General José Hilario López
1849-1853
Nació
en Popayán, el 18 de febrero de 1798 -
Murió en Campoalegre, Huila, el 27 de noviembre
de 1869.
Militar caucano, presidente de la República
entre 1849 y 1853. La niñez de José Hilario
López reincidió con los últimos años
del dominio colonial en el actual territorio
colombiano, y en esta contienda tomó
partido
por la causa independentista.
Hijo de José Casimiro López, oficial de cruzada, y de Rafaela Valdés y Fernández
de Córdoba, estudió en Popayán, bajo la tutela
de José Félix de Restrepo. Muy temprano quedó
huérfano de padre y, como consecuencia, su
madre enloqueció. José Hílario y sus hermanos
quedaron, entonces, al cuidado de un tutor
inescrupuloso que rápidamente dilapidó la
herencia; por esta razón, él y su hermano
Laureano se vieron obligados a emplearse
como herreros.
En
1812, a los catorce años, se enroló en el
ejército patriota como cadete de la Quinta
Compañía, bajo el mando del capitán José
María Ordóñez. Posteriormente sirvió bajo
las órdenes de José María Cabal, Antonio
Nariño, Manuel Serviez y Custodio García
Rovira, y combatió en las batallas de Alto
Palacé (diciembre 30 de 1813), Calibío (enero
de 1814), Tacines (mayo 9 de 1814) y Pasto
(mayo 10 de 1814).En la batalla de la Cuchilla
del Tambo (junio 30 de 1816) cayó prisionero
del ejército español dirigido por Juan Sámano
y fue condenado a muerte. Se le ofreció conmutarle
la condena a cambio de que sirviera como
pregonero del ejército español, a lo cual
se negó debido a que tal oficio era considerado
infame.
Debió
entonces participar en un sorteo para elegir
a los prisioneros que serían ejecutados,
y obtuvo la boleta negra que lo condenaba
a morir fusilado. En sus Memorias, López
recuerda que utilizó esa boleta para armar
un cigarrillo, bajo la premisa de que era
preciso sacar el mejor partido de todo, señalamiento
ilustrativo de sus criterios acerca de cómo
afrontar diversas circunstancias. Finalmente
la sentencia le fue conmutada, cuando llegó
a Popayán una orden del Presidente Toribio
Montes, de Quito, en el sentido de fusilar
sólo a los militares de cierta graduación.
López fue condenado primero a prisión, y
después a servir como soldado en las filas
españolas, y remitido a Bogotá.
Allí
se relacionó con personas vinculadas con
la causa independentista, entre ellas los
hermanos Almeyda y Policarpa Salavarrieta,
quienes tramaban un levantamiento en Santafé
y buscaron ganar prosélitos entre la tropa
española. La acción fue denunciada y al ser
encarcelados los cabecillas, José Hilario
y su hermano Laureano proyectaron huir a
los Llanos, pero este plan se frustró debido
a una enfermedad de José Hilario. Le tocó
entonces servir de centinela en la capilla
de los cabecillas que iban a ser fusilados
y tuvo que presenciar la ejecución de Policarpa
Salavarrieta, el 14 de noviembre de 1817.
El
28 de junio de 1819 López consiguió su libertad
absoluta, gracias a la mediación de su tía
Eusebia Caicedo. En agosto, mientras tenía
lugar la batalla del Puente Boyacá, López
estaba en La Mesa, tratando de unirse a las
guerrillas patriotas del coronel José Ignacio
Rodríguez. Allí vio pasar los restos del
ejército español, entre quienes iba como
prisionero Vicente Azuero, su antiguo compañero
de presidio. López emprendió una acción para
liberarlo, con éxito. Algunos jefes patriotas
que lo conocían, lo presentaron ante Bolívar,
quien lo nombró ayudante mayor del recién
creado batallón Boyacá, y lo ascendió a teniente
efectivo, con grado de capitán. Poco después
participó en la Campaña del Norte, que realizó
su gran ofensiva en Venezuela, donde el ejército
libertador avanzó por Mérida, 'Trujillo,
Betijote, Escuque y Niquitao, hasta alcanzar
Barinas.
Una
enfermedad le impidió estar presente en la
batalla de Carabobo, pero bajo la dirección
de José Antonio Páez participó en el sitio
de Puerto Cabello, donde se distinguió militarmente.
Ocupó varios puestos importantes, como el
de comandante general de Aragua y gobernador
civil y militar de Valencia. Posteriormente
fue encargado de acompañar a Bogotá al coronel
Todd, agente diplomático de los Estados Unidos,
lo que causó gran disgusto a Páez, quién
no quería dejarlo marchar. Una vez en Bogotá,
Santander lo encargó de la dirección del
Estado Mayor del departamento del Cauca,
de la cual toma posesión en febrero de 1823.
Ese mismo año, el 6 de abril, fue ascendido
a teniente coronel; y el 23 de junio se casó
con una prima suya, doña Rosalía Fajardo.
Luego
de que el coronel Agustín Agualongo, indígena
de ascendencia inca que defendía el derecho
divino de los reyes de España, derrotara
a Juan José Flórez en junio de 1823; el general
José María Córdova llegó a Popayán para combatirlo.
En la campaña, López actuó como segundo de
Córdova y buscó seguir con el ejército que
se dirigía hacia el Perú, pero no le fue
permitido. Fue encargado, en cambio, de instruir
y disciplinar las tropas que eran enviadas
hacia el sur, labor que le desagradó profundamente.
A principios de 1825 tomó acciones contra
un centinela que atropellaba civiles, entre
cuyas víctimas se contaba su abuela. Por
ese motivo se le siguió un juicio y fue condenado
a ocho meses de prisión. Cumplida la sentencia
fue nombrado nuevamente en el Estado Mayor
del Cauca, encargado en interinidad de la
comandancia general, ascendido a teniente
coronel efectivo y nombrado segundo ayudante
del Estado Mayor General de Colombia.
En
1826, cuando la unidad política de la Gran
Colombia entró en crisis, José Hilario López
formó parte del sector que reaccionó en contra
de los principios consignados en la Constitución
redactada por Bolívar para la nueva república
de Bolivia. Desde las páginas de ET Republicano,
López inició su oposición a esta Carta.De
igual forma se negó a apoyar la iniciativa
del general Tomás Cipriano de Mosquera, intendente
de Guayaquil, quien lo instó para que se
uniera a la causa que proclamaba a Bolívar
dictador. Su posición en esta coyuntura,
en la que las posiciones de Bolívar y Santander
se habían polarizado, lo colocó al lado de
Santander. En estas circunstancias, la prisión
de Santander, acusado de haber participado
en el atentado contra Bolívar, en septiembre
de 1828, llevó a muchos de sus partidarios
a la rebelión. López, en su calidad de jefe
del Estado Mayor General y comandante general
del departamento de Azuay, se levantó en
armas junto con el coronel José María Obando,
poco después de la conspiración.
Ambos
proclamaron la Constitución de Cúcuta y declararon
la guerra abierta a Bolívar. Se enfrentaron
a Mosquera y lo vencieron en el campo de
La Ladera, a mediados de noviembre de ese
año, y luego se enfrentaron con las tropas
de los generales Tomás Heres y José María
Córdova. El levantamiento de López y de Obando
se produjo en momentos en los que se habían
iniciado las hostilidades entre Colombia
y Perú. A fines de diciembre de 1828, Bolívar
se dirigió hacia el sur con motivo de la
guerra con Perú y de la revolución de Obando
y López. Allí buscó superar los obstáculos
que el alzamiento de estos jefes le colocaban
para poder reunirse con el mariscal Antonio
José de Sucre y enfrentar la agresión peruana.
Para el efecto, a finales de enero de 1829
expidió un indulto en favor de los comprometidos
en el alzamiento y envió comisionados a Obando
y a López con propuestas para un avenimiento,
que quedó plasmado en el tratado de Juanambú,
firmado el 2 de marzo de 1829.
Con
motivo de este tratado, Bolívar explicó a
los rebeldes las razones que tuvo para desconocer
la Constitución de Cúcuta, después de lo
ocurrido en Venezuela con Páez. Cuando posteriormente
Córdova lo invitó a unírsele en la rebelión
que inició contra Bolívar, López rechazó
la oferta y trató de disuadirlo de sus planes.Luego
fue nombrado por Bolívar gobernador de la
Provincia de Neiva, cargo que aceptó, y en
abril de 1830 fue ascendido a general de
brigada por el presidente Domingo Caycedo,
encargado del Ejecutivo durante el Congreso
Constituyente que tuvo lugar ese año. A1
serle allí aceptada la renuncia a Bolívar,
asumieron la Presidencia y Vicepresidencia
Joaquín Mosquera y Domingo Caycedo, respectivamente.
Por ausencia de Obando, nombraron a López
en la comandancia general de Popayán. A mediados
de ese año, el 4 de junio, el general Sucre
fue asesinado en Berruecos, cuando se dirigía
hacia Quito para controlar los intentos separatistas
liderados por el general Juan José Flórez
en el Ecuador. Obando y López fueron acusados del crimen, en gran parte debido a sus proyectos de anexión
con el Ecuador.
Posteriormente,
bajo la dictadura de Rafael Urdaneta, que
se inició en septiembre de 1830, López y
Obando se rebelaron nuevamente. Rápidamente
su posición se fortaleció. Luego de dominar
el sur, una vez tomado el control de Popayán,
López pasó con su ejército por El Guamo,
El Espinal y Tocaima. Ante el avance de las
tropas rebeldes, Urdaneta propuso a López
el cese de hostilidades y, después de varias
negociaciones, se firmó el convenio de Apulo,
el 28 de abril de 1831. Mediante este acuerdo,
Caycedo reasumió el mando del país y la legitimidad
del gobierno de Mosquera y Caycedo fue reconocida
por López. Este último fue designado general
en jefe del ejército, mientras Obando era
nombrado secretario de Guerra. La secretaría
fue asumida por López, cuando Obando fue
enviado al sur para enfrentar al general
Flórez, luego de que los intentos de negociación
adelantados por López para controlar sus
pretensiones de invasión fracasaran.
Un
año después, en 1832, bajo la administración
del general Santander, López fue nombrado
jefe militar dé Bogotá, y en 1834, gobernador
de Cartagena. Bajo esta administración, al
igual que en la de José Ignacio de Márquez,
López ocupó diversos cargos gubernamentales
y en 1839 se dirigió a Roma en calidad de
embajador ante la Santa Sede. Luego de su
regreso al país, en 1840, cuando la confrontación
de los Supremos tomaba fuerza, ocupó por
poco tiempo la Secretaría de Guerra. A raíz
de la derrota liberal, López se retiró durante
varios años de la vida pública y se dedicó
a atender su hacienda, ubicada en la provincia
de Neiva.
Poco
antes de mediados de siglo, durante la administración
de Tomás Cipriano de Mosquera, López aceptó
la candidatura presidencial por el partido
liberal. El 7 de marzo de 1849 salió electo
en unos comicios muy controvertidos. Algunos
congresistas se quejaron de que durante las
votaciones en el cuerpo colegiado, ya que
en las elecciones populares ningún candidato
obtuvo la mayoría requerida, se habían visto
obligados a votar por López, ante la actitud
amenazante de las barras que apoyaban a este
candidato.
Este
cargo fue utilizado por el partido conservador,
un par de años después, para iniciar una
insurrección alegando la ilegitimidad del
gobierno. Durante la administración de López,
entre 1849 y 1853, se concretaron buena parte
de las reformas a las que desde años atrás
aspiraban las elites criollas vinculadas
con el liberalismo. Estas reformas se orientaron,
fundamentalmente, hacia las estructuras fiscal
y agraria del país, el problema de la abolición
de la esclavitud y las relaciones entre el
Estado y la Iglesia católica. En el campo
fiscal, una de las reformas más importantes
fue la supresión del monopolio estatal sobre
el tabaco, que constituía la principal fuente
de recursos del Estado. La ley había sido
aprobada en 1848, durante la administración
del presidente Mosquera, pero sólo debía
empezar a regir a partir del 1 de enero de
1850. Sobre el particular, López, en su mensaje
a las Cámaras a finales de abril de 1849,
proponía que se estableciera una contribución
que produjera lo suficiente para hacer frente a los gastos de la administración y satisfacer la deuda pública, o que se
derogara la ley que abolía el monopolio del
tabaco. La insistencia del Congreso en el
cumplimiento de la ley, sin dotar al Estado
de recursos económicos, dio lugar a la renuncia
del secretario de Hacienda de López, Ezequiel
Rojas, en mayo de 1849.
La
drástica disminución de los ingresos estatales
que significó la supresión de esta imposición,
se agudizó debido a la cesión de varias rentas
nacionales a las provincias, mediante la
descentralización de las rentas públicas
en abril de 1850. El debilitamiento del Estado
introducido mediante el desmonte de sus ingresos,
reflejaba las ideas federalistas del liberalismo.
En lo que tiene que ver con la tenencia de
la tierra, durante la administración del
presidente López se terminó el proceso de
disolución de los resguardos indígenas, iniciado
en los primeros años de la independencia,
al levantarse en 1850 todas las prohibiciones
para la venta de los resguardos. La medida
benefició a la elite agroexportadora, ya
que favoreció el desplazamiento de mano de
obra indígena hacia las áreas productoras
de tabaco. Significó, igualmente, el aumento
en el precio de los productos agrícolas para
el consumo interno, por cuanto buena parte
de la producción indígena en los resguardos
había alimentado este mercado a bajos costos.
La
abolición de la esclavitud fue otra de las
importantes medidas que entró en vigencia
durante esta administración. La libertad
de partos, o de vientres, había sido decretada
por el Congreso de Cúcuta el 21 de julio
de 1821; sin embargo, las resistencias contra
la medida, especialmente en el Cauca, donde
la dependencia de la mano de obra esclava
era significativa, dilataron su puesta en
práctica. Bajo la administración López, a
pesar de que la oposición a la medida se
mantenía, el presidente sancionó, el 21 de
marzo de 1851, la ley que declaraba libres
a los esclavos nacidos después del 21 de
julio de 1821, y regulaba las indemnizaciones
a pagar para la liberación de los esclavos
nacidos antes de esa fecha.
Esta
medida, al igual que algunas de las leyes
anticlericales adoptadas bajo su administración,
básicamente la expulsión de los jesuitas,
la supresión del fuero eclesiástico, la abolición
de los diezmos y la elección popular de los
párrocos, fortalecieron la oposición al gobierno.
Adicionalmente, los conflictos entre las
sociedades democráticas, que habían florecido
bajo los auspicios del gobierno, se agudizaron.
En el sur los enfrentamientos fueron particularmente
violentos, en especial en Cali, donde el
conflicto entre los terratenientes y la población
municipal alrededor de los ejidos, era explosivo.
En
julio de 1851 se inició la rebelión conservadora,
encabezada por Julio Arboleda en el Cauca,
Eusebio Borrero en Antioquia y Pastor Ospina
en Cundinamarca. El movimiento, que contó
con el apoyo del gobierno ecuatoriano, fue
controlado a los pocos meses. Derrotada la
oposición conservadora, López viajó al sur
en octubre de 1851, para informarse directamente
de la situación que allí se vivía. Su presencia
en el Cauca afianzó la paz en la región y
fortaleció la acción de las sociedades democráticas,
que continuaron cumpliendo el papel propagandístico
y militar que, en la práctica, les había
sido confiado por el gobierno. En general,
la administración de López fue fecunda en
medidas que alteraron el funcionamiento del
Estado y la sociedad.
En
mayo de 1850 modificó las normas que regían
la instrucción pública, liberalizándola y
eliminando buena parte de los requerimientos
para el ejercicio de las diferentes profesiones.
Estableció el juicio por jurados en las causas
criminales, en junio de 1851, y suprimió
la pena de muerte para delitos políticos.
En su administración se organizó igualmente
la Comisión Corográfica, y en enero de 1850
se firmó con Agustín Codazzi el respectivo
convenio. Bajo su mandato, sin embargo, se
hizo evidente el antagonismo entre las distintas
fracciones del partido liberal, en particular
la oposición entre los sectores artesanales
(los draconianos), que propugnaba por un
Estado fuerte que defendiera la producción
nacional, y los ' sectores vinculados al
comercio (los gólgotas) que abogaban por
un Estado débil, que no riñera con la actividad
privada y favoreciera el libre cambio.
Esta
última tendencia fue la que ' más se reflejó
en la gestión presidencial de López, ya que
controló el Congreso después de 1850. La
división entre las fracciones del liberalismo
se profundizó durante las elecciones que
llevaron al poder a José María , Obando,
cuyo gobierno se vio interrumpido por el
golpe de cuartel de José María Melo, el 17
de abril de 1854. En esa oportunidad, López
tomó partido junto a los gólgotas y a los
conservadores, y unido con Mosquera y Pedro
Alcántara Herrán impidió que el Cauca se
levantara en apoyo de las fuerzas golpistas
acaudilladas por Melo, cuyo movimiento fue
vencido en diciembre de 1854. Posteriormente,
López viajó a Europa en compañía de su segunda
esposa Dorotea Durán y Borrero, y de sus
hijos, y terminó la redacción de sus Memorias.
A
su regreso al país apoyó a Mosquera en la
guerra civil de 1860 que se desencadenó al
enfrentarse el caudillo al gobierno conservador
de Mariano Ospina Rodríguez (18571861). Tal
apoyo se produjo a pesar del desacuerdo existente
entre Mosquera y López el cual se profundizó
con el paso de los años. En la Convención
de Rionegro, instalada en febrero de 1863,
el conflicto entre los dirigentes estuvo
a punto de dar lugar a un duelo, evitado
por amigos comunes. Al clausurarse la Convención,
López fue elegido como presidente del Tolima,
cargo que asumió al llegar a Neiva en julio
de 1863.
En
1865 aceptó la candidatura para presidir
la Unión y, en 1867, cuando se produjo el
golpe de Estado que derrotó a Mosquera, López
fue nombrado jefe del ejército. Como tal,
debió velar por la seguridad de Mosquera
mientras se le adelantaba el juicio ante
el Senado. Después se retiró de la vida pública
y se dedicó a atender sus haciendas Laboyos
y Majo, en el Huila. Murió en 1869, en las
cercanías de Campoalegre, y tuvo que ser
enterrado en el cementerio de esa población,
ante la negativa de algunos curas de darle
sepultura. |