Aquileo Parra Gómez
1876-1878
Nació
en Barichara, Santander el 12 de mayo de
1825 y murió en Pacho, Cundinamarca, en diciembre
4 de 1900
Político santandereano del liberalismo radical, presidente de la República en
el período 1876-1878. Más que un orador,
un escritor o un estadista, José Bonifacio
Aquileo Elías Parra Gómez fue un administrador
práctico y metódico, actitud que debió adquirir
durante su larga experiencia como hombre
de negocios.
A
causa de la difícil situación económica en
que se encontraba su familia, Parra se vio
forzado a abandonar a edad temprana sus primeros
estudios, para dedicarse a trabajar y conseguir
su sustento. Se desempeñó en la actividad
comercial con éxito (en Neiva, las selvas
del Carare, Magangué, Mompós y otros puertos),
y al cabo de algunos años pudo reunir una
adecuada fortuna que le permitió vivir con
tranquilidad e independencia.
Aunque
con un nivel de escolaridad prácticamente
nulo, su inteligencia y disciplina lo convirtieron
en un autodidacta que pudo lograr la formación
necesaria para desempeñarse como un hombre
público. Parra inició su actividad política
en 1854, en calidad de miembro de la Cámara
Provincial de Vélez, y luego como diputado
a la Asamblea Legislativa de Santander en
1862.
Fue
enviado como representante del Estado de
Santander a la Convención de Rionegro en
1863. Su carrera política iba en ascenso,
de tal manera que logró traspasar los límites
de su propio Estado y convertirse en figura
nacional: en 1866 fue elegido senador de
la República y luego presidente del Senado,
correspondiéndole, desde esa dignidad, dar
posesión de la Presidencia de la Unión al
general Tomás Cipriano de Mosquera. Hacia
la segunda mitad del siglo XIX, Colombia
aparecía en el contexto mundial como país
productor de materias primas y alimentos
y, a su vez, consumidor de géneros y mercancías
extranjeras.
Por
esa circunstancia, una política de mejoramiento
del transporte se colocaba a la orden del
día. Era claro que el interés no obedecía
al propósito de conectar las diferentes regiones
del país entre sí, sino más bien crear una
línea directa de conexión con los puertos
marítimos, de tal manera que se dinamizara
el intercambio comercial con el exterior.
Habiendo
sido Parra, dos veces consecutivas, secretario
de Hacienda (en los gobiernos de Manuel Murillo
Toro, 1872-1874 y Santiago Pérez, 1874-1876),
libró en el Congreso de 1874 un debate con
Salvador Camacho Roldán (uno de los hombres
más brillantes y elocuentes del siglo pasado)
en defensa del proyecto de realizar el Ferrocarril
del Norte, como medio para alcanzar el progreso.
Parra
recibió en este debate el apoyo del presidente
y del Congreso. La ejecución de este proyecto,
que fue finalmente aprobado, se llevó a cabo
sólo a medias, porque la alterada situación
del orden público, con la guerra de 1876,
exigió una gran demanda del erario público.
Así, cuando el liberalismo radical salió
del gobierno, en 1885, sólo había construidos
trescientos kilómetros de ferrocarriles.
Desde
1874 se percibía un desacuerdo entre los
líderes liberales y se perfilaron dos tendencias:
los radicales, hacía rato en el poder, y
una nueva, los independientes, con Rafael
Núñez a la cabeza. Esta escisión se vio claramente
en las elecciones de 1875. En esa campaña
electoral, Rafael Núñez desafió sin éxito
a Aquileo Parra, quien contaba con el apoyo
del presidente Santiago Pérez y los miembros
de su grupo, entre los que se contaban Manuel
Murillo Toro, Felipe Pérez, Nicolás Esguerra
y Felipe Zapata, llamados por sus enemigos
con el calificativo de "oligarcas".
Los
nuñistas, más tarde identificados como los
liberales independientes, protestaban especialmente
por la manipulación que los radicales hacían
del proceso electoral, con el propósito evidente,
para ellos, de conservar el poder en manos
de amigos de sus intereses.
De
esta contienda electoral no hubo ganador
que contara con el número de votos requeridos
y, en consecuencia, se impuso, de acuerdo
con la Constitución, la elección indirecta
por el Congreso (integrado en su mayoría
por radicales), que se inclinó por la elección
de Aquileo Parra para la Presidencia durante
el período de 1876-1878.
Parra
se posesionó el 1 de abril de 1876, .y gobernó
hasta el 1 de abril de 1878. Como presidente,
quiso darle curso a dos programas que consideraba
relevantes: a su proyecto del Ferrocarril
del Norte, que venía de algunos años atrás
y que fue nuevamente motivo de debate cuando
asumió la presidencia; y al programa de instrucción
pública iniciado en 1870 por gobiernos radicales
anteriores.
Como
todos sus copartidarios, Parra tenía la idea
de que la mejor forma de alcanzar el progreso
era mejorando las vías de comunicación y
estimulando la educación. Existía la convicción
general de que sin instrucción no había desarrollo.
De acuerdo con esto se debía, entonces, fortalecer
la enseñanza primaria (que se decretó como
laica, gratuita y obligatoria), la educación
profesional y las escuelas industriales.
Gobiernos anteriores le habían dado un giro
a la instrucción pública.
La
ley de 1870, reorganiza de la instrucción
pública, primaria y normalista, estableció
los métodos propios de la escuela activa
y promovió a los maestros a una jerarquía
social más alta. Se establecieron escuelas
normales en casi todos los estados, y se
distribuyeron en ellos pedagogos venidos
de Alemania, quienes impartirían una educación
laica.
La
administración Parra autorizó a los directores
de las escuelas públicas- a dejar un espacio
para la instrucción religiosa a los niños
cuyos padres la solicitaran. El esfuerzo
del radicalismo en favor de la educación
pública continuó hasta 1880, pero fue detenido
por los acontecimientos que sobrevinieron
y por la política escolar de la Regeneración.
El
estatuto constitucional de 1886 estableció
principios completamente opuestos al programa
radical: «La educación pública será organizada
y dirigida de acuerdo con la religión católica
[...] la instrucción pública será gratuita
y no obligatoria». La laicización de la educación
despertó airadas protestas por parte de la
Iglesia, y esta problemática fue utilizada
por los conservadores para intentar apoderarse
del gobierno, a través de una rebelión que
terminó con la guerra de 1876. La revuelta
se inició en el Estado del Cauca, en julio
de ese año, contra el presidente del estado
César Conto, y pronto se extendió a los estados
de gobiernos conservadores (Antioquia y Tolima),
que apoyaron a los rebeldes del Cauca.
Los
conservadores contaban con que los liberales
independientes, en pugna con el gobierno,
los iban a apoyar; pero no fue así, y los
nuñistas cerraron filas al lado del gobierno
de Parra. El resultado de la guerra estuvo
a favor del gobierno federal. Parra logró
reunir un ejército de 25000 hombres, que
permitió el triunfo incontestable de los
liberales. Terminada la guerra, el Congreso,
que en ese momento estaba compuesto exclusivamente
de liberales (tanto nuñistas como parristas),
resolvió tomar medidas contra el clero por
su participación activa durante la guerra.
Mediante
la ley 37 de marzo de 1877, fueron desterrados
por un período de diez años, y privados perpetuamente
de sus funciones episcopales, los obispos
del Cauca (Popayán y Pasto) y Antioquia (Santafé
de Antioquia y Medellín). La ley 8 suprimió
el pago de la renta nominal eclesiástica
(compensación por la desamortización), y
la ley 35 instauró nuevamente la inspección
de cultos que imponía restricciones a la
predicación y a la libertad de expresión.
Parra
tuvo que ausentarse de la presidencia durante
dos períodos en 1877, debido a su precaria
salud.
Su primera ausencia fue de mayo a agosto,
cuando fue reemplazado por el general Sergio
Camargo, y la segunda, de noviembre a diciembre,
cuando se incorporó definitivamente, hasta
entregar el poder al electo general Julián
Trujillo. Parra se retiró a una hacienda
de su propiedad, desde donde fue llamado
en 1897 para que asumiera la dirección del
partido liberal, con todo el poder para declararle
la guerra al gobierno conservador de Miguel
Antonio Caro.
Sin
embargo, no asumió esa actitud, hecho que
le valió la reacción inmediata de sus copartidarios,
muy convencidos de que la guerra era el mejor
camino. En consecuencia, Aquileo Parra fue
depuesto del cargo. Retirado nuevamente de
la vida pública, murió en Pacho (Cundinamarca),
el 4 de diciembre de 1900. |