TEXTO
DE LA ALOCUCIÓN
PRESIDENCIAL
Compatriotas:
Debo ocupar el tiempo de ustedes, esta
noche, para referirme a las noticias sobre hechos de orden público gravísimos
para el país.
El hecho que nos ocupa es, la noticia de
la eventual participación
de militares en atentados terroristas, cometidos o frustrados,
antes del 7 de agosto.
Acabamos de terminar una nueva reunión del consejo de seguridad
y de acuerdo con la información final del Fiscal General
de la Nación, el hecho aún no está probado.
¿En que contexto se han dado las situaciones de orden público
este año? El país ha vivido un proceso electoral,
uno de los más amenazados de la historia y también
uno de los más pacíficos.
Nos aproximamos al 7 de agosto con mucho
temor, el temor causado por el recuerdo de los sucesos violentos
de hace 4 años,
en la tarde del 7 de agosto cuando se hacia la transferencia presidencial.
La amenaza al proceso electoral, la amenaza
al 20 de julio, al 7 de agosto, el recuero de los hechos violentos
de hace 4 años,
llevó al Gobierno, a la Fuerza Pública a extremar
medidas, a extremar controles, a extremar coordinaciones. No en
vano.
¿Cuál ha sido la secuencia de los hechos considerados
en la noticia? La Policía de Bogotá recibió una
información, el general Jorge Daniel Castro Castro, comandante
de la Policía, la recibió posteriormente como noticia
y se trasladó al conocimiento de la Fiscalía General
de la Nación.
El pasado jueves, antes de las 4 de la
tarde, 7de septiembre, el Ministro de la Defensa Nacional me
informó sobre una
reunión que había sostenido horas antes, con el Vicefiscal
General de la Nación, en la cual él le daba cuenta
de la investigación sobre presuntos graves hechos relacionados
en la noticia. Mi reacción fue: Ministro, nuestra práctica
es decir la verdad. Cuéntenle al país la verdad y
vamos a buscar cómo ayudamos a la justicia a esclarecer
los hechos.
Convocamos un consejo de seguridad que
empezó el viernes
8 de septiembre, a las 2 de la tarde, duró más de
ocho horas, amplísimo, con la participación del Vicefiscal,
con la participación del Fiscal Jefe de al Unidad Antiterrorismo
de la Fiscalía. En ese consejo de seguridad examinamos temas
sobre hechos, responsabilidades y también sobre la eventualidad
de asignación de responsabilidad política.
¿Qué encontramos? La Fiscalía General de
la Nación le había contado, informalmente, sobre
el hecho, al viceministro Hernán Sanín. Rumores de
estos suelen presentarse con muchísima frecuencia. El Viceministro
compartió la información, casual, de rumores, con
el Ministro, lo que conoció el Ministro y también
el Almirante Moreno, Jefe de Estado Mayor Conjunto, fueron rumores.
¿En qué momento el Ministro de la Defensa conoce
sobre la investigación y la presunta gravedad? Solamente
el día jueves de la semana anterior, 7 de septiembre y ese
mismo día lo comunica al Presidente de la República,
a la opinión ciudadana y emprendemos nuestro aporte a la
investigación.
El general Mario Montoya, comandante del
Ejército y el
general Fredy Padilla de León, comandante General de las
Fuerzas, en ese consejo de seguridad afirmaron de manera contundente
lo que han repetido en el día de hoy: que ellos no conocían
sobre la investigación, que apenas se informaron el día
jueves. Esto, que lo dijeron en presencia, primero del Vicefiscal
General de la Nación y hoy en presencia del Fiscal General
de la Nación, es un elemento muy importante que el Gobierno
tiene que tener en cuenta para asignar o para no asignar responsabilidades
políticas.
No he vacilado, en ocasiones anteriores,
en asignar con toda firmeza responsabilidades políticas. Incluso, se me ha acusado de
ser el Presidente que ha llamado a calificar servicios a mayor
número de generales de la República. ¿Por
qué no lo hago en esta ocasión? Porque no hemos encontrado
mérito para poder hacer la asignación de responsabilidades
políticas.
¿Qué mas encontramos en ese consejo de seguridad?
Encontramos la filtración de una investigación judicial,
la filtración ilegal con grave riesgo de frustrar la investigación.
Lo menos que pasa en una filtración, es que la noticia de
la filtración previene a las personas presuntamente involucradas
y ellas toman todas las precauciones para impedir la práctica
de las pruebas. He recibido la queja de la Fiscalía General
y de la Policía Judicial sobre el daño que esa filtración
puede causar al avance de la investigación.
En cuanto a la investigación, en un país democrático
como Colombia donde todos respetamos la libertad de prensa, queda
imposible al Presidente de la República llamar la atención
de los medios. Pero en la filtración participa el órgano
investigativo o el funcionario investigativo que conoce o lleva
la investigación y el periodista que presiona por la filtración.
Eso está haciendo muchísimo daño. ¿Por
qué?, porque está afectando el avance de las investigaciones
y eso puede conducir a que se prefiera la espectacularidad de la
noticia, que la claridad concluyente de la investigación.
Hemos llamado la atención a los investigadores de las Fuerzas
del Estado para que no haya filtraciones, para que se limiten a
cumplir su deber, de poner en conocimiento de la Fiscalía
los hechos delictuales o presuntamente delictuales que conozcan
y adelantar las investigaciones que les sean encomendadas por la
Fiscalía.
En esto de la filtración, cabría el símil
de la frase bíblica, en la relación entre el periodista
y el investigador: “tan grave pagar por la peca, como pecar
por la paga”. El país tiene que hacer una reflexión
en esa materia y los organismos de investigación que dependen
del Gobierno, tienen que tomar una decisión categórica
de no seguir afectando investigaciones con filtraciones.
Quiero referirme a algunos detalles que fueron apareciendo en
ese consejo de seguridad.
Primero: el Vicefiscal General de la Nación y el Fiscal
Director de la Unidad de Antiterrorismo –allí presentes-
expresaron que no habían encontrado méritos, todavía,
para vincular los militares aludidos. Esa misma noche, el Fiscal
General de la Nación lo dijo al país y es lo que
nos han repetido en el día de hoy.
Ayer, cuando terminó el Consejo Comunitario en Medellín
sobre el SENA, regresé a Bogotá y trabajamos hasta
horas bien avanzadas de la noche con los investigadores de las
diferentes Fuerzas. Hoy hemos trabajado todo el día y se
hizo la última sesión a partir de las 4:00 de la
tarde. En ella intervinieron el Fiscal General, los fiscales investigadores
y agradezco la participación del Procurador General de la
Nación. Y el Fiscal General de la Nación repitió esta
noche, lo que nos dijo el viernes en la noche: que no tiene, en
el estado actual de la investigación, mérito para
vincular al proceso a los militares mencionados ni para llamarlos
a una versión.
Quiero contar que en estas largas horas
hemos preguntado por el número de militares mencionados y la respuesta que hemos
obtenido de la Fiscalía y de la Policía Judicial
es que la investigación, en la mención, apenas refiere
a dos militares, no a cuatro. Es grave, así fueran dos,
pero es muy importante hacer esta precisión.
Me preocupó, en el curso de nuestras indagaciones, encontrar
la noche anterior, que los militares aludidos no habían
sido escuchados por la Fiscalía ni tampoco habían
sido escuchados en el procedimiento disciplinario que simultáneamente
debe adelantar la Fuerza Pública. Me hice esta reflexión:
están condenados ante la opinión pública y
no han sido escuchados. Eso me parece grave. Me parece que es una
violación del derecho de defensa.
¿Qué ha dicho la Fiscalía? La Fiscalía
dice que no ha encontrado mérito para vincularlos ni para
escucharlos. Pedí, sí, a las Fuerzas Militares que
fueran escuchados en procedimiento administrativo. Apenas se hizo
a partir de las primeras horas de la noche del día de ayer.
En este proceso aparece una señora a quien se conoce con
el nombre de ‘Jessica’. Esa persona fue detenida por
la Fiscalía General de la Nación el pasado viernes.
El informe que he obtenido de esta señora es que durante
los últimos tres años ha cooperado con varias entidades
del Estado.
Hay un punto importante: hasta el momento,
las autoridades de investigación no tienen comprobado que los militares aludidos
hubieran conocido la participación de la señora ‘Jessica’ en
el atentado que costó la vida a un conciudadano reciclador
de Bogotá y que dejó heridos a 18 soldados.
Más que preguntar si ‘Jessica’ participó o
no en ese atentado, he preguntado si los militares aludidos conocían
de la posible participación de ‘Jessica’ en
ese atentado. Porque hay una gran diferencia, para el curso de
la investigación, entre que ellos hubieran conocido o no
hubieran conocido que esta señora, cooperante de la Fuerza
Pública, hubiera participado en ese atentado. La respuesta
que he recibido es que, hasta el momento, no hay prueba para poder
decir que los oficiales mencionados hubieran sabido que esta señora
participó en el atentado.
Hay una serie de detalles que voy a omitir,
pero que los hemos estado estudiando, sin ser nosotros las autoridades
competentes
para la investigación, pero teniendo especialmente yo, la
responsabilidad del orden público en el país, que
los hemos estado estudiando alrededor de esta pregunta: ¿las
acciones de los militares aludidos fueron acciones de un procedimiento
de inteligencia para proteger a la ciudadanía o fueron acciones
delictuales?
En la inteligencia en el mundo entero,
esa pregunta es pertinente. La respuesta que tenemos hasta este
momento es, de parte de las
autoridades investigativas, que los militares aludidos aún
no se les ha comprobado que estuvieran incurriendo en acciones
criminales. Que hasta ahora lo que hay, es que se encontraban en
un procedimiento de inteligencia para proteger a la ciudadanía.
Por ejemplo, se han citado unas grabaciones
donde alguien dice que ‘instalen otro carro, pero que no estalle’. Pregunté si
en esas grabaciones participaba alguno de los militares, me dicen
que las pruebas recaudadas hasta ahora no permiten a las autoridades
de investigación decir que hubo participación de
los militares, probada en esas grabaciones.
Y los militares lo que han dicho, a partir
de anoche, cuando empezó a
escuchárseles en procedimiento administrativo, es que estaban
adelantando un procedimiento de inteligencia para evitar atentados
terroristas.
Miremos el caso de la recompensa. Hablemos
de las recompensas en el caso particular y hablemos de las recompensas
como una política
general o como un eslabón muy importante de nuestra política
de orden público.
En el caso de los atentados de Bogotá, el Comando General
de las Fuerzas Militares pagó 7 millones y medio de recompensas
a informantes. Hubo un pago de 5 millones y otro pago de 2 millones
y medio.
Las pruebas que han recaudado hasta ahora
los organismos competentes dicen, que no hay una sola evidencia
para pensar que los militares
aludidos participaron como beneficiarios de las recompensas. El
Comando General ha dicho a quién se las pagó, cómo
las pagó y que además tiene los comprobantes de recibo.
El tamaño, la cuantía de las recompensas y la falta
de pruebas de que hubieran sido desviadas, nos permite decir que
hasta el momento no hay prueba que evidencie un móvil económico
para presumibles delitos cometidos por integrantes de la Fuerza
Pública.
Y ahora entro a hablar de la política
general de recompensas.
Colombia es un Estado Social de Derecho,
donde cada ciudadano tiene que proceder con solidaridad, así lo determina nuestra
Constitución. En virtud de ese principio constitucional
y de otras normas en el nivel constitucional y en el nivel legal,
todo ciudadano está obligado a denunciar, a cooperar con
las instituciones de la República para el bienestar de todos
sus compatriotas.
De acuerdo con esto, no tendríamos que pagar recompensas.
La colaboración ciudadana con las instituciones del Estado
es algo que tendría que hacerse siempre sin recompensas. ¿Por
qué hemos pagado recompensas? Porque la situación
del país nos ha obligado a hacerlo, porque el grado de desconfianza
que encontramos frente a las instituciones, el grado de indiferencia
ciudadana, nos ha llevado también a utilizar este instrumento
para romper esa indiferencia.
Durante estos cuatro largos años, hemos practicado una
figura que se llama Lunes de Recompensa. Instruí, hace cuatro
años, al principio del anterior gobierno, a la Fuerza Pública
para que todos los lunes se pagaran recompensas a personas que
con su información contribuyeran a esclarecer delitos, a
evitar delitos, a capturar delincuentes.
Hay una circular que define la manera como
procede el pago de esas recompensas. ¿Qué hemos encontrado? A lo largo
de estos cuatro años, las recompensas han sido útiles.
Hay muchísimos casos que pudiera enumerar, por ejemplo,
en un atentado que nos conmovió recientemente, esa misma
noche dije al país a través de los medios, que el
Gobierno ofrecía una recompensa hasta de mil millones a
los ciudadanos que con su información ayudaran a la captura
de los autores materiales e intelectuales de ese caso. Quien ha
sido el líder de esa investigación, el general de
la Policía, Óscar Naranjo, me decía hoy que
esa recompensa fue útil y que van a tener que utilizar alguna
parte de esa suma ofrecida.
He recibido muy pocas quejas de recompensas.
Mi recorrido por todo el país, periódico, buscando
mejorar la seguridad, indica que las recompensas se han pagado
bien y han sido de inmensa
utilidad.
Voy a abstenerme de enumerar casos recientes en los cuales las
recompensas han sido de gran utilidad para derrotar la impunidad.
Y quiero dar tranquilidad sobre lo siguiente:
Colombia es un país
con controles y con auditoria. Aquí los gastos reservados
de todas las Fuerzas, son gastos que tienen que ser auditados.
Por ejemplo, hace pocas semanas me reuní con el Contralor
saliente, Antonio Hernández Gamarra, en un proceso de trabajo
con él durante los cuatro años, encintramos que en
el cuatrienio, las entidades del Estado cuya fue fenecida por la
Contraloría, pasaron del 36 al 72 por ciento, muchas mejoraron
calificaciones. Ahora el propósito es llegar al ciento por
ciento, lograr el fenecimiento en las 57 entidades que aun no lo
tienen.
Y he encontrado que la Armada ha logrado
un gran avance en materia de fenecimiento. En la Policía también hay avances
muy importantes. Una de las 57 entidades que todavía no
tiene fenecimiento es el Ejército, está en proceso
de obtenerlo, el informe que recibí esta tarde es que los
gastos reservados del Ejército también están
sometidos al proceso de auditaje. Y en el DAS se ha avanzado muchísimo
en fenecimiento y en auditaje.
El país puede tener confianza de la política de
recompensas, de la manera como se auditan esos gastos en Colombia
y todos ustedes, compatriotas, pueden tener la certeza que en el
evento de presentarse errores en materia de pago de recompensas,
el Gobierno será el primero en reconocerlos y en buscar
correctivos.
He practicado los consejos de seguridad
en las regiones. ¿Por
qué? Porque es muy importante que sobre la situación
de seguridad no solamente dialoguemos los altos mandos radicados
en Bogotá, el Ministro de la Defensa y yo, sino que incorporemos
a los comandantes regionales, en la búsqueda de que la política
de seguridad permee desde el Presidente de la República
hasta el soldado de más reciente incorporación, hasta
el más joven de los policías.
Y en esas regiones y aquí mismo en Bogotá, hemos
vinculado a los consejos de seguridad a la comunidad. Generalmente,
cuando realizamos un consejo de seguridad, lo dividimos en dos
partes: en la primera, los altos mandos, los mandos regionales,
el Ministro, el Fiscal o su delegado, mi persona, escuchamos la
comunidad. En la segunda, evaluamos, tomamos decisiones y avanzamos
en la política de seguridad.
Escuchar la comunidad ha sido una reforma
estructural de gran importancia porque eso le ha dado confianza
a la comunidad, eso
nos ha permitido conocer una versión diferente a la que
nosotros tenemos en la Fuerza Pública y a eso le hemos sumado
el control diario.
En efecto compatriotas, yo ejerzo un control
diario sobre la política
de Seguridad y lo acentúo por ciudades o por regiones. El
año pasado ese control fue muy estricto por el crecimiento
del homicidio en Cali. Este año ese control ha sido muy
estricto porque el año pasado creció muchísimo
el robo de vehículos en Bogotá y este año
con ese control y con ese esfuerzo de todos los días lo
hemos reducido.
He ejercido el control recientemente, diario,
para procurar desbaratar, desmantelar, unas bandas de sicarios
que han venido produciendo
asesinatos selectivos en la ciudad de Barranquilla. Ese control
hay que mejorarlo pero a él no puedo renunciar, tengo que
ejercerlo todos los días, es uno de mis compromisos con
el país.
Por su puesto, acepto que he sido muy exigente
con la Fuerza Pública,
la he acompañado con cariño, me siento soldado y
policía en el alma, creo muchísimo en la necesidad
de nuestra Patria de avanzar en seguridad, pero es cierto, he sido
muy exigente. Exijo resultados y exijo en el mismo grado transparencia.
He procurado dar buen ejemplo. Le he dicho
a la Fuerza Pública:
aspiro que cuando termine la Presidencia, al recordar ustedes todos
mis defectos, al recordar, de pronto para algunos, la molestia
de un Presidente que ejerce tanto control y que es tan exigente,
me puedan recordar como un Presidente que les exigió resultados
y transparencia. Como un Presidente que les dio buen ejemplo en
privado y en público.
Siempre he procurado tener consistencia
entre mi discurso privado ante la Fuerza Pública y el discurso público.
Consistencia alrededor de exigir resultados y transparencia.
Nosotros hemos avanzado mucho en derechos
humanos. Hay esfuerzos muy grandes y las cifras son elocuentes.
Estos cuadros –que
aquí tengo- muestran lo siguiente: en el año 2002
en Colombia se presentaron más de 2.000 quejas por violación
de derechos humanos contra la Fuerza Pública. El año
pasado ya eso se había reducido a 986. Hemos reducido, de
más de 2.000 a 986 el año pasado. Nuestro propósito
es avanzar en derechos humanos, con el liderazgo del Vicepresidente
de la República, para que Colombia pueda honrarse de esa
transparencia en derechos humanos ante el mundo entero.
¿Cómo valoramos este avance? En el mismo período
hemos pasado de 256 mil integrantes de la Fuerza Pública
a 392 mil. Entonces mucho dicen y temían, que al crecer
tanto la Fuerza Pública iba a crecer la violación
de derechos humanos. Al contrario, se ha reducido.
Y en el mismo período hemos pasado de más o menos
4.500 operaciones al año, a 11.792. Hemos multiplicado,
casi por tres, el número de operaciones militares y policivas
y se ha reducido muchísimo el número de quejas en
materia de derechos humanos.
El país debe tener confianza en la transparencia de la
política de Seguridad Democrática, una de cuyas mediciones
como avanzamos en materia de derechos humanos. Por supuesto, hechos
como Guaitarilla, Cajamarca, Jamundí, Honda, son hechos
que nos ponen en alerta.
¿Qué hemos procurado? Hemos procurado decir la verdad,
promover la verdad, reconocer la verdad, a través de ello
generar confianza y provocar la denuncia. La confianza ha ayudado
a que muchos casos que antes no se denunciaban, ahora se denuncien.
Honda. En el pasado escuchábamos quejas de padres de familia
sobre torturas a los muchachos reclutas en los cuarteles militares,
pero esas quejas se hacían en voz baja, en privado, no había
denuncia pública. La confianza permitió que este
año se hicieran denuncias de gran importancia y llegamos
con las investigaciones hasta la últimas consecuencias y
asignamos las más severas responsabilidades políticas.
Jamundí. En otro contexto, Jamundí habría
podido pasar como un episodio de error militar. El Fiscal de la
Nación me dijo, con gran rapidez, que tenía allí pruebas
muy contundentes sobre lo que podría ser participación
de militares, participación criminal.
¿Qué decisiones tomamos? Una decisión histórica.
El Presidente de la República, aprovechando que a pesar
de no ser superior jerárquico de la Justicia Penal Militar
en materia de justicia, si lo es en materia administrativa, tomó una
decisión en virtud de esa jerarquía administrativa,
de decirle a la Justicia Penal Militar que se separara del conocimiento
del caso de Jamundí y lo asumió exclusivamente la
justicia ordinaria. Y eso ha sido muy importante para la credibilidad
de nuestra política de derechos humanos.
El ministro Juan Manuel Santos ha tomado otra decisión
de gran importancia recientemente: ha nombrado una mujer civil
para dirigir la Justicia Penal Militar. Este es un proceso dinámico,
nosotros reconocemos los problemas que se han presentado y estamos
en búsqueda de adicionar soluciones estructurales. El
Ministro en los próximos días le comunicara al
país una serie de decisiones que está estudiando
para mejorar la armonía en los códigos de procedimientos
entre las diferentes Fuerzas, para mirar cómo complementamos
y mejoramos la educación integral de nuestros soldados
y policías. Yo confío que manteniendo esto en un
proceso dinámico, vamos a salir adelante.
Al terminar el consejo de seguridad de
esta noche, aparecen unas conclusiones: no hay aún elementos para asignar responsabilidad
política al Alto Mando. Cuando lo ha habido, nunca hemos
dudado en hacerlo. Aún no está probada la participación
militar en atentados.
La filtración, que tanto daño ha hecho, debe investigarse.
El Gobierno ha pedido a todas las instituciones colaborar con la
justicia para esclarecer estos hechos. Y le hemos pedido al Fiscal
General de la Nación, que así como aceptamos su afirmación
de que aún no hay elementos para vincular al proceso a los
dos militares ni para oírlos judicialmente, el Gobierno
será el primero en aceptar un cambio en el curso de las
investigaciones.
Si el Fiscal nos dice que han aparecido
nuevas pruebas, que la evaluación de pruebas no judicializadas lo ha llevado a
determinar responsabilidades de personal militar, el Gobierno será el
primero en aceptarlo, en tomar las decisiones administrativas con
la severidad que se requiera y además, en apoyar las decisiones
de la justicia para llevar a los responsables a la cárcel.
El Fiscal me recordaba que así como hoy me dijo, que aún
no tiene méritos para vincular a los militares al proceso,
en muchas ocasiones me ha dicho que sí y el Gobierno ha
procedido en consecuencia.
Tenemos casos como el de Jamundí, con oficiales y soldados
presos. Casos como las torturas de Honda, con personal desvinculado,
con generales de la República a quienes se les asignó responsabilidad
política. Las denuncias sobre derechos humanos de principios
de año en Medellín ya tienen a varios integrantes
de la Fuerza Pública en la cárcel. Y lo propio una
denuncia reciente contra Fuerza Pública en la ciudad de
Barranquilla.
Los hechos han demostrado que nosotros
no vacilamos en asignar responsabilidades políticas, en tomar las más severas
medidas administrativas, en reconocer los hechos ante la opinión
pública, cuando están probados.
Quiero solicitar a la ciudadanía confiar en la Fuerza Pública.
Colombia, en medio de circunstancias difíciles como estas
se presentan, ha mejorado muchísimo. Nosotros tenemos que
confiar en la Fuerza Pública, acompañarla y por supuesto,
no ocultar hechos que pudiera cometer la Fuerza Pública,
negativos, hechos criminales o hechos inconvenientes.
Una manera de ser solidarios con la Fuerza
Pública es exigirles
transparencia, pero confiemos en la Fuerza Pública. La falta
de confianza en la Fuerza Pública acabó mucho con
el capital social del país, la gente sustituyó la
solidaridad por la indiferencia. Esa falta de confianza permitió que
creciera guerrilla, narcotráfico, paramilitares. La recuperación
de la institucionalidad colombiana requiere que los ciudadanos
mantengamos nuestra confianza en la Fuerza Pública.
Y quiero hacer un llamado a todos los soldados
y policías
de mi Patria, de todos los grados, para que cuidemos la confianza
ciudadana. Casos como Guaitarilla, Cajamarca, Honda, Jamundí,
Barranquilla, deterioran esa confianza.
Recuperar el orden público en Colombia ha sido muy difícil.
Todavía hay un trecho largo y difícil para recorrer.
En esto se pierden muchas batallas militares, pero la única
batalla que no podemos perder, en un país de opinión,
es la batalla de la confianza. Y eso depende de nosotros, de ustedes
soldados y policías de Colombia, de ustedes suboficiales
y oficiales de todos los niveles de graduación.
En la medida que procedamos en búsqueda de la eficacia
y con total transparencia, habrá confianza, el mayor activo.
Si procedemos sin transparencia, la eficacia no generará confianza
sino desconfianza.
Buenas noches compatriotas y muchas gracias.
Bogotá, 10 de septiembre de 2006
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