Alfonso López Pumarejo
1934-1938
Nació
en Honda, Tolima, el 31 de enero de 1886,
murió en Londres, el 20 de noviembre de 1959
Político y estadista liberal, presidente de la República durante los períodos
1934-1938 y 1942-1945.
Alfonso
López Pumarejo pasó sus primeros años en
Honda, donde había venido a establecerse
su padre, de origen bogotano, al servicio
de la Casa Miguel Samper e Hijos; su madre
era de origen costeño. Después se trasladó
a Bogotá, e ingresó al Colegio San Luis Gonzaga
y al Liceo Mercantil. Complementó su educación
con clases particulares recibidas de personajes
como Miguel Antonio Caro, Lorenzo Lleras,
Juan Manuel Rudas y José Miguel Rosales.
Años más tarde su padre, Pedro A. López,
lo envió a Inglaterra, donde estudió finanzas
en Brighton College; luego perfeccionó sus
estudios en las disciplinas económicas en
la Packard School de Nueva York.
Regresó
al país en 1904, cuando contaba con 18 años,
y empezó a colaborar con su padre en la administración
de la Casa López. Una vez terminado el período
de educación y estudio, comenzó una ardua
actividad que lo llevó por el campo de los
negocios bancarios, la diplomacia, la política
y el periodismo, en los cuales fue desarrollando
un carácter "polémico, ardiente y decidido", aspectos que lo marcarían en todo el transcurso de su vida pública y de estadista,
como dice Ignacio Arizmendi Posada. En la
Casa López, que según Juan Lozano y Lozano, "no tuvo antecedentes ni ha tenido sucesores en nuestra vida económica, [pues]
suscitó la creación de industrias que no
se conocían, consolidó varias de aquellas
que, como el café, estaban dispersas y desconcertadas,
promovió la intensificación de los transportes,
el progreso de la agricultura, el florecimiento
de la banca"; López Pumarejo adquirió gran experiencia en el manejo de cuestiones financieras.
Sin embargo, con su gran voluntad, capacidad
e intuición, y una estructura intelectual
más que adecuada para desempeñarse en cargos
públicos, López siempre trabajó con una visión
clara hacia la labor política, la que le
apasionó durante toda su vida.
Primer
gobierno el 6 de noviembre de 1933, López
Pumarejo aceptó la candidatura presidencial
para suceder a Olaya Herrera, y con la ausencia
de contendor por parte del conservatismo
fue elegido por casi un millón de votos.
Inició su gobierno el 7 de agosto de 1934,
poniendo en práctica los mecanismos en que
basó su programa, y que tratarían de hacer
realidad la República Liberal y ejecutar
la "Revolución en Marcha", su lema, que él definió como "el deber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales
todo lo que haría una revolución por medios
violentos".Este lema, acuñado durante la campaña, era para Gerardo Molina lo que habría
de ser "el comienzo de la revolución agro-industrial, la que tenía en su favor muchos
elementos para realizarse si el liberalismo
se hubiera decidido".
La
Revolución en Marcha apuntaba hacia la modernización
del país y su inmersión en el ámbito de la
economía capitalista. El primer gobierno
de López Pumarejo, más fecundo y de mayor
proyección histórica que el segundo, según
sus analistas, fue eminentemente reformista.
Así, bajo los postulados del partido, que
buscaba darle al país un desarrollo agrícola
e industrial que le permitiera convertirse
en un Estado moderno, López presentó, al
final, ejecutorias como las reformas constitucional,
tributaria, universitaria, judicial, laboral
y de relacioñes exteriores. En cuanto a la
reforma constitucional, Acto legislativo
N° 1 de 1936, el gobierno de López, al decir
de Jorge Mario Eastman, estableció "nuevas pautas jurídicas para la acción del Estado y otras normas de conducta
política para los ciudadanos".
Según
Eastman, las reformas constitucional, legal
y normativa de la República Liberal obedecieron
a un planteamiento orgánico que buscaba el
ajuste del régimen democrático a las realidades
sociales y económicas de la época; las bases
sobre las que López fundó sus reformas institucionales
fueron: "La Revolución en Marcha, movimiento de sustentación popular de la nueva política;
el partido de gobierno, promotor del cambio;
y el sindicalismo, presencia organizada de
los trabajadores>,. Se cambió la concepción del Estado gendarme, propia de la Constitución de
1886, por la del Estado como entidad capaz
de obligar al ciudadano al cumplimiento de
sus deberes sociales. Según Timoleón Moncada,
senador de la época, esto significaba que
el individualismo sería sustituido por la
función social, que el individuo tendría
la obligación de hacer lo que fuera necesario
para fortalecer la sociedad y debería abstenerse
de lo que pudiera debilitarla.
El
constituyente de 1936 definió la propiedad
por su función social. Ahora el Estado intervendría
en la economía del país, con la intención
no sólo de racionalizarla, sino de dar al
trabajador una protección, introduciendo
un equilibrio entre las relaciones obrero-patronales,
pero este artículo fue suprimido en la reforma
constitucional de 1968. La reforma tributaria
estableció el impuesto directo, y que las
industrias y grandes empresas tributaran
más que antes. Se elevó el impuesto a la
renta; se dispuso que las rentas consolidadas
por posesión de capital fueran gravadas más
fuertemente que las derivadas del trabajo;
se crearon los impuestos de patrimonio y
exceso de utilidades; y se introdujeron cambios
en los impuestos sobre la masa global hereditaria,
asignaciones y donaciones. La reforma agraria
aspiraba a redistribuir la tierra y ponerla
en manos de quienes la trabajaban; se dictaron
normas en cuanto se refería a las tierras
bien explotadas, en la medida en que se debían
establecer condiciones óptimas para jornaleros arrendatarios y colonos; y se suspendió la ayuda que el Estado
daba al patrono en su supuesto derecho dé
despedir a arrendatarios y colonos con la
ayuda de la fuerza pública.
La
reforma laboral, que López planteó y fundamentó
teóricamente desde la primera administración,
pero sólo logró concretar en su segundo gobierno,
comprendía que en una economía en vías de
actualización capitalista, habría que codificar
la relación patrón-obrero, pues la fuerza
de trabajo debía organizarse con sistemas
de contratación y jurídicos más estables.
Se propició, entonces, el sindicalismo, con
el fin de armonizar la condición obrera con
las necesidades estructurales de la industrialización,
y se garantizó el derecho a la huelga. El
sindicalismo fue la base de su política de
construir una línea de apoyo al gobierno
con el respaldo popular. Según Alvaro Tirado
Mejía, "políticamente el gobierno de López logró captar y convertir en base de apoyo
al movimiento obrero a través de una política
de reconocimiento legal, de apoyo económico
a las centrales obreras, y de arbitramento".
López
se preocupó por la tecnificación a todos
los niveles para elevar el país a un grado
decoroso de industrialización, pero también
fue preocupación de su gobierno el impulso
a la educación a todo nivel. En el campo
educativo, López emprendió una tarea de reestructuración
docente, dio definitiva conformación a la
Universidad Nacional y adquirió los terrenos
para construir la Ciudad Universitaria, concentrando
todas las facultades e institutos, hasta
entonces dispersos, en un solo espacio. Según
Gerardo Molina, con este plan, expuesto en
1935, López fue "el afortunado realizador de uno de los mayores compromisos contraídos por el
liberalismo con la nación en este siglo,
cual fue la transformación de la Universidad.
La integración de facultades e institutos,
la Ciudad Universitaria, la dotación de recursos
financieros suficientes, el establecimiento
de las libertades académicas, la autonomía
relativa, la participación de profesores
y estudiantes en el manejo del claustro,
la presencia de la mujer, la apertura de
nuevas, carreras, el estímulo a la investigación,
los servicios sociales, la extensión universitaria,
fueron algunos de los aspectos en que se
materializó ese vigoroso impulso".
Segundo
gobierno tan notable fue la obra de López
Pumarejo en su primera administración, que
no pocos de sus copartidarios pensaron nuevamente
en su nombre para la elecciones presidenciales
de 1942. López ganó la reelección, derrotando
una coalición liberal-conservadora personificada
por Carlos Arango Vélez. Subió al poder en
medio de una violenta oposición de la derecha,
encabezada por Laureano Gómez, a la que se
unió la insegura solidaridad del liberalismo
con su gobierno. El partido liberal estaba
dividido, y esta división resultaba más peligrosa
para la permanencia del liberalismo en el
poder, que la misma oposición; además, era
un obstáculo para gobernar.
López
convocó la unión, y ésta se hizo; sin embargo,
según Gerardo Molina, "el arreglo era más aparente que efectivo, porque cada aspirante a obtener presillas
para futuras situaciones estaba más interesado
en la refriega que en la paz". Simultáneamente, y como otro hecho negativo contra su ánimo, López tuvo que
enfrentar una difícil situación familiar
causada por la enfermedad de su esposa, María
Michelsen. Estos tres elementos: la oposición
conservadora, la desunión del liberalismo
y la precaria salud de su esposa, fueron
minando su voluntad y lo condujeron finalmente
a la renuncia del mando, que intentó en marzo
de 1944, aduciendo motivos familiares. No
obstante, un paro cívico organizado por la
clase obrera para expresar su respaldo al
presidente, lo obligó a reasumir el mando.
Entonces, se dispuso a sacar adelante otra
reforma constitucional, plasmada en 1945.
Esta
nueva reforma le concedió la ciudadanía a
la mujer, pero sin derecho a votar; consagró
la prohibición para los militares de sufragar;
y disminuyó el número de debates para la
aprobación de leyes, entre otras medidas.
En esta segunda administración, López tuvo
que afrontar una difícil situación económica,
ocasionada en buena parte por la segunda
Guerra Mundial, que afectó las ventas de
productos colombianos en el exterior. Se
impulsaron las bolsas de valores, se dictaron
nuevas normas tributarias y el gobierno contó
con la autorización para endeudarse con el
fin de financiar diversos proyectos. Por
otra parte, la industria, que tanto progreso
tuvo en la primera administración, se estrelló
contra la ausencia de una industria metalúrgica
e intermedia. De todas maneras, López y su
equipo de gobierno, entre los que se contaban
hombres como Alberto Lleras Camargo, Carlos
Lleras, Darío Echandía, Adán Arriaga Andrade
y otros, lograron impulsar nuevos cambios,
aunque no tan profundos como los de la primera
administración.
En
cuanto a las relaciones internacionales,
López estableció con la Unión Soviética relaciones
diplomáticas, adhirió al Acta de Chapultepec
sobre la solidaridad interamericana y Colombia
ingresó a las Naciones Unidas. Uno de los
hechos más importantes de este gobierno tuvo
lugar después del llamado "Golpe de Pasto", cuando López y su ministro de Trabajo, Adán Arriaga Andrade, aprovechando el
estado de sirio, expidieron el decreto legislativo
2350 de 1944, que estableció el reconocimiento
del contrato de trabajo como entidad jurídica
autónoma, dio al gobierno facultades para
establecer modelos que sirvieran como contrato
presuntivo y para fijar el salario mínimo,
decretó la jornada laboral de nueve horas
y el pago de horas extras, fijó la duración
del contrato de trabajo en seis meses, estableció
el preaviso correspondiente, limitó a seis
meses el contrato de aprendizaje, y fijó
en 14 años la edad límite para empezar a
trabajar.
|