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José Eusebio
Otálora Martínez
1882-1884
Nació
en Fómeque, Cundinamarca, el 16 de diciembre
de 1826 -Mutió en Tocaima, el 8 de mayo
de 1884.
Presidente
de la República entre 1882 y 1884. La revolución
industrial y los adelantos
tecnológicos del mundo occidental en
las décadas de transición entre los siglos
XIX y XX, estimularon el progreso y los
cambios económicos en los países desarrollados
y sirvieron de modelo en algunos países
hispanoamericanos para instaurar los
cambios
e impulsar la modernización.
Esta se consideraba un cambio necesario en las sociedades marcadas por el estigma
latente de las estructuras coloniales,
donde las luchas políticas partidistas,
los caudillismos, el localismo, el problema
religioso, el estancamiento económico y
los problemas político-administrativos
abarcaban la mayor parte de las actividades
humanas y relaciones sociales. José Eusebio
Otálora Martínez fue uno de los dirigentes
que más se preocupó por estimular la industrialización
de Colombia en los finales del siglo XIX.
Hijo de Justo Otálora Ramírez, vasco, procedente
de Arechavaleta, provincia de Guipúzcoa
(España), y de doña Carmenza Martínez Romero,
fueron sus hermanos: Agustín, Florencio,
Demetrio, Nepomuceno, María Josefa, Nicomedes,
Concepción y Tránsito.
El matrimonio Otálora Martínez poseía tierras
en Miraflores (Boyacá), pero la persecución
y el embargo de bienes de que fueron víctimas
los realistas al finalizar la Independencia,
los Llevaron al destierro en Fómeque, donde
nacieron José Eusebio y sus hermanos; por
ello, la familia Otálora siempre consideró
a Boyacá como el lugar de sus orígenes
y pertenencias.
José Eusebio realizó los estudios primarios
en Fómeque y los secundarios en el Colegio
de San Bartolomé.
Hizo
la carrera de Jurisprudencia en el Colegio
Mayor de Nuestra Señora del Rosario, cuyo
título obtuvo en 1852, después de algunas
interrupciones, en una época en que los
estudiantes dejaban las aulas para integrarse
a las filas revolucionarias o a la legalidad.
Intervino en las guerras civiles de 1851,
18~0, 1876 y 1877. Combatió la dictadura
del general José María Melo en 1854, y
en una carrera militar ascendente alcanzó
el grado de general del Estado de Boyacá
en 1877, y de general de la República en
1882. Contrajo matrimonio con la guatecana
Mercedes González Ramírez, en Guateque
(Boyacá), el 6 de agosto de 1855. Su esposa
era hija de Antonio Pascual González y
de Isabel Ramírez. Fueron sus hijos: Carlos,
Isabel, Enriqueta, José Eusebio, Mercedes,
Agustín, Concepción y Carmen Otálora González;
todos ellos nacidos en Guateque.
Otálora
inició su actividad política cuando fue
diputado a la Cámara Provincial de Bogotá,
en representación del cantón de Cáqueza
en 1852; y a partir de 1855 fue elegido
diputado a la Asamblea de Boyacá, representando
a Garagoa, Tenza y Guateque. En esta última
ciudad se instaló definitivamente y allí
se casó. Representó a Boyacá en la Convención
de Rionegro en 1863, en la cual adoptó
una posición mediadora y conciliadora entre
los gólgotas y los draconianos; también
participó en las convenciones del Estado
de Boyacá en los años 1862, 1863 y 1869.
Fue elegido diputado a la Asamblea de Boyacá
en 1866, 1877 y 1882; representó a Boyacá
en el Congreso de la Unión en los años
1864 y 1868; y fue senador por Boyacá en
1882.
Fue
tesorero general de la Nación en el gobierno
del general Tomás Cipriano de Mosquera,
subsecretario de Guerra, magistrado de
la Corte Suprema de Cundinamarca y cónsul
de Colombia en Italia, y posteriormente
en Inglaterra, donde tuvo contacto directo
en el mundo de la revolución industrial
y la modernización. Otálora se desempeñó
también en la actividad docente; fue profesor
de idiomas y matemáticas en el Colegio
San Simón de Ibagué en 1851, regentó la
rectoría del Colegio Democrático de Neiva
y, por último, fue nombrado rector del
Colegio de Boyacá en 1875, cargo que no
pudo desempeña por sus actividades militares.
Otálora
llegó a la plenitud de su pensamiento y
acción política y administrativa cuando
gobernó el Estado de Boyacá, entre 1877
y 1882, inicialmente como primer designado,
en ausencia del presidente Sergio Camargo,
y posteriormente como presidente titular.
En Boyacá alcanzó sus mayores triunfos
como hombre de Estado, desarrollando su
acción constante en la construcción de
caminos, carreteras y puentes, fortaleciendo
la economía, el trabajo asiduo y la moral
pública. Otálora pensaba que el único camino
para desarrollar a Colombia y eliminar
el ocio económico de sus gentes, que vivían
preocupados en la política partidista y
ocupados en continua guerra, debía ser
la industrialización. Consideraba que las
pasiones políticas debían ser barridas
por «el aliento de una industria poderosa,
capaz de cambiar los hábitos de holgazanería
que son los que han dado pábulo a las siniestras
contiendas».
Para
Otálora, la Nación era un gran círculo
movido por un engranaje, cuyo eje debía
ser la ley. Este engranaje estaba constituido
por empresas, educación y rentas: sin rentas
no hay educación, porque no hay con qué
costearla; sin educación no hay empresas,
por falta de preparación del elemento humano;
y sin empresas no hay rentas, volviendo
al círculo vicioso. Para que marchara el
engranaje nacional, era preciso que estos
tres elementos giraran y se movieran con
coherencia alrededor de la ley. Consideraba
que Colombia, con un potencial incalculable
de hierro y carbón mineral, debía fortalecer
el desarrollo siderúrgico, pues ese era
el secreto para el desarrollo de la riqueza,
como lo habían demostrado Inglaterra y
Estados Unidos.
Para
conservar la paz en Colombia se requerían
las industrias; por ello, después de la
guerra civil de 1876, decidió apoyar la
Ferrería de Samacá en 1878, la cual había
sido iniciada por Martín Perry y Guillermo
Withingan. Otálora se empeñó en organizarla
con las técnicas más modernas del mundo
siderúrgico, utilizando un área física
de 300 hectáreas con minas de hierro y
carbón en Samacá. Se construyeron talleres
de fundición, de refundición y moldería,
laminación, reparación y armaje, laminación
de rieles, hornos, calderas y depósitos.
En sus planes iniciales buscaba la hechura
de rieles para la construcción de ferrocarriles
de Bogotá, Tunja-Honda, Santa Rosa de Viterbo
y otros. Esta ferrería fue muy combatida
en la Asamblea de Boyacá, hasta que finalmente
se propició su cierre en los debates políticos.
Algunos
talleres sirvieron para la organización
de la fábrica de Hilados y Tejidos de Samacá.
Otálora se interesó en Boyacá por la construcción
de buenas vías de comunicación; realizó
la construcción de la carretera central
entre el Puente de Boyacá y Ventaquemada;
auspició la construcción del Camino de
Occidente o del Carare, para comunicar
a Boyacá con el Magdalena y buscar la salida
al mar. Logró la construcción de la carretera
hasta el Alto de las Quinchas. Hizo construir
los puentes de hierro de Gutiérrez en Soatá,
Soto en Capitanejo, Súnuba en Guateque
y el del Zarao en Somondoco. Transformó
el aspecto urbano de Tunja; hizo construir
el acueducto con aguas conducidas desde
la quebrada de Varón.
Inició la construcción del Puente de Boyacá
en conmemoración de los héroes de la Independencia.
Durante
su mandato, se organizó la Diócesis de
Tunja en 1881. Organizó exposiciones ganaderas
y agrícolas para dar a conocer las riquezas
de Boyacá. Otálora también se interesó
por estimular la educación práctica. Fue
partidario de la educación técnica y agrícola
para el cambio de mentalidad de los boyacenses;
estableció estudios agronómicos, científicos
y prácticos en la Escuela de Agricultura
en Tunja, y en la quinta modelo o granja
agrícola que se estableció en Villa de
Leiva, con la asistencia de agrónomos y
veterinarios franceses.
Intensificó
la educación pública en Boyacá, fortaleció
las dos escuelas normales para la formación
del magisterio masculino y femenino; fundó
85 escuelas rurales y urbanas y mejoró
la situación del magisterio. Estableció
numerosos talleres de artes y oficios en
el Estado de Boyacá; organizó la Biblioteca
Pública de Tunja y se preocupó por ayudar
a la Universidad y Colegio de Boyacá. Por
primera vez, hizo sembrar el olivo, la
vid, la morera y otras plantas útiles para
el desarrollo agrícola e industrial de
Boyacá.
En
1882 José Eusebio Otálora representó a
Boyacá en el Senado de la República, y
poco después el presidente Rafael Núñez
lo nombró ministro de Hacienda. En las
elecciones presidenciales en las cuales
salió elegido presidente Francisco Javier
Zaldúa, y como primero y segundo designados,
Rafael Núñez y José Eusebio Otálora, se
dio el camino para su ascenso a la jefatura
del Estado.
El
presidente Zaldúa, un jurisconsulto de
80 años, murió en el ejercicio del poder,
el 21 de diciembre de 1882, y Núñez declinó
el cargo; así, la Presidencia de Colombia
fue encomendada a José Eusebio Otálora,
quien gobernó desde el 22 de diciembre
de 1882 hasta el 31 de marzo de 1884. Al
presidente Otálora le correspondió la celebración
del primer centenario del nacimiento del
Libertador Simón Bolívar, conmemorado con
el mayor esplendor a nivel nacional. Se
preocupó por el ornato de Bogotá, la construcción
del parque del Centenario y la terminación
del parque de los Mártires. Impulsó las
obras para la terminación de los ferrocarriles
de Girardot, de Antioquia y el Magdalena
y el de Buenaventura.
Impulsó
las obras de Fernando de Lesseps en el
Canal de Panamá, y en el Estado de Bolívar,
las obras del canal del Dique. Difundió
su idea sobre la industrialización, como
único camino para alcanzar la paz y el
progreso. Otálora fue uno de los precursores
del republicanismo y de la concentración
nacional, en un gobierno que tuvo la colaboración
de los partidos políticos y los diferentes
grupos. Siempre se manifestó inclinado
a la conciliación y a la fraternidad. Su
carácter laborioso y benévolo y siempre
dispuesto a la unión, le permitió hacer
una administración llena de garantías para
todos. Sostuvo buenas relaciones con la
Iglesia católica. Ante la propuesta de
los radicales para que el presidente Otálora
aceptara una nueva candidatura presidencial
para el siguiente período, después de algunas
indecisiones, llamadas "la Evolución Otálora", éste rehusó y expresó su lealtad al partido nuñista o de los liberales independientes.
Con su decisión se fortaleció y triunfó
la Regeneración, por lo cual los radicales
se convirtieron en sus grandes enemigos.
El
presidente Otálora fue acusado ante el
Senado por asuntos intrascendentes, como
el arreglo de la catedral, la compra de
un coche, el ornato para Bogotá y otros,
en los cuales se manifestó la intriga política
y la enemistad de los radicales por la
llamada "Evolución Otálora". La injusticia de las acusaciones lo llevaron a su retiro de la Presidencia,
entregando el poder al primer designado,
el general Ezequiel Hurtado, el 1 de abril
de 1884. Se retiró a Tocaima, donde escribió
su defensa contra los impugnadores a su
mandato; pero cuando tuvo conocimiento
de que el Senado de la República había
admitido la acusación de la Cámara, no
resistió la injusticia y murió de un derrame
cerebral, el 8 de mayo de 1884.
Suspendida
la acusación por la muerte de Otálora,
la viuda solicitó se continuara
el debate para el esclarecimiento de
una vida y una obra sin mancha, que sirvió
con honradez y mística a Colombia. Según
Miguel Antonio Caro, «Otálora fue un
hombre
honrado y de buen corazón. |