José Ignacio de Marquez Barreto
1832 (e)
1837-1841
Nació
en Ramiriquí el 9 de septiembre de 1793 -
Murió en Bogotá el 21 de marzo de 1880.
Estadista
boyacense, presidente de la República entre
1837 y 1841. José Ignacio de Márquez
Barreto es considerado como el presidente
colombiano más respetuoso de la democracia
en su más pura esencia del derecho, la
Constitución, las leyes y la filosofía política
del "civilismo".
Hijo de José Gregorio Márquez Castañeda y Juana María Barreto, naturales de Somondoco,
era el cuarto entre los 18 hijos de la familia
Márquez Barreto. Establecido en Ramiriquí,
donde poseía una hacienda de labranza y de
ganado y una casa alta y de teja en la plaza
principal, su padre Llegó a ser alcalde de
Ramiriquí y corregidor del Partido de Chivatá,
con jurisdicción en las poblaciones de Chivatá,
Ramiriquí, Soracá, Viracachá, Siachoque,
Toca y Pesca.
El
joven José Ignacio aprendió las primeras
letras al lado de sus padres y del cura párroco
de Ramiriquí, el padre Fernando Sarmiento
y Otero; éste le dio las primeras lecciones
de aritmética, latinidad e historia. El 2
de noviembre de 1807, Márquez fue recibido
como estudiante del Colegio de San Bartolomé.
Era un alumno de escasos recursos, muchas
privaciones y con hábitos de orden, exactitud
y austeridad. Sus profesores fueron José
Félix Restrepo, José Ignacio de Herrera,
Frutos Joaquín Gutiérrez, Crisanto Valenzuela,
Emigdio Benítez, Custodio García Rovira y
otros maestros de la Ilustración y el civilismo
granadino.
Uno
de sus compañeros fue Francisco de Paula
Santander, con quien posteriormente le correspondió
actuar en la organización civilista de la
Gran Colombia y de la Nueva Granada. Cuando
Márquez recibió el grado de bachiller en
Derecho Civil en 1812, tenía diecinueve años,
y de inmediato fue destinado a la cátedra
de filosofía. Durante cuatro años hizo la
práctica forense bajo la dirección de Tomás
Tenorio Carvajal, y en 1817 presentó examen
riguroso como abogado ante la Real Audiencia.
El 15 de septiembre de 1819 Márquez inició
su carrera republicana, cuando el Libertador
Simón Bolívar lo nombró en la Suprema Corte
como ministro fiscal del ramo de Hacienda,
afirmando su vocación política en las primeras
elecciones colombianas de 1820, en las cuales
fue elegido representante suplente por la
provincia de Tunja ante el Congreso de Cúcuta,
que sesionó en 1821.Sus competidores denunciaron
su corta edad para llegar al Congreso, aun
cuando su elección fue considerada válida,
pues se comprobó que a la sazón tenía veintisiete años. Como algunos representantes principales no pudieron asistir, le correspondió
a Márquez participar activamente en el Congreso
de Cúcuta.
A
pesar de su corta edad, fue elegido dos veces
presidente del Congreso de Cúcuta, y en esa
importante posición le correspondió dar posesión
de la Presidencia de la República de Colombia
al Libertador Simón Bolívar, y de la Vicepresidencia
al general Francisco de Paula Santander;
así mismo, le correspondió firmar la Ley
Fundamental de la República de Colombia.
En 1825 Márquez fue nombrado intendente de
Boyacá, dedicando su actividad política al
desarrollo de los diferentes ramos de la
administración. Impuso en Boyacá un fuerte
régimen económico con medidas especiales
para evitar los fraudes y organizar las finanzas
departamentales. Su principal preocupación
fue la creación de escuelas primarias en
todas las poblaciones de Boyacá; y en la
misma forma, el progreso de los colegios
del departamento.
Fundó
la Imprenta Departamental y el periódico
El Constitucional, su órgano oficial. Los
años finales de la década de los veinte en
el siglo XIX corresponden a la crisis de
la Gran Colombia. Después de la visita que
hizo el Libertador a Tunja, en noviembre
de 1826, Márquez, quien fue un gran adicto
y defensor de la Constitución de Cúcuta y
liberal moderado, renunció a su cargo oficial
y pensó retirarse de la política. En 1827,
en el oratorio de San José de la Hacienda
de Soconsuca, en el municipio de Sotaquirá,
contrajo matrimonio con doña María Antonia
del Castillo y Vargas Machuca; en esta hacienda
vivió Márquez con su esposa por varias temporadas.
El matrimonio tuvo cinco hijos: Enriqueta,
Carolina, Juana, María Ignacia y José Gregorio
Márquez.
En
1828 José Ignacio de Márquez fue nombrado
primer rector de la Universidad de Boyacá;
sin embargo, su actividad docente no fue
efectiva, debido a sus actividades políticas
y, en especial, a su participación en la
Convención de Ocaña, instalada el 9 de abril
de 1828. Márquez asistió como diputado por
la Provincia de Tunja. Con su brillante labor,
fue elegido dos veces presidente de la Convención,
destacándose por su oratoria. Se manifestó
partidario de la federación para Colombia,
no en forma extremada, sino moderada. En
la misma forma, lideró el grupo político
de los liberales moderados, quienes se manifestaron
fieles a los principios de respeto a la Constitución
de Cúcuta. El liberalismo moderado de Márquez
y sus partidarios consideraba que era preciso
modelar la República sobre la base de la
tolerancia y la conciliación.
En
1830 el Libertador lo nombró prefecto de
Cundinamarca, cargo que desempeñó por pocos
días, pues el vicepresidente Domingo Caycedo,
encargado de la Presidencia de la República,
lo designó ministro de Hacienda, mediante
decreto del 10 de marzo de 1830. El país
se encontraba en grave crisis económica,
con una completa desmoralización en la percepción
de rentas y decadencia en la industria. En
pocos días, Márquez puso orden en la administración
financiera, empezó a organizar el cobro de
la renta y fomentó la industria del tabaco.
Estableció una política proteccionista en
lo económico; fomentó la agricultura y el
desarrollo industrial; insistió en la necesidad
de desamortizar los bienes eclesiásticos,
disminuir los días festivos y organizar los
impuestos directos para el fortalecimiento
de la economía. Fue partidario siempre de
la austeridad económica, con su idea de «gastar
apenas lo necesario y economizar en lo superfluo».
En
1831 Márquez participó en el Congreso Constituyente
de la Nueva Granada por la Provincia de Tunja;
sobresalió por su oratoria y moderación.
Fue el primer presidente del Congreso de
la Nueva Granada y le correspondió firmar
la Ley Fundamental, el 17 de noviembre de
1831. El 9 de marzo de 1832, el Congreso
eligió al general Francisco de Paula Santander
como presidente de la Nueva Granada, y como
vicepresidente, a José Ignacio de Márquez,
quien ya era conocido por su probidad, economía,
amor al trabajo y gran responsabilidad. Por
ello Márquez reemplazó al presidente Santander
durante ocho meses (de marzo 10 a octubre
7 de 1832) mientras el "Hombre de las Leyes" regresaba del exterior. Estableció un gobierno de paz, unión y concordia.
El
1 de abril de 1837 Márquez fue elegido presidente
de la Nueva Granada, con el apoyo de los
liberales moderados y del grupo de los antiguos
bolivianos, partidarios del Libertador Simón
Bolívar. Triunfó sobre las candidaturas del
general José María Obando, apoyado por Santander,
y del ideólogo del liberalismo radical, Vicente
Azuero. En la Presidencia de la Nueva Granada,
Márquez se caracterizó por su espíritu civilista
y legalista. Fue fundador de numerosas escuelas
y colegios de segunda enseñanza, y se manifestó
partidario de la educación popular, fundamental
para el progreso de los pueblos; organizó
las finanzas públicas y propició la moderación
y la conciliación. Entre sus obras de gobierno
más representativas están: la organización
de la Hacienda Nacional; la definición de
la deuda pública de la independencia en relación
con Venezuela y Ecuador (a la Nueva Granada
le correspondió asumir el 50%); el estímulo
a la industria nacional y a la producción
de tabaco, hasta entonces en decadencia:
Márquez luchó por conservar el crédito nacional, haciendo los pagos correspondientes a tiempo;
en la misma forma, propuso promover la riqueza
pública, por ello consideró muy importante
para el progreso de la Nación, la obtención
de una equilibrada proporción entre los ingresos
y los egresos. Fomentó la agricultura y la
industria, y por ende, el proteccionismo
económico contra el librecambismo. Márquez
pensaba que la excesiva libertad de comercio
influía en la baja de los productos granadinos,
los cuales no podían competir en los mercados
externos. Denunció la libertad de comercio
como causa de la decadencia de los pueblos
que antes fueron prósperos, como Tunja, Socorro,
Pamplona y Bogotá; así mismo, como causa
de la disminución del capital, la moneda
y la decadencia de los pueblos. El presidente
Márquez fue uno de los estadistas civiles
del siglo XIX que más se preocupó por la
educación popular; así lo expresó en su alocución
del 1 de abril de 1837: «Sin la educación
de las masas no hay espíritu social, ni verdadero
interés por las libertades públicas, ni puede afianzarse el sistema republicano sobre
bases sólidas y estables. En una palabra,
es de las luces comunes y de su difusión,
la prosperidad de los Estados».
Destacó
la importancia de la educación cívica para
la formación de las nuevas generaciones,
pues ella hace amar las instituciones nacionales,
señala la extensión y límites de los derechos
y deberes de los ciudadanos y enseña los
elementos de la felicidad general y particular.
En su período presidencial, una de sus principales
obras fue la instrucción pública. Creó numerosas
escuelas primarias y, entre otros, los siguientes
colegios: Colegio Académico de Cartago (1839),
Colegio de Santa Librada de Neiva y Colegio
de la Merced para la educación femenina en
Bogotá. También creó los cursos universitarios
de filosofía para Zipaquirá, Chocontá, Santa
Rosa de Viterbo y Salazar; estableció una
cátedra de medicina en el Colegio de Boyacá
en Tunja y una de Derecho canónico en San
Gil. En relación con sus actividades pedagógicas
universitarias, Márquez fue profesor de Derecho
Público y Derecho Romano en diversas oportunidades.
Miguel Samper, uno de sus discípulos, refiere
en sus Escritos político-económicos que «en
la clase de Derecho Romano se extasiaba predicando amor a la república que confundía
con la Patria, por ser esa la forma de nuestro
gobierno». Uno de los problemas que le correspondió
afrontar fue la guerra de los Supremos o
de los Conventos, en los años 1840 y 184ï,
un conflicto que desangró a la Nueva Granada.
Esta guerra se inició en Pasto por motivos
religiosos, pues su objetivo inicial fue
impedir la ejecución de la ley de supresión
de los conventos menores, es decir los de
menos de ocho religiosos.
La
noticia de la supresión de tales conventos
ocasionó incendios, tumultos y protestas
entre las gentes de Pasto, donde se suprimían
los conventos de San Agustín, Santo Domingo
y La Merced. La rebelión fue iniciada por
el padre Francisco Villota, superior de la
Congregación de San Felipe Neri, quien fue
nombrado jefe de las masas en una guerra
llamada Guerra Santa o guerra de los Conventillos
de Pasto. El celo religioso de Pasto atrajo
el interés de los Supremos, los caudillos
del sur, quienes aprovecharon la rebelión
de Pasto para mostrar su oposición al gobierno
del presidente José Ignacio de Márquez. El
general José María Obando se pronunció ante
el país como Supremo Director de la guerra
en Pasto y General en Jefe del Ejército restaurador
y Defensor de la Religión del Crucificado.
La guerra se generalizó en todo el país;
en Antioquia se pronunció el general Salvador
Córdova, en Boyacá lo hizo el general Juan
José Reyes Patria, en Panamá, el coronel
Tomás Herrera y en la Costa Atlántica, el
general Francisco Carmona. Por su parte, el gobierno del presidente Márquez contó con el apoyo
de los generales Pedro Alcántara Herrán,
Tomás Cipriano de Mosquera y Juan José Neira.
Entre los combates más importantes de la
guerra de los Supremos, destacamos los siguientes:
La Polonia, Huilquipamba, Buenavista, La
Culebrera, La Chanca, Buesaco, Honda, Aratoca,
Riosucio, Tescua, Riofrío y Ocaña. En las
batallas de La Culebrera y Buenavista se
destacó la acción del general Juan José Neira,
decisiva para el triunfo del gobierno legítimo
del presidente Márquez. Como consecuencia
de esta cruenta guerra civil, el país vivió
el estancamiento económico, la desolación
de los campos tras el paso de los ejércitos
y el azote de las epidemias.
La
guerra civil fue ganada por las fuerzas gobiernistas
de Márquez, comandadas por los generales
Herrán y Mosquera, quienes fueron los siguientes
presidentes de la Nueva Granada. El presidente
Márquez culminó su período presidencial el
2 de mayo de 1841. Le sucedió el general
Herrán, quien gobernó entre los años 1841
y 1845. Márquez se dedicó posteriormente
a sus actividades de jurisprudencia y docencia;
fue magistrado de la Corte Suprema de Justicia,
dictó clases de Derecho en la Facultad Nacional
y dedicó su tiempo a la jurisprudencia. |