Laureano Gómez Castro
1950-1953
Nació
en Bogotá, el 20 de febrero de 1889, murió
en la misma ciudad, el 13 de julio de 1965.
Presidente de la República entre 1950-1951, periodista, político y diplomático,
. En la segunda mitad del siglo XX surgió
entre la clase política colombiana una figura
que por medio de sus palabras, poderosas
e incisivas, conmocionó el escenario público
nacional.
Sus
férreas creencias en los principios rectores
de su partido político: el conservador, así
como su exposición en la palestra, le merecieron
los apelativos de "el Hombre Tempestad", "el Monstruo", "el Basilisco".Partícipe activo en la creación del Frente Nacional, Laureano Eleuterio Gómez
Castro basó su acción en las teorías cristianas
expuestas por santo Tomás de Aquino y san
Agustín, revitalizadas hacia finales del
siglo XIX por el papa León XII, a través
de la llamada escuela neotomista, con la
cual se intentó dar a la religión católica
una recuperación mundial. Las ideas laureanistas
procuraban conservar la tradición católica
heredada en Colombia desde la dominación
española, pues la consideraba un elemento
unificador, y de ella tomó los valores que
en el transcurso de su vida identificaron
su discurso: la justicia, la jerarquía y
la moralidad.
Estaba convencido que un Estado sólido requería
que los funcionarios que hacían parte de
él se comprometieran con tales principios;
los cuales les otorgarían, por añadidura,
esa característica indispensable para la
marcha: el servicio. Si bien expresaba con
claridad sus puntos de vista, la forma como
los exponía y la manera como descalificaba
todo aquello que no encajara dentro de su
línea de pensamiento, lo llevaron con frecuencia
a tomar posiciones extremas, como se han
visto pocas en el país. Según Ignacio Arizmendi
Posada, Laureano Gómez era "impetuoso,
franco hasta el delirio, obcecado, tirante
en su verbo, amigo de la camorra y la crítica
exuberante,>. El mismo decía: "Ni porque te alaben serás mejor, ni peor porque te vituperen. Lo que eres eso
eres. He aquí por qué no temo a la crítica
sino que antes la incito y la provoco [...
] Yo sé que mis palabras de verdad, que desasosiegan
y encolerizan a los parásitos que viven de
la savia de la República, encuentran eco
en los corazones desinteresados y puros de
los buenos ciudadanos [...] Eso me satisface.
Eso me basta".
Hijo
del comerciante santandereano José Gómez
y de Dolores Castro, inició su formación
académica a los 8 años, en el Colegio de
San Bartolomé de Bogotá, dirigido por los
padres de la Compañía de Jesús. Allí se distinguió
como un alumno ejemplar, resuelto a seguir
hasta el final los preceptos aprendidos,
en especial los del padre Luis Jáuregui,
destacado sacerdote español. Desde entonces
Laureano Gómez tuvo una activa participación
en los grupos y asociaciones devotas auspiciados
por la Compañía, y se interesó por defender
la fe de Cristo. Recibió su título de bachiller
en 1904, a los 15 años. Ingresó a la Universidad
Nacional de Colombia para adelantar estudios
de Ingeniería Civil, y de ahí proviene el
interés que manifestaría más tarde en el
desarrollo de las obras públicas del país.
Estando
en el claustro universitario fue llevado
a la cárcel por participar en una manifestación
en contra de las políticas económicas y sociales
del gobierno del general Rafael Reyes. En
1909 recibió el título de Ingeniero Civil
y se aprestó a trabajar en la empresa constructora
del Ferrocarril de Antioquia. Por diferentes
motivos, en especial por su empeño en defender
la causa religiosa, inició su extensa labor
periodística. Este año ayudó a fundar y se
convirtió en el primer director del periódico
La Unidad, en el cual escribían, entre otros,
los jóvenes conservadores José Joaquín Casas,
Hernando Uribe Cualla, José de la Vega y
Sebastián Moreno Arango.
Desde
las páginas de este periódico se lideró la
convocatoria nacional para el primer Congreso
Eucarístico Nacional en 1913, al cual Laureano
Gómez asistió como delegado por la Asamblea
del Departamento de Antioquia. En compañía
de José de la Vega, participó luego en la
fundación de la Revista Colombiana, en 1933,
y del periódico El Siglo, el 1 de febrero
de 1936. Este último se convirtió en el principal
medio de expresión pública conservadora,
y en palabras del propio Laureano, más que
una empresa, era un órgano desde el cual
se buscaría respeto por la vida, sostener
la libertad, combatir la ineficacia administrativa
y luchar por la justicia.
A
través de él, el partido conservador lideró
una dura batalla de oposición partidista.
Paralelo a su trabajo periodístico, Laureano
Gómez estuvo conectado con la actividad política
y fue partícipe de ésta en un extenso período
de la historia nacional: de 1911 a 1913 fue
diputado a la Asamblea de Cundinamarca, y
simultáneamente, representante a la Cámara;
volvió a ser representante entre 1913 y 1916,
en 1918 y en 1921. En 1927 fue elegido diputado
a la Asamblea de Santander; de 1931 a 1933,
a la Asamblea de Antioquia; y ejerció como
senador de la República entre 1931-1935 y
19391945. En su participación en el poder
legislativo, se caracterizó por establecer
siempre una fuerte polémica contra lo que
consideraba fuera de sus principios y un
respaldo absoluto cuando se involucraban
sus intereses.
Los
discursos de Laureano Gómez se distinguieron
por la capacidad de causar asombro e incertidumbre,
y por el poder de convocar lo universal en
dos o tres palabras. Era sereno cuando hablaba,
pero utilizaba un tono enfático para sustentar
y defender sus postulados, los cuales apoyaba
en su amplio conocimiento social, histórico
y científico. Pronunció discursos en el Congreso,
en auditorios, recintos públicos, aulas,
plazas públicas y en la radio, la cual utilizó
de manera eficaz para lograr una cobertura
nacional. El 3 de agosto de 1926, siendo
ministro de Obras, cuando el Senado de la
República confirmó la posición de la Cámara
de darle veto de censura y negarle el uso
de la palabra, las barras que habían sido
sacadas del Congreso se aglomeraron para
escucharlo en la Plaza de Bolívar, manifestación
que comenzó cuando el doctor Gómez salió
del Capitolio y dijo su célebre frase: "Se alquila este local". Orador eminente, tal vez gracias a que sus años de participación en la sociedad
literaria Academia Caro, donde los jóvenes
periodistas bogotanos realizaban ejercicios
de oratoria y de memoria, lo habían adiestrado
y pulido para lanzarse a la actividad política
sin temores y con la facultad de verter en
palabras sus principios religiosos y sus
concepciones acerca del Estado.
Además
de la política y el periodismo, Laureano
Gómez ejerció la diplomacia. En 1923 fue
nombrado por el gobierno del general Pedro
Nel Ospina delegado de Colombia a la Conferencia
Panamericana en Chile, de la cual pasó a
Argentina como ministro plenipotenciario
hasta 1925. En 1930 el presidente Enrique
Olaya Herrera lo nombró ministro plenipotenciario
en Alemania, cargo que desempeñó hasta 1932.
Como funcionario público, fue ministro de
Obras del gobierno de Pedro Nel Ospina, entre
1925 y 1926, y de Relaciones Exteriores en
1948, durante el gobierno de Mariano Ospina
Pérez. Finalmente, en 1950, habiéndose retirado
el partido liberal de la contienda política,
asumió la Presidencia de la República.
Desde
la Presidencia, Laureano Gómez pretendió
dar un nuevo orden al país, convocando para
esto a una Asamblea Nacional Constituyente,
con la cual buscó crear mecanismos para desarrollar
sus ideas acerca del Estado. Su propuesta
podría definirse como la puesta en marcha
de un Estado corporativista, en el cual los
poderes legislativo y judicial mantuvieran
sus acciones claramente delimitadas, mientras
al Ejecutivo se le otorgaban poderes especiales
para determinar los rumbos a seguir en casos
de crisis, propuesta que algunos autores
han llamado "la dictadura civil". En 1951, al sufrir un síncope cardíaco, Gómez se vio obligado a retirarse de
la Presidencia, y el poder quedó en manos
del primer designado, Roberto Urdaneta Arbeláez.
El
13 de junio de 1953 el general Gustavo Rojas
Pinilla se tomó el poder mediante un golpe
militar, impidiendo que Laureano Gómez retornara
a la Presidencia. Tras el golpe, Gómez fue
llevado al exilio, en primer lugar a Nueva
York y por último a España, desde donde enviaba
continuamente comunicados a sus seguidores,
defendiendo sus posiciones y atacando al "usurpador", término que usaba para referirse al general Rojas. Durante su gobierno, dice
Arizmendi Posada, "el campo de las obras públicas, que le era muy conocido por sus estudios y la
cartera ministerial cuando Pedro Nel Ospina,
recibió buen impulso. Un empréstito internacional
favoreció sus propósitos. Algo similar se
registró en la educación. Fueron concluidos
los edificios básicos de la Universidad Nacional,
se unificaron los programas de bachillerato,
se incrementó la educación normalista, campesina
e industrial, rama para la cual se contrataron
expertos extranjeros.
Las
obras deportivas que comenzaban a erigirse
en Bogotá y Medellín recibieron su apoyo
inmediato. El sector de la salud pública
se vio favorecido por las campañas contra
la tuberculosis, la fiebre amarilla, la malaria
y otras enfermedades. Se reestructuraron
los servicios de salud en los puertos [...]
En la problemática energética hubo la reversión
de la Concesión de Mares, para ser administrada
por Ecopetrol, en vía de organización. Se
construyó el oleoducto Puerto Salgar-Bogotá
y se inició el de Puerto Berrío-Medellín.
La refinería de Barrancabermeja se benefició
con varias partidas extranjeras. Su administración
se preocupó por limitar o reducir las posibilidades
dudosas o indecorosas para los parlamentarios". También se crearon empresas como el Banco Popular (1950), y los Ministerios
de Fomento (que reemplazaba al de Comercio
e Industria) y el de Minas y Petróleos; se
modernizó el sistema de telecomunicaciones
y se organizó el Instituto Nacional de Fomento
Municipal.
Hacia
1956, en compañía del liberal Alberto Lleras
Camargo, Gómez firmó la Declaración de Benidorm,
en España, y posteriormente, en 1957, ambos
firmaron el Pacto de Sitges, por medio del
cual los dos partidos tradicionales de Colombia
se comprometían a trabajar unidos por la
restauración del orden democrático, por la
paridad en la participación en las corporaciones
públicas y en el gabinete ministerial durante
un período de 12 años, e instauraban la carrera
administrativa, en lo que se llamaría el
Frente Nacional.
Desde
los años 30 hasta su muerte, Laureano Gómez
figuró como el jefe de mayor influencia en
el partido conservador. Poseía tal atracción
sobre las masas conservadoras, que lo seguían
con una fe ciega. Este hecho le ocasionó,
en no pocas ocasiones, enfrentamientos con
importantes dirigentes de su colectividad,
por ejemplo con Mariano Ospina Pérez, quien
consideraba el radicalismo laureanista nocivo
para la "salud" de la República. Parte de la opinión pública vio en Laureano Gómez un individuo
beligerante, sectario y polémico, que alteró
la convivencia partidista. Los medios de
información lo vieron como una figura funesta
que había conducido al país político al desangre
total. Laureano Gómez ha sido calificado
de nefasto para la nación, pero debe reconocerse
su intensa labor política, que es necesario
conocer a fondo para develar los motivos
que configuraron su pensamiento, sus palabras
y su extensa obra escrita.
Esta
última, compuesta por discursos, artículos
periodísticos, debates parlamentarios, ensayos,
cartas y otros géneros literarios, fue compilada
por Ricardo Ruiz Santos y Alberto Bermúdez
entre 1982 y 1989. En algunos de sus escritos,
Laureano Gómez utilizó los siguientes seudónimos:
Jacinto Ventura, Cornelio Nepote, Gonzalo
González de la Gonzalera, José León, Juan
de Castellanos, Juan de Timoneda y Eleuterio
de Castro. Algunos de los debates políticos
en los que participó merecen destacarse por
la importancia que tuvieron en su momento.
Uno
de ellos fue la "Acusación al presidente Suárez", ocurrido en la sesión del 26 de octubre de 1921 en la Cámara, en el cual Gómez
acusó al entonces presidente Marco Fidel
Suárez de vender a un banco extranjero el
sueldo y el rubro "gastos de representación", que no hacía parte del sueldo como primer mandatario, y de obtener préstamos
aprovechando su alta investidura. Tales actos
fueron calificados por el senador como indignos
y provocaron la renuncia de Suárez, efectuada
el 11 de noviembre de 1921. Otro debate célebre
fue el del 26 de julio de 1932 "Contra el Romanismo", en el cual rechazó la alianza entre el gobierno liberal de Enrique Olaya Herrera,
minoría en el Congreso, y un sector del conservatismo
encabezado por el senador antioqueño Román
Gómez, quien, según Laureano, había vendido
el partido conservador para obtener beneficios
personales.
El
debate se desarrolló entre el 26 de julio
y el 31 de agosto, en cinco intervenciones,
y se caracterizó por varios cargos de corrupción
a Román Gómez. El 22 de abril de 1942, cuando
se firmó entre el Estado colombiano y la
Santa Sede una reforma al Concordato vigente
desde 1887, los conservadores, entonces minoría
en el Senado, se opusieron a la reforma.
El senador Laureano Gómez, quien fue partícipe
activo del debate, consideraba la reforma
nociva para el país, pues para él la religión
católica apostólica y romana era el baluarte
sobre el cual se sostenía el Estado, y una
reforma al Concordato era poner en tela de
juicio la infalibilidad de la institución
eclesial. Como periodista y escritor, Laureano
Gómez también hizo crítica literaria, de
arte y de teatro.
En
este terreno se conocen sus artículos: "Pablo Neruda. Un bromista" (1943), "El expresionismo como síntoma de pereza e inhabilidad en el arte" (1937) y "El teatro de Pirandello" (1936). Entre sus textos de historia figuran: "El centenario del protestanrismo. El gesto de Lutero hace cuatro siglos" (1920), "La decadencia de España en el siglo XVIII (1952), "El mito de Santander I-II" (1940), "El fiscal Moreno y Escandón y la expulsión de los jesuitas" (1952), "Yerros constitucionales" (1953). Por último, como ejemplo de sus panegíricos y ensayos biográficos, podemos
citar: "El carácter del general Ospina" (1928), "El general Alfredo Vázquez Cobo" (1941), "La casa cural de Fontibón" (1943), "El cuadrilátero. Mussolini, Hitler, Stalin, Gandhi" (1935), "Un centenario de la hispanidad. Nacimiento de San Juan de la Cruz" (1942) y "Le fondateur de la république" (1943). Sus contemporáneos coincidieron en describir a Laureano Gómez como un
hombre amable en el hogar que compartió con
su esposa María Hurtado Cajiao, y sus hijos
Cecilia, Alvaro, Rafael, María y Enrique,
el segundo de los cuales ha sido tres veces
candidato a la Presidencia de la República
de Colombia [Ver tomo 2, Historia, "Administración de Laureano Gómez (1950-1953).
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