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"A VOTAR EL REFERENDO": EDITORIAL DOMINICAL DE EL PAÍS

Bogotá, 6 oct. (CNE).- El siguiente es el texto del editorial del diario El País, de Cali, del domingo 5 de octubre de 2003, relativo al referendo contra la corrupción y la politiquería que se votará el próximo sábado 25 de octubre.

A votar el referendo
Octubre 05 de 2003

No hay dudas de que el referendo se convirtió en el tema nacional por excelencia, debido a la actividad de sus defensores y los reclamos a veces airados de sus detractores. De ahí que, en forma paulatina, los colombianos estén adquiriendo conciencia sobre la necesidad de estudiar con seriedad y cuidado los puntos a votar en la consulta popular que se realizará el próximo 25 de octubre.

Para algunos sectores del país y comentaristas del acontecer nacional, el referendo será un voto de confianza o de rechazo al gobierno de Álvaro Uribe Vélez, por lo que ahondar en su contenido parece irrelevante. Sin embargo, omiten el deber de educar a la Nación y de hacerle entender la importancia de los temas. Si bien varios de ellos no son reformas constitucionales y pueden ser cambiados mediante una ley, la decisión popular les dará un carácter más definitivo. Otros, como los cambios en las costumbres políticas y la responsabilidad de quienes ejerzan como representantes de la voluntad democrática, son mensajes claros, dirigidos a purificar la democracia representativa de los vicios que la han envilecido.

De todo hay en los quince puntos del referendo, una propuesta única en la historia de Colombia. Y también existe un infinito número de opiniones a favor o en contra de los temas propuestos. Lo que los colombianos no podrían permitir, es que esa consulta, hecha por primera vez para auscultar su opinión sobre la marcha del Estado, sea derrotada por la abstención. O que algunos grupos políticos, notorios por su escasez de propuestas y huérfanos del acompañamiento popular, aprovechen el abstencionismo crónico para reclamar una victoria que, de darse, no les pertenecerá.

Pero el riesgo existe por lo que quienes quieran expresar su disentimiento sobre el contenido del referendo deben hacerlo, sin negarse a votar, porque facilitarían las actitudes facilistas que tanto daño le han hecho a nuestra democracia. ¿Acaso es malo que exista el voto nominal, para que el país conozca cuál es la opinión de los congresistas, diputados y concejales sobre los temas que deben definir? ¿Se le causa un perjuicio al país reduciendo el tamaño del Congreso o estableciendo unas causales para la pérdida de investidura de sus miembros? Negarse a opinar sobre asuntos como los citados, es aceptar el inmovilismo, una de las causas de la pérdida de credibilidad que padecen las instituciones democráticas en Colombia.

Por supuesto, el referendo contiene propuestas polémicas como la congelación de salarios para el sector público, o la supresión de las contralorías departamentales y municipales, entre otras. Ahí radica la importancia de estudiarlas con detenimiento en los veinte días que faltan. Y de consultar las opiniones que se publican en forma profusa por los medios de comunicación. No estamos frente a una elección cualquiera, ni vamos a escoger el candidato que colme nuestras aspiraciones, sino que vamos a tomar decisiones, algunas vitales para la buena marcha de los asuntos públicos.

En esos términos, los colombianos estamos obligados a participar en el referendo. Y a hacer uso de nuestros derechos políticos para aprobar o negar en las urnas las propuestas hechas por el Gobierno, ampñliadas por el Congreso y revisadas por la Corte Constitucional. Todo un proceso democrático que requirió el trabajo de once meses, y que los ciudadanos no pueden echar por la borda, permitiendo que la abstención la derrote. O aceptando el argumento de quienes promueven esa abstención, alegando la supuesta ignorancia del pueblo colombiano y sus limitaciones para decidir sobre los temas propuestos. Eso sería como reconocer que nuestra Nación es incapaz de determinar su propio futuro.

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