PALABRAS DEL PRESIDENTE URIBE AL SER CONDECORADO
POR LA CÁMARA DE REPRESENTANTES
Bogotá, 20 jul. (SNE). Las siguientes son las palabras
del presidente Álvaro Uribe Vélez al recibir
la condecoración “Orden de la Democracia Simón
Bolívar”, por parte de la Cámara de Representantes.
“Agradezco de corazón esta decisión de
la Cámara de Representantes. La verdad es que la recibo
con mucha gratitud y también con susto. En pleno ejercicio
de las responsabilidades públicas, recibir esta distinción,
como hace dos noches la que generosamente me confirió la
señora Presidente del Senado, me causa temores.
El temor de que uno llegue a tener tanta confianza en lo hecho,
que es muy poco, que lo lleve a descuidar lo que hay que hacer,
que es lo mayor.
El temor a que esos brotes de vanidad que están por
allá sembrados en el alma de cada ser humano, se expresen
y afecten la constancia en el trabajo.
Yo mantengo un gran temor, el temor de que salte la vanidad
y afecte los arrestos con que tenemos que enfrentar las responsabilidades
de todos los días. Pero le pido a Dios que yo la pueda
a llevar sin vanidad, y que al mirarla la mire como un reto
para servir más a Colombia.
Quiero agradecerles inmensamente la circunstancia de hacerlo
en este salón tan representativo de la democracia, el
Salón Uribe Uribe de la Cámara.
Del Libertador todos los días aprendemos más.
En la Constitución de Bolivia, redactada por él,
quedó explícito aquel pensamiento de que solamente
el acatamiento del gobernante a la ley es la garantía
de la igualdad entre los hombres. Principio fundamental del
Estado de Derecho.
Y permítanme confesar que en nuestro esfuerzo por el
Estado Comunitario, por ese diálogo con los compatriotas
todos los días, también hay algo muy importante
proveniente del Libertador.
Se reconoce esa Constitución de Bolivia, redactada
por él, como uno de los primeros textos en la historia
jurídico-política del mundo, en el cual se declaró la
soberanía residente en el pueblo.
El debate histórico acerca de dónde se origina
la soberanía, dónde reside la soberanía,
lo resolvió El Libertador al redactar la Constitución
de Bolivia, cuando de manera elemental y clara dijo que la
soberanía reside en el pueblo. Allí encuentra
razón de ser nuestra devoción por el Estado Comunitario,
nuestro respeto al diálogo con el pueblo colombiano.
Me comprometo ante ustedes, distinguidos Representantes, a
pedirle a Dios energías, vitalidad para mantener en
la mayor dimensión el diálogo afectuoso, respetuoso,
sincero con el pueblo colombiano. Y sé que ustedes,
Representantes, seguirían siendo los compañeros
en esa ardua e importante tarea.
Y aquí está el nombre de Rafael Uribe Uribe,
y su retrato, un dialéctico.
Hoy habríamos tenido un brillante resumen de las actividades
del Congreso en el cuatrienio que termina. Lo hicieron la señora
ex Presidente del Congreso, la doctora Claudia Blum, y el representante,
ex Presidente de la Cámara y Presidente de la Junta
Preparatoria, Julio Archibold.
Me vi en la obligación de hacer escasa referencia a
lo logrado por el Congreso en el cuatrienio que termina, porque
la circunstancia de la reelección presidencial nos obligaba
a darle prelación al resumen de las ideas que consideramos
necesarias en el país de los años que vienen.
Cuando terminó aquella luctuosa refriega de los Mil
Días, que nos llevó a perder a Panamá,
Panamá había hecho muchos intentos de separación.
En 1863, advirtiéndonos y anticipándose 40 años
a lo sucedido, el general Mosquera, desde la ciudad de Rionegro,
donde estaba reunido el cuerpo constituyente, envió una
carta a su hermano, en la cual le dice que hay que llevar la
bandera de Colombia a Panamá, que hay que llevar el
retrato de Bolívar a Panamá, y que hay que situar
en Panamá la capital de la República para evitar
la separación.
La separación que se evitó con tantos esfuerzos,
esfuerzos de Mosquera, esfuerzos de Reyes. Nos encontrábamos
tal vez en uno de los primeros gobiernos de Núñez,
Panamá intentó separarse, se dio un incendio
devastador en Colón. Los panameños no sentían
autoridad, doctor Juan Hurtado Cano, ejercida por el Gobierno
de Colombia para defenderlos. Y entonces invocaron la falta
de seguridad para defenderlos, como razón para declarar
la independencia.
Núñez o Mosquera, ahí tengo la laguna
histórica, encomendaron al señor general Rafael
Reyes, quien posteriormente fuera Presidente de la República,
dirigirse a Panamá a rescatar el orden. Llegó a
Panamá por el Pacífico, después de haber
permanecido unas semanas en Buenaventura construyendo embarcaciones.
Y cruzó por las lagunas, caños de la época,
que finalmente se utilizaron para la construcción definitiva
del Canal, al Atlántico y a Colón. Allí encontró la
población sublevada porque en Colombia no había
disposición de imponer orden.
Todo el reclamo panameño de la sublevación era
porque en Colombia había indiferencia por el orden.
Reyes, para reestablecer el orden, ordenó el fusilamiento
de los que habían producido ese incendio devastador,
no obstante que por entonces no estaba autorizada la pena de
muerte, que revivió la Constitución del 86 y
que finalmente se eliminó con la reforma de 1910.
Y a eso se suma esa Guerra de los Mil Días, que dejó más
profundamente herida la República y cuyo resultado fue
la separación definitiva de Panamá. Perdimos
la cabeza. Esta gran capital de la Colombia de hoy era una
pequeña ciudad ilustre y pobre. Medellín tenía
tres chimeneas. Cali apenas empezaba a formarse. Cartagena
no salía de las murallas.
Cuando se dio el 3 de noviembre de 1903 y se produjo esa acta
de independencia, perdimos lo mejor. El general Uribe pronunció en
esos acuerdos de paz una bellísima frase. Dijo: “hoy
he dejado de ser un revolucionario con las armas, pero jamás
renunciaré a ser un revolucionario con las ideas”.
Por eso cada mañana, al despuntar del sol de nuevo día,
paso revista a las ideas que he venido procesando, doy de baja
a las inútiles y obsoletas, y las sustituyo por otras
más útiles y robustas.
El Congreso que termina ha hecho una gran labor, pero siempre
en el proceso de la Patria cada nuevo día tiene que
comprometernos a hacer una labor mejor que la realizada en
la anterior.
Por eso nos hemos debido a dedicar hoy a proyectar la agenda
legislativa de los años que vienen. Y tengo mucha gratitud
con ustedes.
He tenido el privilegio de conocer a Julio Gallardo Archbold
desde 1978 – 77. ¿Cuántos años,
Julio? 29 años. 29 años que lo conozco. Me ha
distinguido con su amistad y con su confianza, y lo aprecio.
Me tocó trabajar con él redactando normas laborales
de libertades sindicales en Colombia. Me tocó trabajar
con él en la protección de los derechos de los
trabajadores. Y en su archipiélago del paraíso
hemos compartido también jornadas nadando en ese mar,
que nos hacen falta trayectos. El reto es que antes de diciembre
vengamos nadando del Acuario. De Johnny Cay hemos venido. Ahora
hay que extender la distancia de venir del Acuario a tierra
firme.
Y con él hemos trabajado muchas horas para programar
la agenda de respuesta a San Andrés, que está en
plena ejecución. Y ahora nos esperan muchas más
cosas. Hay que dotar a San Andrés de la mejor infraestructura
deportiva del mundo, para que se ponga a tono para los próximos
Juegos Nacionales, de los cuales es sede.
Y qué decir de Juan Hurtado Cano. Nació el 12
de julio de 1952. Yo había nacido ocho días antes,
el 4 de julio de ese año. Hemos coincidido en la defensa
del orden como presupuesto de las libertades. He tenido en él
un amigo incomparable en la defensa de estas tesis.
En los momentos en que la seguridad democrática tenía
toda la oposición en la dirigencia política del
país, Juan Hurtado Cano, desde Risaralda, hacía
eco a esa propuesta que todavía se sentía muy
solitaria en Colombia.
En nuestra condición de luchadores de la democracia,
hemos sentido huesos, carne y alma de soldados de la República. Él,
con frecuencia, luce su uniforme de la Armada, porque es alto
oficial de la reserva. Yo, por circunstancias de la vida, no
soy oficial de la reserva. He debido prestar el servicio militar,
que no presté activamente, desde la Gobernación
de Antioquia y desde la Presidencia de la República.
Pero ahora, como ayer, Juan, tenga la certeza de que los soldados
y los policías de Colombia pueden saber que aquí tienen
el primer soldado, el primer policía, aunque tenga que
estar vestido de civil.
Usted sabe que la seguridad es una gran fuente de recursos
y un valor democrático, que todo el programa social
de Uribe Uribe, todavía pendiente, todo el programa
de libertades de Bolívar, todavía pendiente,
tienen una variable fundamental: la capacidad de los colombianos
de rescatar, con el heroísmo de sus soldados y policías,
el orden, el respeto de todos a la ley.
Y quiero repetir mis agradecimientos muy sentidos a la senadora
Claudia Blum de Barberi. Le decía yo que hoy es un hecho
trascendental para ella, para su familia, para nosotros sus
amigos y para el país, porque está cerrando con
broche de oro quince años de permanencia en el Congreso
de la República. Quince años de permanencia en
el Congreso de la República sin un día de descuido.
Quince años de permanencia en el Congreso de la República
sin un minuto de tranquila pasantía. Quince años
de permanencia en el Congreso de la República, quince
años de desvelos, quince años de riesgos, quince
años de trabajo, quince años de defensa de los
derechos de la opinión por encima de la contracultura
del clientelismo.
Muchas, muchas felicitaciones por este gran ejemplo. Quince
años de un gran servicio a la Patria, doctora Claudia
Blum de Barberi. Por eso los colombianos le exigimos que le
siga sirviendo a la Patria.
Y quiero agradecer a todos los aquí presentes. A ustedes,
mis buenos amigos de la Cámara: doctor Oscar Darío,
a Santiago, a nuestros nuevos representantes que van llegando.
Allá veo también a Sanguino. Luis Eduardo. Quiero
agradecer a todos su compañía en estos años
y estimularlos para que los años que empiezan sean años
muy buenos para nuestra Patria colombiana.
Julio, llevaré este Collar, esta Orden de la Democracia
de la Cámara, el grado de Gran Collar, con compromiso
de servir a Colombia.
Me da mucho miedo recibirlo porque quisiera ser repulsivo
a todo lo que pueda convertir mis garras de luchador de la
democracia en expresiones de vanidad. Pero lo acepto por la
generosidad de ustedes. Y la única manera que tengo
de ofrecerle reciprocidad es con un profundo e incancelable
amor a Colombia.
Este Collar lo deberían recibir mis compañeros
de Gobierno, que tan abnegada tarea han realizado. Cualquier,
cualquier resultado bueno que yo pueda presentar ante Colombia
es de quienes abnegadamente me han acompañado en tan
difíciles misiones y carteras. Con ellos lo comparto.
A todos muchas gracias”.