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Edgar Rentería
 
     
 

EDGAR RENTERÍA

La difícil situación económica de la familia Rentería Erazo, compuesta por padre, madre y ocho hijos, no daba siquiera para que niños y niñas durmieran en su propia cama. Todo había que compartirlo.

Por eso, Édgar Enrique, nacido el 7 de agosto de 1975 en el barrio Montecristo de Barranquilla, siempre lo hizo al lado de su hermano mayor Édinson. De pequeños, los Rentería supieron lo que era el trabajo a destajo. Muy temprano se quedaron sin la protección del hombre de la casa quien murió justo cuando Édgar estaba por cumplir dos años de vida.

Al amparo de Édinson, su hermano y mejor amigo, Arracacha, como se le conoció de niño, se levantó en las polvorientas calles del barrio pegándole a una pelota de trapo hasta llegar a ser, por estatura, uno de los pelaos infaltables en los desafíos callejeros. Pero la vida le tenía reservado algo mejor. Pese a su gusto por el fútbol, Édinson nunca vio con buenos ojos que Édgar lo practicara porque cuando lo hacía aquél estaba jugando pelota chica

en los diamantes improvisados o en el estadio de béisbol. "Yo lo regañaba cuando lo encontraba jugando fútbol.

Yo siempre quise que se dedicara al béisbol", señala Édinson, convertido hoy en su consejero, tal vez bajo la premisa de "vigilarlo" -cuidarlo- más de cerca. Con el paso de los años, y ante la insistencia de Édinson, Edgar se dejó tentar. Un buen día apareció en el campo de pelota vestido con una camiseta y unos mochos, como lo recuerda bien Aracelly Santana, la celadora del estadio Once de Noviembre, hace 19 años: "Esos mochos hoy son los más famosos de Barranquilla".

Introvertido y tímido, algo solitario pero buen hijo, hermano y amigo, Rentería creció al calor del afecto de doña Visitación, su madre, y de lo que conseguían sus hermanos mayores, a la sazón, obreros de la economía informal de Barranquilla, hasta convertirse en beisbolista y hacer realidad un sueño de joven: llegar a las Grandes Ligas para emular a Joaquín Gutiérrez, el gran pelotero cartagenero que consolidó, en la década de los ochentas, la imagen de los colombianos en Estados Unidos.

Firmado a los 16 años por la organización Marlins de Florida, a instancias del colombiano Jolbert Cabrera -q.e.p.d.- y del cazatalentos Levy Ochoa, bateó el primer hit de la historia de esa organización en 1.992. Debutó en las Grandes Ligas el 10 de mayo de 1.996 y ese año compitió por el trofeo de Novato del Año en la Liga Nacional. Un año después, conectó el batazo decisivo, en el séptimo y último partido, para llevar a los Marlins a ganar el título en la Serie Mundial contra los Indios de Cleveland, convirtiéndose en el deportista estrella de la organización. "Edgar se forjó a punta de sacrificio y de un profundo deseo de superación. Siempre antepuso el hecho que querer sacar a su familia de la extrema pobreza.

Por eso ha llegado tan lejos", manifiesta Alberto Agámez, una de las primeras personas que confío en sus condiciones y quien contribuyó haciéndolo conocer en el país. Fue transferido en 1999 a los Cardenales de San Luis, en el que se mantiene como paracortos insustituible, en cuya organización tiene dos records ofensivos en su posición en una temporada: mayor cantidad de jonrones (16) y mayor número de carreras impulsadas (83), que estaban vigentes desde 1952 y 1921, respectivamente.

Con esta franquicia ha ganado dos Bates de Plata (al mejor bateador por posición), el último el año pasado, cuando también alcanzó su primer Guante de Oro (mejor a la defensiva). De valores humanos incalculables, "Rentería sigue siendo el mismo amigo de sus amigos en Barranquilla. Cada fin de temporada regresa de San Luis, se pone los mochos y va a jugar en los mismos campos donde empezó", cuenta Freddy Jinete Daza, cronista deportivo especializado en béisbol."Pero, además, tiene el corazón tan bondadoso que aparte de sostener su familia, ayuda a la causa de los niños pobres "Es un hombre generoso y demasiado colaborador con la gente de escasos recursos.

Cada final de año celebra la Navidad y el Año Nuevo a niños de Barranquilla, llevándoles un poco de alegría", señala Carlos Roque García, quien maneja todo lo relacionado con la Fundación Team Rentería. Paralelamente, Edgar promovió la construcción de un estadio para niños pobres en San Luis, Estados Unidos. "Ser colombiano Ejemplar es un reconocimiento merecido para él. Pese a su timidez, sé que lo recibe con honor y con esa misma humildad que ha demostrado desde hace once años cuando se fue a Estados Unidos para intentar reivindicar el nombre del país. Personas como él son las que necesitamos en Colombia", recalcó García plasmando de cuerpo entero a Edgar Rentería, un COLOMBIANO Ejemplar.

 
 
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
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