muerto defendiendo la Patria, esa misma que hoy, tanto Uribe como Botero, defendieron desde las “balas de esperanza” que da un pincelazo.

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