CONFERENCIA
DEL PRESIDENTE URIBE EN UNIVERSIDAD DE TRUJILLO (PERÚ)
Trujillo (Perú), 23 oct (SNE). La siguiente es la conferencia
que dictó este sábado el Presidente Álvaro
Uribe Vélez en la Universidad Privada Antenor Orrego de
la ciudad de Trujillo, al término de su visita al Perú.
“Quiero agradecer inmensamente la invitación a dirigir
unas palabras a un foro tan importante para el continente. Déjenme
decir que no puedo entender la competitividad sino en un marco
en el cual haya confianza. Confianza para invertir, confianza para
trabajar. Un país es competitivo cuando uno puede acudir
a un foro universitario y preguntarles a los muchachos: ¿ustedes
quieren irse definitivamente de este país, o tienen ilusiones
para desarrollar su vida material, espiritual, intelectual en este
país? La respuesta da el grado de confianza y el grado de
posibilidades de competitividad.
Me afanaba mucho, como candidato presidencial,
que en mis constantes diálogos con los estudiantes les hacía esta pregunta
y la mayoría levantaba la mano respondiendo afirmativamente
que querían irse del país sin vocación de
regreso. Nos hemos propuesto invertir esa tendencia. En segundo
lugar, déjenme expresar una idea elemental sobre el rol
que le asigno a la empresa privada en el propósito de construir
confianza y competitividad.
En primer lugar, en países como Colombia, la desigualdad
y la miseria no se dan por la empresa privada, sino por falta de
empresa privada. Si nosotros hubiéramos tenido un crecimiento
de la empresa privada acelerado, no tendríamos el problema
de miseria y desigualdad que hoy tenemos. En el caso colombiano
la desigualdad se da es entre quienes tienen la oportunidad de
la empresa privada y quienes han tenido que emigrar hacia la informalidad
de la miseria. La empresa privada, llamada a cumplir una función
social en todos nuestros países, es un factor de construcción
y de cohesión.
En segundo lugar, si no hay crecimiento,
es imposible avanzar en distribución. América Latina en los años
60 y 70, adelantó un profundo debate político que
contrastaba la tesis del crecimiento con la tesis de la distribución.
Creo que la síntesis de hoy es: sin un acelerado crecimiento,
no hay recursos para la distribución. Sin un acelerado crecimiento,
no hay recursos para la inversión social, para la construcción
de cohesión.
La empresa privada tiene que jugare un
papel líder en transparencia.
Si logramos crecimiento y empezamos a tener recursos para la inversión
social, pero no tenemos transparencia, finalmente la confianza
que se consigue es efímera.
¿Qué pienso del modelo de un país como Colombia?
Tiene que ser un país de pluralismo democrático.
Sin exclusiones pero sin odio. Tan rechazable el modelo político
económico de las exclusiones, como la propuesta del modelo
político del odio. Un país en permanente ebullición,
en debate constante, pero debate fraterno, debate con posibilidades
de síntesis, debate constructivo. El debate de odios, el
debate de antagonismos insuperables, es un debate que crea un entorno
político que afecta el desarrollo y la confianza.
Para construir confianza en Colombia, base
de la competitividad, este Gobierno ha venido trabajando tres
ejes: el eje de la seguridad,
el eje de la transparencia y el eje de la reactivación económica
y social.
En la seguridad, hemos propuesto un concepto,
Seguridad Democrática,
para marcar una diferencia con otros períodos de la historia
latinoamericana y para significar una aspiración colombiana.
¿Cuál diferencia? La seguridad no puede ser para
perseguir al disidente. La seguridad no puede ser para afectar
las libertades públicas. La seguridad no puede ser para
introducirle limitaciones al pluralismo. La seguridad tiene que
ser para que las instituciones del Estado se pongan por encima
de la emulación de las ideas. Para que protejan por igual
al empresario, al trabajador. Para proteger por igual a quien piensa
con afinidad con el Gobierno y al opositor del Gobierno. Seguridad
para todos. Esa es una característica fundamental de la
Seguridad Democrática.
Y eso nos tiene que conducir a una sociedad
conciliada, a una sociedad en procura de construir cohesión, cohesión
estable, cohesión profunda.
Hemos hecho un inmenso esfuerzo para que
las instituciones del Estado colombiano recuperen el control
territorial y se desaloje
al terrorismo. Para desabastecer al terrorismo, para aislar al
terrorismo y para construir confianza colombiana. Ese esfuerzo
ha implicado un enorme sacrificio de los empresarios, que pagaron
por una vez un alto impuesto patrimonial para financiar esa seguridad,
y que están pagando una tarifa prudente de este impuesto
y una sobretasa de renta para poder hacer sostenible la lucha por
la seguridad.
Hemos avanzado. El país tenía 180 mil hectáreas
de droga. Y el tema hay que relacionarlo porque si los movimientos
terroristas de Colombia no tuvieran el apoyo de la droga, hace
rato los hubiéramos derrotado. La droga marca la diferencia
entre los movimientos terroristas de Colombia y guerrillas que
hubo en otros países. Por ejemplo las guerrillas centroamericanas
tomaron la decisión de negociar cuando se sintieron pobres. ¿De
qué habían vivido? De donaciones internacionales,
de ONGs de Europa occidental, inicialmente contribuciones de la
antigua Europa oriental. El día que se cerraron esos apoyos
financieros, esas guerrillas no tuvieron más camino que
sentarse a negociar.
En Colombia tenemos unos terroristas absolutamente
ricos por la droga, por el secuestro. El país tenía 180 mil hectáreas
de droga, terminamos el año pasado con un poco menos de
100 mil, confiamos terminar reste año con no más
de 65 mil.
No pienso en el camino recorrido sino en
el camino que falta por recorrer: 65 mil es una inmensidad. El
objetivo político
tiene que ser: ¡Cero hectáreas de droga en Colombia! ¡Cero
narcotráfico en Colombia!
Y en ese camino hay que perseverar con
toda la determinación.
Cuando acudo a los recintos universitarios, profesores y estudiantes
suelen alegar la tesis de la legalización. Yo no la he podido
asumir como hombre de Estado, porque me enfrento al tema como padre
de familia.
Y el argumento que he tenido para proponer
a los amigos de la legalización, a fin de disuadirlos, es el argumento ecológico
y el argumento de cultura productiva.
Colombia es una de las inserciones del
continente a la selva amazónica.
Por la droga ha visto destruir millón 700 mil hectáreas
de selva tropical. Un país de los más ricos del mundo
en biodiversidad, de los más ricos en disponibilidad de
agua dulce por kilómetro cuadrado de superficie. La droga,
si no la derrotamos, puede destruir la cuenca amazónica.
Acompañada del terrorismo, no respeta fronteras territoriales,
no tiene límites éticos, no respeta ordenamientos
jurídicos.
Y la cultura productiva. Un país que se dedique a la droga,
es un país que finalmente termina en la ruina, porque es
un país que pierde la disciplina productiva.
Hemos logrado, en la tarea de control territorial,
establecer soldados –nacidos en los mismos municipios, para prestar
el servicio allí donde nacieron y se levantaron, allí donde
viven sus familiares y sus amigos–, en cerca de 550 municipalidades.
Hemos logrado llevar policía a 170 municipalidades que no
la tenían. Y estamos en la tarea de vincular a toda la ciudadanía
con la Fuerza Pública. Para derrotar al terrorismo, se requiere
una gran integración de la ciudadanía con las instituciones
democráticas. Esa integración garantiza transparencia
y esa integración garantiza eficacia.
Hemos estado buscando desabastecer el terrorismo
y en la lucha contra el secuestro, que es otro frente en esa
dirección,
vamos avanzando. El año pasado el secuestro se redujo en
Colombia en un 27%, teniendo como base el año 2002. Y este
año, teniendo como base el año 2003, hemos reducido
el secuestro extorsivo en Colombia en un 56%.
El homicidio, el año pasado lo redujimos en un 20%. Y este
año presenta una nueva caída del 14%. Pero tenemos
que mirar hacia dónde vamos. Nosotros no nos podemos quedar
hablando de reducciones de secuestro y homicidio. Nuestro afán
tiene que ser un país con cero secuestro y un país
con cero asesinato. Por eso no nos podemos dejar cautivar por las
cifras, porque entonces perdemos el objetivo de la firmeza de avanzar
hasta tener una Nación con cero asesinatos y con cero secuestro.
Por el otro lado, estamos buscando confianza
inversionista a través
del buen manejo de la economía. Allí confluyen aspectos
muy importantes: el equilibrio macroeconómico, la estabilidad
en las reglas de juego y la seguridad jurídica.
El país había crecido, entre 1960 y principios de
los 80, al 4.5 por ciento. De principios de los 80 al 2002, creció al
dos por ciento. Ese descenso en el crecimiento coincidió con
el crecimiento del terrorismo.
Entre el año 1994 y el 2000, el desempleo de jefes de hogar
saltó del 4 al 10 por ciento, y el desempleo general del
7.5 al 20 por ciento. En los seis años anteriores al 2002,
el endeudamiento pasó del 23 al 54 por ciento del PIB. Y
estábamos gastando 40 dólares, de cada 100 dólares
del presupuesto, para servir y amortizar deuda.
Nosotros empezamos con unas proyecciones
macroeconómicas
más sombrías. ¿Dónde hemos venido avanzando?
El año pasado crecimos el 4 por ciento, este año
estamos apostando a crecer al 5. Vamos por el 4.3, por el 4.5 por
ciento.
El crecimiento es importante en la medida
en que va acompañado
de una reducción de inversiones fiscales. Y es destacable,
además, porque infortunadamente la economía de la
droga se ha contabilizado en las finanzas de Colombia.
Entonces, le pregunto al ministro de Agricultura: ‘¿cómo
va el crecimiento del campo, de la agricultura?’ Y me dice: ‘sin
droga, estamos creciendo al 5.5 por ciento en el campo, o al 6,
pero cuando consolidamos con droga, eso se nos reduce al 2.5 o
al 3 porque estamos reduciendo la droga.
Entonces, quisiera transmitir un mensaje
de optimismo: estamos logrando un buen crecimiento en medio de
dos frenos necesarios:
el freno del déficit y el freno de la droga.
Logramos parar esa tendencia loca del desempleo.
Hoy el desempleo está en el 13 por ciento. El sector privado colombiano ha
creado en estos 26 meses de Gobierno un millón 200 mil empleos,
500 mil de ellos ya están formalizados en la seguridad social.
Frenamos esa tendencia acelerada de endeudamiento. Primero lo
paramos en el 54 por ciento del PIB, ahora lo hemos reducido al
50.
Hemos reducido la participación
del presupuesto en el servicio y en las amortizaciones, del 40
al 33 por ciento.
Empezamos con un déficit del 4.2 por ciento, terminamos
el año pasado con un déficit del 2.7 por ciento.
Aspiramos terminar este año con un déficit del 2.5
por ciento.
¿En qué frentes hemos venido
trabajando? Por supuesto, hemos aumentado ingresos del Estado,
hemos disminuido costos del
Estado, salvo en seguridad, hemos introducido varias reformas y
estamos tramitando otras.
En el 2002, aprobamos una reforma laboral,
la segunda en épocas
recientes en Colombia, que ha ayudado a que el Banco Mundial –en
el reporte del clima de negocios de este año- señale
a Colombia como el segundo país sugerido para invertir en él.
Aprobamos una primera reforma pensional.
Quisimos aprobar la segunda en el Referendo, no fue posible.
A pesar de que en el Referendo
hubo un millón de votos más de los votos que se presentaron
cuando fui candidato presidencial y que todos los puntos obtuvieron
por encima del 95 por ciento de aprobación, aquí nos
faltaron 40 mil votos para superar el umbral. Estamos insistiendo
ahora en una reforma constitucional de pensiones.
Hemos trabajado muchísimo para eliminar el Estado burocrático.
Le he dicho a mis compatriotas: ‘un empleo clientelista priva
a la comunidad de tener 10 empleos en el sector real. Hay que escoger
qué queremos. Por ejemplo en el Servicio Nacional de Aprendizaje
de Colombia, ¿clientelismo, derroche de recursos o capacitación
de colombianos?’
Esto nos llevado a reformar 142 empresas
del Estado en Colombia, hemos eliminado 37 pero las reformas
continúan. Reformas
bien importantes como la reforma del Servicio Nacional de Aprendizaje,
que nos permite mostrarle a los colombianos qué debe hacer
y qué no debe hacer el Estado: no clientelismo, no derroche,
sí formación. Eso nos ha permitido hacer una transferencia
de recursos, de derroche a recursos de formación.
Con el mismo presupuesto, hemos pasado
en dos años de cinco
millones de horas de instrucción técnica al año,
a 10 millones. Y de capacitar un millón 100 mil jóvenes
por año, a capacitar este año dos millones 600 mil,
con la meta de capacitar cuatro millones en el 2006.
La Empresa Colombiana de Petróleos. Enfrentamos un conflicto
laboral intenso, desgastador, pero lo sostuvimos hasta el final,
no echamos para atrás. La tesis fue: hay que hacerla sostenible.
Creo que es bien importante para construir
cohesión social
en América Latina, no proponer las reformas del Estado en
función de privatizaciones absolutas, sino en función
de que el Estado cumpla el papel lógico y de que sus entidades
sean sostenibles. Eso nos ayudó muchísimo a que el
pueblo colombiano nos acompañara en la reforma de la Empresa
Colombiana de Petróleos, no obstante el conflicto que se
creó con un sindicato muy fuerte. Y logramos desmontar allí,
para los nuevos trabajadores, los privilegios pensionales y las
inflexibilidades laborales.
En la empresa de telecomunicaciones dimos
un debate bien importante. Muchos me decían: ‘Presidente, privatícela’.
Yo les decía: ‘¿para qué?, si aquí el
sector privado tiene amplia participación en telecomunicaciones’.
Colombia es un país que se ha abierto muchísimo,
diría que está totalmente abierto. Vamos a mantener
una reserva estatal frente a fallas en mercado para comunidades
remotas. Y me ayudó muchísimo políticamente
el caso, porque les dije a los colombianos: ‘no se trata
de desmantelar este activo del Estado, sino de salvarlo, de hacerlo
competitivo y sostenible’.
Cuando el Gobierno empezó, esa empresa generaba 170 millones
de dólares de pérdidas al año, tenía
que acudir a reclamar un cheque del Ministerio de Hacienda para
pagar pensiones. Este año, esa empresa va a generar 400
millones de dólares de utilidad, lo que le permite un gran
avance al fisco: paga las pensiones de la antigua empresa en liquidación
y tiene un remanente muy importante para invertir.
Pero falta. Nosotros no podemos pensar
en las 142 empresas reformadas, sino en lo que falta, compromisos
de reforma, hay que reformar
la red de hospitales públicos, hacerlos sostenibles, eliminarles
los gastos burocráticos y el clientelismo, enfrentarlo con
toda severidad.
Le he dicho a los colombianos: ‘ustedes qué quieren, ¿hospitales
públicos para los pacientes o para la burocracia?, ¿qué ganamos
con invertir ahora 150 millones de dólares en una tarea
de salvamento de hospitales públicos, si no hacemos una
reforma de fondo, que los depure de costos, de privilegios burocráticos,
que les de transparencia, que los vincule con sistemas administrativos
de tercerización, si a la vuelta de 12, 14 meses reaparece
la enfermedad?’. Hemos derrochado los recursos del Estado
y no habríamos salvado los hospitales.
Siguen, pues, una tarea de reformas de
gran importancia. Confío
que el Congreso de la República nos apruebe la nueva reforma
pensional.
Si ustedes me preguntaran: ¿qué dificultades veo
en el frente fiscal colombiano?, les diría: necesitamos
una nueva reforma tributaria para avanzar en la expansión
de la base.
Y ahí hay un tema de mucha complejidad,
que es el temor latinoamericano que se expresa en Colombia a
los impuestos indirectos:
impuestos a las ventas, impuestos al valor agregado.
Mi tesis ha sido: el tema de la distribución no se garantiza
con el origen del impuesto, sino con el destino del gasto. Uno
no hace a los ciudadanos más o menos pobres porque les cobre
o no les cobre un impuesto al consumo o al valor agregado. Uno
los hace más pobres si la economía no crece y si
no hay buena aplicación de los recursos públicos.
Por eso estamos en la lucha ahora para
ampliar la base del impuesto al valor agregado, con el compromiso
de orientar bien esos recursos,
a partir de la tesis que la cohesión social no la construye
el origen del impuesto, sino el destino del gasto y la transparencia
con que se apliquen los recursos que gasta el Estado.
En el tema energético tenemos posibilidades y dificultades.
Posibilidades: el país ha pasado de exportar 32 millones
de toneladas de carbón en el año 2002, a 54 millones
este año. Estamos creciendo muy bien.
Hemos venido estimulando combustibles alternativos,
produjimos todas las medidas necesarias –incluidos los estímulos
tributarios- para producir alcohol carburante. Ya se están
instalando las primeras cinco plantas, por parte del sector privado.
Aspiramos, en un año, que Colombia esté produciendo
diariamente el primer millón de litros de alcohol carburante.
Estamos trabajando para producir biodiesel.
Cuando este Gobierno empezó, el país tenía 175 mil hectáreas
de palma africana, este año debe terminar con 230 mil.
En materia tributaria, conectada con todos
estos esfuerzos, nuestra tesis ha sido: no reducción general de impuestos, sino estímulos
bien orientados. Por ejemplo, para los cultivos de tardío
rendimiento hemos introducido una exención tributaria. Por
cuatro años hemos introducido una deducción del 30
por ciento a todas las inversiones generadoras de renta.
Por ejemplo, hemos eliminado el IVA a los bienes de capital para
las empresas altamente exportadoras. Y a los bienes de capital
para las empresas no altamente exportadoras, les estamos devolviendo
el IVA.
Hemos eliminado el arancel a los bienes
de capital, respetando los compromisos de la Comunidad Andina.
Confiamos que podamos lograr
una combinación de: avance en el equilibrio fiscal, construcción
de cohesión, confianza inversionista y, por supuesto, acelerado
crecimiento.
Estamos trabajando en el tema de cohesión social, en lo
que llamamos las Siete Herramientas de Equidad: la revolución
educativa, el avance de la protección social, el impulso
a la economía solidaria, el manejo social del campo, de
los servicios públicos, la construcción del país
de propietarios y la construcción de un país con
calidad de vida urbana.
En la revolución educativa, la consideramos fundamental
para la competitividad. Allí hay cinco puntos, de los cuales
quiero destacar la capacitación técnica y la pertinencia.
Habíamos perdido la pertinencia en la capacitación
técnica y solamente estábamos consiguiendo una tasa
de empleo del 40 por ciento de las personas formadas en los institutos
de capacitación técnica. La hemos subido al 60, todavía
es baja. Tenemos que trabajar más esa pertinencia, esa integración
entre las necesidades de la economía y la capacitación
técnica para lograr un índice superior de empleabilidad
de los egresados de la capacitación técnica.
Y estamos trabajando también el tema de cobertura, el tema
de calidad y el tema de estímulo a la innovación
científica.
En el tema de cobertura nos propusimos
crear 1.500.000 de cupos escolares, hemos creado 750 mil a la
fecha, sin mayores aumentos
presupuestales, incrementando la productividad, que es competitividad.
Estamos llegando a 30 estudiantes por profesor en las escuelas
públicas.
Y pusimos a funcionar la universidad pública. Hemos dicho: ‘sí,
que sea sostenible la universidad pública, que el Estado
no la abandone –la universidad estatal-, pero que sea eficiente.
Estamos en una gran tarea de exigirle eficiencia a la universidad
pública. Eso nos ha permitido crear en la universidad pública
colombiana en estos dos años 100 mil cupos universitarios.
Vamos avanzando en otras áreas, como el área de
nutrición para niños y ancianos y el área
de ampliación del número de colombianos vinculados
a la salud subsidiada, combinando: ampliaciones de cobertura con
austeridad en recursos y con transparencia en la aplicación
de los recursos.
Bogotá empezó a construir un gran sistema de transporte
masivo: calidad de vida urbana. Lo estamos replicando en otras
ciudades colombianas. En Cali, donde ya empezó la construcción.
En Pereira, donde ya empezó la construcción. Y está próxima
a empezar en Bucaramanga, en Barranquilla, en Cartagena y en el
Valle del Aburrá, cuyo epicentro es Medellín.
Venimos trabajando muchísimo en el crédito popular.
Le he dicho a los banqueros de mi país: hay que enamorarse
de la idea de prestarle a los pobres.
Los empresarios piden que se amplíe la base tributaria,
pero también hay que pensar en cómo ampliamos la
base de beneficiarios del crédito, donde veo una gran restricción
para ampliación de mercados, para avanzar en inclusión
en América Latina.
No creo en un predominio de bancos oficiales,
so pretexto de prestarle a los pobres y a las clases medias.
Pero sí creo en un conjunto
de acciones del Estado, del sector privado, para avanzar en esos
créditos.
Hace dos años, la cartera a favor de los microempresarios
de Colombia, era de 706 mil millones de pesos, hoy es de billón
600 mil. No hemos aumentado los recursos fiscales considerablemente,
pero hicimos un pacto con la banca privada para avanzar en esos
créditos. Hemos crecido el Fondo de Garantías, hemos
llamado a alcaldes y gobernadores a que le aporten a ese Fondo
de Garantías para poder aumentar el porcentaje asegurado.
Hemos encontrado una vía de financiar microcrédito
con un gran comprometimiento de los recursos financieros del sector
privado. El problema que tenemos es que no hemos logrado homogenizar
la tarea en todo el territorio. Hay resultados sobresalientes en
unas partes, pero rezagos considerables en otras.
Quiero referirme a los tratados de comercio.
Cuando empezamos, en Colombia había desinterés y miedo para un tratado
con Mercosur. En todos los países de la región había
desaliento sobre la Comunidad Andina, se balbuceaba pero no se
tomaban decisiones de TLC.
Hoy tenemos suscrito un tratado Comunidad
Andina – Mercosur.
Lo que nos da un gran argumento político para poder avanzar
en el TLC con los Estados Unidos. Porque muchos decían: ‘¿cómo
van a negociar los países andinos un TLC con los Estados
Unidos, dándole la espalda política a los hermanos
del sur?’. Hoy el requisito está allanado, cumplido.
Tenemos el tratado con Mercosur.
Nos aprestamos a avanzar en la negociación
del Tratado con los Estados Unidos, lo necesitamos.
América Latina no puede seguir siendo bloqueada por fundamentalistas
que siguieron tesis de algunos pensadores, pero que nos la evolucionaron.
Mientras la China de Mao Tse Tung, de sus epígonos, está buscando
todos los mercados posibles del mundo, quienes pensaban como Mao
Tse Tung en América Latina no nos pueden bloquear el acceso
a los mercados.
Nosotros necesitamos hacer el tratado con
Estados Unidos y con Centroamérica. Me parece un error que Centroamérica
tenga tratado con los Estados Unidos, que la Comunidad Andina lo
tenga, y que entre la Comunidad Andina y Centroamérica no
haya tratado.
Nosotros no podemos seguir pensando que
nos van a extender indefinidamente las preferencias del Atpdea
en los Estados Unidos. Tengo un argumento
práctico para sospechar que eso será muy difícil:
si están haciendo tratados de comercio con países
más pobres, con qué razón le van a extender
beneficios unilaterales a países que no están en
tan graves condiciones.
Debemos estar atentos en la Comunidad Andina,
para que en el momento en que nos vamos acercando al acuerdo
final con los Estados Unidos,
empecemos la negociación con Canadá.
Estamos a la espera de que en las próximas semanas se formalice
en la Unión Europea la aprobación del Sistema General
de Preferencias para la Comunidad Andina durante 10 años.
Pero 10 años es un período muy corto para los inversionistas.
Inmediatamente tenemos que empezar a aprovechar esos 10 años
para negociar en los primeros años de ese período,
el acuerdo con la Unión Europea.
Nosotros no nos podemos quedar en el debate
de si negociamos o no con los Estados Unidos. La manera pragmática de enfrentar
ese debate político en América Latina es: tenemos
que negociar con todo el mundo.
Le he dicho críticos políticos en Colombia: ‘traíganme
a Cuba, yo negocios con ellos. Vamos a negociar con China, que
es uno de los objetivos que se tiene que trazar de inmediato en
la Comunidad Andina’.
Los tratados de comercio no los podemos
mirar con sesgos ideológicos,
no los podemos impulsar con ‘olimpismo’ neoliberal
y no los podemos bloquear con fundamentalismos izquierdistas. Los
tenemos que promover y negociar con equidad, es lo único
que los hace políticamente aceptables, políticamente
sostenibles. Equidad es la línea que no se puede transgredir
para los tratados de comercio.
Confío que la negociación con los Estados Unidos
quede bien hecha y que dé más confianza en nuestros
países. Es un punto fundamental en la política de
competitividad y expansión de las posibilidades productivas
de nuestra región.
La Comunidad Andina, paradójicamente, se disciplina más
por razones externas que por razones internas. Nuestra propuesta
a la Comunidad Andina ha sido: hagamos el inventario de las normas
que estamos perforando y démonos a la tarea de cumplirlas.
Hasta ahora esa lucha ha sido infructuosa, pero desde afuera nos
van a exigir a realizarlas. Pienso que Mercosur le va a exigir
a la Comunidad Andina que cumpla sus normas internas.
En el Tratado con los Estados Unidos la
Comunidad Andina tiene que ser absolutamente seria en el cumplimiento
de las obligaciones
que emanen de ese Tratado, y absolutamente seria entre los países
que hagan parte de ese Tratado y frente a países de la Comunidad
Andina que queden por fuera de ese Tratado.
Europa lo ha dicho perentoriamente: no
negociamos con la Comunidad Andina de manera aislada con alguno
de sus países, negociamos
con la Comunidad Andina en su conjunto, siempre y cuando que la
Comunidad Andina muestre total seriedad en el cumplimiento de su
normatividad.
Por eso creo, distinguidos empresarios,
que los avances de la Comunidad Andina para negociar con otros
bloques, van a darle disciplina
a la Comunidad Andina y voluntad de cumplimiento de sus normas
internas, en lo cual ha habido tantísimas faltas”.
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